14


DANA

Siento el brillo del sol rascar con fuerza mi espalda, ahora desnuda porque las mantas se han escurrido hacia abajo. Parpadeo tragando saliva para despertar la garganta y demás partes de mi cuerpo, y lo primero que veo es un cuerpo duro bajo el mío. Levanto la vista y contemplo a Hunter dormir plácidamente, como si no tuviera problema alguno para dormir. Su respiración está acompasada con la mía y me quedo por un instante embobada, tiene una pequeña cicatriz sobre la mejilla y unas pestañas de las que cualquier chica envidiaría tener.

Un carraspeo me saca de mis ensoñaciones y levanto la vista hasta darme cuenta de que hay otra persona en la habitación.

Mierda... Y yo aquí babeándole la camiseta al bello durmiente.

- Buenos días. – Sonríe socarronamente hacia un lado y se cruza de brazos.

Le devuelvo la sonrisa pues le reconozco. Un chico bastante alto y de ojos rasgados, siempre está comiendo sushi en el comedor y nunca le he visto con una expresión seria en la cara. El mejor amigo de Hunter, sin duda alguna.

- ¿Cómo te encuentras? – Pregunta sentándose en el sillón adjudicado a Hunter para dormir esta noche – cosa que no ha hecho visto lo visto – Y señala mis pies refiriéndose a mi herida.

- Bien gracias. – Me incorporo para no sentirme tan incómoda ya que estoy prácticamente enseñando el culo tras de mí y haciendo acto de presencia, mi vena patosa hace de las suyas y en vez de apoyar el pie bueno, lo hago con el otro y juro que veo las estrellas.

- ¡Putain mon pied! – Gruño de dolor incorporándome por completo y llevándome la mano a la zona herida.

- ¿Dana? – La voz adormilada de Hunter no se hace esperar y cuando comprende lo que me pasa se levanta hasta estar cerca de mí. Me acaricia la espalda en un intento vano de atenuar el dolor y poco después va desapareciendo, respiro hondo y me giro hasta encararle para ver que no me quita la vista de encima.

- Estoy bien.

Asiente apretando mi mano y después se gira hacia Kai levantándose para darle un abrazo de esos de colegas en los que se dejan la espalda. Intento disimuladamente colocarme bien el camisón y después peinarme los horrorosos nudos que debo tener en la cabeza.

Dios, deben creer que soy una bruja recién levantada.

- ¿Qué haces aquí tío?

- He venido a ver si puedo ayudar en algo, no lo sé. Anoche me dejaste preocupado con lo de tus padres y todo eso. Además, tienes que contarme qué coño os pasó porque no especificaste mucho por teléfono. Sí, recuerdo que mencionaste muy por encima que te pegaron un tiro, cabrón. – Le recrimina a punto de darle un golpe en el brazo, pero pensándoselo mejor, le pega un puñetazo en la pierna.

- Lo siento, no era buen momento. Ni ahora. Tenemos que esperar a que venga la enfermera para ver qué le dice a Dana y así poder llevarla a casa. – Explica Hunter acercándose al baño. Oigo que abre el gripo, seguramente para lavarse la cara – cosa que a mí tampoco me vendría nada mal para despejarme – mi cabeza aún anda algo embotada.

- Está bien, voy a llamarla y después os acompaño. He traído el coche, ¿te parece? – Se dirige a mí regalándome otra de sus sonrisas.

- No quiero molestar. – Me pongo de pie en junto a la cama y justo veo a Hunter salir del baño colocándose bien la camiseta con manchas de sangre cerca del bolsillo del pantalón.

Se acerca a mí y sin mediar palabra me levanta en brazos y me lleva hasta el baño. ¡Por Dios, tiene que habérseme visto todo por el camino! Qué vergüenza.

Kai le resta importancia a esperar por nosotros y sale en busca de una enfermera. Hunter en cambio, se queda junto a mí unos segundos más, como anoche y comienza a incomodarme su incesante mirada. Estamos en un baño y yo solo tengo ganas de que se vaya para poder hacer pis y lavarme la cara, tal vez arreglar un poco el estropicio de mi cabeza...

Le miro enarcando las cejas y parece comprenderlo pues asiente rápidamente y balbucea disculpándose, después sale del baño y cierra la puerta. Pareciera como si no quisiera alejarse de mí.

¿Eres tonta? No digas estupideces.

Descarto la idea como bien dice mi subconsciente y tras terminar en el baño, salto hasta acercarme a la puerta, a punto de darme de morros contra el suelo, Hunter abre la puerta a tiempo para sujetarme.

- ¿Estás bien? – Me agarra por la cintura pegándome a su pecho.

- Por poco. – Me río sin poder evitarlo, esto va a ser imposible.

- Vamos.

Vuelve a levantarme y me lleva hasta la cama. Justo en ese momento entra una enfermera con el desayuno y se acerca a mí colocando la bandeja sobre la mesa auxiliar. Me informa de que el médico vendrá a verme en un par de horas para darme el alta y podré irme a casa. Veo a Hunter teclear algo en el teléfono con el ceño fruncido y estoy a punto de preguntarle pero me reprocho el ser tan cotilla, no es de mi incumbencia.

- Qué aproveche. – Se despide la enfermera y volvemos a quedarnos solos. El teléfono de Hunter suena, pero lo silencia al instante y se acerca para sentarse en el sillón a mi izquierda. Le sigo con la mirada esperando a que diga algo, pero no lo hace.

- ¿Quieres?

- ¿Eh? – Levanta la vista volviendo en sí. Le señalo el paquetito de galletas que me han dejado junto a la taza de leche. Niega rápidamente.

No vuelve a abrir la boca durante el tiempo que tardo en desayunar y el silencio resulta bastante tenso. Sorprendentemente, me pregunto dónde estará Kai y porqué tardará tanto. Al menos él sí me hablará.

- Mis padres me han preguntado cuándo te parece bien la cena. – Suelta como con cautela, y noto en su voz bastante rencor. Trago el último sorbo de leche antes de contestar y me relamo los labios para evitar el posible bigote blanco que me solía quedar cuando era pequeña. Los ojos de Hunter viajan hasta mi boca al instante.

- No lo sé, ¿Cuándo te parece a ti bien?

- Nunca. – Abro los ojos sorprendida por el tono duro de su voz y no digo nada. ¿Para qué? Ya está todo dicho... Ugh odio esa bipolaridad suya.

- Genial, cuando se te pase la tontería por tus malditos problemas familiares, vuelves a hablarme – retiro la mesa para bajar de la cama con el ceño fruncido y despotricando sin pensar lo que digo – Mientras tanto, te pediría que te abstuvieras a decir nada, porque cuando te refieres a tus padres, acabas pagándola conmigo y ya soy la diana de bastante gente.

Me pongo de pie sujetándome de un solo pie y le veo levantarse, con los ojos bien abiertos y sin saber qué decir o hacer. No, ahora no quiero que me toque.

Salto hasta el baño con toda la dignidad que el estúpido camisón me deja y cierro la puerta apoyándome en ella. Cierro los ojos cogiendo aire, no tiene sentido que me sienta tan mal pero aún así lo hago. Hunter no sabe lo que se está perdiendo, tiene una madre que puede disfrutar, una madre con la que podría hablar, decirle lo que siente y estoy segura de que ella le entendería. Podría tener una familia feliz si quisiera, pero aún así es tan cobarde para hablar con ellos que se sienta a esperar, tal vez un milagro que arregle todo.

Pues verás Hunter, si quieres algo, tendrás que hacerlo tú mismo.

Doy un respingo al oír unos golpes en la puerta y respirando hondo, abro una rendija para encontrarme con el gesto angustiado de Hunter. Sé que se arrepiente de haberme hablado así, pero no entiende que no estoy molesta por eso.

- Lo siento.

- Lo sé. – Susurro y abro la puerta del todo, se acerca al momento y me abraza apretándome contra él. No les da tiempo a mis brazos para rodearle, así que solo dejo que me estruje hasta quedarme sin aliento.

- ¿Interrumpo?

A buenas horas llega el amigo.

Hunter se separa de mí unos centímetros y sonríe en dirección a su amigo. Después me lleva hasta la cama por milésima vez.

Pasamos el resto de la mañana en la habitación, charlando sobre todo y sobre nada. He podido conocer mejor a Kai y resulta ser un chico extremadamente risueño y gracioso, me ha hecho reír incontables veces y Hunter parecía divertirse también. Los dos tienen una complicidad increíble y se nota que son como hermanos, les envidio. Echo de menos esa sensación de tener a alguien con quién hablar, con confianza y libertad. Como estoy segura de que estos dos hablan.

Cuando el médico viene son las doce del mediodía y tan solo me hace una pequeña revisión y alguna que otra pregunta. Les pide a Hunter y Kai que esperen fuera y salen al momento, el primero algo más reticente que el segundo.

Me informa de que conviene mantener el pie en completo reposo, no deberé pisar con él en absoluto – como si pensara hacerlo de todas formas – y me receta unas pastillas para los dolores. En unos días deberé volver para que revisen la herida y mientras tanto tendré que llevar muletas. Y eso no es lo peor, sino que no sé cómo decirle a este hombre que no tengo dinero para pagar por un par de palos que puedo coger en el parque.

- Gracias doctor, pero estaré bien sin ellas. – Murmuro comenzando a sonrojarme al ver que me mira sin comprender nada. La puerta se abre en ese momento y veo entrar a Hunter con la expresión seria. No hay rastro de Kai por ninguna parte.

- Dana tendrá sus muletas doctor, gracias – Se acerca hasta mí en la cama y me mira como si esperara que dijera algo para rebatírmelo. Sin embargo, no abro la boca. Siento que mis mejillas están a punto de explotar.

- Bien, pues por lo que a mí respecta puedes marcharte ya Dana. Las muletas son importantes ¿entendido? – Se despide con esa advertencia y sale de la habitación dejándome a solas con Hunter.

- ¿Por qué le has dicho eso? – Se gira hacia mí, frunciendo el ceño. Ahora parece enfadado.

- ¿El qué?

- Que no usarías las muletas.

- Porque no. No las necesito. – Y porque no tengo dinero para pagarlas, pero por supuesto eso no pienso decírtelo.

- Sí que las necesitas, no seas testaruda. Hoy mismo las tendrás en casa, yo me aseguraré de ello.

- No. – Me apresuro a decir.

Hunter entrecierra los ojos y se acerca a mí, colocándose entre mis piernas que están colgando por un lado de la cama.

- Sí. No se te ocurra llevarme la contraria. Si lo dices por el dinero... olvídalo, yo me encargo. – Acaricia mi mejilla y me siento como una niña a la que están regañando. Aparto la cara hacia atrás y le miro enfadada, ¿Quién se cree?

- Ni se te ocurra, no necesito tu dinero. Ni hablar, estoy perfectament...

- Tengo unas en casa.

- ¿Qué? – Me mira sonriéndome de lado. Me ha pillado.

- Que tengo unas muletas en casa. Hace un par de años me lesioné en un partido y tuve que llevarlas. Te las dejo y ya me las devolverás ¿vale?

- Vale. – Susurro suplicando por que la tierra me trague.

- Venga, vámonos.

- ¿Alguien ha pedido ropa decente para salir de aquí? – Aparece Kai por la puerta con una bolsa, agitándola como si fuera una maraca.

- ¡Mi héroe! – Exclamo y los tres comenzamos a reírnos.

Y ahora, a casa. Hogar dulce hogar.

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Home sweet home!!

Ayyy Dana Danita Dana, ¿Qué vas a hacer con Hunter?

mmm... a mí se me ocurren unas cuantas cosas *codazo codazo* *guiño guiño* 

:3 Sip, lo sé un poco insípido el cap pero tenía que informar de lo que pasaba en el hospital.

La semana que viene más y mejor...

Un besito,

M.

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