10. Débil

-Hola Rama, ¿estás bien? Te fuiste volando del cole -envió Ignacio Sánchez por WhatsApp a las 10:35.

-T.A.I me mandó un WhatsApp -contestó instantáneamente. No soltaba el teléfono, y Nacho permanecía en línea.

-¿Por qué carajo me lo decís imbécil? -respondió con muchos signos de interrogación.

-Hablé con Damián. Le di el número para que lo rastree y le pedí que fuera mi custodia permanente hasta que no haya más peligro.

-Tenés unos huevos de toro. Me voy que se termina el recreo. Cuidate boludo -concluyó Nacho, dejando su última conexión a las 10:37.

La sospecha de Nacho se hizo realidad. Ramiro estaba en la mira.

Pero, al parecer, ahora tiene quien lo defienda.

Ignacio Sánchez no pudo contenerse. Simplemente creía que todos merecían saberlo. Al menos para saber que ellos no serían las víctimas esta semana.

Entró al aula luego del recreo, esperó a que todos entraran y gritó lo más fuerte posible para que ninguno quede sin escucharlo:

-Ramiro recibió un mensaje de T.A.I. Quiero que sepan que llamó al comisario y lo va a proteger.

-¿Y vos cómo sabes todo esto? -preguntó Belén, incrédula.

-El bullying que se va a comer esta mina por poner en duda la integridad de Nacho va a ser terrible -susurró Lucas a Sebastián.

-¿Vos decís? -retrucó Sebas escéptico.

Tan pronto terminó Sebastián de decir eso, una catarata de insultos y gritos se cernieron ante la pobre Belén Toscano, entre los que se incluían: cuatro ojos, gorda fofa, vaquillona, pezones bizcos, estúpida. Esos fueron solo algunos.

-¡Cierren la boca! -bramó Darío-. Nacho nos quiere explicar.

-Gracias. Hablé con él por WhatsApp en el segundo recreo, me había quedado preocupado. ¿Alguien vió cómo se fue rajando del colegio? -preguntó Nacho. Pero nadie contestó. La profesora de física entró y era la menos empática de todas.

La clase se pasó lentísimo para los alumnos, que solo podían pensar en el futuro de Ramiro, y por qué no, del suyo también.

Salieron a almorzar. Y ahí pasó lo inesperado.

Como si fuera un choque en cadena, los trece chicos de tercer año que aún estaban en la escuela recibieron un WhatsApp al mismo tiempo.

El mismo mensaje que Ramiro.

La misma amenaza de muerte.

Del mismo número.

Del mismo número desconocido.

Que ahora acaba de dejar trece alumnos más muy aterrados.

T.A.I redobló la apuesta de Ramiro, porque ahora todos estaban en peligro.

¿O acaso está queriendo despistar?

La oficina de Pablo Ficader se llenó de inmediato con pedidos de ayuda y solicitando la presencia inmediata de Barrios en la escuela.

Damián no tardó en llegar. De hecho, no dejó de investigar el caso ni un segundo.

Con una gran destreza aplacadora y dando nota de su gran habilidad para manejar situaciones de tensión, el comisario logró calmar las aguas y hacer volver a los chicos hasta sus aulas para que continuaran con sus materias.

Pero aún le queda el eslabón mas fuerte: Ramiro. No le gustará nada escuchar que Damián no lo podrá proteger.

El comisario viajó hasta el hogar de los García Labia en su patrulla.

Tocó la puerta. Una gota de sudor cayó de su frente, señal de que a medida que pasaran las semanas, la temperatura solo seguiría aumentando.

Ramiro abrió la puerta. Se lo veía un poco desalineado, incómodo.

Damián ni quiso pensar que estaba haciendo, aunque no había que ser detective para darse cuenta.

-¿Puedo pasar? Tengo que discutir unas cosas con tus papás -dijo educadamente el comisario. Ramiro lo observó por un par de segundos con la mirada perdida, y luego le hizo un ademán para que entrara.

-Vas a tener que hablar conmigo. Está mi mamá, pero ella no anda muy bien -contestó. Damián notó los adornos navideños y entendió el problema.

-Siento mucho escuchar eso. ¿Qué es lo que tiene?

-Nadie sabe. Dicen que tiene una mezcla de esquizofrenia, demencia y Alzheimer, entre otras cosas. Pero no hay enfermedad que cubra los síntomas que ella tiene, y mirá que la vieron los mejores doctores. Están perdidos.

-¿Y no hay forma de tratarla? -preguntó compasivo.

-¡No! Se va a morir -gritó rompiendo en llanto. Damián lo abrazó con fuerza-. Todo está mal. Todo me sale mal. Mi vida es un desastre. Viniste a decirme que no me podés proteger solo a mí, ¿no?

-Tranquilo, viejo -dijo acariciando su cabeza-. Que no esté las veinticuatro horas acá no significa que no vaya a protegerte.

-Para terminar con mi increíblemente desastrosa vida, un asesino serial me va a matar.

-Ramiro, mirame -El adolescente levantó la vista-. No voy a dejar que te pase nada, ¿si? Te lo prometo.

-Gracias, Damián -respondió un poco más calmado. El comisario ya estaba por irse-. Ah, una cosa más.

-Decime.

-Me -bromeó el adolescente.

-¿Me estás jodiendo?

-Perdón, tenía que hacerlo. No sé si ya investigaste las personalidades, pero T.A.I tiene que ser el arquitecto. Y a Diego le cuadra perfecto.

Existe soledad en la cima y, los Arquitectos son uno de los tipos de personalidad más raros y más estratégicamente capaces.

Imaginativos pero decididos, ambiciosos pero reservados, increíblemente curiosos y grandes conservadores de energía.

¿Acaso esa personalidad pertenecerá a Diego?

Y una pregunta aún más preocupante, ¿acaso esa personalidad pertenecerá a T.A.I?

Damián tiene trabajo que hacer.

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