8. Volvemos a encontrarnos
Maratón (Parte 3)
Siempre había recordado ser una fan muy curiosa. Solía gustarme conocer cosas sobre la vida de Christopher. Pero ahora que tenía la facilidad de cerca su vida, no lo podía hacer.
Podía haberme quedado escuchando aquella conversación entre la mamá de Chris y Don Fernando, pero no lo iba hacer. Si seguía escuchando aquello, seguramente me darían unas incontenibles ganas de quedarme a investigar más sobre su vida, y eso no tenia que suceder. Mi tiempo tenía que ser ocupado en mi sobrenatural búsqueda.
—¿Señor?— dije haciendo que me regresaran a mirar— ¿Cuánto le debo?
—Haber, espéreme un momento—él se agacho, para hacer cuentas en una calculadora.
Era raro tener a la mamá de Chris junto a mí. En mi tiempo ella básicamente se había convertido en famosa. Casi todas las cncowners del país la conocíamos, al igual que al resto de la familia de Christopher.
— Serian 4.50 — me respondió él, y yo saqué el dinero de mi cartera
— Muchas gracias— le pagué dándoles una fugaz sonrisa a él y a la señora Yenny. Posteriormente me fui dejando atrás a mi suegra soñada.
Después de caminar un rato, llegué a la parada de buses. Estuve allí casi por media hora, y ninguno de esos buses me llevaba a algún lugar conocido. Por suerte horas antes me había puesto a estudiar las calles de Loja, ya que no estaba de humor para andarme perdiendo.
Mientras esperaba, pude notar que por calle de en frente se encontraban dos tipos de aspecto nada confiable, lo que a mí me puso alerta. Debía cuidar con mucha dedicación mi escasa fortuna. Yo por supuesto no les quitaba los ojos de encima, ante cualquier movimiento no dudaría en salir corriendo.
En ese momento de aparente peligro, recordé a mis sobreprotectores padres. Ellos solían temer que me pasara algo durante mis caminatas nocturnas, cuando salía de prácticas en el hospital. Por lo general salía muy en la noche, cuando las calles ya estaban desoladas. Fue por eso que decidieron inscribirme en un curso de defensa personal. Claro que no me quedó mas remedio que aprender, debido a que los quería tener mas tranquilos. Aunque yo siempre creía que en el momento de peligro real, yo no sabría que hacer, y seguramente mis clases quedarían en el olvido.
Los tipos empezaron a bajar por la avenida, y de repente vi que alguien conocido también iba por allí. La mamá de Chris estaba yendo por el mismo trayecto, algo que hizo sentirme con la responsabilidad de advertirle.
La señora Yenny iba tan concentrada en su celular, que no se percató de esas dos personas. Por un momento quise creer, que a lo mejor yo estaba inventando una personalidad a dos personas que ni siquiera eran ladrones. Pero toda esa idea se descartó cuando vi como uno de ellos cruzaba la calle, haciéndole señas al otro mientras miraban a la señora.
¡Mierda, ya eligieron como victima a la mamá de Chris!, pensé.
A lo lejos vi como la señora Yenny se metía en una calle trasversal, sin darse cuenta que uno de los tipos la estaba siguiendo. Él otro en cambio siguió su camino, suponía que iba a esperar a su compañero en otro lugar. Mi madre solía decirme que a veces mientras un ladrón roba, hay otro esperando lo hurtado en otro lugar, para poder despistar a la gente, en caso que atraparan al primer asaltante.
Quería llamar a la policía, pero seguramente me iban a dar por exagerada. Además casi siempre acudían cuando el delito ya estaba cometido. Por eso me decidí a pedir ayuda con un señor que iba pasando junto a mi.
— Señor, por favor ayúdeme— le dije con un hilo de voz—. Están apunto de asaltar a una mujer.
Aquel tipo parecía tener unos 40 años de edad. Se veía un tanto corpulento, por lo cual asumí que no le sería difícil darle una paliza al ladrón.
—¿Qué?— él evaluó su alrededor—¿dónde?
—Por allá. Por favor tiene que ayudarme—rogué mientras señalaba la calle trasversal por la que fue la señora Yenny.
Él puso su vista en ese lugar, y luego me regresó a mirar incómodo.
—Lo siento linda, estoy un poco retrasado—y sin más, él se subió en un bus que acababa de parar.
—Valientes hombres los de hoy día—murmuré con ira.
Examiné a mí alrededor en busca de refuerzos, pero no halle ninguno efectivo. Solamente algunos ancianos y mujeres. Así que sin dudar, y pese a que pudo ser una decisión estúpida, me metí al callejón a seguir al tipo y a la señora Yenny.
¿Que vas hacer Abigail Mendoza?, me dije internamente.
Cuando ya estaba a una distancia prudente, tomé un puñado de tierra, que había estado amontonado en uno de los jardines aledaños. Esa seria mi arma mortal.
Pesé a que la mamá de Chris no me conocía, y que no era nada para mí, sentí que cargaba con la responsabilidad de ver por su seguridad. Si le pasaba algo, no podría vivir tranquila, sabiendo que pude haber hecho algo por la mamá de mi amor platónico. Yo sabía lo mucho que Chris la amaba.
En medio de mi nerviosismo extremo, mentalmente me puse a rebobinar las clases de defensa personal. Rogaba a Dios que me protegiera en ese momento. No me causaba mucho agrado la idea de morir en el pasado.
No se por cuanto tiempo mas caminamos. Pero casi al terminar la calle vi cuando el tipo estaba a punto de tocar a la señora. Fue allí que salí corriendo hacia ellos de la forma mas silenciosa que pude.
—¡Quédate quieta!—gritó él, agarrando con su brazo el cuello de la señora Yenny. Ella en cambio intentó zafarse dando gritos ahogados.
Lo primero que hice antes de meterme en la persecución, fue observar al tipo en busca de algún arma, que nos pudiera lastimar a mí o a la mamá de Chris. Suspiré de alivio en cuanto vi que no había nada.
Sin esperar más y rogando que lo que hiciera tuviera resultados favorables, me abalance sobre el tipo, y le embarré los ojos con dos buenos puñados de arena. Él por supuesto sorprendido, soltó a la señora bruscamente, para llevar sus manos a sus ojos.
Aprovechando el momento, me apresuré a darle un puntapié en su entrepierna. Él por supuesto cayó sobre sus rodillas con cara adolorida. Pero esa reacción solo fue cosa de segundos ya que nuevamente empezó a levantarse. Por suerte aun tenia sus ojos cerrados debido a la arena.
—¡Vámonos!—le grité a la señora Yenny, la cual sin dudarlo empezó a correr conmigo. Ella aun parecía estar en Shock, porque la vi claramente temblar con su rostro pálido.
El ladrón tambaleándose un poco quiso seguirnos, pero se le dificultó la acción ya que aun no podía abrir bien los ojos.
Me moría de la angustia cuando vi que no pasaban taxis. Pero para nuestra suerte, casi al virar la esquina, pude ver un bendito taxi vació acercándose. Yo por supuesto, casi lanzándome en frente hice que este se detuviera.
—¡Entre ya!—le ordené a ella, la cual sin protestar subió apresurada. Yo la seguí detrás.
—¿A dónde?—preguntó el conductor
—¡Solo acelere!—le pedí al taxista que me miró sorprendido, y luego acatando mis órdenes pisó el acelerador.
Un silencio incómodo inundó el lugar. Regresé a mirar a la señora Yenny, y me di cuenta que ella aun estaba asustada. Su mirada estaba fija al frente y su respiración la tenia muy agitada.
—¿Está bien?—le pregunté y ella se volteó a mirarme.
—Sí, asustada pero bien—me respondió poniendo su mirada en mi. Ahora sus ojos mostraban que me reconocia—. Creo que te vi... si ...estabas en el local de Fernando—me dijo.
—Sí, yo era la chica rara de las carpetas—le sonreí y ella también me devolvió la sonrisa— Ehm...disculpe si la asuste por aparecerme tan de repente en medio del asalto.
—No, como crees. De hecho te lo agradezco mucho—ella puso su mano en mi brazo —. Hoy en día ya no se ven personas, que estén dispuestas a ponerse en peligro por ayudar a otros.
—No se preocupe, no podía dejarla sola. Ni siquiera hubiera podido dormir, al saber que deje que le hicieran daño a una mujer inocente.
—Gracias nena, te debo una —ella me tomó de la mano y me miró fijamente—. Fuiste mi ángel guardián. No sé qué hubiera pasado si no me ayudabas.
—Bueno...yo... solo hice lo que tenía que hacer. No tiene por qué agradecerme—le dije mientras ella volvía a su posición, soltándome las manos.
—¿Y cómo supiste que me estaban siguiendo?—me preguntó mientras evaluaba el contenido de su bolso.
De pronto escuché el carraspeo del conductor del taxi.
—Disculpen, ¿para donde las llevo?— habló el taxista mirándonos por el retrovisor. La señora Yenny y yo nos miramos inseguras, pero la que rompió el silencio fue ella.
—¿Estas ocupada?—me preguntó.
— Ehm... bueno, no del todo.
—Quieres aceptarme un café en el centro comercial. Es que quiero agradecerte de alguna manera—me pidió.
No sabía que responder. Para esas alturas ya me sentía como una especie de mujer maravilla, y al parecer mi primera fan era la mamá de mi castaño favorito.
—Bueno... está bien, la acompañaré un momento, muchas gracias—le respondí amablemente y en seguida ella empezó a darle indicaciones al taxista.
El silencio en el que empezabamos a viajar, de pronto se vio interrumpido por el sonido de su celular. La señora Yenny, casi desesperada contestó.
-Hola mi amor...
-Si ya voy llegando, espérame ...si...ehm...si estoy bien...
-Bueno, te cuento cuando lleguemos.
-Si mi amor, estoy con una amiga...
La señora se quedó en silencio por un largo rato.
-Está bien, lo que paso es que por poco me asaltan. Pero estuve de suerte ya que alguien me ayudó.
-Ya tranquilízate. Todo está bien, ahorita voy para allá.
-Si hijo, en 5 minutos llego.
¡Maldición!, pensé cuando escuché la palabra "hijo".
Ahora recordaba la conversación entre ella y el dueño del centro de cómputo. Supuestamente, ella se iba a encontrar con Christopher, para ir a tramitar algunos papeles. Asumí que el hijo que acababa de nombrar seguramente se trataba de él.
-Bueno, chao mi amor.
Quería que la tierra me tragara. ¿Como le iba a explicar que acababa de convertirme en la heroína de su mamá? Seguramente él se iba a llevar una gran sorpresa. Nuevamente me cruzaba en su vida de una manera no tan común.
—¿No te importa si nos acompaña mi hijo?
—¿Qué?—dije distraída
—¿Dije que si no te molestaría que mi hijo venga con nosotras?— ella me sonreía
—¡No!...¡sí!, digo...claro que no me molesta aja, ¡no tendría porque molestarme! —le respondí con mi corazón a punto de salirse del pecho, ya que por la ventana pude ver la fachada de un centro comercial.
El taxi empezó a parquearse, lo que provoco que entrara en un ataque de pánico. Ambas bajamos del auto, y yo no podía hacer más que mirar como loca a mi alrededor, en busca de Christopher. Ni siquiera me di cuenta cuando el taxi se había ido.
—Ven—me llamó la señora con su mano—. Le pedí que me espera en el patio de comidas— me dijo mientras me jalaba para que cruzar la calle
—Creo...creo.... que debería irme—le dije deteniendome — Es que... tengo... algunas cosas que hacer.
—No por favor. En serio quiero que me acompañes— ella me rogaba —. Por favor, no me dejes plantada, te estoy muy agradecida...
—Es que... pero...— tartamuedé insegura. No me podía resistir los ruegos de nadie. Odiaba que me suplicaran, y eso por eso que casi siempre terminaba aceptando todo lo que me pedían. Él único que no me convencía de nada era el estúpido de Josué—. Está bien, voy a ir con usted.
Demoramos unos cuantos minutos en llegar al enorme patio de comidas. Yo solo me limité a clavar mi visa en los mostradores de ropa mientras caminaba. De alguna manera quería ocultar mi rostro cuando llegara hasta Chris.
—¡Mamá!—escuché gritar a Christopher. Yo no lo busqué, solo me concentre en el mostrador de algo que ni sabía qué era.
— Ya quita esa cara, mi amor— escuché que hablaba ella.
— Pero, ¿Qué paso? ¿Dónde fue?— él sonaba angustiado— ¿te paso algo?
— No, no me paso nada. Ya cálmate, todo está perfectamente bien.
— Es que me asusté mucho. Creí que algo grave te pasó.
— Pues no me pasó nada— dijo ella—. Alguien llegó a salvarme
— ¿De verdad?— Christopher sonaba interesado.
— Sí, ella me ayudo— la señora Yenny dijo y luego sentí que una mano me tocaba la espalda.
Juro que estaba a punto de salir corriendo. No me quería imaginar la reacción de Chris.
— Nena te presento a mi hijo— ella me volvió a tocar, y yo sabiendo que no tenía salvación, me empecé a voltear lentamente. Mi mirada aun seguía fija en el piso.
— Esta linda jovencita me ayudó— ella habló
Yo poniendo toda mi fuerza de voluntad, levanté mi rostro encontrándome así con un estupefacto de Christopher Vélez.
— ¿Tú?— fue lo único que dijo. Su boca estaba abierta de una manera muy graciosa.
— ¿Tú?— lo imité. Al menos quería fingir que también estaba sorprendida. Quería aparentar que no tenia ni la mínima idea de que era su mamá.
Mientras él y yo nos veíamos fijamente, la señora Yenny nos observa por turnos.
— ¿Qué?— dijo ella—. No me digan que ya se conocen.
— Ahm...— balbuceó Chris
— Si— continúe yo.
— Bueno...— Chris no sabia que decir
— Creo que sí... es decir... ya nos vimos una vez— le respondí a la mamá de Chris, la cual mostraba en su rostro sorpresa—. Nos conocimos por casualidad hace unos días— yo no podia quitar la vista a él.
—Sí, y desde ese entonces no hemos vuelto hablar— Chris me alzó un ceja. No supe porque pero me dio la impresión de escuchar un tono de reproche.
—Ahh...wouu...esto sí es una coincidencia—sonreia ella. Luego todos nos quedamos en silencio—. Ehm... chicos, ¿ les parece si pedimos algún helado, jugo, o café? ... bueno no sé... ¿qué quieren?—como estúpidos Chris y yo no podíamos quitarnos la vista de encima. Ambos estábamos con la misma expresión de asombro.
—Lo que usted pida está bien—dicho eso, desvié mi mirada nuevamente hacia el mostrador de ropa.
—Yo digo lo mismo ma—respondió él.
Pude escuchar los tacones de la señora Yenny alejarse. Rogué internamente porque Chris se haya ido con ella. Pese a que llevaba dos días queriendo verlo de nuevo, las circunstancias hicieron que ya no quisiera. Me sentía muy extraña al cruzarme tan salvajemente en su vida. Ahora quedaría frente a él como la chica maravilla.
—¿No me vas a saludar?—escuché a Chris detrás mío. Yo siguiendo a su voz regresé a mirarlo.
—Hola—le dije, mientras me mordía el labio para evitar soltar una risa nerviosa. Christopher se acercó a mí, para darme un beso en la mejilla a manera de saludo.
—Si no te digo que me saludes, tú no lo hace—sonrió—. ¿Qué ya te olvidaste de tu esposo?
—No, obvio no— solté una carcajada ante lo que dijo— Aparte de ser mi esposo temporal, tú tienes un "no sé qué" que te hace inolvidable— bromeé
—Ah, es verdad. Si no me equivoco, yo era buenísimo—él me recordó la conversación de cuando nos conocimos.
—Oye, ya te dije que no me refería a esa clase de bueno—protesté con una sonrisa—. Buenos de esos puede haber muchos, pero tú eres del otro tipo de buenos. De los que de verdad valen la pena y casi no se encuentran.
¿Por qué dije eso? Me dije a mentalmente.
—¿En serio?— él amplió su sonrisa— Entonces si soy tan dificil de encontrar... ¿porque no me buscaste cuando te di las pistas para encontrarme?—su vista estaba sobre mí —¿Recuerdas el número que te di?
—Si te mande un mensaje—respondí incómoda.
—Al día siguiente. Mujer que cruel eres, yo estaba volviéndome loco esperando tu llamada- Chris había puesto cara de drama—. Creí que te habían secuestrado—bromeó él.
—Tú eres un exagerado —me empecé a reír—. Además te recuerdo que soy una "super chica", acabo de salvar a tu madre. No creo que un secuestrador pueda conmigo.
—Si no hay que olvidar eso, así que mejor me cuido de hacerte enojar. No quisiera sentir tus puñitos en mi bello rostro—él se empezó a reír contagiosamente.
¡Santo cielo, su risa que me encantaba nuevamente inundaba mis oídos!
De pronto la conversación acerca de mis puñitos fue interrumpido por Yenny Muñoz, la cual llegó a nosotros mirándonos curiosa.
—Vamos, tomemos asiento por acá—ella nos señaló una mesa al otro extremo del patio de comidas.
—Sigue tú —me dijo Chris, dándome paso para ir primero—. Parece que eres muy peligrosa si estas a mis espaldas—se burló.
—Si sigues con tus ocurrentes chistes, te vas a ganar unos cuantos de mis puñitos—le advertí en broma
La señora Jenny por supuesto nos miraba interesada.
Ese sin duda iba a ser un día que no olvidaría. Yo solo tenía planeado ir a conseguir un trabajo cuando salí de mi habitación, y lo que en realidad termine haciendo, fue salvar a la mamá de Chris de un ladron.
Al final del día, había terminado convirtiéndome en una heroína, Y ahora gracias a ese hecho, terminé reuniéndome con él chico al que planeaba dejar. Nuestros destinos volvieron a unirse por casualidad.
Hola a todos jeje, espero hayan tenido un buen fin de semana.
Bueno, les recuerdo que este capitulo fue el ultimo del maratón, espero que les haya gustado.
Quisiera dedicarle este capitulo a:
MariaJesusPerez597: la primera persona de la que recibí un voto, en esta que es mi primera historia en Wattpad, jeje, fue muy emocionante. Muchas gracias.
Ahora si me despido, nos vemos en el siguiente capitulo, bye.
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