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HUNTER

El resto del día pasa rápido. O tal vez pasa rápido porque ya no tengo esa sensación de vacío en el pecho. El hablar con mis padres me ha hecho sentirme mucho mejor, nunca hubiera pensado que podríamos llegar hasta este punto, pero al parecer los milagros existen y mis padres han reaccionado a tiempo.

Todo se lo debo a Dana por supuesto. Ella dice que no ha hecho nada pero es mentira, lo ha hecho todo. Si no hubiera sido por ella ni siquiera me hubiera sincerado con ellos, gracias a ella he tenido el valor suficiente de mirar a mi padre a la cara y decirle todo lo que pensaba de él. La forma en la que me hacía sentir, todas esas veces en las que intentaba ser el mejor solo para contentarle y aun sí no conseguirlo, todos esos momentos incómodos en los que me miraba como si yo no fuera nada, como si fuera un estorbo o una desgracia para la familia. Todo eso fui capaz de decírselo por Dana.

Me encuentro en un punto intermedio entre rozar la felicidad junto con la esperanza, y la rabia flameando en mi interior.

Rabia por el hecho de que Dana no fuera capaz de decirme lo que le pasaba. Cabreo por parecer tan tonto como para no darme cuenta de ello, ira porque ese cabrón la ha tocado otra vez.

Estoy esperando a que salga de su última clase para llevarla a la clínica en la que se encuentra su madre. También quiero ver a su padre para darle algo más de dinero para el mes siguiente, sé que suena muy raro y tal vez algo incómodo que un chaval le esté dando dinero a un hombre hecho y derecho, pero todo esto lo hago por Dana. Ver sus ojos cuando habla de lo bien que le está yendo a su madre disipan todas mis dudas. Doy por sentado que si se entera alguna vez de todo esto, no volverá a hablarme pero merece la pena el riesgo y agradezco a su padre por aceptar el dinero. Los hombres somos muy orgullosos y una vez más, se nota el amor que le tiene a su familia con simplemente ese gesto de dejarme contribuir.

Aparece ante mi campo de visión de un salto revolviendo todos mis pensamientos y me sonríe a modo de saludo.

- ¿Vamos?

- Sí, vamos. – La incito a caminar delante de mí.

- ¿Estás bien? Parecía que estabas en la luna.

Monta en el coche y se coloca el cinturón sin apartar la vista de mí. Cuando se ha dado cuenta a la hora del almuerzo que no se ha librado de que me enterara de su nuevo encuentro con ese tío, se ha quedado blanca pero después ha asentido y ha hecho como si nada pasara, hasta ahora. Necesito dejar claro mi punto.

- Pues no Dana, no estoy bien. Saber que hay un tío por ahí que puede aparecerte por delante cuando le venga en gana y pegarte no es algo que me tenga muy contento. – Arranco el coche y aprieto el volante con fuerza, no quiero enfadarme otra vez.

- ¿Puedes olvidarlo? Estoy bien, sé que piensas que soy idiota por dejarle hacerme esto pero todo tiene una explicación. Tan solo confía en mí ¿vale? – Estira su mano para rodear una de las mías que se afloja al instante para recibirla.

- Lo que has dicho no hace más que confundirme más. Y si tú confiaras en mí, me lo dirías. – Piso el acelerador dando por concluida la conversación y conduzco hasta la clínica. Dana no vuelve a hablar.

Cuando llegamos, aparco en doble fila porque el aparcamiento está lleno de coches de trabajadores y visitantes así que tras despedirme de Dana, decido dejar lo del dinero para otra ocasión.

Llego a casa sobre la hora del almuerzo y me encuentro a mi tío despidiéndose de su novia que se vuelve a su país para trabajar. Decido esperar unos minutos más en el coche para que se despidan con tranquilidad, nunca le había visto durar tanto con una mujer. Parece ser que esta le tiene bien pillado.

Como alguien que yo me sé a ti.

Tras su despedida, entro en la cocina y le encuentro terminando de prepararse la comida.

- Hey colega, pensé que llegarías más tarde. He hecho pasta, cógete un plato si quieres. – Acepto su choque de puños a modo de saludo y me siento junto a él en la mesa para comer. Nos quedamos en silencio, algo raro entre nosotros que siempre tenemos de qué hablar. Supongo que la marcha de esa chica le tiene peor de lo que parece.

- ¿Te encuentras bien? He visto cómo te despedías.

- Sí – suspira – Me gustaría que Agnes se quedara más tiempo pero tiene que trabajar y yo también. La vida es así, aprovecha ahora que estás estudiando, después no tendrás excusas que valgan para faltar al trabajo. – Asiento en respuesta y seguimos comiendo en silencio. Tengo mucho en lo que pensar y no dejo de darle vueltas a la razón por la que Dana no quiere contarme nada.

- ¿Y tú estás bien?

- Sí... creo.

Enarca las cejas con una mirada divertida y deja el tenedor en el plato para prestarte toda su atención.

- Habla.

- ¿Alguna vez te has sentido impotente por no saber la razón por la que alguien hace algo?

- Sí.

- ¿Y qué has hecho?

- Averiguar la razón.

- ¿Cómo?

- Pues buscando tus propios medios. Cada uno se busca la vida para conseguir lo que quiere y si tú quieres saberlo con tantas ganas amigo mío, tendrás que hacer lo mismo – Bufo por su respuesta de mierda y él se ríe -. Dame más detalles entonces.

Pienso por un instante cómo contarle lo de Dana sin llegar a decirle toda la verdad, pero no se me ocurre nada y siendo mi tío sé que puedo contarle cualquier cosa sin problema alguno. Confío en él.

- Resulta que hay un tío que aparece y desaparece a su antojo, maltrata a Dana y ella me pide que no se lo diga a nadie, que me fie de ella y lo deje estar. ¿Qué narices tengo que hacer yo ahora?

La expresión de mi tío ha cambiado y ha dejado de ser burlesca. Acerca más su silla a la mesa y se inclina hacia delante con los codos apoyados.

- ¿Dana es la chica del otro día? Tu novia.

- Sí, bueno no. El caso es que lo ha vuelto a hacer, esta mañana le he visto la cara y lo he sabido al instante y lo peor es que ella lo intenta esconder, como si protegiera el hecho de que la maltratan. Necesito hacer algo porque como vuelva a tocarla me volveré loco.

- Por supuesto que tienes que hacer algo. Vas a traer a esa chica a casa y no la vas a dejar salir de tu habitación hasta que te diga la verdad.

- No tío, no puedo hacer eso, créeme que ya he intentado eso de presionarla. No sirve de nada. – Asiente y se queda pensativo.

- La vas a seguir. A todas partes si hace falta. Si es verdad que ese malnacido aparece cuando quiere, volverá a hacerlo y entonces tú estarás ahí para verlo.

Lo pienso por un instante, no me convence del todo, pero por ahora me vale.

- No sé si podré hacerlo en todo momento, ¿qué pasa cuando tenga entrenamiento o cuando ella esté en la clínica visitando a su madre?

- ¿La clínica?

- Larga historia. – Descarto el contárselo con la mano, no es momento de hablar de su madre.

- Puedo ayudarte, en la medida de lo posible si no tengo que trabajar claro.

Asiento a modo de agradecimiento, eso suena como un plan. Y por algo se empieza ¿no?

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Ante todo pediros disculpas por la tardanza. He estado ocupada haciendo practicas en un hospital y también me he apuntado a la autoescuela.

La cabeza no me daba para tanto y antes de escribir cualquier cosa prefería no escribir y dejar que mi cabeza se refrescara un poco.

Hoy termino las prácticas y aunque el capitulo es corto, he decidido subirlo para no dejaros una semana más sin capitulo.

La semana que viene más y mejor.

A ver si a Hunter le sale bien el plan... o tal vez empeore las cosas, ¿Quién sabe...?

Bueno sí, yo sé JAJAJAAJAJ (sonrisa malvada)

Buen fin de semana mis Dunneras!!

M.


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