Tsunami
¡Hola a todos!
Me complace presentarles mi nuevo trabajo para el fandom de Kimetsu No Yaiba (Demon Slayer) estelarizando a la maravillosa pareja de Giyuu x Shinobu.
En esta ocasión, traigo un one shot que fue un maravilloso reto escribir, ya que es la primera vez que participo en un concurso y trabajo con una temática asignada y un deadline. Cuando vi el tema, sí sudé un poco frío pues jamás había trabajado con algo así (me tocó crear un one shot sobre celos primerizos). Sin embargo, he de decir que realmente me siento contenta con el resultado y espero que a todos ustedes también les guste el escrito. Como siempre, sus comentarios son más que bienvenidos y toda crítica constructiva.
Únicamente me gustaría recordarles que este es un fanfic, lo que significa que reflejará mi interpretación de cada uno de los personajes utilizados, sin que el contenido tenga que ser estrictamente canónico. No obstante, me he esforzado en ser lo más fiel posible a cada uno de los personajes que interactúan/participan en este One Shot.
Sin extenderme más, ¡espero lo disfruten!
Disclaimer: Ni Kimetsu No Yaiba ni sus personajes me pertenecen, son obra exclusiva de Koyoharu Gotoge, yo solo los uso para dar rienda suelta a mi imaginación.
Este One'Shot pertenece al concurso Mariposa Ahogada creado por Princess Saremi.
Los créditos de la portada son para Reika. Me encantaría poder compartir el link para que visiten su página y conozcan el resto de sus trabajos pero Wattpad no me lo permite.
TERCERA PARTE DE LA SERIE "THE BUTTERFLY AND THE SEA". PREVIA PARTE "TEMPESTAD"
______________________________________________
La noche había sido larga para la chica de ojos color glicinia, la misión fue sencilla pero la travesía de vuelta a casa resultó ser todo un reto. Una tormenta eléctrica había azotado la región, causando que varios árboles cayeran, bloqueando los caminos e inundando otras partes, obligándola a abrirse paso por zonas mucho más agrestes. Afortunadamente, gracias a sus extraordinarias habilidades y condición física, lo que pudo haber sido casi imposible para un ser humano común, probó ser sencillo para ella. No obstante, le había tomado más tiempo del planeado llegar a la sede a reportar el éxito de su encargo.
Oyakata-sama le había advertido que esta misión tenía el carácter de urgente y que ahora mismo, se encontraban un poco cortos de personal, por lo que le pidió que volviera lo antes posible. Habían llegado rumores de que en Nasushiobara podría encontrarse un demonio excepcionalmente fuerte, por lo que quizá sería necesario enviar al menos a dos Hashiras a aquel sitio para hacerse cargo de la situación. Aquello le había bastado a Shinobu para entender que su jefe pretendía enviarla también a aquel paraíso de aguas termales y por esa razón, había emprendido el retorno en cuanto terminó con su misión actual.
Para su desgracia, se encontró con todos aquellos imprevistos que la retrasaron, y como consecuencia, Oyakata-sama envió a los Hashiras disponibles: Kanroji Mitsuri y Tomioka Giyuu.
Ambos se encontraban apenas saliendo de la Mansión cuando se encontraron con la Hashira Insecto de frente.
— ¡Shinobu-chan! – exclamó la chica de exótico cabello - ¿qué haces aquí tan temprano? ¿estás regresando de una misión a estas horas? – preguntó, reflejando preocupación en su rostro.
La aludida no pudo responder al instante. Simplemente, las palabras se le atoraron en la garganta en cuanto ambos compañeros aparecieron frente a ella. Fue muy sencillo asumir qué es lo que había ocurrido. De forma sorpresiva, la escena le hizo sentir como si su corazón se hundiera.
«¿Por qué? ¿Por qué me afecta así el darme cuenta de que será Mitsuri la que acompañe a Tomioka-san a Nasushiobara y no otro de nuestros compañeros? O aún más, ¿por qué justamente él fue uno de los Hashiras disponibles? Si lo hubiese sabido, ¿habría apresurado aún más el paso durante el regreso? Para empezar... ¿qué hago preguntándome todo esto?»
Mitsuri continuaba observándola expectante, aunque en silencio. La violácea mirada de Shinobu se alternaba sutilmente entre ella y el esbelto e impasible hombre que permanecía de pie a un lado de la Hashira del Amor, aunque sin prestarle mucha atención a ninguna de las dos. Daba la impresión de que su azul mirada estaba divagando en otro sitio. La heredera de la Finca Mariposa sintió una punzada de ¿dolor? al percatarse que a él no parecía importarle su presencia.
— Así es, Mitsuri-san – respondió al fin, haciendo un esfuerzo para que su voz mantuviera ese tono suave y alegre de siempre – Oyakata-sama me pidió que volviera a la brevedad, por lo que tuve que viajar de noche – informó, forzando una leve sonrisa – Ustedes, ¿están saliendo a una misión? – preguntó, esperando quizá de manera ingenua, que la respuesta fuera negativa.
— Nos dirigimos a Nasushiobara – respondió su compañera, confirmando así sus temores – Oyakata-sama insistió en que no había tiempo que perder, de hecho, de no haber sido por la lluvia de anoche, habríamos partido desde entonces.
— Los caminos están bloqueados en algunas partes debido a la tormenta, les sugiero que tengan mucha precaución – dijo Shinobu intentando ocultar su ligera molestia al pensar que todo el esfuerzo que puso para regresar a la brevedad había sido en vano.
— ¡Lo haremos! No te preocupes, Shinobu-chan – agradeció Mitsuri con dulzura – ¡Tuve tanta suerte! Apenas sí logré volver ayer por la noche antes de que comenzara la tempestad... – sus palabras se vieron interrumpidas cuando los primeros rayos de sol le dejaron ver mejor la condición de su colega – ¡Cielos, pero si estás llena de hojarasca y lodo! – exclamó, llevándose la mano a la boca en señal de sorpresa.
— Ara~ no es nada, estoy bien – respondió la Hashira Insecto, esforzándose por combatir la vergüenza que amenazaba con colorear sus mejillas.
«¡Mitsuri-san! ¿Era realmente necesario hacer énfasis en eso enfrente de él?»
— ¡Si tú lo dices! – Mitsuri le regaló una cálida sonrisa a su amiga como muestra de que le creía y acto seguido, se acercó a ella para susurrarle algo en el oído, era claro que no deseaba que su acompañante la escuchara – Shinobu-chan, no tienes nada de qué preocuparte, cuidaré muy bien de este hombre tan lindo.
Para la aludida fue difícil descifrar en qué sentido había dicho tal cosa su compañera, pero escuchar tal aseveración la sumió de nueva cuenta en un velado y extraño nerviosismo que empezó a recorrer su cuerpo. Sin percatarse, mientras Mitsuri le hablaba en secreto, Shinobu había abierto sus ojos en sorpresa, misma que intentó ocultar de inmediato al notar que Tomioka volteaba a mirarlas con un deje de curiosidad reflejado en su rostro.
Cuando la Hashira del Amor se apartó de la joven mariposa no esperó por ninguna respuesta, sino que solo le obsequió un guiño que a Shinobu le pareció muy sospechoso y a continuación, siguió hablando con toda la naturalidad del mundo para despedirse.
- Discúlpanos, pero no hay más tiempo que perder, ¡vamos, Tomioka-san! – dijo, al tiempo que lo tomaba del brazo.
Este gesto tomó por sorpresa a ambos, pero ninguno dijo nada. Giyuu no se quejó en absoluto y solo se limitó en obedecer y comenzar a caminar con su compañera, dejando atrás a una pasmada Shinobu.
Ella permaneció observándolos durante unos cuantos instantes, como si intentara comprender por qué, al ver lo que su amiga hizo, su corazón había dado un violento vuelco, sintiendo cómo esa ira que siempre llevaba consigo parecía activarse, aunque de una forma diferente y totalmente nueva.
Estando ya a unos metros de distancia, Giyuu por fin se dio por vencido y miró hacia atrás discretamente. Deseaba comprobar que su intuición no le mentía y que, esa sensación de una mirada clavada en su espalda era justificada. Y en efecto, la Hashira Insecto aún estaba ahí de pie, mirándolos partir con una expresión extraña.
«¿Qué es lo que te está incomodando, Kochou? Ojalá lo supiera...»
Giyuu volvió su mirada hacia el frente para continuar su camino, aunque una parte de sus pensamientos se quedó varada con la mariposa que sin importar si estaba llena de hojarasca, lluvia y lodo, seguía viéndose preciosa.
...
Esta era la primera vez en mucho tiempo que sentía los pies pesados, no solamente cansados, al grado de que era casi un suplicio dar un solo paso. Ella sabía muy bien que no todo se debía a su accidentada travesía de la noche, sino que lo que ocurrió a la puerta de la sede tenía mucho más que ver con esa sensación de desgano y fatiga general.
«¿Qué me está pasando?»
Se repetía la joven de ojos violeta ante la constante sensación de inquietud y frustración que sentía y que –a estas alturas– comenzaba a ahogarla.
Después de reportar el éxito de su encargo a Oyakata-sama, él le autorizó descansar por el resto del día, además de pedirle que estuviera lista y disponible pues, aunque esperaba que la misión de Mitsuri y Giyuu no se complicara, debían estar preparados en caso de que necesitaran atención médica urgente al volver de Nasushiobara.
Shinobu se despidió con una reverencia de su líder y se encaminó de vuelta a la Finca Mariposa, donde lo primero que haría, sería darse un baño caliente. Sus músculos ahora sí comenzaban a protestar, complicándole de más el corto viaje hacia su hogar.
«Necesito estar sola, no puedo permitir que me vean así»
Ella estaba consciente de que su ánimo estaba afectado y –haciendo un ejercicio de honestidad– se había visto obligada a aceptar que únicamente el recordar a su querida hermana Kanae, le hacía sentir con la necesidad de encerrarse ante el miedo de no ser capaz de mantener su careta de eterna alegría y tranquilidad. Sin embargo, pensar en lo que ocurrió esa mañana estaba logrando inquietarla lo suficiente como para recurrir al aislamiento.
Al llegar, su fiel ayudante Aoi la recibió lista para atenderla. Para la joven de dos coletas fue complicado esconder su impresión al ver el estado de su benefactora: restos de lodo seco llenando sus pies hasta llegar a sus tobillos, hojas pegadas a su cabello que usualmente estaba perfectamente peinado y su haori aun chorreando unas gotas de lluvia.
— Bienvenida, Shinobu-sama – saludó ofreciéndole una respetuosa reverencia.
— Muchas gracias, Aoi – respondió ella con su dulce voz, intentando tranquilizarla, pues conociéndola, sabía que su protégé estaba preocupada por haber permitido que la sorpresa se reflejara en su cara – estoy muy cansada, por favor, necesito que me preparen un baño caliente.
— Enseguida, Shinobu-sama – dijo Aoi retirándose de inmediato a encargarse de la petición de su superior.
Una vez que todo estuvo preparado, Shinobu se dirigió sin dilación al cuarto de baño. Su adolorido cuerpo le gritaba que necesitaba ese momento de relajación y depuración con urgencia, además de que le daba el pretexto perfecto para gozar de la privacidad que tanta falta le hacía.
Con desgano, la joven se despojó de sus ropas, colocándolas en un cesto, a excepción de su preciado Haori. Sus ayudantes sabían que esa prenda recibía siempre un cuidado especial por parte de la dueña de la Finca.
Cuando estuvo totalmente desnuda, se introdujo en el cálido líquido, sintiendo de inmediato cómo el alivio se transmitía desde sus pies hasta su cabeza.
Fue hasta entonces que la Hashira se permitió soltar un largo y profundo suspiro, que se sintió como si hubiese estado conteniendo el aliento por un buen rato. Y es que, de alguna manera, se podría decir que así había sido. Solo que, en vez de aguantar su respiración, había estado luchando por dominar sus emociones.
«No puedo creer que sea tan débil como para que algo tan trivial me esté fastidiando tanto. Ni siquiera debería ser importante para mí. No me incumbe en absoluto lo que Tomioka-san haga o deje de hacer. Y sin embargo...»
Shinobu se mordió levemente su labio inferior como si intentara silenciar sus propios pensamientos. Era inútil fingir que desconocía la razón detrás de su desazón, cuando bien sabía que se debía a una persona en específico. A un hombre. A un compañero. El Hashira del Agua: Tomioka Giyuu.
La menuda mujer cerró sus ojos, su mente no dejaba de dar vueltas, al igual que su corazón. En su pecho sentía una constante opresión, una especie de dolor que era nuevo para ella y que, bien lo sabía, no se debía a ninguna enfermedad o incapacidad física.
No... esto era diferente. Algo que nacía de la profundidad de su ser, de su alma, de su fuero interno y que le empezaba a carcomer. ¿Por qué verlo con ella le había afectado tanto?
Mitsuri era su amiga y la apreciaba muchísimo, pero conocía muy bien su personalidad emocional y en ocasiones, algo impulsiva. Sin olvidar, por supuesto, la razón por la que ella se había enrolado a la Corporación. ¿Qué había significado lo que ella le había dicho? ¿Acaso le estaba advirtiendo que coquetearía con Tomioka-san? ¿Sería capaz Mitsuri de hacer algo así? Al final de cuentas, la Hashira del Amor se había ganado el título por una buena razón...
Negó sutilmente con la cabeza, como queriendo sacudirse esas ideas absurdas. No obstante, realmente le costaba trabajo creer que su colega solo sentía compasión por el melancólico hombre –aunque claro– esa también era una opción. Pero si era así, ¿por qué lo había tomado del brazo? Lejos estaba de imaginarse que –en realidad– su querida amiga le estaba ayudando a confrontarse.
La sensación de frustración que la había estado acompañando hasta este momento no hacía más que crecer. Shinobu tenía tantas preguntas y tan poca claridad que esto ya se había convertido en una auténtica molestia. Y lo que más le incomodaba era no saber exactamente cómo definir sus propias emociones.
La imagen del rostro del Hashira se formó en sus pensamientos. Su oscuro cabello, tan negro como las alas de un cuervo, su piel blanca, sus profundos ojos azules, de ese tono que le recordaba al mar abierto en total calma, sus finas facciones, sus discretos, pero interesantes labios, su orgulloso mentón...
Shinobu apretó sus párpados en un vano intento de alejarlo de su cabeza. Su ritmo cardiaco y su respiración se habían agitado sin que ella se percatara mientras recreaba el aspecto de aquel hombre.
Una risilla irónica escapó de su garganta al caer en cuenta que su cuerpo se encontraba rodeado por completo de agua, el elemento representativo del causante de su aflicción. ¿Cómo escapar de esa prisión cuando era tan difícil evadir un factor tan vital para la subsistencia del ser humano? El agua estaba presente por todas partes, en cualquiera de sus formas. Y en su particular caso, el agua incluso había inundado por completo su mente y corazón, causando estragos significativos...
La delicada sensación del líquido rozando cada parte de su piel le produjo espasmos. Aun con sus ojos cerrados, una serie de atrevidas ideas cruzaron violentamente su cerebro: el fluido transmutándose en una forma reconocible, parecida a un par de largas y varoniles manos, que recorrían con sutileza, pero al mismo tiempo, avidez, el camino que conducía desde su cuello hasta su espalda baja sin detenerse ante nada, paseando por sus piernas y llegando hasta sus pies.
— T-Tomioka-san... – dejó escapar inconscientemente, con un hilo de agitada voz.
Shinobu abrió los ojos de súbito, abochornada e irritada en cuanto se escuchó pronunciar ese nombre. Podía sentir claramente cómo el calor aumentaba en su rostro y en un esfuerzo de ocultar su vergüenza, adoptó una posición de ovillo, abrazando sus rodillas y descansando su frente sobre ellas.
Tan solo imaginar qué habría ocurrido si se hubiese permitido este desliz frente a alguien más le aterraba. No, nadie, mucho menos él, podía saber lo que ella realmente sentía, lo que pensaba, lo que deseaba...
Estando así, en un estado vulnerable, finalmente se permitió dejarse ir y aceptar –de una vez por todas– la realidad: Tomioka-san le gustaba, le gustaba demasiado para su propio bien y no soportaba la idea de verlo con alguien más, mucho menos, con una persona tan querida para ella como Mitsuri. Le fastidiaba pensar en que ella ahora se encontraba viajando a su lado, disfrutando de su presencia, llenando su quinto sentido de su masculina fragancia, deleitándose la pupila con su perfecto perfil o teniendo el placer de escuchar de vez en cuando esa profunda voz que adoraba tanto.
Detestaba con todas sus fuerzas imaginarse que Mitsuri podría tener más suerte con él, que regresaran de esa misión siendo confidentes o al menos, desarrollando una amistad en forma, algo que ella se había esforzado en lograr durante todas las veces que habían coincidido pero que –hasta el momento– parecía no conseguir.
Por otro lado, ese gesto que había tenido con él, de tomarlo del brazo justo frente a ella, realmente le causaba una molestia casi enfermiza. Y esta no era la primera vez que lo sentía. Si hacía un poco de memoria, todo había comenzado desde aquella ocasión que atendió las heridas de Tomioka-san, examinando con cuidado y especial atención cada parte de su pecho desnudo.
Sí, fue ese día, en ese instante, que despertó en su interior esa ansia, esa necesidad y ese celo por él. Nadie mas que ella podía disfrutar de ese perfecto paraíso e imaginarse que quizá Mitsuri llegaría a tener la oportunidad de echarle un vistazo por alguna situación extraordinaria, la trastornaba.
Una súbita oleada de culpa atacó a la joven. Se preguntó: ¿qué derecho tenía de sentir celos por Tomioka-san? Ellos no tenían ninguna relación significativa más allá de ser aliados. Además, para su desgracia, él no le había dado señal alguna de que tuviera un interés adicional en ella. Lo sabía muy bien y aunque se esforzaba por disimular que no le afectaba, en realidad era todo lo contrario. Su anhelo más grande era poder llamar su atención y hacerle ver lo mucho que le atraía.
Un nuevo suspiro lleno de melancolía se escapó de entre sus delgados labios al recordar que no tenía tiempo para enamorarse. Si todo lo que planeaba se hacía realidad, no le quedaba mucho tiempo en esta Tierra. No sería capaz de vivir lo suficiente para tener una vida normal, casarse, tener una familia y envejecer al lado de alguien. Se repitió a si misma su mantra interno: no perdería de vista su verdadero objetivo de vengar la muerte de Kanae. No podía fallar a esa promesa con su hermana ni consigo misma. Era pues, un error y un acto de egoísmo puro el arrastrar a Tomioka-san a una relación con ella solo para que pudiera darse el placer de amar durante un corto tiempo.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, difícil decir si por el rumbo que había tomado su tren de pensamientos o porque el agua comenzaba a enfriarse, haciéndole saber que era el momento de terminar. Quizá un poco de ambas. Y aunque aún sentía el corazón apesadumbrado, al menos sus músculos habían logrado relajarse lo suficiente como para comenzar a sentirse somnolienta.
Obedecería la orden de Oyakata-sama y descansaría todo lo que restaba el día. No se sentía con ánimos de atender ningún asunto relativo a la Finca, sabía que Aoi y Kanao podían lidiar con cualquier emergencia tan bien o incluso mejor que ella. Esperaba que al dormir pudiera apartar –al menos por unas horas– a ese tsunami en forma de hombre de su mente. Nunca antes el poder conciliar el sueño había sido tan atractivo.
...
Una tenue y pálida luz colándose por su ventana la despertó. No estaba consciente de cuán cansada estaba hasta que puso la cabeza sobre la almohada y se perdió de inmediato. Tampoco tenía idea de cuantas horas había dormido, pero le habían parecido tan solo unos minutos. Se removió un poco entre sus sábanas, sintiendo un tenue dolor muscular en sus piernas y espalda. La medicina que había tomado definitivamente funcionó, pero quizá necesitaba aumentar la dosis.
Su estómago gruñó un poco, haciéndole saber que era necesario alimentarse. Haciendo memoria, tenía algo más de un día que no probaba bocado. Con desgano y pereza hizo el esfuerzo por levantarse, aún sentía que podía dormir toda la noche si así se le permitiera. Afortunadamente, al menos por hoy, se podría dar ese gusto.
Luchando por acostumbrarse a la sutil iluminación, encontró su kimono y se cubrió con él antes de salir a solicitar sustento. No obstante, algo la detuvo por un instante. Como si de una polilla se tratase, se sintió extrañamente atraída por la luna llena que bañaba con sus rayos de plata aquellas tierras. Era una vista encantadora, que actuaba como un bálsamo para su conflictuada alma.
Instantáneamente, sus pensamientos viajaron miles de kilómetros de distancia al este, rumbo a Nasushiobara, donde en esos mismos momentos, Giyuu y Mitsuri luchaban violentamente contra un formidable enemigo.
— Tomioka-san, hoy la luna está preciosa... Por favor, sobrevive esta noche también y regresa a mí. Jamás te perdonaré si no lo haces.
________________________________________
CONCLUYE TERCERA PARTE DE LA SERIE "THE BUTTERFLY AND THE SEA". CONTINÚA EN "EN LOS BRAZOS DEL MAR"
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top