16
DANA
Sus brazos me rodean al instante, pero aún así no consigo sentirme tranquila. Cómo voy a estarlo después de ver cómo mi madre intentaba suicidarse... por tercera vez. Y pensar que todo esto ha sido culpa mía. Si no hubiera pasado lo que pasó anoche, yo habría comprado el alcohol y ella estaría calmada, en su mundo. Pero calmada.
Levanto la vista para fijarme en ella, que está tumbada en el sofá, como siempre suele estarlo. Parece mentira que haya intentado acabar con su vida tan solo unos minutos atrás. Las botellas vacías encima de la mesa me hacen reaccionar y en seguida me aparto de Hunter secándome las lágrimas.
Camino, lo mejor que puedo, sin apoyar nada más que la punta de los dedos del pie herido hasta la mesa y recojo las botellas para tirarlas a la basura. Hunter me observa desde la cocina atento, sin pronunciar una palabra. Entiendo que esté bastante desorientado, yo también lo estaría.
Dios, qué vergüenza. Ha tenido que ver todo eso y ahora estará deseando largarse.
- Puedes irte, tranquilo. – Tiro la última botella en la basura y cuando voy a dar media vuelta para seguir recogiendo, me agarra del brazo y tira de mí para volver a subirme sobre la encimera. Lo hace tan rápido que no me da tiempo a reaccionar.
- ¿Y tú puedes dejar de actuar como si esto no te afectara? – Nos quedamos en silencio porque está claro que no puedo hacer eso.
- Es mejor que te vayas, por favor.
- No voy a irme Dana. No voy a dejarte sola, hasta que tu padre no venga yo no me voy. Y tú ahora vas a subir conmigo a tu cuarto, necesitas descansar y yo necesito que me expliques algunas cosas. – Se relame los labios a la vez que me señala las escaleras.
Centro mi atención de nuevo en mi madre. Sé que no va a levantarse de nuevo, pero tampoco tengo ganas de explicarle nada a Hunter, no lo entendería.
Y solo de pensar en ello, me recorre un escalofrío por el cuerpo.
Mierda, Gordon. Me va a matar.
- Oye, entiendo que no te encuentres cómoda contándome nada, está bien. Solo quiero que subas arriba y te tumbes, así no se te curará el pie nunca. – Se acerca a mí y se coloca entre mis piernas que cuelgan por el borde de la encimera.
- Sé que quieres ayudarme Hunter, pero...
- Pero nada. Deja que te lleve arriba. – Sin darme elección, me baja hasta el suelo y obligándome a rodear sus hombros con mi brazo, me ayuda a caminar hasta las escaleras y poco a poco vamos subiendo.
Le indico que mi habitación está al final del pasillo, a la derecha y caminamos hasta allí. Mis mejillas se sonrojan considerablemente al darme cuenta de que sobre mi cama tengo varios peluches y una manta de las princesas con la que suelo taparme para no pasar frío ya que no tenemos calefacción. Me siento encima de ella sonriendo de manera nerviosa. Creo que no he sido muy disimulada porque noto que intenta esconder una sonrisa.
Le observo atenta cómo inspecciona mi habitación, seguramente mucho más diminuta que la suya. Tan solo tengo un armario pequeño de dos puertas y la cama individual, Todo lo demás está repartido por el suelo de la forma más ordenada posible. No mentía cuando le dije que no tenía la habitación en condiciones de ser visitada.
- Deja de mirarlo todo. – Susurro enrollando la manta debajo de mi cuerpo.
- Perdona, nunca había visto una habitación tan...
- De niña.
- Dulce. – Me corrige y se gira para mirarme de una manera un tanto extraña, no sabría cómo describirla.
- ¿Gracias?
Sonríe de nuevo y se acerca sentándose frente a mí en el colchón. Entonces su expresión vuelve a ser seria y se pasa la lengua por los labios, como preparándose antes de decir algo.
- Ya sé que no vas a contarme nada, pero joder Dana, cuanto más te conozco más historias nuevas aparecen a tu alrededor. Primero las chicas acosándote en el instituto y tú no haces nada. Después el cabrón ese del coche que Dios, solo e pensar en el me dan ganas de degollar a uno de tus peluches – señala tras mi espalda bufando –. Y tampoco haces nada. Todo lo que pasó anoche por supuesto es otra historia, una maldita historia que no tiene ni pies ni cabeza y ahora el hecho de que tu madre sea una alcohólica empedernida que tiene instintos suicidas si no le dan su ración diaria de Vodka... Y lo peor de todo es que lo único que te preocupa a ti de todo esto es que tienes que comprar más bebida. ¿Por qué? – Frunce el ceño y encoge los hombres.
Buff, demasiada información echada en cara para responder a una sola pregunta.
Abro la boca varias veces pero no pronuncio una sola palabra. Me levanto de la cama repentinamente agobiada y Hunter hace lo mismo.
- Dana...
- No puedo ¿vale? No puedo darte ni una puñetera razón porque ni yo misma lo sé.
- ¿No sabes por qué tu madre está así? ¿No sabes por qué tu padre la deja estar así? ¿No sabes por qué no haces nada para evitar que ese hijo de puta te trate así? ¡¿No sabes nada de eso Dana?! – Se acerca a mí un paso con cada pregunta, con la voz teñida de rabia.
- No, eso sí lo sé. – Asiente con una expresión de agradecimiento sarcástico. Vuelve a dar un paso hacia mí y entonces me doy cuenta de que he ido retrocediendo hasta chocar contra la pared.
- Entonces...
- No puedo decírtelo Hunter, son cosas personales – Veo que intenta replicar – en serio, no preguntes más.
Bufa exasperado y se gira hacia la cama para sentarse de nuevo en ella, entonces ve la manta y la levanta para enseñármela con una sonrisa de lado. Parece haberse dado por vencido y por eso ha cambiado de tema, en el fondo se lo agradezco enormemente.
- Es... mi manta.
- Eso ya lo veo. Muy bonita por cierto. – Me acerco para quitársela y me siento en la cama de golpe al sentir un pinchazo fuerte en el pie. No debería haber pisado tan fuerte.
- ¿Estás bien? – Levanta mis piernas para colocarlas sobre su regazo y me mira esperando una respuesta.
- Sí, ha sido tu culpa. – Le quito la manta de las manos y la doblo con cuidado para colocarla detrás de mí, bajo la almohada.
- ¿Mi culpa?
- Sí, no deberías haber tocado mi manta. Solo yo puedo hacerlo.
- Perdona entonces. – Se ríe echando las manos hacia atrás.
Nos quedamos en un silencio algo incómodo, mirándonos y de repente oigo un ruido en el piso inferior y me levanto como un resorte. Hunter me detiene sabiendo lo que voy a hacer.
- Voy yo, baja despacio. – Y sale de la habitación con pasos rápidos y decididos.
Salgo detrás de él haciendo caso omiso de su consejo y bajo las escaleras casi a la pata coja apoyándome en la barandilla. Cuando llego al final, me encuentro a mi madre sentada en el sofá, pero con la mirada fija en la televisión como siempre. Hunter está de pie, detrás de ella, pero lo que más me sorprende es ver a mi padre hablando con él como si fuera la cosa más normal del mundo.
- ¿Papá? – Se gira al escuchar mi voz y se acerca sonriendo para abrazarme.
- Ma petite, cómo me alegro de que estés bien. ¿Qué haces de pie? Vuelve a la cama.
- Papá, estoy bien. Ha pasado otra vez. – Susurro la última frase solo para él, su cara cambia hasta volverse una más sombría.
- Está bien cielo, sube arriba, yo me quedaré con ella.
- ¿Por qué has vuelto tan pronto? – Miro de reojo a Hunter que se ha sentado junto a mi madre en el sofá y parece estar "hablando" con ella.
- He pedido el día libre en el trabajo, se lo he explicado a mi jefe y estaba de acuerdo. No podía dejar a mi niña sola – acaricia mi mejilla y cierro los ojos ante su tacto, me recuerda tanto a los viejos tiempos. – Aunque al parecer no estabas sola.
Se gira para mirar a Hunter y sonríe al verle con mi madre.
- Me gusta. Sube a descansar cariño. – Se acerca para darme un beso en la frente y camina hacia el sofá para sentarse junto a mamá.
- Hunter. – Murmuro llamando su atención para que me acompañe arriba. Ahora mismo me siento la persona más incómoda del mundo.
Imaginaos, una habitación pequeña, en ella estás tú, apoyada en una sola pierna y un dolor bastante notable. Sobre el sofá se encuentra tu madre sentada, con una comedura de coco tremenda, que no sabe ni en qué mundo vive, un padre adorable y que es más bueno que un trozo de pan y por supuesto no olvidemos el detalle de tener junto a ellos a un chico aún bastante desconocido enterándose poco a poco de todas mis desgracias.
Genial, sencillamente genial.
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Que verguenza, poooobre Dana :3
¿Qué os está pareciendo hasta ahora la historia?
Mi gato os dice HOLA por cierto.
Gracias por vuestros votos y comentarios y siento tardar taaanto en publicar, bajo presión las ideas se me desvaneceeen )=
Hoy cambian la hora chicas, recordadlo xD Así que me voy a dormir yaa que es tardeee y tengo una hora menos par hacerlo. (;
Hasta pronto,
M.
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