[ XVIII ]
" Dejar ir significa darse cuenta de que algunas personas son parte de tu historia, pero no parte de tu destino."
- Steve Maraboli.
S O U L M A T E
PT. 2
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Conocí a Shirai Kenja bajo la luz de una luna llena de Agosto, se veía tan frágil, pacífica y tierna, aunque de lo primero me equivocaba. No fue amor a primera vista si es lo que piensas, apenas y podía comprender lo que eran ese tipo de sentimientos, pero estaría mintiendo si dijera que no despertó mi curiosidad desde que se acercó a mí la primera vez con una sonrisa tan ancha y sincera que me estremeció el corazón.
Yo no podía saber lo que era amar cuando ni siquiera podía verme en un espejo sin imaginar las manos de todos los hombres que tocaron cada centímetro de mi cuerpo, pero ella...
Kenja nunca tuvo temor de arriesgarse por mí, me amó como nadie a pesar que sabía las secuelas que mi vida tenía en mi, por ejemplo las incontables veces en las que me desperté gritando a media noche con un ataque de ansiedad entre lágrimas, ella se escapaba de casa para quedarse conmigo y así poder calmarme, o esas veces en las que la abstinencia a la droga que por años trabajé me dejaba babeando en el suelo.
Pero ella tampoco sabía lo que era tener límites, y yo me volví tan adicta al mundo de sangre donde crecí que ni el cariño incondicional de todos los que me rodeaban me lograron sacar de ahí, solo un golpe por parte de la vida me haría recapacitar sobre lo que hacía.
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▪︎ Diciembre 10, 2004.
— Entonces ¿se llama Chifuyu?, parece un buen chico. — La chica de cabellos largos y azabache caminaba despacio al lado de sus amigos mientras comía una crepa que Aria había comprado para ella.
— ¡Y lo es!, un día de estos te lo presentare, te caerá bien Kenja. — Keisuke se veía emocionado, había conocido a este chico rubio recientemente y para nadie era secreto que habían congeniado muy bien, al punto de inclusive llevarlo a formar parte de su preciada división como vice-capitán.
— No lo dudo, ¿tú qué opinas del chico?, Mimi. — El rubio desde su estancia sobre la espalda de la pobre alma que decidió cargarlo esa tarde, hizo un gesto pensativo.
— La verdad si es un buen chico, igual lo que importa es que al fin llegó alguien lo suficientemente ingenuo para seguirle la corriente a este animal. — Baji sabiendo con obviedad de quien hablaba sacó su dedo medio para el chico. Este junto a la pelinegra solo rieron.
— ¿Y tú qué dices Danny? — Pero absorta de todo, la castaña en ese momento tenía la mirada perdida en la calle, de no ser por el golpe en su cabeza por parte de Mikey que iba en su espalda muy probablemente los seguiría ignorando.
— ¡Hey! ¡¿qué te pasa?! — Reclamó la castaña volviendo en sí.
— No contestabas, pareciera que no estás aquí. — Interfirió Baji haciendo una mueca extraña.
— Digo, sabemos que estás enamorada pero no es para que nos ignores. — Sus manos se deslizaron entre las piernas del rubio antes de dejarlo caer de su espalda directo al asfalto. — ¡Oye! — Los otros dos se rieron puesto que esto pasaba cada vez que Manjiro soltaba algún argumento en su contra tomandose de cosas por ese estilo, Aria solo le decía que estaba ardido por que nunca correspondió sus coqueteos.
— Te la ganas. En fin, ¿qué me estaban preguntando? — La risa de los otros dos se desvaneció y se vieron entre sí antes de continuar.
— Hablábamos sobre el nuevo amigo de Kei, Chifuyu. — Contestó Kenja como si dudara al decir sus palabras.
— Ah, no lo conozco muy bien, pero se ve buena persona. — Había charlado con brevedad con el chico cuando ingresó a ToMan, no le había dado mucha importancia por la misma razón, era un proceso que repetía con todos los nuevos, sin embargo pudo notar en la cara de sus amigos y pareja que había algo más. — ¿Todo en orden? —
— Nosotros deberíamos preguntarte eso, ¿está todo bien? llevas días en las nubes. — La expresión de Baji era confusa, la mente de Aria se congeló un momento. ¿Estaba siendo tan evidente?
— No me pasa nada. Debo irme por cierto. — Y de nuevo escapaba, como cada vez que alguien le cuestionaba. Tomó la mochila de entre las manos de Keisuke y con un corto movimiento de cabeza se despidió de los tres antes de continuar su camino por otra dirección.
— Lleva tiempo así. — La única voz femenina entre ellos llamó su atención. — Se escapa de casa por la noche, cree que no me doy cuenta pero vuelve con golpes y heridas siempre; el frasco de ansiolíticos que el médico le recetó para la abstinencia está casi completo pero ella se ve perfectamente bien como si no le hicieran falta... no tengo idea de que hace pero me preocupa, oculta algo muy serio pero tampoco quiere hablar. —
Los chicos se miraron entre ellos mientras intentaban recapitular actitudes extrañas que hubieran notado pero no lo lograban, realmente debían ser detalles muy pequeños que solo viviendo pegado a su lado podrían notar, como lo hacía Kenja.
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No quisiera decir que tienes suerte de poder viajar en el tiempo por que sé que es una gran responsabilidad, pero dios, quisiera poder haber golpeado a mi yo de ese tiempo y hacer que dejara todo lo que hacía, nada valía lo que perdí.
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— Llegas tarde, preciosa. —
— O cierras la boca por tu cuenta o te la cierro yo imbécil. — La chaqueta roja se deslizaba desde sus hombros hasta caer en la silla consumida por la humedad y los años tras ella, tan gastada y lúgubre como el lugar en el que se encontraba.
— Escucha bonita. — Una mano pesada y callosa reposó en su cintura desnuda haciendo que de inmediato su instinto se activara dispuesto a atacar, pero el filo de una navaja contra su cuello le hizo calmarse. — Tu fuiste la que vino hasta aquí a pagar deudas, da gracias que puedes pelear, pero eso no te pone en posición de hablarnos como quieras. — Su mano se movía palpando la piel bronceada y firme, tersa al tacto cruzando el abdomen levemente marcado. La respiración se le cortaba y sus ojos picaban, Aria quería asesinarlo. — Vas a salir a pelear y ganar que han apostado mucho por ti ahora. — De repente la navaja se alejó y dos pastillas fueron puestas en su lengua a la fuerza para que continuo a esto su mandíbula fuera forzada a cerrarse y que así las pastillas fueran consumidas. — Traga que no quiero que te vuelva a dar otro estúpido ataque a media contienda. —
La silla donde reposaba su chaqueta fue quien la recibió cuando dejó de ser sostenida por aquellos brazos fornidos y grasosos que habían marcado su consciencia con algo más que un simple rechazo hacía sí misma.
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Sé que vine al mundo con una soga en el cuello, pero soy consciente que fui yo quien la convirtió en una cadena muy pesada en mi búsqueda inutil por una libertad que con el paso del tiempo se volvió cada vez más ambigua.
A veces intento justificar lo que hice diciendo que no había otra forma para poder sobrevivir, pero al final ¿qué más dan las excusas si el daño ya está hecho? y no es más que las consecuencias de mis acciones.
Todo comenzó conmigo queriendo privilegios dentro de la celda del grupo Meiji, al menos una navaja para poder defenderme o alguna noche en la que me dejaran dormir afuera para poder descansar de verdad, todo eso me lo ganaba con mi piel y un par de toqueteos, luego cuando comencé a vender la mercancía todo se volvió más tedioso.
Más de alguna vez perdí la mercancía por diferentes motivos, el problema es que sabía que habría consecuencias si no regresaba el dinero o las misma droga de regreso, entonces se me ocurrió la brillante idea de trabajar para este grupo independiente; era pequeño, sin mucho poder, lo vi como la oportunidad perfecta para poder alivianar mi preocupación cuando lo único que logré fue crear una deuda enorme con ellos.
Cuando me libre del grupo Meiji asistí a terapia con una psiquiatra del hospital que tomó mi caso, los años entre droga, abuso y peleas me generan adicción no solo a las sustancias como tal, sino más bien a ese estilo de vida, mi cuerpo reaccionaba con violencia a pequeños estímulos ya que perdió ese incentivo constante que lo hacía mantenerse alerta en cada momento, y al inicio pensé que lograría controlarlo e iría mejorando con el tiempo, pero todo cambió el día que ataque a Mikey de noche al no lograr reconocerlo, como si fuera un jodido animal.
Así que en lugar de buscar algún trabajo normal para pagar mis deudas volví a meterme en el mismo agujero de alimañas para solventar cuentas y a la vez deshacerme de la insaciable necesidad que ahora cargaba conmigo.
Creo que mi lamento más grande es que ella me lo dijo y yo no la escuché hasta que su voz había desaparecido...
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▪︎ Diciembre 21, 2004. 03:37 h.
— Felicidades caperucita, llegaste a la mitad de la deuda con lo de hoy. — Aria intentaba regular su respiración desde su estancia apoyada contra la pared en un intento de mantenerse en pie, no podía permitirse quedar inconsciente en un sitio como ese. — Aunque pudiste hacer más, pero supongo que le pido demasiado a alguien como tu, ¿los Haitani son mucho para ti, preciosa? —
— Fue un maldito empate y ya tienes tu mugroso dinero, ahora me voy. — Las risas enfermizas se escuchaban por todo el callejón mientras con esfuerzo la castaña avanzaba rozando la pared para evitar caerse, había sido un encuentro difícil el de esa noche, al menos agradecia que dentro del ring nadie sospechara sobre su género o más bien, que les diera igual, así eso no trascendía a problemas que pudieran perjudicar a la ToMan.
La luna observaba, oscura y fría como la recordaba en las noches solitarias, anhelando que pronto volviera a iluminarse para sonreírle con una sorpresa, una buena noticia, pero eso parecía imposible.
— Hola Bucky... — El pequeño perro blanco lanzó un suave llanto contra la pierna de su ama en señal de tristeza cuando la castaña llegó frente a la puerta de su cuarto de renta, Aria sabía que le dolía verla mal. — Estoy bien pequeño, no tienes por qué llorar. — Unas caricias suave detrás de las orejas hicieron al animalito relajarse. — Te iré a dejar con Shira por la mañana, te puede pasar algo aquí, es peligroso. —
Sacó sus llaves y con dos vueltas a la cerradura de la puerta esta se abrió dejando a ambos pasar al interior, todo estaba oscuro y silencioso aunque al menos ahí hacía algo de calor en comparación al frío espantoso que Diciembre plantaba en Tokyo.
— Ven, vamos a comer. — A paso lento caminó hasta la cocina y encendió la luz para poder servirle un poco de comida a Bucky y cereal para ella, no era como si tuviera el ánimo o las fuerzas para preparar algo más.
— Deja, yo lo hago. — Una voz seria llamó su atención a sus espaldas, ahí encontró a Kenja con su largo cabello recogido en un moño alto y una de sus sudaderas oversize abrigandola.
— Shira... — La pelinegra ignoró el llamado y se acercó hasta tomarla del brazo para arrastrarla al sofá que había en la pequeña sala. — Kenja yo- —
— Te daré algo de comer primero y luego hablamos de esto. —
Ni una palabra más hizo falta antes que en un profundo silencio cada una siguiera en lo suyo. Bucky se recostó en la cama improvisada que Aria había hecho con una caja y ropa vieja en la esquina de la pequeña sala.
Quince minutos después Kenja había vuelto poniendo un plato con crepas espolvoreadas con sugar glass en la mesa ratona frente al sofá acompañado de dos tazas con chocolate caliente. Aria sonrió, aunque Kenja se viera molesta le estaba consintiendo.
— Hay más chocolate. Comienza a comer, iré a buscar el botiquín. — Aria no respondió más allá de un leve asentimiento de cabeza antes de que la pelinegra entrara a su habitación en busca de la pequeña maletita ya acostumbrada a usar.
Llegando un cuarto antes de las cinco de la mañana lo único que se escuchaba en el apartamento eran los leves quejidos de la castaña cuando Kenja terminaba por cubrir la última herida en su frente, al finalizar dejo un suave beso en la frente contraria y tomo de sus mejillas para verla al rostro.
Los ojos que normalmente brillaban como la plata se veían tristes e inyectados en preocupación, Aria podía ver su reflejo en ellos y entendía el porqué de sus sentimientos.
—Shira- —
— ¿Qué demonios has estado haciendo? — Una lágrima brilló como cristal al reflejo de la luna sobre la pálida mejilla de Kenja. — Sí sé que piensas que nadie lo nota pero al diablo, soy yo, te conozco mejor que nadie, estás distraída todo el tiempo, tus medicamentos parecen adornos a este punto, eres un asco para maquillarte y se perfectamente las ojeras que te cargas por que no duermes nada, te duele que te abracen por que estas llena de golpes y heridas, aún cuando te quedas en mi casa te escapas cuando crees que ya me dormí, le mientes a Keisuke diciendo que entrenas demasiado con Jacob y por eso estas tan demacrada, pero no, nada de eso es cierto, así que dime de una vez. ¿Qué demonios has estado haciendo? —
Touché.
La remota idea de mentirle no era ni siquiera considerable, Aria podría haber crecido e inclusive sido entrenada para mentir muy bien, pero jamás pudiera mentirle a la gente que ama, sobre todo a Shirai Kenja, pero, ¿contarle la verdad?
— Shira, yo... — Negro y gris, por primera vez Aria se fijo en el contraste de sus ojos como algo ajeno, sintiendo que había algo sin encajar entre dos piezas que intentaban unirse. — No puedo involucrarte, son temas míos, pero estoy bien, solo me estoy tardando en resolverlo... — Decir una verdad a medias no podía ser tan malo.
O al menos eso pensaba.
— ¿Y qué esperas para acabar?, ¿dejarme sin mi otra mitad? — Y el sonido del cristal estallando en lágrimas contra su corazón le dejó estática. — ¿Cuando vas a entender que te amo y no quiero perderte? — Las manos que hasta ahora acunaban sus mejillas pasaron rodear su cuello para acortar la distancia entre ambas y así esconder su dolor en el cuello de la castaña. — Casi te pierdo una vez y desde entonces entendí que no puedo callar lo que siento toda la vida, ¿qué tal si hablando podemos arreglar algo? o ¿qué tal si es la última oportunidad para decir algo crucial?, no, me niego a que me dejes, yo... yo no podría sin ti... —
Con la estaca apuñalando su corazón devolvió el abrazo apegando a Kenja a sí misma, ¿que podía decirle? sabía que se metería en problemas por ella si le contaba la situación y, así como Kenja no quería perderla, Aria se negaba a lo mismo, daba igual si eso implicaba arriesgar todo de sí para hacerlo.
— Te prometo que acabaré con esto lo antes posible, no me pasará nada ¿si?, voy a estar bien... mientras sigas conmigo todo va a estar bien... —
El silencio volvió a reinar durante un largo rato siendo mimetizado únicamente por los sollozos ahogados que Kenja soltaba, pero poco a poco estos se fueron apaciguando hasta ser casi nulos.
—... Danny. — Finalmente volvió a dirigirse a ella.
— ¿Si linda? —
— ¿Estarás libre para navidad? — El cambio de tema tan drástico le dejó en blanco.
— ¿Eh? —
— Jacob y tú pueden venir a pasar navidad con nosotros, ya sabes, familia... quizás al fin le pueda decir a mis papás que no eres simplemente mi mejor amiga. — Una risa inocente cubrió la sala mientras la pelinegra se despegaba de Aria con una sonrisa, misma que le fue contagiada.
— ¿Tan rápido quieres arriesgarte?, no me van a dejar volver a entrar a tu casa, tu mamá va a enloquecer. — Ella se elevó de hombros mientras la castaña seguía riendo.
— Me da igual lo que digan, no es como que me fueran a separar de ti. — Aria le veía con ternura olvidando por completo cualquier situación que atormentara su subconsciente, solo Shirai Kenja tenía ese don. — ¿Qué dices?, ¿si vienes? —
— ¿Me vas a obligar a usar un kimono? — Ella asintió. — Entonces no. —
— ¡Hey no, no seas así, al menos una vez al año, por favoooor! —
— Nop. No me vas a convencer. —
— ¿Y si te preparo un pie de limón para la cena? — Insistió y la castaña por un momento pareció dudar haciendo que los ojitos grises brillaran con esperanza.
— ¿Aún tengo que usar el kimono? —
— Si. —
— Entonces la respuesta sigue siendo no. —
— ¡Ariaaaaaa! — Entre risas ambas vieron el amanecer del veintiuno de diciembre, soleado, cálido y con un aura de paz, sin saber que sería la última vez que compartirían una taza de chocolate caliente como si el resto del mundo no existiera.
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Me pondría el jodido kimono las veces que hicieran falta si eso significara poder ver su sonrisa una vez más, puedo jurarte que el dicho "nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes" jamás cobró tanto sentido como en esa maldita noche...
Sé que no solo los altos mandos de ToMan saben lo que pasó esa noche, muchísima gente del bajo mundo se enteró, pero la historia tiene muchas versiones y la realidad es que yo no estaba afiliada a ningunos narcos, yo ni siquiera los conocía hasta esa noche y me da rabia saber que unos cualquiera sin rostro fueron los que se llevaron una parte de mi.
Fue exactamente ese día luego de la conversación con Kenja que busque al grupo con el que tenía la deuda, sabía que aún les debía, pero era consciente que a la larga si continuaba así pondría en riesgo a mis amigos, mi familia... así que aunque me costara soltar todo debía buscar otra forma, si quería su bien.
Sabía que era muy bueno para ser verdad cuando me dijeron que aceptaban mi trato con una pequeña condición, por que cuando ellos hablaban de cosas pequeñas terminaban conmigo yéndole a robar un lote entero de cocaína a un grupo de narcotraficantes que comenzaba a posicionarse bien en la red.
Ni todos los años en los que había vivido en miseria fueron suficientes para hacerme entender en mi desesperación que lo que hacía solo me llevaría a obtener consecuencias irreparables.
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▪︎ Diciembre 23, 2004. 02:18 h.
El estruendo metálico de los contenedores de basura hicieron a los perros comenzar a ladrar con fuerza, pudiendo escuchar al fondo inclusive las quejas de algunos vecinos. La nieve acumulada sobre estos cayó en su cabeza mojando su cabello y haciendo arder la herida que días atrás Kenja se había encargado de curar.
— Esto no era parte del trato... — La voz rasposa por el frío y el cansancio parecía que iba a cortarse en cualquier momento, escupió a un lado para deshacerse del sabor metálico en su boca tiñendo el suelo blanco de rojo antes de ponerse de nuevo en guardia.
— No, pero es divertido. Igual anímate, es solo una despedida antes de que te largues para siempre. — Aria se disponía a atacar una vez más, pero eran seis y el robo al otro grupo le había dejado mal. Golpeó al primero que venía por delante, se recompuso de inmediato antes de alejar a otros dos que venían a su derecha con un golpe y una patada, pero sus instintos comenzaban a fallarle, había sido una noche muy larga, lo suficiente como para no notar cuando otros dos tipos le tomaron de los brazos para inmovilizarle. — ¿Te cansaste?, ¿prefieres despedirte de otra forma, preciosa? —
De nuevo sintió las grotescas manos subir por su cintura debajo de la sudadera, de inmediato luchó para poder soltarse pero sus piernas también estaban siendo retenidas.
— Sigue con esto y va a ser lo último que hagas. — Su voz salió lo más neutral que su situación se lo permitía, no podía rendirse tan fácil, pero estaba débil y eso le causaba arcadas por la risa al contrario.
— Y dime ¿tú me lo vas a impedir? —
— Sueltala o yo te haré averiguarlo. —
Una voz profunda y tétrica emergió de la oscuridad del callejón que los rodeaba, los hombres solo pusieron una mueca de disgusto.
— ¿Ah sí?, ¿tú y cuantos más? — Respondió con altanería el que era su líder.
— Depende, ¿a cuantos de tus hombres quieres muertos? — La melena azabache siendo recogida en una coleta alta, el dragón negro resaltando a la luz del unico poste que pispileaba queriendo apagarse, el tronar de los nudillos gruesos, los pesados pasos de un hermano mayor molesto y la penetrante mirada vacía y oscura de su lider. Baji, Draken, Pah, Mitsuya y Mikey habían llegado a la escena sin perder un solo minuto más en comenzar a deshacerse de los tipos que hasta hace un momento acababan con la poca resistencia que le quedaba a Aria.
— Chicos... —
— ¡Danny! — Tras hacerle una llave a uno de los tipos y darle el golpe de gracia a uno que Baji sujetaba, Shirai Kenja llegó hasta los brazos de su novia. Aria estaba atónita cuando la recibió con su cabello trenzado usando la chaqueta provisional de ToMan que Mitsuya le había confeccionado como algo simbólico debido a que su familia enloquecería si formara parte de la pandilla, aún si tuviera todo el material para hacerlo. — ¡Dios mío! ¿donde te golpearon?, ¿te hirieron? —
— ¿Qué hacen aquí...? — Su mirada se desviaba a ver a sus amigos acabando con el grupo uno a uno.
— ¿De verdad pensabas que no me iba a preocupar si de nuevo salías en la noche como si nada? confío en ti pero no en tu capacidad para evadir riesgos y menos mal que te encontré. — Con cuidado levantó la sudadera roja para observar su abdomen donde una mancha violácea y verde se extendía oscureciendo el costado izquierdo. — Demonios... ¿y querías que me mantuviera al margen? — Aria solo acertó a bajar la mirada cuando sintió a la pelinegra ayudarla a levantarse.
Fue menos de una hora la que les tomó dejar a varios noqueados, ¿el resto? no se volvería a saber de ellos luego de que desaparecieran huyendo.
Siete chicos iban de regreso haciendo que el motor de sus motocicletas irrumpieran con el silencio de las calles nocturnas de Tokyo, ninguno mostraba expresión alguna en sus rostros y aún con algunos metros dividiéndolos entre carriles el ambiente se sumergía en incomodidad. Aria se sujetaba de la espalda de Kenja quien conducía su motocicleta, la primera Night Train que montó.
— Aquí nos dividimos. — A unas calles de llegar al centro de Shibuya pararon para dialogar un poco antes de que cada uno tomara camino a sus respectivos hogares, al menos ahí las luces aún seguían activas y el movimiento jamás paraba. — ¿Por qué no dijiste nada? — Manjiro como líder fue quien inició el interrogatorio sobre lo que acababan de detener.
— No iba a ponerlos en riesgo por algo como eso... —
— ¿Y piensas que estaríamos bien si algo aún más grave te pasaba realmente? — El pelinegro se había mordido la lengua desde que abandonaron el callejón pero su irritación ante la situación ya no daba para más. — ¿cómo crees que hubieras acabado si no llegábamos en ese momento? ¿¡Ah!? —
— Baji, tranquilízate. — Mitsuya a pesar de estar molesto de igual forma no permitiría que la tensión a la situación aumentara más aún, entendía que fuera de todo la castaña había estado cargando con mucho peso quién sabe por cuánto tiempo.
— El tiene razón Mitsuya, ¿que carajo hacíamos si le hacían algo más?, ¡joder casi se nos va hace un puto año! — Pah podría no ser muy listo y tener un físico que atribuye al típico pandillero estándar tosco e irracional, pero tenía un gran corazón y se negaba a la idea de perder a sus amigos.
El silencio volvía a reinar entre los siete, la tensión iba en aumento. Al menos así fue hasta que Draken tomó la palabra.
— Nadie puede discutir esto así como estamos. — Su mano se posicionó sobre el hombro del capitán general para poder conectar miradas, sus ojos solo reflejaban todo agotamiento que el estrés le había cobrado, por lo mismo solo le vio intentando transmitirle paz y seguridad mientras largaba un profundo suspiro. — Lo importante es que estás con vida y fuera de esa mierda, por ahora la prioridad es que trates esas heridas y descanses, ya habrá tiempo después para hablar mejor de esto. — Aria solo pudo agradecer en silencio mientras de nuevo volvía su mirada a Kenja apartada de todos mientras se apoyaba contra su motocicleta de brazos cruzados, su rostro era demasiado neutro.
El suspiro resignado de Mikey atrajo la atención de todos.
— Volvamos a casa, como dice Kenchin, estas bien y eso es lo importante. — Sin pensarlo más el rubio se acercó hasta su amiga que en ese momento alcanzaba su misma altura. — No me vuelvas a hacer eso, no sabría que hacer sin ti. — Un susurro demasiado suave pero que caló hasta en lo más profundo de su consciencia, cayó en cuenta de que de esa forma pensaban todos ahí y en su locura lo había olvidado...
Uno a uno los chicos fueron despidiéndose dandole un abrazo o uno que otro sermón a la castaña, y Baji que no se iba a ir sin darle un golpe en la frente recalcandole que era muy idiota y que no lo volviera a preocupar así, había dejado un peyoung yakisoba enfriandose con su mamá a la espera para ver la novela de las nueve, cosa que nunca pasó.
El reloj marcaba las cuatro de la mañana, Aria se acercó hasta la pelinegra para posicionarse a su lado esperando una reacción, pero esto no fue así.
— Shira, yo- —
— Mis padres fueron por mi abuela a Miyagi para celebrar navidad así que la casa está sola, puedo curarte ahí sin problemas. — Sabía que no le iba a escuchar o permitir denegar su oferta así que simplemente asintió y de nuevo se sujetó a su cintura hasta llegar a casa, si el señor Shirai supiera que Kenja tomaba su motocicleta sin permiso, o peor aún, que sabía conducirla gracias a sus "amigos" sería un gran dilema.
Con el sol rozaba el horizonte para dar una bienvenida al amanecer de nuevo se repetía la misma escena que hace un par de días apenas con Kenja terminando de colocar un parche en la frente de su novia, la diferencia ahora es que la pelinegra había descubierto todo y no hubo ningún beso sobre su frente antes de alejarse.
— Shira, escuchame, yo de verdad no quería- —
— ¿Llegar a este punto? — La voz dulce se había perdido con la angustia a lo largo de toda la madrugada. — Pues noticias, casi te matan en un maldito callejón donde la policía no reporta víctimas. —
Ni siquiera le veía, su mirada estaba perdida en la ventana, Aria sólo podía fijarse en la tensión de su mandíbula y cómo resistía las lágrimas que amenazaban con comenzar a correr por sus mejillas.
— ¿Por qué lo hiciste? — Su voz comenzaba a quebrarse, Aria bajó la mirada mientras tragaba grueso.
— Hay... hay cosas que no puedo explicar Shira, yo les debía algo a esos chicos de antes y no era mucho lo que me pedían hacer, solo eran unas cuantas peleas y... —
— ¿Qué pasaba si te morías en esas "cuantas peleas", ah? — Su mirada volvió a subir hasta encontrarse con la platinada, su sangre se helo. — Soy consciente que tienes un corazón demasiado grande como para que antes de ponerle tu carga a alguien más llevas la de esa persona también,¿y sabes algo? Te he apoyado siempre, porque sé que hay cosas que no puedo cambiar o borrar de ti como si nada y no quiero hacerlo, por eso en lugar de detenerte quiero ayudarte a superarte y a mejorar poco a poco. No me preocupa que te metas en sitios raros a sacar personas que te necesitan, vas con Jacob y conoces esos sitios mejor que nadie, viviste en ellos toda tu vida; entiendo que todos mis amigos son pandilleros y se meten en peleas, pero hasta yo los acompaño a repartir golpes de vez en cuando e incluso fui yo la que propuso el programa de ansiolíticos porque sé cómo sufres por la abstinencia, no hay nada que no haría por ti y lo sabes, te conozco a la perfección y te amo así, tienes mi confianza entera en ti... es por eso que no entiendo porque te encontré ahora a punto de ser asesinada en un maldito callejón donde jamás hubiera vuelto a saber de ti. —
— Kenja sé que estás molesta, tienes razón de estarlo, pero... no se como explicártelo, yo simplemente... —
— ¿Qué es lo que tanto escondes? y no, no te voy a creer si me dices era una deuda de la que no querías que me preocupara por que te he escuchado hablar de cómo te has metido en lugares donde hay tipos armados hasta lo dientes y he confiado en que no te pasara nada, si me hubieras dicho solo hubiera estado pendiente de ti, de tu ubicación, que nadie fuera a matarte y a tirarte en una fosa descuartizada donde la policía jamás iría a buscarte aún si todos nosotros levantaramos las denuncias que te imagines, así que dime, ¿que mierda escondes? — Aria se sentía atada al cuello y el aire se hacía más denso en sus pulmones, las lágrimas ya habían comenzado a caer mientras la garganta de Kenja se fragmentaba con cada palabra que decía, pero las ideas no llegaban y su mente se iba cerrando, sus emociones ya estaban tocando su límite, sabía que si continuaba así todo se iba a salir de control.
— Kenja te prometo que tenía todo bajo control, lo de hoy era el cierre de ese ciclo, te juro que iba a dejarlo,no quiero que ninguno de ustedes corra riesgos, y de verdad confio en ti y sé que me hubieras apoyado como tú siempre lo haces... pero no podía, entiendeme, no podía decirte porque... — Oh no...
— ¿Por qué... qué? —
A veces recuerdo la mirada de Kenja en ese momento entre pesadillas: dolida, frustrada, preocupada y sobre todo triste. Repito ese instante en mi mente una, y otra, y otra vez desde la esquina de su habitación, con la garganta rasgada intentando gritarme con todas mis fuerzas que me detenga, que la abrace, que busque otras palabras y le pida ayuda para superarlo juntas pero, creo que aún si pudiera, me hacía falta un buen golpe para comprender lo que iba a perder ahí.
— Habla Aria, ¿por qué? — La voz de Kenja se iba neutralizando y sus ojos no se despegaban de mi aún cuando se había puesto de pie y las lágrimas seguían saliendo.
— No, Kenja, yo- —
— ¿¡Por qué!? —
— ¡Por qué no aguanto vivir así! — Ya no había vuelta atrás... — ¡Mierda ya no soporto vivir como si nada!, ¿¡Tienes idea lo jodido que es levantarse en la noche buscando apuñalar a alguien!?, ¿¡sabes lo que me matan los episodios de abstinencia!?, ¡Los jodidos ansiolíticos no sirven!, ¡Una vez casi te lastimo y tu ni cuenta te diste, me tuve que herir yo sola por que necesitaba hacerlo!, me convertí en un puto monstruo que jamás vas a llegar a comprender, aún siento asco de mi al verme al espejo por que aunque lo intente las manos aún se sienten, el peso sobre mi, su voz exitada atascada en mi cabeza como un maldito disco arruinado, ¡jamás lo vas a entender y si no te dije es exactamente por que si llegaba a morirme no quería que nadie interviniera o se enterara y es lo primero que haces porque no sabes cuando alejarte! —
Jacob dice que la juventud sirve para aprender de lo que por inmaduros no logramos razonar, yo sólo intento comprender por qué la vida me pone lecciones tan insufribles para que logre entenderlas.
El silencio reinó en la sala mimetizando la caída libre del calor en el pecho de Shirai Kenja, de inmediato Aria rebobino en sí misma las palabras cayendo en cuenta de lo que acababa de hacer.
— No... no, no, perdón no es lo que quise- —
— Creo que fuiste bastante clara. — Se había dejado caer de espaldas contra el sillón de nuevo con la mirada perdida, como si no terminara de procesar lo que acababa de pasar. Aria intentó tomar sus manos temblorosas pero de inmediato fueron apartadas. — ¿Sabes? Cuando saliste del hospital y te traje a casa hace un año papá me dijo que estaba en contra, que cortara todo tipo de relación contigo porque eras una niña demasiado lastimada y que solo me arrastrarías a la miseria con ella y sus problemas... esa misma noche comenzamos a salir. Tienes razón, jamás voy a poder entenderte del todo, después de todo no viví lo que tu viviste, yo siempre lo he sabido, que sufres, que te duele y te admiro por que a pesar de eso sonríes, tienes un sonrisa preciosa... pero jamás pensé que me quisieras lejos para poder acabar con la vida que con tanto esfuerzo has construido... Eres perfecta como eres y no necesitas cambiar para merecer que te amen, a veces quisiera que pudieras verte como yo te veo, y así tal vez entenderías el valor que tienes... —
— Kenja, no es lo que quise decir. —
— Vete. —
— Por favor, escuchame. —
— Que te vayas, no quiero gritarte ya, pero necesito espacio, yo... debo pensar y mi familia no va a tardar en llegar. — La pelinegra recogía frenéticamente las cosas del botiquín y las guardaba torpemente en el interior de la maleta mientras Aria intentaba tomarla de las manos para hablar pero cada intento era nulo. — Te dije que te fueras, no me hagas volver a repetirlo. —
Ese día no cometí un solo error, y cada vez que lo recuerdo encuentro más y más, per aún así ninguno sería tan grande como el de dejarla de esa forma, me he cuestionado si mi presencia hubiera hecho la diferencia, pero más allá de eso la última vez que vi su rostro con claridad fue con lágrimas mojando sus mejillas enrojecidas y sus ojos platinados mirándome con dolor.
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Supongo que entiendes ese sentimiento de culpa irreparable que, aún si de verdad no hiciste nada directamente, sabes que tus acciones llevaron a desembocar algo irreparable.
Bastante gente a mi alrededor luchó por hacerme entrar en razón al decirme que lo que pasó la madrugada de la víspera de navidad no es mi culpa, Jacob insistía en que hay cosas que están predestinadas a pasar y que lo único que nos queda por hacer es comprender porque pasaron y seguir adelante...
Pero ¿cómo lo hacía?, ¿cómo superar verla de esa forma antes de que dejara el mundo entre mis brazos?, se fue y todo fue una jodida consecuencia de mis acciones...
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▪︎ Diciembre 24, 2004. 00:37 h.
Me pregunto por qué tardé tanto en comprarle flores y volver por ella, ¿la habría podido salvar? quizás al menos sacarla a tiempo... el olor a quemado, las llamas consumiendo el primer lugar que me recibió con calidez, la sangre deslizándose entre mis manos y una canción que apenas podía cantar gracias a la ceniza atascada en mi garganta, ¿era su destino tener un final tan deplorable, o el mío aprender con mi primer amor lo que era perder de verdad?
— ¡KENJA! — Un grito desgarrador rompió la sinfonía de las brasas ardiendo mientras el ramo de rosas desprendía sus pétalos al impactar contra la nieve que cubría la calle. Poco podía importarle reabrir las heridas de sus brazos o empeorar los hematomas mientras intentaba derribar la puerta con todas sus fuerzas solo para que cuando al fin cediera encontrar tres cadáveres en la sala derramando sangre desde sus gargantas, el fuego comenzaba a consumirlos también, Aria tuvo que alejarse para vomitar de la escena de los padres y la abuela de Kenja siendo los daños colaterales de la estupidez que había cometido.
— Da-Danny... — La voz era apagada y se volvía irreconocible, pero la castaña sabía perfectamente de quién se trataba.
— ¡Kenja!, ¿¡Dónde estás!? —
— Arriba... — De no haber sido por la chaqueta gruesa que el frío le obligó a utilizar definitivamente las quemaduras que pudo causarse al cruzar las puertas con los peldaños cayendo hubieran sido muy graves.
— ¿¡Kenja!?, ¡Dime donde- —
Creeme cuando te digo que aún tengo pesadillas sobre cómo la encontré...
— ¿Ken- Kenja...? — No pudo ni siquiera prever cuando las lágrimas comenzaron a salir sin control. Su torso estaba empapado en sangre, las pupilas dilatadas y su piel llena de quemaduras manchadas en ceniza.
— Sa-sácame de aquí no me qui-quiero morir, no me quiero morir, yo... — Aria se acercó a tomarla en brazos y posicionarla con cuidado en su espalda.
— E-estás bien, vas a estar bien, no te vas a morir ¿si? — Con la ceniza atacando sus pulmones y la sangre manchando su ropa como pudo comenzó a correr para sacar a Kenja de la casa, las cosas comenzaban a caerse. — Aguanta bebé, vas a estar bien, eres fuerte, muy fuerte... —
Al llegar a la calle tuvo que detenerse un momento para tomar aire, estaba cansada y el comenzar a toser se le hizo inevitable.
— Danny bájame... — Aria negó e intentó seguir caminando, pero estaba herida también y su fuerza no era la misma.
— No, hay que llegar al hospital, tu vas a salir de esta. — Las piernas comenzaban a ceder. — No te voy a dejar así, no... tu no... —
— Aria bajame. — Y la sangre interrumpió el paso de las palabras por su garganta hasta acabar pegada en las puntas del cabello castaño tiñendole de rojo. Aria sentía como que una parte de su alma se iba cuando sintió el peso en su espalda precipitarse hacia atrás tomando acción rápida para tomarla en brazos y dejarla sobre el suelo antes de que cayera.
— No... no no no no, por favor aguanta, vamos, vuelve a subir y aguanta un poco mientras corro al hospital ¿si? no creo que sea mucho. Vamos. —
— Danny. — El débil roce de la mano fría se detuvo contra la propia haciendo que guardara silencio y le viera fijamente. — Ya basta, es imposible. — Ella guío ambas manos hasta levantar el suéter que anteriormente era blanco y ahora chorreaba sangre, en el centro del abdomen, ahí se encontraba una herida de al menos diez centímetros que a juzgar por la forma en que chispeaba gotas carmesí era demasiado profunda. Aria se congeló. — Aunque presiones y corras yo... yo ya ni siquiera puedo ver bien. —
— No.. no, debe haber alguna forma, yo voy a- —
— ¿Puede cantar para mí?, yo... tengo miedo. — Hasta el último momento ella siempre fue la más fuerte entre las dos... — Por favor, antes de que pierda la vista, solo quiero verte una vez más... —
El daño estaba hecho, ¿qué más podía hacer a esas alturas?
— Quien te hizo esto... ¿Tenía una cicatriz en la cara? — Aria al tenerla entre sus brazos la presionó contra su pecho intentando retener las lágrimas para que no la viera llorar, ella ya no merecía más imágenes tristes. Su silencio le dio una respuesta más certera de lo que esperaba y esto le hizo presionar los dientes al punto que fácilmente pudo escucharse el crujido de algo rompiéndose, fue en ese momento que la suave mano de Kenja se posiciono en su mejilla para que sus miradas se conectaran.
Una última vez.
— ¿Te he dicho que amo tus pecas? Parecen estrellas... — Aria había posado su mano sobre la contraria mientras está dejaba suaves caricias.
— Tus ojos me recuerdan a la luna. — Una suave risita se escuchó en respuesta.
— Vaya combinación... — El silencio reinó un momento en el que Aria se acerco a dejar un corto beso en sus labios, la pelinegra aprovecho ese momento y tomo una rosa que había volado del ramo que la castaña le había llevado en un principio y antes de que esta se alejara dejó la flor entre su cabello y una de sus orejas. — El rojo te queda muy bien. — Kenja comenzaba a ver aún más borroso a pesar de la distancia y aunque eso le aterraba en ningún momento borró su sonrisa. — Danny, ¿puedo pedirte una cosa? —
— Lo que sea. — Aria de nuevo había tomado su mano y la acercó a sus labios para dejar un corto beso antes de volver a apoyar su mejilla contra esta.
— Dile a los chicos que los amo — No, no comiences... — regaña a Mimi si se pasa con los dulces, y dile a Kei que el secreto de mi cabello está en los shampoo de chocolate y coco y que no busque ninguna marca muy comercial, le paso el mando de mamá del grupo a Kashi porque ninguno de ustedes es lo suficientemente responsable, ni siquiera Ken, pero sé que él será capaz de controlarte a ti y a Mimi, ah, y dile a Pah que me fui recordando que una vez le gané limpiamente en fuerza de manos — Aria le acompañaba en las leves risitas y se mordía la mejilla interna simplemente para no comenzar a gritar. — Y cuando Kaz salga del reformatorio dile que siempre creí en él, que es un chico muy fuerte y con un gran corazón, sé que saldrá muy afectado de ahí así que por favor, ve por él y dale un abrazo de mi parte, que sepa que no está solo... —
— Kenja por favor, eso se los puedes decir tú... —
— No Danny, yo ya no puedo... — Lentamente Kenja dejó caer su frente contra el pecho de la castaña quien se aferró a ella como si así fuera a evitar que se marchara. — Tu vida es complicada, siempre lo he sabido, pero tienes derecho a ser felíz... sé que tú no puedes ver lo bueno en ti y eso tampoco es tu culpa, pero quisiera poder darte mis ojos aunque sea un par de segundos para que te dieras cuenta lo maravillosa que eres y lo mucho que te amo... solo quiero pedirte que aún después de esto sonrías y sigas viviendo, promételo por favor, pro-promete-lo... — Su cuerpo comenzaba a ponerse rígido y su pecho subía y bajaba con los nervios matandole, se estaba yendo y estaba aterrada.
No te puedes ni hacer la idea como quise invertir los papeles en ese momento.
— Te lo prometo... ¿Aún quieres que te cante? — Un muy leve asentimiento le hizo caer en la realidad que eso sería lo último que haría por ella. — Bien... ¿Queen verdad? tus favoritos... — A este punto solo quería las mínimas señales de que aún seguía con ella y aún con la ceniza y el llanto quebrando su garganta se aclaró antes de iniciar la que sería su despedida. — You had to kill this conversation... you always had the upper hand, got caught in love and stepped in sinking sand, you had to go and ruin all our plans... —
— Tu voz es preciosa... — Aria simplemente mecía levemente su cuerpo mientras veía la luna negándose a contestar sabiendo que así le estaría diciendo adiós definitivamente.
— Packed your bags and you're leaving home, got a one-way ticket and you're all set to go, but we have one more day together... —
— ¿Danny?, no puedo verte y estás muy fría... — Pero Aria sudaba por el intenso incendio frente a ellas y las capas de tela sobre ella.
— So, love me like there's no tomorrow, hold me in your arms tell me you mean it, this is our last goodbye, and very soon it will be over, but today just love me like there's no tomorrow... —
— Te amo Danny... —
— Y yo te amo a ti Shira... —
Dicen que a tu vida llegan dos personas que lo cambian todo, el amor de tu vida y el amor para tu vida, el primero es ese que te enseña lo que es amar y sentirse amado pero en el momento en que Kenja dejó de respirar entre mis brazos comprendí por que dicen que también es aquel que no está destinado a ser.
— ¿Shira...? —
Aún sigo sin procesar lo que fue sentir su cuerpo rígido y pálido bañado en sangre y que ni el grito más grande fuera a llegar hasta ella. Se había ido.
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Queen - Love me like there's no tomorrow
— Cuando las sirenas de la ambulancia y policía estaban cerca no me quedó de otra más que correr, grite hasta que la voz no me dió más y si, lo primero que hice fuí ir a buscar a los hijos de puta que me la habían quitado, ¿y sabes? a los malditos por los que todo comenzó los habían asesinado para cuando llegué, quienes habían orquestado todo fueron a los que les había robado el día anterior, solo les hacía falta yo... pero si me lo preguntas no se ni en qué momento fue que tenía al líder en mis manos justo para quebrarle la tráquea y en cuanto me di cuenta de lo que había hecho huí... — Aria sorbió su nariz y con la manga de su sudadera roja limpió las lágrimas en su rostro. — De no ser por Chifuyu que me encontró después de todo un día que desaparecí yo le habría fallado a Kenja con la promesa que le hice, iba a quitarme la vida... pero ¿sabes que paso? —
— Blake-san... —
— Chifuyu me sujeto como Kenja la noche que me conoció y por un momento vi el mismo destello en sus ojos, solo que jamás pensé que el azul pudiera darme tanta paz...— Lentamente se levantó y volvió a sorber sin despegar la vista de las figuras en piedra. — no quiero perderlo y la noche que lo dejaron golpeado en mi puerta me di cuenta que lo estaba arrastrando al mismo camino que a Kenja y yo... no podría soportar perder a alguien más... —
El rubio finalmente comenzaba a entender y entre lágrimas debía aceptar que convencerla de no involucrarse en el bloody halloween era prácticamente imposible.
— Eso es lo que de verdad pasó Mitchi, hay gente que piensa que me había afiliado a ellos y que les debía algo y realmente no se que cosas más pero ahora Kazutora piensa que yo estaba con quienes la mataron o algo así, y creo tener una idea de la versión que le pudieron haber dado y aún así no puedo hacer nada... Levántate, es hora de irse. —
Hanagaki se veía incapaz de emitir comentario, hasta ahora no podía entender lo delicado que era realmente era todo el problema, no podía decirle como si nada que ese tipo seguía con vida, pero tampoco podía pedirle que hiciera la vista gorda ante la situación, hasta el sentía rabia por su historia y jamás llegó a conocer a la chica.
— Agh, está oscuro, hubiera sido más fácil si hubiera traído mi Night Train. — La mención pudo parecer algo insignificante pero Takemichi se dio cuenta de un detalle irrelevante a simple vista.
—Night train... ¿No era la motocicleta que Kenja-san le robaba a su papá? — Una pequeña sonrisa nostálgica surcó el rostro de la bicolor.
— Shinichiro dejó muchas piezas de motocicletas en su taller y esa belleza no se había dañado del todo... —
▪︎ Diciembre 28, 2004.
— Chicos... En serio no estoy de humor, se que es día de los inocentes y quieren alegrarme pero de verdad hoy no quiero- — Las palabras cayeron a sus pies cuando el pelinegro que venía tras ella cubriendo sus ojos los destapo y alcanzó a ver el brillo en la pintura negra del objeto que sus amigos rodeaban frente a ella. — Esto... —
— Si, es día de los inocentes pero también es tu cumpleaños idiota... felices quince. — Baji le abrazó por los hombros mientras veía en silencio como las lágrimas comenzaban a bajar por sus mejillas.
— No tenemos idea de cómo se celebran los quince años, pero según Mitsuya es una fecha importante en Latinoamérica para las niñas, así que decidimos darte un regalo entre todos. Esperamos que te guste. — Mikey fue el siguiente en acercarse y darle un abrazo. — ¿Ahora si te gusto? — Baji de inmediato le proporcionó un golpe en la cabeza desde el otro lado. — ¡Ay, también es día de los inocentes! —
— Yo... —
— Es la primera motocicleta que arregló casi en su totalidad pero creo que quedó bien, ¿te gusta? — Draken había acercado la motocicleta hasta que esta fue capaz de alzar su mano y rozar con la yema de sus dedos el manillar.
— Es... es perfecto chicos, gracias... — Y así todos se hundieron en un abrazo profundo para darle todo el amor que podría necesitar en ese momento.
— Nada de lo que pasó es tu culpa y tienes todo el tiempo del mundo para recuperarte porque sabemos que duele, nosotros nos sentimos igual... pero aquí estamos, somos tu familia, te amamos y vamos a estar para ti siempre ¿de acuerdo? — Mitsuya acariciaba su cabello lentamente mientras Aria intentaba limpiar sus lágrimas y asentía levemente. — Tu cabello ha crecido, podrías hacerte incluso media coleta. —
Y fue en ese momento que decidió hacer un cambio en ella con el que recordaría su misión de ahora en adelante.
— ¿Alguien de ustedes me ayuda a teñirlo? — Los chicos se vieron entre sí hasta que Mikey se elevó de hombros.
— Emma puede hacerlo, ¿de qué color lo quieres? —
— Rojo. —
So, love me like there's no tomorrow
Hold me in your arms tell me you mean it
This is our last goodbye
And very soon it will be over
But today just love me like there's no tomorrow...
- Queen.
Feliz cumpleaños Blaky ❤
Y feliz navidad, feliz día de los inocentes y feliz año nuevo por que esta será la última actualización del año xd
Vaya manera de cerrar verdad?, si no crean, yo llore escribiendo.
En fin, gracias por todo el apoyo durante este año, no tienen idea como los amo y pido perdón por que los he descuidado ;^;
Y sobre todo un gran abrazo y disculpas por la estabilidad emocional dañada de mi querida editora sugawaragin TE AMO Y PERDÓN ;^;
Quería subir esto en navidad pero no lo tuve listo y la verdad es que mejor subirlo hoy para el cumpleaños de mi chiqui, y en vista que no pude hacerles un especial navidad les doy este regalo que les tenía para final de arco pero este es un buen momento, así que LADIES AND GENTLEMEN, BLAKE:
Y... me enamoré.
Felices fiestas amigos, los amo muchísimo. ❤
Atte. Darky
PD: Dedicado a la persona especial de la que no me pude despedir.
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