Especial 300k: El inicio [2/2]


𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫



VIERNES 19 DE MARZO

ERA PROBABLE QUE ADORA se hubiera vestido y desvestido más de veinte veces aquel día. No sabía el porqué estaba tan nerviosa. Okay, iba a salir en una cita con su crush, pero debía mantener la calma, no se vería atractivo que estuviera demasiado emocionada.

Carlos le había preguntado si la iba a buscar a su hotel, pero ella necesitaba ir a una reunión con McLaren antes, por lo que se negó. Además, un tip que le había dado su hermana era que siempre manejara a la primera cita, así si era un desastre no tenía que seguir lidiando con el chico en un incómodo viaje de vuelta ni tampoco pedir un taxi.

Y gracias a Dios que lo hizo...

Habían acordado verse en el restaurante a las 8 con una reservación a nombre de Carlos.

No supo si estaba siendo tal vez muy ansiosa, pero eran 8:05 y todavía nada de Carlos.

Le ofrecieron ir a su mesa y dijo que esperaría un tiempo más.

Hey

Ya llegué

Pasaron los que no tenían mesa.

8:17

—Señorita, si no hay nadie en la mesa me temo que podrían perder la reserva.

Asintió y lo siguió hasta la mesa, donde para calmar sus nervios se pidió un cóctel sin alcohol. Sabía que no tenía sustancias, pero igual podía tratar de engañar a su cerebro mientras tanto porque le tocaba manejar.

8:33

Vienes en camino?

Me dijeron que podíamos perder la reserva

8:45

Carlos?

Su tacón repiqueteaba contra el piso de manera irritante para los demás a su alrededor, pero estaba tan ansiosa que sus uñas podrían hacerle un hueco a la mesa.

Los meseros la veían con lástima cada tanto, acostumbrados a este tipo de casos.

—¿Desea ordenar algo más?

Adora observó la silla vacía enfrente suyo. Podía esperar un tiempo más por él, estaría molesta por su atraso, de eso no cabía duda, pero tenía el presentimiento que el encanto del español curaría eso.

Igual no podía molestarse con ella por comer.

Ordenó una entrada para aguantar un rato más y devolvió el menú, indicando que hasta que no viniera su cita no se lo ofrecieran porque iba a terminar ordenando sin él.

Y continuó la espera.

En realidad no sabía porqué siguió esperando tanto como lo hizo.

¿Esperanza? ¿Fé?

Había estado sintiéndose muy bien con Carlos estos últimos días, como si hubiera una conexión no hablada entre los dos desde el primer día, y podía decir que era la primera vez en algún tiempo que se emocionaba por sus posibilidades con algún chico. No era desconocido para Adora este sentimiento, lo había tenido con sus demás parejas, pero esta vez por algún motivo se sentía... diferente.

Y creía que era un buen diferente, como un presentimiento.

9:00

Carlos por favor contesta

Vas a venir siquiera?

9:16

Le trajeron su entrada, su tenedor dio vueltas en el plato sin dar ni un bocado. Se sentía humillada, con este gran pesar en el pecho y un sabor amargo en la boca.

Nunca la habían dejado plantada.

Y aborrecía que Carlos Sainz fuera el primero.

Miró a su alrededor, estaba cansada de pretender estar en su celular haciendo algo muy importante así que se dedicó a observar.

Desearía no haberlo hecho.

Podía notar a una pareja que parecía ser el reflejo de lo que habrían sido ellos; Carlos y ella. Una primera cita también, estaba segura.

La chica no dejaba de limpiarse las manos en su vestido, nerviosa, y el chico de arreglarse el cuello de su camisa como si necesitara aire que por algún motivo no le estaba llegando.

Ambos estaban nerviosos, pero esa chispa de emoción en sus ojos era difícil de pasar desapercibida. Mejillas rojas adornaban sus rostros con sonrisas tímidas.

Se percató de cómo el chico trataba de hacerla reír, con pequeñas sonrisas y gestos que le parecieron chistosos. Cuando finalmente una risa brotó de los labios de ella el rostro del chico se iluminó como si acabara de descubrir un tesoro.

A Adora también le habría gustado que Carlos la mirase así.

Dirigió su mirada a su plato con comida, no tenía ni un poco de apetito. ¿Cómo alguien podía quitarle felicidad a una de las cosas que más disfrutaba hacer en la vida?

Volvió a fijarse en lo que transcurría en la mesa de al lado. El chico tenía su mano sobre la mesa, acercándose algo temeroso poco a poco hasta la mano de ella, con este sentido de pertenencia, de que ella era la pieza que había estado esperando para completarlo. Cuando se acercó lo suficiente se encontró sorprendida al ver que ella era la que entrelazaba sus manos dirigiéndole una sonrisa, como declarando sin decir nada de que lo aceptaba en su vida.

Presenció en vivo y en directo el momento en que aquel chico se enamoró de ella.

Y sin darse cuenta se abrazó a sí misma sintiendo un pinchazo en su interior por estar anhelando algo que no debería.

Aquella imagen era tan solo un recordatorio de una cita fallida, y de una humillación que no quería volver a experimentar en su vida.

¿Por qué no podía encontrar a alguien que amara tanto como ella?

¿Por qué tenía que darle tanto poder a un hombre?

Pensó por primera vez en mucho tiempo que sería buena decisión lanzarse sin medidas, sin dudas, ni preocupaciones. Que esta vez había alguien que la atraparía y no la dejaría caer nunca más.

Quiso creer que esa persona era Carlos.

Que sería él quien se quedaría. Que la elegiría a ella con los ojos cerrados. Que a pesar de sus dudas le aseguraría que tomó la decisión correcta al aceptar venir.

En cambio sentía que se iría más rota de lo que vino, y que rompió una ilusión que no sabía que tenía.

Sin embargo, esperó.

Porque es lo que haces cuando decides creer en alguien. Esperas.

9:34

Oye, si no ibas a venir podrías habérmelo dicho

Y así no perdía mi tiempo

No había obtenido ni un mísero seen. Sus llamadas caían directo al buzón de mensajes.

¿Y si le había sucedido algo?

Esto no le parecía normal. Había tenido momentos tanto fríos como calientes con sus parejas, pero nadie podía cambiar el switch de un día para otro cuando hasta hoy en la tarde seguían chateando con normalidad horas antes de la cita.

Estaba segura de que revisó el mensaje confirmando el lugar con la fecha y hora más de diez veces, con una desesperación que iba en aumento.

9:42

Sentía esta presión añadida por las miradas que le dirigían los demás. Era muy obvio que estaba esperando a alguien, y ese alguien la había dejado plantada.

Pero ella todavía se negaba a aceptarlo.

La pareja se iba, satisfechos con una buena cita. Y ella los observaba irse, con desilusión al ver lo que pudo haber sido.

Con la respuesta de que Carlos no la había elegido.

En medio de sus pensamientos no notó cuando se acercaron dos meseros a su mesa con un plato de brownie con helado, a lo que frunció el ceño confundida—Disculpen, yo no...

—Lo sabemos —la interrumpió uno con una sonrisa amable—. Le trajimos un postre, cortesía de la casa. Disfrute.

Adora asintió con una pequeña sonrisa de agradecimiento, había sido un gesto muy lindo, pero sin embargo sus ojos se habían llenado de lágrimas.

¿Tan patética era que le brindaban un postre?

Para los meseros este era el pan de cada día, tanto hombres como mujeres quedando plantados por sus citas.

Por lo que esos brownies, aunque no estaban en el menú, los guardaban como consuelo para aquellas pobres almas desconsoladas.

La piloto sabía que no debía ni estar ojeando aquel postre, iba a empezar pronto la temporada y quién sabía cuántas calorías tenía.

Y sin embargo, se halló diciéndose en un suspiro—Ya valió... —y comió un primer y tímido bocado. Y seguido de ese otro. Y cuando vino a darse cuenta el plato estaba vacío y se sentía peor que cuando no se lo había comido.

9:55

Se levantó de la mesa con la dignidad que le quedaba para ir a pagar su cuenta. Agradecía un poco el no ser conocida aún porque le permitió entrar y salir de ese restaurante con su privacidad intacta, pero no podía decir lo mismo de su orgullo.

Se montó en el carro con el corazón en la mano, debía aprender a dejar de ilusionarse tan fácil en temas del amor porque sentía como si hubiera pasado de tener alas a caer de mil metros.

Maldecía a Carlos y el día en que había decidido aceptar esto. Ella misma firmó su condena, y le tocó sufrir las consecuencias.




[...]




Inconsciente para ella, Carlos sí había ido.

O al menos lo hizo en un inicio.

7:57

Estaba parqueado en su Ferrari esperando a que Adora llegara para acompañarla a la puerta del restaurante.

La vio pasar y juraría que contuvo el aliento. Se veía hermosa.

Tenía un aura encantadora, y creía que no era el único que lo veía. La observó agradecer con una sonrisa a la señora que le abrió la puerta y contempló mandar a hacer un retrato en ese mismo instante para contemplar todos los días la imagen de esa bella sonrisa.

Estaba seguro que podía curar cualquier enfermedad tan solo sonriendo.

Carlos no sabía cómo explicarlo, pero tenía el presentimiento de que si se daba la oportunidad podría llegar a enamorarse de Adora de una manera tan profunda que le calaría hasta los huesos. Creía que era inevitable.

Porque llegaba un punto en donde hasta a la persona más descontrolada conocía a la que sería su "Tal vez".

No creía en el amor a primera vista. Nunca lo había hecho.

Pero desde la llegada de la castaña creía en la familiaridad de un alma encontrando a la indicada y diciéndole "Hasta que llegas", esperando con ansias poder entrelazarse en la vida de la otra.

Y a pesar de esto, a veces no bastaba un presentimiento.

Ni la posibilidad de un Tal vez.

Entre más pensaba en ella, más escuchaba la voz de esa condenada mejor amiga suya en su cabeza.

"Tú claramente buscas diversión. Adora no es de esas. Y si no estás dispuesto a estar ahí para ella, lo mejor es que ni te aparezcas y le hagas perder el tiempo."

¿Estaba dispuesto?

Le gustaba estar soltero, el no tener que rendirle cuentas a nadie ni estar pendiente de alguien más. En estos momentos, cuando se imaginaba a sí mismo siempre lo hacía sin pareja.

Con el contrato con Ferrari y toda la presión que tenía del equipo por buenos resultados ¿de verdad iba a poder darle su atención?

Por algo él solo buscaba simples placeres carnales, no tenía tiempo de algo más. Apenas tenía tiempo para sí mismo entre los entrenamientos.

Adora merecía más que eso. Alguien que sí la abrazaría después de un mal día y la miraría como si fuera el tesoro más preciado.

Alguien que quisiera algo serio.

Y en definitiva, alguien que no fuera como él, quien estaba convencido de que todo lo que tocara se quemaba.

"Ella necesita a alguien que la acompañe en sus malos momentos, que la abrace aun cuando se hace la fuerte, y más aún en estos meses que serán cruciales para su carrera. ¿Tú de verdad crees que puedes hacer eso, Carlos? Tú dímelo."

No podía darle la satisfacción a esa chica de tener la razón. Su orgullo no se lo permitía.

Pero entre más trataba de hacer mover sus piernas menos podía...

8:05

¿Qué hacía todavía aquí?

No dejaba de preguntarse lo mismo.

Ahí tenía a una hermosa chica esperando por él dentro de aquel restaurante y él estaba afuera como un cobarde.

Su pantalla se iluminó con un mensaje de Adora.

Hey

Ya llegué

Se quedó viéndolo mientras su corazón bombeaba con fuerzas. No podía hacerle esto, declaró mientras su mano tomaba la palanca de cambios entre sus dedos.

Estaba tomando la decisión incorrecta, se dijo a sí mismo mientras metía reversa.

Debería volver en ese mismo instante, pronunció mirando por el retrovisor el restaurante cada vez más lejano.

¿Qué carajos estaba haciendo?

Algo muy idiota. Esa era la respuesta.

No podía ser lo que Adora quería, ni darle la atención que se merecía.

Él estaba claro de que Adora era una buena persona, una con la que se permitió encariñarse. Pero el problema es que al hacerlo ahora sentía que tenía alguna clase de deuda con ella que no podía cumplir.

No era culpa de ella, tan solo Carlos estaba sobre pensando las cosas. Por primera vez en mucho tiempo quiso velar por alguien más que sí mismo. Se negaba a ser la piedra en el camino de la piloto, si pudiera sería un reflector que la iluminara y dejaría a todos ver lo brillante que era. Que contemplaran aquel brillo desafiante en sus ojos que tanto le encantaban.

Sin embargo, sin saberlo, aquel brillo se apagaría esa misma noche por culpa de él...




[***]




Adora estaba parqueada enfrente de la entrada del hotel todavía rehusándose a bajarse del auto y tener que enfrentar a su hermana y mejor amiga. Odiaba tener que darle la razón a alguien, y mucho más la cara de sobrada que ponía Mila cuando acertaba en algo.

No podía tolerarlo.

Se animó por fin a enfrentar su destino, bajándose del auto y entregándole sus llaves al valet parking cuando le llegó un mensaje de Lando.

Heyyy

Vamos a ir a beber con algunos de los pilotos

Te animas?

Adora se quedó viendo el mensaje sin aún subir las escaleras del hotel. Podría ser lo que necesitaba después de esa desastrosa noche. El desconectar e ir a beber un rato. Al fin y al cabo sonaba mejor que encerrarse en su cuarto a llorar, ¿no?

A pesar de lo desanimada que estaba y que en definitiva no era buena combinación el ir a tomar cuando acababa de ser plantada en una cita, se fue a la zona de taxis y se montó en uno antes de poder arrepentirse de sus decisiones.

Habría tiempo para eso luego.

Le confirmó a Lando que iría y él le dijo que estaba en lista VIP y que tan solo debía mostrar su identificación al guardia de abajo y la dejaría entrar. Le pasó la dirección y ella se la dictó al taxista.

Cuando llegó le pagó al taxi y se bajó del carro para encaminarse al edificio. Desde afuera se escuchaba la música en la calle, personas haciendo una larga fila para entrar le dirigieron malas miradas en cuanto sin pensarlo dos veces se dirigió a la entrada.

—Disculpe, señorita, tiene que hacer la fila —indicó el guardia y ella le mostró su identificación.

—Pero estoy en la lista VIP —puso sus mejores ojos suplicantes, y el guardia tragó grueso.

Adora Torres tenía esta mirada que aunque trataba de ser tierna, era todo lo contrario, lo más pecaminosa posible.

El señor revisó su lista y seguido su identificación para luego asentir y ponerle un brazalete en la muñeca mientras le abría paso—Pase, señorita Torres. Bienvenida.

Ella sonrió complacida de salirse con la suya en lo que era guiada hasta la zona VIP.

Tenía que entrecerrar los ojos por lo oscuro del lugar, unas luces moradas neón apenas iluminando el espacio.

Identificó a Lando y otros en una de las mesas al fondo y avanzó hacia ellos con pasos firmes hasta que casi se tropieza con unos pies.

Se volteó irritada a querer decirle de todo a aquella persona que ni se inmutó del posible accidente cuando reconoció aquel rostro que se encontraba muy enfrascado en un beso con una pelirroja sobre sus piernas moviéndose lento, pero sensualmente sobre él, arrancándole suspiros de deseo mientras volvía a profundizar aquellos besos atrayéndola con una mano en el cabello y la otra en sus piernas, acariciando parsimoniosamente su piel.

Carlos maldito Sainz.

Adora sintió el momento exacto en que su cuerpo se sumergió de rabia y de decepción a la vez. Estuvo como una tonta esperándolo y ¿él qué hacía mientras tanto? Comerse a besos a una pelirroja.

Tuvo ganas de pegarle con su bolso. De lanzarle una bebida en la cabeza de ser posible. Soltarle una cachetada.

Parecía una broma muy cruel el ser invitada aquí para tener que presenciar esto, por lo que ni se dio cuenta cuando fue el momento exacto que salió, pero sus pies no la dejaron pensarlo, tan solo llevándola afuera como si tuvieran vida propia. En menos de dos minutos se hallaba subida de nuevo en un taxi en lo que silenciosas lágrimas bajaban por sus mejillas sin poder contenerlo.

¿Y si todo esto había sido una broma de parte del español para humillarla? Mostrarle a todos que podía conquistar a la nueva piloto de manera tan fácil que parecía un juego de niños.

Y ella le había dejado el camino despejado, cayendo en su trampa como si nada. Estaba segura que se debía estar burlando de ella en ese mismo instante.

Se odió por no haber reaccionado. Tan solo habiendo sido víctima de las reacciones de su propio cuerpo sin su consentimiento.

Su mente no dejaba de maquinar a mil por hora al punto que le dolió la cabeza.

¿Por qué?

¿Por qué?

¿Por qué?...




[***]




Después de aquella cita que no se llegó a dar; todo cambió.

Adora, a pesar de todo, quiso ver si Carlos era capaz de enfrentarla o inventarse alguna excusa para lo sucedido. Quería probar qué tantas bolas tenía.

Y obtuvo su respuesta: ninguna.

El español se dedicó a ignorarla olímpicamente todo el fin de semana de carreras como si no se conocieran y eso tan solo le dejó el corazón vacío a la piloto.

Lo había defendido enfrente de Mila, quiso darle el beneficio de la duda, ¿y así se lo pagaba? ¿Dejándole ver que era exactamente todo eso que decían?

No habría pasado mucho tiempo cuando vio a Carlos coquetearle a otra chica y su corazón se llenó de rencor.

Su número había quedado eliminado de su teléfono, pues si no quería dar siquiera la cara, no quería nada que ver con él...

Si no estaba interesado en ella, ¿qué tanto le costaba dejárselo saber?

En cambio tuvo que escuchar como los murmullos sobre su reputación de ser una zorra aumentaban y Carlos no movió ni un solo dedo para evitarlo.

Lo detestaba.

Y a cada instante que podía se lo hacía saber.




[***]




JUEVES 19 DE MAYO 2021

Miguel Santos sabía que iba tarde a su reunión, sin embargo, había recibido la noticia tan recientemente que no era de extrañarse. Nunca fue del tipo que le gustaran los negocios. Irónico, considerando su licenciatura en administración de empresas y maestría en negocios internacionales, pero lo que sí era; era un hombre de familia. Y si su padre le decía en una cama de hospital que quería que él se encargara de la empresa, lo iba a hacer.

Desde que tenía memoria sabía que tarde o temprano sería un rol que tendría que llevar, y a pesar de eso, había huido un poco de aquella responsabilidad por mucho tiempo.

Años que pudo haber pasado aprendiendo de su padre a llevar la empresa familiar se pasaron viajando, estudiando, y conociendo diferentes culturas hasta el punto que podía decir que había recorrido el mundo entero, y aprendido de él también.

Por lo que aunque antes se fue como un veinteañero inmaduro y tenaz, ahora volvía como un treintañero con una mente sabia y madura. Tenía más claro que nunca que su familia era lo más importante para él.

Así sea que tuviera que usar ese incómodo traje que le quedaba algo grande y una corbata que en definitiva no estaba bien amarrada.

Luego de pedir indicaciones al lugar donde estaba empezando su junta se encaminó por el paddock. Pretendía causar una buena impresión, pero con aquel retraso se veía imposible.

Todavía no entendía porqué su padre no enviaba nunca a representantes a sus juntas internacionales, siempre insistente de estar él presente en todas. Excepto que ahora, el único impedimento que tenía se llamaba cáncer, y por ello le tocaba a Miguel ir en su representación. No quiso ponerse a discutir con su padre acerca de sus métodos. Si en sus últimos meses podía brindarle tranquilidad, eso era lo que haría.

Pasando por al lado de un carrito de café no pudo evitar parar sobre sus pasos al notar a un chico con una bandeja llena de vasos de café caminando apresurado, seguro camino a una junta.

Él podría hacer eso, ¿no?

Ya iba tarde, así que unos minutos más no importarían. Podía buscar café y llevárselo a los demás para mostrar una mejor imagen que la de un adulto impuntual que llegaba con las manos vacías.

Con ese pensamiento en mente se puso a hacer la fila, tenía al menos a cinco personas enfrente.

Por cada minuto que pasaba se desesperaba un poco más, ¿qué tanto tardaba hacer un café?

Juraría que no se había movido ni un milímetro en el rato que llevaba esperando.

Podía notar que había un escándalo delante de él, pero no el porqué, y la curiosidad le ganó al desespero, por lo que le tocó sutilmente el hombro a la chica que tenía delante suyo.

—Disculpa, ¿llevas mucho rato esperando?

Cuando se volteó a verlo juraría que no había visto a una chica tan hermosa en persona. Tenía estos ojos marrones con una pizca desafiante que le agradaban, eran como el picante, tan solo la volvían más atractiva a sus ojos. Pero lo que más resaltaba era su uniforme naranja con el logo de McLaren en la esquina.

—Un poco, sí —se cruzó de brazos con una mueca—. Es que parece que le dieron su café mal al señor —señaló de manera disimulada y Miguel siguió su línea de visión, notando como el cajero y el señor discutían muy eufóricos.

—No me digas eso —Miguel revisó su reloj, y sin saber porqué, como solía suceder con extraños, siguió hablando—. Tengo una junta y ya voy tarde.

—Bienvenido al club —le ofreció una sonrisa de labios cerrados—. La verdad creo que es mejor rendirse y aceptar que tendremos que sobrevivir sin cafeína toda la mañana.

Miguel rió pasándose una mano por el cuello—Ay, no, de todo menos eso —dramatizó un poco, y la chica rió mostrando sus lindos dientes. Tan solo eso hizo la mañana del mexicano un poco más digerible.

—Lo sé, una verdad muy dura.

—Ni te imaginas —suspiró esta vez sin jugar mientras miraba alrededor—. ¿No sabes si habrá algún otro?

Adora decidió probarlo un poco, por lo que manteniendo un tono juguetón preguntó—¿Me ves cara de que trabajo aquí?

Miguel la miró algo confundido mientras señalaba su uniforme—Eso es de McLaren, ¿no? Uno de los equipos de acá, si no me equivoco. La verdad no sé nada de Fórmula Uno, pero siquiera eso. Aunque también puedes ser una fan, perdón, no pensé en esa posibilidad.

Por algún motivo a la castaña le gustó que no supiera quién era.

—No, tranquilo, sí trabajo aquí —Adora sonrió divertida mientras le daba una no tan disimulada repasada con la mirada. Cabello castaño y un poco largo echado para atrás, ojos marrones con una chispa divertida en ellos, unos lentes que enmarcaban su apuesto rostro junto con una mandíbula perfilada. Más alto que ella, delgado pero definido... sí, en definitiva ese hombre era su tipo.

El hombre al notar esto sonrió—¿Entonces no crees que me puedas echar la mano?

—¿Tan poca paciencia tienes? —replicó bromeando y el hombre juntó las palmas de sus manos, suplicándole a aquella castaña que lo salve.

—Por favor.

¿Y para qué mentir? A Adora le encantaba hacer que los hombres rueguen.

—Bien —alargó la vocal fingiendo fastidio. La verdad, aunque fuera tarde a su reunión, no tenía ningún apuro. Mucho menos si podía pasar un tiempo más con aquel hombre—. Vamos —y sin esperar una respuesta de su parte siguió caminando, Miguel rápidamente se dio cuenta que aquella chica no andaba con rodeos. Tuvo que trotar un poco para alcanzarla, mirándola de reojo más de lo debido—. Creo que una foto te dura más.

Miguel rió algo apenado—Perdón.

Adora hizo un gesto quitándole importancia—No importa, a la próxima puedo posarte si quieres —le guiñó el ojo y si Miguel la veía antes atractiva, su seguridad la hacía el triple.

—No me molestaría eso... —Adora volteó a verlo y él se aclaró la garganta—. Soy fotógrafo. Bueno, no oficialmente, pero es mi hobby y diría que hago un trabajo decente —se acomodó sus lentes.

La venezolana lo analizó de arriba a abajo—Yo creí que eras un hombre de negocios.

—Lo soy —Miguel se apresuró en decir, más que todo porque sentía que si convencía a aquella chica se podía convencer a sí mismo—. Uno un poco desaliñado, eso sí —añadió deteniéndose frente al carrito, tenían a una persona por delante—. ¿Tú qué opinas?

La venezolana asintió—Pues el traje en definitiva te queda algo grande, pero lo que me está matando es esa corbata —señaló.

Al bajar su mirada un poco pudo notar que tenía razón, por cada minuto que pasaba, aquella corbata se iba viendo cada vez más torcida.

Él rió negando con la cabeza a sí mismo—Sí, parezco payaso.

Adora sonrió—Un poco, pero creo que se puede arreglar... ¿puedo? —hizo el gesto de arreglarlo y él asintió, su corazón bombeando con fuerzas al tener a esta chica tan cerca. Le pareció adorable la manera en que frunció el ceño por la concentración.

Antes de que se diera cuenta, había terminado, por lo que la miró sorprendido—Dios, te quedó perfecta —se miró a sí mismo y luego de nuevo a ella—. Te tendré que llevar a todas partes —bromeó.

—Uff, no creo que puedas pagar mi tarifa.

—¿No? ¿De cuantos estamos hablando?

—Millones —dijo con simpleza. Casi 3 millones, sí era exacta.

El hombre la miró divertido—¿Millones?

—Ajá —la llamaron para que diga su pedido y se acercó a hacerlo, pagando para luego esperar a que Miguel terminara de ordenar.

Cuando lo hizo, se acercó de nuevo a ella—¿Y en qué trabajas tú exactamente?

Adora pensó en qué decir. No quería decir que era piloto, aunque igual su rostro estaba plasmado en diferentes anuncios alrededor del circuito—En... carros.

Él alzó ambas cejas, intrigado, pero en ese momento recibió una llamada del asistente de su padre apurándolo.

—Interesante —se limitó a decir cuando los llamaron a buscar sus pedidos—. Creo que ya me tengo que ir... —la miró expectante y ella sonrió extendiendo su mano.

—Adora.

—Miguel —estrecharon sus manos y aunque iban en caminos distintos, ambos tenían un presentimiento de que aquello no era el final.

—Bueno, un placer haberte ayudado.

—Un placer que me ayudaras —sonrió y Adora notó por primera vez que tenía hoyuelos. Dios, como amaba eso.

—Adiós —se despidió con la mano y empezó a andar, un pensamiento cruzó su mente que la obligó a voltearse—. ¡Miguel!

El hombre, que ya había caminado algunos pasos, se volteó a verla.

—Quítate la chaqueta del traje y arréglate las mangas de la camisa... creo que se te vería mejor —y sin decir nada más siguió andando, esperando que por casualidades del destino volviera a toparse a ese hombre.

Miguel asintió viéndola irse, y le hizo caso, cuando pasó cerca de un ventanal se dio cuenta de que Adora tenía razón, se veía mucho mejor así que con un traje dos veces su talla con el que parecía payaso.

Ojalá se la pudiera encontrar después de la reunión. Y con ese pensamiento en mente entró al lugar donde lo habían citado.

—Wey, hasta que al fin —la mirada de Checo cayó sobre su café—. Ah no pues, hubieras avisado que traías —señaló su vaso ya vacío, el asistente que Miguel había visto llevándose el café sentado en una esquina. Vaya suerte estaba teniendo ese día.

—Bueno, pero mexicano que se respete nunca dice que no a una taza de café que su amigo le está ofreciendo tan amablemente —lo molestó mientras le ofrecía otro vaso, que Checo aceptó un poco a regañadientes. No vendría él a decirle cómo ser mexicano o no.

Ambos se voltearon hacia el encargado de marketing, ya luego habría tiempo para conversar y ponerse al día.

—Bien, entonces acerca del patrocinio este año...




[***]




En medio de la junta Miguel se dio cuenta que esa bebida no era lo que había ordenado. ¿Quién pedía café negro sin azúcar? En definitiva él no. Era partidario de un buen café con leche.

Por lo que luego de que acabara la reunión y se quedara hablando un rato con su viejo amigo, decidió probar su suerte y buscar a Adora. No tenía nada más qué hacer luego de esa junta, pues estaba invitado al paddock todos aquellos días del fin de semana de carrera de Mónaco, libre de disfrutar el tiempo que quisiera con una vista exclusiva a las carreras desde el garaje de Redbull. Y sin embargo, lo único que quería era seguir conversando con aquella castaña.

Con el pretexto de devolverle su café se emprendió por el paddock, decidido en regresarle su pedido y en volverla a ver.

Estuvo pendiente de aquellos uniformes naranjas, pero nada.

Tal vez si iba directamente a McLaren la podría encontrar, preguntaría por Adora a ver si alguien la conocía.

Cuando se aproximó al hospitality pudo ver a una mujer trabajando en su computadora en una de las mesas usando lentes de sol y sombrero. Se veía seria y elegante.

Apenas lo vio detuvo sus tecleos—¿Te puedo ayudar en algo?

¿Podía?

—Estoy buscando a Adora, ¿se supone que trabaja aquí? —dijo dudoso y Lele se le quedó mirando tratando de descifrar qué quería con su hermana. Lo descartó como un fan.

—Está en su descanso. Más tarde te podrá autografiar lo que quieras.

¿Autografiar? ¿Por qué habría de hacer eso?

—Eh... no, creo que se está confundiendo. No quiero un autógrafo.

Se removió algo incómodo sin querer ofenderla.

—Tampoco está disponible para fotos.

El ceño de Miguel se hundió aún más—No, yo...

Escuchó una melodiosa risa acercarse—Lele, ¿supiste de...?

Sus miradas se conectaron. Una más sorprendida que la otra.

—Miguel, hola —no podía dejar de verlo. Claro que deseaba conseguir su número, pero no pensó que la vida le daría una segunda oportunidad con él.

—¿Se conocen? —interrumpió Lele rompiendo la tensión y ambos apartaron la mirada como dos niños siendo atrapados haciendo algo que no deberían.

—Algo así... ¿Cómo así sigues aquí?

Miguel se apartó la corbata del cuello, de repente sintiendo como si lo estuviera ahorcando—Eh... creo que se confundieron de bebida y me dieron la tuya así que vine a traértela.

Sacudió el vaso que traía en mano mientras se lo ofrecía.

—Oh, yo... yo no pensé que te volvería a ver y regalé la tuya —comentó algo apenada y Miguel se sintió como un idiota.

¿Qué esperaba? Ninguna persona con sentido común iba a guardar la bebida.

—Claro, perdón. Debí hacer lo mismo —rió para sí mismo mientras se rascaba el cuello—. Esto fue estupido —quiso ir a tirar el vaso para ser detenido abruptamente por una mano en su muñeca.

—¡No! Fue un gran detalle —Adora se quedó viéndolo, queriendo probar su suerte de nuevo a lo que su tono se volvió un tanto coqueto—. Es más, ¿por qué no me dejas invitarte un café para recompensártelo?

—No sé si pueda, yo...

—¿Por favor? Sino me voy a ofender —lo señaló y viendo aquellos ojos marrones Miguel no tuvo más remedio que aceptar.

Y así inició su historia, con llegadas tardías y unos cafés.

Claro que también con la grata sorpresa que se llevó Miguel al enterarse de con quién estaba hablando por un póster con el rostro de Adora justo a la salida del paddock.

No pudo evitar reír para sí mismo.

Todavía no se había ido y ya la quería volver a ver...




[***]




6 DE JUNIO DE 2021

GP DE AZERBAIYAN

¡Y CRUZAN LA ÚLTIMA RECTA CUELLO A CUELLO, DONDE OFICIALMENTE ADORA TORRES GANA POR PRIMERA VEZ UNA CARRERA EN FÓRMULA UNO! ¡UN TRABAJO ESPECTACULAR DE LA PILOTO DE MCLAREN!

Se escuchó el vitoreo desde el garaje de McLaren, tal vez los más emocionados con aquel resultado. Su prioridad en la estrategia había sido cierto piloto británico, pero sin duda alguna Adora se merecía aquella victoria. Peleó desde un 9no lugar hasta llegar a combatir contra Pérez en la línea de meta para ser la primera mujer que ganaba una carrera en Fórmula Uno.

Algunos fans no estaban felices. Por mucho que les emocionaba siempre la primera victoria de un piloto, en este caso no fue así.

Adora se dejó abrazar por su equipo, sin detenerse a pensar mucho en el hecho de que los mecánicos e ingenieros de Lando faltaban.

Durante las entrevistas, sin embargo, era otro cuento. Abucheos se empezaron a escuchar por las gradas interrumpiendo su entrevista.

—Parece que algunos no están muy felices con tu victoria, ¿qué opinas de esto?

—Pues creo que tenían otras preferencias en mente de pilotos que creen que merecen esto más que yo, pero no es mi culpa ser buena piloto y trabajar por estos resultados día a día. Igual a final de cuentas la que se lleva el trofeo a casa soy yo, ¿no?

Pudo sentir enseguida cómo no les agradó su comentario, siendo abucheada más fuerte, objetos siendo tirados por las gradas hacia su dirección.

No era una buena imagen.

Carlos sabía que no estaba en buenos términos con Adora. Desde que la piloto había empezado a lanzar comentarios pasivos agresivos en su contra y comportarse grosera, admitía que le había seguido el juego al inicio.

Era más fácil que lo odiara a que aquellos ojos lo vieran con amor escrito en ellos que no podría corresponder.

Y entre todo aquel juego, su propio rencor creció, empezando a molestarse más y más por lo que decía la piloto al extremo que ya ni recordaba que él no la odiaba.

Tan solo le irritaba su existencia.

Llegó hasta a tal punto que se decía a sí mismo que "esquivó una bala" al no ir a esa cita.

El español, a pesar de todo esto, quiso felicitar a la piloto por su victoria. Estaba demostrando ese talento que él había notado desde el inicio y pensó que sería cortés de su parte decirle un simple y cortante "Felicidades".

Solo que mientras estaba buscando a la piloto, no esperó encontrársela en un callejón en el medio de unos motorhomes con un hombre.

Quiso no molestarse, después de todo, había sido su culpa que lo suyo no hubiera resultado, pero se encontró terriblemente irritado cuando el hombre la abrazó como si fuera una pieza frágil y luego se separó mirándola a los ojos brevemente antes de darle un sensual beso en los labios que prometía recompensarla por su victoria más tarde.

¿Lo que más odió de todo aquello? El que él la mirara como si fuera el tesoro más preciado.

Eso quería Carlos para ella, pero no consideró que tendría que ver con sus propios ojos como alguien le daba el afecto y la atención que él no podía.

Ni siquiera sabía que estaba saliendo con alguien. Aunque juzgando por la manera en que se escabullían y corrían como dos niños pequeños temiendo ser encontrados; los medios tampoco.

Ver la atención de Adora en alguien más le molestó. Al menos respondiendo sus odiosos comentarios podía asegurarse de que mantuviera su interés en él, así fuera de manera negativa, pensaba en él. Y aquello era un pequeño consuelo para Carlos.

Muchas veces se hallaba tentado de ser su amigo, pero conociéndose a sí mismo, sería un error y tan solo terminaría haciéndole daño. Aparte de que dudaba que Adora querría eso. Sabía que lo resentía por no asistir a la cita y luego fingir que nunca pasó. Sin embargo, ninguna excusa era digna.

¿Tu amiga habló conmigo y escuché su voz en mi cabeza diciendo que no vaya?

¿Me acobardé?

Todo eso pasaba por su mente cuando Adora le pasó por al lado y él soltó un—Eh, princesa papaya.

Adora se volteó hacia él irritada. Tan solo le faltaba aquel acento español para terminar de amargarle su propia victoria—¿Qué? —dijo algo a la defensiva.

Carlos se dio cuenta de que el hombre con el que había estado se encontraba a unos cuantos pasos de ellos, no lo suficientemente cerca para que los relacionaran, pero sí para esperar a Adora mientras seguía manteniendo una distancia prudente.

—Felicidades.

—Ajá, como si te importara —rodó los ojos antes de seguir andando.

—Malcriada —murmuró, y tan solo eso tomó para que ella se detuviera en sus pasos.

—¿Cómo me llamaste?

—Malcriada, ¿o acaso estás sorda? —dijo con sorna, y la piloto se volteó hacia él.

—Mira, Sainz, no tienes derecho de llamarme nada.

—¡Disculpe su majestad, pero intenté felicitarla y me mandó a la mierda!

—¡Si a eso le llamas una felicitación pues mejor que no digas nada! —exclamó con molestia.

—¿Ahora me vas a venir a decir cuál es el modo correcto de felicitar a alguien?

—El modo correcto es no hacerlo si no lo sientes y en definitiva no lo haces.

—No metas palabras en mi boca que no he dicho.

—No podría ni aunque quisiera porque lo tuyo es no decir nada ni en los momentos que deberías —eso había sido un ataque directo.

Ambos se quedaron mirando con molestia.

Carlos en parte porque sabía que tenía razón, no había manejado bien las cosas con ella, pero a nadie le gustaba que le sacaran sus errores en cara, y él no era la excepción.

—Ya pasaron meses, súperalo —casi que escupió y tan solo hizo rabiar más a la piloto, quien a pesar de su victoria, no estaba teniendo el mejor día.

—Cobarde —Adora lo veía con resentimiento. No era más que una sombra del Carlos que había conocido, aquel que la hacía reír y que le provocaba de todo con sus coqueteos.

Ahora sentía que solo le quedaba un caparazón del hombre que antes fue.

—No te voy a seguir escuchando —negó Carlos con la cabeza empezando a caminar, estaban apartados del público, pero de todas formas no podía seguirle el juego.

—Ja, qué suertuda salí hoy —dijo con sarcasmo.

—Y que conste, si quieres esconder mejor a tu noviecito, no estás haciendo un gran trabajo —soltó él tan solo queriendo ver el pánico en los ojos de la piloto, y lo logró.

Adora y Miguel querían mantener su relación en las tinieblas para no quitarle protagonismo al éxito de la piloto. Aparte de que no se vería tan bien que estuviera saliendo con el CEO de una empresa que patrocinaba a Checo.

—Como tú te atrevas a decir algo... —amenazó ella y Carlos sonrió burlón.

—¿O qué? —continúo retándola sabiendo que tenía la ventaja y su atención en él.

Adora se quedó paralizada. En realidad no había mucho que ella pudiera hacer. Volteó a ver a su pareja, encontrando una paz en él que le transmitía en los momentos que más lo necesitaba. Miguel se había mantenido al margen de la conversación, sabiendo que Adora podía pelear sus batallas sola y que prefería que no se metiera. Tan solo la miró como diciéndole "déjalo, le va a molestar más", y ella asintió, un poco más iluminada de lo que haría.

—Pues creo que no puedo hacer nada.

—¿Qué? —Carlos frunció el ceño.

—Tan solo decirte que me la debes —se acercó a Miguel y entrelazó sus dedos mientras Carlos observaba como todo se caía a pedazos—. Y que si nos quieres revelar al mundo, pues es egoísta, pero estamos listos, ¿no? —miró a Miguel y encontrando la seguridad que le faltaba él le sonrió y Adora sintió que podía con todo.

Carlos tan solo se les quedó mirando sin saber qué decir. Le dolió, no iba a mentir. Ver a Adora con otro era doloroso, porque sabía que de no ser por sí mismo podría ser él el que la tomara de la mano y con quien buscara seguridad.

—¿Nada más que decir? —Ella alzó una ceja y al no obtener respuesta siguió andando—. Eso pensé.

Y esa tan solo sería una pelea de muchas que estaban por venir...




[***]




24 OCTUBRE DE 2021

GP DE AUSTIN

—...UNA DECEPCIONANTE CARRERA PARA LA PILOTO DE MCLAREN AL TENER QUE RETIRAR SU CARRO.

Adora sabía que no era su culpa. Lo que sucediera con el carro por sí solo no lo era. Sin embargo, eso muchos no lo comprendían y tan solo justificaban su odio con ocurrencias que estaban fuera de su control.

Hace algunos meses desde que McLaren había tenido que contratar guardaespaldas para la piloto, y en esos momentos, luego de terminar unas estresantes entrevistas y salir de la pista, se notó el porqué de esto.

—¡NO TE MERECES ESTA OPORTUNIDAD!

—¡MUCHOS MEJORES QUE TÚ HUBIERAN QUERIDO ESE ASIENTO!

—¡SEGURO OTRA NEPO BABY QUITÁNDOLE OPORTUNIDAD A OTROS!

—¡PUTA!

—¡LANDO ES EL VERDADERO CAMPEÓN DE MCLAREN!

—¡ZORRA!

—¡NO TIENES TALENTO!

Adora se obligó a inhalar profundo mientras los guardaespaldas la ayudaban a ella y a Lele a moverse hasta su carro, donde por fin se sintió respirar en paz.

—No les hagas caso —fue lo que le dijo Lele con una mueca de lástima que detestaba.

No le gustaba ser tratada como "pobrecita, Adora", porque sentía que si lo hacían podía caer en cuenta de la gravedad de la situación que estaba viviendo y la destrozaría por dentro despertar de su sueño con la realidad de que no era tan amada por el deporte que ella amaba con todo de sí.

Por lo que tan solo asintió y se quedó mirando por la ventana queriendo llegar a encerrarse con su novio en su cuarto de hotel.

Cuando llegaron por la puerta trasera de donde se estaban hospedando, no perdió el tiempo en subir hasta su habitación. Lele se quedó atrás.

Al abrir con su llave se topó con la imagen de Miguel respondiendo unos correos en su laptop, teniendo que atender a unos negocios, pero apenas escuchó la puerta levantó la mirada y supo que ella lo necesitaba, por lo que cerró su computadora y le dirigió toda su atención.

Dejó su bolso en la entrada y caminó hasta su novio, quien a pesar de no ser una persona muy afectuosa, sabía cuando debía serlo para ella. Por lo que abrió sus brazos y la abrazó atrayéndola hacia él. Adora lo rodeó sentándose en su regazo mientras apoyaba su cabeza en su hombro y dejaba que las lágrimas salieran. Odiaba tener que lidiar con cosas que se salían de su control y que le echaran la culpa.

Miguel le hizo caricias en el cabello dejando que se desahogara con él. Le gustaba que acudiera a él para esas cosas, el que se permitiera ser vulnerable. A ella, en cambio, le gustaba lo protegida que la hacía sentir, siempre dándole prioridad.

—¿Quieres hablar de ello? —murmuró en su oído mientras la acunaba en sus brazos como una niña pequeña y ella sorbió su nariz antes de negar con la cabeza—. Bien, sabes que estoy aquí para hablar cuando quieras.

Ella asintió contra su cuello.

Agradecía mucho el tenerlo en aquellos meses donde todo se había vuelto tan difícil para ella. Era su apoyo al igual que ella era el suyo cuando hace unos meses perdió a su padre debido al cáncer.

Se quedaron en silencio tan solo dejando que se desahogue todo lo que ella quisiera, y cuando estuvo lista para hablar se separó.

Miguel le secó las lágrimas y la miró—¿Ya te sientes lista?

—Sí... —murmuró con la voz rota y él asintió.

—Primero te voy a hacer un té, ¿okay? Si quieres báñate mientras tanto, te cambias y vienes a elegir una película para que veamos después de que conversemos.

—Okay —le dio un corto beso y se levantó para dirigirse al baño.

—¿Quieres ir a cenar más tarde o prefieres que ordene delivery?

—Delivery, no tengo ganas de salir.

—Yap, yo me encargo, cielo. Tú báñate tranquila —sacó su teléfono de su bolsillo para ponerse a ordenar la comida.

Adora sonrió amando lo doméstico que se sentía estar con él. Tal vez fuera la diferencia de edades, ella de 24 y él de 30, pero Miguel comprendía muy bien sus necesidades y respetaba su espacio.

A ella no le gustaba dejarse mandar, pero por algún motivo con él se sentía muy fácil dejarle tomar el mando. Era como si su cuerpo le exigiera bajar sus defensas porque en sí, nunca le había dado motivos para alzarlas.

Todavía no sabía si serían un para siempre, pero lo que sí estaba segura es que Miguel podría llegar a ser su tal vez.




[***]




13 DE NOVIEMBRE

1 DÍA PARA EL GP DE SAO PAULO

CUMPLEAÑOS DE LANDO NORRIS

Adora, Carlos y Lando se encontraban en una habitación del motorhome de McLaren. En sí, cualquiera que los viera desde afuera diría que parecía una terapia de parejas.

Lando se encontraba sentado en el mueble de enfrente mientras que Carlos y Adora compartían uno, cada uno en un extremo para no tener que rozarse.

—¿Ya nos vas a decir por qué nos trajiste aquí? —exclamó Adora con irritación.

—Bueno, bueno... —Lando se removió nervioso, esperando que no se tomaran lo que iba a decir de mala manera—. Saben que hoy es mi cumpleaños.

—Duh.

—Ajá.

—Y ambos son mis mejores amigos. Sé que no están en buenos términos y que han tenido unas... pequeñas peleas —trató de minimizar el problema, pero ambos bufaron sin tomarse aquello en serio—. Bueno, muchas peleas, ¿ya? Y cada quien tiene su motivo para estar resentido con el otro, no voy a darle la razón a ninguno —carraspeó—. Pero lo único que pido es que se comporten hoy, por favor.

—Lando, por Dios —Adora rodó los ojos, pero cuando lo volvió a ver al rostro vio que iba en serio.

—Déjalo que hable —lo defendió Carlos, y eso aumentó la irritación de la venezolana, mas se contuvo.

—Ya, entonces que vaya al punto —cruzó sus piernas.

—No quiero tener que celebrar dos cumpleaños o no tener que invitar a alguno...

Carlos lo interrumpió—Habla de ti —dijo egocéntrico hacia Adora y quiso golpearlo.

—Pues a mí no se me olvidó en el golf —murmuró con resentimiento y Carlos le lanzó una mirada irritada a Lando por comentarle de aquello.

—¡Como sea! El punto es que quiero celebrarlo con ambos, así que les pido que no se peleen en mi cumpleaños o que al menos no lo hagan enfrente de mí o de los invitados si ya no se pueden contener, no quiero incomodarlos con sus infantiles peleas, así que verán qué hacen —se levantó molesto y cerró la puerta detrás suyo dejando a los dos restantes con un sabor amargo en la boca.

Que Lando, el chico más inmaduro que conocían, los llamara un par de infantiles, en definitiva había sido un llamado de atención.

—Creo que deberíamos hacer el intento —murmuró Carlos rompiendo el silencio.

Adora se levantó dirigiéndose a la salida.

—¿Acaso no te importa? —estaba irritado con su comportamiento.

—Claro que me importa, pero no le veo el punto a todo esto cuando planeo ir con mi novio y no tener que estar a solas contigo en ningún momento. Es ridículo —declaró antes de salir.

Carlos la siguió de cerca sin querer que dejara el tema—Ridículo es que no le quieras cumplir su deseo en su cumpleaños.

—Pues me vale, está exagerando. Tú estarás por tu lado comiéndote a alguna rubia y yo por el otro con mi novio, así que no le veo el punto.

—Si nos lo dijo es porque sabe que igual puede terminar mal, Torres, y tú y yo también lo sabemos —No quería darle la razón, aunque sabía que la tenía.

—Creo que somos lo suficientemente grandes para no pelear enfrente del niño, ¿o no? Así que tú tranquilo, que no seré yo el problema —dijo antes de cerrarle la puerta en la cara al meterse en su habitación de piloto.

Carlos maldijo por lo bajo.




[***]




Era la hora del cumpleaños de Lando, Adora se encontraba yendo en un taxi con Miguel a la dirección que les enviaron.

Ella no dejaba de mirarlo, le volvía loca cuando se ponía una camisa de botones y esa noche no era la excepción.

—Me vas a desgastar —bromeó al sentir la mirada de su novia en él.

—Todavía no —sonrió con una promesa oculta, y él se relamió los labios queriendo devolverse para ver a donde los llevaba la noche.

—¿Ah no? —murmuró cuando la sintió acercarse y pasar sus manos por su pecho, de repente sintiéndolo algo acalorado cuando la piloto desabotonó los primeros dos botones con sus ágiles dedos.

—No, aún no —sintió su aliento caliente en su mejilla y no quiso más que besarla en aquel taxi y olvidarse del mundo exterior, pero era algo que se le dificultaba pues no le gustaba ser muy afectuoso en público. Apenas cuando Adora se separó él cayó en cuenta de su camisa semi abierta—. Para facilitarme el trabajo más tarde —susurró contra sus labios y le dio un casto beso que lo dejó débil de las rodillas.

Cuando llegaron a su destino se bajaron tomados de la mano, solo para soltarla cuando ya estuvieron enfrente de todos los demás invitados, optando por poner una mano en su espalda baja para guiarla entre la gente.

Carlos los observó entrar rodando los ojos. En realidad no tenía motivos para odiar al novio de Adora más que por ese simple hecho. Se complementaban bien, todo el mundo siempre hablaba de la bonita pareja que hacían y el como era una buena influencia para ella.

—¡Llegaste! —saludó Lando con entusiasmo, pareciendo olvidar la discusión de antes, pero con los tragos que traía encima, ¿cómo no hacerlo?

La atrajo en un abrazo que ella correspondió mientras Miguel se quedaba atrás. No era un hombre excesivamente celoso, sabía sus límites y el que Adora podía tener relaciones amistosas con hombres pues era parte de su profesión.

—No me lo perdería por nada —mencionó Adora separándose, y por accidente hizo contacto visual con cierto español, quien la ignoró para volver a conversar con la conquista de esa noche.

—¿Entonces tomo que Carlos y tú llegaron a un acuerdo? —le ofreció un shot de los que había en la entrada y ella se lo tomó sin muchos miramientos.

—Sí, estaremos bien, duende. Tú disfruta —sonrió queriendo transmitirle tranquilidad y él asintió complacido antes de voltearse a su acompañante.

—Y tú debes ser el famoso Miguel —le ofreció la mano y Miguel rió estrechándosela.

—Mucho gusto, Lando —replicó con una sonrisa divertida.

—Mi casa es su casa —hizo gestos al club donde se encontraban—. O mi club es su club, supongo —rió volteándose a sus demás invitados mientras se alejaba.

Miguel se acercó a su novia, quien observaba a Lando—Está súper ebrio.

—¿Tú crees? —rió Adora.

—Me conoce desde hace meses y aquí andaba volviéndome a conocer —ambos rieron.

—Bueno, es Lando, ¿qué podías esperar?

Él asintió—No mucho, pero esto es otro nivel.

—Sabes que no maneja su trago.

—Un día de estos le enseñaré —se dio la tarea a sí mismo y Adora lo quiso un millón de veces más por aquel detalle, porque él entendía que quería a Lando como un hermano menor y no se iría de su vida muy fácil.

—Uff, suerte con eso, Sainz ya lo intentó —recordó aquella anécdota.

—Pues no tuvo un buen profesor —le guiñó el ojo y ella rió. Miró la barra—. ¿Quieres que te traiga uno de esos cócteles de fruta que te gustan?

—Por favor y gracias —le dio un ligero beso y él se fue a buscar sus bebidas.

No habría ni pasado un minuto cuando un ebrio Carlos se le acercó, por lo que ella rodó los ojos—Apestas.

—¿Qué haces aquí?

—Lando me invitó. ¿O acaso tienes tanta mierda en tu sistema que ya se te olvidó?

—Pensé que teníamos un trato —insistió y ella frunció el ceño.

—¿Qué trato?

—Que no ibas a venir.

Adora lo miró con cara extrañada—¿Y por qué no vendría?

—Porque dijiste que tú no serías el problema, pensé que eso significaba que no vendrías para ahorrarnos problemas.

—Yo no soy el problema.

—Eso lo diría un problema.

Adora inhaló profundo—Mira, no sé si el casco te apreta mucho el cerebro y no te deja pensar, pero yo vine aquí a celebrar a Lando y te me acercaste a mí.

Él se frustró—¡Porque no se supone que estarías aquí en primer lugar!

—¿Y por qué no habría de estarlo? ¡Es MI mejor amigo y compañero de equipo! ¡Tú lo abandonaste!

—¡Yo no lo abandoné! —frunció el ceño.

—¡Pues explícale eso a él! ¡No es mi problema!

—¡Lando es mi mejor amigo! ¡Tú viniste a agarrar interés apenas cuando fueron compañeros de equipo!

—¡Claro que no!

—¡Los dejaste! ¡Los dejaste a TODOS de lado cuando te fuiste a W Series!

Esa fue la gota que colmó el vaso. Adora lo empujó hasta el balcón y cerró la puerta para señalarlo con su dedo índice con molestia, la vena en su frente marcándose—¡YO NO DEJÉ A NADIE! ¡ES MUY FÁCIL DECIR ESO CUANDO LA REALIDAD ES QUE NO TUVE OTRA OPCIÓN QUE IRME A OTRA CATEGORÍA PORQUE NO ME ACEPTARON EN FÓRMULA UNO!

Carlos se quedó un poco anonadado. Había molestado a Adora ya más de una vez, pero esta era la primera en la que de verdad le gritaba.

—Yo...

—¡No! ¡Tú nada, Sainz! ¡Eres un patán, un imbécil y una desgracia de ser humano! —le dio un golpe en el pecho por cada insulto que soltaba y Carlos se dejó, sabiendo en el fondo que se lo merecía y que era su manera de desahogarse con él por aquella noche—. ¡Te odio! ¡Te juro que te odio!

Observó sus ojos llenos de rencor y sintió como su estómago se hundía, más no se quedaría muy atrás.

—¡Pues yo a ti igual! ¡Estás loca, Torres! ¡Loca! —gesticuló y los dos se observaron con sus pechos subiendo y bajando acelerados, para cualquiera que entrara en ese momento la tensión entre esos dos era muy obvia.

Lastima que tuvo que ser Miguel, quien habiendo abierto la puerta se quedó observando lo que sucedía hasta que sintió que era momento de intervenir, carraspeando su garganta y volviendo aquella situación muy incómoda.

—Carlos, te voy a pedir de manera muy amable que te apartes de mi novia —dijo con una tranquilidad preocupante, y en ese instante cayeron en cuenta de lo cerca que estaban, el espacio siendo casi inexistente.

Ambos se apartaron como si la mera presencia del otro fuera tóxica, y Carlos queriendo salir de la situación hizo el gesto de pasarle por el lado a Miguel, quien sosteniéndole el bícep con una mano le dijo en voz baja—Y que no se te olvide que este soy yo intentando ser comprensivo, Carlos, no querrás ver cuando no sea así.

Compartieron una mirada de molestia entre los dos y el español se fue.

Dejando tan solo a una muy avergonzada Adora a que lidiara con su novio, quien le ofreció su bebida antes de meterse las manos en los bolsillos.

—¿Me explicas? —rompió el silencio sabiendo que tenían que hablar de ello.

Ella tomó un sorbo de su trago—No fue nada, lo juro.

—Hmm, no parecía como nada —se recostó contra la puerta.

—Solo me irrita, ¿sí? Ya lo sabes.

Asintió y su silencio tan solo hizo que Adora siguiera hablando, táctica que había aprendido que funcionaba muy bien con ella—Tú solo te fuiste y pues vino a reclamarme de porqué estaba aquí, que eso no era parte del trato y... de un momento a otro nos molestamos y empezamos a gritar, y te juro que no me di cuenta cuando nos acercamos, pero no lo besé ni nada.

Se le quedó mirando—¿Pero querías?

—¿Qué?

—¿Querías besarlo? —repitió la pregunta y el primer instinto de Adora fue negarlo—. No te creo.

—No quería —negó con la cabeza.

Él se cruzó de brazos—No te veo tan segura, cielo.

—¿Por qué iba a querer besarlo? Dios, ¿sabes cuánto me caga su existencia?

—No estás siendo honesta y lo sabes —la observó a los ojos y Adora sintió su corazón palpitar con fuerzas, cada vez más nerviosa.

—No quise besarlo.

—Dime la verdad, no me voy a enojar, Adora. ¿Cuándo me he enojado contigo?

Ella negó con la cabeza frustrada—Que no, Dios, ¿Qué quieres que te diga para que me creas?

—La verdad.

—¡Pero te estoy diciendo la verdad!

—¿Segura? Porque podemos jugar este juego toda la noche hasta que me digas la verdad a mí, y a ti misma.

Adora suspiró, no quería terminar su relación en base de esto, no podía perderlo a él por una estúpida pelea, pero la tenía contra las cuerdas así que con su corazón a punto de salirse de su pecho murmuró un:—Sí, sí quise.

Miguel asintió para sí mismo sabiendo que aquella era la verdadera respuesta, más sorprendiéndola a ella, y a sí mismo, la tomó de las mejillas y a ojos de todos aquellos en esa fiesta la besó de la manera apasionada que deseaba hacerlo desde el taxi.

Mientras el español tan solo observaba.





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N/A: Espero que hayan disfrutado del especial, fueron 23k palabras escritas con mucho amor y queriendo agradecerles por todo el apoyo que ha recibido esta historia.

No estaría teniendo el éxito que tiene si no fuera por ustedes, así que espero que me acompañen todo el camino y se queden a ver qué sucede con nuestros protagonistas.

¿Qué opinamos de Miguel? 👀 Adora lo ha mencionado varias veces pero apenas aquí podemos tener un vistazo de su relación y del porqué Adora habla tan bien de él.

Estaré mostrando los faceclaims por Instagram al igual que respondiendo sus dudas en la cajita de preguntas. Voy a hacer un grupo solo y exclusivamente para hablar de Troublemaker así que son libres de enviarme un dm para que las añada.

Que kk lo que pasó con Charles hoy 😔, de verdad que Ferrari no la para de cagar y quiero tener fé que el próximo año será diferente, pero no sé.

Me despido de ustedes y las veo la próxima semana, las quiero

No se olviden de votar y comentar o Lele les dará un chancletazo

Se despide,

Val

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