Capítulo 9- La realidad
El lago verde era un sitio tranquilo, pero no era algo bueno. Solo el silencio y el movimiento del agua se podía escuchar. Ninguna palabra por parte de ambos. Pero, ¿y si a veces eso era necesario?
Cada uno se sentó en una piedra. Miraron el agua verdosa, preguntándose qué había ahí abajo.
Era un lugar bastante bello, ¿por qué era la primera vez que iban juntos a contemplarlo?
La kunoichi rio. De reojo miró a su compañero. Parecía estar igual de sumergido que ella. Aquel paisaje era algo hermoso.
—Sarada— dijo el Uzumaki, interrumpiendo sus pensamientos—. ¿A qué hora vendrá Mitsuki?
—Quedé con él hace poco— siseó en un bostezo—. Espero que ven-
—¿Por qué no duermes un poco?— interrumpió con cierto tono algo molesto.
—No quiero ser la única que descanse.
—No te preocupes. Descansaré la próxima vez.
La Uchiha miró a su ¿casi novio? Él mostraba un rostro bastante serio.
A veces quería saber qué era lo que pensaba. Parecía molesto, ¿pero de qué?
Se acercó a pesar de que tuvo que sentarse en aquel sucio césped.
Apoyó su cabeza en las piernas del Uzumaki, quien se ruborizó por aquella acción tan inesperada.
Su cabello era moreno, pero además fino y sedoso. Algo de lo que pudo darse cuenta cuando llevó su mano a él y comenzó a acariciarlo.
—¿Ocurre algo, Sarada?— preguntó firme y calmado.
—Nada de nada. Solo quería estar así, Baka-Boruto.
—¿Cuándo dejarás de llamarme baka?— se quejó a pesar de estar sonriendo.
—Cuando dejes de ser un baka.
Boruto ignoró aquel comentario al ver cómo al fin cerraba sus párpados. Su respiración comenzó a ser algo regulada. No se movía ni un milímetro de sus piernas.
Su cabeza, su rostro, sus gafas... Lo quería todo de ella.
—¿Cómo puedes dormirte en un sitio así? ¿Y tan rápido, de verdad?
No obtuvo respuesta, así que aprovechó aquel momento.
—¿Por qué te preocupas por los demás chicos, Sarada?— susurró.
Se sentía celoso. Jamás olvidaría cómo sus manos temblaron cuando pensó que le gustaba a Inojin o cuando declinó a Meiko cuando le dijo que tres podían ser multitud.
—Porque así es Sarada-chan.
El shinobi se giró hacia donde provenía aquella voz. Vio al chico que pertenecía a su equipo: Mitsuki. Él sonreía como de costumbre.
Sus ropas eran iguales que a cuando era pequeño y su cabello tampoco era una excepción. Llevaba un pergamino donde él guardaba su mochila y también armamento para futuras batallas.
—Chocho me dio la carta de Sarada-chan— dijo el paliducho acercándose a ambos—. Y ahora, ¿qué es lo que está ocurriendo?
Boruto aprovechó aquel momento para no despertar a la Uchiha, así que comenzó a explicarle todo a Mitsuki. Intentó no saltarse ningún detalle. El clan Aika, Sakura, Sasuke, el pasado de la primera generación, los sueños de la Uchiha, Meiko, el sôzô... Lo único que se saltó era su supuesta relación. Sus supuestos sentimientos.
Mitsuki atendía perfectamente. A veces preguntaba alguna que otra cosa— como por ejemplo, qué era el sôzô— o asentía para mostrarle que lo había entendido todo.
Y así era.
—Es por eso que este viaje es una misión de rescate— volvió a hablar el rubio—. También es para ayudar a Sarada.
Mitsuki se sentó al lado de la kunoichi. Observó cómo los dedos de su mejor amigo se movían para acariciar aquel corto cabello. ¿Acaso se había perdido algo?
—Gracias por venir. Es muy importante para ella.
—Y eso te molesta, ¿no?— se giró hacia él para ver una sonrisa. ¿Cómo Mitsuki era capaz de decir algo así?
—Yo n-
—Chocho me contó que habló con Inojin.
—¿Qué tiene que ver Inojin en todo esto?— Boruto chasqueó su lengua. Recordó cómo se rio de Sarada cuando pensó que Inojin la quería y después resultó que no.
—Es uno de los motivos por el que estés así, ¿no?
—¿Quieres llegar a un lado, Mitsuki?
El chico de ojos amarillos regresó su mirada a la Uchiha. Seguía durmiendo plácidamente, descansando lo que anoche no hizo.
—Chocho me contó que le estuvo hablando a Inojin sobre unos tulipanes. Al parecer, a él le gusta una chica que no alcanzaría.
—Lo sé. A Inojin le gusta Chocho— y el Uzumaki creyó en lo que decía.
Mitsuki rio, pero paró en cuanto vio la sinceridad de sus palabras. Le sonrió.
—La leyenda de los tulipanes es que, una vez lo conviertes en un ramo, serás correspondido por la primera persona que los toque— al informarle vio el rostro del rubio.
¿Inojin le había mentido?
—¿Sabes a quién quiere Inojin?— preguntó.
Mitsuki solo asintió.
—¿A quie-
—Mit...suki— Sarada abrió poco a poco sus ojos. Se levantó.
—Sarada-cha-
Las palabras de la serpiente fueron interrumpidas por un abrazo —algo inapropiado en ella— que Sarada le había robado.
Él seguía sentado por lo que la Uchiha tuvo que clavar sus rodillas en el césped.
Rodeó el cuello de su compañero con sus brazos y apretó fuertemente. Respiró el aroma de su amigo. Estaba contenta de que estuviese ahí.
—Sarada-chan, ¿qué ocurre?— preguntó sorprendido.
—Chicos, ¡me alegro que ambos estén aquí!
***
Siguieron caminando. Llevaban ya como dos horas siguiendo el mapa que Meiko les había dado, pero jamás creyeron que era un camino tan largo.
—¿Cuánto falta?— preguntó Boruto.
—Meses quizás.
—¡Ya podrías tener el rinnegan!— se quejó mirando a la Uchiha.
Como respuesta le golpeó hasta que cayó a unos metros más lejos.
—¡Te adelanté el camino! ¡¿Qué te parece?!— gritó.
—¡Teme!
—Se llevan bastante bien, ¿no?— preguntó Mitsuki, quien era el único que permanecía al lado de la Uchiha. También era el único que en aquel viaje no se llevó un buen golpe por parte de ella—. ¿Son no-
—¡Boruto, cuidado!
La Uchiha gritó con todos sus nervios al ver una sombra negra acercarse al Uzumaki.
Era extraño, su flujo de chakra no se podía saber si era poderoso, pero sí inapropiado.
Al ver cómo vestía se extrañaron.
Era una chica bastante bella. Sus cabellos eran morenos y largos. ¿Y qué decir de sus ojos? Eran bastante parecidos a los de Sakura. Aún mantenían ese brillo que le hacía especial.
Apoyó su espada en el cuello del Uzumaki, quién aún no se dispuso a atacar. No hasta saber qué quería.
—Ella quiere tu cabeza
(N/A: Ella es un nombre. Se lee como [Ela])
—¿Quién diablos es Ella?— preguntó el rubio.
Mitsuki rodeó a Sarada con sus brazos alargados y tapó su boca. Tenían algo a favor: Aún no se había dado cuenta de que estaban ahí.
—Yo soy Ella— la chica habló, a punto de golpear al Uzumaki.
Pero en ese momento nuestra kunoichi habló al zafarse de Mitsuki. Más bien gritó.
—¡No le toques!
Ella paró para poner toda su atención a aquella morena. Se parecía mucho a ella, cosa que le sorprendió. No, le encantó. Era una chica bellísima.
—Ella piensa que eres muy guapa. ¿Quieres venir con Ella?— le dijo.
Comenzó a acercarse a Sarada, pero Mitsuki y Boruto prestaron atención.
Ella había vuelto a provocar un error: le había dado la espalda a su enemigo.
—Si vienes con Ella, te hará muy feli-
—¡Shannaaaro!— le golpeó con un puñetazo en su mejilla, la cual cosa logró impactarle.
Boruto la atravesó con su espada por detrás, mientras que Mitsuki sonrió.
El enemigo estaría muerta en minutos.
Pero algo los sorprendió: rio. Una luz bastante blanca comenzó a rodear la herida que Boruto le había provocado. Rápidamente se curó como si nada.
<<¿Que diablos? Es parecido a mi Byakugou>> pensó la Uchiha.
—Ella no es mala. ¿Por qué la quieren muerta?
—Ella nos atacó primero— le contestó Mitsuki, siguiéndole el juego. ¿Por qué hablaba en tercera persona?
—Ella solo hace lo que su familia le ordenó.
—¡Las familias no se usan para eso! Y, ¡¿por qué?!
El suelo comenzó a temblar bajo la sorpresa del equipo siete. Quisieron estar juntos. Sarada dio un paso hacia Boruto, pero le fue imposible.
Alguien había manipulado la gravedad. ¡Y a juzgar por la sonrisa de Ella, fue ella! ¿Pero cómo?
—Espera, que-
La gravedad afectaba a dos partes. A los tres se echaban hacia atrás para separarse.
Mitsuki intentó alargar sus brazos para atraer a su mejor amigo hacia ellos, pero fue imposible. El chakra no podía hacer nada contra aquella gravedad.
La única que podía mantenerse de pie e intacta por aquel extraño viento era Ella, quien sonreía.
<<Ella, recuérdalo. Lo mejor que puedes hacer para destruir a alguien es alejarlo. Dejarlo solo>> sin embargo estaba fallando, ya que la Uchiha iba a la misma dirección que aquel paliducho.
Algo sorprendió a Ella.
Sarada se estaba moviendo, intentando agarrar la mano de Boruto.
—¡Baka-Boruto, no me hagas esto!— le gritó, pero no supo si él consiguió escucharla.
Mitsuki solo se sentía impotente. ¡Él no podía moverse! ¿Por qué ella sí? Era algo que Ella también quería saber.
—Sarada, oye-
Las fuerzas se le estaban agotando. Estaba a pocos centímetros de sujetarle la mano a Baruto, quien estaba inmóvil. Estaba a pocos centímetros de rozar su piel. De estar con él.
—Ella piensa que eres impresionante...— la morena estaba vigorizada por aquella chica. ¡Era tan perfecta! ¡Ojalá pudiesen ser amigas!— Por eso Ella lo siente...— susurró.
Cuando por fin la yema de sus dedos lograron rozarse, Sarada mantuvo las esperanzas. Pero se le fueron arrebatadas en cuanto no pudo más. Su cuerpo se inmovilizó, igual que el de los dos chicos que le acompañaba.
Lo único que logró fue crear lágrimas que se deslizaban por sus mejillas. ¡De sentía impotente! ¡Débil! ¡Inútil!
El chico que quería estaba frente a ella, siendo separado de ella.
Los metros crecían; la distancia lo hacía.
Cerró sus ojos aún intentando luchar contra la gravedad, pero no lo logró.
—Cuando salgas al mundo exterior te darás cuenta de que no podrás proteger a quién quieres, Sarada— le dijo su padre. Era una de las tantas peleas que tenían.
—¿Por qué? Dime un motivo.
Sasuke chasqueó su lengua.
—Porque así es la realidad.
—¡Confío en mi habilidad! No dejaré que nada le ocurra a las personas que amo, papá— la Uchiha se tomaba aquella pelea en serio.
Para Sasuke solo fue un comentario, pero para ella fue más.
Ella jamás dudó de lo que podía hacer. Tampoco quiso dudar. Todo lo que necesitaba era el amor que sentía por todos, y las ganas de protegerlos.
Cuando quiso darse cuenta sus ojos comenzaron a arder. Le costó abrirlos, tanto que aún no lo conseguía.
Sus músculos dolían por el impacto de haber sido lanzada lejos, a pesar de que algo amortiguó la caída. Mitsuki, cuando por fin pudo moverse, rápidamente la rodeó con sus elásticos brazos para que no sintiera daño.
—¿Sarada-chan?— dijo a duras penas.
La Uchiha se levantó, pero no logró hacer que sus párpados se despegaran. Comenzó a impacientarse.
—¡Baka-Boruto!— gritó.
Mitsuki, al ver que su compañera se levantó sin apenas poder ver, se preocupó. Volvió a rodearla con sus brazos para que se calmara.
—Sarada-chan, tranquila. Respira. Respira— volvió a decir.
Sarada era muy tranquila. Pero había algo que jamás permitiría: no haber podido proteger a la persona que más amaba. En ese caso era Boruto.
—Mitsuki. ¡Mis ojos! ¡Boruto!
—¡Tranquila!— volvió a gritarle.
Sarada apoyó su cabeza en el abdomen de Mitsuki. Se tranquilizó al escuchar el sonido regular del corazón de su compañero.
—Iremos a por Boruto— dijo seriamente su mejor amigo.
Mitsuki jamás permitiría que algo le ocurriese.
Al tranquilizarse, apretó sus puños.
La habían cagado.
La habían enfurecido.
Finalmente lo consiguió.
Mitsuki, al verlo, comenzó a temblar. ¿Acaso estaba herida? ¿Había fallado en protegerla?
—¿Sarada-chan? ¿Estás bien?
No, no estaba bien.
Su corazón estaba intranquilo, igual que su mente.
Pero sus ojos ardían. Parecía que le estaban clavando mil agujas.
—Sarada-
—Vamos a matar a Ella— declaró.
—¡Espera! ¡Sarada-chan! ¡¡Tus mano-
Una explosión se formó en aquel sitio formando un gran hoyo en aquel bosque.
Los árboles, las piedras, el césped... Todo salió de aquella zona, excepto Sarada.
Mitsuki cayó a unos metros más lejos. Se levantó con dificultades debido a sus rasguños.
Miró a su alrededor.
<<Todo está destrozado. ¿Qué ha pasado?>> se preguntó.
No tardó en volver al sitio de la explosión. Allí vio a la kunoichi sentada. Sus ojos eran rosas igual que aquella luz que brillaba alrededor de sus manos.
—¿Que ha-
—Yo...Yo...— intentó explicar—. ¡No lo sé! ¡Solo toqué el suelo y todo explotó!
El albino miró sorprendido a su compañera. Dio unos pasos hacia adelante para acercarse a ella, pero fue parado enseguida por sus palabras.
—¡No te acerques!— vio sus ojos rosas.
Aquellos ojos rosas que no tenían pupilas. Mostraban brillo. Un brillo que él no sabría describir.
¿Acaso su habilidad personal era explotar todo lo que tocaba?
Esperó que no. Sarada no merecía aquella habilidad, ¡eso era una maldición! ¡No podía controlarlo!
Siguió llorando en medio de aquel hoyo. La tierra estaba húmeda, pero el cielo estaba despejado. No estaba acorde aquella situación.
—¡Ayúdame, Mitsuki! ¡Por favor!— suplicó.
Necesitaba ayuda.
No podía calmarse.
Comenzó a hiperventilar, a tener un pequeño ataque de ansiedad.
Mitsuki no supo qué hacer.
No él.
Si fuese Boruto, si fuese Konohamaru-sensei... ¡podrían hacer más que él!
Aun así intentó hacerlo. Comenzar a hablar.
—¿Que hay de la confianza en la que tanto crees? ¿Acaso no crees que Boruto no podrá protegerse?— cruzó los dedos.
La Uchiha cayó al suelo cansada. Fue pura casualidad, pues no logró escuchar sus palabras.
Sus ojos se cerraron y sus puños dejaron de brillar.
El albino se sorprendió al ver que, quien tenía más heridas de aquella explosión era la misma causante. Corrió hacia su compañera aún cojeando. Necesitaba atención médica.
Y la necesitaba ya.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top