11




                  

HUNTER

            El padre de Dana vuelve unos minutos después y me obligo a mí mismo a levantarme de la cama. Él se acerca a Dana y besa su frente, ella le sonríe y yo necesito salir de allí.

-        Ahora vuelvo. - Salgo sin esperar respuesta y camino hasta la salida del hospital, necesito aire. Me apoyo en el muro de ladrillos que forman el edificio, donde un par de personas están fumando un cigarro con sus mentes en otra parte. Odio los hospitales, nunca traen buenas noticias.

            ¿Por qué tienen que venir ahora? En serio, no quiero verlos.

            ¿Cuánto tiempo ha pasado, dos meses, tres? Ni una llamada, ni una maldita llamada y ahora esperan que les reciba con los brazos abiertos agradeciendo al cielo para seguir vivo y poder estar con ellos... ¡Una mierda!

            No me doy cuenta de que estoy apretando los puños con tanta fuerza hasta que siento que me hormiguean las palmas de las manos por la falta de sangre. Relajo los puños y los sacudo intentando que la sangre vuelva, camino de un lado al otro respirando fuerte, joder siento que me falta el aire de la rabia que tengo dentro.

            ¿Por qué mi padre no puede ser como el de Dana?

            Bebe los vientos por ella. Mi padre en cambio, nunca en la vida me ha dicho que he hecho algo bien, siempre sacaba alguna pega para hacerme sentir como una completa mierda. Recuerdo que hasta los primero años de instituto me rompía el cuello para intentar gustarle, porque yo solo quería su aprobación, quería que estuviera orgulloso de mí. Él, en cambio, sabía cómo dejarme por los suelos y lo más gracioso es que no se daba cuenta de que lo hacía, le parecía y le sigue pareciendo algo normal. Claro está que ahora me importa una mierda lo que piense de mí y en cuanto termine el instituto pienso largarme lejos, buscar un trabajo y vivir por mi cuenta. A la mierda la universidad, no pienso seguir bajo su brazo.

            Nunca he fumado, ni se me ha pasado por la cabeza el querer hacerlo, pero ahora mismo me vendría bien relajarme un poco porque el muro me está pidiendo a grito que le pegue un puñetazo.

            Dicho y hecho, me giro y camino directo al muro. Grito de rabia y le pego un puñetazo al ladrillo donde inmediatamente se quedan marcados mis nudillos por la sangre. Maldigo en voz baja y me limpio el puño con la camiseta, manchándola.

            Uno de los hombres que estaban fumando se acerca a mí y me pregunta si me encuentro bien. Su cara decaída lo deja claro, siente lastima por mí, seguro que cree que he perdido a alguien o algo.

            Tranquilo, perdí a mis padres hace mucho tiempo.

            Cojo aire y lo suelto despacio infundiéndome algo de tranquilidad para volver dentro. Dana no necesita cargar con mi mierda y si puedo evitarlo, ni se enterará de la herida de mi puño aunque, joder como duele. Nunca he sido un tío conflictivo, bueno solo cuando la situación lo requería, pero los puñetazos se los llevaba la gente no unos trozos de ladrillo duros como una piedra. Nunca mejor dicho.

            Vuelvo dentro y camino hasta la habitación de Dana, voy a golpear la puerta para entrar, pero la conversación de dentro me obliga a curiosear y pego la oreja disimuladamente.

-        Papá, de verdad vete a casa. Estoy bien.

-        Dana, no voy a dejarte aquí sola. – La voz de su padre suena algo disgustada.

-        Mamá te necesita más que yo y lo sabes. No puedes dejarla toda la noche sola.

-        Pues iré a buscarla y... - Su voz se apaga y tartamudea lo mismo varías veces, sin saber muy bien qué decir. La puerta no está cerrada y consigo ver por una rendija que Dana le sonríe triste a su padre apretando su mano. 

-        Vete a casa papá, puedo dormir esta noche sola. Los médicos dicen que estoy bien, solo quieren dejarme en observación por si vuelvo a vomitar o a marearme.

Su padre suspira y baja los hombros en un gesto de abatimiento.

-        Estoy cansada, seguramente me duerma en seguida.

-        Está bien, entonces me voy. Pero mañana vendré temprano para llevarte a casa.

-        No, mañana irás a trabajar papá, no digas tonterías. – La voz de Dana se vuelve más dura y por un momento me hace gracia escucharla enfadada.

-        ¿Cómo voy a irme a trabajar contigo aquí Dana?

-        Volveré en taxi, deja de preocuparte y vete a casa. Lo último que nos faltaba, que te despidieran por faltar a trabajar, necesitamos el dinero papá. Te prometo que estoy bien, puedo volver a casa sola.

            Cuando oigo eso decido que debo entrar en acción. Abro la puerta sin llamar y entro como si estuviera en mi propia casa. Los dos se giran para mirarme y el ceño fruncido de Dana se relaja, para que no la vea enfadad o por vergüenza, quién sabe.

-        He oído demasiadas tonterías salir por tu boca Dana. Esta noche me quedaré yo contigo y mañana yo mismo te llevaré a casa. Puede estar tranquilo Señor Lemoine, váyase. – Sonrío para relajar la orden y este me mira con ojos agradecidos pero cuando me giro hacia Dana veo que ella no está nada de acuerdo.

-        Está bien entonces, gracias por lo que estás haciendo Hunter. Te dejo una muy grande.

-        Me lo cobraré en una cena. – Me burlo en broma cuando comienza a ponerse la chaqueta para irse. Dana sigue mirándonos con desaprobación.

-        Eso está hecho. La semana que viene te vienes a cenar a casa. – Se acerca a su hija para darle un beso y susurrarle algo al oído, creo que en francés, y se acerca a mí para estrechar su mano.

-        Era una broma Señor Lemoine. – Me río quitándole hierro al asunto, no me van las cenas y menos en familia.

-        Vamos chico, dame el gusto de devolverte todo lo que has hecho.

-        Vale. – Murmuro no muy convencido, solo lo hago por curiosear. ¿Cómo será su casa?

-        Buenas noches Ma petite.- Se despide con un apretón en mi hombro y se va cerrando la puerta. Ahora a esperar a mis padres. Mierda.

            Me acerco a ella que ahora tiene los ojos clavados en sus manos. Recojo el vaso vacío de su mesilla y entro en el baño para rellenarlo. Cuando vuelve sigue pendiente de sus manos así que le coloco el vaso frente a ellas.

-        Bebe.

-        No tengo sed gracias. – Susurra. ¿Y ahora qué le pasa?

-        Vale, entonces le diré a la enfermera que traiga algo de comer. – No me responde. Así que antes de salir agarro su barbilla y con paciencia espero a que me mire.

-        ¿Qué pasa?

-        Nada, estoy cansada. – Sigue con ese tono de voz que me pone nervioso.

-        Te pasa algo más. Vamos Dana, ¿he hecho algo mal?

-        ¡No! – Se apresura a decir y esta vez sí que me mira.

-        ¿Entonces? – Me siento sobre el colchón esperando una respuesta.

            Veo cómo se lame los labios y mi mirada se queda fija sobre su boca más tiempo del necesario. Tiene una pequeña peca sobre el labio inferior en la que no había reparado antes. Me gusta.

-        ¿Por qué haces esto? – Sus ojos me miran con cierto tono de angustia, no lo entiendo.

-        ¿El qué, quedarme está noche?

-        Sí, no, bueno todo. Nadie te obliga a hacerlo.

-        ¿Tiene que haber una razón para que lo haga? Simplemente quiero cuidar de ti, no sé, tal vez lo haga por mí mismo.

-        ¿Por ti?

-        Sí, estar contigo me ayuda a no pensar. – Me encojo de hombros como si lo que he dicho fuera la cosa más normal del mundo.

-        ¿Y qué es eso que no quieres pensar? ¿Tus padres? – Bufo solo por la mención de ellos. Exacto, por ellos.

-        Supongo.

            Veo como está a punto de decir algo pero no quiero entrar en el tema, mucho menos tener una conversación con ella sobre mis padres. Así que doy media vuelta y sin desviar la mirada le informo de que voy a por su cena.

            Sé que no lo hace con mala intención, joder Dana no puede hacer nada con mala intención aunque quisiera. Es demasiado compasiva, ya me lo ha demostrado.

            Mi móvil comienza a sonar en el bolsillo trasero y lo saco temiéndome lo peor, mis padres. Suspiro aliviado al ver que solo es Kai y contesto al instante mientras camino a la recepción.

-        Kai.

-        ¿Kai, en serio? ¿Dónde coño estás tío? Llevo esperándote como media hora y no apareces, te has quedado sin pizza. – Por su tono de voz intenta sonar enfadado, pero Kai no puede enfadarse, no está en su sistema. Es demasiado pueril.

-        Joder Kai, lo siento. Se me ha olvidado por completo que habíamos quedado.

-        Genial, menos mal que no solo he quedado contigo, los chicos del equipo al menos son puntuales capullo. – Oigo risas de fondo y a Kai acompañarles, al menos se lo están pasando bien, a mi costa.

-        Te aseguro que con la noche que llevo da gracias a que te haya contestado. – Espero frente a la chica de recepción a que termine su llamada.

-        ¿Por qué, algún corazón roto que busca venganza?

-        Ojalá, espera... Hola, ¿podría llevarle algo de comer a Dana Lemoine? Está en la doscientos cuatro. – Me aparto el teléfono para poder dirigirme a la recepcionista que me mira con unos ojos algo brillosos. Su sonrisa me aclara lo que pensaba, aparte de fea, asaltacunas. No me van tan mayores y aún así, la cara de Dana aparece sin razón en mi cabeza como reprimiéndome por pensar siquiera en otra chica.

            Maldita sea, ¿qué me pasa?

-        En seguida le llevamos la cena, ¿quieres comer algo tú? – Tras mirar el ordenador para saber qué clase de comida puede llevarle a ese paciente, osea Dana, me mira con su mejor sonrisa. ¿A caso pueden ofrecerle comida a visitantes? ¿Qué es esto, un restaurante?

-        No gracias. Solo la cena de Dana. – Dicho esto, me giro y vuelvo por el pasillo de antes. Kai sigue al teléfono y me lo acerco a la oreja para responder a sus insistentes preguntas.

-        Sí, estoy en el hospital sordo.

-        ¿Y qué coño haces tú en el hospital, ha pasado algo? – Oigo como se aleja de los barullos del equipo y una puerta abrirse, supongo que habrá salido al jardín.

-        Algo...

-        Hunter.

-        Joder vale, ¿recuerdas el bar que te dije al que iba a trabajar? Pues resulta que Dana es la pianista y había un tío que no dejaba de comérsela con los ojos todos los días hasta esta noche, que ha intentado secuestrarla. Tengo que volver a la habitación tío, te llamo mañana. – Camino hasta la puerta pero antes de entrar espero la sarta de insulto que Kai estará a punto de soltarme.

-        Mira capullo, no se te ocurra colgarme después de lo que me has contado. Habla.

-        Ya te lo he dicho, las cosas se han liado un poco y yo he acabado con una bala en el brazo y Dana con un cristal en el pie. Estamos bien y para colmo mis padres están de camino. Una noche inolvidable, en serio tío hablamos mañana. – Entro en la habitación esperando ver a Dana sentada en la cama, aún mirándose las manos concentrada.

            Pero lo que me encuentro es peor, mucho peor.

            Porque mis padres están junto a ella, y nada más verme, mi madre se abalanza para abrazarme.

------

Continuará...

Muajaja pobre Hunter, no le sale nada bien.

¿A que Kai es una ricura, a que sí? :3

No se si sabréis que he abierto un CONCURSO con mi hermana de historias cortas.

¡APUNTAROS Y NO FALTEIS, QUIERO VEROS POR ALLÍ!

Me despido, besos

M.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top