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- No sabía que supieras bailar Hudson – Le dice el profesor de gimnasia, él solo resopla y se lame los labios mirando hacia otro lado. Creo que ese hombre no le cae muy bien.

- Todos han quedado fascinados. Vosotros seréis los bailarines principales, está decidido. – Sonríe para ella misma y se aleja caminando entre las parejas que vuelven a estar en fila y nos miran atentos. Bueno, me miran a mí.

Trago saliva y compruebo, para mi desgracia, que el gimnasio entero está concentrado en mí, cuchicheando y lanzándome miradas. Maldita sea, creo que tengo ganas de vomitar.

- Tengo...tengo que irme. – Me alejo apresurada hacia las puertas de la salida dejando a Hunter con una mirada de extrañeza en la cara. Sí, yo soy extraña así que no te asombres.

Ya fuera, cojo aire y respiro tranquilizándome. Odio ser el centro de atención, no lo puedo soportar. Comienzo a sudar y a ponerme nerviosa, luego me entran ganas de vomitar y al final, si no lo hago...me desmayo. ¿Tendré miedo escénico...pero sin estar en un escenario?

HUNTER

La veo salir despavorida del gimnasio y tengo ganas de seguirla, pero rápidamente descarto esa idea de mi cabeza. ¿Por qué querría hacer tal cosa?

Vuelvo mi atención a las demás parejas que siguen observándome y les hago un gesto con la cabeza en señal de que se metan en sus propios asuntos.

Cotillas.

Estoy a punto de buscar a Jeremy para irnos salir del instituto ya que a última hora tenemos la clase más tostón de todas y no me apetece nada tener que aguantar a la señora Tanner ni un minuto más, cuando veo a las dos chicas que miraban con desagrado a Dana antes, caminar decididas hacia la salida del gimnasio, justo por donde ha salido ella. No me extrañaría si no fuera porque hay varias salidas y han dejado pasar al menos tres puertas para salir por la misma que Dana.

Sin pensarlo demasiado bien, me apresuro y camino delante de ellas, varios metros adelantado y empujo la puerta para entrar en los pasillos del instituto. Ahora tendré que buscarla.

Por suerte no me lleva mucho tiempo pues el pasillo está vacío, la veo a varios metros intentando sacar la llave de la taquilla de su bolsillo.

Me acerco en silencio y cuando está por meter la llave carraspeo haciéndola dar un pequeño saltito por el susto y tirar la llave al suelo. Sonrío sin poder ocultarlo, es demasiado miedosa.

Veo la llave en el suelo y me agacho a cogerla con una idea en mente.

- ¿Qué haces? – Le pregunto sabiendo la respuesta.

- Tengo que coger algo.

- ¿El qué? – Insisto apartando la mano cuando ella intenta coger la llave. No sé porqué no la dejo en paz, sé que no le hace ninguna gracia que la moleste.

- ¿Me das mi llave por favor?

- ¿Para qué? – Vuelve a intentar arrebatármela, pero estiro la mano hacia arriba, donde estoy seguro que no llega. Ella me mira con ojos de súplica y se muerde el labio, nerviosa.

- Hunter... por favor dámela.

- Está bien. Cógela. – Accedo solo porque sé que no lo hará. La guardo en mi bolsillo trasero y ella sigue el movimiento con los ojos. Sé el momento exacto en el que se da por vencida, suspira y mira hacia otro lado. Su expresión cambiar radicalmente y sin decir nada más, se da la vuelta y sale rápidamente del instituto.

¿Qué coño? Me giro y veo a las dos chicas de antes mirando la puerta por la que ella ha salido con el ceño fruncido.

No me gustan. Me dan mala espina y tengo una sensación extraña por Dana, pues reconozco a las zorras desde kilómetros y esas dos lo son.

Tienen que estar haciéndole la vida imposible... Y no tengo la menor idea de por qué, pero yo voy a impedir eso.

Al día siguiente, después de avisarle a mi tío de que hoy tengo entrenamiento y que volveré tarde, salgo de su casa. Esa casa en la que llevo viviendo desde hace un par de años por la simple razón de que mis padres decidieron trabajar más de lo necesario.

Joder mi padre es abogado y mi madre dueña de una revista de moda muy conocida en Los Angeles. Y no son capaces de trasladar su trabaja aquí, donde deberían estar cuidando de su hijo. No me malinterpretéis, estoy jodidamente bien solo, sin nadie que me controle porque no se puede decir que mi tío sea de poner normas. Él es un alma libre que se pasa el día en la calle y los fines de semana fuera de la ciudad.

Solo digo que únicamente parece interesarles hablar conmigo para ponerme de los nervios. Cuando me meto en algún lio que por supuesto provoco para contactar con ellos. Pueden pasar semanas... incluso meses sin llamarme y luego tienen las narices de decirme que me quieren.

En fin, cojo el coche y conduzco hacia el instituto. Anoche no pude dejar de pensar en esa niñata de pelo ondulado que no dejaba de suplicarme su llave de la taquilla, la giraba en mi mano una y otra vez tumbado en la cama. Cuando bailé con ella se comportó de una manera diferente, pero al darse cuenta de que toda esa gente la miraba... su cara se descompuso y juro que pensé que se desmayaría en el mismo suelo.

Me siento un poco mal por haberle quitado la llave sin razón alguna así que mi primer objetivo cuando llegue al instituto será buscarla y entregarle su llave. Después me encargaré de que esas dos arpías la dejen tranquila y quién sabe, tal vez ahondar un poco más en el interior de esa chica. Me resulta un tanto extraña pero tiene algo que llama mi atención... o puede que solo me llame la atención porque es morena.

De todas formas, lo averiguaré.

Al llegar al instituto, aparco en uno de los sitios libre del parking para estudiantes y cojo la mochila del asiento del copiloto. Hoy no hace frío...para variar. Eso es lo único que no me gusta de Paris, que hace frío. Cuando vivía en Florida o mejor dicho, en el calcetín de América como dice mi amigo Kai el tiempo era completamente diferente, esto es la Antártida a comparación.

Camino hacia el interior del instituto y veo que ya hay bastante gente merodeando por los pasillos así que voy bien de tiempo. Busco a Kai con la mirada y lo veo al final del pasillo hablando con otros del equipo de fútbol, no parece muy contento y entiendo al instante porqué.

El cabrón de Gordon le ha puesto en el banquillo para el partido de esta tarde y no creo que le deje jugar. Y solo porque le llamó estúpido a la espalda cuando le gritó en el entrenamiento. ¡Anda que no le hemos llamado los demás del equipo cosas peores! Yo por ejemplo. Le tengo un odio extremo a ese gilipollas aunque estoy seguro de que él a mí también, pero me necesita...porque soy el mejor en el equipo. Y el capitán...

Veo una cabellera morena caminar hacia el interior de secretaría y rápidamente me dirijo por el mismo camino.

- Ya es la segunda vez en lo que llevamos de trimestre señorita Lemoine. – Le replica la anciana que hay detrás del escritorio y ella se muerde el labio asintiendo sin saber qué decir.

- Lo sé, lo siento. No volverá a pasar.

Me siento un poco peor que antes y me acerco para arreglar el problema, tiene cara de estar pasando una vergüenza horrible y aún así está calmada y sin echarme a mí la mierda encima.

- Aquí estás – Me acerco a Dana y la rodeo con mi brazo por el hombro. Ella se gira mirándome atenta pero sin abrir la boca. Yo le sonrío y vuelvo mi atención a la secretaría.- Ayer se te calló la llave y te fuiste tan rápido que no pude dártela. Toma.

Saco la llave del bolsillo delantero de mi pantalón y se la ofrezco. Ella duda un instante aún mirándome pensativa, hago que la llave tintinee entre mis dedos y finalmente la coge.

- Gracias. – Susurra y bajando la mirada sale de secretaría, yo la sigo de nuevo.

- Espero que no necesitaras nada de la taquilla ayer. – Camino junto a ella y con las manos metidas en los bolsillos.

- No, solo tenía que coger unos apuntes. – Sigue susurrando, ¿Por qué habla así? Me pone nervioso.

- ¿Qué apuntes?

Me mira un instante levantando las cejas, supongo que pensando si hablo en serio o simplemente estoy molestándola.

- Los de un examen. – Llevamos a su taquilla y abre con la llave después de varios intentos.

- ¿Tienes hoy el examen? - Ruego para que me diga que no, porque entonces sí que me sentiré como una mierda.

- Sí. – Vuelve a susurrar sacando un libro y unas hojas de la taquilla, después guarda algunas cosas de su mochila en ella. Mierda, no sé para qué coño ruego si nadie me escucha.

- Joder, lo siento Dana.

- Da igual. – Me mira esbozando una sonrisa tímida y después cierra la taquilla.

- ¿Pero has podido estudiar algo? Tal vez pueda ayudarte a la hora del recreo, ¿Cuándo lo tienes? – Camino de nuevo al ver que ella lo hace.

- Ahora. Tengo que irme, lo siento. – Se excusa como sintiéndose culpable y se aleja con prisa. Yo me quedo en medio del pasillo, como gilipollas viéndola desaparecer.

Seré idiota, a quién se le ocurre, joder.

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Continuará...

P.D. Ay Hunter, hay que pensar antes de hacer las cosas xD


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