[ V ]

PT. 1 

 A R I A

Days seem sometimes as if they'll never end
Sun digs its heels to taunt you
But after sunlit days, one thing stays the same
Rises the moon.

▪︎ Marzo 25, 1998. Taiwán.

¿La vida es justa?

La respuesta más fácil es un simple "no". Día a día miles de personas sufren de consecuencias que no merecen pagar o que le corresponden a alguien más; se pierden vidas inocentes, se le da protección a quien no la necesita y se deja en la miseria al más débil, las riquezas del mundo se dividen de la manera más corrupta posible, los gobernantes que juran bienestar a la nación y terminan liados con quienes la amenazan, personas que fallecen en los hospitales por no ser bien atendidos o inclusive no llegan ahí porque para sobrevivir necesitan dinero, presos que sufren de las peores miserias del mundo y quizás nunca les dieron un juicio mientras que grandes criminales siguen sueltos como si nada. ¿Justicia? Parecía una broma decir que el mundo era justo.

Pero la justicia también es un término creado por el ser humano.

¿Realmente existe la injusticia?

Si se entiende desde la perspectiva humana existe el blanco y el negro, frío o caliente, luz o oscuridad, el bien o el mal, no algo como la neutralidad. Pero ¿quién decide lo que está bien y lo que está mal? Si ambos términos también son creados por una sociedad llena de odio la cual estando del lado de sus "enemigos" muy probablemente harían lo mismo.

Una niña castaña, que no llegaba a los diez años aún, comprendía que no existe algo como el bien, el mal, la justicia o la injusticia porque al final el significado cambia depende la persona o el lado en el que te encuentres.

Había visto alguna vez a un hombre matar a una mujer tras el casino donde vivía. El hombre la había hecho rogar por piedad y al asesinarla huyó sin más; pocos días después la situación se repetía, pero hoy era el marido de aquella mujer apuntando un arma a la cabeza de aquel hombre que imploraba piedad. En ese momento la niña sentía asco por el rogar de una persona que le arrebató la vida a otra inocente, pero al cabo de unas horas de la muerte de aquel sujeto encontró a una mujer con un vientre prominente al lado del cuerpo de aquel hombre mientras lloraba.

"¿Qué haces aquí?, ¿por qué lloras por un asesino como el?" se atrevió a preguntar la pequeña al acercarse con aquel inglés que aún le costaba conjugar y pronunciar, pero la mujer negó y abrazó su vientre.

"Él me protegía de esa mujer. Ella me amenazó con matar a mi bebé si no le pagaba cada deuda que mi familia le debe. No podíamos pagar ninguna y se empecinó en acabar conmigo; mi esposo no vio otra opción que asesinarla... pero ahora en lugar de quitarme a mi hijo asesinaron al amor de mi vida..."

La pequeña cabeza entonces entró en un dilema. Ella misma había maldecido a aquel hombre por haber asesinado cruelmente a una "inocente mujer" y ahora se enteraba que de inocente no tenía nada al haber amenazado la vida de un bebé.

Ambas partes habían asesinado, pero, ¿había un lado bueno o uno malo?, La respuesta de las personas siempre cambiaba cuando les contaba la historia, por eso la pequeña de cabellos rizados color chocolate entendía que no existe algo como el bien o el mal.

Todo es subjetivo a los ojos del ser humano.

Por eso el día que llegó al puerto de Taiwán tan débil y recién separada de su mamá con un hombre desconocido tomándola de la mano, buscaba una explicación a los hechos recién pasados hace un par de días.

Pero por más que lo pensara, no entendía su situación actual. ¿Karma de alguna vida pasada? Tal vez. Todo era viable a este punto.

— Señor Griffin... — llamó con dificultad Aria. Sus piernas comenzaban a fallar pero el rubio no parecía tener intenciones de detenerse.

— Jacob está bien, ¿qué quieres? — su tono era tajante y era consciente que podía asustar a la niña pero él también estaba cansado y aún estaban en peligro.

— Tengo hambre y estoy cansada... — Su voz era baja y Jacob la vio de pies a cabeza notando su palidez.

Su rostro estaba golpeado, cargaba unas grandes ojeras, su cuerpo entero temblaba y el vendaje del brazo por una herida por el roce de una bala estaba cubierto de sangre. Jacob suspiró y la cargó.

Caminaron por bastante rato en medio de la gente que transitaba por ahí, Aria no entendía nada de lo que decían y le daba curiosidad qué era lo que Jacob pedía a esta misma. No fue hasta que llegaron a un puesto de mariscos que el rubio la bajó y se dispuso a hablar con una mujer de la tercera edad aparentemente dueña de ese pequeño puesto.

— Camarones y pescado ¿verdad? — Aria no entendía como aquel hombre con quien solo había compartido un par de días en un barco podía saber acerca de sus gustos pero no puso presión a su mente en darle una explicación y simplemente asintió.

Tras unos segundos de presenciar como él le daba unas indicaciones a la mujer y ella preparaba unas cosas que no alcanzaba a ver, finalmente Jacob le entregó un pequeño plato desechable con un poco de sopa de pescado y camarones. Los ojos de la pequeña comenzaron a picar.

— ¿Cómo sabías que- —

— Calla y come niña, aún nos falta movernos. — Ambos se sentaron en unas escaleras un tanto desoladas y comenzaron a comer. Aria después de varios días por fin había sonreído aunque sea un poco y eso a Jacob lo hacía feliz.

Si, no tenía idea de que sería su vida de ahora en adelante, sin embargo sentía que no todo estaba perdido, su madre la había dejado con una buena persona y a pesar de sentir el peso de cada gota de sudor y sangre perdida los últimos días causando estragos en su cuerpo debía admitir que ese plato de sopa algo insípido y pequeño le había dado un pizca de esperanza.

— ¡Jacob, lo logré! — El rubio separó su atención del arma que estaba limpiando y la depositó en la dueña de aquella dulce voz llena de emoción.

▪︎ Junio 14, 1998. Taiwán.

— ¿Que lograste niña? — Aria con una gran sonrisa puso una bolsa sobre la mesa del comedor y Jacob la abrió descubriendo en ella cerca de ocho carteras de cuero, un poco de joyería femenina, un par de relojes, entre algunos otros artefactos que no aparentaban mucho valor. El rubio sentía sus ojos abandonar sus cuencas. — ¿¡Tu robaste todo esto!? —

— ¡Pero no grites! —

De inmediato el mayor se acercó a la pequeña poniéndose a su altura y tomándola del rostro revisando cada parte de este, luego siguió con su cuerpo descubriendo que no había más que cicatrices o hematomas de hace un par de días o semanas que Aria se ocasionaba por inquieta. Jacob suspiró aliviado y la atrajo a su pecho en un abrazo que la castaña correspondió.

— Mocosa traviesa me preocupaste. ¿Cómo lograste robar todo eso sin que te descubrieran? — preguntó al separarse lentamente de ella. Aria sonrió con picardía.

— Pues el dinero que teníamos esta apunto de terminarse y lo que ganas no es suficiente para mantenernos, entonces Steve y yo estuvimos practicando un poco con cosas como comida de los puestos del mercado y así y bueno, hoy me subí al bus que pasa aquí cerca y digamos que resultó en todo eso. —

La cara del rubio era un poema y disimuladamente vio al gato amarillo que por alguna razón seguía a Aria a todas partes, nombrado Steve por la misma en honor al Capitán América de quien la pequeña había leído sus comics últimamente para "intentar" aprender chino mandarín - tecnica propuesta por Jacob sabiendo que a Aria le gustaban los cómics - sin embargo ella solo veía los dibujos y le ponía efectos en su cabeza.

Volviendo su atención a Aria, este suspiró pesadamente y bajó la cabeza por un momento buscando las palabras para hablar con la niña. Comenzaba a comprender el dicho de la madre de Danna, Lidia, de que los hijos sacaban canas de todo tipo de colores; vaya que tenía razón.

— Escucha, Aria Daniela. — Oh oh, la llamó por sus dos nombres. La sonrisa pícara se borró. — Sé que hiciste esto por un bien, pero robar está mal y por sobre eso me desobedeciste al salir de la zona del mercado en la que tienes permiso de jugar. No lo vuelvas a hacer ¿Si?, no sabría qué hacer si algo te pasara y sabes que no estamos del todo a salvo. —

Aria bajo la mirada avergonzada, sabía que todo eso era cierto. No estaban seguros a pesar de vivir escondidos en un pequeño cuarto de renta tras varios puestos de venta en el mercado más comercial de Taiwán, aquellos hombres vestidos de negro seguian buscandolos y por sus acciones podian correr peligro.

Pero Jacob no quería que se sintiera de aquella forma tampoco, era una niña después de todo y era su responsabilidad. Además... él sabe que esa chiquilla era una copia suya en cuanto a traviesa se trataba.

— Bueno lo importante es que no lo repitas pero mientras... — Jacob cargó a Aria sorprendiendola — Trajiste bastante dinero así que vamos a comer lo que tu quieras ¿bien? — el brillo en aquellos ojitos volvió de inmediato y sonrió abrazando al mayor por el cuello.

— ¡Quiero un pie de limón! —

— Pero hablo de algo de comer de verdad, no un postre tontita. — Aria se elevó de hombros.

— Traje el dinero para ti así que comamos lo que tu quieras, pero me compras mi pie de limón. — Jacob sonrió y bajó a la niña.

— Bien entonces iremos por unas hamburguesas y luego por tu pie ¿si? — Aria comenzó a saltar de la emoción.

— ¿Con doble queso? —

— Con doble queso y papas de media luna. — Aria no perdió más tiempo y corrió a una de la mini habitación en la que apenas y cabía el colchón en el que dormía y cerró la puerta para ponerse la ropa más bonita que Jacob pudo haberle comprado en el tiempo que llevaban viviendo ahí.

El mayor sonrió con cariño y sacó de dentro de su camisa una cadena en la cual colgaba una placa con su nombre y datos y un dije de fotos. Lo abrió delicadamente y observó la vieja fotografía, en ella estaban la madre de la pequeña y él abrazados, tenía quizás unos quince años.

— Espero poder llenar aunque sea un poco de tus expectativas mi amor... —

Jacob realmente anhelaba que todo por lo que se había esforzado los últimos tres meses fuera suficiente para proteger al tesoro de su tesoro.

Pero los anhelos no son más que granos de arena comparados con el mar que era el destino.

— Jacob... — llamó Aria suavemente mientras abrazaba con fuerza con uno de sus bracitos al peluche de zorro que tanto protegía. — Jacob. — Esta vez subió un poco más el tono de voz mientras seguía moviendo al mayor quien finalmente abrió los ojos.

— ¿Qué pasa, Ari? — preguntó suavemente el rubio con una voz ronca producto de apenas levantarse. Todo estaba a oscuras por lo que suponía que la pequeña lo estaba despertando a mitad de la noche por alguna pesadilla.

Años después ellos desearían que lo de ese día se hubiera tratado de una simple pesadilla y el rubio hubiera arreglado todo contándole a aquella niña una de sus tantas anécdotas de la infancia para que se calmara y volviera a dormir.

▪︎ Junio 15, 1998. Taiwán. 1:53 h.

El sonido de un disparo se hizo presente antes de que Aria pudiera hablar. Eso fue suficiente para que todos los sentidos de Jacob se pusieran alerta.

— Son ellos Jacob. Nos encontraron. — La voz de la pequeña temblaba y esas simples palabras habían hecho que las náuseas se hicieran presentes en Jacob.

— Aria ve por tu mochila rápido. Nos vamos. —

Todo pasó rápido.

De un momento a otro Jacob y Aria se encontraban abandonado aquel lugar lúgubre al cual llamaban hogar y donde habían encontrado paz que no pensaban que se acabaría tan rápido.

A un par de puestos de donde se encontraban se escuchaban disparos y gritos de personas, las luces encendidas cada vez eran más y eso le haría más difícil al par escapar por lo que apresuraron el paso.

— Corre y por nada del mundo mires atrás ¿de acuerdo? —

Esas fueron las palabras de Jacob mientras corría tras la pequeña por un callejón bastante angosto.

Pero aunque Aria era muy obediente e inteligente, su corazón seguía siendo el de una niña.

Una niña que escuchó a su mascota llorar.

— ¿Steve? —

Fue cuestión de segundos en los que al salir de callejón y pasar por medio de los puestos cerrados del mercado Aria pudo observar a su pequeño gatito aterrorizado en una esquina y se olvido de la situación por él desviando su andar en dirección del minino.

Aria tiempo después se cuestionó que había hecho en su vida pasada para que en esta las lecciones de vida más sencillas ella tuviera que aprenderlas de la manera más cruel posible.

Como a concentrarte en lo importante y priorizar.

— ¡Aria! —

Un disparo.

Dos disparos.

Silencio.

El llanto del gato cesó pues ya no había una garganta o una cabeza que pudieran emitir aquel sonido.

La respiración de Aria se cortó y la de Jacob en consecutiva.

— ¡Joder, pero mira Jenkins que por un puto gato callejero encontre oro! Daniela, ¿verdad? —

— Ja-Jaco... — las palabras no salían, su ser entero estaba congelado ante la escena de los restos del gato esparcidos por su rostro y el suelo mientras que dos hombres se acercaban para capturarla.

Terror.

Su ser entero estaba inmovil, el sonido del metal de aquellas armas chocar contras las correas que las sujetaban a sus dueños le carcomía la conciencia y la sangre resbalar por sus mejillas hasta llegar a sus labios hicieron que las náuseas aparecieran de inmediato.

— ¡Muévete mocosa! — Jacob aprovechó el ángulo exacto en el aquel par de hombres se encontraban de la castaña para dispararles. A uno le dio en la cabeza al otro sólo alcanzó sus piernas derribandolo. Pero Aria no se movía. Jacob maldijo internamente y como pudo la cargó sobre su hombro, lastimosamente eso le consumió tiempo, tiempo que el tirador aún vivo aprovecho para darle en el brazo. Jacob lanzó un gemido de dolor. — ¡Mierda! —

— ¡Griffin hijo de perra, deja de complicarnos la vida y deja que nos llevemos a la hija de- — pero las palabras quedaron al aire al aquella boca ser silenciada por una bala.

— Ella no es hija de ese malnacido. — Un tono frío y tajante, podía sentirse el veneno con el que habían salido esas palabras y el recelo que se guardaba ese hombre en el interior por el otro. Para Jacob la simple idea de que alguien como Aria esté relacionada con esa persona simplemente no le cabía en la cabeza. De nuevo comenzó a correr de nuevo.

Pero ahora con Aria en brazos y en uno de estos una bala incrustada.

Los pasos se hacían cada vez más lentos aún cuando Aria ya podía andar por su cuenta con el pasar de los minutos, ambos estaban heridos, tanto física como mentalmente y eso los comenzaba a consumir. Pero no podían rendirse. Debían llegar a los barcos de carga antes de que zarparan.

Y lo lograron.

— ¡Jacob ahí está! — La pequeña, que a este punto ya cojeaba por el dolor de una pierna lastimada, comenzó a correr junto al mayor lo más rápido que podían. Tenían que escapar.

Al menos Aria.

— ¡Alto ahí Griffin! — Jacob frenó en seco al escuchar aquella voz y el claro sonido del seguro de un arma siendo retirado. — Baja el arma y date vuelta lentamente. —

Aria respiraba pesado y sus ojos estaban cristalizados. La ansiedad la comía en carne viva y sus nervios le quemaban como el mismísimo infierno bajo su piel. Su corazón se aceleró tanto como la noche que dejó América.

Levemente volteó hacía Jacob y como si de un deja vú de aquella noche se tratase pudo volver a presenciar ese rostro de impotencia en el rubio mientras realizaba la orden recién dada.

— Así hijo de puta, despacio. — Jacob terminó de desarmarse y vio de frente a aquel equipo de hombres armados hasta los dientes. El líder de estos soltó una risa irónica y despectiva. — Pero mira nada más al maldito infeliz que se hacía llamar capitán, traicionando a nuestra familia por una puta cualquiera y por sobre eso robando propiedad del- —

— ¡La niña no es propiedad de nadie y menos de ese desgraciado! — El hombre disparó cerca de Aria haciendo que esta se ocultara de inmediato tras de Jacob. Este último sintió como su corazón se detenía por una fracción de segundos ante la idea de la pequeña herida.

— No eres tan rudo si se trata de esa bastarda ¿Verdad? — La risa de todos no se hizo esperar. — Déjate de mierdas Jacob. Danos a la niña por las buenas y veremos que tu muerte sea rápida. —

Lo siento Danna...

Jacob se agacho a la altura de la pequeña y peino su cabello hacia atrás con una mano mientras con la otra limpiaba las lágrimas en las pequeñas y suaves mejillas. Aria podía sentir el dolor a través de sus ojos.

— Ari ¿me puedes prometer algo? —

— Jacob tengo miedo... todo esto es mi culpa. — el mayor negó y abrazó a la niña demostrando todo el cariño que le tenía, algo dentro de ella seguía preguntándose por qué Jacob la veía con tanto amor, como si fuera el papá que nunca tuvo.

— Nada es tu culpa, hay cosas que pasan por obra del destino. — Jacob escuchó un disparo al aire tras él y sintió a Aria temblar entre sus brazos. Debía apresurarse. — Aria prométeme algo... que nunca te vas a rendir —

Su cuerpo paró de temblar y su mente quedó en blanco.

— Prométeme que te vas a cuidar, que vas a buscar alimentarte bien, intenta ser buena niña y no lastimar a otros — No comprendía. — se fuerte por favor... nunca bajes esa preciosa cabecita ¿si? — Jacob ¿que haces? — Y ten en cuenta siempre que te amo, porque tu eres la única familia que tengo, chiquilla traviesa. —

— Jacob no me dejes tú también, por favor no... —

— Iré por ti me cueste lo que me cueste, de eso no tengas dudas... — Aria sintió como Jacob la elevaba del suelo y la cargaba en sus brazos. — Hasta entonces sobrevive por favor... —

— Jacob tú también eres todo lo que tengo, no me entregues... —

— Veo que has tomado una buena decisión traidor. — Dijo con altanería aquel hombre robusto y terrorífico que esperaba a la niña en sus brazos para que sus hombres se encargaran de ella.

— Si, he tomado una decisión, de que sea buena no estoy seguro. Pero es la única. — Los ojos de Aria se iluminaban entre lágrimas y la luz de luna llena de aquella noche. Sentía que de nuevo su alma se partía en dos. Aquel hombre sonreía con morbosidad y locura y el rubio sintió su estómago revolverse. — y decido que no le vas a poner una mano encima a mi pequeña. —

— Jacob... —

— Nos vemos Ari. —

¿Fue una buena decisión? Quien sabe.

¿Aria estaba a salvo? No había forma de saberlo.

¿Se arrepentía? No.

¿Lo haría más adelante? Claro que sí.

¿Ambos merecían las situaciones que vendrían a futuro? En un futuro se lo cuestionarían a la luz de la misma luna que los vió sufrir tanto.

Lo último que Aria recuerda de esa noche es el rostro de Jacob con una sonrisa mientras la lanzaba por la borda del barco que los llevaría a Tailandia y al impactar su cabeza contra una bolsa de lo que imaginaba eran granos perdió la consciencia lentamente mientras le reclamaba a la luna por ser siempre testiga de las cortadas que la vida le proporcionaba.

Aria sintió su respiración cortarse una vez su vista enfocó su situación actual.

¿Dónde estaba?

¿Y su mochila?

¿Qué pasó con Jacob?

¿Por qué estaba atada?

Su cabeza comenzaba a consumirse en la oscuridad, se sentía acabada, su cuerpo dolía, su cabeza también y su corazón aún más.

Aria alguna vez se preguntó cómo se sentirían los animales al ser separados de sus madres y ser llevados a mataderos. Comenzaba a pensar que exactamente de la misma forma que ella se sentía justo ahora.

"Yo... estoy sola..."

Las palabras presionaban su pecho y estrujaban su alma, la oscuridad de aquella habitación solo hacía que que su cuerpo entero sucumbiera ante la locura y la profunda tristeza.

— Veo que por fin despertaste niña. —

Las pupilas de Aria se dilataron llegando al extremo al escuchar esa voz ronca y profunda y su cuerpo entero volvía a temblar.

Estaba aterrada.

Levemente volteo hacía la figura dueña de tan tétrica voz y se encontró a un hombre de edad avanzada caminando con una botella hacía ella. Lentamente se puso de cuclillas ante ella y al ver su rostro comenzó a reír.

— Vaya mierda, pero si pareces un cordero a punto de ser asesinado. — Con una de sus gruesas y ásperas manos tomó el pequeño y delgado rostro de Aria para girarlo y verlo desde diferentes perspectivas. Las lágrimas comenzaron a salir sin control aún si la pequeña no emitía sonido alguno. — ¿Lágrimas? Ay preciosa, pero si mañana será un gran día, dime ¿Cual es tu nombre? — preguntó pasando de inspeccionar su rostro a inspeccionar sus piernas tocandolas.

Pero Aria no respondía.

—¿Sin nada que decir? pero no seas tímida, sino me veré en la obligación de hacerte hablar. —

Pero de nuevo no había respuesta, solo lágrimas y unos muy leves sollozos.

— Hablo en serio niña, responde o haré que comiences a hablar de otra manera. — Una de sus manos se filtró por los bordes del short con el que Aria había escapado siendo aquella su pijama.

Sin embargo Aria en lugar de responder solo comenzó a quejarse mientras intentaba alejar las manos del hombre a base de patadas. Pero todo era inútil.

— Bueno, entonces será por las malas. Descuida, no llegaré tan lejos que te quiero vender virgen mañana que lleguemos a Japón, por las niñas de tu raza dan buena plata. — Tomó uno de los mechones castaños y rizados y lo acercó a su nariz para oler a profundidad el aroma de este. — Última oportunidad para hablar pequeña. —

Ese día entre lágrimas recordó a su madre para desconectarse del momento que su cuerpo estaba viviendo.

Danna alguna vez le dijo que su trabajo lo realizaba para sobrevivir, pero si con palabras podía salvarse de realizar aquellos actos lo hacía.

A sus casi 16 años Aria recuerda la primera vez que un hombre le puso las manos encima y a veces en la oscuridad de su habitación ansiaba tanto poder haberle entendido una sola palabra a aquel hombre para haberse salvado de un trauma que llevaría como una cruz durante toda su vida. Pero era una niña que nunca en su vida había escuchado una palabra en japonés.

Una niña que estaba sola contra el mundo.

¿Fue su intención arruinar su escape por querer salvar a su mascota?

¿Jacob la salvó o la condenó?

¿Qué hubiera pasado si no hubiera escuchado el llanto de Steve?

Podrían haber mil explicaciones o excusas para lo que pasó aquel día, pero lo cierto es que lo hecho, hecho está.

Por eso Aria dejó de ver la vida entre lo blanco y lo negro, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.

La vida es un conjunto de situaciones subjetivas que una te llevará a otra y así sucesivamente.

El punto está en si te caes y mueres o te caes y te levantas para sobrevivir.

▪︎ Junio 18, 1998. Tokyo, Japón.

Aria por primera vez pisó la tierra del sol naciente, solo que en su caso, su sol se había apagado.

Days fade into a watercolour blur
Memories swim and haunt you
But look into the lake, shimmering like smoke
Rises the moon

- Liana Flores.

BUENAS BUENAAAAAAS HOY AMANECIMOS

Con depresión alv.

No fuera de broma no saben lo difícil que fue escribir esto junto a su segunda parte que esperenla muy pronto :')

Sé que a muchos no les gusta que una historia de un oc x algún personaje se centre mucho en la historia del primero, pero por eso aclaré al inicio que antes de darle desarrollo a a pareja por la que vienen quiero darle bases lógicas tanto al personaje como a la trama de la historia y bueno como este habrán otros capítulos que se centren únicamente en nuestra protagonista.

Espero les guste por que yo lo escribí de todo corazón y con cariño para ustedes ❤

Gracias por su apoyo y sus comentarios y si tienen dudas no duden en preguntar que responderé lo antes posible.

Se me cuidan mis amoreeeees

Atte. Darky

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