15. Riesgo

Un tercer disparo salió de la pistola Beretta que Diego Ruben Lapaño había adquirido horas atrás. Dos habían sido para la profesora de biología. El tercero, bueno, estaba dirigido a Gonzalo Perfón.

Pero a último momento, la bala impactó a otro objetivo. Diego no lo podría haber previsto.

Julián Marquez se interpuso en el instante preVio a que Diego produjera el disparo, evitando que Gonzalo lo recibiera.

Solo dos o tres segundos más tarde, Damián Entró al aula y se abalanzó sobre Diego. El pobre chico no opuso resistencia. Soltó el arma como si el que estuviera muerto fuera él. Perdió todo tipo de cordura.

La tercer bala, la bendita y maldita tercer bala, fue uNa total sorpresa para T.A.I que estaba viendo todo. No estaba en sus planes. Se suponía que Diego no mataría a Gonzalo.

¿De dónde? Bueno, ya lo sabrán con el tiempo.

El disparo no fue fatal para Julián. Su estómago se llevó la peor parte, perdiendo mucha sanGre con cada segundo que pasaba. El adolescente se desplomó en el suelo, preso del dolor.

-Juli, por favor, no me dejés. QuedAte conmigo. No te duermas -dijo Ignacio llorando a un costado de Julián. Uno de sus mejores amigos estaba muriendo frente a sus ojos.

El resto no era capaz de hacer comentario o acercarse. El shock era tal que Ninguno caía.

-Julián, aguantá. La ambulancia ya está en camino. Te vas a poner bien -agregó Damián Barrios, que veía la escena perplejo. Un muerto, un herido y un desquiciado. ¿O dos?

Julián MarqueZ vió la vida pasar ante sus ojos. Dicen que cuando estás cerca de la muerte, podés ver los momentos que más te marcaron en tu vida. Y Julián sentía que era eso exactamente lo que estaba viviendo.

Pero sus vivenciAs no se apartaban de un recuerdo imborrable en su mente. En lo único que podía pensar era en su hermano muerto.

En como un día común y corriente, él lo fue a buscar hasta su habitación para mostrarle algo en la computadora.

En como lo vió recostado en su cama, lo llamó por su nombre e insistió varias veces.

En como se dió cuenta que no era una siesta. Que no estaba durmiendo.

Que su hermano se había suicidado.

De repente perdió la consciencia. Ya no había recuerdos ni memorias, solo sangre derramada en el suelo del aula de tercer año. Un baño de sangre.

Mientras Julián no tenía idea de que su vida pendía de un hilo, todo su entorno estaba aterrado por la idea de que podían perder otra vida en la escuela.

Lo subieron a la ambulancia y Damián iba junto a Ignacio, Lucas y Sebastián que lo acompañaron. Vaya amigos que se ligó.

Diego estaba siendo escoltado por otros dos oficiales lejos de la escuela. Probablemente lo internaran de urgencia en un psiquiátrico, puesto que ya no era la misma persona. Se parecía a una planta.

Llegaron hasta el hospital más cercano y Julián se fue directo a cirugía mientras el comisario, sus amigos y padres se quedaban en la sala de espera.

Damián Barrios le explicó lo que sucedió a los padres del chico con detenimiento, y raramente, sus papás estaban teniendo un comportamiento que no era el esperado.

Se los notaba conmocionados, sí, pero parecía que la emoción que predominaba en ellos ahora era la sorpresa. Como que no entendían como pudo haber sucedido eso. Al comisario le llamó la atención, pero también hay que saber entender que cada persona asume los duelos y los momentos críticos de la manera que pueden, y no por eso deben ser acusados o simplemente considerados como sospechosos en la investigación de un asesino serial.

La paciencia de Damián estaba por las nubes. No soportaba que el asesino lo estuviera venciendo. A él, a uno de los mejores oficiales del cuerpo de policía de toda Argentina.

Perdido en sus pensamientos y pensando en ese error de T.A.I que al final no fue, Damián había pasado horas sentado esperando noticias de Julián.

El médico venía cabizbajo, con la cabeza gacha. Damián imaginó lo peor.

-¿Ustedes son los padres de Julián Márquez? -preguntó el médico.

-Sí, somos nosotros -respondió la madre.

-Su hijo está bien. Se va a recuperar.

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