[ III ]

I know you haven't made your mind up yet
But I would never do you wrong
I've known it from the moment that we met
No doubt in my mind where you belong...

— Me lo quedo. —

— Ni en joda. —

— Sabes que no te entiendo una mierda cuando hablas en español así que diré que sí. —

— No. —

— ¿Podrían dejar al niño en paz? —

— ¡No! — Gritaron ambos al rubio de trenza que ya se había hartado un poco de la discusión que veía frente a él mientras sostenían al pobre Dylan de una mano cada uno.

— ¡Baji-san sálvame! — Gracias a esa distracción el pequeño pudo soltarse y corrió a los brazos del pelinegro que había estado riendo mientras el par los veía incrédulos.

— Tal parece que gané. — Sacó la lengua Baji en forma de burla y comenzó a huir con Dylan en su espalda.

— ¡Hey, no es justo! — gritó Aria mientras comenzaba a perseguirlo.

— ¡Sullivan dame al niño! — agregó Mikey siguiéndole el paso, Draken solo suspiró cansado y comenzó a seguirlos de la misma forma.

.

.

.

— Bien tu ganas, te lo quedas. ¡Pero solo por hoy! ¿si? —

— ¡Genial! — Celebraron Baji y Dylan chocando los puños mientras Mikey se miraba frustrado ante la aceptación de Aria.

— ¡No es justo, yo también quiero que me lo prestes un día! —

— Mikey no puedes ni siquiera despertarte por tu cuenta ¿y ya quieres cuidar un niño? — Mencionó Draken con seriedad ante la rabieta de Mikey.

— ¡Pe-pero Kenchin! Le debo enseñar a pelear, ese niño es el futuro de ToMan. — Mikey señalaba al pequeño en brazos de Baji mientras formaba un puchero infantil. Aria simplemente no daba crédito a la situación.

Resulta que al día siguiente de que Baji se enterara de la existencia de Dylan quiso conocerlo pero no puedo mantener la boca cerrada y terminó por contarle a Mikey y Draken también así que los cuatro habían ido por él, sin embargo, Aria no contaba con que sus amigos se enamorarían del niño.

Todo había comenzado con una pregunta inocente de Draken al descubrir a Dylan viendo de reojo su motocicleta siendo esta acerca de que si le gustaban lo cual era un sí, pero agregó que notaba que ya casi se le acababa la gasolina cosa que llamó la atención de los otros tres recién conocidos para él y así había comenzado un interrogatorio profundo al niño que resultó en Aria y Mikey peleando por que el segundo quería llevarse a Dylan a vivir con él bajo la excusa que ese niño valía la pena y debía educarlo como un buen pandillero.

— Acepta la derrota Mikey, Dylan viene conmigo. — Se río el pelinegro en la cara del más bajo aumentando en este sus ganas de estrangularlo — ¿Te gusta el peyoung yakisoba amigo? —

— ¡Si! — la verdad es que Dylan no sabía ni de qué hablaba el mayor pero le diría que sí porque de los nuevos hermanos que Blake le presentó él era su favorito.

— ¡Ese es mi hermanito! — Baji le sonrió al niño cómplice y este se veía orgulloso de sí mismo, Aria entonces solo rodó los ojos y se río por lo bajo. Le alegraba ver a Dylan feliz. — Bueno nos vamos entonces, a mi mamá le vas a agradar. —

Mikey seguía con su rabieta pero un pequeño puño en su pecho lo hizo volver en sí.

— La próxima vez me voy contigo para que me enseñes a pelear Mikey-san. — Le sonrió el pequeño que había bajado de los brazos de Baji para despedirse. Mikey entonces volvió a sonreír y asintió freneticamente mientras palpaba la cabeza del niño.

— Te voy a enseñar a hacer patadas mortales que ninguno de estos tres perdedores puede hacer. —

— Te estamos escuchando Mikey. — Acotó Aria volviendo de nuevo su semblante serio.

— Sobre todo Blake. —

Y así el pequeño se había ido junto a Baji a casa luego de presenciar como Aria golpeaba a Mikey con una patada en la espalda en respuesta y seguidamente despedirse de estos mismos y Draken.

En parte a Aria le relajaba que fuera a casa del pelinegro ya que la madre de este era un amor y muy probablemente Dylan sería tratado como rey esa noche. Sabía que a su mejor amigo no le gustaban los niños, es más, le hastiaban, pero como ya la bicolor le había dicho, Dylan era especial.

Los tres chicos restantes se despidieron y tomarían caminos separados a sus hogares.

— Aria... — La había llamado Draken antes de que se alejaran definitivamente. Esta volteó puesto que le llamaba la atención siendo Draken de los primeros en aceptar llamarle Blake. — Entiendo lo que haces por niños como Dylan y por qué lo haces pero - —

— Cuídate. — terminó Mikey con un brillo inexplicable para Aria en sus ojos. ¿Era preocupación?

Aria entonces no sabía qué responder. Sabía que Draken quería decirle que parara de hacer esas cosas aún si Jacob la acompañaba, y en sí tenía razón; se arriesgaba demasiado al entrar a prostíbulos fingiendo ser parte del personal y luego terminar entre balas y sangre, pero había una razón por la cual sentía la obligación y Mikey, aunque le costara aceptarlo, lo comprendía y por eso solo le pedía que se cuidara.

Y cómo no, si fue él quien la encontró aquel innombrable día.

— Lo haré. — respondió con un tono indescifrable para el dúo. El más bajo le dio un corto abrazo.

— Solo hazlo, tonta, no sé qué sería de mi sin ti. — Aria entonces bajó la mirada y asintió antes de darse la vuelta y marcharse.

A Mikey por un momento le pareció ver la silueta de su amiga más pequeña y con un largo cabello rizado rozando sus caderas, sin embargo culpo el no haber dormido lo suficiente en el día de esas ideas tontas.

Las promesas están hechas para romperse y no necesariamente porque queramos hacerlo.

Aria lo sabía y lo entendía a la perfección. Por eso nunca culpo a Jacob por lo que pasó luego de dejar América y hacer escala en Taiwán.

Pero no quiere decir que al recordar no sienta esos momentos como recientes o presentes...

Aún así, sabe que de no haber sido su historia como tal no tendría a las personas que la rodean y la hacen feliz hoy .

Ejemplo perfecto son los fundadores de la Tokyo Manji Gang.

▪︎ Noviembre 2, 1998. Tokyo, Japón.

— ¡Baji te juro que te lo pago después! —

— Eso dijiste la última vez y por tu culpa ya no tuve dinero después para comprarme un manga. — el pelinegro le dio un zape a su acompañante rubio al recordar.

— ¡Anda Baji!, mañana es tu cumpleaños, haz una buena acción por tus 8 años y dame un regalo. — Tironeo Mikey de la sudadera contraria.

— ¡Eso debería decirte yo a ti tonto! —

Y así ambos comenzaron a intentar golpearse mientras seguían su camino y se alejaban cada vez más de la cafetería donde el rubio añoraba por que Baji le prestara dinero para comprar un dorayaki.

Hubieran seguido así de no ser por el bullicio que escucharon no muy lejos de ahí. Parecía ser una pelea.

Siendo Mikey y Baji como niños buenos que eran dieron media vuelta de su camino para irse... pero en busca de donde estaba pasando el desmadre.

— ¡Suéltenla por favor!, ¡Danny, tu también ya para! — se escuchaban los sollozos de una voz dulce y afeminada desesperada por parar a otra persona.

Gracias a que no paraba es que Mikey y Baji habían podido dar con el lugar donde se estaban dando los hechos.

Solo que jamás esperaron lo que encontraron.

— ¿¡Qué esperan, huh!?, vengan y denme todo lo que tengan, no creo que eso sea todo. — un japonés muy, pero muy deplorable había sido pronunciado por un pequeño cuerpo con una larga cabellera castaña atada a una coleta quien se mantenía en pie a duras penas frente a una niña pelinegra como si la tuviera en su defensa.

— Déjate de mierdas, niña estúpida, a penas y te puedes mantener en pie. — unos tipos mucho más mayores que las niñas frente a ellos se acercaban de nuevo con totalmente evidentes malas intenciones. La castaña solo se colocó en una pose de defensa bastante inexperta.

Su rostro estaba completamente magullado, la sangre goteaba por su barbilla y sus piernitas atentaban con dejarla en el suelo en cualquier momento, pero aún así conservaba una mirada de determinación tal que conmovió al par de niños que observaban la escena asombrados.

Baji y Mikey no iban a dejar que esto continuara.

— Ya ríndete niña y cede que de aquí ninguna se va sin que yo las pruebe. — La pequeña estaba a punto de golpear una vez más en busca de intentar sacar de esa situación a su amiga detrás. En el momento en que ella daría su último golpe una cabellera rubia paso ante sus ojos y el tipo frente a ella voló hacia un lado producto de una patada.

— Oye, ¿que tu mamá no enseñó a respetar a las niñas? —

— ¿¡Que mierda te pasa niño imbécil!? — dijo este desde el suelo sosteniendo su mandíbula con un golpe bastante marcado en esta.

— ¿Eso es un no? — otro tipo iba a acercarse a Mikey para golpearlo cuando justamente fue detenido por su amigo pelinegro.

— Mikey, dudo que gente así tenga mamá. — el rubio colocó una mano bajo su mentón como si estuviera pensándolo seriamente.

— Supongo que eso explica muchas cosas. — Mikey y Baji entonces decidieron seguir su tarea de dejar moribundos a aquellos tipos que evidentemente eran perros que ladran pero que no muerden ni el sofá.

Las niñas no daban crédito a lo que veían, sin embargo estaban muy agradecidas, aún si la castaña no quisiera admitirlo.

El round de golpes culminó un par de minutos después con el pequeño grupo de chicos huyendo como gallinas espantadas de un par de niños de primaria.

— ¡Muchas gracias por ayudarnos!, no sé qué habría sido de nosotras sin ustedes. — agradecía con una gran sonrisa la pelinegra mientras se inclinaba en forma de respeto ante el par frente a ella. Por otra parte la castaña solo desvió la mirada y rasco la parte trasera de su cuello.

— Gracias, también... — dijo casi en un susurro.

— ¿Qué dices?, no te escucho. — molesto Baji con una sonrisa juguetona y la niña volteo a él con molestia. Ya habían dado en su ego y no dejaría que se burlara más de ella.

— Dije que... ¡GRACIAS ANIMAL! — grito lo más fuerte que pudo en la oreja del pelinegro que tras pasar unos segundos cargando tras el grito su acompañante rubio comenzó a reír.

— ¡Mira Baji le faltan dientes! — la castaña entonces vino y golpeó con toda la fuerza que le quedaba al pequeño Mikey en la mejilla mandándolo al suelo — ¡No, mi diente flojo! ¡El hada madrina ya no vendrá a dejarme dinero! ¡NOOO! — gritaba desesperado el rubio mientras buscaba su diente por alguna parte, había esperado a que este cayera solo para dejarlo bajo su almohada y que el hada viniera a dejarle bastante dinero para comida.

Lo que él no sabía es que el hada era idéntica a su hermano, pero eran detalles. 

Baji entonces comenzó a reír y le dio una palmada en la espalda a la niña.

— ¡Buena esa!, Oye tienes bastante fuerza. Tal vez así le enseñas a ese tonto que el hada no existe. — Se burló de su amigo.

— ¡Si existe! — alegaba el otro mientras seguía en su búsqueda sin importarle el sangrado que el diente en si había dejado.

— No. — Baji se miraba serio y la niña creyó tal vez que uno al menos era cuerdo entre el par — Ya hablamos de que es el ratón Pérez. —

La castaña entonces chocó su palma con su rostro. La pelinegra a su lado no podía parar de reír.

— Bueno, bueno. No soy el hada pero te puedo dar un poco de dinero en agradecimiento por habernos ayudado, ¿qué dices? — ofreció la pelinegra al par y parecía que a Mikey se le abrían las puertas al cielo por el brillo en sus ojos.

— ¿Harías eso por mi? — la niña asintió y su amiga junto a Baji rodaron los ojos — ¡Mira Baji ya tengo para mis dorayaki!, ¡Gracias, eres increíble... ¿Cómo te llamas? — la pelinegra volvió a reír.

— Mi nombre es Shirai Kenja, y la amargada de allá es Aria. —

— ¡Oye! — se quejó la castaña.

— ¡Oh, un gusto! Yo soy Mikey y el perro rabioso de allá es Baji. —

— ¡Hey! — Ahora fue el pelinegro quien se quejó.

— Bueno ya fue suficiente. — Aria se acercó al rubio y comenzó a jalarlo del borde la camisa en una dirección en específico. Todos la vieron sin entender.

— ¿A dónde me llevas?, ¿Acaso te gusto? — usó un tono sugerente Mikey mientras subía y bajaba sus cejas. A este punto Kenja creía que su amiga quedaría con los ojos desviados de tanto que los rodaba.

— Ya quisieras que tuviera tan mal gusto — el rubio puso una mueca ofendido y se disponía a reclamar pero fue callado al instante — ¿No era que querías dorayaki? — a Mikey se le volvieron a iluminar los ojos y se colgó de la espalda de la castaña tal cual Koala. — ¡Oye bájate! —

— ¡Dorayaki, dorayaki, dorayaki! — Mikey sin embargo hacía caso omiso.

— Creo que es en vano, ¿Aria? Si eso. — Mencionó Baji tras ellos.

— ¿Por?, ¿No lo puedes bajar tú? — pregunto algo hastiada pero él negó con una sonrisa.

— Tal parece que ya las adoptó. — Aria arqueo una ceja en duda y Mikey asintió frenéticamente.

— A partir de ahora son mis amigas y a ti te voy a enseñar a pelear por que sacarme un diente no lo hace cualquiera. — dijo Mikey orgulloso como si hace un momento no hubiera estado llorando por lo mismo.

Aria se quedó en silencio por un momento.

—... ¿Ya eras así o te golpeé muy fuerte? — Baji y Kenja entonces comenzaron a reír y Mikey infló sus mejillas de enojo mientras le daba un pequeño zape a la castaña a lo que ella se quejó.

— No, a él su hermano lo tiró por accidente de una moto cuando tenía un año, eso pasó. —

— ¡Baji, eso era secreto! —

El resto entonces comenzó a reír mientras seguían su camino a la cafetería más cercana que vendiera dorayaki. Nadie sabía para ese entonces que ese día se había formado una gran amistad.

Mucho menos imaginaban lo que la vida les traía por delante.

Como que Mikey logrará encontrar su diente y esa misma noche descubriera que el hada de los dientes era la gemela perdida de su hermano. O al menos fue así como se lo describió a Baji y a sus nuevas amigas al día siguiente haciendo que estos casi pasaran a mejor vida gracias a las risas.

Aria muchas veces durante las noches más heladas deseaba volver a aquellos tiempos.

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▪︎ Agosto 14, 2003. 4:47 h.

— ¡Aria perdóname, llegué demasiado tarde! ¡Lo siento, lo siento, lo siento tanto! —

— Está bien Mimi... — la voz salió casi inaudible usando un apodo por el que solo pocas veces lo había llamado; al chico se le oprimía el pecho. La temblorosa mano de la castaña se acercaba a su mejilla y limpiaba sus lágrimas — Esto no es tu culpa. —

Aún así en ningún momento pudo parar de llorar mientras veía como a su amiga la subían a una ambulancia que iría directo a urgencias.

Aquella madrugada Mikey pudo haber estado al lado de su familia llorando a su hermano más lo había hecho como nunca en la sala de espera de un hospital acompañado de un hombre rubio que le había ayudado a poder salvar a su mejor amiga, quien sin saberlo, pasaba por el mismo dolor que él. Habían perdido a alguien amado y no pudieron proteger a alguien a quien habían jurado con su vida hacerlo.

▪︎ Actualidad. Julio, 2005.

Aria se encontraba sola a la orilla del muelle, eran cerca de las 6 de la tarde y el sol se ocultaba en el horizonte. El viento soplaba trayendo una brisa fresca y salada al rostro de la chica, su cabello alborotado y de dos tonalidades bailaba al ritmo de esta y su fiel acompañante peludo estaba a su lado observando el mismo paisaje de ella. Esa tarde todo se sentía melancólico por alguna razón y eso mismo le trajo a su mente momentos con su mamá y abuelita cuando solo eran ellas tres en una casita en el Putumayo de Colombia. Recuerda salir con su mamá al mercado sin complicaciones y acompañar a su abuela a bañarse en nacimientos de agua cercanos. Más de alguna vez una serpiente le había sacado un susto, pero nunca nada grave. Pensaba en si algún día podría volver a ese lugar.

Una figura robusta y enorme se sentó a su lado disfrutando de la hermosa vista que el océano les otorgaba.

— Oye llego esto para ti. — Aria recibió la bolsa que Jacob le ofrecía y la abrió encontrando varias tablillas de chocolate de cacao, un par de plumas de guacamaya y una carta. Sonrió sabiendo de quién era. — Tu abuelita es un amor, me mandó una caja de tabaco natural. ¿Quieres? — ciertamente ella no solía fumar, pero los puros que su abuela hacia la calmaban en varias ocasiones.

Aria tomó el pequeño rollo y le dio fuego con el encendedor que su acompañante le ofrecía. Ambos entonces volvieron al silencio pacífico mientras inhalaban y exhalaban el humo de aquella hoja.

— Jacob... ¿A veces no te preguntas qué estará haciendo mi mamá? — y entonces el tema que el rubio tanto evitaba en su vida llegó de nuevo.

Trago grueso y no se atrevía a ver a la pequeña a su lado. Odiaba hacer esto, pero a veces sentía que era lo mejor.

— Si... — fingió una sonrisa — supongo que, conociéndola, debe estar rodeada de animales o plantando flores en algún lugar sin nombre. — Aria también sonrió al imaginar a su mamá en medio de la naturaleza disfrutando de la vida sin más preocupación que el hecho de pasar desapercibida.

— Yo la extraño — la oscura mirada no se apartaba del atardecer — A veces imagino como hubiera sido crecer con ella... — tomo una bocanada del tabaco y continuó — siento que le hubiera dado un paro cuando corté mi cabello o al conocer a mis amigos — Aria río tiernamente y Jacob de nuevo tuvo que voltear mientras sentía su corazón apretarse — o me hubiera gustado que me enseñara a coser, no me quejo de Mitsuya pero, ella fue quien me hizo a Luka y sabes que es muy bonito. O, o, o quizás cocinar, no digo que eres mal maestro pero es que mi mamá hacía unas enchiladas taaaaan ricas ¡o las empanadas! —

El rubio podía jurar que en ese momento lograba escuchar su propio corazón fragmentarse al ver el rostro iluminado de Aria como si volviera a ser aquella niña inocente que vio nacer y crecer.

También me gustaría que me fuera a ver jugar los torneos, se que ella hubiera preferido que hiciera natación pero simplemente el basketball es lo mío y sé que así como era de escandalosa le gritaría de todo a los árbitros, ay y mi abuelita también, ellas dos eran muy similares. Aunque creo que constantemente me molestarían más que tu con el tema de que no le hago caso al "pobre Manjiro" cuando el bruto dice todo en broma y... — Aria entonces volteó hacia Jacob y lo encontró con una cara de tristeza indescriptible. Decidió parar, quizás había hablado de más. — ... Sé que ella está bien donde quiera que esté y la ha de estar pasando genial lejos de los malditos de Las Vegas, al igual que mi abuelita en Colombia... solo me gustaría poder saber algo de ella... sé que no puede dar ni una señal de su paradero ni el mío por seguridad pero... -

— Ella... — inició Jacob como si quisiera soltar algo que le ardía en el interior como si de ácido se tratara, pero se contuvo, no podía hacerle eso a Aria, por lo menos no ahora — Ella también te extraña, yo... también quisiera saber de ella pero puedo afirmar que no deja de pensar en ti todos los días. Ten por seguro que hubiera amado cuidarte y verte crecer, también me hubiera gustado molestarla cuando viera tu cabello corto — Jacob le desordeno aún más este y Aria soltó una pequeña risita — o decirle que no era el fin del mundo que tuvieras amigos pandilleros; también admito que su cocina es mejor que la mía y puedo apostar que no solo le gritaría a los árbitros, yo hubiera tenido que detenerla para que no fuera a matarlos si hacían algo que no le agradará — Jacob entonces también sonreía — y creeme, si ellas dos no te molestaban con Manjiro o cualquiera de tus amigos me hubiera encargado de que lo hicieran — Aria golpeó levemente su brazo y él se rió — Bien, bien... quizás prefieras a Keisuke — La cara de de Aria era un poema de lo desconfigurada que se veía y eso a Jacob le hacía gracia — Es broma, es broma... — ella rodó los ojos y le dio a entender que siguiera, Jacob entonces volvió a tener esa melancólica expresión que la castaña ya acostumbraba a ver — Ella era mi mejor amiga y también la extraño, pero sé que por lo menos ahora es libre... —

Aria lo analizó por un momento y finalmente lo abrazó con fuerza ocultando su cabeza en el pecho contrario. Jacob al inicio se sorprendió pero luego correspondió aquella muestra de afecto que no siempre solían tener.

— Al menos me dejo contigo y tu has hecho por ella lo que posiblemente le hubiera gustado hacer conmigo, así que aunque ella no esté soy feliz porque te he tenido a ti para hacer de mi quien soy hoy en día... te quiero viejo. —

Jacob agradeció en ese momento que la chica no lo estuviera viendo o sería testigo de las gruesas lágrimas que amenazaban con salir de sus cuencas.

Para él la niña a su lado era su única familia, era intrépida y terca al igual que él, ambos tenían un humor extraño, la apoyaba en lo que necesitaba, le compraba lo que podía, la hacía estudiar y la sermoneaba si era necesario - aunque era un blando si ella ponía ojos de perrito regañado -, la escuchaba quejarse de la vida y ella a él.

Jacob Griffin nunca había sentido lo que era ser parte de algo realmente hasta el día en que Aria quedó a su cargo. El amor de su vida le dejó una parte de ella que lo había hecho seguir adelante.

No se imaginaba el escenario del día en que Aria se enterara de que su mamá fue la razón de que él lograra volver para rescatarla aquel catorce de agosto en 2003.

— Yo también te quiero mocosa... —

Lo que pasa es que... Danna si era libre, pero el único lugar donde se le podía encontrar era en el corazón y las memorias de aquel par que apreciaba un atardecer pensando en ella.

Por qué una madre es capaz de dar todo por sus hijos.

Danna dio su vida por Aria y Jacob no era tan fuerte para decírselo.

I'd go hungry, I'd go black and blue
I'd go crawling down the avenue
No, there's nothing that I wouldn't do
To make you feel my love.

- Adele.

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