The trouble with the door

Sadie ya había vuelto a su casa hace un par de horas, la casa estaba impecable y ya había terminado con todos sus deberes. Estaba libre de quejas o regaños por cualquier cosa, hoy estaba absuelta de castigos.

(Sin contar que saliste de la casa, por supuesto)

Tomó un libro para intentar disimular su aburrimiento, a los minutos escuchó el ruido de las llaves contra la puerta; su mamá había llegado.

—Hola madre— saludó cuando ya había dejado el señalador en la página correspondiente.

Pero no obtuvo respuesta, parecía que no la escuchaba, como si...

La ignorara.

(Ay no, ella lo sabe)

(No ¿Cómo va a saberlo?)

— ¿Está todo bien, madre?— la mujer se dirigió directamente a la cocina, estaba cargada con bolsas, parecía que había decidido ir al mercado sola después de todo. Mientras tanto podía notar como parecía murmurar una conversación con ella misma en silencio.

—No, no está nada bien—

(Mierda)

— ¿Qu-qué sucede?— Sadie comenzó a sacar los víveres de las bolsas mientras miraba atentamente cualquier movimiento de la mujer. Esperó cuidadosamente a que explotara.

(A que la atacara)

La mujer se detuvo abruptamente y comenzó a mirar a Sadie fijamente, como si la estuviera analizando muy finamente— Tu tía— soltó de repente, dejando la expresión analítica de lado. Sadie suspira mientras trata de esconder su alivio. —Me llamó hoy, está enferma, muy enferma— la sonrisa se borra.

— ¿Qué le pasó?—

—No lo sé, volvió a empeorar. Ella ya había quedado muy débil desde la última vez. — tuvo el leve recuerdo de sentarse junto a ella en su cama, el colchón parecía de juguete por lo fino que era, pero la hermana de su madre no parecía presentar quejas al respeto. Recuerda sus manos rasposas, solían estar manchadas de tinta gracias a su fanatismo por leer el periódico. Recuerda sus ojos, apagados y poco brillantes, si no hubiera sido por sus pocos perceptibles movimientos la hubiera dado por... muerta. Esa palabra lograba estremecerla.

— ¿Y ella va a...?—

—Necesita cuidados bastante específicos— interrumpió rápidamente, tampoco le parecía una palabra agradable —ella me extraña mucho ¿Sabes? Siempre me tomó como su ejemplo a seguir— por supuesto que lo sabía, su madre se lo repetía en bastantes ocasiones, pero prefería seguir mostrando esa cara de sorpresa como si fuera la primera vez que escuchaba salir esas palabras de sus agrietados labios.

— ¿Enserio?— apoyó su mentón sobre sus manos tratando de que pareciera que estaba depositando su máximo interés en aquellas repetitivas palabras.

—Desde pequeñas; yo usaba vestidos con flores y ella lo hacía, yo usaba piloto ¡Y ella lo hacía! Era como tener una fanática—

(¿No habrá usado esas prendas porque quería estar fresca o ella tampoco quería mojarse?)

Sadie reprimió aquel pensamiento rápidamente como si temiera que su madre pudiera leerle la mente.

Pero la mujer parecía bastante perdida en sus recuerdos, esos con olor a lluvia y botas de goma. —Ese es uno de los problemas— remarcó con la intención de volver a lo que parecía el mensaje más importante de aquella conversación.

(¿Hay más de un problema?)

Sadie tragó dificultosamente por los nervios de saber cuál es el otro problema.

—Tengo que ir a cuidarla— Sadie deja escapar el aire que estaba aguantando disimuladamente. Si bien no le parecía el momento más oportuno personalmente para viajar debido a su nueva especie de...

(¿Amistad?)

(Soñar no cuesta nada)

Su nueva "amistad" con los problemáticos; ella tenía como prioridad que su mamá estuviera bien, y si parte de eso era acompañarla a la ciudad, ella la seguiría a donde ella necesitara.

(Tampoco es como que tienes otra opción)

— ¿Eso es un problema? — inquirió la joven con expresión dubitativa, tratando de encontrarle la catástrofe a la situación.

— La enfermedad que tiene la tía es contagiosa... Una persona como tú no puede tocarla—

(¿Persona como tú?)

(Una persona débil)

—Entonces no lo haré— aseguró Sadie convencida. Cualquier cosa para que su madre estuviera tranquila.

—Claro que no lo harás, yo me aseguraré de eso—

(¿Eso qué significa?)

— ¿Eso qué significa? —

— Tú no...— la mujer suspiró fuertemente como si las palabras le pesaran —Tú no vas a ir — a Sadie dio un paso hacia atrás.

(Esto es extraño)

(¿Tan mal estaba la situación como para que ella tome estas medidas?)

— ¿Qué? — Sadie estaba acostumbrada a que su mamá no estuviera todo el tiempo en casa, pero sabía que era porque estaba en el trabajo. Pero si de viajar a otro lugar que esté lejos se trata ¿Qué le asegura que ella volvería?

(Ella sí volverá ¿Cierto?)

La mujer miró fijamente la reacción de Sadie— Por favor no me lo hagas más difícil, esto me cuesta más a mí que a ti...— Sadie asintió, era el momento en el que debía apoyarla, no debería dudar de su madre.

— ¿Cuánto tiempo sería?

—Mmm— su madre toca su mentón y mira hacia arriba irónicamente como si estuviera pensando, pero repentinamente alza al aire el dedo que estaba utilizando —¡Ya sé! ¿Por qué no le pregunto a tu tía qué día piensa que se sentirá mejor? — preguntó cargada de sarcasmo.

Sadie miró al suelo avergonzada.

—Lo siento, fue una estúpida pregunta—

—Probablemente sea una semana o dos— termina respondiendo mientras frota sus manos contra sus sienes por la jaqueca que estaba padeciendo en ese instante —tengo muchas cosas que preparar en muy poco tiempo...

Sadie suspiró, pensar que estaría sola por ese lapso de tiempo le generaba una sensación extraña en el pecho; una mezcla de miedo y emoción.

Miedo, por tener más tiempo para ver los problemáticos.

Y emoción, por poder ir a ver a los problemáticos.

(¿Acaso ahora todo pasará por los problemáticos?)

(...)

Tres días después, la mujer que le dio la vida a Sadie estaba sacando su pequeña maleta al pasillo para ya dirigirse al taxi que la estaba esperando afuera. La mujer se movía con tanta naturalidad y tranquilidad que a Sadie le costaba reconocerla.

(¿Por qué actuaba como si no me estuviera por dejar sola?)

(¿Acaso ahora confía en mí?)

— Mamá ¿Le preguntaste al señor Jefferson si podía pasar a verme de vez en cuando? — seguramente por eso estaba tan tranquila, alguien iba a cuidarla.

— De hecho, se me olvidó— declaró como quien quiere la cosa —pero si necesitas algo acude a él. — la joven asintió con la cabeza mientras la seguía a su mamá por las escaleras —Te mandaré un telegrama si algo pasa—volvió a asentir. La hermana de su madre no contaba con un teléfono ya que ésta sólo se comunicaba con carta, y entre las cartas y el telégrafo, la madre de Sadie aseguró que aquel aparato era la mejor opción. —y por... No explotes la cocina, no estés de un lugar a otro, no te ahogues, no te asustes, no corras, no desaparezcas...— Sadie la detuvo al notar que ya estaba comenzando a enumerar advertencias con todos los dedos de sus manos.

(Permiso para respirar, capitán)

(Permiso no concedido)

— ¿De qué te ríes? — cuestionó la mujer, cuando escuchó a su hija murmurar algo entre dientes mientras se reía sola. La chica negó con la cabeza fingiendo desentendimiento. — ¿Tan feliz te pone mi partida?— la mujer bajó la mirada mientras comenzaba a abrir su paraguas para no mojarse con la lluvia que comenzaba a caer mientras recorría su trayecto hacia el auto.

— Cla-claro que no, madre ¡Te voy a extrañar todo el tiempo! — Exclamó alzando los brazos hacia sus costados la mujer suspiró melancólicamente, dejó el paraguas a un costado y tomó a su hija de las manos. Sadie quedó tiesa mientras miraba a su madre observar sus manos con todo el detenimiento, como si nunca las hubiera visto antes.

—Entra ya a la casa— indicó sin apartar la mirada. Sadie asintió un poco confundida ¿No iba a despedirse de ella?

(Ella va a volver, ella tiene que volver)

—Adiós, madre— sólo recibió un asentimiento de cabeza como respuesta.

Sadie corrió devuelta al departamento, para volver a despedirla desde la ventana de su cuarto que daba a la calle, observó cómo evitaba mirar hacia su ventana con destreza y extendía su maleta de mano al taxista que la llevaría a la estación, esperando que la guardara cuidadosamente en el maletero.

Las gotas de una lluvia que no parecía terminar pronto golpeaban contra el vidrio logrando que el auto se convirtiera en una mancha borrosa al alejarse. Estaba a punto de cubrir el camino por donde se había alejado su madre hace unos segundos con la cortina cuando el ventanal dejo a la vista dos paraguas negros sostenidos en dirección a la casa, como si los portadores de estos estuvieran mirando fijamente el edificio.

(Podría ser cualquiera)

Los desconocidos se aproximaron al porche, definitivamente eran inquilinos, suspiro aliviada, hace menos de un minuto estaba sola y ya había comenzado a ser paranoica. Unos murmullos y pisadas provenientes del pasillo hicieron que se detuviera frente a la puerta. Podía ver la sombra de los pies por debajo de la puerta, o estaban frente a la puerta del señor Jefferson o estaban frente a la suya. Sadie se aproximó al marco y verificó lo que necesitaba saber; apenas entró había cerrado la puerta con llave y puesto el cerrojo. Se apegó a la pared y suspiró lo más bajo posible.

—Sé que es aquí— Jack señaló el número que se mostraba sobre la puerta tratando de mostrarse convencido. Su compañera lo miraba con cierta sospecha de saber que en realidad estaban perdidos entre tantas puertas parecidas en aquel edificio, pero decidió tomarle la palabra.

—Si tú lo dices...— Sophia comenzó a agitar su mano hacia él esperando que este se moviera, quería poder tener visión total de la puerta para intentar lograr su cometido.

— Recuérdame ¿Por qué acepté que me acompañaras? —consultó en cuanto vio que su acompañante estaba estirándose como si estuviera a punto de correr una maratón.

—Porque si no se hubiera ofrecido Noah— Sophia se encargó de tocar sus tobillos mientras trataba de no flexionar las rodillas —y todos sabemos que él puede ser bastante...— la chica tomó una pausa para cambiar la postura.

— ¿Arrogante?, ¿Molesto?, ¿Un grano en el trasero? — Sophia se tomó un momento para mirarlo bastante sorprendida por la cantidad de adjetivos que utilizó el muchacho en cuestión de segundos.

—Yo iba a decir intenso— rió de ella misma por su vaga descripción mientras intentaba volver a su concentración. —Okey, ahí voy— exhaló y comenzó a dar pequeños saltitos en el lugar mientras agitaba las manos por los nervios. Cerró los ojos e inspiró aire, comenzó a intentar visualizar la puerta, las cerraduras y a Sadie del otro lado. Imaginó su propia mano del lado contrario, girando la llave. El sonido de la traba sacándose la hizo sonreír con orgullo. Ahora intentó pensar lo mismo con el cerrojo.

Sadie miraba la puerta espantada, la cerradura se había abierto como por arte de magia, comenzó a retroceder mientras comenzaba a rezar a cualquier Dios conocido, sus piernas tambaleaban, pero aun así la ayudaron a que se alejara unos cuantos metros hasta chocar con uno de los apoyabrazos de su sillón.

—Te falta el otro— señaló Jack mientras se aproximaba a la burbuja invisible que mantenía la concentración absoluta de la chica.

La había explotado.

—Ya me di cuenta— Masculló mientras intentaba alejar de su mente cualquier cosa que logra despistarla. Sopló hacia arriba intentando correr vagamente algunos mechones de cabello que tapaban sus ojos azules. Volvió a mirar la puerta seriamente, intentando escudriñarla con la mirada, la petición de Jack volvió a irrumpir en su cabeza.

(Abrir la puerta)

Jack comenzó a golpear su pie contra el suelo logrando que se pusiera más nerviosa, intentaba volver a visualizarse a ella abriéndola, pero ahora la inquisitiva voz de su compañero la interrumpía mentalmente. Podía escuchar sus pensamientos, como intentaba apurarla, sintió su preocupación por llegar tarde, la intriga de la pelirroja del otro lado. Era demasiado.

(Abrir la puerta)

La puerta cayó recta, como si de un árbol talado se tratara. No habían logrado identificar si el estruendo más fuerte había sido por el arranque de la puerta a la bisagra o como esta se rajaba contra el piso.

—Buen trabajo— palmeó Jack el hombro de Sophia con sarcasmo mientras observaba el hueco que habían dejado, se sostuvo del marco para ganar equilibrio mientras intentaba ingresar al departamento sobre la puerta. Gruñó mientras se giraba hacia la chica y le extendía su mano como soporte. Sophia a veces no lograba comprender cómo el chico podía mantener la postura en situaciones tan malas y a las más banales podía convertirlas en el fin del mundo. — ¿Hay alguien en casa? Oh, mira, ahí está— comenzó a aplaudir como si estuviera maravillado con su propia estupidez mientras señalaba a Sadie que parecía en estado de shock mientras mantenía una mano en su corazón. —Creo que la descompusiste — murmuró en dirección a su acompañante mientras la ayudaba a limpiar unos pequeños restos de aserrín impregnados en su abrigo que tapaba estratégicamente el uniforme del instituto.

—Lamento eso— se disculpó Sophia mientras buscaba su collar entre los bolsillos de su abrigo, tratando de detenerse.

—Son ustedes— su puerta retozaba casi hecha añicos en el suelo, pero eso parecía un problema lejano al notar que los encargados del desastre eran los amigables problemáticos. — ¿Qué hacen aquí? — su rostro ahora reflejaba una gran sonrisa, logrando dejar desatendidos a los intrusos que se miraron entre sí extrañados.

Jack se aclaró la garganta —Venimos a buscarte— admitió con el ceño fruncido al notar que sus zapatos estaban absolutamente sucios gracias a la capa de una abominable mezcla de agua, tierra y ahora aserrín que los cubría, tendría que volver limpiarlos al llegar a casa.

— ¿A buscarme a mí? — Sadie se auto señaló con tanta emoción que parecía haber ganado la lotería.

— ¿Acaso conoces a alguien más que no se espante al vernos? — inquirió Sophia mientras sonreía aliviada de que no hubiera problema por la puerta.

—Oh, casi lo olvido... Necesitamos que te pongas esto— Jack extendió cuidadosamente sobre la mesa cercana a él un anillo plateado en dirección a Sink. Ésta lo miró confundida.

—Movimiento ahora, preguntas después— Sophia comenzó a aplaudir tratando de apurarla, cosa que funcionó sorpresivamente. Sadie tomó el anillo y se lo colocó en el bolsillo.

—Ponte un abrigo por favor, nos vamos ahora— ordenó Jack mientras observaba su reloj de bolsillo meticulosamente, seguido de inclinarse para tener vista al pasillo, nadie había venido a presentar quejar por el momento. La chica asintió aunque escuchara su voz en la lejanía, lentamente fue a su habitación y tomó el abrigo. —Perfecto, vámonos— Sophia y Jack comenzaron a girar sobre sus talones, Sadie no podía evitar sentir una alarma en su pecho que le advertía que algo faltaba. Sintió el sonido hueco bajo sus talones.

(Por supuesto)

— ¿Qué pasará con la puerta?

— Hay cosas más importantes en la vida que las cosas materiales— Sadie frunció el ceño, no se consideraba materialista, se consideraba sensata al querer saber cómo iba a sobrevivir unos días sola sin la protección que le brindaba la puerta.

Jack pareció notar como el intento de desvalorizar el error de la telépata no había sido entendido. Así que esperó a que las damas pasaran al otro lado para tomar la puerta por los bordes tratando de levantarla y posicionarla en el hueco y que no se notara que ni siquiera se agarraba de las bisagras Se aleja un paso para ver mejor su arreglo provisorio y entrecierra los ojos como si no le convenciera. —Nosotros nos encargaremos de arreglarla, pero ahora tenemos que apresurarnos—Y mientras Jack intenta convencerse de que no quedó tan mal, Sadie recuerda el anillo que quedó guardado en su bolsillo.

—¿Qué se supone que haga con esto?— inquirió Sadie señalando el objeto a Sophia.

—Es un anillo. — replicó Sophia como si fuera respuesta suficiente. Al ver la expresión de confusión en la mirada de Sadie, se aproximó a agarrar a Jack de la muñeca del abrigo. Este, que seguía absorto observando la puerta, se deshizo del agarre rápidamente por el susto.

—¡No me toques!— replicó mientras comenzaba a retroceder y esconder sus manos detrás de su espalda, como si eso lograra alejarlas de Sophia.

—¡Perdón! ¡Sólo quiero mostrarle dónde van los anillos! — inquirió la telépata arrepentida. Sadie dedujo que este se había sobresaltado por el repentino agarre.

(¿Qué más podría haber sido?)

Jack suspiró y asintió con la cabeza resignadamente —que sea rápido— extendió su mano derecha para que Sophia pueda mostrársela a Sadie.

—Te lo pones así, en el dedo— indicó mientras señalaba el dedo índice donde Jack poseía el suyo. —póntelo en el que te quede mejor, no debe caerse—

Sadie analizó el objeto, era demasiado grande para utilizar el dedo meñique, y muy pequeño para usarlo en el pulgar. Tal vez a ella también le quedaría bien en el índice... Observó el dedo por un momento. Ahí parecería quedar bien. Apenas introduce el objeto, siente como la piel que hace contacto con este raspa, y tiene la sensación de que miles de pequeñas hormigas la están mordiendo.

(¿Esto es normal?)

(¿Qué pensaría madre?)

(Que eres una exagerada)

Y en el instante en el que está por cuestionar a los problemáticos qué tan normal es esta clase de dolor al colocarlo, sus ojos se cerraron por un instante, sentía que le había bajado la presión, se sostuvo de la pared tratando de mantener el equilibrio. Jack la tomó del brazo para ayudarla a bajar la escalera. Sadie se preguntó si el chico era adivino o era muy evidente que estaba bastante mareada.

—¿Por qué duele?— preguntó para sí misma azorada. Según ella, mientras los demás no la escucharan quejarse no se vería débil. Pero los chicos la escucharon

—Te lo podremos explicar a detalle después... Pero idee tu llegada a la casa de forma que Chalament no sepa que salimos sin permiso— expreso Jack de forma apresurada.

—Eso era inmediatamente en cuanto tu madre se fuera...— Admitió Sophia mientras sonreía. La cara de Jack daba a entender que había dado información de más a la invitada. Esta tardó unos segundos extra en procesar el comentario de la chica.

— ¿Pero cómo sabían...?

—Te lo explicaremos después— aseguró al notar que había metido la pata. Apenas salieron abrieron sus paraguas de forma que también resguarde a la chica, Sadie sentía que el aire fuera de la casa era espeso, y que su garganta se cerraba de a momentos. Pero no quería admitir frente a los problemáticos aquellos síntomas.

Para su propio alivio, comenzó a sentirse mejor en cuanto sintió el frío aire fresco que comenzaba a correr

—Es una suerte que vivas cerca, sino esto hubiera sido mucho más complicado... Finn nos contó el otro día que tu nos mirabas por la ventana cuando éramos niños ¿Era cierto? — La telépata mordía su labio ansiosa de saber la respuesta, Sadie asintió con la cabeza. — ¡Eso es increíble! Si lo piensas... Es como si nos hubiéramos conocido de toda la vida— exclamó maravillada con aquel pensamiento propio, pero repentinamente su sonrisa parece un poco más apenada —exceptuando que yo no te vi... ¡Qué lástima que no saliste! — Sadie asintió, la chica había dicho todo a una velocidad impresionante y no mostraba indicios de tener deseos de parar de hablar. Miró al chico que la seguía sosteniendo del otro brazo.

—Ella siempre es así— aseguró mientras la señalaba con la cabeza. Sadie cada vez estaba más convencida de que el rumor que corría en el vecindario sobre la terrible conducta de los problemáticos no era más que eso; un rumor. El resto del camino se basó en comentarios de Sophia hablando sobre la lluvia y todas sus variantes, parecía ser una chica bastante inteligente y bien informada en lo que le interesaba. Sadie cada vez comenzaba a sentirse mejor. Esperó a que la soltaran de los brazos para mirar de manera disimulada la mano que ahora tenía el anillo, este era de maso menos medio centímetro de grosor y tenía el pequeño dibujo de una mariposa grabado. Los bordes que tocaban su piel se veían rojos, podía sentir como palpitaba su dedo, pero ya le había dejado de doler.

Los tres se detuvieron en el pequeño porche del edificio. La imponente entrada se postró ante ellos.

—Ahora necesitamos que nos hagas un favor...— Murmuró Sophia mientras unía sus palmas a modo de súplica. —Jack y yo vamos a entrar por atrás... ¿Tú podrías contar hasta quince y tocar la puerta? El señor Chalament no sabe que salimos y se supone que él iría a buscarte mañana. Pero Jack y yo pensamos que podrías espantarte con él y ya sabes... — El chico cerró los ojos logrando denotar su frustración y se recrimina el no haberle contado su plan al velocista; al menos él no hubiera derribado la puerta.

—Creo que ya entendió la idea— cortó de manera rápida a la chica y la tomó del brazo para comenzar a arrastrarla hacia la parte trasera de la casa, donde pasarían sin ser vistos.

Sadie asintió para ella misma, era la primera vez que alguien le pedía ayuda a modo de cómplice, no podía negar que se sentía bajo bastante presión, trató de esfumar de su mente la idea de arruinarlo y contó hasta quince, veinticinco, treinta...

—Sólo para estar seguros— se dijo a ella misma antes de tocar la puerta dos veces. Trato de soltarse, el único problema sería si el director la recibiera.

—Señorita Sadie—

(Maldita sea)

El reconocido director estaba frente a ella, logrando que ésta tuviera el repentino deseo de ser tragada por la tierra. —Buenos días señor...— Sadie quedó helada. No podía ni siquiera recordar el nombre del hombre. Este la miró fijamente como si intentara analizarla, logrando como único resultado que la chica de un paso hacia atrás arrepentida.

—Chalament— repitió al suponer las intenciones de la muchacha —No esperábamos su visita tan pronto... Por favor pase— el director se hizo a un lado para dejarla pasar. —Quería hablar con usted...— Sadie asentía mientras cruzaban el pasillo. Todo estaba lleno de fotos, su estado maltratado daba a entender que eran bastante viejas. Le hubiera fascinado pararse a ver cada una con la debida admiración, pero decidió que era mejor seguirlo. Se dirigieron al mismo sillón donde la habían acostado después del incidente. Sadie se sentó lentamente, su madre siempre le había recriminado que tirarse sobre el sillón era casi tan irrespetuoso como comer con la boca llena.

— Los niños quedaron bastante estupefactos por su repentina reacción al despertar— Sadie se sintió petrificada al ver la mirada crítica del hombre postrada sobre ella tan cínicamente —¿Usted qué piensa respecto a nuestras condiciones problemáticas? — Sadie entrecerró el ceño, ahora estaba confundida. Abrió la boca para responder, pero unos movimientos rápidos detrás del director la lograron despistar.

Jack levantaba los brazos de un lado al otro intentando conseguir su atención mientras Sophia se encontraba del otro lado moviendo los labios como si intentara advertirle de un desastre inevitable.

(Probablemente lo sea)

El director giró la cabeza hacia donde estaba mirando Sadie; Jack y Sophia lograron esconderse rápidamente entre las paredes exitosamente antes de ser vistos.

—Si Chalament ve el anillo estamos fritos— susurró Sophia a Jack, miró a todos lados pensando en cualquier cosa que pudiera ayudarlos. La respuesta vino rápidamente, el asunto era que no era un objeto el que podía ayudarlos, sino personas —Tenemos que pedirle ayuda al trío del desastre—. Jack la miró mientras mostraba una mueca sarcástica. Cuando notó que Sophia no se reía, comenzó a ponerse pálido al solo pensar que lo estaba considerando.

— Perdiste el juicio— afirmó estupefacto —¿Te parece que su apodo viene con la palabra desastre por su generosidad y bondad?— inquirió irónicamente.

— Si les decimos a los casados, ellos tal vez nos regañen también — inquirió Sophia refiriéndose a Millie y Finn. —Y Noah está en la cocina, pasando la sala— que era donde se encontraban Sadie y el director— Al menos de que Mckenna pueda materializarse, se nos acaban las opciones... — Jack suspiró ofuscado por el sentimiento de encontrarse entre la espada y la pared. —¿O tú tienes una mejor idea? — Inquirió esperanzada de que el ingenio del chico resolviera la situación mágicamente.

Jack cerró los ojos con fuerza —Vamos— Sophia no pudo evitar sentirse decepcionada, pero al menos no había negado su idea, su problemática idea. Ya convencidos se dirigieron a la escalera caracol que se encontraba al final del pasillo lo más silenciosamente posible. Sadie intentó proseguir con la conversación al no ver más movimiento detrás.


19/09/20

01/05/21


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top