V.- Enemigo

Capítulo #5.- "Las Cadenas Del Ayer"

<<Los cadáveres avanzaban por la misma ruta, para después saltar, despidiéndose así de la vida que alguna vez tuvieron. Los escalofríos eran imposibles de parar, sin embargo veía a su reflejo caer por esa colina, cambiando repentinamente el escenario.

Ahora estaba rodeado de árboles, a su lado otros cinco guerreros que igual que el eran cubiertos por una capa de color negro. Sin emitir palabra solo avanzaban, jamás lo demostraría pero su terror solo aumentaba y más al sentir la humedad en sus mejillas y la sangre en sus manos.

No pudo evitar pensar que lo merecía, por permitir que lo alejaran de su lado, por traicionar a sus creencias, a sus dos alumnos. La culpabilidad solo crecía al darse cuenta de que hace mucho Athena dejo de ser su prioridad, y ahora estaba entre las filas enemigas con el anhelo de ver solo una vez más a esa persona.

Todo Se Transformó

Ahora no eran árboles lo que lo rodeaba, si no edificios. Y un pequeño azabache de ojos caoba corría por la banqueta, rogando llegar a tiempo a la casa de su mejor amigo.

Solo un poco más. . .

Una frase susurrada y un repentino cambio, ahora dos chicos se encontraban amarrados por los perjuicios de la sociedad. No podían verse, los ataron espalda con espalda, sin embargo no lograron romper la unión y tranquilidad de ambos que se negaron a soltar sus manos.

Perdóname. . . Arruine tu vida. . .

Entre lágrimas se mencionó y surgió una despedida, hasta que el llanto fue escuchado en la lejanía.

Todo a su alrededor de oscureció, pero con los débiles y constantes lloriqueos, encontró una puerta entre abierta. Con el corazón latiendo desbocado, Camus empujó la puerta.

Es hermoso — mencionó un hombre de cabellos tan rojos como los de el bebé

Nuestro pequeño príncipe de los hielos — Una mujer lo arrullaba, con una hermosa sonrisa

¿Mamá? — la voz de una niña resonó por el cuarto

— Ya eres hermana mayor Kyoko. . . — mencionó el hombre

La niña se acercó en silencio, gateando hasta la cama donde descansaba su madre, mirando atentamente al pequeño ser, tan pálido que parecía haber sido cubierto por la nieve. Acarició al pequeño, con miedo de lastimarlo.

Bienvenido de nuevo Camus. . .

No podía con la confusión, el cuarto de hospital había desaparecido, dándole paso a la transformación, las paredes antes blancas cambiaron a un celeste. La cama paso a tener un peluche de una foca y las cobijas a tener pingüinos, típica habitación de un infante.

Esa fue la primera imagen conocida durante toda la noche, aquella fue su habitación en la casa de su abuelo. Se sentó en la cama, sujetando su cabeza con sus manos tratando de parar su dolor.

Camus, ya es hora. . . Debes irte. . .

Cuando la enfermedad pudo más que su anciano abuelo, pero frente a él. . . Estaba aquel infante que había ayudado hacia unas horas

Nos encontramos de nuevo Camus. . .

Ahora estaba frente a un joven hombre con una armadura de oro, que resplandecía con la luz de la luna. Tenía un par de aguijones en los hombros y los protectores hacían referencia a un escorpión.

El escorpión celeste. . .

El piso comenzó a agrietarse, para pronto colapsar causando su caída. . . Mientras sentía lágrimas de impotencia caer en sus mejillas y unas manos presionando su cuello.

El dolor era poco comparado con el que en su pecho sentía, esos turquesa se encargaron de destruirlo y sabía que lo merecía. . . Pero no por eso significaba que no doliera, prometió protegerlo de todo aquello que lo lastimara, pero al final fue él quien más daño le causó.

¡Suficiente!

Exclamo, el dolor era insoportable, martillaban su cabeza y sentía como su sangre escapaba de su cuerpo, las heridas que el mismo se provocó para tratar de parar esas alucinaciones. Sin embargo, su grito fue seguido de otros, veía el fuego acariciar su piel y como las personas a su alrededor luchaban por salir de él, la piel que aún conservaban estaba llena de ampollas y otros solo se esforzaban por mover sus inexistentes extremidades.

Pero de pronto, un destello se lo llevó a otro lugar, está vez parecía la azotea, y una reja que evitaba la caída de quienes subían. Se acercó, mirando el atardecer, sin notar la sombra a su espalda que sujetaba con fuerza la pistola que pondría el fin a su vida. . .>>

El dolor en el pecho logro despertarlo, llevando sus manos con fuerza a ese lugar, movió un poco su pijama, lo suficiente para revisar si realmente tenía una herida. Que por suerte, no había nada, salvó por la humedad de las pequeñas gotas de sangre que salían de sus antebrazos, además de un ligero ardor, producto de los rasguños que se hizo para apaciguar el dolor.

Era una de sus malas costumbres, para evitar gritar o hacer ruido alguno, sus manos iban a parar a sus antebrazos, lastimando se inconscientemente; suspiro para tomar el celular del pequeño buró que estaba enseguida de su cama, lo desbloqueo mirando la hora.

<<4:28 AM>>

Con la luz de la pantalla iluminó sus heridas, aliviando se de que no fueran tan profundas como la vez anterior. Nuevamente dejó su celular de lado, levantándose de la cama y saliendo de su cuarto, siempre tocando las paredes y los muebles para evitar chocar.

Logro llegar al baño, encerrando se en el y prendiendo la luz, para mirar su reflejo y se asustó, no era el. . . No podía ser el

Su cabello se tornó de un color oscuro, casi azabache, mientras que sus ojos aún conservaban ese brillo rojizo, pero mucho más leve. Agitó su cabeza, y al alzar su vista volvió a ser el mismo, salvó por esas pequeñas bolsas oscuras bajo sus orbes; inclinó un poco su cabeza, mirando sus brazos, observando cómo pequeñas gotas de sangre luchaban por salir.

Las marcas resaltaban aún más en su pálida piel, sin embargo dejo salir un suspiro aliviado. . . Parecía que nuevamente la libraria, no eran profundas. Solo esperaba poder aguantar el calor de Atenas con manga larga, no tenía intenciones de contarle a Krest sobre ello; no era que desconfiara de el, simplemente no era un tema de su agrado, de ser posible lo evitaba todo lo que pudiera.

No lo comprendía, era algo fuera de su control y era desesperante, aún más cuando las únicas respuestas posibles era la "reencarnación". Pero tampoco tenía mucho sentido, se supone que inicias de nuevo, conservas la escencia pero es una transformación total. . . ¿Entonces por qué el recordaría? ¿Sería el castigo de su vida anterior? ¿Que hizo para merecerlo?

Típicas preguntas que le quitaban el sueño.

Abrió el espejo del baño, sacando el agua oxigenada junto con el algodón. Se acomodó en el retrete, colocando un poco de agua en el algodón listo para desinfectar sus heridas; a pesar de ser algo común para el pelirrojo. . . seguía ardiendo horrores y aguantando las lágrimas termino de limpiarse.

— Maldita suerte la mía — susurró a sabiendas que no lograría retomar su sueño.

*°*°*°

Cómo odiaba tener la razón, lo que resto de la madrugada paso dando vueltas en su cama, hasta que su alarma sonó. Sin embargo, a diferencia de otras veces, estaba extrañamente tranquilo era como si hubiera descubierto la manera de ponerle fin a todos sus problemas.

Ni siquiera le importo la alarma, solo siguió mirando al techo de su recamara. Y quizá iba a permanecer de esa forma, pero unos ligeros toques en la puerta lo hicieron reaccionar.

— Camus, levántate, recuerda que debemos encontrarnos con Back Rose, además del informe. . . — el pelirrojo escucho un resoplido detrás de la puerta. — Como odio el papeleo, no entiendo por qué no podemos entregar el informe de manera oral.

— Y que lo digas. . . Pero es el seguimiento. — recordó levantándose para dejar entrar a su compañero

Quien no perdió tiempo para correr hacia la cama, rebotando levemente en ella. Camus solo alzó una de sus exóticas cejas y una leve e imperceptible sonrisa fue dibujada en su rostro; ese comportamiento era muy similar al de Shoko.

Ni siquiera habían pasado veinticuatro horas desde que hablo con ella y ya extrañaba a esa mocosa insoportable. Pero, el decidió que así serían las cosas, además con el sueldo que se ganaría al terminar la misión, por fin terminaría de ahorrar el dinero suficiente como para llevar a toda su familia de vacaciones a los Alpes Franceses, además de a la familia de Krest y por qué no, también a su maestro, Dégel valia la pena además sería una buena forma de conocerlo fuera de Knight Resistance.

— Por cierto. . . ¿Ya acordaste el punto de encuentro con Black Rose? — pregunto, ya que no recordaba haber contestado algún mensaje

— Ah si. . . Bueno realmente no, ni siquiera eh recibido su respuesta, pero no vinimos para andar como ovejas tras el. . . O ella — se acomodó en la cama, dejando un espacio para su compañero

— De acuerdo, ¿En dónde nos veremos? — antes de sentarse en la cama, tomo su almohada abrazándola

— En tu paraíso cereza — el de ojos verdes soltó a reír con el poema que era la cara de su mejor amigo

Sin embargo un golpe lo interrumpió.

— Ve a decirle eso a tu padre, urgido.

Pero solo se ganó más risas del contrario, la mañana transcurrió de esa manera, entre bromas de parte de ambos jóvenes.

Una hora antes del medio día, ambos agentes ya estaban listos para su encuentro. Solo que no calcularon estar listos tres horas antes.

— ¿Quieres ir a dar una vuelta en los lugares o prefieres buscar más detalles sobre la misión? — pregunto el pelirrojo levantándose de la mesa, recogiendo los platos

— Hay que dividirnos, yo me quedaré a buscar en los informes policiales, tú podrías ir a las escenas del crimen — se acomodó más en la silla, cruzando los brazos con molestia. — Quiero acompañarte, pero con eso de que tengo autismo no será posible

— Viendo el lado positivo, puedes hablar con Dekapénte. . .

— Me gustaría. . . Pero papá lo envío a una misión al oriente, así que no podremos hablar en un buen rato — mencionó dando un ligero puchero. — En fin, tómale foto a todo, que también quiero conocer Grecia.

— De acuerdo, te contaré todo lo que escuche y quién sabe, quizá hay alguna repostería que venda financiers

— ¿Crees que vendan aquí? — la emoción era palpable en su voz

— Ya veremos — respondió con una pequeña sonrisa, caminando hacia la puerta del apartamento

— Te cuidas, ah y nos veremos en la biblioteca de la universidad central, antes de la una — recordó, para ver cómo su compañero asentía para luego salir.

Una vez atravesó la puerta, colgó nuevamente la llave en su cuello. No era olvidadizo, solo que no veía la necesidad de agregarla a su llavero, al final no estaría mucho tiempo ahí y era más sencillo traerla en una cadena, que guardarla en los bolsillos de su pantalón de mezclilla.

Sin mas saco su celular y conecto sus audífonos, si iba a estar vagando por Atenas, al menos lo haría con toda la actitud. Además, debía aprovechar esos escasos momentos de paz sin que visiones atacaran su mente; busco en descargas para seleccionar el álbum de Three Days Grace, la primera canción en sonar fue "Love Me Or Leave Me".

Soltó un suspiro para caminar directo hacia las escaleras, podría tomar el elevador pero. . . era propenso a tener sensaciones en los elevadores, así que prefería evitarlos.

Mientras que en su mente se colaban detalles que Another les había comentado acerca de su misión. Así como el posible perfil del asesino, mentiría si dijera que no estaba nervioso, pero no era nada que no pudiera controlar.

<<Desde hace tres meses Black Rose a estado lidiando con el. Aunque mas bien al sujeto parece divertirle la situacion del gato y el ratón>>

<<La víctima mas reciente fue una niña de no mas de 10 años. . .>>

<<Todas las víctimas comparten rasgos físicos>>

<<Black Rose tiene motivos para creer que va en contra de uno de nuestros agentes>>

<<La mayoría de las víctimas estaban relacionadas con el instituto Chikyuugi, justamente es para extranjeros>>

<<El director de la institución ignora esto, así que deben mantener un perfil bajo>>

<<La policía local y los federales ya están involucrados, cuiden sus espaldas>>

Llego a la recepción, observando como una muchacha rubia esperaba el elevador. La ignoro y continuo su camino, saludando al portero con un ligero movimiento de cabeza.

Era increíble, aun era temprano y ya había mucha gente saliendo de sus casas para realizar las diferentes actividades, muy diferente a como se hacían las cosas en Francia. Se junto con otro grupo de personas para cruzar la calle, listo para ir al bar "Soldier" en donde ocurrió uno de los primeros asesinatos.

Pero. . . algo le decía que debía dar la vuelta, trato de ignorar ese sentimiento, pero el dolor en su cabeza comenzó a hacerse presente. Se detuvo un momento, sosteniéndose de la pared de un pequeño local y volvió en sus pasos, notando como su dolor disminuía.

Chasqueo la lengua molesto, aparentemente no tenia opción mas que seguir esa sensación. Solo esperaba que no le tomara mucho tiempo, aun debía echar un vistazo a las escenas del crimen.

La mente y el corazón usualmente se encuentran en conflicto. Pero cuando están de acuerdo. . . Puede volverse el arma mas letal del ser humano.

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