3. Real

Soundtrack: ♫ Alone - Alan Walker

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Está muerto.

Esas fueron las palabras que escuchó Pablo Ficader tan pronto entró al aula de tercer año.

Patricia Peralta, arrodillada y sollozando, tenía sus manos sobre el pecho de Mariano. El chico, efectivamente, yacía sin vida en el suelo frío y mugriento del aula.

Los alumnos observaban aterrorizados. Otros lloraban. Otros parecían a punto de tener un ataque de pánico. Otros hacían todo al mismo tiempo.

-¿Q-qué pasó? ¿Y la ambulancia? -atinó a decir el director.

-Me pidió si podía tomar un poco de agua, y después se desplomó. Fueron treinta segundos -respondió Peralta, destrozada.

El colegio fue evacuado inmediatamente. Lo que parecía ser el lugar de una hermosa jornada educativa, terminó siendo la escena de un crimen. Pero nadie sabía de ello aún.

Policía. Ambulancia. Todos estaban ahí.

Los chicos se negaron a quedarse de brazos cruzados, y tras la tragedia, decidieron que acompañarían a la familia de Mariano en semejante difícil momento.

Con velas en mano, los quince alumnos restantes de tercer año permanecieron frente a la casa de los Campos por horas.

-¿Qué mierda pasó chicos? ¿Cómo pasó esto? -preguntó Sofía Lolo, la mejor amiga de Martina, analizando con tristeza lo que había sucedido.

-Yo escuché a mis viejos diciendo que le iban a hacer una autopsia porque creen que lo mataron -contestó Pedro sin gran empatía.

-Che, ¿alguien se acuerda de la carta que había leído Mariano el lunes pasado? ¿No era una amenaza de muerte? -dijo Ramiro.

-Ay no... -susurraron todos, formando un círculo.

-¡Lo mataron! -gritó Diego Lapaño. El pobre tipo siempre hace comentarios muy poco ocurrentes.

-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Belen Toscano, creando una conversación completamente desorganizada.

-Loco, tengo miedo -agregó Darío.

-Hay un loco suelto -sumó Estefanía Durango.

-Esto es culpa nuestra -terminó por determinar Jazmín. Ese fue el comentario más agresivo que dijo en toda su vida.

-¡Cállense! -exclamó Gonzalo. No se escuchó una palabra más-. Lo primero que tenemos que hacer es ir a la comisaría y hablar con el oficial a cargo de la investigación de la muerte de Mariano. Y cálmense un poco, nosotros hacemos jodas todo el tiempo, ¿qué íbamos a saber que la carta esa era posta? Todos estamos re cagados de miedo, pero mejor hagamos algo antes que estar diciendo boludeces que no suman. ¿Me acompañan? -concluyó. Sus compañeros lo apoyaron, y dejaron reposar las velas en la entrada de la casa de los Campos.

-Marti, Estefi y yo nos tenemos que ir. Suerte chicos -agregó Sofía. Varios les echaron miradas asesinas, ¿qué podía ser más importante?

Así fue. Caminaron en silencio por dos kilómetros hasta la comisaría, ubicada a solo trescientos metros del colegio.

-Hola. Estamos buscando al oficial que investiga la muerte de nuestro amigo -dijo Lucas al primer policía con el que se toparon.

-Ese soy yo. Damian Barrios, un gusto -comentó una voz detrás de los adolescentes, que se voltearon inmediatamente-. ¿Qué necesitan, chicos?

-Estamos convencidos que mataron a Mariano -expresó Florencia Vidriati, una líder innata en el grupo de las chicas.

-¿Cómo saben eso? -preguntó Barrios frunciendo el ceño.

-El lunes pasado Mariano leyó una carta en la que lo amenazaban de muerte si no superaba un reto o algo así. Pensamos que era una joda y él tiró el papel a la basura. No le dimos importancia hasta que hoy nos dimos cuenta -agregó Florencia. El policía se veía realmente asombrado.

-Ehm -aclaró su garganta-. Esta información es realmente útil, y es de suma importancia que nos contacten si reciben cartas de éste psicópata. Seguro nos veamos de vuelta en el colegio, pero en el mientras tanto tengan cuidado.

Cuando los chicos ya estaban por salir de la comisaría, Barrios les gritó que esperen.

-¿Cómo firmó la carta? ¿Dejó algún nombre en clave?

-Sí, recuerdo que Mariano dijo que estaba firmado por tres siglas: T.A.I -comentó Julián, que no había dicho mucho hasta entonces.

-¿T.A.I? -El policía no entendía.

-Tu amigo invisible, como cuando jugábamos en primaria a descubrir quién nos estaba enviando cartas -dijo Jazmín sorprendiendo al resto de sus compañeros que no habían notado la peculiar coincidencia.

-¿Y como descubrías quien estaba detrás de las cartas? -preguntó. Barrios estaba completamente intrigado.

-Tenías que ver las pistas que te daba, y a partir de eso, desenmascararlo -volvió a responder Jazmín.

-El tipo este también dejó pistas, ¿no? -arremetió de nuevo el policía, que comenzaba a atar cabos.

-Sí, pero la única diferencia es que... -se frenó Jaz.

-Cuando jugábamos a T.A.I no moría nadie -concluyó Pedro, fumando un cigarrillo desde el fondo.

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