18
DANA
Cuando Hunter sale de mi habitación, me doy cuenta de que he estado reteniendo la respiración. La suelto y me siento sobre la cama para descansar el pie en alto. Aún no puedo creer que me insultara de aquella manera, no entiende nada y se cree capaz de juzgar a los demás... ¡Pues yo también puedo juzgarle a él, y mucho!
Por un instante he deseado contarle lo que me pasa, la situación en la que me encuentro. No solo con mis padres y todo el tema del dinero, sino sobre Gordon. Pero no puedo permitírmelo. No puedo permitir que vuelva a suceder lo mismo, no me lo perdonaría.
Sobre las diez de la mañana y tras adelantar algún trabajo de clase, me tumbo en mi cama y sin esperarlo, vuelvo a dormirme.
- Tendrías que habérmelo dicho.
- Lo siento. – Le miro limpiándome los ojos con la manga de la chaqueta.
- ¿Te das cuenta de lo mucho que sufrirá la gente cuando se entere?
- ¡No! No tienen porque enterarse. Mike, por favor no se lo digas a nadie. – Me acerco a él agarrándole de las solapas de su polo bien colocado. Él me mira frunciendo el ceño, con la misma angustia que reflejan mis ojos.
- No lo entiendo. Necesitas ayuda, joder Dana, ¡tenemos que decírselo a alguien!
Me alejo de él restregándome la cara con mis manos y no dejo de caminar de un lado para el otro. Nadie puede saberlo, y si hubiera sido por mí, ni siquiera él se habría enterado.
- ¿Por qué has tenido que aparecer justo hoy Mike? No era el momento. – Me siento sobre su cama, siempre tan bien hecha y doblada. Es tan limpio y ordenado, ojalá yo lo fuera también.
- Está claro que lo era – se sienta junto a mí y me mira fijamente, con la determinación dibujada en sus ojos, no va a salir nada bueno de aquí. – Esto se acaba aquí. O haces algo ya o lo haré yo. Tú eliges.
Me levanto como un resorte, sudando e hiperventilando a más no poder. Las sábanas están revueltas bajo mis pies y el pelo se pega a mi cara por la humedad. No, otra vez no. El mismo sueño, las mismas imágenes. Hacía tanto que no me sucedía...
Camino hacia el baño y decido darme una ducha tras encender el calentador en el armario del pasillo. Oigo la televisión en el piso inferior y supongo que mi padre estará descansando junto a mi madre en la sala.
El agua me devuelve a la realidad y me ayuda a pensar más claramente. Las heridas de las rodillas siguen algo marcadas, pero supongo que con el tiempo desaparecerán. Aún recuerdo el vestido hecho jirones. Cuando me lo entregaron en el hospital antes de irme casi rompo a llorar, era el vestido de mi madre. Como si me lo hubiera regalado y yo lo hubiese destrozado.
Hace tanto tiempo que no recibo un regalo suyo que el perder el vestido me ha dolido más que nada. Cuando salgo de la ducha envuelta en una toalla, vuelvo a mi habitación para vestirme y tras colocarme un pijama limpio, bajo hasta la sala y sin decir nada me tumbo junto a mi padre, apoyando la cabeza sobre su hombro.
- ¿Cómo te encuentras? – Besa mi cabeza y me aprieta contra él.
- Dormir me ha ayudado. ¿Qué veis?
- A tu madre le entretiene ver cómo las locas se pelean por sus maridos. Tendremos que tragarnos el programa entero. – Se ríe llevándose la mano de mi madre hasta su regazo, esta le mira un instante y después vuelve a centrar los ojos en la pantalla.
- No me importa. – Sonrío mirándoles a los dos, imaginando que mi madre está bien y somos una familia normal, pasando la tarde sentados en el sofá viendo algún programa tonto en la televisión.
HUNTER
Salgo de clase a la hora de comer y camino hacia el aparcamiento junto a Kai que comerá conmigo en casa. El señor Gordon ha estado tocándome las narices toda la clase de gimnasia por haberme perdido las primeras horas de la mañana. He estado a punto de soltarle una de las mías pero Kai me ha detenido. Como siempre.
- ¿Vendrás a entrenar esta tarde? – Me siento en el asiento del conductor y él a mi lado.
- No puedo. Aún debo ir al bar de Jo a trabajar.
- ¿Por qué? Después de lo que os pasó a Dana y a ti el otro día, no deberíais ni salir de casa de noche. A la camita cuando den las nueve, campeón. – Se burla de mí intentando apretarme las mejillas como hacía mi abuela de pequeño. Algo que siempre he odiado y solo de pensar en ello comienza a dolerme esa zona.
- Quita capullo. – Me hago a un lado y arranco el coche.
Cuando llegamos a casa tenemos la mala suerte de encontrarnos con mis padres, que esperan sentados en la mesa del comedor, a que llegue. Kai y yo nos miramos a la vez con las cejas alzadas.
- Cariño, te estábamos esperando. – Me informa mi madre, sonríe hacia Kai al ver que me acompaña.
- Hola señores Hudson, cuánto tiempo.
- Has crecido mucho chico. – Pronuncia mi padre con el rostro serio, para después comenzar a comer.
Nos sentamos junto a ellos, Kai a mi lado y mis padres frente a los dos. Comemos en silencio, solamente nos interrumpe el sonido de un teléfono, que resulta ser el mío. Mi padre me mira de mala manera y yo contesto a la llamada con más razón, mirándole fijamente.
- ¿Diga?
- ¡Chaval! ¿Cómo va todo? – Oigo la voz de mi tío gritar desde el otro lado de la línea. Sonrío inconscientemente.
- Estoy bien Rob. ¿Cómo te va por Los Angeles? – Cuando mi padre escucha el nombre de su hermano, levanta la mirada prestando atención.
- ¿Los Angeles? Que va, ahora estoy en México. Sabía que debía haberte llamado antes – se ríe y oigo unas voces cuchichear algo – te llamaba para decirte que la semana que viene vuelvo a Francia, y no iré solo.
- ¿A no, y quién te acompaña? – Escucho atento, haciéndome una idea.
- Ya la verás, tengo que colgar. Saluda a tu padre, creo que está allí ya ¿no?
- ¿Sabías que venían? – Murmuro girándome sobre mi asiento con el ceño fruncido.
- Claro, no les voy a dejar entrar en mi casa sin avisar. – Se ríe. Cabrón.
- La próxima vez avísame primero. – Le suelto de golpe y cuelgo con un cabreo monumental. La única persona en la que confío que sea de mi familia y ahora me oculta cosas así. Sabe cuál es mi relación con ellos y aún así... aggh.
Tras la comida, en la que mi padre me pregunta por su hermano y mi madre intenta sacar algún tema de conversación, subo con Kai a mi cuarto y tras terminar un trabajo de clase, decido contarle mi mañana.
- ¿Estás seguro de lo que haces? Como tu padre se entere de que estás regalando el dinero, te mata.
- Me importa una mierda lo que piense. El me da dinero y yo hago con él lo que me da la gana. – Resoplo por su pregunta.
- Bueno, tampoco lo estás usando para comprar droga – se ríe inclinándose desde la silla. – tu madre al menos entenderá que lo haces por una buena causa.
Tuerzo la boca al pensar en Dana y en la posibilidad de que se entere. Me odiará, más de lo que ya lo hace. Necesito que comience a confiar en mí para que cuando llegue el momento de saber la verdad, el golpe sea menos duro. Y por consiguiente, que me odie menos.
- Tú sabrás lo que haces. Tengo que irme y creo que tú deberías llevarle esas muletas a Dana. – Se levanta despidiéndose de mí y sale por la puerta.
- ¡Mierda!
Me levanto de inmediato y abro el armario donde guardo la ropa, rebusco entre ella y justo al fondo, las encuentro. No puedo creer que se me olvidara llevárselas esta mañana.
Bueno, teniendo en cuenta que no tenía idea de ir a verla, es normal.
Salgo de mi cuarto y cuando bajo las escaleras me encuentro a mi padre sentado junto a la ventana leyendo el periódico. Una escena bastante sorprendente ya que siempre está concentrado en su trabajo.
- ¿A dónde vas? – Me detienen aún sin levantar la mirada del papel cuando me acerco a la puerta principal.
- A trabajar.
- El castigo ya está levantado, mejor vuelve a tu habitación y estudia.
- Por si no lo has notado, eso es lo que he estado haciendo hasta ahora, con Kai.- Resoplo elevando los ojos. Ahora mismo preferiría mil veces que me hubiera pillado mi madre, ella se cree más mis mentiras.
- Poco habréis hecho los dos juntos.
- Bueno mira, me voy ya. No quiero llegar tarde. – Abro la puerta, cansado de seguir la conversación con él y se levanta de golpe dejando el periódico en la mesa que hay junto al sillón.
- Te he dicho que no tienes que seguir trabajando en ese lugar Hunter. ¿Es que acaso necesitas dinero, te has metido en algún problema? – Se acerca a mí con expresión seria.
Si no le conociera, ahora mismo estaría cagándome de miedo. Es un hombre que impone respeto allá a donde va con solo mirarle, alto, recto, elegante y con una mirada astuta. Pero como es mi padre y reconozco cada paso que da, no me preocupa.
- Tú siempre pensando lo mejor de tu hijo. – Me burlo sarcástico.
- ¿Es verdad o no?
- Pues no, solo quiero ganar dinero por mi cuenta.
- No lo necesitas.
- Tampoco necesito el que me das y aún así lo recibo todos los meses. – Me giro para mirarle porque puede que haya metido la pata diciéndole eso. A ver si ahora me va a quitar la paga del mes y no tengo como pagar las terapias de la madre de Dana.
Mierda, aprende a callarte.
- No quiero que descuides tus estudios. Si quieres más dinero dímelo y depende de para qué lo quieras, te lo daré o no.
¡Vaya! Bastante más fácil de lo que creía. Ahora solo tengo que inventarme una buena excusa.
- Queremos hacer un viaje de fin de curso todos los de clase, los profesores no financian nada y tenemos que organizarlo todo nosotros. Me han elegido a mí como el encargado y debo hacer las reservas del hotel y comprar las entradas a los museos a los que iremos y todo ese rollo. Necesito dinero antes de que ellos me lo paguen a mí. – Joder, no sabía lo que decía hasta que he terminado de hablar.
Punto para la mente ingeniosa de Hunter.
- ¿El año pasado fue así?
- Sí, pero se encargó otro de todo el rollo este. – Me apoyo contra la puerta y espero a que reflexione sobre lo que le he dicho, ya que parece que realmente lo está haciendo.
- Entonces puedo dártelo yo. Pero que esos chicos te lo paguen, hasta el último euro. ¿Entendido? – Asiento sonriendo sin poder evitarlo, saca de su bolsillo la cartera y cómo no, me entrega un gran fajo de billetes. Solo él lleva cientos de euros guardados en su bolsillo.
- Claro, entendido. – Abro la puerta de nuevo y salgo.
- ¿A dónde vas ahora?
- Al bar, tengo que hablar con Jo para decirle que lo dejo. Se ha portado muy bien conmigo, es lo menos que puedo hacer. – Asiente de acuerdo, después mira hacia abajo donde tengo las muletas sujetas, enarca las cejas y parece pensarse preguntarme por ellas pero finalmente da media vuelta y vuelve a sentarse en el sillón.
Sonrío para mí mismo y por fin, salgo de casa y camino hacia la casa de Dana.
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¿No es una ternurita? ¿A que sí, a que siiii? (3
Bueno, ahora mismo el padre de Hunter parace que se está pensando lo de volverse majete xD
¿Por cierto, qué pensáis sobre ellos? ¿Y sobre los padre de Dana? No tienen nada que ver eeh.
No suelo decirlo nunca, así que quiero hacerlo ahora.
MUUUUUUUCHAS GRACIAS POR LOS VOTOS, COMENTARIOS Y APOYO QUE PROFESAIS A ESTA HISTORIA Y A MÍ. SOIS LOS MEJOREES.
Y una última cosita, porque quiero y porque igual influye en una nueva actualización prontito (mira hacia la nada como no teniendo nada que ver), os recomiendo que leáis la saga de Slow Death de antiliados . Es una pasada y engancha muchisimo. Pasaros por su perfil y veréis la sensualidad de Adam, el misterio de Alex y muuucho más. No os lo perdáis, solo en su perfil. (Voz de anuncio) xD
Bueeno ya está, que me enrollo.
Buenas noches desde España,
M.
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