[ II ]
Everybody finds somebody someplace
There's no telling where love may appear.
Las caderas se meneaban lado a lado dando volumen a aquella falda de color rojo que era sujetada por un cinturón grueso de cuero negro al rededor de una esbelta cintura. El tacón de un par de botas se podía escuchar resonar entre las paredes del pasillo que las dirigían hacia su destino predeterminado.
La puerta fue abierta y dentro de aquella habitación muchas personas con traje se quedaron estupefactas ante la repentina aparición; la persona ante ellos sonrió con malicia y bajo el bastón que descansaba sobre sus hombros para comenzar a avanzar hacia sus espectadores, este a su paso comenzaba a dejar pequeñas gotas de sangre que ensuciaban con éxito la fina alfombra aterciopelada de un tono nude que soportaba el peso de una mesa con personas que poseían un aura que era todo lo contrario a la susodicha.
Los dedos con algunas punzadas envueltas en vendas blancas se deslizaron por la parte superior de la radio presionando el botón central que le daría inicio a aquella canción que marcaría el inicio de su trabajo.
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These boots are made for walkin' - Nancy Sinatra
— Pero vaya, al menos no tienen tan mal gusto musical. — la mirada de la persona desconocida finalmente se dirigió a sus acompañantes — Buenas noches caballeros — la cabellera por ahora rubia ceniza rozaba la parte baja de su cintura y se meneaba con cada movimiento de cabeza — Es un gusto poder ser su anfitriona esta noche. —
Los hombres con trajes elegantes vieron a la chica con atención sin comprender que pasaba ni cómo es que se encontraba ella ahí.
— ¿Quién demonios ere- — aquel hombre fue callado por la punta delicada del bastón bajo su mentón que cerró su boca con delicadeza.
— Oh no necesitan saber mi nombre — instintivamente el resto comenzó a acercar su mano hacían su cinturón cosa que no pasó desapercibido por la joven — sin embargo creo que ustedes tienen uno que me interesa... ¿Qué saben de un niño llamado Ander Ivanov? — la cara de los hombres se desconfiguro al no comprender a quien se refería la muchacha y por un momento perdieron la noción de lo que estaba pasando. La expresión de la chica se ensombreció — Eso supuse. —
Sin previo aviso el bastón que sostenía la mandíbula de aquel hombre de aparentemente unos 50 años fue el culpable de descolocar la misma en un golpe certero. Al instante la habitación se llenó de disparos descoordinados que con suerte ella pudo esquivar. Ahora era ella quien sacó sus armas y comenzó a disparar hacia partes sensibles de sus contrarios para dejarlos fuera de combate.
Se acercó hacia el primer noqueado y se fijó en la esclava de oro que envolvía su muñeca donde claramente se leían las siglas del local donde estaba en ese momento. Revisó su cuello y ahí encontró lo que venía a buscar.
Todo pasaba en cuestión de segundos cuando la chica tomó el cuerpo inconsciente y se levantó usando este para que cesaran los disparos amenazando con volar su cabeza, cosa que funcionó.
— Muy valientes para dañar a otros pero no a una mugrosa rata como ustedes ¿verdad? — los hombres se mantenían en silencio y la respiración de la chica buscaba regularse ante los nervios, el tiempo avanzaba y no veía a la persona que necesitaba asomarse por la puerta — se aprovechan de almas inocentes para complacer sus deseos banales y asquerosos — De pronto escuchó los pasos acercarse a la habitación y sonrió por fin pudiendo calmarse — Algún día espero ver a toda la mierda como ustedes tras las rejas. —
La rubia empujó el cuerpo hacia los hombres y corrió de inmediato hacia la puerta, los hombres buscaron dispararle pero al voltear se encontraron con un hombre que aparentaba los dos metros de altura armado con una metralleta en manos. Estos retrocedieron.
— No nos hagas nada...— pidió uno de los hombres poniéndose de rodillas ante el sujeto — tengo esposa y tres hijos... no quiero dejarlos solos. —
La mandíbula del contrario se tensó bajo la mascarilla negra que portaba.
— Pides puta piedad por no querer dejar solos a tus hijos — el recién llegado dio un paso lento y firme hacia el frente para que el hombre pudiera sentir más su presencia — pero tomas niños alejandolos de sus padres para traerlos a tu negocio de mierda, das asco. —
Dicho esto disparó hacia las rodillas de todos los presentes haciendo que les fuera imposible el mantenerse de pie y por ende seguirlos. Al instante salió de ahí mientras escuchaba los gritos de aquellos seres sin alma o vergüenza alguna.
— Con la edad te vuelves lento, Griffin. — mencionó con gracia la chica mientras se deshacía de la incómoda peluca que portaba y la tiraba sobre uno de los guardias que previamente su acompañante había noqueado para que ella pudiera llegar a la oficina.
— Pues mira que te salve el culo mocosa, aún te falta práctica con ese arma así que agradecele a este viejo aunque sea una vez, Torres. — Aria rodo los ojos mientras reía y ambos comenzaban a correr. Debían apresurarse antes de que los refuerzos de seguridad llegaran. — ¿Dejaras esa peluca ahí? la puedes necesitar después. —
—Oh no, solo fue hoy, el rubio me hace parecer familia tuya y no quiero pasar por esa vergüenza. — El mayor la empujó de lado mientras corrían y ambos se rieron.
Aveces Jacob se preguntaba si Danna hizo bien al confiarle su hija a él siendo un imprudente de primera al igual que ella pero la verdad es que no imaginaba su vida sin la niña a su lado, porque si, para él siempre sería una niña a la que lamento mucho haberla hecho pasar por cosas horribles que no pudo evitar por no ser tan fuerte pero que le dan ganas de vomitar al solo recordar.
Bajaron hasta el sótano del edificio donde les tocó golpear y disparar a un par de hombres más antes de poder llegar a su destino.
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Balas, golpes y sangre.
Para Aria habían sido su vida desde hace tanto que ya no recordaba cómo era existir sin estos, a sus casi 16 años había pasado por tantas cosas a la vez que a veces anhelaba resetear su vida y poder vivir de una manera más lenta y quizás diferente, saborear los momentos, sonreír más y borrar tantas cosas de las que se arrepiente.
No sentir que esta es tan efímera como una bala.
Pero esta era su realidad.
— El collar, tráelo. — Aria fue hasta Jacob y revisó el colgante donde yacían 6 dígitos grabados. Los copió sobre la cerradura numérica de la puerta haciendo que esta se abriera.
— Bingo. — Ambos pasaron y se encontraron con varias celdas vacías. Jacob comenzó a recorrerlas sin más pero por el contrario Aria se congeló, se detuvo al sentir que su corazón comenzó a acelerarse, el rubio al notarlo le lanzó una mochila a sus manos. Aria entonces volvió a la realidad.
— Ve y cambiate esa ropa, que sé perfectamente que no es tu estilo, Blake. —
Jacob no solía llamarla así puesto que siempre la conoció como Aria y ella había dejado en claro que no le molestaba que quienes la habían conocido como tal la llamaran así, como él y los chicos de su pandilla, bueno, los fundadores; pero tenía claro que su nombre real tocaba fibras sensibles en ella que Blake puede hacerlas fuertes.
De un momento a otro la vio desaparecer y él procedió a buscar el motivo de su misión esa noche entre las celdas restantes hasta que dio con él en una de las últimas celdas donde también se encontraban una niña y un niño.
— ¿Ander? — Un pequeño niño de tez pálida y grandes ojos azulados volteo hacia él con lágrimas mojando sus mejillas. Los pequeños a su lado parecían ser una asiática y otro probablemente latino. — Hola pequeño, he venido a sacarte de aquí, tu mami te espera. —
Jacob abrió la celda con las llaves que le quitó a uno de los últimos guardias y se acercó a los niños los cuales se alejaron abranzandose entre ellos, el rubio entonces comprendió que sería de esos casos difíciles. De un momento a otro sintió una mano en su hombro y vio a Aria con su habitual ropa oscura y holgada haciéndola ver de diferente género. Esta asintió dándole a entender que ella se encargaba.
— Hola amigo — Aria se agacho hasta la altura de los niños y sonrió. Su tono de voz era el más dulce que podía emplear y el perfecto español que había usado captó la atención del niño de tez morena en aquel trío — no tienes nada que temer, soy alguien que quiere ayudarte a ti y a tus amigos a salir de aquí. —
El niño la miró inseguro por un momento hasta que decidió acercarse y poner una mano sobre la mejilla de Aria .
— Tu... ¿eres un niño o una niña?— Aria rió suavemente por la pregunta del niño y acaricio su cabello.
— Soy con lo que te sientas más cómodo ¿si? — El niño entonces rompió en lágrimas y se abalanzó sobre la chica, los otros dos niños hicieron lo mismo.
— Hermano está bien entonces — Aria los presiono un poco contra su pecho buscando darles seguridad. A Jacob siempre le estrujaba el corazón cuando hacían este tipo de cosas y Aria mantenía una sonrisa para estabilizar a los niños que habían pasado... por lo mismo que ella.
— Bueno hay que irse, la gente mala volverá pronto y vamos a sacarlos de aquí, ¿sabes donde están el resto de niños? —
— Se los han llevado desde ayer, Mei Shang, Ander y yo éramos los últimos. —
La mirada de Aria se ensombreció y Jacob apartó la vista maldiciendo. Habían llegado tarde.
— Hora de irse, Jacob. — dijo Aria al levantarse y tomar al niño de la mano.
— Vamos. — Jacob cargo a Ander, el niño por el que inició su búsqueda y Aria a los otros dos.
— ¡Adiós Señor Jacob! ¡adiós Blake! —
Jacob y Aria veían como la mujer que habían encontrado por la tarde desesperada por su pequeño ahora se iba con él en brazos. La pequeña Mei Shang resultó ser hija de una de las prostitutas del lugar que habían allanado esa noche, gracias al mismo ajetreo ella, al igual que otras mujeres y hombres, lograron escapar de ahí.
El dúo no era de meterse en problemas si no lo ameritaba, pero por motivos personales si habían niños o jóvenes que aún se encontraban en centros de retención antes de ser vendidos y ellos podían hacer algo lo hacían. Tal fue el caso de esa tarde donde Ander había sido vendido por su propio padre alcohólico a un prostíbulo de mala muerte y su madre sin saber qué hacer fue donde el americano del muelle que según los rumores a veces recuperaba y reubicaba gente en el exterior, aún si es con lo mínimo pero al menos era seguro.
Justo en ese momento Ander y su mamá hacían eso al abordar un barco pesquero a media noche que los llevaría en escalas hasta un puerto en Rusia, de donde realmente eran.
— Otra noche exitosa ¿eh? — exclamó el rubio mientras se estiraba.
Pero no era escuchado. Aria estaba demasiado concentrada en el niño que por ahora jugaba con un palito y la arena que había cerca formando figuras.
— ¿Qué haremos con él? — Habló finalmente la de cabellera bicolor. Jacob fijó su vista en el niño y también comenzó a formular ideas.
— No lo se, puedo hacer el intento de reubicarlo pero es muy pequeño...—
Aria soltó un largo suspiro entonces y se dirigió al pequeño. Jacob la vio sin entender.
— ¿Dylan? —
— Oh, Blake, hermano mira. — Aria vio entonces el dibujo que había estado haciendo el niño y se dio cuenta que era su motocicleta.
— ¿Te gustan las motos? —
— ¡Me encantan!, cuando vivía en Guatemala mi papá me llevaba en la suya todo el tiempo, me enseño sus piezas, algunos modelos... pero la suya era la mejor, se parecía a la tuya — Aria pudo observar en sus ojos un brillo único, le recordó tanto a... cuando ella hablaba de su mamá — Eso fue antes de que muriera por un pandillero de allá... Luego de eso mi mamá enloqueció y me mandó con un tío hasta acá que terminó por venderme por una buena cantidad de billetes al lugar que viste. —
¿Cómo te pudieron hacer eso?. Pensó.
Aria lo vio por un momento mientras él seguía su dibujo meditando la decisión que estaba a punto de tomar. No, no lo veía con lástima, al contrario le parecía de lo más increíble que un niño de no más de 9 años hablará tan maduro y soportará tal carga y tampoco era el primer niño que salvaba que no tenía destino aparente, pero... si el primero que la ponía en discusión consigo misma. ¿Por qué haría lo que estaba en su mente?, ¿se estaba volviendo loca? podría ser... pero algo le decía que valdría la pena.
— Dylan, ¿quieres dar un paseo? —
— ¿¡ Adoptaste un niño !? —
— ¡Claro que no idiota y baja la voz! —
La voz de Aria y Baji rebotaba en las paredes de la habitación de Chifuyu que es donde por el momento esperaban al rubio que había salido a comprar un peyoung yakisoba para tres.
— Literalmente me acabas de decir que te metiste a un prostíbulo otra vez, que por cierto ya te dije que no te metas en esa mierda, solo para hacerte de héroe y terminaste llevando un niño a vivir a tu casa. —
—Si y no, agh, ya te dije que es temporal. Mira, Dylan me recordó mucho a mi y a diferencia de los otros niños que he sacado de ahí que no tienen hogar él ha sido el más pequeño... además es latino en este país. — Baji entonces no pudo argumentar nada contra su lógica. Ciertamente era una situación complicada.
— ¿Qué harás entonces? —
— Por ahora lo cuida la dueña de la tienda de mascotas donde compro comida para Bucky. Es mexicana así que supongo que se entenderá bien con él, es un niño bastante tranquilo e inteligente. —
— Pero eso no resuelve la pregunta, el mocoso no va vivir toda la vida contigo, con suerte te mantienes sola. — Touche. Baji, Mikey y Draken de primera mano sabían la situación de Aria y es por eso que a pesar de que él fuera un vago y hasta cierto punto le diera igual lo que ella hiciera, no iba ignorar en los problemas que se metia sin decirle a nadie o cosas que la pueden afectar como esta.
— Lo sé... pero por eso es temporal. Dylan es un buen niño y no quiero que acabe en un orfanato... así que mientras le busco una buena familia vivirá conmigo, y la Señora Rivera dijo que podía cuidarlo durante el día mientras le ayude con los animales. — Baji pareció meditarlo un momento y Aria lo vio con curiosidad. Ambos estaban sentados en el suelo uno frente al otro y luego de un par de segundos en silencio Baji soltó un sonoro suspiro.
— Está bien, pero más vale que le encuentres un hogar rápido.— Aria sonrió y lo abrazó por el cuello, Baji solo palpo su cabeza.
— Hablas como si fueras mi padre y hubiera rescatado un gato de la calle.—
— Ah claro, solo que en lugar de encontrarlo en la calle te fuiste a meter a quien sabe donde a arriesgar tu vida — Aria se separó y soltó una risa nerviosa — Ah si, no creas que he olvidado ese detalle. A ver, quítate esa sudadera que voy a limpiar tus heridas. — Baji se levantó para ir en busca del botiquín.
— Es más probable que muera por eso que por ir a meterme a lugares de mala muerte.— el pelinegro le dio un zape en la nuca — ¡Oye! —
— Deja de llorar y amárrate el cabello mientras regreso. — Aria le saco la lengua mientras atrapaba la liga de cabello que su amigo le lanzó.
Para Chifuyu, Blake era uno de los más grandes misterios que seguía sin poder resolver.
Fue en un día de invierno hace casi un año que lo conoció. Baji había desaparecido repentinamente luego de una llamada de Mikey que extrañamente sonaba preocupado y él se había quedado con un peyoung yakisoba recién hecho entre manos viendo como la puerta de su apartamento se encontraba abierta permitiendo que el frío de aquella noche le calara en los huesos.
¿Qué estaba pasando?, ¿Qué podía ser tan importante?
— ¿Baji-san?, ¿todo en orden? —
Chifuyu no comprendía qué pasaba, lo único que tenía claro era que sin importar que fuera era grave siendo que Baji ignoró el peyoung que comerían juntos por la víspera de navidad; así que decidió llamar para ver si había algo en lo que pudiera ayudar.
— No está por ningún lado. —
Las palabras de Baji salieron cortadas por los evidentes nervios y eso a Chifuyu lo dejó estático. ¿Qué no encontraba?
— Baji-san se más claro por favor, ¿que no encuentras? —
— Blake. —
Y la llamada se cortó.
¿Blake?, ¿el capitán general de Touman?, ¿le había pasado algo?. Chifuyu no lo conocía más que por saber que tenía una estrecha amistad con su capitán y mejor amigo pero más allá de eso solo sabía las cosas que hablaban de su persona, como el hecho que era un chico bastante serio y callado, extranjero, nunca se sabía que podía estar pensando, pero sobre todo, que era bastante fuerte e intimidante a pesar de no tener una figura muy robusta. Sin embargo, Chifuyu le tenía mucho respeto.
¿Qué le podría pasar a una persona así?
La verdad es que ninguna idea venía a su mente, no sabía de su vida privada o de sus amistades más allá de los capitanes y líderes de la pandilla con los que aparentemente se divertía. No tenía nada claro, pero quería ayudar.
No supo en qué momento fue que tomó la decisión de subirse a su motocicleta en plena víspera de navidad con la nieve amenazando por aparecer en cualquier momento y solo hacer de aquella noche una de las más frías del año.
— Solo aparece Blake-san, hay personas esperando por ti. —
Y no, la búsqueda de Blake no había sido fácil ni corta. Le fue más sencillo encontrarse con el resto de capitanes y sub capitanes que buscaban al chico castaño hasta en los lugares más profundos de la región.
Chifuyu había entendido poco de la historia, solo sabía que había un incendio, una familia muerta y algo acerca de una chica pelinegra de la cual no podía recordar su nombre.
— ¡Blake-san!, ¡Blake-san! —
En cierto punto se había separado de Baji y vaya a saber Dios como fue que dio con la playa. Sus piernas ya no daban para más, el frío ya congelaba hasta sus pensamientos y nadie daba señal alguna de tan siquiera una pista acerca del paradero del castaño.
— ¡Blake-san por favor da alguna señal! —
Nada.
Sentía su garganta áspera y con necesidad de calor, no se extrañaría si al día siguiente amanecía resfriado a causa de esto; aún así, no quería rendirse.
— ¡Blake-sa-... — Su garganta no respondió.
Esta había cedido ante el frío y Chifuyu entonces presionó sus nudillos con impotencia. Deseaba poder hacer más.
— ¿Dónde estás? —
Derrotado se sentó a la orilla del sendero que limitaba el inicio de la playa con la calle. Sacó su celular y vio la hora. 23:48 h y ninguna llamada que le indicará que tal vez había noticias del capitán. Chifuyu lo soltó con frustración y decidió fijarse en la luna llena que pintaba de blanco las olas en la lejanía.
Es muy hermosa. Pensó.
Poco a poco fue extendiendo su vista panorámica para poder apreciar mejor el paisaje. La luna, las estrellas, los copos de nieve que jugaban en contraste con la obra de arte natural que se formaba ante él; la arena blanquecina, algunas palmeras, la soledad que las fiestas le otorgaban a ese lugar... o al menos eso creía.
— No podrá ser que... —
En la lejanía, donde el agua comenzaba a dibujar ondas en la arena, pudo divisar a una persona adentrarse en estas. De inmediato Chifuyu comenzó a correr.
— ¡Blake-san! —
No lo escuchaba y mucho menos se detenía, Chifuyu aceleró lo más que sus piernas se lo permitían, inclusive entró al agua que estaba seguro se encontraba a grados bajo cero, pero al fin lo logró, tomó el antebrazo contrario con fuerza haciendo que soltara el reproductor de música que conectaba con los responsables de que todo este tiempo no escuchara sus gritos. Y ahí los vio por primera vez de frente, esos ojos tan oscuros como la mismísima noche y brillantes como un par de cristales, hinchados por las notorias y prominentes lágrimas que surcaban sus mejillas. Chifuyu se congeló y esta vez no por el ambiente, sino por la atención del chico frente a él.
— Mat... ¿Matsuno...? — Su voz estaba quebrada y sus labios temblaban, pero sin duda pudo notarse la sorpresa en el tono. Reconocía al chico por Baji pero hasta ahí, ¿qué hacía ahí?, no lo comprendía.
—¿¡Qué crees que haces!? — Entonces la conexión entre miradas se perdió.
Blake no se atrevía a levantar la cabeza. Estaba avergonzado y siendo honestos ni él mismo sabía que hacía.
Lo único claro en su mente en ese momento era el hecho que no soportaba el dolor que recorría cada pequeña parte de su cuerpo y alma.
— Vete Matsuno, hace frío, yo- —
Sin embargo, al contrario de lo que él pensaba, no estaba solo.
Chifuyu lo había jalado hacia él y lo envolvió en sus brazos intentando transmitirle calma.
— No se que pasa Blake-san, y no te pediré que me cuentes... pero no vuelvas a hacer esto, tienes a muchas personas buscándote sin importar el frío espantoso de la noche o el hecho que- — Chifuyu entonces vio la hora en su celular y le sonrió levemente a su superior — Feliz navidad Blake-san. —
Lo último que Blake pensaba poder sentir en esa fatídica noche era felicidad, pero, para lo que algunos parecería de muy mal gusto, a sus ojos le dio una pequeña gota de esperanza que lo trajo de nuevo a tierra.
— Feliz navidad Matsuno... — dijo en un hilo de voz mientras finas gotas de agua recorrían con pesar sus mejillas congelándose antes de poder terminar su camino en estas.
— Chifuyu está bien. Vamos a casa, Blake-san. —
El rubio le tendió la mano y Blake la tomó con inseguridad ya que su cuerpo aún no terminaba de procesar los hechos. Su sistema nervioso ya había sufrido mucho ese día. Sin embargo, volvió a ver una última vez el océano.
Vio con lástima como el reproductor de música se alejaba de a poco; a este punto era imposible recuperarlo, seguiría su camino por el océano con una canción que apenas iniciaba. No pudo ver su nombre o a qué artista pertenecía, solo recordaba una fina y bella voz femenina.
Mientras se abrazaba a la espalda de Chifuyu en su camino al punto de encuentro con el resto de chicos de la pandilla pensó en si alguna vez escucharía el desenlace de aquella canción.
Chifuyu nunca tuvo el valor de preguntar realmente que pasó esa noche y a menos de que el, ahora bicolor, decidiera contarle el no molestaría por saber. Lo único que fue evidente luego de ese día es que nadie en ToMan supo de Blake hasta dos meses después que apareció como si nada en una de las reuniones de la pandilla.
Pero para el rubio eso pasó por alto porque luego de ese regreso pudo entablar una amistad con Blake que ahora apreciaba mucho.
— ¡Ya estoy aquí! —
Si, nunca entendió que sucedió aquella noche, pero sea lo que sea le dio la oportunidad de conocer a alguien como Blake.
— ¿Hola? — nuevamente no recibió respuesta. Dejó las bolsas con el encargo en la cocina y cargó al pequeño minino que se rozaba entre sus piernas — Al menos tú viniste a mi encuentro amigo, dime, ¿sabes algo de ese par de loc-. —
— ¡Quítate animal, me lastimas! — ¿Qué?
— ¿¡Te duele!?, ¡Bien, para que aprendas! — ¿Qué están...?
— ¡Baji pero es que no es ahí, harás que sangre más! — Ay no...
— ¡Sería más fácil si dejaras de moverte! — Tranquilo Chifuyu, piensa en la biblia.
— ¡Me dejaría de mover si no fueras tan brusco! —
— ¡Fuera menos brusco si dejaras de estresarme con tus gritos! —
— ¡Consíganse otro lugar que no sea mi habitación! — Resonó la voz de rubio una vez irrumpió de golpe en la habitación.
— ¿Qué? — Hablaron ambas voces al mismo tiempo.
— ¿Qué? — Repitió Chifuyu que ahora presenciaba la escena de su capitán intentando curar una herida en la frente del mayor entre ellos.
El silencio reinó por unos segundos que parecieron ser eternos entre el viaje de miradas que tenían los tres presentes, al menos eso fue hasta que el par en el suelo comenzó a reír descontroladamente. Chifuyu se ruborizó.
— Chi- Chifuyu, creo que deberías dejar de leer tanto manga de ese género- — mencionó el pelinegro mientras recuperaba el aire, su acompañante asintió dándole la razón — Pero bien, culpa nuestra por armar escándalo también. —
— Solo olviden el tema — Chifuyu al final de cuentas también se había reído por la situación — bueno lo importante. Traje el peyoung así que solo hay que- —
— ¡Comida! —
— -calentar el agua. — Chifuyu suspiro al ver la reacción infantil de su capitán, cosa que no era rara en él — Es un caso perdido, ni siquiera terminó de curar tus heridas, Blake-san. —
— No importa Chifuyu, está bien. — Aria iba a comenzar a curarse ella misma pero los utensilios fueron arrebatados de sus manos por el único restante en la habitación quien delicadamente comenzó a limpiar la herida.
— Es mejor si lo hago yo para evitar que toques mal y hagas que sangre de nuevo — Aria no dijo nada y simplemente se dejó tratar. — ¿Te peleaste ayer? —
— Algo así... —
— ¿Pero ganaste? — Aria entonces sonrió y asintió frenéticamente mientras Chifuyu sonreía.
A lo lejos, desde la estancia en la cocina, un pelinegro observaba a aquel par con una sonrisa dibujada en sus agrietados labios. El pequeño gato negro se posiciono a su lado sobre el desayunador a observar de la misma forma.
— ¿También crees que tienen buena química Peke J? — El gato simplemente maulló con intención de que el chico le diera algo de comer aunque Baji decidió tomarlo como una afirmación — si, eso creí. — aunque para Peke J no lo era, así que lo mordió — ¡Ay! gato baboso... ya, ya, te daré de comer. —
Pero lo cierto era que independientemente que sentimientos cubrieran esa relación a leguas podía notarse que se llevaban muy bien y que, aunque Chifuyu no lo supiera, le había salvado la vida a Aria Torres esa noche.
Quizás algún día también pudiera escuchar la canción que sonaba en aquel reproductor en el momento en que sus ojos se encontraron por primera vez.
Something in my heart keeps saying
My someplace is here...
- Dean Martin.
FELIZ JUEVES
Hola gente linda! Es un gusto tenerlos aquí otra vez. Sé que el capítulo es algo confuso y deja bastantes detalles pero les aseguro que todo será resuelto en su momento.
Quizás cabe aclarar que a este punto ni Aria ni Chifuyu tienen sentimientos románticos por el otro. Lo único que se menciona es que a Aria le gusta Chifuyu en el sentido de que le agrada y le parece lindo, nada fuera de lo común y con Chifuyu simplemente son amigos y le tiene mucho respeto, además de que le da curiosidad el tipo de vida que lleva Blake.
Dejo un agradecimiento especial a sugawaragin por ser mi editora literaria, te amo 🛐💖
Y un agradecimiento a todos por su apoyo en este proyecto. Espero que les guste y dejen sus comentarios que me gusta leerlos. ❤
Atte. Darky
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