[ I ]

Dark moon, away up high up in the sky

Oh, tell me why, oh, tell me why you've lost your splendor.

- Bonnie Guitar.

▪︎ Marzo 21, 1998. Las Vegas, Nevada, Estados Unidos.

Bajo una luna oscura...

Las calles americanas eran gélidas y solitarias a pesar de vivir en la ciudad de la vida nocturna, al menos así lo veía la pequeña castaña que aunque no lo aparentaba analizaba a cada persona que se le cruzara en frente.

Las personas iban y venían en grupos numerosos con ropas de colores brillantes y combinaciones tan locas como la moda de las marcas más prestigiosas y sus ganancias desbordantes les permitían usar. Para Aria no era más que un circo de sexo, drogas y dinero, lamentablemente, ella vivía en aquel ambiente.

Bajo una luna oscura...

Aria pensaba que ni siquiera la luz de la luna era suficiente para iluminar aunque sea un poco las asquerosidades y peligros de la noche.

Una luna oscura.

Sin embargo siempre amo el hecho que había una luna a la cual recurrir para limpiar su mente y bañar su alma con un poco de paz viéndola tan única en el cielo, quizás no con una luz propia pero sí con una gracia que las demás estrellas jamás podrían igualar.

— ¡Aria! ¿Dónde estás? — La voz de su madre era casi inaudible gracias al retumbar de la música por toda la zona, pero era el único sonido familiar que tenía en su radar además del distinguible idioma y acento natal que aún conservaban. Daba gracias por tener un buen oído.

— ¡Voy mami! —

Como de costumbre corrió por aquel callejón tras el casino donde vivía ya hace bastante tiempo, sentía el fuerte olor a alcohol que en un inicio la hacía vomitar, escuchaba los morbosos sonidos desde la boca de personas que siendo pasada medianoche se encontraban en lo mejor del acto; llegó hasta la puerta de entrada a camerinos donde su madre la esperaba. Aria le regaló una sonrisa sin dientes, había perdido algunos y le avergonzaba que la vieran así. Su madre la vio con seriedad y esto hizo que esta se borrara.

— Mami... ¿sucede algo? — el corazón de la menor comenzó a oprimirse al ver el rostro gélido y estricto de su progenitora aguadarse de a poco mientras sus ojos brillaban al contraste de las lágrimas y la única bombilla que daba luz a aquel callejón.

Había un hombre a su lado y este les dio la espalda con indiferencia. La pequeña cada vez se confundía más; ¿qué pasaba?, ¿por qué su mamá de repente lloraba?, ¿quién era ese hombre?

Danna Torres era una mujer fuerte y hermosa, que lastimosamente había jugado mal sus cartas en el pasado y ahora su hija cargaba con las consecuencias de ello. Lo que pasaría le dolía como si le estuvieran arrancando el corazón.

Tomó el pequeño y golpeado rostro de su única hija, lo miró a detalle resaltando en él sus bellísimos ojos similares a la obsidiana que cargaba en el cuello como un regalo de su abuela antes de abandonar Colombia y las pequeñas pecas que cubrían sus mejillas sonrosadas por el frío.

¿Qué estoy haciendo?

Se cuestionó una última vez, pero se dio una bofetada en el egoísmo al pensar que cada golpe en ese fino rostro y los que podrían venir después serían su culpa por haberla traído al mundo de esta forma.

Haría lo que hasta ahora consideraba la única solución.

—Danny no tengo toda la eternidad. La junta del jefe terminará en dos horas y esa mocosa debe estar lo suficientemente lejos a tiempo. A este punto puede que ya la estén buscando... — El hombre que había mantenido su distancia hizo que Danna volviera en sí, volteó hacia él y a Aria le pareció como si su voz indiferente no jugará acorde a su expresión. Se miraba triste y preocupado.

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Dark moon, what is the cause your light withdraws?

Is it because, is it because I've lost my love?

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Ya era hora.

— Mami me estas asustando, ¿cómo que lejos? ¿Quién me está buscando? — los ojos de Aria representaban todo el miedo e incertidumbre que la invadía internamente, eso a su madre no hacía más que ponerla peor.

— Escucha Aria — ya no había vuelta atrás — debes irte de América, no hay mucho tiempo y debes entender que yo no quiero esto pero... no permitiré que te conviertan en otra más de sus muñecas. No tú, mi pequeña. —

Para ser una niña Aria era muy inteligente, demasiado, pero esto definitivamente la había dejado fuera de juego. ¿Dejar América? Vaya que su madre se había despertado comediante ese día.

— Es mentira... mamá a ti no te gustan las bromas, para ya. — Aria sonrió con ironía mientras sus mejillas comenzaban a bañarse en lágrimas.

— ¿Ves que estoy bromeando? — el corazón de la niña comenzó a latir con fuerza — Yo... yo ya no se que hacer hija, pero yo elegí llevar este estilo de vida con mis decisiones, es mi deber darte la oportunidad de que tu tomes las tuyas — Danna abrazo con fuerza a su hija acunandola en su pecho, Aria solo se limitó a cerrar los ojos con fuerza y aferrarse a ella — , por eso te protegeré de todo aquel que quiera impedirlo. —

Lo siguiente paso en cámara lenta a los ojos de ambas.

— Cuidala, Jacob... —

Aria sintió como tironeaban de su espalda y la cargaban alejándola de su mamá, Danna por otro lado simplemente sentía su alma quebrarse al escuchar cómo su pequeña la llamaba con desesperación y se removía en los brazos de aquel hombre alto y rubio quien, sin demostrarlo, estaba igual de destrozado que la pequeña que ahora corría por su cuenta.

— Adiós mi pequeña guerrera... ten una buena vida... —

La lucha de Aria se dividía entre el interior y el exterior pero todo fue inútil. El hombre se detuvo una última vez antes de cruzar la esquina y seguir su camino, vio directamente a los ojos de la mujer que dejaba atrás y en esa última conexión pudo sentir como si las palabras hubieran sido escuchadas sin siquiera ser pronunciadas.

Cuidate. Es lo que ambos pensaban.

Para Aria, cuando menos se dio cuenta, su mamá había desaparecido de su campo de visión y ahora todo lo que la rodeaba eran las puertas de metal aseguradas con llave del auto que la llevaría hasta su próximo destino.

No lo comprendía.

Ahí estaba, una niña de tan solo 10 años siendo bañada en la locura y desesperación, probando el amargo sabor del dolor transformado en lágrimas que se filtraban por la comisura de sus labios. Sus pensamientos eran tan ruidosos como los gritos de su madre cuando ella se escondía debajo de la cama y escuchaba como ella debía "trabajar" sabiendo que lo hacía para sobrevivir.

Sentía que le taladraban la cabeza al compás sinfónico del canto de la muerte como a ella le gustaba llamar a las lluvias de balas que a veces escuchaba tras el casino y que ahora la perseguían a ella en autos negros blindados.

Una luna oscura que la vio partir de su hogar y consumirse en el suelo de un auto sin destino aparente.

Todo parecía cerrarse, el hombre a su lado presionaba con fuerza su mandíbula mientras conducía a toda velocidad. El brillo en sus mejillas ¿Eran lágrimas? Quizás solo eran espejismos de la noche, a estas alturas solo sentía su respiración luchar por encontrar un ritmo adecuado, su garganta por no quebrarse y comenzar a gritar, sus ojos por parar aunque sea un poco las lágrimas, su mente por procesar lo que estaba pasando, ¿su corazón? ese le dejaba en claro que no podía evitar todo lo demás. Estaba roto.

— Mami... sígueme por favor, no me dejes- —

Sola...

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Mortals have dreams of love's perfect schemes

But they don't realize that love will sometimes bring a Dark moon...

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▪︎ Junio 1, 2005. Tokyo, Japón.

Los ojos oscuros de aquella joven se abrieron de par en par mientras sentía los latidos de su corazón en los oídos. Volteo hacía el escritorio al lado de su cama pudiendo notar su radio encendida aún reproduciendo música vieja que por ahora la hacía disfrutar de una pieza de Bonnie Guitar. Dark Moon.

Volvió a recostar su cabeza sobre la almohada mientras estiraba su brazo para alcanzar el botón de apagado del reproductor.

Quería silencio que le permitiera normalizar su respiración.

— Otra vez ese recuerdo... —

La chica se removió en su cama y alcanzó un viejo peluche de zorro el cual abrazó con fuerza mientras intentaba alejar todo pensamiento referente a su madre, esos que a pesar del pasar de los años no podía sacar de su mente.

A los pocos minutos volvió a abrir sus ojos y vio la hora en el reloj de pared frente a ella.

— ¿4:00 a.m? No me jodas, agh. Como te envidio Mikey. —

Disgustada nuevamente con su insomnio Aria no vio otra opción más que levantarse sabiendo que le iba a ser imposible volver a dormir, aunque internamente una parte de ella tampoco quería hacerlo.

Se puso en pie y miró con algo de recelo al estimulante de recordar a la luna de Las Vegas aquella noche, sin embargo solo se resignó y decidió obligarse a cambiar el ánimo para tener un mejor día.

— Okay Aria... aquí vamos con un nuevo día. — Y así dio media vuelta para despojarse de su ropa y meterse a la ducha.

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Smash Mouth - I'm A Believer

Los vendajes ajustados a su pecho, la ropa holgada y oscura, las múltiples perforaciones en sus orejas decoradas con pendientes negros y plateados, su corto cabello alborotado combinando el rojo encendido de la parte inferior con el castaño del superior y aquella punta de obsidiana que colgaba de su cuello por la eternidad hacían juego para hacerle ver como era en realidad.

No tardó mucho en estar lista y menos en preparar algo rápido para comer. Quería relajarse y tenía un destino en mente para ello.

Miró su rostro en el espejo una última vez descubriendo unas enormes ojeras casi rozando las pequeñas pecas que pintaban sus mejillas, se veía demacrada y lo sabía, pero al menos agradecía que su piel un tanto bronceada pudiera disimularlas un poco.

Tomó la primera chaqueta del perchero, colocó sus botas negras y tiró la bolsa de comida dentro de su mochila antes de salir de casa.

Por la hora no había mucho que ver fuera del cuarto rentado que llamaba hogar, bueno, no más que el frío viento de madrugada, las personas del mercado que comenzaban a preparar sus puestos y, oh, por supuesto que la estaría esperando.

— ¡Bucky! — a la lejanía se escuchó un ladrido en respuesta y Aria sonrió para comenzar a emprender su camino.

Claro que podría usar las escaleras pero, era ella.

Fue hasta el borde del barandal del sexto piso donde ella misma había instalado una soga que la llevaba hasta un techo más abajo y desde ahí pudo observar a Bucky, un perro blanco de raza dudosa que consideraba su mejor amigo. El can la vio y comenzó a girar.

— ¿Qué dices amigo?, ¿corremos? —

— ¡Oye imbécil tú eres el del otro día!, ¡baja de ahí mierda y págame lo que robaste! —

Aria vio al hombre que le gritaba desde un puesto y logró divisar un amague de sacar algo de su cinturón lo cual la alertó.

— O bueno, parece que si correremos de todas formas, ¡Corre Bucky! —

Ella comenzó a correr y detrás suyo pudo escuchar dos impactos de bala contra el tejado.

— ¡Oiga señor, tengo un amigo oculista, si le interesa cómo pago se lo recomiendo! —

La respuesta fue dos disparos más y Aria río porque no iban ni cerca.

— ¡Bien, si cambia de opinión no dude que volverá a verme!... o quizás no. —

Finalmente llegó al final del tejado y saltó hacia un contenedor de basura cerrado, ahí Bucky la alcanzó y juntos cruzaron el mercado siendo seguidos por los gritos de varias personas, entre ellos, varias amenazas de muerte. En fin, el mercado negro.

Su carrera acabó en un callejón lejos del punto inicial donde comenzaba la cobertura del mercado central de Tokyo. Ahí reviso su reloj en la muñeca.

— 5:15, ¿quieres venir Bucky? —

El perro se tiró boca arriba en el suelo y Aria lo acarició.

— Tomaré eso como un sí. —

Se acercó a una de las esquinas y destapó ahí el segundo amor de su vida, el primero claramente era el can a su lado. Una Harley Davidson Night Train del 2001, un fino regalo de su revoltoso grupo de amigos cuando cumplió 15 años.

— No tenemos idea de cómo se celebran los 15 años, pero según Mitsuya es una fecha importante en Latinoamérica para las niñas, así que decidimos darte un regalo entre todos. Esperamos que te guste. — Las palabras simples de Mikey y la sonrisa de todos sus amigos ese día los recuerda como uno de los momentos más lindos de su vida. — ¿Ahora si te gusto? —

Soltó una leve risa por eso; nunca dejaría de ser un bruto. Sacó la caja de transporte de mascotas y la instaló en la motocicleta, Bucky entró de un salto y ella la cerró.

— Bien amigo, nos vamos. —

El vibrar del motor, los ladridos fugaces que Bucky lanzaba a la calle y el viento chocando contra su cara formando una melodiosa y ruda sinfonía definitivamente eran de los momentos que Aria más apreciaba poder vivir.

Iba llegando al puerto y la marea que comenzaba a calmarse con el salir del sol al horizonte le otorgaba la melodía de las pequeñas olas chocar entre sí y las gaviotas sobrevolando terminaban de pintar un paisaje perfecto, uno de los que más amaba y...

Más le daban nostalgia.

El viaje no fue largo y terminó de llegar a las 5:57 al muelle. A lo lejos pudo divisar la rapada cabeza rubia que tanto buscaba, corrió hacia ella y saltó a sus espaldas abrazandolo haciendo que este tirara la caja de pescado que estaba cargando.

— ¡Aghhh mocosa!, ¡mira lo que hiciste! — Aria solo comenzó a reír y Bucky le siguió a base de ladridos.

— Buenos días Jacob, ¿a donde tan peinado? — El rubio algo cabreado la sacó de su espalda y la puso frente a él.

— Buenos días Aria Daniela Torres, ¿a dónde tan vanidosa?, ¿a reunirte con tu séquito de novios? — Obviamente le pagaría con una bromita de regreso y qué mejor que usar su actual demacrado aspecto de desvelo.

— Ja ja ja, muy gracioso. — esta vez el mayor río desordenando aún más el corto cabello de Aria. Luego ambos se alejaron a su estancia favorita cerca de la playa para ponerse al día.

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Aria era, con todas las letras, de las personas más extrañas a los ojos de sus conocidos. Jamás encajó con el estereotipo de ninguna sociedad - y eso que vivió en varias-, nunca actuó acorde al mandato social de una mujer, pero por sobre todo tratar con ella era un lío; al menos así lo veía la mayoría de personas a su alrededor.

— Griffin-san — llamó su maestra mientras ella estaba sumergida en su mundo dibujando algo en su libreta — Griffin-san. —

El llamado era ignorado, Aria estaba demasiado concentrada en la voz de Gerard Way intentando decirle a su amada cuánto significaba para él sin poder encontrar las palabras; Demolition Lovers cubría toda su atención mientras que Aria la de toda su clase.

La maestra sin más remedio y por novena vez esta semana le quitó los auriculares y su libreta.

— ¿Eh? —

— Griffin, Aria Daniela-san — Primer error. Odiaba en extremo escuchar su nombre completo proveniente de un japonés; sonaba horrible — Es la novena vez en la semana que le quitó estas cosas y vaya a saber cuántas en el año, no la tolero más, esta vez serán confiscadas permanentemente, si quiere recuperarlas rinda bien el examen de esta tarde en sus horas de castigo y las siguientes durante lo que resta del año. —

Matsuyama Anko era conocida por su odio a los alumnos - muchos se cuestionaban el por que de su carrera en pedagogía - pero había una alumna que detestaba en particular y esa era la misma que tenía en frente, y el ¿por qué? Bueno, era evidente que no era japonesa y eso de por si la molestaba pero Aria tenía algo...

— Como usted diga Matsuyama-sensei, solo tengo una duda, ¿cómo está la relación con su esposo? — contestó con una fina y cínica sonrisa la castaña descomponiendo el rostro de su mayor. Aria tenía un arma que le gustaba usar en situaciones de defensa.

— ¿Perdona? — cuestionó ofendida y es que ese es el fuerte y la perdición de Aria, su gran bocóta.

— Lo que usted diga sensei, me verá ahí justo al finalizar las clases. Pero dígame, ¿su marido la está complaciendo? Puede que lo que usted tenga es estrés retenido, según su lección de hoy eso es causante principal de problemas de ira así como puede desencadenar muchos otros trastornos psicológicos, así que relajarse con ya sabe un poco de... no le haría daño. — la imponencia que Matsuyama poseía en ese momento ante sus alumnos se había ido al caño por el desinterés de Aria. Todo mundo guardaba silencio; era bien sabido que tanto alumna como maestra no eran del agrado del resto de presentes pero debían admitir que esta pelea la estaba ganando la menor.

— La esperó puntual, Griffin. — rendida ante la valía de Aria se retiró llevándose las cosas que la mantenían en su burbuja.

A Aria no le gustaba meterse en problemas si no era necesario pero sabía que el odio y acoso hacia su persona no se debía a nada más que a sus rasgos y tono de piel algo bronceada siendo que la mayoría de alumnos también se encontraban ignorando la clase así que si la buscaban ella respondería.

— Bueno... ni que fuera tan tonta como para traer solo una libreta. — sin darle más vuelta al asunto de inmediato sacó otra libreta pero esta vez para escribir el inicio de alguna nueva historia o el desenlace de otra, de esta forma pasara más desapercibida... tanto ella como su celular.

Animal de Barrio <3

•Online

— Oye Baji, puedes venir a buscarme al salir de clases?

— Ahora q isiste?

— Luego te cuento, tú solo está a tiempo fuera de la escuela

— Ni idea de q t paza por la cabesa pero estoy dentro

— que* hiciste* te* pasa* cabeza* escribe bien bestia!!!

— No

— Sin llorar

— Eso bien lo sabes escribir, verdad? :)

— Llora pues

— :))))

Aria rodo los ojos y se río internamente por su amigo, ese tonto era de las personas que más amaba... y quien más la sacaba de líos junto a Mitsuya, por eso justo hoy seria quien la ayudaría a llevar a cabo su plan. Ese examen extra le serviría a Matsuyama para morder del enojo.

.

.

.

—¡GRIFFIN ARIA!, ¡VUELVA AQUÍ EN ESTE INSTANTE! —

— ¡Kei, enciende el motor! —

— ¿Pero qué mierda? —

En efecto, el plan de Aria funcionó. Ahora traía loca a su maestra tras de sí y su mochila entre sus brazos intentando cerrarla luego de meter sus cosas previamente decomisadas. Baji solo obedeció y arrancó el motor, en cuestión de segundos su amiga se subió tras de él y lo abrazó por la cintura.

— ¡Acelera, ya! —

— ¡GRIFFIN! —

Las miradas del resto de alumnos se dividían entre asombro, desdén y gracia ante lo que estaba pasando. Unos reían por otro desastre que hacía Aria Griffin en la preparatoria, mientras que otros - en su mayoría mujeres - la miraban con asco al ver que otro motociclista diferente llegaba por ella.

— ¡TE IRAS EXPULSADA GRIFFIN! —

— Ni siquiera me molestare en preguntar. — dijo Baji una vez se iban alejando y el espejo retrovisor se podía ver a la mujer tomarse del cabello por la ira, Aria no podía parar de reír.

— Te iba a contar de todas maneras. —

Baji solo se unió a la risa y continuaron su camino mientras comenzaba con su historia de cómo terminó por robar sus cosas de la dirección y fue descubierta por su maestra que justo traía el examen de castigo.

— ¿Aquí? —

— Si, quede de verme con ellos aquí. —

Baji había llevado a Aria hasta un parque donde según ella había acordado verse con Mikey y Draken.

Aria fue a cambiarse a uno de los sanitarios públicos cercanos siendo que no había ropa más incómoda para ella que el uniforme y la peluca que obligadamente debía vestir para el encierro en la escuela. Al finalizar volvió con Baji.

Ambos estaban sentados bajo un árbol platicando mientras esperaban a que ambos rubios dieran señal de vida; para matar el tiempo el pelinegro se daba la tarea de registrar la mochila de su amiga en busca de chocolate para robarle.

— Cuadernos, tus rodilleras de basket, estuche uno, estuche dos, muñequeras, zorro malandro. —

— ¡Hey! — Baji se había dado la tarea de nombrar al peluche "Zorro Malandro'' aunque literalmente tuviera bordado el nombre "Luka".

Es el único que sabía que Aria no soltaba ese peluche ya que constantemente buscaba el chocolate de cacao que Jacob le exportaba de Colombia y solía toparse con el pequeño peluche ya muy viejo. Las razones de Aria solo eran conocidas por su persona y quería asegurarse que se fueran al infierno con él.

— Zorro malandro, en fin. Auriculares, ¿la libreta de faltas de tu clase? — Aria solo se elevó de hombros y Baji solo negó con gracia.

— Vi la oportunidad y la aproveche — no era la primera libreta que robaba y sabía que le hacía un favor a toda su clase al reciclarla; Baji siguió registrando.

— Almuerzo que obviamente no te comerás, tapes, comida de animales- —

— Esa es para ti — El pelinegro le dio un empujón y Aria comenzó a reírse — Como dice el sagrado proverbio Bajinista: sin llorar. — Baji rodó los ojos y continuó.

— Tarea, tarea, carta... ¡chocolate! — lo alzó victorioso pero a los pocos segundos reaccionó con lo anterior — ¿carta? —

— ¿Te esmeraste tanto buscando el chocolate y te importa una carta? —

— ¡Hey!, me interesa saber quién es el pobre ingenuo al que le debo pagar un oculista. — Aria le proporcionó un pequeño golpe en el brazo y el pelinegro río.

— Bruto. —

— Ah calla, bien que me amas. —

— Pues claro, amo a los animales sin importar su nivel de inteligencia — Ahora ella se reía mientras él le regresaba el golpe.

— Bruta. —

— Gracias... tu economía no da ni para comprarte tu propio chocolate y ¿ya le quieres pagar un oculista a alguien? — El pelinegro se limitó a encogerse de hombros y ambos finalmente soltaron una risa juntos. Baji se dispuso a abrir la carta.

— Pobre diablo, el muy ingenuo en serio se creía con oportunidad. —

— Es un chico de segundo que me envió esa carta por medio de una compañera de mi clase, no le pidas mucho. —

— ¿Debería llegar y decirle que contigo no sale pero ni en sus mejores sueños? —

— Nah, esa carta es de la semana pasada, mi "hermano" Blake fue a darle un pequeño susto; creo que no le quedaron ganas de volver a cruzar la mirada conmigo. —

Baji se largó a reír. Siempre le ha causado gracia que Aria aleje a sus pretendientes como Blake, le hacia ilusión algún día ver la cara de un idiota al darse cuenta que la persona que les gusta y la que les causo pánico es la misma.

Aunque igual esos eventos casi nunca pasaban, el pelinegro era consciente que en la escuela de su mejor amiga se creía que tenía un novio pandillero que vaya a saber Dios quien de entre Mikey, Mitsuya, Draken y su persona se referían ya que los cuatro más de alguna vez habían pasado por la susodicha.

— ¿Cómo está Chifuyu? tengo días de no verlo — y ahí estaba la pregunta que Baji estaba esperando para molestarla de nuevo.

— ¿Sabes? creo que le pediré a Chifuyu que vaya por ti cada vez que me llames, ya sabes, así lo del novio será real — las mejillas de Aria se encendieron de un leve tono color carmín mientras empujaba con fuerza a Baji lejos de ella, el pelinegro no paraba de reírse.

— Si vas a empezar con tus estupideces puedo esperar sola. — Aria se cruzó de brazos fingiendo indignación y a Baji eso solo le dio indicios para seguir su juego.

— Oh vamos que si quieres, como si no fuera obvio por como lo miras en las reuniones. —

— Si ya lo sabes entonces ¿para que le sigues? — Aria volteo a verlo con seriedad; Baji paró de reírse y revolvió su cabello.

— Por qué molestarte es divertido, enana — Aria rodó los ojos y finalmente sonrió levemente. Ambos quedaron en silencio un momento solo disfrutando de la vista que les ofrecía el parque a esa hora.

La verdad es que lo de Chifuyu no era más que un pequeño interés que Baji había podido notar solo porque vivía casi pegado a la chica a su lado, pero habiendo hecho ese gran hallazgo no perdía ocasión para molestarla e incitarla a que tal vez hiciera algo por una única razón y es que...

— Sabes que no puedo decirle que soy una chica y en lo que a él respecta solo soy el capitán general de ToMan además... Tú ya sabes lo que pasó... — Baji entonces volteó de nuevo hacia su mejor amiga que no despegaba la vista del paisaje.

Le dolía.

Le dolía que su mejor amiga tuviera que reprimirse con cosas tan básicas como el hecho que le parezca atractiva una persona - y está agradecido que sea su mejor amigo - pero aún de no ser él, el simple hecho de que Aria no pueda disfrutar de algo así le molesta, además ya no toleraba el hecho de que ella cargara con una culpa de algo en lo que no tuvo nada que ver.

¿Cuándo vas a entender que lo que le paso a Kenja no fue tu culpa? —

Los ojos de Aria siempre han sido su mayor atributo así como su mayor enemigo. Esos ojos negros y afilados como dos puntas de lanza de obsidiana tenían la capacidad de decir todo sin una lengua en especial.

Si sus amigos pudieran pedir un deseo por ella definitivamente sería no presenciar un eterno y solitario vacío en ellos.

Justo eso presenciaba Baji en este momento.

Tuvo que reformular su pregunta para alejar los recuerdos de cierta pelinegra de la mente de su acompañante.

— ¿Qué es lo peor que pudiera pasar si Chifuyu supiera que eres una chica? —

— Ya hablamos de esto... Aria existe únicamente en la escuela por problemas de papeles que me obligan a aparecer como tal y Chifuyu no es el problema sino que si el resto de pandillas se enteran de que ToMan tiene a "una mujer" en sus altos mandos me tomarán como punto débil y vendrán por mí, no quiero ocasionar problemas innecesarios, además... no quiero volver a pasar por ese dolor...

La mirada volvió a perderse en el recuerdo por un momento pero no se detuvo mucho antes de continuar.

Entre aquí sabiendo que en este mundo una mujer no puede defenderse y darse a respetar como tal, pero, puede buscar otras alternativas...— Aria entonces conectó su mirada algo apagada a la de Baji y sonrió levemente — Es mejor no arriesgar. Además... me siento más libre siendo Blake. —

Baji solo pudo soltar un largo suspiro y con sus nudillos dejó un leve golpe en la frente de Aria.

— ¿Cuándo será el día en que descanses un poco? —

— ¿Las pandillas y las amistades toman vacaciones? —

— ... ¿No? —

— Exacto, entonces la respuesta es 'Nunca'. Mi prioridad siempre serán ustedes y su seguridad Kei, así que el no disfrutar de una relación por esto no es sacrificio, es medir prioridades. Yo... no perderé a nadie más. —

Para alguien como Baji Keisuke, quien sus amigos eran lo más importante en su vida junto a su mamá, entendía perfectamente el sentimiento, pero a la vez esa misma parte se dividía en que aunque sea en sueños deseaba poder ver a su mejor amiga con un estilo de vida diferente.

— ¡Oh, ya están aquí!, bueno me voy Kei, cuídate y le mandas saludos a Chifuyu de mi parte. —

— ¿Qué le diga que te gusta dices? —

— Le dices eso y te quedas sin bolas. —

La sonrisa socarrona de Baji y la sarcástica de Aria hacían un buen contraste junto a la guerra de miradas que libraban en ese momento que terminaron por romper entre risas sinceras.

— Ya pues, puedes irte, sabes que solo te estoy molestando. —

— Lo sé — Aria entonces golpeó de lleno el brazo de Baji haciéndolo quejarse — pero hay que ser precavidos. —

Baji rodó los ojos con una sonrisa mientras veía a su amiga que se alejaba con su mochila.

— Tonta... bueno al menos me dejó- — Baji revisó el bolsillo de su pantalón y se dio cuenta de un pequeño detalle faltante — ¡Mi chocolate! ¡ARIAAAAA! —

La estruendosa risa de Aria a lo lejos fue todo lo que Baji recibió como respuesta.

— ¿Peleas clandestinas? — preguntó Aria con curiosidad siendo que las ya mencionadas le parecen ridículas y no esperaba que ToMan les tomara importancia.

— Un tipo, Kiyomasa, ¿te acuerdas de él? — alguien de la pandilla, bueno, eso le daba sentido — nos reportaron que está metido en esa mierda y queríamos sacarlo de raíz de una vez. —

— Y yo pinto aquí ¿por...? —

— Nada la verdad, solo quería verte, ¿como estas?  Draken suspiro cansado y Aria lo vio incrédula.

De cualquier manera hubiera huido de la escuela como lo hizo pero la principal razón de su prisa era ir a reunirse con el dúo dinámico que tenía frente a ella bajo la excusa de Mikey que "era de suma importancia" el hecho que ella estuviera ahí.

— Tu urgencia y asunto de vida o muerte ¿era verme? —

— Sip. —

Aria solo estampó la palma de su mano a su frente mientras suspiraba y finalmente pasaba un brazo por los hombros de su amigo.

— Tú... a la próxima solo di "Ari reunámonos y vamos por unos dorayakis que tengo un siglo de no verte" no llamarme con voz de ultratumba a decirme "te espero mañana a tal hora en el parque, ve puntual como si tu vida dependiera de eso" — Aria se quejaba mientras a Mikey le causaba risa escuchar las imitaciones de su voz en la contraria.

— Detalles. ¿Quieres dorayaki entonces? — Aria guardó silencio un momento mientras lo veía seriamente con los ojos entre cerrados.

— Voy a tomarlo, pero me ofende muchísimo. — Aria sin protestar más le robó uno de la bolsa que el chico traía en manos.

— Ahí están. — La voz del más alto distrajo al par de su pelea fijando su vista al frente.

Ahí se encontraba Kiyomasa golpeando a un pobre sin suerte mientras una bola de imbéciles gobernados le meneaban la cola a cada golpe.

Patético. Fue lo que pasó en la mente de Aria.

Draken volteo hacia ella dándole una mirada cómplice y ambos asintieron entendiendo el mensaje mutuo, Mikey simplemente los ignoro habiéndose dado por vencido hace ya bastante tiempo a entender cuando el par frente a él hacía ese juego de miradas, solo le molestaba que aunque se lo exigiera Kenchin no le enseñaba a "hablar con los ojos".

— Le apuesto al rubio. —

— Y yo que pensé que estábamos en la misma página — Draken rodó los ojos — Se supone que venimos a parar esto. — Aria simplemente se elevó de hombros ante las serias palabras de Draken mientras seguía presenciando la pelea que claramente solo se trataba de Kiyomasa acabando con el pobre desconocido sin suerte; aún así Aria le apostó a él por la creencia que tiene en que si hay aunque sea una persona que te tenga fe siempre habrá una posibilidad de lograr aunque sea algo pequeño.

La mayoría del tiempo no pasaba pero aún así lo hacía esperando que las veces en que ella esté en ese lugar haya alguien que lo haga por ella.

— Bueno ¿la van a parar ya para irnos o...? — Mikey que estaba atrás de ellos disfrutando de sus dorayaki simplemente gozaba de presenciar la inmortalidad de la nada, lo que pasará en la pelea le era irrelevante, el solo quería irse a hacer cualquier cosa con sus mejores amigos.

— Shhh, calla enano que están teniendo un encuentro a puño limpio, tampoco podemos parar eso. —

— ¿¡A quién llamas enano!? ¡solo me pasas por 6 centímetros! — Mikey se levantó en busca de reclamarle de cerca a la castaña pero fue interrumpido por la misma pelea que de no ser por esas palabras habría hecho caso omiso.

El chico rubio que hasta entonces no había servido más que como saco de boxeo se levantó luego de una patada con la que el público presente creía que estaría más que acabado, pero se levantó. Aria sonrió.

Tal parece que salió diferente. Pensó mientras prestaba atención a lo que fuera a pasar a continuación.

— ¡Kiyomasa! — llamo al mayor mientras sus mejillas eran bañadas por sus lágrimas — ¡La única manera en la que puedes ganar es matándome!, Yo... ¡definitivamente no perderé! —

A este punto el trío estaba prendido al protagonista de la escena, sin duda era una persona con agallas.

— ¡Traigan mi bate! —

Pero una persona con agallas que no merecía que humillaran su valor así.

— ¡Tráiganlo de una vez! — Ordenó con ira Kiyomasa a sus perros falderos tras unos segundos de frialdad en el público. — Te voy a matar. —

¿Que no era una pelea a puño limpio?

Manjiro se había perdido de nuevo en sus dorayaki y por el contrario un aura agresiva cubría a Draken, Aria lo entendía. Kiyomasa acababa de romper un código de honor y si había algo que podía romper la paciencia de Aria era un cobarde sin causa.

— ¡Apúrense y tráiganme mi bate! —

Hasta aquí.

Aria solía ignorar muchas cosas por que disfrutaba de la paz que conseguía por momentos, pero vaya que Kiyomasa le había calado sus gritos por el bate hasta en los nervios.

— Oi, Kiyomasa. — Un llamado frío, áspero y amenazante. En el ambiente podía sentirse la pesadez de aquellas palabras. Los presentes agradecieron que no fuera su nombre el recién pronunciado — Has arruinado la corona. —

El recién nombrado miró por encima de su hombro con una expresión hastiada dirigida hacia quien se atrevía a interrumpir su gran acto y profirió un "¿Hah?" con todo el desdén que cabía en su ser pero toda pizca de grandeza cayó en picada al ver hacía quien había dirigido su falta de respeto.

— ¿Seguro que sí estás trabajando? — Draken avanzó otro paso encabezando al trío, Aria iba de segundo y por último Mikey quién era arrastrado por la susodicha — Después de todo eres el anfitrión. —

De pronto la situación pareció tomar lugar en otra realidad sin haber tenido cambio aparente en el ambiente, sin embargo la presencia de los recién llegados acababa de helar el cuerpo de los presentes quienes iniciaban a murmurar cosas referentes a Draken como si de una leyenda hablaran.

— ¿Qué pasa?, ¿Ahora te comió la lengua el gato?, ¿No que tan valiente con tu bate de mierda? — Y ahí estaba.

Aria estaba segura que usando esa voz estando vestida como una mujer definitivamente haría correr a los hombres por que estando como uno ya los hacía temblar.

— Mechas de color rojo y acento extranjero, ¡Es el! —

— Es el capitán general de la Tokyo Manji, ¡Blake! —

A Aria no le gustaba ser el centro de atención pero oh vaya que infundir temor era otro nivel de apreciación para su ego.

— Oye Kenchin — la voz infantil y evidentemente falsa de Mikey se hizo presente atrayendo los reflectores hacia él mientras mostraba una cálida sonrisa que ni con tres botellas de tequila encima Aria le creería que contenía simpatía.

— ¿Hah? — El recién nombrado volteo hacia el más bajo irritado — No me llames con ese apodo aquí, Mikey.

— Todo mi dorayaki se acabó. —

Y como si de un ejército de robots programados se tratase todos los presentes se inclinaron en un ángulo de noventa grados en una reverencia torpe por la velocidad de los sucesos mientras pronunciaban a todo pulmón: "¡Buen trabajo presidente!".

Aria por su parte prefirió ahorrarse la rutina de todos sorprendidos por la presencia de "El invencible Mikey" y procedió a centrar su vista en el rubio que hasta hace un momento servía de saco de boxeo y ahí pudo notar algo que llamó su atención.

Tiene una mirada muy... vieja.

Se tomó el tiempo para analizarlo. Aria había estudiado la profundidad de las expresiones faciales humanas para beneficio de sus pinturas lo cual a su vez la había ayudado a leer más fácil a la gente, pero sin duda había algo en los ojos de ese chico que la hacía ver a alguien de una edad mucho más avanzada que la de la persona que los portaba.

¿Quién eres ,chico saco de boxeo?

Iba a acercarse hasta que escuchó un quejido a su lado trayéndola de regreso a la situación.

Draken había golpeado a Kiyomasa y aunque se había perdido la razón tras eso igual le dio una patada dejándolo de rodillas y finalmente comenzó a dirigirse al rubio aunque pudo darse cuenta que no solo a ella le había llamado la atención siendo que Mikey venía tras ella.

Por respeto tomó distancia y dejó que Mikey hiciera las preguntas aunque parecía que la cercanía fue tanta que el chico aún desconocido cayó de espaldas por la impresión.

— ¿Cuál es tu nombre? —

— Eh... Ha- Hanagaki Takemicchi... — Takemichi ¿eh?

— Takemicchi... ¿Realmente eres de secundaria? — Bruto, es Takemichi, al pobre lo tienes temblando — Hmm Takemicchi... ¡de ahora en adelante serás mi perra! ¿Entendido? —Tan dulce como siempre nuestro presidente.

Aria rodó los ojos y se dispuso a alejar a Mikey del asustado Takemichi aún en el suelo mientras el contrario reía.

— Okay suficiente drama por hoy, arriba chico. —

Aria tomó al chico del brazo y lo puso en pie notando era levemente más bajo que ella, le otorgó una leve sonrisa y dio media vuelta para comenzar a irse con el par que ya la esperaba más adelante.

— Suerte con esto, Takemichi. —

El rubio la vio de pies a cabeza intentando descifrar de quien se trataba pero por más que rebusco en su mente no daba pista de quién era.

— Bye bye. — Mikey fue el último en despedirse y finalmente el trío se retiró.

Esto... puede que sea interesante.

Algo en Takemichi le dio la impresión a Aria de que algo venía pero aún no entendía el que o porque sentía eso en primer lugar.

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