Capítulo 17- Sarada Vs. Daisuke
Aquella posada, donde también había balnearios, era bastante vacía en cuanto a clientes. Solo el equipo de Daisuke y el equipo siete estaban ahí. En total, seis clientes.
Pasear por los pasillos era tranquilizador, bastante silencioso.
Lo único que podía escuchar eran sus pasos, bastante lentos debido a que en sus pensamientos había más de mil hilos hechos nudos.
¿Cómo rescataría a su madre en aquella fiesta? ¿Podría hacerse pasar por miembro de alguno de los clanes importantes?
¿Y cómo afrontaría a Boruto?
Sus palabras dolieron, aunque ella mejor que nadie sabía que Boruto era malo en el tema del amor. Es algo que tenían en común.
Suspiró. Comenzó a notar cómo sus ojos dolían un poco; le era imposible dormir, miedo a las pesadillas.
Boruto había ido a su habitación a intentar hablar con ella, pero solo calló y fingió no estar ahí. Él, junto a Mitsuki, alquilaron otra para pasar la noche. No había que olvidar que eran un equipo.
—Oh, Sarada-chan.
La voz de Daisuke retumbó en su oído, pillándole bastante desprevenida.
Fijó su mirada en él; su pijama consistía en un kimono azul, igual que el de ella, aunque el suyo era amarillo. Un regalo de la casa.
—¿Qué haces de noche por aquí?
—No puedo dormir.
—¿Tú tampoco?— comenzó a andar al lado de la Uchiha. Le gustaba contemplarla, pues tenía cierto parecido a la chica que le gustaba—. Las pesadillas son terribles.
—¿Tú tienes pesadillas, Daisuke?
—Sí— asintió. Sus pasos comenzaron a ser ligeros. Hablar con ella resultaba confortante—. Siempre son lo mismo; que la pierdo.
—¿Cómo es...la chica que te gusta?
—Verás— cruzaron el pasillo sin parar el paso. Al parecer, se dirigían al balcón. Un sitio común en el que, de noche, había unas vistas estupendas—. Es estupenda. Sus ojos, su cabello... Su cuerpo y la forma tan extraña en la que habla de ella en tercera persona. Realmente me agrada.
—Uh, por casualidad... ¿Es Ella?— preguntó Sarada, pues no era idiota.
Apoyó sus codos en la barandilla, mirando hacia abajo. Su nuca estuvo al descubierto ante los ojos de Daisuke. Aquel chico rubio sabía que, Sarada por detrás, era exactamente a Ella. Si no fuera por el color de sus ojos, pensaría que es ella. Y ojalá. Pues en ese momento podría abrazarla, incluso besarla y decirle cómo se sentía.
Su equipo vivía con el fin de encontrarla, pero jamás hubo resultados.
—Lo es. Ella Ōtsutsuki. O... Bueno, prefiere llamarse Ella Aika, ya que su madre lo e-
Cogió a Daisuke por el cuello, jalando aquella parte de su kimono hacia ella. No fue con rabia, de hecho, fue por curiosidad.
—¿Ella Aika? ¿Es una Aika?— preguntó. Su entusiasmo fue tanto, que quiso ir deprisa. Apenas le dio tiempo a responder. Siguió hablando ante el sonrojo de Daisuke. ¿Por qué estaba tan cerca?— ¿Entonces está con Sakura Aika-Haruno?
—¿Sakura, dices?— Daisuke atendió sus palabras. No le importó la fuerza que aquella muchacha estaba usando para agarrarle. Había algo detrás de Sarada; una historia detrás. Una historia que quería saber—. ¿Sakura Ōtsutsuki?
—¿Qué diablos está pasando, Daisuke?
—Sakura Ōtsutsuki es la madre de Ella Aika, Ella Ōtsutsuki.
Mordió sus labios, mirando aquel brillo en la capa ónix de Daisuke. No estaba mintiendo, así que tenía razón.
Entonces, ¿cuánto la quería su madre como para irse a formar una familia con los Ōtsutsuki? ¿Realmemte quería que ella la encontrara? No, si no, le habría dicho dónde se escondía, ¿verdad?
—¿Sarada-chan? ¿Estás llor-
Empujó a Daisuke con desdén. En el fondo no le agradó aquella opción, pues Daisuke había sido muy bueno con ella. ¿Pero qué hacer? Debía de desviar la atención de sus lágrimas.
Aquellas que salieron al recordar a su madre.
¿Y si Sasuke no quería que la buscara por ese motivo? ¿Y si la gente en la que confiaba lo sabía?
—Sarada-chan, no llores.
No supo qué hacer, pero no era la primera vez que una chica lloraba ante él. Toda persona era un mundo, pero, ¿y si funcionaba? Era lo único que sabía hacer.
Puso su mano sobre el cabello de Sarada, ella aún estaba de espaldas. Comenzó a mover la palma de su mano, lentamente, por aquel sedoso sitio. De vez en cuando utilizaba la yema de sus dedos para tranquilizarla, hasta que funcionó; sus sollozos se hicieron minúsculos en comparación a cuando comenzó.
—¿Qué pasa?
—Eh, Mitsuki— dijo Boruto, susurrando, escondido en la esquina de aquel sitio. No podía escuchar nada, pero quería. Aquellos gestos le estaban molestando. ¿Por qué Daisuke podía ser tan amable con ella cuando él solo intentaba escoger las palabras perfectas para Sarada?—¿No puedes enviar alguna serpiente para que escuche?
—Sí, puedo— sonrió. Su iris amarillento estaba clavado en el chico de los balnearios—. ¿No crees que deberíamos dejarles solos?
—¿De qué hablas?— se ruborizó, molesto ante aquella pregunta.
No quería verla así con él. Por supuesto, ¡estaba en su derecho! Si Sarada quería a ese chico, él lo aceptaría.
Pero quería contradecirse. Ir, cogerle de la muñeca y dejar de sufrir de aquel modo. ¿Qué diablos debía de decir? ¿Que sus pechos eran mejores que los de Kuna? ¿Que el tamaño no importaba?
Mordió sus labios. Por alguna razón, su garganta comenzó a arder.
—Eh, Mitsuki— susurró. Miró hacia el suelo, intentando evitar el mirar hacia ella. El verla llorando, sin poder hacer nada porque a ella le dolería verlo en aquel instante—. ¿Cómo puedo ser perfecto para ella?
—No escogiendo las palabras. Solo suéltalas. Sarada-chan se enamoró de ti siendo un torpe con ellas.
—Precisamente dañarla es lo que quiero evitar.
—Todos seremos dañados alguna vez.
Mitsuki se levantó, uniendo ambas mangas de su kimono.
—Mejor me voy, deberías hacer lo mis-
—Lo sé, tsk.
Odió aquella decisión, pero debía de hacerlo. Ir de nuevo hacia su habitación o a dar un paseo por ahí.
—No me esperes despierto, Mitsuki.
Mientras, Sarada siguió aguantando los sollozos y su temblor. No le diría a Daisuke que realmente no solo era una Uchiha, por lo que calló. Dejó que el cosquilleo de su mano contra su cabello siguiera su recorrido, relajándola en un instante. Inhaló y exhaló aire. Su corazón estaba tranquilo.
Completamente en paz.
—Necesito hacerme fuerte.
—Necesitas derrotar a Ella, ¿verdad?— preguntó.
—Sí.
—Te ayudaré— eso le sorprendió. ¿Es que acaso no le quería? Se giró hacia él, mostrando la sorpresa—. Ah, no es lo que crees. Me interesa derrotar a los Ōtsutsuki. De ese modo Ella será libre.
—¿Ella no es libre?— limpió el resto de lágrimas que tenía. No dejó de pensar en ello. ¿Ella era su hermana, no? Eso explicaría esos ojos. El mismo color de ojos que relucía en los sueños, cuando aparecía su madre.
Negó con la cabeza.
—Ella no tiene la culpa de nada, Sarada-chan. Es la persona más buena que jamás conocí.
—¿Contra quién debo ir, Daisuke?
—Contra los Ōtsutsuki. Pero-
—Entrenemos— propuso la Uchiha. No podría dormir sin Boruto, entonces, ¿por qué no entrenar? No había que olvidar el porqué estaba allí—. A unas malas, tendré que emboscar la fiesta. Entonces, por favor, ¡entrena conmigo!— apretó su puño con bastante fuerza—. Me has dicho que eras del clan Sapōto*. Eres fuerte.
(N/A: Sapōto. Según el traductor, significa "apoyo".)
—¿Seguro? Mi kekkei genkai es frustrante para los enemi-
—Para mí es interesante.
El clan Sapōto consistía en dar apoyo a tus aliados. Su kekkei genkai creaba un escudo en quien tú quisieras, y en dónde quisieras. Un escudo casi irrompible, por lo que todos evitaban combate con el clan. Hacerlo sería una pérdida de chakra; ¡era imposible darles un maldito golpe!
—En ese caso, vayamos.
Ambos saltaron hacia abajo, cayendo como shinobis. El kimono estorbaba, pero era una debilidad que ambos tendrían.
—Seré malo contigo, Sarada-chan— Daisuke se inclinó ante ella para hacerle una reverencia.
Mitsuki estaba observando. Se había ido, claro, pero, ¿qué culpa tenía el decidir bajar al patio para tomar un paseo y verlos, a punto de tener un gran combate? Se sentó. Una serpiente salió de su manga y se arrastró por su piel sumamente pálida.
—¿Chocho-san? Ella está bien, no te preocupes.
Chocho y Himawari estaban preocupadas por Sarada, por supuesto. Siempre que podían, usaban a Mitsuki para saber de ella. ¿Por qué la Uchiha no se compraba un maldito teléfono móvil?
—Sí, va a pelear con un chico. Es totalmente tu tipo, aunque no huele a papas.
Los ojos de Mitsuki se encontraban indiferentes, pero sus labios no, ya que se esbozaron en una sonrisa. Hablar con esa chica le divertía.
—No te preocupes. Más bien es ella quien cuida de nosotros.
La serpiente volvió a su manga y se acomodó mejor para ser espectador de aquella pelea. La cual, apenas comenzaba.
La Uchiha comenzó a pelear sin su sharingan. Sus gafas estaban en su habitación. Poco a poco comenzaba a no necesitarlas, pero aun así se las ponía por cuestiones de salud. Aquella vez y la del baño fueron una excepción.
Corrió hacia él. Sus pasos eran fuertes. Era como si una jauría corriera hacia tu lugar para emboscarte.
—¡Shaaaa...— aquella palabra... Daisuke podía reconocerla. ¿Iba a decir Shannaro? ¿Acaso Sarada mentía y conocía a Ella de más de una pelea? Sus actitudes eran similares, y también su aspecto—. ¡Shaaaaannaaaaro!— gritó con furia, golpeando el suelo en el que Daisuke estaba. Clavó sus nudillos en aquella tierra ante aquel golpe. Golpe que creó un hoyo a los pies de Daisuke, quien apenas le dio tiempo a esquivarlo ante su rapidez y la sorpresa.
Sus ojos completamente negros miraron a los suyos. Ambos mostraban desafío, aunque no odio. ¿Había surgido una bonita amistad?
Sarada inhaló y exhaló aire, volviendo a mirar a su enemigo para saber dónde dar el golpe.
—¿Shannaro?
—Me sale solo— informó Sarada. Y era cierto; aunque no salía en todas sus batallas, solía ser así, que sus labios se movían para pronunciar aquel grito de guerra—. ¿No lo esquivaste?
—A la próxima lo haré.
Esta vez fue Daisuke quien comenzó. Corrió. Fue rápido, más que la Uchiha, cosa que provocó excitación en ella por entrenar más.
Seguramente mejoraría con ello.
—¡Monshō!— gritó Daisuke, activando su kekkei genkai. Sus ojos se volvieron totalmente azules. Era igual al sharingan, salvo por el color azul. Sonrió, pues se lo aplicó a sí mismo.
De ese modo, estaría protegido. Aunque había un límite, por supuesto; diez segundos.
Recibió el golpe de Sarada, el cual no tuvo apenas efecto.
La Uchiha prestó atención, preguntándose a sí misma si habría límites. Siguió intentando obsequiarle algún que otro golpe. De vez en cuando necesitaba esquivar el suyo, porque Daisuke también era buen atacante.
<<Lo tengo>> pensó la morena. <<Once segundos>> y aunque exactamente estaba equivocada, no lo hizo nada mal con su habilidad de observación.
Era algo que buen shonobi debía de tener.
Al estar separada de Daisuke, volvió a correr hacia él. Pero algo transparente la golpeó, haciendo que cayera al suelo.
—¿Ehh?— susurró Mitsuki, bastante alegre de ver aquel espectáculo—. ¿Él creó un escudo para utilizarlo de ataque contra ella?
El albino pensó que era una buena opción, pero no contra un Hyuga, que podría ver el escudo, o contra un Uchiha, que podría usar su sharingan para notar dónde crearía ese escudo.
Por supuesto, Sarada activó su sharingan.
Daisuke miró esos ojos de color sangre. Esos ojos que también estaban más desarrollados como los de él. ¿Cuánto tiempo se habría dedicado aquella delicada chica para ser quien era? Amó eso; encontrar un contrincante que era capaz de igualarle.
—Ouch, eso dolió.
El kimono de Sarada estaba totalmente rasgado y manchado de pequeñas heridas. Heridas que no debían de tomar importancia, pues cerrarían en poco tiempo.
El byakugou— el cual casi siempre tapaba con su flequillo— relucía. No, no lo iba a usar, pero le otorgó más chakra, por lo que podía continuar con algo más fuerte.
—Oh, ¿eres discípula de Tsunade?— preguntó Daisuke al verlo. ¿Por qué su flequillo debió de taparlo? Entonces ya sabría sobre él—. Increíble, Sarada-chan. No dejas de sorprenderme.
Movió su cuerpo ágilmente. Quizás un Sapōto era poderoso, pero había algo con lo que no contaba; el sharingan podría con él.
Gracias a los ojos del diablo— así lo llamaban algunas personas—, movió su cuerpo esquivando todos los golpes de Daisuke, hasta finalmente llegar a él.
Logró mirarlo. Sus ojos azules, contra los suyos.
Y entonces, hizo más fuerza en sus ojos.
Daisuke comenzó a ser esclavo del sharingan.
***
El combate había sido desastroso. Duró treinta minutos más, pero finalmente consiguió empatar con él.
—Daisuke es poderoso, diablos...— susurró. Su pierna estaba algo dolida, pero nada que no se pasara al día siguiente. Solo por si de caso, quiso ir a su habitación poniendo su mano en la pared, arrastrándola para apoyar su cuerpo—. La próxima vez lo derrotaré.
Con dificultad, por las consecuencias de la pelea— había agotado mucho chakra también—, caminó hasta llegar a su puerta. Puso su mano sobre el tomo.
Sintió una presión en su pecho. Nada desagradable, pero sí impulsivo. ¿Acaso aquella pelea había sido más fuerte de lo que creía?
Mordió sus labios.
Finalmente abrió la puerta y, para su sorpresa, lo primero que vio era a Boruto en ella.
Estaba sentado en la cama.
Las habitaciones en aquella posada era pequeñas, así que no había mucho espacio para más cosas.
Estaba cruzando sus piernas, mostrando lo irritado que estaba. Miró a la Uchiha, quien en aquel momento sí que estaba despeinada, y también se movía con dificultad.
¿Pero qué diablos estaba pasado? ¿Por qué el estaba ahí?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top