Especial "Mi vida después de ti": Papá novato

El tiempo se detuvo a mi alrededor, y tan solo pude pensar en que no era posible que yo hubiera ayudado a crear algo tan perfecto. Era una fortuna enorme saber que ella vino al mundo a iluminar vidas, gracias a mi y Aby.

Me era muy irreal saber que el amor verdadero se podría materializar en carne y hueso. A pesar de todo, al final lo que sentíamos Aby y yo fue tan fuerte que originó una vida tan pura.

—Quién diría que de semejante Bryant provino una princesita tan bonita—Aby soltó en broma y mientras yo estaba embelesado admirando a mi hija. La abichuela se inclinó sobre la cuna—. Bien... me supongo que quieres cargarla, ¿cierto?

Aby empezó a molestar los sueños de Anabiel, al moverla en conjunto con la cobija de ositos. Mi pequeña bebé, solo movía su cabecita en un quejido casi silencioso ante la perturbación de su descanso.

—Va a despertarse— dije preocupado—Mejor que siga descansando.

—Descuida, esta señorita no se despierta ni aunque Ami viniera a cantarle opera con su espantosa voz—Aby soltó una risita, alzando a Any muy despacio contra su pecho.

El ver a Aby tomando a Anabiel con tanta delicadeza, y mirándola con tanto amor, hizo que de pronto mi corazón se pusiera loco. Era una de las imágenes que jamás podría sacar de mi mente. Básicamente frente a mis ojos estaban las dos mujeres que ahora eran mi vida entera.

—Haber señor padre adolescente, prepárate para recibirla—Aby me miró acercándose lentamente, pero yo me aparté inconcientemente—. ¿Qué ocurre?

Yo no despegaba mi vista de la pequeña que dormía en brazos de su madre.

—¿Y si le rompo algo por no sujetarla bien?— tragué duro—. Es que... mírala, Aby. Es tan chiquita, y delicada que hasta parece que el viento le haría daño. ¿Qué tal si de pronto la daño en mi primer día como papá?

—Exagerado—Aby soltó una carcajada

—¿Y si le rompo un bracito... o una piernita?—hablé con horror— ¿Qué tal si nunca se recupera y termino arruinando el brazo de una gran escultora, o la pierna de la mejor bailarina del mundo? ¿O que tal si tomo mal su cabecita, y a la final termino dañando la mente más brillante, que será la próxima directora de la Nasa? Voy a extinguir al mundo porque ella no podrá ayudar a ...

—Solo vas a cargar a tu hija—Aby se me acercó rápidamente, y en cosa de nada ya me había puesto a Any en brazos. Claro, yo por instinto la tomé con suavidad—. Solo sujeta su cabeza siempre, y con cuidado.

Con nerviosismo acomodé mejor a Anabiel en mis brazos, rogando porque no despertara y se asustara de mi, pero al parecer eso no iba a ser posible pues dormía cual roca, igual que su mamá.

—Esto no puede ser real—sonreí al finalmente sentir que Any estaba durmiendo contra mi pecho. Sus ojitos cerrados con relajación, su ceño fruncido a veces y al segundo desapareciendo, y una sonrisa casual que de vez en cuando se le escapaba, me hicieron el hombre más feliz. Creo que me sentía en el cielo al ver a esa niña tan hermosa, que era sangre de mi sangre—. Voy a ser papá.

—En realidad, ya eres papá—Aby dijo a mi lado—. Técnicamente esta niña es tu hija, tanto como del Chris que existe en este tiempo. Ambos tienen los mismos genes que tiene esta muñeca.

Tanto me perdí en Any, que ni noté cuando Aby me había empujado hasta el otro extremo de la habitación, para sentarme en una silla mecedora de madera. Lo único que yo hacía era estudiarme cada facción de mi bebé.

—Bien, no quiero molestar a los niños así que mejor bajaré a preparar un bocadillo—Aby me dio en beso en la mejilla, y posteriormente se agachó más para besar a Anabiel en la coronilla—. Ya vuelvo.

Ahora que estaba tranquilo, pude descubrir que la tonada suave de piano que escuché en cuanto llegué a este tiempo, provenía de un pequeño tren sobre un estante. Al parecer era música para mantener dormida a Any.

—¿Te gustaría que tu papi del pasado te cante un poquito? Por favor, ¿puedo?—yo tomé la mano de Any, y ella la apretó fuertemente en respuesta—. Creo que eso fue un sí—sonreí de inmediato.

Vaya, sus fuercitas eran considerables para su corta edad. Tal vez sería igual de fuerte y maltratadora como Abigail.

Luego de asentar levemente mi frente contra la de ella, y posterior a deleitarme con su aroma y su inigualable belleza, empecé a cantar algo que tal vez le gustaría.

Si a su mamá le gustaba, suponía que ha ella también podría gustarle.

Que te quedarás conmigo una vida entera—canté mirándola fijamente—. Que contigo adiós invierno solo primavera. Que las olas son de magia y no de agua salada. Yo te creo todo y tú no me das nada. Tú no me das nada

Mientes fue una de las canciones con las que había conquistado a Aby, y al parecer esa misma canción había servido para conquistar a mi hija, pues ella alzó la comisura de su labio como si hubiera sonreído.

Yo le terminé de cantar la canción, manteniendo mi vista en ella y en cada gesto que hacia ante mi voz. Creo que nunca le puse tanto corazón al cantar una canción. Creo que por eso no me importó repetir una y otra vez la misma canción.

—Esta canción se la solía cantar a tu mami—le conté, y ella solo estiró un poquito el brazo en respuesta, pero de inmediato siguió durmiendo pacíficamente—. Todavía pareciera ayer, cuando ella fingía que era mi novia para así poder encender los celos de una chica que me gustaba. Ella se ofreció a ayudarme, solo para verme feliz. Quien diría que de ese juego, donde ella era mi novia falsa terminaría haciéndose realidad. Mami se hizo mi mentira verdadera, y no hay día en que no esté feliz por ello.

Mi pequeña no dio respuesta alguna, solo siguió profunda en mis brazos.

—De ese juego, que se pudo dar gracias a un viaje en el tiempo es que resultaste tú—hablé pasando mi dedo con cuidado por su nariz. Tenía la misma nariz recta de su mamá. Cuando mi dedo pasó por sus labios me di cuenta que heredó los míos. Traía los mismos labios finos, que ante una sonrisa se curvaban notablemente en las comisuras—. Ahora ese amor tan grande que le tengo a mami, pasó a ser algo que puedo tocar y ya no solamente sentir. Tú eres ese amor.

Nunca hubiera imaginado que aquel día donde por casualidad hallé a una chica media desmayada, hubiera conocido a la madre de mi hija. Jamás pensé que aquella vez que decidí ayudar a Aby, en realidad estuviera dejando entrar a mi vida, a la persona que me daría una familia.

Aby y Any serían mi familia por siempre.

—No creo que pueda dejarte—yo seguía recorriendo su blanco rostro con mi mano, pero ahora sentía una punzada en el corazón—. ¿Sabías que papi debe regresar a su verdadero tiempo, para seguir esperando cinco años por mami?

Diablos, esto iba a ser muy difícil al final del día.

—Y ahora al parecer, papi deberá esperar por muchos más años por Any. ¿Quién sabe cuando te podré volver a tener en mis brazos? De seguro primero me vuelvo loco.

Como intento de calmar mis pesimistas pensamientos, me puse de pie con ella y empecé a caminar. Por suerte logré recostarla contra mi hombro sin despertarla.

A medida que conocía su habitación, le iba contando todo lo que primero se me venía a la mente con respecto a la historia que Aby y yo tuvimos. Me tomaba pausas para cantarle, pero de inmediato continuaba relatando hasta de su serenata en el balcón. Incluso ella pareció reír de las tonterías de su celosa y dramática mamá.

Fui feliz al saber que Any crecería sana, rodeada de mucho amor. Tan solo de ver la tonelada de juguetes y regalos que habían en su habitación, pude concluir que sería muy mimada. Internamente me pregunté cuanto tendría que trabajar y por cuanto años para poder darle todo lo que ahora tenía.

En estos precisos instantes a duras penas tenía dinero para gasolina del carro de mi mamá y unos cuantos almuerzos.

Por abajo pude escuchar como utensilios chocaban, así que supuse que Aby seguiría preparando los bocadillos que prometió. Como no quería que lo hiciera todo, decidí bajar ayudarla, pero claro... no era mi intención dejar a Any, por lo que la tapé aun más con la cobija de ositos.

No quería que una simple ventisca que quizas pueda encontrar en el camino la hiciera enfermar.

¡Rayos, apenas iba siendo papá por unas horas y ya estaba siendo demasiado neurótico!

—¡¿Dónde estás?—dije en voz alta, mientras caminaba por el pasillo. Allí me di cuenta que la casa era más grande de lo que parecía.

Incluso mientras buscaba un lugar por donde hallar la cocina; lugar en el que supuse estaría Aby, hallé una especie de gym.

Insisto... me preguntaba cuanto tendría que trabajar para conseguir todo lo que veía.

—¿Aby?—volví a decir, aunque no tan fuerte debido a Any.

Ella no respondió, así que bajé unas gradas que hallé. Esas me llevaron a una especie de estudio donde pude ver varias pinturas perfectamente ordenadas en pedestales para pintor. A un costado miré una mesa donde paletas con todo tipo de colores posaban.

Enfoqué mi vista en la habitación donde entré, y miré unos cuantos sillones, y un estate con fotografías y otro con libros. Atraído por la curiosidad fui directo a las fotografías, y aunque no sabía si era buena idea descubrir en fotografías hechos de mi futuro, lo hice.

La curiosidad mató al gato.

—Ojalá papi no aparezca desmayado en alguna foto luego tu parto—le dije a Any en medio de una risita.

No era muy descabellado pensar en una reacción mía así.

Las fotos que encontré hicieron que tuviera aún más necesidad por luchar por mi futuro. En todas aparecían mi familia, compartiendo mis logros. En todas pude ver a alguno de ellos en alguna premiación, o abrazándome por algún premio que sostenía en la mano. Y claro que esos logros fueron hermosos, pero no se comparaban a mis logros con Aby.

En muchas fotografías, nos encontrábamos juntos de vacaciones, en reuniones familiares, o con Any. Casi se me sale el corazón cuando vi lo que parecía ser su primera foto al nacer. Si antes la consideré frágil, no quería ni imaginar lo que hubiera pensado si la veía al tener unos minutos de nacida.

—Ojalá el papi del futuro no te haya roto algo cuando te cargó— reí ante la imagen. De pronto me vi a mi mismo ayudando a Aby en todo el labor de parto, y creo que si lo logré pues en una foto Aby y yo apreciamos abrazados con Any, sentados en una camilla. Yo parecía lo suficientemente fuerte, como para haberme desmayado o algo parecido.

Al final de todas las fotos, luego de toda una sección entera donde Any era la modelo estrella, hallé una foto familiar hecha profesionalmente, que tenía una tamaño considerable. Allí Aby y yo estábamos recostados sobre el césped, mientras que Any estaba en la mitad de nuestros rostros riendo como si su vida dependiera de ello. Ambos la besábamos por las regordetas mejillas, mientras sosteníamos sus manitas.

Era una imagen que sin duda me la llevaría conmigo.

—Veo que papi sigue siendo igual de guapo a pensar del tiempo—sonreía satisfecho, al ver que se me veía muy bien la barba crecida.

Me veía muy maduro y al la vez joven, algo que me hizo suspirar de alivio.

A lado de la foto familia hallé otra foto de tamaño similar, pero esta hacia contraste con la que vi, debido a los protagonistas. Si de alguna manera la fotografía con Any se podría considerar el "después" desde mi perspectiva, bien la de alado podría ser el "antes". O mejor dicho... mi verdadero ahora.

Mi presente.

¿Y porqué lo digo así? Pues resulta que la foto nos mostraba a Aby y a mi en una foto donde nos besábamos en una iglesia. Ella vestía un corto y sencillo vestido blanco, y lucía perfectamente hermosa con su cabello rizado y su diadema brillante. Yo lucía un sencillo traje que hasta parecía el uniforme de los lunes en el colegio. Me veía exactamente igual a como ahora me veía. No parecía haber cambiado, a diferencia de mis otras versiones del tiempo que logré conocer.

Cualquiera diría que me hubiera casado con Aby en mi verdadero año. Hasta ella lucía como toda una adolescente. Ni parecía haber salido del colegio.

¿Habría la posibilidad de que milagrosamente ella vuelva nuevamente a mi tiempo, para así poder tener una boda entre adolescentes?

—Que extraño—negué ante la ridícula idea, que no se me hizo tan ridícula cuando observé una inscripción en la esquina inferior derecha—. ¿16 de marzo del 2013?

Al instante me sentí palidecer, pues obviamente hasta en mi tiempo esa fecha ya había pasado. Eso solo fue días después de que Aby llegó del pasado.

¿Qué estaba pasando aquí?

Afortunadamente tuve la suficiente fuerza y control como para no soltar a mi bebé.

Sabiendo que estando ángeles de por medio en mi destino, pensé que todo podría pasar. Yo caminé hasta las otras fotografías de mi boda en estantes anteriores. Ahora que observaba mejor, las fotos donde estábamos Aby y yo, mostraban de fondo una iglesia vacía. Como si no hubiera habido ningún invitado.

—Tal vez nos quedamos solos a tomarnos fotos—dije como si fuera lógico.

Cuando alcé el portaretratos para poder sacar la foto y observar la fecha, noté este había estado ocultando dos cuadernos.

No sé porqué pero el cuaderno que estaba debajo del otro se me hacia muy familiar. Hasta se me hacia que era el que me dio Aby por mi cumpleaños.

—¿Será?—yo enfoqué mi vista en el cuaderno parecido al de abajo, que igualmente estaba decorado con estrellitas y corazones de colores, pero en cuya pasta decía "Tu recuerdo en mi"

Estaba por echarle un ojo a ambos, pero...

—¡Chris!—me gritó al oído Aby, causándome un mini paro.

Ese grito causó que yo gritara, y como efecto dominó también causó que cierta personita en mis brazos empezara a gimotear. Solo fue cuestión de segundos hasta que la habitación se llenara de llantos inconsolables de una bebé recién despertada.

—¡Asómate más despacio, mujer!—le dije a la vez que empezaba a mover a Any arrullándola. Lastimosamente ella no se callaba.

—Sí, aja—ella rió nerviosa, desviando su atención a Anabiel. Yo la imité.

—Mi amor, shhh—le susurraba a Anabiel, la cual me estaba dejando sordo—. Todo está bien, preciosa. Papá está aquí.

—Si supieras lo bonito que te ves—Aby suspiró a mi lado con una sonrisa de fan enamorada—. Jamás creí verte tan chiquito haciendo el papel de papá.

—¡Ay hombre! ¡Ayúdame a calmar a Any!—le reclamé divertido, y ella se acercó para hablarle  a Any cerca de la carita.

—Muchachita dormilona, ya era hora de despertar—Aby le decía en medio de arrullos, causando que disminuya un grado los lloriqueos—. Sí, princesa... ya era momento de comer. Me sorprende que hayas permanecido dormida con la pancita vacía por tanto tiempo.

—La comida es lo más importante, bella—le dije a Any, la cual siguió llorando con su labio mostrándome un puchero triste que me rompía el corazón.

Insisto, esto de ser papá por horas me estaba dejando con las emociones a flor de piel.

Luego de varios intentos, y posterior a parecer un retrasado que imitaba a "un payaso", me di por vencido. Lo que Any necesitaba era los brazos de su mamá, o mejor dicho a otra parte de su anatomía.

—¿Quién tiene hambre?—Aby también empezó hablar como retrasada, con una expresión que me hizo soltar una carcajada—. ¡Shiiii, mi pincesa tiene hambe!

Ella la tomó entre sus brazos, y procurando dejar una de sus manos libres, se las arregló para tomar la mía. 

—Por arriba tengo su tetero—ella me dijo, y al instante miró el sitio donde estaban al descubierto los cuadernos—. ¿Quieres alimentarla? A ella le gusta que su papá sea el que cumpla con ese trabajo. Supongo que se conectan muy bien en ese aspecto.

Aby me empezó a jalar fuera de la habitación, y aunque quise olvidar lo que casi veo, y luego de notar su actitud tan extraña, concluí con que ella me ocultaba algo. Pero en fin, no tenía caso pensar en eso cuando sabía que mi tiempo estaba contado junto a ella.

—Debes tener mucho trabajo al tener que alimentar a dos bebés—comenté mientras subíamos las escaleras.

—No tienes idea—ella soltó con cansancio—. Pero por suerte el bebé grande ayuda mucho. No me quejo. Ahora que el bebé grande volvió a trabajar luego de sus vacaciones por paternidad, al fin empecé a entender que él era el amo de casa. Me hace mucha falta.

—En ese caso, déjame ayudarte—le sonreí. 

Aby cerró la puerta mientras Any continuaba llorando en sus brazos. Y en ese instante sentí que una parte de una gran historia se había escondido para mi.

Me preguntaba que tanto era el misterio con esos cuadernos, y la extraña foto de nuestra boda.

(...) 

—Esos ojazos los heredó de mi—le reclamé a Aby, mientras acomodaba a Any en un moisés en el asiento trasero. Anabiel masticaba una manito de goma rosa, como si fuera lo más delicioso del mundo.

Aby se paró a mi lado y miró evaluadoramente.

—¿Esos mismos ojos que se ponen verdes cuando lloras?—Aby soltó una risita—. Pues creo que sí.

Yo rodé los ojos y en seguida cubrí a Any con unas cuantas cobijas de todo tipo de animales, y se las empecé acomodar encima.

—Amor, vas ahogarla con tanta ropa—ella se me burló y de inmediato le empezó a quitar unas cuantas prendas.

Debo admitir que dejé a Ani como una bolita de tela, pero era preferible estar prevenidos en caso de que nos llueva. Y claro que hacia sol, pero eso no quitaba el hecho de que el clima pueda alocarse.

—Cuando me toque vestirla otra vez, déjame una libro donde me expliquen como debo hacerlo—dije con cansancio.

Aby rodó los ojos, y acto seguido me plantó un pico en los labios.

—Eres un amor—ella volvió su atención a Any, que la miraba mientras la arropaba con solo una cobija—. Ese instinto tuyo de padre sobreprotector es lo más tierno que se puede ver. Si te contara como fue el parto de Any de seguro entenderás. Eres un dramático nivel Dios, pero eso es algo que amo de ti.

—Tenemos tiempo para que me lo cuentes... o eso creo—hablé y al instante sentí un vacío en el estómago.

Yo estaba tan cómodo junto a Aby y mi bebé que ni siquiera me puse a pensar que en cualquier momento sería absorbido hacia el futuro.

—Hay mucho tiempo—Aby al parecer descubrió lo que me aquejaba—, un amiguito me lo contó.

Aby se dispuso a salir del auto (que al parecer era mío), y me retiré de su paso.

—¿Ese amiguito es Raguel?—le pregunté extrañado, a la vez que rodeaba el auto para subir al asiento de copiloto—. ¿Desde cuando eres amiga de un ángel? Es que solo ayer parecía que les tenías miedo...

—Confórmate con saber que logré conocerlos desde otra perspectiva en el futuro. Son seres muy buenos en verdad. Les debo mucho—ella se metió a su asiento de piloto, y yo me senté a su lado cerrando la puerta.

—¿Qué fue lo que hicieron por ti?—pregunté por curiosidad y ella bajó la mirada pensativa.

—Darme un futuro—soltó alzando la vista y sonriéndome suavemente—, este futuro que ves con Any y contigo.

—¿Pero que exactamente?

Aby me calló con un beso en los labios, y posteriormente se dispuso a encender el auto. Me cambió de tema como si nada. 

—Iremos a comprar cosas para prepara una rica cena familiar—ella manejaba animada, a la vez que aplastaba botones en el radio—. También me gustaría ir a buscarle a Any una linda ropita, que ya le está haciendo falta. Esta muchachita crece muy rápido, y toda la tonelada de ropa que tenía ya le está quedando pequeña. Quizás tú me puedas ayudar.

Yo asentí entusiasmado, mirando como en una pantalla de la misma radio nos dejaba ver un video musical.

—¿Abraham?—repetí con duda, al oír en el video a una doctora decir aquel nombre—. ¿Quién es?

—Uno de tus compañeritos musicales—ella se mordía el labio divertida—. Ya verás de que se trata.

Yo seguí mirando el video y de repente aparecieron en pantalla seis chicos en un cuarto blanco acolchado. De inmediato reconocía a cinco de ellos, pues uno era yo y los otros cuatro eran los otros chicos de Cnco.

—Oh... ya entendí. ¿Acaso vamos hacer una colaboración?—yo me planté emocionado frente a la pantalla.

—Ajap, exactamente—ella miraba por el espejo retrovisor—. Y fíjate que es la colaboración favorita de Any.

—¿Porqué lo dices?—yo puse mi atención en Aby la cual sonreía a Any por el espejo.

—Porque le matan de la risa las caras de loco que hacen su tíos, pero sobre todo... las de su papá—ella me respondió volviendo su atención a la carretera. Fíjate bien en Any a partir de ahora. Vas a morirte de amor.

Le hice caso a Aby y regresé a ver a Any, que miraba con suma concentración la pantalla que tenía en frente. Poco a poco vi como sus labios iban curvándose de a poco, mientras los chicos del video cantaban. Admito que se veía tierna sonriendo a ratos. Pero lo que si me mató fue cuando ella soltó una carcajada muy contagiosa.

—¡Mírala!—yo le daba manotazos a Aby en su brazo para que no se perdiera el mágico momento—. ¡ABY, MÍRALA!

Anabiel reía con muchas ganas con su sonrisa desdentada.

—Lo sé, es hermosa—Aby habló también riendo.

Por curiosidad puse mi vista en la pantalla, y me encontré a mi mismo coqueteandole a una chica que me bailaba. No entendía porque tenía un saco de fuerza.

—¡¿Verdad que esa cara es la que papi le pone a mami todas las noches?!—Aby le decía a Any por el espejo—. ¿Cierto, mi pequeña?

Any volvió a calmarse, y desenfocó su vista del video. Acto seguido alzó su vista a mi, y como en serio necesitaba seguir viendo su sonrisita de bebé escandalosa, imité al Chris del video.

Mis cejas se empezaron alzar exageradamente, causando a mi pequeña empecé a soltar un carcajada que venía desde lo más profundo de su garganta. Sus bracitos y piernitas se agitaban a la par con su risa.

—¡Ay Dios mio, yo me la como!—solté riendo junto a Any. En ningún momento dejé de hacerle muecas sin dejar de mover mis cejas. Al parecer eso le encantaba.

Aby también reía a más no poder con esa risita tan particular de Any. Quien nos viera riendo de la manera en que nos reíamos los tres, dirían que si estábamos locos en verdad.

—Esta canción es la favorita de Any—Aby decía con la voz entrecortada por la risa—. Supongo que es porque el video los muestra haciendo caras chistosas. Con este video ella se hizo fan de su papito.

La canción del video se había estaba terminando, y Any volvía a sonreír con tranquilidad. Yo por mi parte también bajé la payasada, y tan solo me limité a ver su absoluta concentración en la pantalla.

—Eres tan linda, mi chiquita—solté en medio de un suspiro. Any había regresado la manito de goma a su boca.

—Eres la única persona que la hace reír así—Aby me informó dándome un vistazo—. Ni aunque me vistiera de payaso, lograría que ella suelte esas carcajadas. Por eso mismo le dejaste grabando vídeos de agugu tata con tu cara de loco.

Sin querer sonreí orgulloso, porque al parecer tenía una manera única de conectarme con Any que nadie más tenía.

Oficialmente estaba enamorado de mi bebé.

Le mandé un besito volado a Any, la cual por supuesto me ignoró porque estaba embelesada en los videos, y enfoqué mi atención en el camino. Todo lo que nos rodeaban eran casas de campo, y algunas casas enormes que parecían ser de haciendas.

Se veía todo como un lugar muy tranquilo para vivir.

Internamente mi corazón se alivió al ver que ni Aby ni Any estaban metidas en esos líos de acoso, o falta de privacidad. Cuando salimos de casa todo era como si fuéramos personas comunes. Nunca hubo rastros de que seamos una familia famosa.

En casa no había gente que las pudiera hacer daño. 







Woli!!!
Acaso no mueren de amor por el papacito Bodoque?
Jaja... Y en el siguiente cap...
Recuerdan el capitulo de la vacuna para Chris? Jaja imaginen lo mismo pero para Any ggg
Bueno... Nos vemos otro día. Bye, bye ;)

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