VI.- Cicatriz

Capítulo #6.- Miedo A La Herida

— No puede ser cierto. . . ese maldito. . . — mascullaba un chico rubio

El mensaje había sido claro, se atrevió a hacer eso a sabiendas de sus sentimientos. Su sangre hervía, se sentía traicionado y humillado.

— Van a arrepentirse . . . — susurro dolido

Aguantando las lágrimas, se levanto de la banca dejando en ella aquel regalo que con tanto esmero había echo, comenzó su camino devuelta, dejando atrás aquella esperanza. Como todo adolescente, llega la primera ilusión y con ello el primer corazón roto, nadie le advirtió que querer a alguien podía llegar a ser tan doloroso.

O quizá su papá trato de advertirle, pero debía ser tan terco como para negarse a escuchar. En su interior tenia una mezcla extraña de sentimientos, una parte de el quería ir a destrozar a quien decía ser su 'mejor amigo' por haberle mentido respecto a su relación con Katya Brown, por otra sólo quería soltarse a llorar por el rechazo indirecto se esta última.

Y ni mencionar del coraje que sentía por la muchacha, si ya tenia una relación, ¿que necesidad había de ilusionarlo? ¿la daño de alguna manera?

Dos lágrimas rebeldes salieron de sus zafiros, las retiro bruscamente con el dorso de su mano. "Soy un imbécil" pensó y no era para menos, al final fue el quien permitió que jugaran con sus sentimientos.

Se abrazo a si mismo, ignorando a las personas que pasaban a su lado, ni siquiera ponía atención al lugar al que sus pies lo llevaban, solo quería alejarse.

Esa mala costumbre de dejarse llevar solía meterlo en problemas muy seguido. Esta vez no seria a excepción, ¿quien podía culparlo? Al final solo era una víctima de la situacion al estar en el lugar equivocado a la hora equivocada.

Fue algo que confirmo al escuchar un grito desgarrador.

— ¡¡Alguien por favor!! ¡¡auxilió!!

El color escapo de su rostro, y comenzó a correr siguiendo los gritos. Quizá. . . si hubiera sido mas veloz, hubiera logrado evitar la tragedia, eso o el hubiera sido otra víctima de ese hombre.

Contuvo las ganas de vomitar cuando logro divisar a la mujer que rogaba por ayuda, la sangre cubría el suelo y no hacia mas que brotar de un cuerpo moribundo y parado frente a ella, contra la luz del atardecer una silueta disfrutaba de lo que habia provocado. El rubio no podía verlo con claridad, pero su sangre se heló al notar la sonrisa en el rostro del agresor.

Su cuerpo se inclino contra la pared, rogando por que esa persona no lo haya visto. Su cuerpo no hacia mas que temblar, sintiéndose la peor basura al no llegar a tiempo, pero se aseguraría de que ese hombre estuviera entré las rejas.

Saco su celular del pantalón, justo a tiempo para mirar por el reflejo de este al hombre acercarse.

Lo había visto. . .

Enseguida se levanto dispuesto a correr, pero ya era tarde. . . Nuevamente el desconocido se deleitaria con los gritos y el rojo pintando el suelo.

*°*°*°

El miedo invadió cada célula del cuerpo de Camus al ver como ese hombre alzaba el cuchillo. Ni siquiera le presto atención al cadáver, menos a los charcos de sangre bajo sus pies.

Su desesperación crecía a cada minuto que veía bajar esa arma blanca, "¡al demonio el protocolo!" pensó sacando su pistola.

No lo perdería, no otra vez.

Justo a tiempo la bala impacto contra el arma, provocando que el hombre la soltara para dirigir su vista al joven de cabello de fuego. Quien se acercaba lo mas rápido que sus piernas lo permitían, chasqueo la lengua molesto, le habían cortado la diversión.

Pero prefería perder eso a su libertad, y susurrando una amenaza al único que había visto su rostro, emprendió la carrera para pronto desaparecer de la vista de ambos jóvenes.

El de ojos rubí, con la adrenalina y el corazón latiendo a mil, se acerco a la pared que cubría al rubio. Quien tenia la mirada perdida en sus pies, sin aparente fuerzas como para levantarse.

La verdad no lo culpaba, el mismo estaba aturdido y eso que ni siquiera había notado el cadáver. Pero también sido la primera vez que usaba su jericho 941, le había apuntado a una persona viva.

Y extrañamente, no se sentía culpable al contrario, se sorprendió por que sus manos ni siquiera temblaron al disparar. Parecía que el entrenamiento psicológico que había llevado por los últimos años estaba rindiendo frutos.

Altager termino por agacharse junto al rubio, tratando de recuperar todo el aire que había perdido. Su cabeza comenzó a palpitar un poco, así que llevo una de sus manos ahí, para escuchar un susurro en su mente.

<<Te lo dije. . .>>

Un sollozo llamó su atención, clavando sus rubí en el heleno a su lado. Se le encogió el corazón al ver como ocultó su rostro entre sus rodillas y como las abrazaba contra su pecho.

El pelirrojo ni siquiera lo pensó para envolver al joven con sus brazos, permitiendo que este se aferrara a el. Apoyo su mentón en las hebras rubias, acariciando sus rizos con una mano, mientras que la otra rodeaba los hombros del contrario.

— Ya estas a salvo — susurro, sin apartarse por alguna razón quería permanecer así por mas tiempo

Y muy dentro de sí. . . Camus no pudo evitar pensar en lo mucho que extraño ese calor. ¿Por qué se sentía así si era la primera vez que veía a ese joven? No lo sabía y de alguna manera era frustrante, todo esto complicaría las cosas.

Estuvieron así durante unos momentos más, hasta que el de orbes zafiro se separo. Limpio sus lágrimas y con la cabeza gacha trataba de ordenar sus pensamientos, si antes era un caos ahora estaba al borde del abismo del que sabía que no lograría subir de vuelta. 

— Gracias. . . Gracias. . . — susurró para volver a caer en llanto, no soportaba verse así de débil.

Pero la situación podía más con el. . . ¿Que ocurriría con sus padres si él se iba? ¿Que pasaría con su hermanita? De solo imaginar la expresión de su familia al recibir la llamada para reconocer su cadáver, solo provocaba que tuviera más ganas de llorar. Seguramente seguiría siendo un imbécil impulsivo, de eso no tenía dudas, pero verse tan cerca de la muerte por primera vez lo hizo darse cuenta de lo frágil y delicada que es la vida humana.

El francés, con un poco de vergüenza acarició el rostro del contrario, alzando esos zafiros que habían permanecido ocultos por sus rizos. Estos se encontraban algo hinchados, mientras que la nariz y sus pómulos estaban rojizos; el de piel pálida no pudo evitar sonrojarse por la belleza del heleno, y sin más se dedicó a retirar las lágrimas de esos bellos ojos que lo tenían hipnotizado.

El frío de las manos contrarias era relajante para el mismo, pero un golpe bajo para su orgullo. Así que apartó sus manos de manera suave al tomarlas entre las suyas, apretando las queriendo agradecer pero sin encontrar las palabras.

Sin embargo, no fue necesario, el de ojos rubí se le adelanto al soltar una de sus manos para tocar su hombro. El rubio solo se extraño al mirar la indecisión del menor, no entendía que quería hacer.

— Será mejor irnos. . . Dudo que ese hombre regrese, pero no será conveniente que nos encuentren aquí — suspiro para después continuar. — Esto. . . ¿Puedes levantarte?

El moreno asintió, levantándose al lado del menor, quién sin soltar su mano se dirigió a la orilla de la pared observando ambos lados, como si temiera que alguien los siguiera. Aunque gracias a esta acción, el rubio pudo ver la pistola, recordando los sucesos anteriores dudando de si era lo correcto seguir a ese joven de raro acento.

Pero, de querer lastimarlo ya lo habría echo ¿no?

Sus dudas crecieron al ver que terminó por soltar su mano, para tomar con una bolsa de plástico el cuchillo que había terminado con la vida de una mujer, estuvo a punto de gritar de no ser por qué cubrió su boca con su mano. Estuvo a punto de correr, pero vio como el pelirrojo guardo el arma dentro de la bolsa, dejándola en segundo plano y con una expresión tranquila lo miro.

— No tienes de que preocuparte, formó parte del cuerpo de protección de Atenas. . . Y como testigo, de ahora en delante contarás con mi protección. Al menos hasta poner tras las rejas a ese sujeto.

— Si sabías que el estaba aquí. . . ¿Por qué no lo detuviste? — apretó sus puños, enojado al creer que ese chico tuvo las agallas de abandonar a una ciudadana

— Nunca dije que supiera que él se encontraba aquí, estaba en pleno patrullaje cuando, al igual que tú escuché los gritos. . . Si hubiera sido un poco más rápido habría logrado salvarla, pero no vale la pena lamentarse por los errores — bajo la mirada, decepcionado de si mismo

Al final, si hubiera seguido su presentimiento desde un inicio, no hubieran cegado aquella vida. Solo estaba viendo las consecuencias de sus propias acciones, y era imposible retroceder el tiempo.

Por otro lado el heleno se avergonzó, nuevamente su lengua fue más rápida que su mente. Pero tampoco iba a disculparse, sabía que el menor tenia razón, pero eso no le devolvería la vida a esa mujer y mucho menos calmaría el vacío en la familia de la víctima.

Sin más que decir ambos chicos salieron de su "escondite". Mientras Altager sacó su celular, marcando a su compañero dispuesto a aceptar el regaño de este.

Se acercó al cadáver ante la atenta mirada del rubio, quién observó cómo este le tomaba fotos de distintos ángulos, incluso teniendo cuidado de no pisar la sangre. Le ponía los nervios de punta que hiciera eso, pero al final era su trabajo ¿No? Pero más allá de eso, ¿Cómo era posible que la policía contratará a un adolescente?

A menos de que. . . Este perteneciera a la misma unidad que su papá. De ser así, tendría problemas, le prometió no solo a el, también a su hermana y a su padre que se mantendría alejado del trabajo de su papá.

Pero con la actual situación, sería imposible menos ahora que según las palabras de ese hombre. Ya era un objetivo. . . Sin importar si hablaba o no, iba a eliminarlo.

Una vez que tenía suficientes imágenes, se las mando a Koh-i-Noor junto con el mensaje que terminaría por colgarlo. Parecía que acababa de robarle la misión a Black Rose.

<<A juzgar por la forma de las apuñaladas, se trata de Arturo. Tengo en mi poder el arma homicida y eso no es todo. Me vio y tenemos un testigo del asesinato, estoy con el en estos momentos.

- Altager>>

Envío el mensaje, aunque no tardó mucho en recibir la respuesta.

<<¡Se supone que verías las escenas del crimen!¡¿Cómo carajos terminaste ahí?! ¡¿Un testigo?!¡¿Te vio?! ¡Eres un imbécil! Black Rose está muy molesta, está conmigo en el departamento, ven de inmediato.

- Koh-i-Noor>>

— Demonios. . . — susurró, llamando la atención del moreno

— ¿Que pasa? — pregunto, si era verdad su sospecha su papá no tardaría en enterarse

Lo que significaba que tendría que explicarle el por qué no estaba con su hermanita, y no solo eso, también motivo. ¿Aunque ya para que? ¿Que importancia tenía ya? Había estado a punto de morir, todo por tener el corazón roto.

— . . . — Camus lo miro, sin saber muy bien que hacer o decir, esos zafiros lo ponían nervioso, más de lo que le gustaría admitir. — Mientras menos sepas, será mejor para tí. Vamos. . .

Lo tomo te la mano, yendo en dirección contraria, alejándose cada vez más de aquella trágica escena. Mientras que el pelirrojo comenzaba a tener un ligero dolor de cabeza, viendo por un momento una imagen.

<<Un pequeño niño de piel pálida no dejaba de jadear, el calor era demasiado para alguien que se crió en las tierras nevadas. Aún más cuando se vio forzado a correr para llegar a tiempo al coliseo.

— ¡Acuario! — gritó un hombre con un casco dorado y una máscara cubriendo su rostro

— ¡A. . .aquí! — exclamó, dejando escapar todo el aire que aún guardaba. — dis. . .disculpe la demora. . . El calor. . .

Fue lo único que atino a decir, para que el mayor fuera hasta su lado. Ya venía venir la reprimenda, pero no era algo que pudiera evitar.

— Está es la segunda vez que llegas tarde. . . Una más y no me tentare el corazón — advirtió para dejar que el niño de hebras aguamarina se reuniera con su compañero

— Camus. . . Creo que a partir de ahora subiré por tí, para venir a los entrenamientos. Odiaria que el patriarca te castigará — la preocupación era palpable en la otra voz infantil. Y con ello también el latir de un joven corazón.

— No. . . No es necesario Milo, es mi deber y más ahora que ya tenemos nuestras armaduras. . .— el sonrojó se hizo más visible, aunque quizá ya no era por el calor de Grecia.

— No era pregunta. . . Estoy afirmando que lo haré, al menos hasta que logres acostumbrarte al clima. — respondió terco, pero era de esperarse.

Al final, Escorpio siempre se asegura de proteger a sus seres queridos.>>

*°*°*°

Quien guiaba el camino era el rubio, que termino por aceptar la compañía del extranjero. Que una vez se alejaron lo suficiente le dejo en claro que lo acompañaría a su casa. 

— No me importa si quieres o no, iré contigo para asegurarme de que llegues a salvó. —  desconocía el por qué, pero le gustaba esa preocupación que el pelirrojo demostraba hacia su persona, además de que ese acento le parecía extrañamente familiar.

Así que, accedió y ahora ambos iban caminando uno al lado del otro, en silencio. Pero no era uno tenso, más bien era como si no necesitarán palabras para estar cómodos el uno con el otro, o quizá solo era que ambos tenían muchas cosas en la cabeza en ese momento.

— ¿Podrías decirme tu nombre? — se animó a preguntar el rubio, tratando de olvidar aunque sea por un momento lo que ocurrió

— No creo que sea conveniente que lo sepas. . .— bajo su mirada suelo, por alguna razón creía que el otro se molestaría con el si lo supiera

— Entonces te diré Pomme — mencionó ganándose una mirada confundida del otro

— ¿Manzana? ¿Por qué? — ahora fue el turno del griego se sorprenderse

¿Quién diría que su salvador sabía francés? Entonces algo hizo click en su mente. "¡Con razón! De ahí conozco el acento, es similar al de papá" pensó el rubio al conectar puntos

— Por las manzanas rojas, a menos de que prefieras que te diga tómate — molesto un poco

Quería conocer a ese angel de manzanas que llegó a su rescate, de esa forma, podría agradecerle como creía que se merecía. Por qué al final y con todas las dudas que aún tenía en su mente, le salvó la vida a fin de cuentas.

— Dime como quieras, ¿Pero y tú? ¿Cómo te llamas?

El rubio esbozo una pequeña sonrisa, al notar que la mirada indiferente que antes tenía el pelirrojo había cambiado a una más cálida.

— Milo Katsaros — puso su mano en su nuca, sintiendo sus hebras bajo sus dedos. — Escucha, se que dijiste que me protegerías y que sería mejor que no me involucre, ¿Pero no crees que es demasiado tarde para eso?

— ¿A qué quieres llegar con eso, Milo? — lo miro, queriendo confirmar lo obvio y retrasar lo inevitable

— Quiero ayudarte en la investigación, de cualquier forma si fallamos o no, es posible que termine muerto. — quería negarlo, pero era una posibilidad y con su vida dependiendo de un hilo no se quedaría de brazos cruzados

Claro que no, el lucharia por su vida a como diera lugar por esas personas que tanto amaba. Cómo lo había echo hace años, pero el hilo ya había sido cortado. . .

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