VII. Katsaros

Capítulo #7.- "Familia Y Protección"

¿Que ocurría en su cabeza? Es mas, como tenia el coraje suficiente de pedirle eso. Si hace unos momentos estaba echo un paño de lágrimas y ahora, ¿que creía? ¿que su vida era una película para salir vivo?

— Escucha, entiendo tus intenciones pero a juzgar por tu reacción, no eres lo bastante fuerte — apretó sus puños, de tan solo recordar las lágrimas de Milo. . . — Al menos no de manera psicológica.

Negó con su cabeza para abrazarse a si mismo y adelantar un poco su paso. Supuso que era por que de ocurrir algo, perdería la única oportunidad que tenia para demostrar su valía en Knight Resistance.

¿pero a quien quería engañar? Estaba asustado, mas de lo que pensó que estaría. Podría ser un prodigio, un genio con un alto poder psíquico, pero no dejaba de ser solo un niño de catorce años.

El cual había llegado a un nuevo país con una gran responsabilidad en sus hombros que solo aumento con la presencia de un testigo. Una vida a la cual debía proteger, y le importaba mas de lo que creía para alguien que acababa de conocer.

— No deberías subestimar me — menciono para darle alcance

Podría estar agradecido con ese ángel, pero no dejaría que lo tomara por alguien indefenso. Aun mas sin conocerse si quiera.

Por un momento los rubí se encontraron con los zafiros, aunque el menor pronto aparto su vista avergonzado, sin duda no estaba preparado para tener tantas emociones.

Y se odiaría por involucrar a Milo, pero viendo todos los posibles escenarios y notando la impulsividad de este, estaría mas seguro si permanecían cerca de el. A diferencia de lo que podría ocurrir si se rotaban para cuidarlo, en donde estaría vulnerable por pequeños intervalos de tiempo.

— Si realmente quieres hacerlo. . . — sabía que terminaría por arrepentirse pero — Tendrás que seguir todas y cada una de mis ordenes, si te digo que corras, lo haces. Si te digo que te agaches, lo haces. Así sea la orden mas ridícula, no vas a reprocharme y lo harás.

— Siempre y cuando sea incapaz de hacer algo en esa situacion, cumpliré tus ordenes Pomme — respondió con una sonrisa retadora y que decir de la mirada pícara que le lanzaba

Se aseguraría de enseñarle por que no debe de subestimar a un Katsaros. Además, para bien o para mal, comenzaba a disfrutar de su compañía, quizá por que le ayudaba a distraerse de lo ocurrido o por toda la curiosidad que tenia por ese chico de piel pálida.

Lamentablemente durante el resto del recorrido no logro que el galo respondiera con mas de tres palabras. Y ahora estaban frente a la puerta blanca de su lindo hogar.

Camus apreciaba la casa de un solo piso, esta estaba pintada de azul celeste con luminosas ventanas. Y ni de hablar del pequeño jardín que tenía al frente, así como un árbol que reconoció como un manzano.

El solo observo como el rubio sacaba las llaves de su bolsillo del pantalón para después permitirle la entrada. Pero nada pudo haberle advertido lo que encontraría detrás de esa puerta, la odisea de los dos adolescentes apenas comenzaba.

≈≈≈

Un hombre con lentes oscuros iba saliendo del aeropuerto, soltó un suspiró de alivio. Al fin había llegado a casa después de la pelea campal con sus jefes y terminar la misión que tenia pendiente.

Sobó su cuello para tratar de fatigar el estrés, sin embargo una sonrisa traviesa se colo en sus labios al pensar que sorprendería a su familia. Reviso su reloj notando que apenas era medio día, lo que significaba que su manzanita aun no entraba a sus clases de actuación y su pequeña princesa aun tenia tiempo antes de ir a sus clases de pintura.

Tendría tiempo para consentir a sus dos hijos y de paso prepararle una sorpresa a su esposo. De solo pensar en el, sentía que el cansancio desaparecía de su cuerpo, a pesar se saber que el llegaría a su hogar hasta un poco antes de las siete; ya podía imaginarse su expresión al oler el pie de manzana al cruzar el umbral de la puerta.

Y justo después correría a la cocina, para abrazarlo efusivamente y tener un beso apasionado. Sin notar su torpe expresión subió a un taxi, dando la dirección de su casa emocionado, y eso que solo había estado fuera por un poco mas de una semana.

Aunque estaba un poco preocupado por sus alumnos, sabia que estos estarían bien. Confiaba en que ellos podrían lidiar con el asesino que se había ganado el apodo de 'Arturo', así que el se preocuparía por mantener a salvó a su pequeña familia.

— Hemos llegado — mencionó él anciano que conducía para después pedir el dinero del viaje

— Muchas gracias, pase un buen día — respondió para después entregarle el dinero

Salió del carro, después tomo sus lentes para ponerlos sobre su cabello, revelando sus exóticos orbes violetas, y con una rapidez envidiable saco sus llaves, ya quería ver a sus hijos. Así que giro la perilla de la puerta blanca, y una vez abierta fue recibido por un pequeño torbellino blanco, el cual reconoció como el vestido de su princesa. 

— ¡Papi! — grito la pequeña castaña emocionada

— ¡Gioca! Petite — exclamó para cargar a la pequeña abrazándola

— ¡Papi! ¡Llegaste papi! — el mayor sentía los brazos de la infante rodeando su cuello, mientras ocultaba su cara

Beso la mata de cabellos castaños, lacios y brillantes iguales a los de el, para después entrar a la casa cerrando la puerta tras el, esperaba ver a su manzanita. Aunque a éste último ya le molestaba el apodo, para sus padres seguiría siendo su manzanita incluso después de que tuviera a sus propios hijos.

Sin embargo, Milo no salio de ninguna habitación, cuando se supone el debería estar cuidando de su niña. Al menos hasta que su marido y padre de sus hijos llegará, comenzó a preocuparse y aun mas con la situación que sus superiores le habían explicado.

— Petite, ¿en donde esta tu hermano? — cuestiono para mirar los zafiros de su hija

— Salio con Katya, ya tienes nuera papi — la pequeña solo comenzó a reír

¿Katya Brown? No tardo mucho tiempo en relacionar el nombre con el rostro y una mueca de tristeza se hizo presente. No tenia una buena opinión acerca de esa muchacha, la había conocido en una junta de padres y solo basto mirarla una vez para saber el tipo de persona que era, pero si su hijo la quería, no podía hacer nada.

Al final lo único que podía hacer por el era aconsejarlo, si lo escuchaba o no, no dependía de el. Y sobre todo lo apoyaría en sus decisiones, sean de su agrado o no, estaría ahí con su hijo. 

— ¿Que pasa papi? — el no era así, siempre tenia una sonrisa cuando estaba con ellos

— No. . . no pasa nada petite — sonrió para no preocupar a su niña

La misma que frunció el seño, podría ser pequeña pero era muy inteligente. Demasiado para alguien de su edad, algo que era oculto por su carácter juguetón y risueño muy similar al de su hermano mayor y su padre.

— Estará bien papi, cualquiera tendría suerte de estar con alguien como Milo, y si le hace algo malo aquí estamos nosotros para hacerla arrepentirse — finalizo con una tierna sonrisa, una que siempre aparecía cuando hacia una travesura

El de orbes violeta solo rió por las palabras de la pequeña castaña, a quien pronto bajo para revolver sus cabellos. La infante rió para mirar a su progenitor con un toque de picardía, lista para salir corriendo al patio de la casa.  

— ¡Atrapa me! — grito esta cuando ya había desaparecido de la mirada del mayor

Dejando su saco en el perchero salio corriendo detrás de su princesa. Que lo recibió con un chorro de agua cuando atravesó el umbral de la puerta del patio.

— Gioca. . . — hablo, helando la sangre de la menor que aun sostenía la manguera

∞∞∞

Cuando Milo cruzo la puerta, se llevo la sorpresa de que su papá habia llegado de su viaje de trabajo. Una parte de el estaba emocionado y la otra aterrado, no sabia comp le explicaría el por que dejo sola a Gioca, ya veía por delante el castigo de sh vida, pero se sentía aliviado, y muy contento de vivir para ver como aquel que lo crío secaba el cabello de su hermanita mientras esta comía pie de manzanas.

Sonrió como nunca secando un par de lagrimas traicioneras.

— ¡Papá! ¡Gio! — gritó para después abrazar a ambos, aunque después le robo la tarta a su hermana

— ¡Oye! — exclamó esta con un lindo puchero

Camus aun no salía de su asombro, al entrar lo primero que vio fue la sala de estar, en donde en el sillón estaba su maestro con una infante en sus piernas. Y eso no es todo, Deshielo tenia dos colas de caballo a desnivel, encima tenia una pijama de tirantes que decía una frase complementando a la que venía en la playera de la menor.

Llevó su mano a su boca, tratando de no soltar ninguna risa. Pero la acción del rubio lo enternecio, y una sensación de calor se apodero de su pecho.  

Vio como ambos hermanos corrieron a la cocina, dejándolo solo con su superior, que cayo en el mismo asombro. Pronto las mejillas del mayor se tiñeron de rojo, tendría que irse despidiendo de su reputación en Knight Resistance, sin embargo. . .

— ¿Que hacías con mi hijo Altager? — cuestiono, imaginando el peor escenario posible, aunque no estuviera tan lejos de la realidad

— Estaba buscando indicios, pero en el camino. . . Arturo se movilizó de nuevo, hay otra víctima y su hijo es un objetivo. . .

— ¿Que tratas de decir? Milo ni siquiera cumple con las características físicas — a pesar de su frío semblante su voz revelaba su preocupación

— Vio su rostro Deshielo, si no hubiera llegado a tiempo. . .

— Entiendo, gracias por salvarlo

El mayor paso ambas manos por su rostro, para dejarlas en su mentón, analizando todos los posibles finales de la situación. Tendría que hablar con su esposo, ponerlo al tanto de la situación, por más que odiara hablarle de su trabajo, prefería eso a que se enterará por otros medios.

Conocía a sus jefes y de lo que eran capaces para mantener la confidencialidad de la organización, de solo pensar en lo que podrían hacerle a su familia. Bueno, eso sí llegaban a enterarse que tenia familia, no por nada Deshielo era uno de los agentes más misterios, no importaba cuántos micrófonos pusieran en su ropa o cuántas veces trataran de seguirlo, nunca descubrirían su mayor secreto mejor guardado.

— Será mejor que me vaya, Koh-i-Noor debe estar furioso y ni hablar de Black Rose. — mencionó para caminar de vuelta hacia la puerta

Sin embargo . . .

— Altager. . . No les digas de mi relación con el testigo, de lo contrario no me tentare el corazón — por primera vez, el pelirrojo se sintió amenazado por las palabras de su maestro 

Dégel suspiro después de escuchar la puerta cerrarse, no quería perder la relación que tenía con su joven alumno, lo apreciaba si. Pero tenía prioridades y primero siempre iría su familia, esperaba que Camus entendiera sus acciones.

Por otro lado, dentro de la cocina se llevaba a cabo un pequeño interrogatorio de parte de la menor de los Katsaros.

— ¿Y Katya? ¿A donde fueron? ¿Ya son novios? ¿Quien era ese chico? ¿Es familiar de Katya? — apenas alcanzo a su hermano comenzó a invadir lo de preguntas

¿Pero que podía esperar? Su hermanita apenas tenía cinco años, y sabía que ninguna de esas preguntas tenía mala intención, pero carajo. Aquello le hizo recordar que lo llevó a conocer a Pomme y fue inevitable que recordara la traición de quién de creía su mejor amigo.

— Katya ya tiene pareja. . . — susurró, pero extrañamente recordó el abrazo de ese ángel de manzanas, por lo que esbozo una triste sonrisa. — Y ese chico me salvó del horror que estuvo por pasar

— ¿Que fue lo que te paso? — los zafiros de la pequeña comenzaron a llenarse de lágrimas, le dolía ver esa expresión y los ojos vacíos de su hermano mayor

En ese momento se dió cuenta de que nuevamente, habló de más. Se reprendió mentalmente, ahora preocupo a su princesa, y a pesar de saber la gravedad del asunto, lo que menos quería era arruinar la felicidad de ella y menos cuando su papá ya estaba de regreso.

— Me fijé sin cruzar la calle, suerte que el estaba de pasada y logró empujarme a tiempo para nada nos pasará. — le resto importancia al asunto mientras cortaba unas rebanadas de pie

Mientras que Gioca sentía como su alma volvía a su cuerpo, por un momento creyó que algo grave le había pasado a la manzanita de la casa.

Pronto el rubio sintió un pellizco en su pierna.

— ¡Auch! ¿Que rayos? — miro hacia abajo viendo los bracitos de la castaña estirados y sus manos apretando lo más fuerte que podía arriba de su rodilla. — ¡Suelte! ¡Suelte!

Al escuchar los gritos Dégel se alarmo y en menos de lo que ambos hermanos esperaban ya tenían a su papá afuera de la cocina. Que no paraba de reír ante la escena que estaban protagonizando.

Milo sobre la encimera sujetando el pie tratando de no tirarlo y agitando su pierna. La misma a la que Gioca se aferraba para no caer mientras seguía pellizcando al rubio, que parecía poseso tratando de quitarse a la pequeña castaña. 

Solo un día normal en la casa de los Katsaros, uno que fortaleció los motivos de Deshielo para proteger aquello que más amaba.

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