18. Viral
La muerte de Diego no tardó en correrse la voz. Solo unas horas más tarde de que él se quitara la vida, toda la escuela Alfonsina Storni estaba al tanto de su fallecimiento.
En realidad, muchas más personas se habían enterado. El caso de TAI no era conocido sólo en Argentina si no también internacionalmente.
Incluso se hablaba de TAI en las noticias.
En los diarios argentinos e internacionales. New York Times, Clarin, La Nación.
En las redes. Hasta habían conseguido un trending topic mundial: #¿QuiénEsTAI?
La gente estaba enloquecida. Y como la sociedad adora el morbo, las cuentas de Mariano, Ramiro, Diego y Pedro habían conseguido miles de seguidores, sobre todo en Twitter e Instagram.
Hay una pregunta que da mucho que pensar, puesto que es la única forma de que todo el planeta se haya enterado de la existencia de TAI.
¿Quién o quiénes están filtrando estos datos a la prensa y a las redes sociales?
Y peor aún, ¿quién podría ser tan hijo de puta para permitir que todo el mundo se ponga a opinar y hablar sobre la trágica muerte de cuatro adolescentes?
Sea quien sea, es un retorcido.
Y TAI no es.
Los más densos y perseguidores lograron encontrar los números de teléfono de algunos de los chicos de tercer año. Sin pudor, sin tener la más mínima consideración de lo que esos adolescentes estaban viviendo, los atacaban a mensajes para conseguir más información.
El daño para el grupo estaba cerca de ser irreversible. Aun si todo terminara hoy y TAI desapareciera de sus vidas para siempre, el dolor y el trauma causado no podrá ser dejado atrás. Es más de lo que los chicos pueden soportar.
Con el caso en las redes y la llegada de Mauricio Macri a la escuela Alfonsina Storni, los noticieros estaban que estallaban, y Damián también.
Era tanta la presión que llevaba encima, ahora no solo de su gobierno si no del mundo entero, que el comisario estaba cerca de ser superado por la situación.
Pero atentos, que Damián es más fuerte de lo que cualquiera puede imaginar. No cederá. No se rendirá.
La llegada del presidente de todos los argentinos era inminente. El comisario y el director de la escuela, Pablo Ficader, esperaban en la puerta impacientes mientras se dictaban las clases de la primera hora de la mañana.
-Un día distinto, ¿no? -preguntó el comisario estrechando la mano del director de la escuela.
-De hecho, el último. Presenté mi renuncia -contestó Ficader. Damián se quedó helado.
-¿Co-cómo? ¿Por qué harías eso?
-Siempre puse la vida de los chicos antes que la mía. Esta decisión es enteramente para mi bienestar personal. No puedo más, Damián. No puedo seguir siendo testigo de lo que está sucediendo y quedarme de brazos cruzados. Basta.
-Estás en completo derecho, y comprendo tu situación pero no la comparto. Estos chicos van a quedar desamparados después de que te vayas. Desde que estoy acá vi todo el aprecio que los pibes te tienen. Les estás arrebatando algo muy importante.
-¿Y qué les estoy arrebatando? -preguntó el director, intrigado.
-La seguridad que les da tenerte ahí.
Pablo Ficader no tuvo tiempo de contestar. Tan pronto el comisario terminó de responder, la caravana presidencial de Mauricio Macri se comenzó a sentir en los alrededores, y solo unos minutos más tarde, se estacionó en la puerta de la escuela Alfonsina Storni.
En una caminata solemne digna de cualquier presidente, Mauricio Macri se aproximó a Damián y Pablo con una tranquilidad aplacadora.
Cualquiera podía notarlo. Al presidente ni siquiera le perturbaban las decenas de oficiales que tenía rodeando el perímetro, ni tampoco la escolta oficial que lo acompañó en cada segundo.
Por alguna razón que tanto Damián y Pablo desconocen, a Mauricio Macri se lo veía muy calmado. Como se nota que no vivió de cerca lo que estaba sucediendo.
-Buenos días, señores -dijo el presidente en un saludo muy formal.
-Es un honor conocerlo -contestó Ficader. El comisario se limitó a asentir con la cabeza y acompañar con el saludo.
Mauricio decidió, en primer instancia, recorrer las aulas y saludar a los alumnos. Nada muy fuera de lo común. De hecho, eso era lo mínimo que podía hacer.
Luego se reunieron en la oficina de Ficader, y ahí todo se le vino abajo al comisario.
Damián esperaba recibir algún tipo de gratitud por sus esfuerzos o mínimamente una confirmación amistosa de que estaba haciendo bien su trabajo.
Lejos de eso, Mauricio Macri tenía otros planes. La conversación no fue para nada amena.
-Barrios, tengo a todo el mundo persiguiéndome y preguntándome qué es lo que pasa con el asesino de Belgrano. Somos el hazmereír de toda América y la opinión publica incluso juega o idolatra los trabajos de este TAI. Necesito avances, necesito con que responder -atacó el presidente argentino.
-¿Qué estás sugiriendo? -preguntó Damián.
-Pablo, vás a tener que salir. Fue un gusto conocerte -agregó Macri. Esta vez no fue tan amable. La presencia de Ficader en todo esta visita fue completamente inservible a los objetivos del presidente.
-Estoy sugiriendo que si no me dás algo en la próxima semana, voy a abrir la causa de tu difunta esposa y voy a hacer lo que debería haber hecho hace seis meses.
-No sos capaz -Las piernas del comisario temblaban, porque sabía exactamente lo que le diría el presidente.
-Soy más que capaz, Damián. Soy muy capaz de meterte preso en la pocilga más sucia y asquerosa de toda Argentina.
Así fue como el comisario supo que estaba al borde del abismo.
Un abismo en el que, si caía, no volvería nunca más.

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