34


HUNTER

Maldigo para mis adentros pero no demuestro sentimiento alguno, ver sus ojos sin rastro de esperanza me vuelven fuerte. Tengo que serlo, por ella.

- Soy idiota, debería haberle enviado el mensaje antes. Debería haber venido con ellos, si no fuera tan cobarde...

- ¿Ellos, quiénes son ellos? – Hago que se siente a mi lado y la rodeo con mi brazo para intentar calmarla.

- Tu padre y el mío. Los he dejado en casa cuando he salido a buscarte, le he prometido a tu padre que te encontraría y mira donde estamos. En vez de salvarte he conseguido encerrarme a mí también, soy una inútil.

- Oye, para de una vez. ¿Has dicho que mi padre sabe todo esto? – Se aparta de mí para mirarme a los ojos y asiente restregándose los ojos con el dorso de la mano.

- Vino a mi casa muy preocupado y cuando se enteró de lo que había pasado se volvió loco Hunter, no tienes ni idea de lo mucho que te quiere. Tu madre estaba de camino cuando me fui, supongo que estará llegando y cuando descubra que sigues desaparecido... Y todo por mi culpa.

Me levanto del suelo como puedo y comienzo a dar vueltas de un lado del sótano al otro. No puede ser, mi madre estaba en una de las semanas más importantes de todo el año para su revista, ni siquiera por mi cumpleaños es capaz de venir a verme. Y ahora está de camino a casa, preocupada como mi padre y yo no voy a estar ahí. Me giro hacia Dana con la convicción de que saldremos hoy mismo de este lugar y hago que se levante.

- Deja de llorar, así no conseguirás nada Dana. Ya has sufrido mucho por lo que ese imbécil te ha hecho, está trastornado y nada de lo que hayas hecho o puedas hacer servirá para que cambie de idea. Los locos son así, solo puedes hacer una cosa. - Me quedo en silencio sopesando si es buena idea lo que estoy a punto de sugerir pero mirándolo por otro lado, no nos quedan más opciones.

- ¿El qué?

- A Thomas le gusta jugar ¿verdad? Pues eso es exactamente lo que haremos.

Camino hacia la puerta y comienzo a golpearla lo más fuerte que puedo, grito su nombre con la intención de que baje hasta nosotros, enfadado si es posible.

- ¿Hunter, qué vas a hacer? – Se aproxima a mí con gesto preocupado y tira de mis brazos para que deje de aporrear la puerta y me centre en ella pero no tengo tiempo de hacerlo pues la puerta se abre de golpe y aparece Thomas con el arma apuntando en mi dirección.

- ¿No te he dicho que te quedes quietecito?

- Tenemos que hablar.

- Oh sí, está claro que tenemos que hacerlo. Dana cariño, ven aquí. – Estira su brazo esperando a que se acerque pero ella no se mueve, tiene los ojos fijos en la pistola. - ¡Que vengas aquí te he dicho! – Carga el arma de forma amenazadora y ella sola sale rápidamente de su estupor. Camina hacia él y se pone tras su espalda, yo la miro vocalizando palabras de aliento.

- No le grites.

- No me digas lo que tengo que hacer – se gira hacia ella bajando el arma y sonríe como si todo fuera bien. – Además, necesito que esté a mi lado para poder mirarla a los ojos y me diga la verdad.

- ¿Qué verdad? – Susurra.

- ¿Te has acostado con él?

- ¡¿Qué?! – Me mira a mí y después a él de nuevo tragando saliva.

- Te he hecho una pregunta, responde.

- No.

- Sí.

Los dos se giran hacia mí en el instante en que contesto una afirmativa. Dana tiene los ojos abierto como platos sin entender por qué estoy mintiendo. Thomas simplemente aprieta la mandíbula y vuelve a apuntarme con el arma. Quiero que esté así, que se enfade.

- ¿Sí o no?

- No.

- Sí. – Vuelvo a contestar a la vez que ella.

- Hunter. – Me recrimina con la voz temblorosa. Necesito que me siga el juego pero no parece por la labor.

Dana maldita sea, confía en mí y sé un poco lista.

- Estoy empezando a cansarme de esta tontería. Mírame a los ojos y dime la verdad o mato a tu amigo aquí y ahora mismo. ¿Te has acostado con él o no?

Traga saliva, mucha sus labios están secos y puedo ver el miedo en sus ojos al pronunciar la palabra.

- Sí.

Mi completa atención está en la cara de Thomas. No ha movido ni un solo músculo, pero tampoco ha bajado la pistola que tiene apuntando en mi dirección. Supongo que ahora debe de estar muy enfadado así que creo que es el mejor momento para lanzarle mi pregunta.

- Ya la has oído. No es solo tuya, supongo que ya no te interesará. Deja que se vaya y lo arreglamos solos, tú y yo sin nadie de por medio.

- ¡Ja! Eso es lo que tú quieres ¿verdad? Tienes que entender una cosa, en el momento en el que Dana no me sirva, ya no la necesitaré. Y creo que ha quedado bastante claro lo que hago con lo que no me es útil.

Creo que el juego no está yendo por donde yo quiero, así que decido pasar al plan B, un plan que no tiene ni pies ni cabeza pero que si sale bien podría solucionar todo este problema.

- Está bien, hagamos algo entonces. Juguemos a un juego. Si ganas tú, te quedas con Dana, si gano yo, nos vamos los dos de aquí y no vuelves a tocarla. ¿Qué te parece?

Parece meditarlo por un segundo, incluso baja el arma. Pero entonces niega con la cabeza sonriendo y agarra a Dana del cuello colocándola frente a él, esta vez la apunta a ella.

- Crees que me chupo el dedo. No voy a jugar contigo a nada y saber por qué, porque puedo conseguir lo que quiero sin apostarme nada contigo. Así de fácil.

- Eso quiere decir que no te atreves. – Intento mantener la calma y fingir que no me importa ver cómo ese imbécil está clavándole la pistola en la cabeza a Dana. Ella ni siquiera tiene los ojos abiertos, solo tiembla y se mantiene lo más quita posible.

- Claro que me atrevo niñato, no soy ningún cobarde. El caso es que ya tengo todo lo que quería. Llevo mucho tiempo planeando esto y no va a joderme un crío de instituto.

- ¿Planeando qué, matarme?

- Dana, quedarme con ella. ¿Acaso crees que los hombres que os persiguieron aquella noche en el bar fueron unos secuestradores aleatorios? ¿Creíais que os había tocado a vosotros y ya está? Está casa es nueva y está perfectamente equipada para mantener a alguien con vida aquí dentro. Dana va a pasar mucho tiempo entre estas paredes. Conmigo.

- Pues yo creo que no. ¿Por qué no apuestas conmigo? Juguemos con tu arma, a la ruleta rusa. Vacía el cartucho y deja solo una bala. Quien sobreviva se queda con todo. A no ser que seas un gallina.

- ¡Te he dicho que no soy ningún cobarde! – Vuelve a apuntarme con el arma y veo como su calma comienza a desquebrajarse. Respira fuerte durante unos segundo, yo intento no amedrentarme y me quedo donde estoy mirándole fijamente.

- No. – El susurro de Dana es casi silencioso pero me obliga a bajar la vista hasta ella. Me suplica que no lo haga, pero no entiende que esta es una decisión tomada y que si Thomas acepta, no habrá marcha atrás.

- Está bien, jugaremos a ese estúpido juego y cuando tanto Dana como yo veamos como mueres, te adelanto que gracias a ti le haré pasar los peores años de su vida. Solo me da pena que no vayas a verlo.

- Empecemos entonces. – Recojo la silla en la que había estado antes atado y me siento frente a él. No quiero pensar, no puedo. Si lo hago me daré cuenta de que todo esto es la mayor insensatez que he hecho y seguramente haré en toda mi vida.

Thomas empuja a Dana y ella cae al suelo pero se levanta con rapidez para acercarse a mí.

- No puedes hacer esto por favor Hunter, no lo hagas. Si mueres yo... - La abrazo no dejando que hable y procuro disfrutar del tiempo en el que la tengo conmigo. Rezo al cielo para que esta vez todo salga bien y que si no es así, que al menos Dana pueda salir de esta.

- Voy a hacerlo por los dos y quiero que sepas – Acaricio su cara mirándola a los ojos, esos ojos que en un primer momento me trasmitieron tantas cosas – quiero que sepas que pase lo que pase eres lo mejor que me ha pasado nunca. Y que te quiero.

Niega con la cabeza sin parar y me besa.

- No te despidas por favor.

- Aparta. – Thomas vuelve a tirar de ella y esta vez la ata contra una barra que cruza la pared entera. Ella grita pero supongo que es lo mejor, porque si yo muero, no habrá forma de que no se acerque a mí. 



Ya está, toodos se han vuelto locos. 

Yo mejor me voy que aquí va a arder Troya. 

Un beso grande, M.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top