12

                  

HUNTER

-        Mira capullo, no se te ocurra colgarme después de lo que me has contado. Habla.

-        Ya te lo he dicho, las cosas se han liado un poco y yo he acabado con una bala en el brazo y Dana con un cristal en el pie. Estamos bien y para colmo mis padres están de camino. Una noche inolvidable, en serio tío hablamos mañana. – Entro en la habitación esperando ver a Dana sentada en la cama, aún mirándose las manos, concentrada.

            Pero lo que me encuentro es peor, mucho peor.

            Porque mis padres están junto a ella, y nada más verme, mi madre se abalanza para abrazarme.

                  

-        Está bien, pero mañana me llamas sin falta. Procura no agobiarte con tus padres Hunter, buenas noches tío. – Consigo oír la voz de mi amigo de fondo, cuelgo y me guardo el móvil en el bolsillo.

            Mi madre aún me rodea con sus brazos y yo no sé qué hacer, solo miro fijamente a mi padre, que se ha acercado pero aún se mantiene a cierta distancia. Con su traje impecable y las manos escondidas en los bolsillos. Tan recto y elegante como siempre.

-        Hunter cielo, ¿estás bien? No sabes el susto que me han dado cuando el hospital llamó por ti. Casi me da un infarto. – Finalmente me suelta y se recoloca el moño perfectamente arreglado. No puedo evitar soltar una risa ácida, es ridículo.

-        Hunter. – La voz dulce de Dana llama mi atención y me acerco hasta ella. Con los ojos veo que me está reprendiendo por comportarme así. ¿En serio? Joder, vale.

-        Estoy bien mamá, los dos lo estamos. – Me siento en el colchón junto a Dana, que se hace a un lado para dejarme sitio. Envuelvo mi mano con la suya, que se mantenía abierta, como esperando a que hiciera exactamente eso.

-        ¿Qué ha pasado? – Esa es la voz de mi padre, noto que se está conteniendo, para no levantar la voz o para no gruñir eso ya no lo sé.

-        Si hubierais estado aquí cuando la policía me interrogó, lo sabrías pero...

-        Ha sido todo culpa mía. – Dana me interrumpe y noto que aprieta mi mano pidiéndome que me relaje.

            Respiro hondo y tras tragar saliva me imagino que estoy hablando con mi padre, un padre que es como el de Dana. Que se preocupa de verdad, que me quiere de verdad. Tal vez así consiga no mandarle a la mierda antes de tiempo.

-        Nada, no le hagáis ni caso. Unos tíos nos persiguieron al salir del bar, intentaron llevarse a Dana y me dispararon, salimos corriendo y ella se clavó un cristal en el pie. Eso es todo.

-        ¿Cómo que eso es todo? Hunter te han herido. – La voz entrecortada de mi madre parece estar dolida de verdad, pero no lo tomo en cuenta. Siempre ha sido muy buena actriz.

-        Señora Hudson, su hijo me ha salvado la vida y ahora los dos estamos bien. Creo que tan solo debería estar orgullosa de él y darle tiempo para asimilar todo esto, hemos tenido una noche bastante dura. – Miro a Dana fascinado por la forma tan segura con la que habla.

            No suelen defenderme muchas mujeres, y si lo hacen es porque esperan algo a cambio. Como un rato detrás de mi coche o en el armario del gimnasio. Generalmente porque nunca tengo razón pero su forma de defenderme me hace conocer una manera de ser que nunca había visto en ella. La segura. Esa Dana me gusta. Aprieto su mano en señal de agradecimiento y ella se gira para mirarme, me sonríe y solo puedo desear que mis padres se larguen ya para pasar la noche con ella.

-        Tienes toda la razón cielo, ¿cómo has dicho que te llamas?

-        Dana, se llama Dana mamá. – Refunfuño incómodo, ya debería sabérselo. Lo he mencionado varías veces.

-        Perdona Dana. Me gustaría invitarte a casa a cenar un día de estos, cuando estés más recuperada. ¿Te parece bien? – Mi madre se acerca hasta nosotros extendiendo su mano para tocar mi brazo, haciéndolo pasar por una caricia maternal.

            Una pena que no sepa lo que es eso.

-        Me encantará ir.

-        Genial, Hunter cielo vamos a casa. – Mi padre camina el primero hasta la puerta para salir, pero al ver que no me levanto se detiene.

-        Me voy a quedar aquí.

-        ¿Perdona? – Eso lo dice él, con tono de incredulidad. ¿Acaso creen que pueden venir meses después y darme ordenes. Lo llevan claro.

-        Dana está sola esta noche. Me quedo y mañana la llevo a casa, ¿algún problema? – Me levanto dispuesto a encararle. Cómo se nota que no me conoce.

-        Ninguno, nos parece bien hijo. Quédate y cuida de ella. – Mi madre se acerca a mí deprisa y me da un beso, después se aleja hasta mi padre para incitarlo a salir por la puerta.

            Gracias madre, algo que haces bien.

            DANA

            En cuanto su madre cierra la puerta veo cómo la mandíbula de Hunter se tensa, apretándola con fuerza. Durante el rato que han estado aquí he podido observar lo incómodo que Hunter se sentía. Casi podía leer los pensamientos que se le pasaban por la cabeza, su mano no dejaba de apretar la mía y yo le devolvía el apretón sin saber qué más hacer para que se sintiera mejor. Está claro que su relación con ellos es nula.

            He visto cómo su madre intentaba llegar a su hijo con apelativos cariñosos, pero estaba nerviosa. No sabía qué decir ni cómo reaccionar. Seguramente enterarse de lo que ha pasado le ha abierto los ojos, el saber que su hijo podría haber corrido peor suerte le ha hecho ver que lo está haciendo mal y está intentando cambiarlo. O tal vez, otra vez soy yo intentando pensar en positivo, ojalá sea así.

            Me mantengo callada, esperando a que sea Hunter el primero en hablar. Me he prometido a mí misma no volver mencionar el tema después de ver cómo se iba molesto a por algo de comer, así que aquí estoy, esperando algo que realmente espero que llegue. Y esperando también la comida, me muero de hambre.

-        ¿No vas a decir nada? – Suelta de repente con voz dura, cómo si ahora estuviera furioso conmigo. Mis ojos le miran sorprendida.

-        ¿Yo? No sé qué debería decir.

-        Está claro que tienes algo que decir así que suéltalo. – Se gira para sentarse en la silla mirándome fijamente con las piernas abiertas y con el cuerpo medio resbalado en el asiento. Sus manos golpetean los reposabrazos impacientes.

-        Hunter no voy a decir nada. Tú no quieres hablar del tema y lo respeto.

            Creo que eso le cabrea más porque entrecierra los ojos mirándome como si no me comprendiera, yo trago saliva y desvío la mirada. Tal vez me he pasado diciendo lo que pienso. Aunque no lo creo, puede que simplemente tenga ganas de discutir y ya está.

            Le oigo suspirar fuerte y levantarse de la silla de nuevo. No para de moverse y me preocupa que en cualquier momento le pegue un puñetazo a la pared. Mis ojos observan sus manos por instinto y veo, para mi sorpresa, que una de ellas tiene los nudillos rojos, su camiseta también tiene unas pequeñas manchas de color carmín en las que no había reparado hasta ahora.

-        ¿Qué te ha pasado? – Le pregunto retirando las sábanas de la cama para colocar las piernas colgando por un lateral. Hunter se gira sin saber a qué me refiero, pero cuando ve en qué dirección van mis ojos esconde las manos en sus bolsillos. Como si con eso consiguiera algo.

-        Nada.

-        Vale. – Suspiro vencida, no voy a seguir preocupándome por él si sigue contestándome así. Me levanto con el píe encogido e intento dar un par de pasos medio a la pata coja y medio pisando con los dedos del pie, pero en seguida veo a Hunter acercarse.

-        ¿A dónde quieres ir? – Me sujeta por la cintura, y su tono de voz ha cambiado. Ya no me habla mal y por sus ojos sé que se arrepiente de haberlo hecho. Parece cansado, pero no físicamente.

-        Al baño. – Susurro por la vergüenza, que rápidamente se instala en mis mejillas. No quiero que sepa que me estoy haciendo pis.

-        Déjame ayudarte. – Me levanta en volandas de nuevo y me lleva hasta él.

            Cuando me deja en el suelo se queda junto a mí, más cerca de lo que ha estado nunca antes. Mis mejillas siguen rojas y para colmo levanta una mano y la acerca para acariciarme. Trago saliva intentando no desviar la mirada, pero me impone demasiado.

            Lo achaco a que estoy esperando para que me deje sola y tras unos segundos, pilla la indirecta y se aclara la garganta separándose de mí.

-        Voy a... te espero fuera.

-        Vale.

            Respiro hondo y me acerco al pequeño lavabo apoyando las manos en este. Me miro en el espejo, mis ojos están apagados y algo enrojecidos y ya no hablemos de las medias lunas oscuras que cubren mis ojeras. Abro el grifo y me humedezco la cara y la nuca intentando aliviar la tensión que tengo en el cuerpo, aunque sé que el agua no es milagrosa.

            Me seco con el papel higiénico ya que no hay toallas en el baño y después hago un vano intento de peinarme el nido que tengo en la cabeza.

            No puedo creer que los padres de Hunter y él mismo me hayan visto con estas pintas. Menuda primera impresión.

            Cuando estoy a punto de sentarme en el inodoro, unos golpes en la puerta me interrumpen haciendo que pierda casi el equilibrio, por los nervios.

-        Dana, ¿has...terminado? – Le noto preguntar con vergüenza y eso me saca una estúpida sonrisa, al menos no soy la única con esos problemas.

-        Un minuto.

-        Vale, ya han traído tu cena. Voy a salir un momento a las máquinas expendedoras para coger un sándwich. No te  muevas del baño.

            Asiento con la cabeza aún sabiendo que no me ve y cuando oigo la puerta de la habitación cerrarse, respiro tranquila. Dios, era muy incómodo tenerle pegado a la puerta mientras yo hacía pis.

            Termino rápido e ignorando las advertencias de Hunter, camino o más bien salto, hasta la cama y me tumbo en ella bajo las sábanas.

-        Mierda, la cena. – Pronuncio justo cuando veo la puerta abrirse y Hunter entra.

-        ¿No te he dicho que esperaras? – Frunce el ceño al verme ya en la cama y acerca rápidamente la mesa auxiliar con una sopa calentita y un trozo de pan.

-        Podía volver sola, gracias por pedirme la cena. ¿Quieres? – Le ofrezco una cucharada y él a mí una sonrisa, después acerca su boca para probar la sopa.

            Entonces comienza a toser nada más vaciar la cuchara y el tono de su cara comienza a volverse rojo. Hace aspavientos con las manos sin parar de toser y yo no puedo evitar reírme por sus movimientos, acerco el vaso de agua hacia él, que lo coge rápidamente y le da un buen trago.

-        ¿Te parece gracioso? Acabo de quemarme la boca por tu culpa. – Me recrimina mirándome con mala cara, totalmente fingida claro.

-        Lo siento, estabas muy gracioso. –  Sigo riéndome, no puedo evitarlo y él se acerca a mí pellizcándome del brazo.

-        ¡Ay! Eres vengativo – bajo la intensidad de mis carcajadas y puedo ver que él ahora sonríe. – Ven, déjame ver.

            Le acerco más agarrando su camiseta y le acaricio con la mano libre la mandíbula, de manera lenta y pausada, sin apartar los ojos de ese punto. ¿Por qué he dicho eso? Ahora Hunter me mira confuso, expectante...

            Me atrevo a levantar la mirada hasta sus labios, grandes y carnosos, y un instante después le miro a los ojos. Descubro, para mi sorpresa, que él también me está mirando los labios y mi piel se eriza por el simple pensamiento de juntarlos con los suyos.

            ¿Dios, pero qué me pasa?

            Es entonces cuando alguien llama a la puerta y sin esperar respuesta entra.

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¿QUIEN OSA PERTURBAR EL MOMENTO DE ESTOS DOS MUCHACHOOOS! (Aviso: Dana y Hunter no son los de la foto, son los amorosos HermiRon) :3

¿Qué tal lleváis la historia chico/as? ¿Os está gustando? (((((=

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