VIII. Complicaciones
Capítulo #8.- "El Lazo Del Pasado"
La desesperación de Milo crecía al no lograr que su hermana soltara su pierna y como el hermoso pie de manzana se balanceaba entre sus manos. Tambien frunció el seño al notar a su papa en la entrada de la cocina, riéndose a carcajadas '¿Qué no piensa ayudarme?' se pregunto el rubio, sin embargo sintió una enorme alegría.
Y estaba decidido a aprovechar cada minuto al lado de su familia, tambien haría rabiar a su padre en cuanto llegara del trabajo. No sabía cuanto tiempo tenia con exactitud antes de que ese hombre cumpliera su amenaza, entonces recordó al chico pelirrojo, que habia entrado a su lado a la casa.
- Papá, ¿en donde esta. . . - el mayor conteniendo las risas interrumpió
- Agradeció por el recorrido que le diste por la cuidad, pero dijo que debía irse y que esperaba volver a coincidir contigo - respondió Dégel, puede que no pudiera borrar el trauma de su mente, pero si podría distraerlo lo mas que pudiera
Mentiría si afirmara que no estaba asustado, ya había visto las consecuencias en casos similares, fue testigo del dolor y las lágrimas generadas de la familia al perder al padre o en otros a su pequeño hijo. Una pesadilla que lo atormentaba en las noches, al imaginarse a si mismo en dichas situaciones.
Pero aun si tuviera que ocupar el lugar de su manzanita lo haría, no dejaría que cegarán la vida de ese pequeño que había conocido cuando era un dulce infante. Puede que Milo no fuera su misma sangre, pero lo amaba como si lo fuera, lo hizo incluso antes de conocer al padre de este.
Si existía algo que Dégel jamás olvidaría, sería el tiempo que pasaba con su manzanita cuando esté era pequeño, y como fue que este le guió aquel 18 de marzo del 2012, al hombre que le haría dudar de todo lo que antes se había planteado. ¿Pero que podía esperar? Era un joven que acababa de salir al mundo de los adultos, cuando fue al lado con su maestro Maun a una misión en Atenas, Grecia y de encubierto ambos comenzaron a trabajar en una guardería donde comenzó a cuidar a ese torbellino rubio, aún recordaba la indignación y el coraje que sintió cuando su maestro le aviso que debería llevar al pequeño a su casa.
El bastardo de su padre lo había olvidado.
Milo no paro de llorar por horas, las mismas que Dégel estuvo ahí calmando al infante y cuando por fin habían llegado al hogar del pequeño. No se contuvo para darle su merecido a ese hombre, esa fue la única ocasión en la que el castaño agente había perdido los estribos de esa manera, sin embargo algo había removido en su interior al ver la genuina preocupación y remordimiento de ese griego de blondos cabellos, fue la única y última vez que el joven Katsaros olvidó a su hijo.
Siendo también el inicio de su esfuerzo para conquistar al frio y reacio francés, a quien pronto logro poner de cabeza. Al recordarle que no sólo era Deshielo, si no también ese joven de diecinueve años que alguna vez tuvo el nombre de Dégel Dufort, sin duda ese par de griegos le habían echo replantearse muchas de las cuestiones que siempre había mantenido y sobre todo le enseñaron a separar su vida como agente de su lado humano.
— ¡Papito! ¡Ayuda! — Exclamó la menor, sacando al agente y a su hermano mayor de su tren de pensamientos
— ¡Oh no! ¡El malvado hechicero ah raptado a la princesa!
— ¡E. . Esperen! ¡¿QUE ESTÁN. . .
◾🔹◾
El pelirrojo caminaba a paso rápido, procurando ser discreto y procesar lo que acaba de ocurrir.
1.- Arturo hizo una nueva movida y hay una nueva víctima.
2.- Arturo vio su rostro
3.- Se hizo con el arma homicida.
4.- Black Rose estaba con Krest en el departamento
5.- Había salvado a Milo Katsaros de ser asesinado por Arturo
6.- Milo había sido amenazado
7.- Permitió que Milo comenzará a decirle "Pomme"
8.- Ese maldito griego le había pedido investigar con el, ¡¿Quien se creía?! Y lo peor ¡¿POR QUE ACEPTO?!
9.- Ese rubio era hijo de Deshielo, ¡Su maestro!
10.- Todo el respeto que le tenía a Deshielo se fue por el caño al verlo con esas colitas a desnivel
11.- Deshielo lo ¿Amenazó? Para que no hablara sobre su relación con Milo
¿Cómo podía ser que en menos de 24 horas la misión de hubiera ido al caño? Chasqueo la lengua con molestia mientras giraba, cruzando por una tienda de ropa. Se concentró en seguir su camino hasta llegar al condominio de apartamentos, inhaló y exhaló, preparándose para los reclamos de sus compañeros.
Ignorando al guardia y la recepcionista, se dirigió a las escaleras. Ni loco se iba en elevador, así fuera si le ahorraba tiempo su cerebro ya tenía suficiente con que lidiar.
Y sin esperarlo, sus recientes heridas comenzaron a arder debido al sudor. El estrés y el coraje reinaban, estaba cansado había corrido todo el camino hasta que su cabeza dejará de doler para encontrar a Arturo a nada de cobrarse una nueva víctima.
Una que lo llevó a todo este problema.
Pronto estuvo frente a la puerta de su "dulce hogar" y con el picaporte en mano su mente lo traicionó.
<< Enfundado en oro caía directo hacia las llamas, para pronto reaparecer en el bosque. Miro con fastidio a su alrededor y mayor fue su sorpresa al ver que su cabello no era ese, era un lindo y brillante aguamarina, más largo de lo que usualmente lo llevaba.
Pronto miro que una especie de castillo sobresalía de entre los árboles y como estos se abrían a su paso. Soltó un suspiro, toda esa situación lo tenía cansado, ni siquiera en momentos críticos lo dejaban en paz.
Así que, camino y escuchando el resonar de la armadura; de manera inconsciente en su mente llegó la nostalgia por ese sonido y sentir el frío del oro sobre su piel. Incluso alivio en sus antebrazos heridos que eran resguardados por unas vendas con ligeras manchas rojizas.
De esa forma llegó al frente del castillo de opacos colores, admirando el pequeño puente y el agua que corría bajo este. No perdía nada con cruzar, ¿O si?
— Yo que tú, no avanzaba más caballero
Giro posicionándose en caso de combate.
— Woah, tranquilo viejo, yo solo decía — el de oro miro el origen de la voz
Algo confundido por el término usado en el '¿Viejo? Pero si él parece mayor que yo' pensó al ver a un hombre con la piel bronceada y un cabello negro, que más bien parecía un verde muy oscuro, con orbes brillantes de un azul profundo. Era un echo que no lo conocía, ni siquiera sabía quién era el.
— Creo que no has notado que somos casi de la misma edad — mencionó Camus, para risa del contrario
— Deberías verte en el agua amigo.
Quizá fue la intriga del momento, pero sin objeción miro su reflejo. Lucía aún más pálido de lo normal y sus rubíes habían sido reemplazados por amatistas que contrastaban con el aguamarina de su cabello.
Tocó sus mejillas, algo sorprendido al notar que lucía más grande de lo que realmente era, sus rasgos seguían ahí pero mucho más marcados. Signo de que ya había atravesado la adolescencia.
— Sabes. . . Para ser Acuario me decepcionas
— Lastima por ti, al único al que le debo cuentas es a mi mismo.
— ¿Pero a quien de ustedes tres?
Sus fuerzas comenzaron a descender de manera estrepitosa, provocando su inevitable caída al agua. Sentía unas manos arrastrarlo hasta el fondo, mientras luchaba por respirar, del mismo modo en que su cuerpo físico resistía los estragos de su alma.
Sin embargo, sintió un par de manos sujetarlo con fuerza, entrelazando el pasado. Mismo que lo saco de las garras de los muertos. >>
Tosió un par de veces, apoyándose en la puerta.
— ¿Que carajos fue eso? — susurró regulando su respiración
Jamás había experimentado algo similar, en todas sus visiones tenía la seguridad de que no era el. . . Pero ahora. . . El tener el control en uno de esos extraños momentos. . .
'Basta. . .' pensó, no era hora de comenzar a divagar
Y sacando la llave de su cuello, abrió la puerta cerrando la tras de sí, dispuesto a ver las consecuencias de sus propios actos.
Estaba vacío, al menos la cocina y la sala; trago un poco de saliva, con los nervios a flote. Camino directo a las habitaciones, cuando escucho un murmullo.
— No puedo creerlo, ¿Acaso sabe lo que esto significa? — supuso que esa debía ser Black Rose
— No es ningún estúpido, sabe lo que hace — reconoció la voz de Koh-i-Noor tras la puerta
'Incluso en estos momentos me defiendes, gracias amigo' pensó Camus olvidando sus nervios, no defraudaría a quien consideraba su mejor amigo
Y sin más, tocó la puerta del de menor estatura, abriéndola en el proceso. Su mirada se posó en el de orbes verdes, quien estaba sentado sobre el escritorio, mirando directamente a su cama.
Mismo lugar al que se dirigieron los ojos rubíes del más pálido, notando a la hermosa chica de hebras rubias e hipnóticos orbes azules, aunque a opinión del francés no se comparaban a los del heleno. Se reprendió mentalmente, no era momento para pensar en el testigo, ¿O tal vez si?
— Debo suponer, ¿Que tu eres Altager? — pregunto la muchacha de labios carmín
— Y tu Black Rose, aunque tengo más intriga de saber, ¿Qué haces aquí?
Krest solo podía alternar su mirada entre ambos agentes, aguantando el pesado ambiente que comenzaba a surgir. Solo esperaba que su nueva compañera no perdiera los estribos, pues en lo poco de conversación que llevaba con ella, fueron suficientes para analizarla y estaba seguro de que la rubia había echo lo mismo con el.
— Está es mi misión niño, por ende debo ver por ustedes dos, no me importa cuan inteligentes se crean, su superior soy yo en estos momentos.
— ¿Entonces qué haces sentada mientras Arturo siguie buscando víctimas?
En el rostro del castaño se comenzó a dibujar una sonrisa burlona, que ocultó con su mano. Quería devolverle la jugada a esa rubia cuando le arrebató el celular cuando Camus informo sobre la nueva presa del asesino; y vaya que al final resultó el pelirrojo quien puso a esa egocéntrica en su lugar, las perfectas cejas fruncidas de esta y como el rojo se acumulaba en sus mejillas, en señal de su coraje.
— Esperando a que los dos que tengo por apoyo, cierren la boca y escuchen la estrategia, que ahora gracias a tus acciones tendremos que cambiar.
— Oh quizá solo podemos extraer las huellas dactilares de un arma homicida — mencionó Altager, sacando aquella bolsa de plástico que contenía el cuchillo. — Después, será más sencillo movilizarnos
Aquello dejo estupefacta no solo a la rubia, si no también al de orbes verde cuyos estaban brillando de emoción. Ambos Acuario se sonrieron cómplices, tal parece que lograrían lo que se habían propuesto mucho antes de abordar al avión.
Bien dicen "La tercera es la vencida"
Todo es cuestión de experiencia. Una que la mente muestra poco a poco.
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