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Prompt: Ronroneo omega.

Sinopsis: JongIn se encuentra cansado después de un duro día de trabajo, pero KyungSoo está aquí para hacerlo todo mejor.  


. . .

JongIn sabía que no sería nada fácil.

Había estado haciendo malabares desde que KyungSoo había tenido a los niños: luchando constantemente con el trabajo y ayudándolo en el cuidado y la crianza de los cachorros, estando atento al hogar y proveyendo todo a su familia, ya sea de forma económica como sentimental.

JongIn estaba un poco agotado, a pesar de ser un alfa y que eso es lo que se suponía que debía hacer. Tenía un horario de medio día laboral debido a su reciente paternidad, pero esto no hacía nada por hacerlo sentir mejor.

Siempre supo que sería duro, sus padres se lo habían dicho y KyungSoo lo mencionó muchas veces antes de concebir, sin embargo, JongIn nunca fue un cobarde que retrocedía ante la primera advertencia. Quiso hacerlo, primero porque su compañero comenzaba a sentir el anhelo, y segundo porque él mismo quería niños que malcriar y amar. 

Entonces lo hicieron.

KyungSoo canceló su consumo de anticonceptivos, y con la llegada de su celo y su propia rutina, él había asegurado el embarazo de su esposo. Ahora, tres meses después de su alumbramiento, JongIn podía decir que se sentía feliz y completo. El agotamiento físico podía permanecer en un segundo plano mientras notara a su pequeña familia bien protegida y contenta. Era lo único que necesitaba su alfa para darle energías y terminar un día más de trabajo duro.

Era suficiente.

JongIn dejó el saco del traje en el perchero y se cambió los zapatos, además, aflojó su corbata y se deshizo de los botones molestos que le ahogaban. Una vez se sintió cómodo, JongIn inhaló profundamente el aroma a hogar y se encaminó directamente hacia la habitación de los niños.

No tuvo tiempo de abrir la puerta por su propia cuenta porque esta se había abierto repentinamente desde dentro; JongIn bajó la mano y fue recibido de inmediato por los ojos grandes y encantadores de su esposo provistos con un par de pronunciadas ojeras.

Parece que tampoco ha sido un día fácil para él, y JongIn no tardó en abrir sus brazos y recibirlo en su abrazo apretadamente. Hundió la nariz en el pelo de KyungSoo e inhaló el rico aroma del jazmín fresco y puro saliendo en oleadas de su cuerpo. Estaba lleno de alivio y felicidad al verlo llegar y esto emocionó a su corazón, a su alfa, y lo llevó a abrazarlo más fuerte contra su pecho.

Sabe que su propio olor está haciendo estragos en su compañero (a juzgar por la búsqueda activa en su cuello), así que comenzó a acariciarle la espalda y le besó el pelo amorosamente para aumentar la sensación de calma y tranquilidad.

Funcionó, como era de esperarse, y KyungSoo le dio una sonrisa cuando finalmente se alejaron, JongIn se inclinó para reclamar un beso y KyungSoo suspiró con deleite mientras se fundía en su boca y se derretía contra su cuerpo.

—¿Día difícil? —murmuró cuando se alejó de sus labios y, en cambio, dejó un beso dulce y afectuoso en su mejilla—.

KyungSoo tarareó y frotó su mejilla contra la suya, y con esto supo que él estaba del lado mimoso. JongIn no lo estaba desaprovechando, no cuando era difícil tener esta faceta de su compañero debido a su propio cansancio, así que lo cargó sin problemas y los llevó a la sala de estar para poder tener un poco más de comodidad.

Se sentó en el sofá y colocó a KyungSoo sobre sus piernas; como acto reflejo, KyungSoo buscó su lugar en su pecho y se acurrucó contra él. Pronto fue una pequeña bolita cálida, agradable y de buen aroma que repartía besos y pequeñas lamidas sobre su cuello, y JongIn no podría haber deseado nada más en ese momento.

Con esto, todo su agotamiento se había ido por la ventana.

—Los niños fueron difíciles. Tu madre vino a ayudarme en la mañana; estaban tan inquietos que no podía controlarlos por mí mismo. Me sentí un poco inútil, lo confieso, por no poder hacerme cargo de todo. Como si fuera un omega torpe que no sabía cómo cumplir con su deber.

JongIn lo escuchó atentamente y esperó a que su pequeño esposo se desahogara mientras le acariciaba el pelo, la espalda y le besaba la coronilla de vez en cuando. Sí, había días como estos de vez en cuando y normalmente recurren al otro para buscar apoyo y consuelo. JongIn piensa que es una suerte que tengan una relación tan saludable y segura; ambos podrían hablar sobre sus sentimientos y pensamientos sin sentirse culpables, y eso era maravilloso.

KyungSoo no lo juzgaba por su aislamiento cuando creía que todo era demasiado, cuando pensaba que no era fácil, y JongIn no lo señalaba cuando, en días como este, se sentía insuficiente y recurría a alguien más para atender a los niños. El mundo de afuera es lo suficientemente cruel con alfas y omegas, no es necesario que ellos también lo sean.

Así pues, JongIn se mantiene en calma y simplemente lo escucha, lo acompaña y lo apoya.

—No eres un omega torpe, mi amor; es difícil cuidar a tres niños por tu propia cuenta. Haces tanto manteniéndote en casa, dejando todo limpio, cocinando para mí y cuidando de ellos. Por supuesto, a veces necesitarás ayuda. Lamento no haber estado contigo cuando me necesitabas.

KyungSoo suspiró largamente contra su cuello y luego negó obstinadamente, su abrazo volviéndose un poco más apretado y reconfortante a su alrededor.

—No tienes que disculparte, cielo, ya haces tanto por nosotros. Trabajas tan duro todo el tiempo, los niños te adoran, me ayudas en la casa, me consientes. Eres el mejor alfa que podría haber encontrado en esta vida.

Su propia satisfacción nació desde sus entrañas y el alfa se retorció con deleite en su interior. Se sentía bien ser halagado, ser amado; no era algo que ocurriera muy seguido para los alfas, las cosas siempre eran al revés. El amor y la ternura, los cuidados y la delicadeza parecían ser exclusivos para los omegas y para los hijos, pero KyungSoo nunca fue tacaño a la hora de demostrar su propio amor.

Le hacía sentir valioso, que su esfuerzo valía la pena. No era desagradecido ni silencioso. Nunca lo fue, y eso le hacía feliz, tanto, tanto.

Besó una vez más su frente y lo apretó contra su cuerpo con fuerza. KyungSoo rió felizmente mientras era ahogado por sus músculos y mordisqueó su cuello juguetonamente en respuesta. JongIn gruñó y KyungSoo dejó de apretar la piel y simplemente repartió lamidas reconfortantes sobre ella.

Sin necesidad de llegar al sexo, ellos se introdujeron en esta aura de intimidad y armonía deliciosa que le calentó el pecho y el alma por igual. Con KyungSoo todo era bueno y accesible; JongIn siempre se veía complacido tanto en el aspecto sexual como en el sentimental.

—Te amo —susurró contra su pelo y todo el cuerpo de KyungSoo se aflojó bajo sus manos y sobre su cuerpo—. Te amo tanto. Eres el omega perfecto para mí, un padre tan maravilloso y un compañero inigualable. Te adoro, KyungSoo.

KyungSoo exhaló tranquilamente y un momento después JongIn pudo sentir el nacimiento de un ronroneo en su pecho. Comenzó de forma suave, casi tímido, y a medida que el aroma de JongIn se acentuaba con felicidad y orgullo el temblor fue en aumento. Rápidamente fue capaz de escucharlo, sintiéndolo como un pequeño motor sobre su pecho, mientras KyungSoo permanecía muy quieto y complacido.

Un ronroneo; la muestra de la confianza, de la alegría, de la seguridad y del afecto de un omega. Era la muestra más grande de amor y casi siempre estaba dirigido a los cachorros.

Para JongIn, experimentarlo siempre significaba un gran placer, un gran honor. Siempre lo emocionaba y retorcía muchas cosas en su interior; era el instinto, era su alfa haciéndole saber que lo estaba haciendo bien, que era digno y adecuado para su familia y que su omega estaba bien cuidado y complacido. Que era un buen alfa. Así de importante era, así de bien se sentía.

Su agotamiento fue intercambiado por la complacencia, y el peso que había mantenido sus hombros encorvados desapareció mágicamente. Era tan bueno, tan agradable.

Él era un hombre afortunado.

KyungSoo salió de su escondite en la curva de su cuello y alzó la cabeza para mirarlo directamente. Ahí encontró una sonrisa preciosa, dulce, totalmente cautivadora, y JongIn cerró los ojos cuando los labios de su compañero cayeron sobre sus mejillas, sobre su frente, la punta de su nariz y los párpados cerrados, cuando tocaron su barbilla y su garganta y finalmente llegaron a sus labios para saborearlo con ternura.

JongIn correspondió de inmediato, cayendo fácilmente en su encanto, y afirmó un agarre delicado en su nuca mientras se besaban en la tranquilidad y el silencio de la sala.

KyungSoo sabía tan bien, como a casa, a felicidad, a seguridad y armonía. Era cálido y suave, sedoso bajo sus manos y su boca, y le adoraba. Siempre lo hacía.

Mordisqueó suavemente el labio inferior de su esposo y este maulló en respuesta, un sonido tierno que le hizo sonreír antes de volver a la dulzura de sus labios. Una vez se encontraron saciados de la boca del otro, KyungSoo dejó caer su frente sobre la suya y su ronroneo fue rápidamente retomado, más fuerte y vigoroso que nunca.

—También te amo, JongIn. Tanto que no sé de qué otra manera podría expresarlo. Estoy tan feliz de estar contigo, de tenerte. Gracias por siempre estar conmigo, gracias por ayudarme a que las cosas sean más fáciles. Eres increíble.

JongIn sonrió cálidamente, dejó un besito en sus labios y se acomodaron juntos en el sofá.

—También me siento agradecido, KyungSoo; siempre.

Ellos se mantuvieron en silencio entonces, y JongIn no podía pensar en un mejor recibimiento que este.

El llanto de un bebé interrumpió el silencio de su hogar y su sonrisa se hizo más amplia. KyungSoo suspiró y JongIn dejó un último beso en su frente antes de ponerse de pie.

—Parece que el deber llama.

KyungSoo, a pesar de todo, sonrió con diversión y lo tomó de la mano. Y así, juntos se encaminaron hacia el complemento de su felicidad. 

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