[ XII ]
The great protector
Is that what I'm supposed to be?
What if all this counts for nothing
Everything I thought I'd be?
What if by the time I realize
It's too far behind to see?
Pelear, inclusive sin motivo, es algo que está en la naturaleza de todo ser humano.
"¿Qué tal Torres?, ¿disfrutaste de andar por las calles con una puta bolsita de polvo en lugar de abrir las piernas como nosotros?"
No importaba si los rostros cambiaban siempre hubo alguien que le recriminara el no trabajar en el negocio de "carne" del grupo Meiji cada vez que los barrotes metálicos cerraban el cuadrilátero de lucha en el que se convertía su celda a la que debía llamar lugar de descanso.
Siempre había vivido entre golpes.
Aunque la, en ese entonces castaña, sabía a la perfección que aunque su cuerpo desnudo fuera vestido por las manos de los guardias dentro del cuarto de producción de droga jamás sufría lo que era estar debajo de algún medianamente pudiente que lograra pagarle sus servicios y sentía lástima por quienes sí tomaban su lugar en ese trabajo.
Sin embargo, jamás iba a aceptar un golpe sin dar otro a cambio.
"¿Celoso, Ayuzawa?"
Recuerda a Ayuzawa Nagato y su fino cabello rubio platinado esperarle con frecuencia en la celda para iniciar su dosis de golpes diaria desde la noche en que habían asesinado a su hermano por el intento de escape de Aria.
La costumbre se volvió una droga en la que Aria a diario sentía esa necesidad de librarse en una pelea con alguien, sentir dolor de otra manera que no fuera en su corazón.
Luego de conseguir su libertad gracias a Jacob y estar en rehabilitación durante tres meses logró dejar varios hábitos y olvidar pensamientos que le perjudicaran, pero esa ira e impotencia que le habían dejado aquel quince de agosto no se irían, por lo que debía encontrar una manera de canalizarlas.
Así que volvió a su hogar, las calles.
Durante meses Aria escapaba por la noche a dónde Tokyo perdía el decoro y la luz natural de la luna era reemplazada por las neón de los bares y casinos que decoraban las calles por donde caminaba hasta encontrarse con un cuadrilátero donde tiempo después el nombre Blake causaría que muchos se abstuvieran de entrar a pelear u otros se emocionaran más por hacerlo.
Blake se embelesaba en el sabor a victoria mientras Aria se ahogaba en el intento de reemplazar el dolor de su corazón con algo físico.
Recuerda que habían dos chicos que nunca le decepcionaban en ese aspecto, unos a los que nunca logró vencer ni ellos a ella.
Pero todo paró aquella noche en la que entre el fuego y escombros de la casa donde esa sonrisa que tanto amaba se había deformado y le había rogado que dejara de lastimarse se apagó mientras el dolor de su corazón aumentó tanto que creyó que ni dejándose moler a golpes en aquel cuadrilátero podría recuperarse de aquello.
Por eso decidió que el frío calara en sus huesos aquella víspera de navidad en la que solo anhelaba reecontrarse con aquella cabellera pelinegra y esa preciosa sonrisa perlada que admiraba cada vez que las manos de seda blanca tocaban su rostro para curar sus heridas.
Sentía que no podía seguir, no con la culpa consumiendo su ser en su totalidad.
Pero fue entonces que por primera vez se encontró con aquellos ojos azules en los cuales por un momento reflejo los grises que le habían salvado la vida antes, por los cuales ahora quería acabar con la misma.
Pero de nuevo había sido salvada a la luz de la luna que pareciera que entre suspiros del viento quería decirle que continuara.
Y así lo hizo al aceptar la mano de aquel chico rubio quien le refugió en su pecho haciéndole sentir calidez luego de un invierno que no había querido largarse durante muchísimo tiempo.
Aria estaba segura que nadie podría entender nunca lo que ese encuentro representó para ella.
Sin embargo la historia no acabaría ahí y es que finalmente había aceptado que debía recuperarse y no simplemente refugiarse en él "algún día lo haré", los sucesos le habían dejado en claro que la vida era tan efímera que para él "después" no hay tiempo.
"¿Blake?"
Un tono de voz suave y hasta dulce que no encajaba para nada con sus expresiones fruncidas, su mente de nuevo estaba atrapada en aquel en el recuerdo guardado por la luna que justamente le iluminaba esa noche.
"¿Souta?"
Lo conocía, después de todo él y su gemelo llegaron a la pandilla tras ser mencionados una vez por los hermanos de aquel cuadrilátero y se obsesionara con dar con ellos, a partir de entonces habían comenzado a tener alguna clase de amistad pero nunca se le había acercado alguno de los dos de aquella manera, como si tratasen de romper una barrera invisible pero inquebrantable.
"Honestamente no soy bueno en esto y tampoco sé que siente pasar por lo que tu estas pasando y yo, bueno Nahoya y yo, quería- ¡queríamos!, eso, este, preguntarte si tu... agh, lo siento es que-"
A pesar de las expresiones toscas no pudo evitar curvar sus labios en una pequeña sonrisa al entender lo que el chico intentaba hacer, y Nahoya llegó para confirmarselo.
"Estás mal Blake y queremos ayudar, así que, ¿en que somos útiles?"
Para ellos no era un secreto lo que había pasado, después de todo los gemelos conocían a Blake y a la persona que ahora desequilibraba su ser, por lo mismo querían hacer algo.
Aria lo pensó por un momento y a diferencia de todos los demás sabía que con los Kawata no obtendría un "no" por respuesta pidiera lo que pidiera.
Así que se atrevió a pedir lo que marcaría el inicio de algo que le ayudaría como nada a seguir adelante.
"¿Les gustan los barrios de pelea y buena música?"
No, está vez no quería ir a desahogar su dolor emocional usando su cuerpo, sino, que quería comenzar a pelear sin pensar en que merecía sentir dolor.
Y qué mejor que aquel par de tontos que compartían una neurona con su persona en cuanto a eso se refería.
Es así como acabaron en esta situación.
▪︎ Octubre 19, 2005.
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Bang Bang - K'NAAN ft. Adam Levine
Un último golpe seco y el tronar de una mesa con el choque de su espalda fue todo lo necesario para que la música del lugar se detuviera y todo mundo volteara en su dirección en espera de la reacción contraria.
— Blake... — Susurró el de rizos a su lado al ver el cuerpo de aquel hombre inconsciente sobre la mesa rota.
— No es hora de pensar, es hora de correr. —
Los chicos a su lado no se molestaron en responder y simplemente terminaron de noquear a los hombres que tenían por el cuello con los que hasta hace treinta minutos simplemente debían una deuda pero que todo se convirtió en una pelea a puño limpio cuando Blake dijo "ya cabron, orale y tuerce el brazo que la belleza a tu lado no tiene toda la noche" refiriéndose a la novia del líder del grupo con el que estaban tratando.
El bicolor se justificaba en que no había forma de saber que hablaban español.
Así que ahora corrían por un callejón siendo perseguidos por diez hombres queriendo asesinarles por la bocota de Blake.
— ¡Señorita si no la tratan como se merece, le deje mi número en la servilleta! — Le gritó a la chica pelirroja que observaba desde la entrada de aquel establecimiento antes de que se perdieran de vista obviamente era mentira pero está río a lo que Blake le lanzó un beso solo para molestar más a sus contrincantes de la noche, Souta le dio un golpe en el brazo y Nahoya no paraba de reír.
Tras cruzar a otra calle finalmente divisaron sus motocicletas que para su mala suerte tenían otras más al lado que no les costó imaginar a quienes pertenecían así simplemente aceleraron más el paso para montarse en las propias y huír.
El rugir furioso de las motocicletas combinado con las estruendosas risas de aquellos tres chicos se perdían entre los gritos y aullidos que provenían tanto de los locales que iban pasando como de las personas que los perseguían con evidente molestia.
— ¡Naho, a mi señal! —
La voz de Blake era casi imperceptible para el de rizos naranjos sin embargo el mensaje se había recibido a la perfección y por un momento el bicolor creyó ver que esa sonrisa se ensanchaba un poco más como si aquello fuera posible.
— ¡Ahora! — La motocicleta pareció desviarse directo hacía unas cajas de cerveza apiladas a un lado del callejón que cruzaban, Souta quisó cerrar los ojos en caso de que la idea de Blake no fuera a funcionar pero su paz volvió al ver la pila de cajas caer y comenzar a abrirse derramando la cerveza barata impidiendo el paso a sus seguidores mientras su gemelo reía victorioso tras ellos. — ¡Genial! —
El acelerador de los tres se fue a tope para poder salir más rápido aquellas lúgubres calles.
Una vez a la semana es qué hacían esto, que la adrenalina cegara todos sus sentidos y simplemente se dejaran llevar por sus impulsos y la música de alguna discoteca en la que escuchaban desde canciones latinas hasta un buen rap, a veces Nahoya no entendía cómo su hermano y su amigo podían bailar como si no hubiera un mañana aunque muchas veces lograba seguirles el ritmo, Souta por el contrario no comprendía la pasión de Blake y Nahoya por meterse a pelear en algún ring de apuestas en donde terminaban en situaciones similares a la de este momento, siendo perseguidos por algún grupo que terminara en descontento con ellos.
Pero las risas nunca faltaban.
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— ¡Estás loco! — Masculló entre risas el de rizos naranjos.
— ¡Bah!, sin mi no se divirtieran tanto. —
— Eso no te lo discuto. — Declaró su gemelo.
Tres chicos se recostaban en el techo de un templo desolado por la hora mientras bebían de un par de latas de soda y reían trayendo el ruido faltante a aquella zona.
— Blake, ¿puedo hacerte una pregunta? — Souta había atraído la atención contraría que en ese momento se adecuaba en el cielo estrellado de la noche.
— Pues ya la hiciste. — El de hebras azuladas le codeó suavemente sacandole una leve risa. — ¿Qué quieres saber? —
— ¿Cómo llevas... ya sabes, eso? —
El silencio volvió a apoderarse del lugar, a lo lejos se podía escuchar un poco del bullicio nocturno que ofrecía la ciudad de Tokyo y algunos autos transitar pero en cuanto a ellos simplemente sus respiraciones eran perceptibles palpando con claridad la incomodidad del bicolor en el ambiente.
— No tienes que responder si no quie- — pero Nahoya fue cortado.
— Está bien. — Blake se incorporó quedando sentado frente a los gemelos, estos le siguieron. — Ha pasado casi un año... yo simplemente no puedo olvidar su rostro y cada vez que despierto aún siento que va a aparecer por mi puerta gritando para que me despierte y vaya a la escuela, con su cabello atado en un extraño moño y sus gafas redondas empañadas por el frío de la época en que... en que se fue. —
Ambos chicos permanecían en silencio aguantando las ganas de cometer algún acto físico de apoyo pero era evidente por el brillo que la luna reflejaba en los ojos oscuros que frenar la energía melancólica que recorría a su compañero sería perjudicar a un alma que necesitaba desahogarse que esperaban por fin pudiera hacerlo.
Después de tantos intentos fallidos.
— ¿Cómo lo llevo?, ugh, no hay día en que no vea su foto en mi escritorio y no tenga ganas de llorar. — Su cuerpo temblaba como los recuerdos retumbaban en su mente, pero no quería romperse, no podía y no lo haría, Blake podía soportar un poco más. — Pero recuerdo que no puedo cambiar lo que paso, solo me queda vivir con la - culpa - idea de que ella quería que fuera feliz, que todos lo fuéramos... —
De nuevo los gemelos pudieron apreciar aquellos ojos apagarse y nuevamente suspiraron rendidos ante la derrota de que su amigo volvía a cerrarse a comenzar a "superar".
Anhelaban el día en que no sintieran que Blake cargaba una cruz que no le pertenecía.
— Tu... tu manera de ser feliz, ¿es yendo a causar destrozos con nosotros y desencajar un par de mandíbulas? — Nahoya rendido ante la idea de que su amigo desahogara un poco de sus penas decidió mejor animar el ambiente y se sintió satisfecho al ver de nuevo la sonrisa pintada entre las mejillas pecosas.
— ¡Pues claro!, ¿a que no se divierten igual viendo a algún montón de idiotas como los de hoy resbalarse en una mala cerveza? —
Y de nuevo volvían a reír los tres antes de bajar del tejado y emprender su camino de regreso a casa dando fin al entretenimiento de la noche.
Por que eso era, entretenimiento, un placebo del que el bicolor no se daba cuenta que ocupaba en sí para calmar un sentimiento de culpa constante, los amigos que tanto amaba le ayudaban por un momento a desconectarse en un escenario de múltiples posibilidades que le hicieran olvidar la cotidianidad que le hundía en la melancolía y le traía memorias del pasado.
Después de todo, el mundo es un escenario y un escenario es un mundo de entretenimiento.
Blake solo quería fragmentar su personaje para que pudiera concentrarse en muchos de los papeles en el y despegarse de la trama principal de la escena que debe protagonizar.
— ¿Rojo o Azul? —
— ¿Esa es una pregunta? —
— Tienes razón, mi error. — El punzar veloz de la aguja de la máquina de costura resonó fuerte perdiéndose entre el resto que se encontraban en la misma labor.
La cabellera bicolor se movía de aquí a allá ayudando a llevar material o sosteniendo artefactos para alguna de las chicas que se le acercaban con necesidad.
Sus visitas al club de costura de la escuela de Mitsuya Takashi eran bastante frecuentes puesto que le parecía uno de los ambientes más pacíficos en los que podía desenvolverse y en el que siempre se llevaba un que otro nuevo conocimiento, las chicas ahí le tenían aprecio y ya algunas veces había servido de modelo para una que otra prenda que quisieran hacer, de una u otra forma Blake se divertía ahí.
— ¿Para qué crees que Mikey nos ha citado esta vez? —
Mitsuya fijó su vista a su lado donde Blake se apoyaba de espaldas a la ventana. Su mirada se notaba perdida como si estuviera sobre pensando algo desconectado del mundo y le hubiera extrañado de no ser porque ya se estaba volviendo habitual este comportamiento en las últimas semanas.
— Pues va a nombrar al nuevo capitán de la tercera división, ¿no recuerdas que lo dijo? — La pregunta salió tenuemente con sorpresa siendo que su amigo normalmente es el más responsable en cuanto a la pandilla se refiere, pero esto confirmaba que lo que había notado en él no eran simples ideas.
— Ah, es verdad, lo había olvidado. Bueno con más razón es mejor que te haya traído hoy el uniforme para que lo repares. — Mitsuya terminó el bordado en hilo rojo y dió por finalizada la reparación por lo que le entregó la chaqueta al capitán quien de inmediato se la probó con entusiasmo. — ¡Gracias Mitsu! —
El de hebras lila lo vio por un momento intentando atravesar la eterna armadura invisible que Blake cargaba como protección a sus pensamientos y preocupaciones internas, era tan difícil saber qué había en su cabeza que al final era resignarse a que el bicolor cediera ante una explicación o quedar con la duda.
— Blake. — Pero para Mitsuya le era fácil llegar a una respuesta. — ¿Puedo preguntar qué sucede? — La cabeza del contrarió se inclinó un poco a su costado intentando simular falsa confusión mientras sus ojos viajaban rápidamente a los alrededores evidentemente esperando que nadie estuviera escuchando su conversación. Mitsuya suspiró al comprender que sus especulaciones eran ciertas y que había algo detrás de esa vista por las nubes. — No te hagas que te conozco bien tonto, dime, ¿que te inquieta? —
El bicolor largo un suspiro antes de desplomarse contra la pared y comenzar a pensar en una explicación mientras su contrario parecía taladrarle con la mirada. Mitsuya prestaba atención a sus gestos y movimientos como si así le estuviera diciendo algo, y realmente pudo entablar una idea cuando se fijó en las manos pecosas de Blake y pudo ver cómo la derecha jugueteaba con una cadena plateada alrededor de la muñeca contraria.
Era ella.
— Últimamente yo, ella... es como si... — balbuceos vacíos que trataban de ocultar una realidad. — Últimamente su recuerdo es tan latente como en enero. —
Los recuerdos pasaron como una galería de arte para el pelilila. Arte abstracto, grotesco y caótico, como pinturas de una guerra tintadas de rojo.
Mitsuya no sabía que decir, ese era un tema delicado del que no esperaba hablar quizás hasta que el chico frente a él al menos fuera capaz de mencionar ese nombre otra vez, pero ahora debía proceder de alguna manera por que si la crisis de enero regresaba eso sería muy grave.
— Blake, lo que pasó no fue tu culpa... — Para el bicolor esa frase estaba grabada en un disco que estaba rayado y no pasaba del mismo punto al reproducirse en una radio, Mitsuya lo sabía y por eso no le extrañó que su amigo le diera la espalda. — Sé que estás cansado de escuchar lo mismo pero no puedes estancarte en eso, debes vivir aquí, no en el recuerdo. — Sabía que estaba metiendo las manos al fuego al tocar esa fibra con bastantes personas alrededor y sin haber tanteado antes el terreno en cuanto al bicolor se trataba pero la ideas se quedaban cortas en ese momento.
Pero fue entonces que un tercero entró a la conversación.
— Blake-san, hay un chico rubio que te busca, dijo que ya te había avisado que vendría. — Arima Sayori, una chica del club de costura de complexión delgada y cabello teñido de rosa en sus puntas era quien interrumpió llamando la atención de ambos chicos hacía la entrada del club donde Yasuda le prohibía el paso a Chifuyu casi a patadas, Mitsuya volteo a ver de reojo al bicolor y entonces lo notó. Las piezas comenzaron a encajar como si de un rompecabezas se tratase.
El brillo en sus ojos, la leve sonrisa discreta y un tenue rubor en sus mejillas que fueron opacados casi de inmediato por una expresión melancólica fue más que suficiente para entender lo que Blake no podía decir en simples palabras.
— Bueno me voy Mitsu, te veré esta noche en la reunión. Gracias por el arreglo de mi chaqueta. — Blake se acercó a darle un abrazo como si la conversación anterior nunca hubiera sucedido pero para Mitsuya eso no podía tener un punto y aparte así que cuando el bicolor iba a separarse este le frenó con delicadeza.
— Blaky, tienes derecho a sentir. — Dulces palabras que dolían como cuchillas en un corazón ya fragmentado, de inmediato se alejó de él para verle con el cuerpo temblando.
No dijo nada y simplemente se retiró del club jalando al rubio consigo, Mitsuya esperó unos minutos y desde la ventana los pudo ver alejarse de la escuela mientras charlaban con una sonrisa pintada en el rostro.
Ahora todo era claro para el pelilila y le dolía, pero sabía que el único que podía arreglar la situación de Blake era él mismo.
Habían sido casi dos meses en los que esta situación se había vuelto cotidianidad, a veces iban acompañados de Baji, otras veces solo eran ellos dos como en este momento, pero era casi una ley que aunque sea por unos minutos los ojos azules y negros se encontraran diariamente, a veces ni lo planeaban, simplemente se encontraban y hacían alguna tontería juntos para distraerse, Blake inclusive le había ayudado varias veces con su tarea de inglés o literatura y Chifuyu le había conseguido materiales para que hiciera algún proyecto.
Pero eso le consumía por dentro.
No había pasado ni un año desde que ocurrió, y ahora más que nunca la culpa le carcomía su ser entero creando una traición inexistente en su mente a ojos del resto, pero para Blake simplemente sentía que alguien faltaba en su vida y que además de que fuera su culpa estaba deshonrando su memoria.
Baji lo había notado, Draken también y ahora era Mitsuya, pero por más que lo intentaran solo conseguían un gesto de agonía de parte contraría.
— ¿Te dejo en tu casa para que te alistes antes de la reunión? — Los ojos de obsidiana se dirigieron a Chifuyu, por centrarse en sus pensamientos no notó que el helado que habían comprado con el chico hace unos minutos comenzaba a derretirse en su mano mientras que el del rubio casi se terminaba, sin dudarlo comenzó a comer rápido causando que el contrarío riera.
— Pues... — Una vez dejó el helado en un punto exacto pensó en la propuesta del chico que le miraba con una sonrisa y al encontrar sus ojos como el océano que brillaban con el naranja del cielo debido a la hora. Volvió a sentir esa punzada en el pecho que le hacía querer tirarse a llorar.
"Blaky, tienes derecho a sentir"
Negó para sus adentros ante el recuerdo de las palabras de Takashi.
No Mitsu, yo no merezco nada. El ser humano puede llegar a ser muy terco pero eso no quitaba el hecho que el dolor persistiera.
— No te preocupes Chifuyu, pasaré por un lugar antes así que puedes adelantarte, igual nos veremos más tarde. — Blake quería quebrarse pero no se lo permitiría en su situación del momento por lo que se esforzó en fingir una sonrisa. el rubio pareció dudar un momento pero viendo la hora también debía llegar rápido a casa.
— Está bien, cuídate ¿si? — El bicolor asintió. — Ah, pero antes de que se me olvide... ¿podrías hablar con Baji-san? —
Entonces Blake se descolocó. ¿Baji? tenía un par de días de no verlo, pero contestaba sus mensajes por lo que no se había preocupado pensando que quizás solo estaba centrado en sus estudios como usualmente lo hacía en ciertas épocas del año cuando le avisaban que podía aplazar, pero que Chifuyu le pidiera eso le parecía extraño.
— ¿Qué sucede con él? —
— No lo sé... pero no es él mismo, está demasiado serio y últimamente me aparta mucho, no sé qué estará pasando pero me preocupa, pensé tal vez sería molestia por que Mikey le ha prohibido ir a las reuniones pero la verdad es que el no actuaría así por algo como eso así que quería pedirte ese favor... —
La alerta en su interior se activó. Keisuke no es de las personas que alejan a sus amigos por nada del mundo lo que le hizo comenzar a formular alguna idea del por qué.
Pero un pensamiento muy alocado que le había perseguido por semanas llegó a su mente queriendo hacerse a la idea que solo era su imaginación.
Pero, ¿podría ser?
— Descuida Chifuyu, seguro que pronto sabremos qué le pasa. Ve a casa y nos vemos por la noche. — Contestó finalmente con una sonrisa.
— Adiós Blake-san y muchas gracias. — Chifuyu se despidió de la misma forma y ambos tomaron caminos distintos.
Para Blake ese día le dejaba muchas cosas que pensar llevandole al límite de lo que sus nervios podían soportar. No quería en su cabeza aquellos dos rostros que tanto extrañaba que ahora le perseguían como fantasmas en sueños.
Así que haría algo que hasta ahora ni se le cruzaba en la mente por hacer.
Frío. El ambiente era frío y la brisa comenzaba a hacerse presente.
Suspiró profundo y se mantuvo lo más recta posible para que sus piernas no cedieran ante el temblor de su cuerpo y el falló de sus nervios en mantener la cordura, no quería caerse cuando había llegado tan lejos con solo poner un pie dentro de aquel sitio tan desolado por la hora.
Lentamente tomó asiento en el suelo y cuidadosamente con temor puso su mano sobre la suciedad de la roca tallada que en su interior no quería apreciar.
— Familia Shirai... — El aliento se escapó de sus pulmones mientras el deseo de levantarse, correr y llorar le empujaban el corazón haciéndolo latir velozmente.
No soy capaz de continuar.
Bajo su cabeza lentamente y aparto su mano de fría lápida para poder abrazarse así misma en busca de calma, le era imposible terminar de limpiar y observar todos los nombres que antiguamente pertenecían a la familia Shirai. Sobre todo el último.
De nuevo el recuerdo atacaba su mente. Su cabello oscuro, largo y lacio cayendo por su espalda cual cascada, los ojos grises tan brillantes como luceros, la piel lechosa y suave como la seda que compraba junto a Mitsuya para nuevos diseños de este último, su sonrisa perlada y radiante, pestañas largas y rizadas, una contextura fina y delicada, el lunar bajo sus labios de color cereza bastante pequeños, y el aura que le rodeaba que calmaba todos sus demonios.
Como la extrañaba.
— Hola Ke- — El nombre no lograba salir aún si luchaba con su garganta por ello, le era imposible. -—Hola... — Pero no se rendiría ahora que al menos había podido pronunciar una palabra. — Yo... no sé qué hago aquí. Nunca fui religiosa y lo sabes así que no creo que realmente estés por ahí escuchándome pero... — Tomó aire e intentó calmar el temblor en su garganta. — Yo... solo quería traerte esto. Tus favoritas. — Con cuidado tomó el ramo de flores entre sus manos y lo depositó frente a la lápida mientras inclinaba su cabeza.
No se atrevía a ver la lápida.
— Te extraño ¿sabes? — Tras unos segundos de silencio sintió que podía volver a hablar. — No se si me escuches ahora o si alguna vez los has hecho pero... — Aria entonces decidió dar un paso más para sí misma y le dio la espalda a la tumba para poder recostarse muy delicadamente contra la roca.
Como si esta fuera la misma persona por la que ahora estaba ahí.
— Qu-quería contarte un poco de mi frente a donde está tu... ya sabes, aunque normalmente te cuento mi día a día pero, esto de estar aquí es nuevo ¿sabes? y no se, siento que debo actualizarte de frente como mereces, porque tu eras, no no, eres importante y yo solo... — Su garganta se cerró por la velocidad y ansias con las que escupía cada palabra. Se estaba rompiendo. — Lo siento... —
Inevitablemente las lágrimas brotaron y ahí fue cuando rendida ante el impulso chocó su mejilla contra la fría lápida mientras cerraba sus ojos y pretendía que ahí estaba ella escuchándole.
— Volveré a iniciar con mi reporte, ¿si? — Tomo un poco de aire mientras sorbía por la nariz antes de continuar. — finalmente estoy logrando llevar tres tiempos de comida, como tu me decías que hiciera, tenías razón cuando dijiste que tendría más energía, oh y también estoy durmiendo un poco mejor, aún no puedo dejar las pastillas pero al menos la dosis son menos, también he cuidado bien de nuestros amigos y por supuesto del pequeño Bucky también aunque ahora tiene un nuevo amigo con el cual jugar, su nombre es Dylan y es un niño bastante tierno pero tan loco como Baji, te encantaría verlos jugar juntos, Keisuke al fin aceptó a un niño, dijiste alguna vez que te burlarías el día que lo vieses encariñarse así siendo tan agrio y bueno Mikey, el... —
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Aria perdió la noción del tiempo como de sus acciones.
Las anécdotas se alargaron y no supo en qué momento todo se había vuelto silencioso cuando quiso tocar el tema de su nuevo amigo rubio quien era la razón principal por la que había llegado ahí.
— Él, él es.. él... — Pero nada salía porque a pesar de todo la culpa no se iba y todavía no era capaz de ver el nombre de nuevo tallado en esa piedra tras su espalda.
Vió la hora en su celular y supuso que ya debía irse marchando a su reunión sintiendo que no había logrado nada además de darse cuenta que no estaba preparada ni siquiera para volver a ver esa lápida dentro de mucho tiempo o quizás nunca.
— Espero puedas perdonarme al menos por hacer este ridículo... — Lentamente se levantó y desempolvó un poco el uniforme por el cual había vuelto a su casa antes de ir a su punto actual en el mapa.
Iba a alejarse de ahí pero su mente le gritaba que hiciera algo tonto pero que necesitaba al menos para despedirse adecuadamente.
Silbó.
Un silbido largo y con un tono melódico casi como si estuviera llamando a alguien y es que en realidad así era, pero no había nadie para contestarle.
Ya no más.
Giró sobre sus talones y se disponía a marchar cuando como si de una película de terror se tratase lo escuchó fuerte y claro.
La segunda tonalidad de silbido un poco más baja que se trataba únicamente de la respuesta al suyo.
Por unos segundos quiso pensar que fue el viento pero el sonido era demasiado claro inclusive para que se tratase de su imaginación por lo que rápidamente volteó a todos lados buscando al dueño de ese fino silbido.
No quería creerlo.
De repente una llamada entró a su celular y no pudo evitar que la sorpresa y confusión le llevasen a ver el nombre de registro en la pantalla. Rápidamente descolgó.
— ¿Aria?, hola pequeña, lo siento por llamar de repente pero, Keisuke salió hace un momento e iba con su tonto uniforme, agh, sabes que no me gusta meterme pero tenía entendido que hoy no iría así que si lo ves, ¿puedes decirle que lo busco y que si puede volver a casa? —
La sangre se le heló por completo y sentía que podía tirar el celular en cualquier momento.
— Descuide Rei-san, yo buscaré a Kei, cuente con ello. —
— Gracias cariño, espero verte uno de estos días por aquí. Cuídate. —
El fin de la llamada sincronizó con la respiración de Aria para parar ante las ideas que se formulaban en su cabeza encajando unas con otras para acelerarle más el corazón al recordar el tintinear fino y suave que le había perseguido por semanas.
No había querido creerlo pero no quedaba otra respuesta.
Solo cuatro personas conocían el silbido incluyéndose a ella misma, una ya no estaba, el otro se dirigía a la reunión en la que tendría que haber hecho acto de presencia desde hace rato y el último se encontraba en un lugar del que no podría salir en mucho tiempo.
Pero al parecer ese "mucho tiempo" se convirtió en un hoy.
Aria corrió a su motocicleta y se dirigió a la reunión para intentar detener lo que sea que fuera a pasar esa noche.
Stay forever, you know more than anyone,
And it's you that knows my darkness
And you know my bedroom needs
You could blast me and my secrets
But there's probably just no need...
- Rex Orange County
¡HEEEEEEY ESTAMOS DE VUELTA!
Los extrañé, y me alegra volver para anunciar que iniciamos con el segundo arco de esta historia.
Me gustaría saber ¿qué piensan?, ¿qué creen que viene?, ¿alguna teoría? No saben la emoción que me cargo ahorita.
Como siempre gracias por estar aquí y apoyarme, sobre todo hoy quiero agradecer especialmente a Latteralxx por recomendar Tsukimi en tik tok ❤
Cuídense mucho y los veo la próxima semana!!!
Pd: Tuve fe de ver aunque sea medio pixel de Kazutora timeskip ✊😔
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