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HUNTER
Cuando compruebo que es ella y lo asimilo, me levanto del taburete y haciéndole una señal a Pierre, me acerco al escenario donde se encuentra ella.
- Hudson, ya estás aquí. – Oigo que me nombran tras mi espalda. Maldigo por no poder seguir mi camino, parece que todo lo referente a esa chica se me escapa de las manos siempre. Eso solo aviva mi curiosidad.
- Sí, ¿Eres Jo verdad? – Se acerca a mí sonriéndome y extiende la mano esperando la mía para estrecharla.
- El mismo. Tu padre no estaba convencido de que fueras a venir, pero veo que cumples con tus obligaciones.
- Si lo hiciera no estaría aquí. Te informo, por si no te lo ha comentado mi padre, que este es mi castigo por saltarme horas de clase. – Pongo los ojos en blanco por la simple mención de mi padre y él se echa a reír. Me cae bien este tío, parece legal.
- Eres igual a como tu padre te ha descrito.
- Mi padre no me conoce así que permíteme que lo dude. – Sonríe en respuesta al captar que no quiero hablar de él y hace un gesto con su mano indicándome que le siga.
Echo un último vistazo al escenario, pero ya no está allí y supongo que no me ha visto ya que la zona del bar está bastante oscura.
Subimos por el ascensor hasta la tercera planta y joder, incluso los botones son elegantes, con una especie de piedras brillantes a su alrededor y un diván bajo el espejo. Al salir de allí, caminamos hasta una puerta que abre con su llave y ya dentro me siento en un sofá junto a él.
Hablamos un poco sobre mis deberes como barman y lo que está prohibido y permitido en el local, los horarios y consigo hacer que se enrolle al preguntarle un poco sobre el lugar y su origen.
Me cuenta que consiguió el bar a mediados del 2008 y que fue cosa del destino ya que él nunca había imaginado su vida ligada a un edificio. Pero por razones que no ha querido mencionar, se hizo con el lugar y lo reformó de arriba abajo. Lo convirtió en el bar más conocido de toda Francia y hasta hoy lo ha llevado completamente solo.
- Pareces orgulloso de tu trabajo. – Comento lo evidente, tal vez si consigo sacarle algo más de tiempo pueda irme a casa sin haber trabajado nada el primer día.
- ¿Cómo no podría estarlo? – Se ríe de mi comentario y se levanta. – Bien, veamos por donde empezamos.
Bajamos al bar y deja a Pierre a cargo de mí. Me explica cómo funcionan las maquinas, cuáles son las bebidas y el precio que tiene cada una, después me deja libre y comienzo a servir. No quiero fardar pero le pillo el tranquillo rápido y entre copa y copa, le echo un vistazo al escenario donde Dana está tocando el piano.
Su espalda está totalmente erguida, su pelo recogido en un moño y ese maldito vestido tiene una raja a un lado de su pierna dejándola al descubierto. Mueve sus pies de vez en cuando tocando las teclas o piezas, no sé cómo se llaman, que hay bajo el piano. Nunca me han interesado mucho los instrumentos musicales pero escuchándola a ella... cualquiera se haría aficionado a ellos. Como el hombre que está sentado en una mesa apartada de las demás, observándola tocar.
Sobre las nueve y media de la noche termino mi trabajo y decido no contarle nada a Dana sobre que la he visto. Tan solo estaré allí una semana y si ella no me ve, yo no le diré nada. Al fin y al cabo quiere que la deje en paz ¿no?
Me voy a casa y al día siguiente, tras las clases, vuelvo al bar y cumplo con mi castigo. Los ricos son demasiado exigentes y hay un momento en el que casi le parto la cara a uno si no llega a pararme Pierre, pero por lo demás, no está tan mal.
Puedo ver a Dana tocar toda la tarde, realmente no para ni un segundo. ¿Cómo no se le cansan las manos?
La semana pasa igual de tranquila, dentro de lo que cabe claro. Mi padre me llama dos veces, no le cojo ninguna, pero cuando la tercera vez recibo un mensaje de mi madre, me veo obligado a contestar. Resulta que deben posponer su vuelta a casa un par de semanas más por asuntos laborales... qué raro.
Hablando de raro, llevo viendo al mismo hombre sentarse en la misma mesa durante las mismas horas, toda esta semana. No me resultaría extraño si no estuviera solo, con una copa toda la noche siendo rellenada de vez en cuando y observando a Dana sin quitarle un ojo de encima.
¿Qué querrá?
Mañana finalizará la semana de aniversario con lo cual mi castigo termina, o al menos eso espero. Trabajar por tu cara bonita no es bastante aliciente para quedarme, pero si me dijeran que me pagan entonces me lo pensaría. Algo de dinero extra no me vendría nada mal porque mi jodido padre ha decidido cortarme el grifo.
- ¡Hunter! A la mesa dos. – Me grita Pierre desde la barra pasándome una bandeja. Sé solo con ver la bebida para quien está dirigida. Nadie más pide esa botella.
- Voy. – La cojo y camino con la bandeja de metal y la botella encima. Una de las muchas cosas que me parecen ridículas aquí. ¿Por qué cojones tengo que cargar con una bandeja enorme si tan solo llevo una botella?
"Temas de imagen" Diría Pierre, "Limítate a hacer lo que te dicen colega" Seguiría después.
Me acerco al hombre trajeado con expresión seria y sin abrir la boca, le relleno la copa. Él sigue sin apartar la mirada del escenario.
- Guapa ¿verdad? – Me sorprende su voz cuando miro hacia el piano que está tocando Dana, esta canción es mi favorita de todo el repertorio.
- Sí, toca muy bien.
- Eso me han contado. – Dice llevándose la copa a la boca mientras sonríe como conociendo algo que solo él sabe.
Asiento en señal de despedida y vuelvo a la barra para recoger más bandejas.
Esta semana y gracias a Dana, me he dado cuenta de que mi color favorito es el rojo. El rojo intenso para ser exactos. Al principio me pareció raro verla todos los días con el mismo vestido, pero tras que Jo me diera a mí un maldito traje que consistía en una camisa dorada de seda y un chaleco negro a juego con los pantalones, comprendí que ese sería mi uniforme al igual que el vestido rojo era el de ella.
Solo cambia su peinado, unas veces recogido otras suelto. A mí me gusta más cuando lo lleva recogido porque gracias a la forma del vestido, puedo ver las infinitas pecas de su espalda.
Muy de vez en cuando la imagino con el vestido de época que tendrá que llevar cuando sea el baile del instituto. Aún no hemos vuelto a ensayar pues la señora Tanner lleva toda la semana enferma, pero nos han avisado que la semana que viene perderemos varias horas de clase para ensayar así que supongo que tendré que hablar con ella por narices.
Sobre las nueve de la noche Pierre vuelve a pedirme que le rellene la copa al hombre acosador, he decidido llamarlo así por cómo no despega los ojos de Dana, y cuando me acerco a él veo que está hablando por teléfono, sonriendo con una cara de hijo de puta que me conozco muy bien.
- ... está hecho. Cuando termine esperad en la puerta trasera. Saldrá por allí, cogedla entonces.
¿Saldrá por allí? ¿Quién? ¿Dana?
Doy por supuesto que se refiere a ella pues no aparta los ojos de su espalda y sigue sonriendo como un el Joker, joder es siniestro.
Me acerco de nuevo a la barra y miro la hora en el reloj que hay colgado sobre la pared. Esta es la última canción que Dana tocará por lo que tengo más claro aún que se refiere a ella.
Joder.
Dejo la bandeja sobre la barra y me quito con rapidez el incómodo chaleco. Le hago un gesto a Pierre para que se acerque.
- Tío, necesito que me hagas un favor muy grande. – Palmeo su espalda sin apartar la vista del escenario, no vaya a ser que Dana desaparezca de mi vista como tiene por costumbre hacer.
- ¿Otro? Ya van tres en una semana. – Rueda los ojos y es que es verdad pero las otras veces era simple y llanamente que quería un descanso.
- Lo sé, pero esta vez es importante. Ocúpate de mi lado, tan solo son cuatro mesas. Tengo que salir ahora, ya se lo explicaré a Jo si lo nota. – Me alejo cuando veo que Dana baja del escenario colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja y sonriendo por los aplausos del gilipollas acosador.
Si ella supiera.
Camino en dirección al pasillo que lleva a la parte trasera del local, con disimulo. Veo que Dana camina con dificultad por ese vestido o tal vez por los zapatos pero eso me da igual en este momento. Acelero y le agarro de un brazo para tirar de ella a la primera puerta que hay disponible.
- ¿Pero qué...Hunter? - Se suelta de mi agarra tan fuerte que casi tropieza hacia atrás y cuando se gira para ver quién es el loco que ha penetrado su espacio vital, sus ojos me miran sorprendida.
No obstante yo la ignoro. Cierro la puerta y me aseguro de que está bien candada, después comienzo a pensar en una manera de salir de allí.
Maldita sea, me parece a mí que está noche va a ser muy larga.
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Continuará...
Se acerca la tormenta chicos y chicas... muajajaja
¿Os gustaría poner cara a todos los personajes que han ido saliendo?
Decírmelo y cuanto antes os lo haré saber ^^ tengo que decir que Kai es muy mono eh... jaja
Hasta pronto,
M.
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