34 | Fantasía

𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫




EL VUELO A LONDRES a pesar de ser algo largo se pasó rápido al tener a Lando de compañía. Era impresionante la capacidad que tenía para no callarse.

Sin embargo, al llegar al aeropuerto de Heathrow en Londres nos despedimos antes de subirnos a nuestros respectivos taxis y quedamos en vernos mañana en la fábrica.

Cuando Lele y yo llegamos a mi apartamento... no podía mentir. Se sentía un poco vacío sin Rocky. Aquí fue donde Lele lo adoptó de ese vecino irresponsable que lo dejó a su cuidado antes de irse y no regresar más.

La rata comía de todo lo que podía alcanzar a poner en su boca, me daba gracia el cómo su collar sonaba cada vez que corría y el que se golpeaba seguido con los muebles. Era un perro chistoso.

Nunca habíamos tenido perros, pero en definitiva ese diablillo se robó nuestro corazón, y me aliviaba un poco el saber que seguía en la familia y lo podremos volver a ver.

Me quité los zapatos y me dejé caer con un suspiro en el mueble—Estoy súper muerta.

Había dormido un poco en el avión, pero nada se comparaba con la comodidad de mi propia cama.

—Yo igual... ¿Pedimos delivery para la cena? No tengo ánimos de cocinar —Lele se dejó caer a mi lado.

—Dale, pero eliges tú —cerré los ojos momentáneamente antes de volver a hablar con cansancio. Podía escuchar el tecleo incesante de Lele en su teléfono—. ¿Mamá y los enanos llegaron bien?

—Sí, sin ningún inconveniente por ahora —mencionó sin verme, aunque en ese fragmento de tiempo que la miré su ceño se había fruncido.

Suspiré con pesar—¿Qué pasó?

¿Acaso no podía tener un descanso?

—¿Qué? No ha pasado nada —trató de disuadir el tema.

—No trates de mentirme, Alejandra, conozco tu expresión de "tengo malas noticias". Dispara de una vez y acaba con mi agonía, ¿qué pasó ahora? —me masajee las sienes.

Se vio dudosa por un segundo—¿Y si esperamos a que llegue la comida primero?

—Alejandra —alargué las vocales con tono de advertencia.

—Te pones más irritable si no has comido antes.

—Estaré irritable de todas formas, mejor solo dilo antes de que me empiece a enojar en serio.

—¿Segura? Prefería si estuvieras comiendo mientras te cuento.

—¿Acaso quieres que luego me dé indigestión? Solo cuéntalo y ya, mujer, me estás desesperando.

—Okay, okay, solo respira profundo primero y recuerda que no debes matar al mensajero... —hizo una pausa—. Yo... acabo de recibir un correo de Alex, tu relacionista pública, porque al parecer hace unas semanas se publicó un hilo de Twitter que ha ido ganando atención de los medios y tus fans...

Me quedé viéndola con incredulidad. ¿De verdad hizo que se me subiera la tensión para nada?—¿Eso es todo? ¿Un viejo hilo?

—No lo llamaría así —se aclaró la garganta—. Dice que se publicó justo después de la pelea pública en Azerbaiyán y pasó desapercibido, pero... luego llegó a manos de alguien conocido en el medio, quien luego atrajo a más personas a leerlo y ahora sigue creciendo a grandes velocidades y... y ahora nos toca prepararte para posibles situaciones que se puedan presentar.

—Pero ve al grano, ¿qué tiene que ver conmigo, Alejandra? ¿Qué dice ese hilo?

Ella tamborileó con sus dedos sobre su regazo—Pues bastante, porque habla de los motivos por los que tu relación con Carlos es falsa, y muchos parecen apoyarlo.

Me quedé paralizada.

Okay, tal vez nuestra relación no había iniciado como amor mutuo, y al inicio lo habría sofocado mientras dormía a la primera oportunidad que tuviera, pero... la atracción siempre estuvo ahí.

Eso no lo negaré.

Y si nosotros lo podíamos sentir desde un inicio, significaba que los demás lo podían ver, ¿no?

Que más allá de toda la actuación y las actitudes, había una química que traspasaba la pantalla y eso era notorio.

Así que nunca me imaginé estar en este escenario.

—¿Y... crees que se nota mucho? ¿Lo leíste? ¿Algo de lo que dice es cierto?

Pareció pensárselo por unos momentos—Pues... tiene algunas cosas acertadas y otras no tanto.

—¿Y qué te dijo Alex? ¿Qué vamos a hacer?

Alex Peralta, mi relacionista pública, no era una mujer que se dejara vencer fácilmente. De eso estaba clara. Si había alguien que sabría cómo replicar sería ella.

—Bueno, he estado hablando con ella y dice que en este caso lo mejor que podemos hacer es ignorarlo.

Quise protestar, pero ella siguió:

—Porque si en circunstancias normales, ustedes dos estuvieran saliendo en serio y llega un rumor como estos, pues lo lógico es no responder —respondió como si fuera obvio—. Así que eso es lo que haremos. De todas formas te quería decir para que estuvieras informada en todo caso que los periodistas se quieran pasar de listos. Y tendremos una reunión con Alex para que te ayude a preparar unas respuestas a posibles preguntas que te puedan hacer del tema.

Me explicó todo mientras anotaba cosas en su teléfono. Tal vez recordatorios de todo lo que tenía que hacer.

—Okay... okay —traté de calmarme a mí misma.

Carlos y yo estamos juntos, me tuve que recordar a mí misma. Estamos juntos en serio, no importa cómo hayamos empezado todo esto.

Ni que ahora estarán analizando cada interacción que tengamos con lupa, esperando el momento en que rompamos el teatro. Y aunque no había teatro que romper, podía sentir mi pecho hundirse de ansiedad.

¿Y si ahora que estábamos saliendo en serio no nos creían?

—Esperaremos a que las cosas se calmen. Sabes cómo son las cosas en Internet, pronto encontrarán otra cosa con la que distraerse —le quitó importancia con un gesto de su mano.

—Sí... Tienes razón.

—Perdón por decirte, sé que tienes muchas cosas en mente —me miró algo culpable.

—No, no, tranquila. Yo tenía que saberlo. Solo... cambiemos de tema —me rasqué la cabeza—. ¿Carlos sabe o...?

—Todavía no, pero le estoy escribiendo a Caco también para que le informe.

—Bien, bien. Perfecto —traté de dejar de pensar en ello.

—Digo, igual sabemos que es falso, ¿no? —me miró de reojo—. ¿O hay algo que quieras contarme?

Me quedé callada. En realidad era bastante obvio para este punto que una relación falsa no era nuestro caso, pero temía un poco por lo que Lele fuera a pensar. Porque lo que sea que me diría vendría desde un lugar de razonamiento y no podría tolerar la cruda verdad.

—No soy ciega tampoco, ¿sabes? Pero quería que lo que estuviera pasando entre ustedes saliera de ti contármelo.

Mi mente solo decía "negar, negar, negar".

—No sé de qué me hablas —me miré las uñas.

—Ni lo intentes. Te conozco mejor que tu propia sombra —me señaló antes de suspirar y juntar sus manos—. Mira, no estoy muy segura de lo que esté pasando entre ustedes. Si solo se están acostando o si va más allá de eso, que si tuviera que adivinar diría que sí, juzgando por los regalos que te dio y el que me pidiera tus medidas, pero el punto es que... —inhaló tratando de buscar la forma correcta de decirme lo que le perturbaba—. No sé si has pensado debidamente en esto.

La interrumpí—¿En qué exactamente?

Me miró como si me tuviera lástima—Que no es lo mismo tener a Carlos en una relación falsa que en una verdadera.

—Claro que sé eso.

—¿Lo sabes? —alzó una ceja—. Odio ser la que diga todo esto, pero novios reales o no, están compitiendo contra el otro, y no sé si de verdad has llegado a procesar eso.

Nuevamente no dije nada.

—¿Siquiera te has puesto a pensar que ya llevan la misma cantidad de victorias esta temporada? —No pude ni mantenerle la mirada—. ¿No? Ni el hecho de que ha subido en los rankings y ahora es un potencial contendiente para el campeonato también.

Tragué saliva—No creo que llegue a eso...

—Eso me suena a mucha incredulidad de tu parte, y no te conozco por ser incrédula, Adora —suspiró—. Créeme que no quiero más que verte feliz, y sé que lo estás con él, pero como tu manager también tengo que ver el otro lado. Y la realidad aquí es que si Carlos tiene la posibilidad de ganar el campeonato... no creo que se haga a un lado solo porque eres su novia.

—No va a llegar a eso —repetí.

—Lo subestimas. Y lo triste es que no solo tú lo haces. Solo recuerda que este es su sueño también, y no creo que lo deje de lado por ti. Él también tiene cosas que probar. En su familia, en su equipo... busca una renovación de contrato, y si es posible y está dentro de su alcance, va a ir por el campeonato también.

Era una realidad que conocía, pero tenía escondida bajo llave en algún lugar recóndito de mi mente para no pensar en ello y disfrutar de mi tiempo con Carlos.

—Senna dijo algo por el estilo, ¿no? "If you no longer go for a gap that exists..."

—"You're no longer a racing driver" —completé con la mirada en algún punto lejano.

—Tú haz lo que quieras hacer. Si decides continuar la relación, te voy a apoyar y supongo que siempre podrán buscar terapia de pareja —intentó bromear, pero no obtuvo reacción alguna de mi parte—. Y en todo caso de que no... solo necesitamos que sigan juntos hasta las vacaciones de verano. Luego pueden tomar caminos separados si eso es lo que desean, mientras tanto pues la prioridad es conseguir que te renueven el contrato, lo demás que venga será un bono.

Asentí sin decir mucho más y momentos después decidí levantarme—Creo que se me quitó el hambre.

Me siguió con la mirada—¿Segura? No creo que sea bueno que te vayas a dormir sin cenar.

—Supongo que tomaré el riesgo —entré a mi habitación y cerré la puerta a mis espaldas antes de dejarme caer sobre mi cama.

Alejandra no lo decía con mala intención, y eso lo sabía. Solo que esta conversación provocó que las dudas que vivían adormecidas en mi mente despertaran por completo. Me había caído como un balde de agua fría, anulando cualquier esperanza que pudiera haber guardado.

¿Y si todo esto nunca fue real?

¿Y si solo fue una estrategia de Carlos para desconcentrarme del campeonato?

Las mismas dudas que tuve el año pasado cuando no fue a la cita revolotearon por mi mente.

Porque si en realidad todo fue orquestado por él... Era el mejor actor que conocía.




[...]



La semana en Londres se había sentido como una eternidad.

Podía decir que físicamente comenzaba a estar cada día mejor. Ya mi cuerpo no estaba tan adolorido por el accidente.

Mentalmente, sin embargo... era un asco.

Contrario a lo que pensaba, mis resultados en el simulador estuvieron fatales. No estaba ni cerca a los tiempos de Lando y aunque creyeran que no, podía empezar a escuchar murmullos en la fábrica acerca de mi desempeño.

No era novedad para nadie que mi lugar en el equipo no era seguro, y el problema con este deporte es que un par de carreras malas ya significaba empezar a escuchar comentarios como "Se le acabó la suerte", "No está al nivel", "A su compañero le está yendo mejor" que no reflejaban para nada lo que yo era.

No le mentía a Carlos cuando le dije que algo en mí se rompió ese fin de semana en Canadá, y si tuviera que juzgar a plena vista, diría que fue mi confianza.

Supongo que hubo un antes y un después al escuchar que ni tu padre creía en ti.

Y ahora tocaba recoger los pedazos y empezar de nuevo.

Llamada entrante de "Mi guapo novio"

Contesté y me llevé el teléfono al oído mientras caminaba—Aló.

Hola, amor, ¿ya llegaste?

Sí, acabo de pasar inmigración y ya estoy yendo a buscar mi maleta antes de salir. ¿Tú estás cerca? —busqué mi maleta con la mirada en la línea de transporte.

—Algo así...

Me detuve en mis pasos—¿Cómo que "algo así"?

—Se me presentó algo y te irán a buscar mis hermanas. Perdóname, hermosa.

Suspiré profundo mientras ubicaba la maleta y la alzaba con una mano antes de dejarla en el suelo y caminar hacia la salida—No importa. ¿Te veré entonces en tu casa?

No llegué a terminar la oración cuando me marcó que la llamada se había acabado.

Maldito Madrid.

Podrá ser muy bonito, pero la última vez que estuve aquí tuve una pelea muy grande con Carlos y por cómo íbamos comenzando nuestro tiempo a solas pues parecía que esta ciudad no me quería ni un poquitín.

Claro que también estaba la opción obvia de que el problema éramos nosotros y no la ciudad, pero prefería culpar lo segundo.

Salí con mi maleta en mano buscando a las hermanas de Carlos con la mirada sin éxito alguno cuando llegué a la conclusión de que debería haberle pedido sus números para contactarlas.

Marqué el contacto de Carlos mientras esperaba pacientemente.

Un timbre... Dos timbres...

Un tono de llamada empezó a sonar a mis espaldas, pero antes de que pudiera reaccionar por completo unos brazos me abrazaron por la espalda. Estaba a segundos de clavarle mi codo a aquel desconocido en el estómago cuando escuché un:—¿Me extrañaste?

Susurró en mi oído.

Y para mí aquella voz era imposible de no reconocer, por lo que me volteé enseguida para abrazarlo por el cuello teniendo que ponerme un poco de puntitas.

Dejé salir un suspiro que no sabía que estaba conteniendo.

Esto se sentía correcto.

Solo con su abrazo me transmitió una paz que no había encontrado desde hace días. Quizás hasta semanas.

Cuando me digné a apartarme de él para verlo de frente no pude contener lo que salió de mi boca:—...¿Qué coño te hiciste?

Fruncí el ceño y por su expresión de sorpresa noté que no era la reacción que él esperaba—Solo me corté el cabello —se excusó.

—¡Exacto! ¿Por qué?

—¿Porque tenía el cabello largo...? —exclamó con tono de duda.

—¡Pero así me gustaba! —Sonaba casi como una niña haciendo pataleta.

—Esta no era la bienvenida que me esperaba —Dijo con tono divertido antes de entrelazar nuestros dedos y tomar mi maleta para llevarla por mí.

—Así no puedo ni pasar mis manos por tu cabello... —Noté como se quería reír—. No tiene gracia, Carlos —me quejé soltando su mano—. Imagínate que tú vengas a visitarme y de repente... ¡de repente no tenga trasero! —tenía que hacerle entender el nivel de gravedad de lo que había hecho.

—Ay, lo veo difícil —lo miré con ojos entrecerrados—: Es que tienes hasta para compartir, cariño —se movió rápidamente para esquivar mi golpe entre risas y yo solo rodé los ojos.

De repente, mientras se detenía a desbloquear su carro sentí un pellizco en el costado—Vamos, no te enojes —me rodeó con sus brazos y se acercó a mí al punto que sentía su respiración en mis mejillas, sin embargo lo continúe ignorando—. Ya me hacía falta un corte, aparte que en unos días va a crecer de nuevo.

—Me parece una falta de respeto, Junior.

—No me digas Junior.

—Pues a la próxima piénsalo antes de cortarte el cabello sin permiso.

—¿Necesitaba permiso? —dijo divertido.

—¿En temas de cabello? Sí, porque adoro tu cabello largo y tú no le sabes a lo que nos gusta —me crucé de brazos.

—¿Nos?

—Sí, a tus fans y a mí. Es mi responsabilidad mantenerte deseable para que se mueran de envidia por no poder tenerte —expliqué como si fuera obvio.

—No estaba enterado de esto.

—Pues vete informando, querido —logré zafarme de sus brazos para darle la vuelta al carro e intentar abrir el lado de copiloto—. ¿Abres o esta es tu forma de decirme que me dejarás manejar?

—Ni lo sueñes —desbloqueó el carro tan rápido que no me dio tiempo de parpadear.

—¿Tanto miedo tienes a dejarme manejar tu carro? —alcé una ceja. Ni siquiera era un Ferrari, era un golf. Podía comprarse cien de esos si quisiera y hasta más.

—¿Tú me dejarías manejar tu moto?

Abrió la puerta, pero ninguno de los dos se atrevió a moverse ni un centímetro.

Debía admitir que la pregunta me dejó en blanco.

—Exacto —tomó mi silencio como respuesta antes de subirse con expresión victoriosa.

Y no podía resignarme tan fácil.

—Ni siquiera tienes licencia para conducir motocicletas —me excusé.

—De hecho, sí —retrocedió el carro del parqueo con una sola mano y quedé algo hipnotizada por el movimiento.

¿Eso se consideraría atractivo o solo estaba muy necesitada de sexo?

—España lo valida luego de tres años de experiencia en la licencia para coches y... ¿me estás escuchando? —me miró de reojo y yo pretendí estar respondiendo un mensaje para no parecer tan obvia.

El maldito me había dejado con las ganas aquella última noche en Canadá y no quería ser la primera que buscara tener relaciones luego de ser rechazada.

Luego de unos momentos en silencio volvió a hablar—¿Sabes? Te verías aún más hermosa de lo que eres si me dieras la razón de vez en cuando —suspiró y no sabría decir muy bien cómo pasó, solo que estábamos haciendo la fila para poder salir del aeropuerto detrás de unos carros que al parecer seguían dejando pasajeros cuando se nos acercó un grupo de chicas al carro, fans del deporte si tuviera que juzgar por el merch de Ferrari y de McLaren que traían.

¿Cómo carajos nos encontraron? No tenía ni idea, pero no se veían como viajeras para mí.

Carlos me miró y buscó mi aprobación por lo que asentí hacia él antes de que bajara el vidrio, donde el grupo se había amontonado.

—Buenos días, ¿cómo están? Apuraos porque nos están esperando en casa, ¿vale? —se acomodó mejor para posar y yo traté de hacerme pequeña para no estorbar en sus fotos.

No era para nada desconocida a los encuentros espontáneos con fans fuera de los hoteles, circuitos o eventos, pero no sucedía tan seguido como con los chicos Ferrari. Era conocido en el paddock que eran de los favoritos de los fanáticos y todo el mundo se volvía locos por ellos.

Y aunque sabía que tenía también fans, no llegaban al nivel de los de Lando, tal vez porque él llevaba más tiempo en el deporte y lo conocían más, o eso era lo que me quería decir a mí misma cuando me ignoraban o me alejaban las gorras para que no se las firmara.

La fan que se estaba tomando la selfie se volteó hacia mí—¿También puedes salir en la foto, Adora? Si no te molesta, claro.

No sé porqué me sentí sorprendida por su petición, pero asentí y me encontré a mí misma diciendo:—Sí, claro, no hay problema.

Antes de posar al lado de Carlos para la foro.

Luego de ella, vinieron otras "¿Puedes salir también en la mía, por favor?" al punto que creo que ninguna se tomó una foto individual con alguno. Nos querían a ambos en ellas y firmando sus gorras. No pareció importarles mi firma en la gorra de Ferrari o la de Carlos en mi gorra de McLaren.

Aparte de la evidencia para el recuerdo, nos regalaron varias cosas a ambos. Como álbumes hechos a manos, dibujos, cartas, pero más destacaron los regalos para mí.

—Creo que a este punto tendré que dar una declaración pública —declaré revisando las bolsas de mis regalos mientras salíamos del aeropuerto.

—¿De qué? —Carlos no me volteó a ver, estaba muy concentrado manejando.

—En que no estoy obsesionada con Cars, porque ya se está volviendo absurdo —observé a detalle el objeto en mis manos.

—¿Qué es? —ni bien miró lo que traía en mis manos cuando se empezó a reír a carcajadas.

No era para menos.

—Unos. Crocs. Del. Rayo. McQueen —dije estupefacta—. Y no solo eso, Carlos. Me regalaron aretes... gorra... camisa... toalla... manta... un mini McQueen... ¡y medias! ¡Medias, Carlos! —enlisté mientras sacaba cosas de las bolsas.

Carlos no paraba de reírse.

—Ellas de verdad pretenden que yo salga a la calle con medias del rayo McQueen —repetí.

—¿Y cuál es el problema? El rojo te queda —me guiñó el ojo, pero notaba el tono de burla en su tono.

—No entiendes mi sentido de la moda —suspiré con fingida frustración—. No creo que me inviten al Paris Fashion Week si salgo por la calle con estas medias.

—Podríamos hacerte todo un cuarto —asintió con rostro serio, solo yo sabía que se moría de la risa por dentro— y así tenemos donde poner tu colección.

—¡No necesito una colección!

—¿No?

—¡No estoy obsesionada con el rayo! Tan solo me gustó la película y elegí el número porque es icónico.

Ambos sabíamos esto, pero Carlos había amanecido medio mamoncito esa mañana.

—¿Y por qué no lo dijiste antes? —lo miré con los ojos entrecerrados y se rió a costa mía—. Me ahorrabas el comprarte esas flores.

—El arreglo de flores estuvo hermoso, pero ya esto es otro nivel —jugué con el zapato a tratar de darle vueltas con mi dedo como si fuera un balón de baloncesto.

—¿Y planeas usar las crocs o...?

En ese momento, juraría que sin querer, las vueltas que le di a mi zapato hicieron que ganara suficiente impulso como para salir volando de mi dedo hacia la cara de Carlos, quien fue tomado desprevenido.

Me tapé la cara queriendo contenerme las ganas de reírme y de enterrarme viva a la vez—¡Dios, perdón!

Carlos se sobó la nariz—...Tomaré eso como un no.



[...]



Íbamos llegando tarde a la exhibición de Alya.

Todo por mi idea de turistear un poco por la ciudad e irnos por el metro, lo que pareció como un buen plan al inicio hasta que a medio camino Carlos recordó que tenía años sin subirse en el metro de España y nos hizo tomar el tren incorrecto. Por lo que en vez de terminar cerca de la exhibición, terminamos en la otra punta de la ciudad.

Pero a final de cuentas, llegamos.

Tenía mi mano entrelazada con la de Carlos en lo que avanzábamos por la galería esperando poder encontrar a Alya, o por lo menos a Lando antes de que nos diéramos por vencidos y decidiéramos tan solo disfrutar de la exhibición.

Miraba una de las pinturas con la cabeza un poco ladeada y rostro de concentración como si entendiera completamente el mensaje que trataba de transmitir el artista.

La realidad no podía ser más lejana; no sabía ni qué se suponía que era.

Pero Carlos se había graduado con un título de historia del arte, él debía comprenderlo más, ¿no?

—¿Y? ¿Qué te parece? —susurró hacia mí sin moverse de su lugar a mi lado.

—Me encanta el mensaje —asentí sin querer añadir mucho más.

—¿Verdad? Se nota muy claramente.

—Obvio.

Entonces ambos nos quedamos en silencio, tan solo mirando esos dos rayones de pintura en un lienzo blanco como si sostuviera todos los secretos del universo.

—En realidad no lo entiendo —admití.

—Yo tampoco —reveló Carlos y cuando lo miré ambos sonreímos negando con la cabeza por nuestra mentira.

—Es que... ¿qué se supone que deba ser? ¿O qué debería transmitir?

Antes de que Carlos pudiera responder una voz familiar lo hizo por él—Nunca me ha gustado este tipo de arte minimalista, pero es así porque al ser tan franco y efímero está reflejando la sociedad en la que vivimos hoy en día, en donde queremos la información de manera inmediata para poder compartirla. O en donde un solo maldito mensaje de texto es tan sencillo de enviar pero nos cuesta tanto hacerlo.

Murmuró lo último en voz baja.

Cuando busqué a la dueña de esa voz me encontré con Alya a mi lado. Sonaba molesta, pero no sé si era conmigo.

—Hola, Ali —la saludé con un beso en la mejilla y me devolvió el saludo antes de saludar de igual forma a Carlos—. ¿Qué pasó? ¿Te ofendí con mi ignorancia?

Tuve que comprobar por un momento que la obra que acabamos de ver no era suya y me vi un poco aliviada al leer que no.

Suspiró al parecer dándose cuenta de que se descargó un poco con nosotros—No, perdónenme. Me alegra verlos por aquí... ¿Por casualidad no vinieron con Lando?

Se escuchó por un momento esperanzada, e intercambiando miradas con Carlos podía notar que ninguno tenía ganas de ser el que le diera la noticia.

—No... No he hablado con él desde que me fui de Londres —admití también empezando a buscarlo con la mirada—. ¿Por qué? ¿Aún no llega?

—No, aún no... —no me miraba a los ojos.

—¿Trataste de llamarlo? —quería ayudar, pero parecía tan solo hacerle las preguntas más obvias.

—Sí, pero no contesta. Me envía directo al buzón de mensajes... —se abrazó a sí misma.

Alya se veía hermosa. Brillaba a su propia manera y iluminaba media habitación con su vestido amarillo y su rostro radiante en lo que se notaba que era una noche importante para ella.

Lando me había hablado sin parar de esta exhibición la semana que estuvimos en el simulador de McLaren. De lo mucho que se había esforzado Ali con sus piezas, lo orgulloso que estaba de ella y lo importante que sería esta exhibición para garantizar su futuro como artista.

Así que escuchar que el duende todavía no estaba aquí en serio me caía como toda una sorpresa.

Carlos empezó a llamarlo por su teléfono, pero poco después fue enviado al buzón de mensajes también.

—Bueno, todavía no está, pero no dejes que eso opaque tu noche, ¿sí? Estoy segura de que llegará —le aseguré, porque si Lando seguía siendo ese amigo al que conocía desde Fórmula 2, no había forma en el mundo que se perdiera de este evento.

—Sí, debe estar en el metro y ahí hay mala señal —me siguió Carlos.

Alya asintió—Eso espero... Gracias.

Poco después unos de sus amigos la empezaron a llamar para hablar con ella, por lo que se despidió de nosotros y seguimos caminando por la exhibición.

—¿Si crees que llegue? —pregunté deteniéndome enfrente de uno de los cuadros de Alya.

Mirando alrededor de la habitación, podía decir que los de Alya eran los que más me gustaban. No sabía mucho de arte, pero sí que entendía el básico concepto humano de que comemos con los ojos.

Y desde la técnica, hasta los colores, a la pintura que parecía comprender, me gustaba.

Era una pareja a punto de besarse y entre sus rostros habían rayones, como expresando tumulto entre ellos o el cómo con ese beso sus vidas quedarían entrelazadas, desde sus culturas, a sus costumbres, sueños, secretos... Una parte de ellos se la llevaría el otro para siempre.

—Más le vale al cabrón, o no quisiera estar en su lugar cuando Alya lo vea —Carlos me dio un apretón en la mano observando también la pintura con atención.

Nos quedamos en silencio, cada uno en sus propios pensamientos.

—Es una gran artista, ¿no?

Carlos asintió—Me gusta su estilo.

—A mí igual.

Sus obras creo que no necesitaban mucha explicación o trasfondo, las comprendías con tan solo mirarlas, o eso pensaba yo.

Entre sus pinturas había una chica que se abrazaba a sí misma, una chica encogiéndose ante varios ojos externos que la miraban, y otra en la que parecía dividirse en dos. La chica en todos los cuadros parecía tener aspectos similares a los otros, por lo que parecía haber una continuidad en la historia.

—¿Crees que se enoje si compro alguno? —pregunté cuando comenzamos a alejarnos hacia otras pinturas.

—No creo. ¿Quieres hacerlo?

—Sí, aunque no sé ni dónde lo colgaría —sonreí y Carlos me miró confundido.

—Tu apartamento en Mónaco —respondió con tono obvio.

—No quiero colgarle nada —avancé tomada de su mano.

Carlos se detuvo y me miró tratando de comprenderme—¿Por qué no?

No sabía si me sentía lista para decir la respuesta en voz alta.

—Porque no sé usar las herramientas —me inventé.

—Yo te puedo ayudar.

—No, luego te clavarías un clavo en el dedo y tendría yo la culpa. Olvídalo.

—Que poca fé me tienes —habló con sarcasmo—. Pero en serio, sí puedo hacerlo.

—Okay, puedes, pero yo no quiero —terminé admitiendo.

—¿En serio me crees tan inútil? —alzó una ceja.

Y con ese comentario me di cuenta que no podía continuar con mi teatro, por lo que suspiré—No. No te creo inútil, mi amor. Solo que... me gusta tener el departamento en blanco. Con todo empacado. Listo para que...

—¿...Si en cualquier momento te echan de tu casa te puedas llevar tus cosas? —completó Carlos mi hilo de pensamiento y lo miré algo anonadada de que me leyera tan bien. Como si fuera transparente. Me atrajo hacia él con una mano en la cintura y la otra acunando mi mejilla de forma delicada—. Nadie te va a echar de tu departamento.

Me habló como si tuviera todas las respuestas.

—¿Eso cómo lo sabes? —conecté su mirada achocolatada con la mía.

—Porque ya no tienes dieciocho y ni una moneda a tu nombre, hermosa... —acarició mi mejilla con su pulgar mirándome con ternura—. Eres independiente, y no necesitas ni de mí ni de nadie para seguir adelante. Ese apartamento es tuyo. Está a tu nombre. Tú lo pagaste. Y a menos que decidas venderlo lo veo difícil que te lo quiten.

—¿Y si no me renuevan y me tengo que mudar?

En ese momento pude ver el rostro de Carlos llenarse de determinación.

—Haremos que te renueven, ¿sí? —dejó un beso en mi frente y me sentí tan confortada por el gesto que no reparé en el querer tener un beso que cumpliera con todo el significado de la palabra.

La verdad no había mucho que hacer en una exhibición de arte más que observar, pero ni Carlos ni yo queríamos irnos hasta que cerrara o Lando llegara. Una de dos.

Como ninguna se había cumplido decidí comenzar un juego—Se me ocurrió algo para entretenernos.

Carlos me observó intrigado—Pues dilo.

—Okay, juguemos a ser el artista. Tienes que elegir una pintura, ponerle un nombre y decirme por qué la hiciste —me inventé las reglas.

—Vale —asintió—. ¿Empiezas tú o empiezo yo?

—Tú.

Él se relamió los labios y analizó la habitación con la mirada—Bien. Elijo esa —señaló una pintura abstracta que no se entendía muy bien qué era—. Se llama "Resaca".

Quise reír—¿Resaca? ¿Por qué el nombre?

—Porque lo hice un lunes por la mañana luego de un podio y traía una tremenda resaca del Domingo, pero necesitaba terminar. Así que si te concentras bien, puedes ver que las luces parpadeantes representan las migrañas y los intentos fallidos de recordar cómo llegué a casa —habló con tanta seguridad que casi le creí.

—¿Y la hiciste por...?

—Para representar el consumo de alcohol en nuestra sociedad y los efectos en el cuerpo y la mente —asintió. Creería que el entrenamiento de medios lo ayudaba a improvisar tan bien.

—Te la compro —sonreí buscando una para mí—. Esa la hice yo —señalé una escultura de metal torcido.

—¿Ah, sí? Cuéntame un poco —entrelazó sus manos por detrás de su espalda y se inclinó hacia mí fingiendo interés—. ¿Cómo se llama?

—Se llama "Caos matutino", la hice entre varias noches de desvelo tratando de lidiar con el estrés de la mañana —no sé porqué me dio por imitar un acento francés—. Las curvas representan mis intentos desesperados de encontrar mi taza de café, y las piezas torcidas son como mi cordura escapándose poco a poco.

Él asintió, siguiéndome el juego—¿Y la hiciste para...?

—Para capturar la esencia del caos cotidiano y la lucha interna que todos enfrentamos cada mañana.

Nos miramos y sonreímos, disfrutando del juego—¿Qué tal si la próxima la creamos ambos?

—Pero busquemos una buena —buscamos por la habitación hasta llegar a la más colorida donde parecimos llegar a un entendimiento mutuo que esa sería—. Esa.

—Creo que se llamará... "Fiesta de año Nuevo"

Asentí continuando con mi acento—Me gusta. Los salpicaduras de pintura representan los fuegos artificiales y la calidez de compartir con tus seres queridos.

—Oui oui —me siguió Carlos y reímos.

—¿Qué tal si los cambios de color reflejan los distintos estados de ánimo a lo largo de la noche?

—Y los más oscuros al fondo son como los recuerdos borrosos del final de la fiesta —estiró su mano en el aire para enfatizar su punto.

—¿Y por qué la hicimos? —ambos entrecerramos los ojos hacia la pintura pensando que si lo hacíamos por suficiente tiempo nos revelaría todas las respuestas.

—Para capturar la dualidad entre el año viejo y el inicio del nuevo —Si no fuera un juego, Carlos me tendría convencida de que era un artista.

Mientras seguíamos jugando nos empezaron a ofrecer una copa de vino tras otra, lo que llevó a que los nombres se volvieran cada vez más ridículos al punto que uno se llamó "Pie Grande" y el otro "El pitufo".

Creería que ambos estábamos bordeando la línea de la embriaguez, pero no nos importaba. Nos divertíamos riéndonos como dos adolescentes rebeldes mientras otras personas nos mandaban a callar con sus "Shh" y miradas juzgándonos.

Yo me sentía satisfecha con haber comprado la pintura de Alya de la pareja. No sabía dónde la pondría, pero me gustaba ser la que la tuviera.

La exhibición había culminado y empezaron a mandarnos a salir. Bajo el techo de la salida observábamos la lluvia caer en la oscura calle apenas iluminada por unos faroles mientras esperábamos a Alya abrazados bajo la chaqueta de Carlos para protegernos del frío.

—Hey —nos llamó en voz baja cuando por fin salió colocándose su chaqueta. Algo había cambiado en su mirada, pero no sabría decir el qué—. ¿Qué hacen aquí?

—Te estábamos esperando —dije tratando de descifrar su expresión, lo que era difícil de hacer—. Por si querías que te acompañemos a tu hotel.

Ella negó con la cabeza—No, gracias por la oferta, pero me voy con Marco —señaló a sus espaldas a un chico que la esperaba, quien nos saludó con la mano.

—¿Segura?

—Sí, tranquilos. Estaré bien. Ustedes sigan disfrutando de su noche, tórtolos —nos ofreció una pequeña sonrisa.

—Avisa cuando llegues a tu hotel —le advertí y ella asintió antes de bajar las escaleras junto a su acompañante.

Cuando Carlos y yo nos quedamos solos no pude evitar comentar—De verdad Lando no vino.

—Algo debió habérsele presentado —intentó excusarlo.

—¿Para no venir a la exhibición de su mejor amiga? —arqueé una ceja—. Espero que tenga una muy buena excusa.

Carlos no pudo evitar asentir a mi lado—¿Lista para irnos? Tendremos que correr al metro si no queremos mojarnos.

—Y... ¿Qué tal si nos mojamos? —lo miré y sonreí con una idea muy clara en mi mente.

Mejor dicho, una fantasía que quería cumplir con él.

—¿Y resfriarnos? No suena a una gran idea.

—¿No? —dejé de abrazarlo y retrocedí hasta el final de donde me protegía el techo, con las gotas de lluvia salpicando mis botas—. ¿Ni para cumplirle una fantasía a tu novia?

Él solo me observó—¿Y cuál sería esa fantasía?

—¿Bailas? —le ofrecí mi mano con una sonrisa en mi rostro.

—¿Aquí? ¿Ahora? —alzó ambas cejas.

—Sí, no creo encontrar un mejor momento, ¿y tú?

Carlos me miró por un instante, luego sonrió travieso—Siempre supe que en el fondo eras una romántica incurable —dijo, tomando mi mano y guiándome hacia la lluvia. No pude evitar reír.

Nos adentramos en la tormenta, y las gotas nos empaparon al instante. Él me rodeó con sus brazos, comenzando a moverse lentamente, guiándome en un baile improvisado bajo la lluvia.

—¿Alguna vez habías hecho esto antes? —Pregunté, apoyando mi cabeza en su hombro.

—No, pero me alegra que la primera vez sea contigo —respondió suavemente, su voz apenas audible sobre el sonido de la lluvia.

Nos movimos juntos, girando y riendo, sintiendo la libertad y la magia del momento.

Como pareciendo leer mi mente, nos miramos a los ojos, sin necesidad de palabras. La conexión entre nosotros lo decía todo.

Y seguido de eso la mirada de Carlos bajó a mis labios.

No recordaba sentirme tan viva nunca.

Su beso era electrizante.

En ese instante, todo lo demás desapareció. Solo existíamos nosotros dos, envueltos en el sonido de la lluvia y el ritmo de nuestros corazones.

Era como recibir una carga eléctrica que me recorría entera, desde la cabeza hasta la punta de los pies.

Solo recordaba la sensación de ser insaciable. De querer más de él. De sus manos fuertes apretándome. De sus dedos en mi cabello. De sentir que me iba a caer si no me continuaba sosteniendo. De la textura de su chaqueta de cuero contra mi piel. De las gotas de lluvia cayendo sobre nuestras mejillas.

No quería que nunca acabara. Dejar de sentir sus labios con los míos. Se podría acabar el mundo y solo pediría estar aquí. Junto a él. En este apasionado beso.

—Gracias... —murmuré cuando nos separamos buscando el oxígeno que nos arrebatamos mutuamente.

—¿Por qué? Si tú también eres mi fantasía... —besó mi mejilla con suavidad y me atrajo más hacia él, siguiendo este baile improvisado que recordaría para siempre.

Bailamos hasta que la tormenta comenzó a amainar, disfrutando cada segundo de nuestra danza bajo la lluvia. En ese instante, bailando con él, supe que no importaba lo que viniera después.

Estábamos juntos, y eso lo hacía todo perfecto.





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CAPÍTULO SIN EDITAR

N/A: Como algunas sabrán me encontraba en examenes hasta la semana pasada. Quienes no saben es porque no se mantienen informadas en mi página de Instagram así que vayan a seguirme @vals.keeper

Fueron semanas bien estresantes, no mentiré.

Aparte de eso, estoy reescribiendo algunos capítulos de la historia como anuncié en mi tablero y por Instagram. Por lo que el capítulo 8 y 9 todavía no están editados, pero el 3 y 4 sí. No es un error de wattpad, chicas, esos caps los mandé a borradores, y si los 3 y 4 no le salen o está la vieja versión tienen que volver a iniciar sesión o reinstalar wattpad porque puede ser un problema con su cache.

Las extrañé como no tienen idea :(, pero tengo una vida algo demandante en estos momentos, estoy estudiando y trabajando internamente en mi U, buscando pasantías de trabajo para el próximo semestre, y no puedo estar atada a la computadora. Mis conocidos me advirtieron de no tomar dos materias prácticas este semestre, pero siendo muy Adora de mi parte no hice caso y ahora estoy al borde de perder la cordura jaja.

Wattpad es algo que hago gratuitamente y lamentablemente ya me falta menos para graduarme y tengo que empezar a pensar a futuro lo qué haré con mi vida laboral.

Quisiera prometer de nuevo subir semanal, y siempre lo tengo en mente, pero las circunstancias cambian y por los momentos ando con full proyectos y el semestre está muy fuerte.

No quedará abandonada, seguiré actualizando, solo que no sé qué tan seguido, capaz dos a tres veces al mes por ahora, pero no quiero prometer algo que no sé en estos momentos si pueda cumplir.

A mediados de agosto termino el semestre y estoy contando con que el siguiente va a ser mucho menos pesado que este (espero).

Si quieren estar pendientes por posibles nuevos caps vayan a seguirme a Instagram donde siempre estoy anunciando cosas.

No se olviden de votar y comentar,

Se despide por ahora,

Val

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