Capítulo 14- La princesa del Cerezo (1/3)

N/A: El capítulo 14 será dividido en dos partes.
Una será: "La princesa del Cerezo" y, la otra: "Ella Ōtsutsuki". Contará qué pasó con Sakura desde que abandonó la aldea y la historia de Ella, así que, debería ser escrito en cursiva. Sin embargo, lo escribiré de este modo para entenderse mejor.

Repito; esto es el pasado. De este modo se entenderá el porqué de muchas cosas. Quién tiene a Sakura, de quién es hija Ella... Cosas así.

—¿Taiyō Ōtsutsuki?— habló uno más anciano que todos. Los Ōtsutsuki estaban conversando en la luna. Todos hablaban sobre aquel "joven". Era el hermano gemelo de Toneri— . ¿Estáis seguros?

—Sakura Aika es una buena opción, sobre todo en las condiciones en las que estamos.

—Entonces, no se hable más. Todos de acuerdo.

—Taiyō y Sakura serán unidos en matrimonio ante los ojos de la Luna.

—Haced que pase la muchacha.

Dicho y hecho. El hombre llevó aquella voz cantante en la reunión, haciendo que Sakura llegara. Sus pasos eran lentos y apenados, pues recientemente había abandonado su aldea.
No supo dónde se dirigía, hasta que vio esos ojos perla que tanto conocía.

—Está muy bella, princesa del Cerezo.

Habló el anciano, levantándose de la silla. Echó un vistazo a la pelirrosa, quien llevaba el vestido de boda del clan Aika. Un vestido que ya llevó, a punto de casarse con Usui.
Sin embargo, aquella vez no había cartas a su favor. Sabía que debía.

Lució sus bonitos ojos maquillados en una fina y suave capa de color ónix. Mordió sus labios, algo agotada por aquella situación.
Su corazón palpitó, pues era la hora del veredicto. ¿Quién sería el "afortunado"? ¿O ella sería la afortunada?

No quería a nadie más que Sasuke. De hecho, en su interior cerraba sus ojos para desear que el Uchiha estuviese ahí para salvarla de aquel desastre. De aquel trato que ella misma aceptó. ¡Y volvería a hacerlo! Era para salvar a su aldea; a sus amigas, al sueño de Naruto, a los hijos de sus amigas y, sobre todo, a su querida hija Sarada.

—No sea tímida— el anciano alzó su mano para tomar la de Sakura. Notó su suavidad junto a un pequeño temblor. Una suave y ligera acción de torpeza—. Oh, esto debe ser nuevo para usted, ¿no es así?

«No te fíes, Sakura» le habló Eiko, quien aún estaba en su interior, por supuesto.

—Estoy lista— hizo una pequeña reverencia, cogiendo la falda de su kimono.

Los Ōtsutsuki aceptaron aquella acción con una sonrisa, sin despejar su blanquecina mirada de la pelirrosa. Era bella, y era algo que todos aceptaban.

—Su futuro marido le espera.

Dicho eso, todos los Ōtsutsuki entraron al templo, mientras, Sakura miró hacia atrás.

«Podemos huir

—No, Eiko— susurró con melancolía, observando la tierra. Ahí estaba Sasuke. Ahí estaba Ino, seguramente que enseñándole las flores a su recién nacido hijo. También estarían Naruto e Hinata, disfrutando de su familia de tres. Aún nadie se habría dado cuenta de su desaparición, así que sí; podría huir. ¡La tierra se veía tan cerca! Pero no debía. Eran Ōtsutsuki con los que había hecho un trato. Ella, a cambio de la protección de los seres que más quiere—. No podemos...

«Tssk. Niña idiota

—Ya no soy una niña.

Tras decir eso, dio un paso hacia adelante. Paró delante de aquellas puertas de metal.
En cuanto las abriera, podría ver el rostro de su futuro marido. Podría ver miles de cabellos blancos. Miles de ojos del mismo color que los de Hinata.
Podría ver el futuro que le esperaba.

«Alto, niña

Volvió a morder sus labios, pero esta vez para evitar romper en llanto. Ninguna novia debía de llorar el día de su boda, ¿no?

Lo hizo; empujó la puerta, observando con atención cada detalle de aquella ceremonia. El kimono de su futuro marido, su rostro, sus pequeños gestos...

«Se ve buen chico. Jeeeh

Ignoró al idiota de Eiko, pues para ella solo existía Sasuke.
Sasuke, Sasuke, y Sasuke. Aunque besara a aquel hombre, aunque le prometiera una vida juntos o un anillo les uniera... ¡Siempre será Sasuke!

Comenzó andar hacia adelante. Sus pasos parecían pesados, dolorosos.

«Ya queda poco...»

Sakura intentaba dejar de temblar, pero era casi imposible bajo miradas tan penetrantes.
Quiso mirar hacia atrás. ¿Sasuke aparecería por la puerta, oponiéndose al "quien se oponga, que hable ahora o calle para siempre"? No, no lo haría.

«Los príncipes no son unos genios, Sakura. No muchas veces saben el peligro que corren sus princesas

Lo deseó. Deseó que lo supiera.
Pero esta vez tenían algo que perder: Sarada.

Finalmente llegó. Paró justo en frente de Taiyō, mirando sus ojos.
También mostraban algo de pena. ¡Pero de qué iba! Ella era la única obligada.

La ceremonia empezó.
Sakura murió en aquel instante, ya que sus sentidos desvanecieron. No quería centrarse y ver. No quería escuchar las palabras de aquel "sacerdote". Solo calló y esperó, hasta que la hora llegó.

—Si acepta, muerda la galleta.

Taiyō poseía entre sus labios una galleta, aún sin morder. Inclinó su cuerpo para llegar a la altura de Sakura.
La Aika asintió, tomando la galleta hasta el punto de casi rozar con los labios del Ōtsutsuki.

Taiyō se ruborizó. Su esposa era bella, no había duda de ello.

La ceremonia prosiguió. Nadie se opuso en aquella mítica frase de película, donde el verdadero amor aparecía para parar la boda.
Todo siguió.
Todo continuó, y Sakura debía de comenzar a admitirlo.

Para entonces, su sonrisa se había desvacenido. ¿SMILE? No, no podía sonreír. Ni por mucho que curvara sus labios podía formar una verdadera sonrisa.

Taiyō tomó la mano se Sakura, entrelazando sus dedos con los de ella.
Notó la verdadera suavidad y olió la fragancia a cerezo.

Aquella muchacha sí era una verdadera princesa, así como la princesa del Byakugan, ella era la princesa del Cerezo.

Juntando ambos genes crearían la perfección en persona.

***

—Esposo— llamó Sakura. Su voz seguía como siempre a los ojos de Taiyō. No mostraban ningún tipo de sentimiento—. El baño está listo.

Taiyō miró a su esposa. Hacía una semana que habían unido sus almas, sin embargo, no consumaron matrimonio. Y era algo que no le importó: sabía que Sakura, ahora Ōtsutsuki, Sakura Ōtsutsuki había sido forzada a casarse con él. Se opuso, pero él tampoco era quién. Quería darle su tiempo, aunque ellos lo controlaban todo; pronto ambos se verían obligados.

—Gracias, Sakura.

Se levantó de la silla y caminó hacia adelante.
Cuando estaba a punto de cruzar la puerta del baño, fue detenido por Sakura, quien agarró la manga de su kimono con fuerza. Taiyō se giró para mirar a su esposa.

—¿Saku-

—Voy contigo.

«Sakura...»

—¿Qué?— Taiyō se extrañó demasiado. Sabía qué significaba eso, pero, ¿por qué?—. No, Saku-

—¡Debo de hacerlo!— gritó en desesperación. Los ojos perla del Ōtsutsuki miraron a la pelirrosa. Acciones como esas mostraban, al fin, que aquella chica estaba viva; que tenía sentimientos. Sentimientos para nada positivos. Mordió sus labios, mirando aquellos ojos esmeralda. No se podía decir que ambos se amaban, pero Taiyō respetaba a Sakura. Respetaba sus decisiones y la dejaba en paz, siempre manteniendo su papel de esposo—. ¡Ellos ya se enteraron, Taiyō!— puso sus manos en el pecho del Ōtsutsuki en forma de puño, bastante indignada—. Vamos a hacerlo, porque si no ellos-

—¡Sakura, estas cosas no funcionan con chantaje!

—¡Y cómo si no, Taiyō!— gritó. Taiyō juró que, cuando Sakura alzó su mirada para verlo de forma directa, había lágrimas en esos hermosos ojos verdosos—. Quizás no funcione así, pero para nosotros sí.

Taiyō sabía que así eran las cosas: que Sakura tenía razón.
Asintió, mirándola.

—Jamás te obligaré a nada, ni siquiera cuando ellos están detrás.

—Tú no me obligas, eso lo sé. Pero ellos sí— admitió Sakura—. Voy a ir hasta el final para proteger a los míos, Taiyō. Solo ayúdame, por favor.

El Ōtsutsuki volvió a asentir. No tenía nada más que decir, por lo que prosiguió su camino, deshaciéndose de las manos de Sakura, las cuales estaban aún en su pecho.
Sakura lo siguió hasta el baño con mucho miedo de lo que estaba a punto de hacer.

«Estás en esta situación, y solo te preguntas qué diría Sasuke cuando se entere, ¿no?»

—Mi corazón pertenece y pertenecerá a Sasuke-kun siempre. Pero me temo que mi cuerpo ya no es ni mío— susurró, en respuesta a Eiko.

Las manos de Taiyō se posaron en los botones de su propio kimono, quería deshacerse de él, aunque estaba bastante nervioso. ¿Es que acaso ella iba en serio?

Finalmente lo hizo, aunque se deshizo de sus ropajes de tal modo que solo su espalda fuese descubierta ante los ojos de la pelirrosa. Sakura dio unos pasos hacia el frente. Miró su espalda; había cicatrices en ella, por lo que le recordó a Sasuke-kun.

Si no fuera por su cabello plateado, podría ser él.

—S...Sasuke-kun...— habló, imaginando que era él. Puso su mano en la espalda, haciendo que Taiyō comenzara a sentir un escalofrío en ella—. Yo-

—Sakura— Taiyō se giró, mostrando su desnudo pecho. Estaba fornido, había que admitir que él también era bastante atractivo. Pero para los ojos de Sakura no. No había ni la más mínima gota de deseo—. Detente aquí. No voy a funcionar-

—¡Necesito que funciones!— le gritó, mirándolo con desafío—. Si no funcionas, ellos... Mi familia... ¡Todos!

—¡Sakura! ¡No quiero esto para ti!

—¡Nadie quiere esto!— gritó la recién Ōtsutsuki—. Lo siento mucho, Taiyō. ¡Tampoco quiero forzarte! Sé que tú no eres mi enemigo.

—Entonces qué-

—Entonces te lo suplico. Estás enamorado de alguien, ¿no? Solo imagina que soy ese alguien.

Sakura hablaba, sin saber que ese alguien estaba delante de él.
Taiyō no tenía a nadie en mente; solo a ella, porque era la única mujer que permaneció a su lado. Aunque no de la forma que quería. Quizás no hablábamos de amor, pero sí de admiración o curiosidad.

«¿Imaginarás que es Sasuke?»

Ni aun así las cosas funcionaban.

Taiyō asintió. Llevó sus temblorosas manos hacia el kimono de su esposa, deshaciéndose poco a poco de los botones. Deslizó aquella tela por los costados, haciendo que el escote de Sakura y sus hombros fueran descubiertos.

Acercó sus labios hacia su tenue color rojizo, pues el vapor del agua caliente comenzó a hacerse notable en aquella sala. Su piel estaba desnuda y pálida. Estaba suave, lo supo, pues sus labios se deslizaron por cada milímetro de aquel color carne. Su escote, su cuello... Creó nuevas marcas en ella, pues no supo cómo comenzar. Dejó algo de saliva en ella, provocando que aquella parte de su cuerpo se vuelva algo húmeda a su paso. Sus labios hacían un leve sonido de desesperación ante aquellas acciones. Quería más, y no quería sentirse de aquella manera; tan oprimido.

La Ōtsutsuki clavó sus uñas en su cuello, atónita por el cosquilleo que estaba sintiendo.

—S...Sasuke-kun...— susurró, aunque con algo de dolor en el tono de su voz. Por mucho que intentase imaginárselo, no podía.

Taiyō se separó de ella enseguida, bastante avergonzado.

—No puedo. Definitivamente no. No quieres, ni yo forzarte.

Sakura hizo algo inusual; sonrió.
Agradeció el buen trato que tenía Taiyō hacia ella.

Las cosas podrían haber sido diferentes. Si no hubiese sido Taiyō, estaba segura de que ella ya habría sido forzada miles de veces. Si no hubiese sido él, seguramente habría sido maltratada y, ella, habría callado por el bien de su familia.

—Confío en ti, Taiyō.

Tras decir aquellas palabras, acercó su cuerpo hacia el de él. Deslizó su mano, comenzando un recorrido por el hombro del chico para terminar en su cadera.

<<Ser fuerte no solo consiste en resistir los golpes físicos, ¿no?>> pensó la pelirrosa.

Puso sus pies en punta para llegar hacia los labios de aquel muchacho.
Su mano comenzó a juguetear por todo su torso definido. Y aunque sus gestos parecían estar llenos de deseo, en sus ojos aún se mostraba el dolor de aquellas acciones.

—Vamos a hacerlo— susurró cerca de sus labios, con bastante decisión.

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