33 | Punto y coma
𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫
AL REGRESAR DEL AEROPUERTO mi primer instinto fue ir corriendo a mi habitación de hotel, pero algo me detuvo.
—¿Segura que estás bien? —pregunté con cautela mirando a mi hermana de reojo.
—Lo estaré —asintió abrazándose a mí misma—. No es como si se hubiera muerto o algo, solo... ya no escucharé sus patitas corriendo por la casa —hizo una mueca de tristeza.
—Siempre lo vas a poder visitar —traté de animarla, tarea que se me hacía difícil porque la pobre se veía desolada.
—Sí...
Presioné el botón para subir a nuestro piso—¿Quieres que me quede contigo un rato?
A pesar de que pregunté y lo haría sin dudarlo si la respuesta era "sí", me picaban los dedos por ir con Carlos. No pude evitar recriminarme por dentro el estar pensando en tales cosas cuando mi hermana me necesitaba, pero... en estos momentos necesitaba al español de la misma forma que al oxígeno.
—No. Sin ofender, pero creo que ambas hemos tenido suficiente de la familia por un rato —suspiró—. Quiero estar sola.
—¿Eso se dice cuando planeas abandonarme por Danny? —alcé una ceja en su dirección trayendo un poco de humor a la situación.
—No planeo eso —negó de inmediato, y cuando hice gesto de no creerle añadió:—En serio, aparte que estoy molesta con él.
—¿Por? —parpadeé confundida.
—Porque se entrometió en algo que no debía —musitó con molestia.
—Suena a Danny —asentí sin esperar menos del piloto.
—Es que... —se debatió si decirme por unos instantes antes de decir—. ¡Agh! ¿puedes creer que salió a beber con papá? —resopló irritada mientras se apartaba un cabello del rostro.
Y juraría que si estuviera bebiendo agua se la habría escupido en la cara—¡¿Qué?!
—¡Sí! ¡Exacto! Esa fue mi misma reacción —me señaló, y el ascensor llegó a nuestro piso.
Yo sin embargo seguí cada paso de Lele con una intriga que me carcomía por dentro.
—Pero ¿Cómo? ¿Y cómo te enteraste?
—El mismo Danny me lo fue a decir como si le debería dar una medalla después —rodó los ojos.
—¿Y papá lo conocía? ¿O cómo fue eso? No entiendo.
—Papá lo conoció en uno de esos desayunos a los que no fuiste —sentí como si me recriminaba—. Y se molestó bastante.
—¿Qué tanto es bastante? —pregunté confundida.
Porque ¿A quién no le caería bien Danny?
—Bastante a nivel de que ignoró a Danny, nos apartó y me hizo todo un interrogatorio.
Hice una mueca. Al parecer no era la única a la que la presencia de papá le había resultado un problema.
—Pero ¿Por qué? No es como si Danny fuera desagradable de conocer —dije extrañada.
—Pues al parecer para él sí —se notaba su estrés en cada movimiento que hacía—. No sé, dijo cosas como que no debería estar saliendo con un piloto porque no son hombres comprometidos, se pasean por todo el mundo eligiendo nuevas mujeres y debía respetarme a mí misma más que eso.
Nos detuvimos frente a la puerta de su habitación—¿Y qué le dijiste?
Estaba tan ansiosa por escuchar como Lele se defendió de los comentarios de mi padre que no esperaba lo que siguió:—Que tenía razón.
Mis cejas casi tocaron la línea de mi cabello debido a la impresión—¿Ah?
—La tiene —buscó sus llaves en su bolso—. Y en parte es mi culpa que seguí aún cuando sabía que no era nada serio. Sin compromiso, dijimos —rió con ironía—. Pero no sabía qué tan real era eso hasta recientemente y... a veces creo que ni él sabe lo que quiere.
Me miró directo a los ojos.
—Y lo peor de todo eso es que yo sí. Siempre he sabido lo que quería e igual decidí ignorarlo y jugar a ser la que no quería una relación. Una familia. Hijos.
—No estoy entendiendo nada —murmuré con sinceridad.
Lele abrió la puerta de la habitación, pero no me invitó a pasar, optando por conversar desde el marco de su entrada.
—Algún día te contaré todo. Por ahora lo relevante es que papá odia a Danny porque es piloto, y porque dijo y cito "Ni siquiera sabe español, Alejandra del Pilar. ¿Cómo esperas introducir a alguien a la familia con quien no podemos ni hablar?"
Por algún motivo apenas terminó de imitarlo nos miramos y nos reímos.
Tal vez es cierto eso que decían de "mis traumas, mis chistes".
Era extraño, pero con una conversación tan corta ya sentía como si viera a Lele de forma diferente.
Ella siempre había sido la primogénita perfecta. Sin causar problemas, siguiendo lo que le decían y en general siendo la persona menos egoísta que conocía. Solo sabía velar por el bienestar de los demás por encima del suyo.
Y ver que esa barrera "perfecta" se rompía un poco, y el que también tenía conflictos con nuestro padre supongo que me hizo abrir un poco los ojos en que éramos la misma persona en tonalidades distintas.
Solo que no me había dado cuenta.
—¿Todos estos años y todavía no habla inglés? —no pude evitar burlarme de nuestro padre.
—Ajá. ¿Acaso te sorprende viniendo de él?
—La verdad no —admití.
—Y entonces la culpa la tengo yo porque después de más de diez años en el bendito país no sepa hablar el idioma —negó con la cabeza.
—Es que dice que en Miami no es necesario porque todos hablan español —me encogí de hombros.
—Mentira no es, pero... —carraspeó evitando mi mirada— a veces me gustaría que de verdad lo intentara.
Alcé las cejas—¿Aprender a hablar inglés? No creo que veamos eso ni en su próxima vida.
—No, intentar ser mejor padre... —ladeó la cabeza pensando cuidadosamente sus siguientes palabras—: Me gustaría ver que lo intentara, ¿sabes? Que no solo diga intentarlo sin hacerlo sino que se empeñe y en realidad nos demuestre que puede cambiar, porque no solo les hizo daño a mamá y a ti... nos hizo daño a todos y no se ve arrepentido por eso.
Yo parpadeé sin saber qué decir por unos minutos. Era difícil que Lele se abriera con los demás, incluyéndome. Por lo que esta conversación profunda de la nada me dejó helada.
—Supongo que pido mucho, ¿no? —Lele suspiró empezando a cerrar su puerta—. Olvídalo. Mejor descansa, viene una semana fuerte de entrenamiento.
Antes de que terminara de cerrar la puerta la detuve algo dudosa—Mira... si algo aprendí esta semana es que no siempre las personas harán lo que queremos que hagan. Creo que todos querríamos que papá fuera el tipo de padre que te apoya en todo, pero ese no es él... y nos toca aceptarlo.
Suspiré y me crucé de brazos—Yo por una ya no quiero pasar ni un segundo más de mi tiempo pensando en el padre que era o que pudo haber sido para mí en estos tiempos. Así que si aceptas consejos de tu hermana menor: Deja ir la imagen de lo que quieres que él sea por tu propio bien. Y quién sabe, tal vez nos termine sorprendiendo en el futuro, pero ¿por ahora? Aceptemos que no está ni cerca de ser el padre que quisiéramos.
Lele me miró por unos cuantos segundos antes de que una sonrisa orgullosa adornara su rostro—¿Desde cuando mi hermanita se volvió en una persona sabia?
Rodé los ojos fingiendo irritación ante su tono de mamá pato orgullosa.
—¡Siempre he sido sabia! Solo que tú te niegas a escucharme.
—Es que es demasiado raro escuchar algo inteligente salir de tu boca —No tuve ni tiempo de defenderme cuando me tocó la frente—. No, no tienes fiebre. ¿Tomaste? A ver, sóplame en la cara.
Apenas se acercó a mí aparté su rostro con mi mano—Ja, chistosisimo —solté con sarcasmo, pero ella no se alejó por completo, en cambio trató de rodearme con sus brazos mientras yo me alejaba hasta que finalmente me aprisionó en un abrazo rompe huesos.
Malditos tacones que la volvían mucho más alta que yo.
—Aléjate, malparida, ya me arrepentí —me quejé, y no me soltó.
Nunca me soltaría ella primero.
Sentía que ella necesitaba ese abrazo mucho más que yo, por lo que me resigné a quedarme quieta cuando no hizo gesto de apartarse.
—Sabes que estoy orgullosa de ti, ¿no? —dijo sorprendiéndome.
—¿De qué? Sí choqué esta semana y casi me muero —resalté lo obvio.
¿Tacto? No, no había oído hablar de eso.
—No hablo de esa parte, sé que te recuperarás, pero estoy orgullosa de cómo manejaste todo con nuestros hermanos y mamá. Sé que no fue fácil para ti poner de lado tus rencores hacia papá para tratar de aconsejar de la mejor manera que podías y escuchar a los demás.
En ese momento no me di cuenta que había dejado caer mi cabeza en su hombro y que le correspondía el abrazo en silencio.
—Solo trato de seguir de cerca el ejemplo que tú me das... —susurré antes de separarme lentamente y apreciar de cerca sus ojos vidriosos.
—Hago lo mejor que puedo —suspiró con una pequeña sonrisa.
—Lo sé, y no te lo digo seguido, pero aprecio demasiado lo que haces por mí y por todos.
Lo dije con la mayor sinceridad que me era posible.
—Gracias, Ada... Ahora mejor vete antes de que me ponga a llorar como una bebé y te eche la culpa —reímos mientras ella retrocedía hacia su habitación.
—¿Te veo mañana?
—A las 8 am en el lobby —me sonrió y me di la vuelta hacia el ascensor escuchando la puerta cerrarse a mis espaldas.
[...]
Iba corriendo por los pasillos como una niña pequeña, pero no me importaba.
Después de una semana de sentimientos negativos, un ambiente pesado, una pelea con un padre tóxico y mi accidente, estaba más que lista para pasar la página.
Y creía tener la solución perfecta a todos mis problemas.
Llegué a la puerta, y con las manos casi temblando de anticipación busqué la llave en los bolsillos de mi pantalón.
Vamos, vamos...
Apenas la encontré y logré desbloquear la puerta, la cerré a mis espaldas y me retiré mi chaqueta mientras avanzaba por el pasillo rogando internamente que el español estuviera despierto.
Al llegar a la cama me topé con la grata sorpresa de que lo estaba. Veía una película acostado en la cama, aunque apenas me vio llegar perdió todo el interés de repente.
Dejé mi chaqueta en la silla más cercana y me saqué los zapatos, arrojándolos lo más lejos posible.
—Pero si es mi hermosa novia —sonrió enderezándose contra el respaldo de la cama—. ¿Vienes a darme un besito de las buenas noches?
Yo imité su sonrisa bajando mi mirada por su torso desnudo—Bueno, venía por un besito y tal vez por otras cosas más... —Sentí su mirada clavada en mí en el segundo en que mis manos se dirigieron al borde de mi camisa, subiéndola de forma tortuosamente lenta por mi torso hasta que la saqué por encima de mi cabeza y la arrojé por algún lugar de la habitación.
En ese momento la vista de Carlos quedó fija en mi nueva pieza de lencería revelada: un sostén negro con encaje.
Vi sus pupilas dilatadas desde su posición. Todo su cuerpo se encontraba tenso y alerta, como si estuviera listo para atacar en cualquier momento. Podía escuchar su respiración pesada y todavía ni lo había tocado.
Avancé hasta llegar al borde de la cama y me aparté el cabello hacia un lado para luego hacer el gesto de desabrocharme el sostén mirándolo por debajo de mis pestañas—¿Tendré que hacer todo esto sola o piensas colaborar?
Coqueteé sin despegar mi mirada de la suya.
No tuve que esperar mucho para que escuchara mis plegarias, pues antes de que pudiera reaccionar por completo ya tenía al español sentado al borde de la cama y atrayéndome por la trabilla del pantalón para luego juntar nuestros labios en un beso apasionado que calló mi boca burlona.
No era igual de desesperado que besos anteriores, pero por algún motivo en ese momento me gustó más.
Podía saborear mejor la destreza en los labios del español, sus suspiros ahogados contra mi boca, la forma en que se tomaba su tiempo para memorizar la melodía que sonaba en el fondo cada vez que nuestros labios se juntaban.
No era apresurado, y no creía que debía serlo. Teníamos todo el tiempo del mundo para adorarnos con nuestros cuerpos toda la noche.
Trazó mi labio con lentitud antes de atraerme más hacia él, sus manos me mantuvieron prisionera contra su cuerpo, aunque no escucharía una objeción de mi parte.
Me besó lento, con una suavidad arrolladora que hizo que el mundo pasara a un segundo plano. Como si estuviéramos en medio de un túnel del tiempo donde nada de lo que sucedía a nuestro alrededor realmente importaba.
Sostuve su rostro entre mis manos y tracé con delicadeza la línea de su mandíbula escuchando como aguantaba la respiración por un momento antes de que mis dedos se deslizaran entre su cabellera.
Se separó de mí apenas unos centímetros antes de susurrar con diversión contra mis labios un—: Increíble como hasta para obtener mi recompensa me haces trabajar.
No pude evitar reír sintiendo como sonreía observándome como si acabara de descubrir algo que yo desconocía.
—Las cosas buenas llegan a quienes esperan, Sainz —susurré a la oscuridad de nuestro cuarto de hotel antes de robarle otro beso.
—Mm, en ese caso qué mal que contigo soy impaciente, Torres —sin aviso alguno nos dejó caer en la cama, y tomé ventaja de la oportunidad que me daba para poder sentarme a horcajadas sobre él.
Cuando me acerqué a seguirlo besando mi cabello cayó como una cortina en ambos lados, excluyéndonos del mundo externo por tan solo unos segundos—Creo que ya te hice esperar lo suficiente —mentí antes de besar ambas mejillas con lentitud. Mis besos bajaron por su mandíbula y su musculoso cuello tomándome mi dulce tiempo contra su cálida piel, sintiendo como se removía de anticipación debajo de mí por cada bonito chupetón que le dejaba.
—Torres... —advirtió con voz ronca, pero no lo escuché. O lo hice y pretendí no hacerlo, embriagada con el olor de su colonia y lo poderosa que me hacían sentir sus manos sosteniendo mis caderas con fuerza, tratando de retenerse a sí mismo de tomar el mando—. Deja de jugar o juro por Dios que...
—¿Qué? —alcé una ceja sonriendo divertida, pero no duró mucho la diversión, porque sin previo aviso Carlos nos hizo dar la vuelta y solté un siseo de dolor que frenó cualquier intento de volver a besarme.
Joder.
—¡Dios! ¿Estás bien? ¿Me pasé de brusco? —me miró preocupado tratando de buscar respuestas, pero tan solo negué con la cabeza y traté de ignorar el dolor físico que sentía para atraerlo hacia mí. El español sin embargo no cedió—. ¿Qué fue eso, Adora?
—Nada, nada. Sigamos —insistí. La mirada de Carlos era seria—. En serio, solo me sorprendiste.
Él negó con la cabeza poniendo un poco de distancia entre nosotros, que era de las últimas cosas que yo quería, mientras su rostro se iluminó con reconocimiento de repente—¿Sigues adolorida del accidente?
—No —alzó una ceja en mi dirección, dudando de mí—. Carlos, por Dios, sí conozco mis límites. Solo ven.
Supliqué por un escape. Porque me llevara a tocar el cielo otra vez y no tuviera que pensar en nada de lo malo. No quería procesar esta semana, no quería dejar que me atormentara, pero parecía que esta pesadilla nos iba a perseguir siquiera por otro rato sin importar qué tan rápido corriera de ella.
—No, la realidad es que no lo haces, Adora —suspiró levantándose de la cama antes de buscarme una de sus camisetas y no sabía si para su propio beneficio o no, pero la deslizó por mi cuerpo tapando todas las partes de mi cuerpo que había dejado descubierto.
—Vamos, galán, se supone que es la última noche juntos antes de que te vayas a Maranello y yo a Londres —me acerqué a acurrucarme en su pecho desnudo apenas se volvió a acostar y a batirle mis pestañas esperando obtener lo que quería—. Tenemos que aprovechar... —deslicé mi uña con inocencia por su torso hasta bajar a sus abdominales, escuchando como su respiración se entrecortaba antes de que me detuviera sosteniendo mi muñeca y dirigiéndome una mirada severa.
—Cariño, no sabes las ganas que tengo de decirte que sí, pero no estás en condiciones y no quiero tener relaciones contigo si significa que va a retrasar tu recuperación y tendrás más dolor —hizo una mueca jugando con uno de mis mechones de cabello.
—No tengo taaanto así. Y quiero recompensarte. Déjame hacerlo... —dejé un pequeño beso en su pecho y lo escuché inhalar profundo. Había notado que esa acción, por muy inocente que sea, lo volvía loco. Y claro que debía tomar ventaja de ello.
—No me hagas esto —suplicó cerrando los ojos para evadir mi puchero suplicante.
—Carloooos. Vamos, sé que quieres. No me hagas rogarte.
—Por mucho que me guste esa propuesta, no puedo —suspiró conectando mi mirada con la suya—. Y no porque no quiera, porque créeme que quiero. Pero no así. No contigo adolorida y buscando sexo para olvidarte de tus problemas.
Quedé un poco boquiabierta—Yo no... yo no estoy... —traté de excusarme inútilmente. Sin embargo, quisiera o no, yo era un libro abierto para Carlos.
—Yo hacía lo mismo, Torres. Creo que sé reconocer cuando alguien más trata de usar mi método —me recordó con diversión.
—Pues te equivocas —solté con terquedad negando con la cabeza. Me volteé y le di la espalda dejando mi cabeza reposar en la almohada.
—No te enojes, mi amor —lo sentí rodearme con su brazo apegando mi espalda a su pecho y darme un beso en el hombro—. Solo quiero lo mejor para ambos. Estoy esforzándome aquí, por comunicar, por escuchar... solo háblame, por favor.
Me quedé un rato observando la pared sin saber ni qué decir.
Me sentía expuesta y vulnerable, y era un sentimiento que había estado evitando durante días. Pensé que tal vez lo podría esquivar por un tiempo estando en mi burbuja de amor con Carlos, pero por mucho que lo promocionan las películas; la realidad era que el amor no sanaba todas las heridas.
Quedaba solo en mí el poder sanarme a mí misma, y ese pensamiento me aterraba.
—¿Qué pasó con tu familia? —su voz me despertó a la realidad y largué un largo suspiro para armarme de valor.
Si él lo estaba intentando, lo mínimo que podía hacer era esforzarme igual.
—Mi mamá encontró pruebas de que mi papá le estaba siendo infiel... —susurré sin recibir respuesta. No sabía porqué, pero la oscuridad y el silencio me dieron la seguridad para seguir—. Y los niños estaban destrozados, Carlos, debiste verlos... Hasta Lele se veía afectada por todo esto y yo... yo no sabía qué hacer. Todos estaban tan rotos y... y desde el accidente siento que algo se rompió en mí igual. Puede que hasta fuera desde antes, pero ya no me siento la misma. Y fue demasiado duro tratar de ayudar y aconsejar a todos cuando tampoco me sentía bien e igual me tocaba continuar.
No lloré, tal vez porque me había quedado sin lágrimas después de estos días. Pero mi voz se escuchaba cansada, rendida... derrotada.
—Quería a mi mamá, y mi mamá me necesitaba a mí, así que me tocó ser fuerte por ella. Quería a mis hermanos, pero ellos no se podían apoyar en mamá tampoco así que lo hicieron en mí. Quería... apoyarme en Lele como suelo hacer, pero por primera vez ella necesitaba que yo fuera fuerte por ella y no podía ser tan egoísta como para no darle siquiera eso... —suspiré con pesar, y me volteé entre los brazos de Carlos para quedar frente a frente, solo que me aferré al consuelo que me daba y me oculté en la hendidura de su cuello—. Y me siento tan tonta.
—¿Por qué? —sentí como me acariciaba la espalda con lentitud y delicadeza.
—Por darle tanta importancia a todo. Es como si fuera una niña pequeña enterándose que sus papás se van a divorciar.
Apenas lo revelé en voz alta, me sentí un poco más aliviada. Me había dado cuenta que estar con Carlos me hacía sentir protegida, como si pusiera una armadura a mi alrededor.
Era como ese lugar seguro al que no podía esperar para refugiarme. Para que me sostuviera contra su cálido pecho y escuchara los latidos de su corazón mientras me rodeaba con sus fuertes brazos.
—No eres tonta. Solo... eres humana —me empezó a acariciar el cabello de una forma tan suave que hasta los ojos se me cerraban instintivamente—. Es tu familia y no puedes evitar preocuparte por ellos porque es el tipo de persona que eres, hermosa. Sin importar la relación con tu padre te preocupas por lo que pasará con los demás —dejó un beso en la coronilla de mi cabeza y me apretó más contra él—. Y es una de las cosas que más me gustan de ti...
Abrí un ojo y traté de ver la expresión en su rostro, pero ya había cerrado sus ojos y su expresión se encontraba pasiva.
—Perdón por... tratar de usarte como un escape —murmuré sin saber si me escucharía. Lo que recibí momentos después como respuesta fue un beso en la mejilla y un suspiro de satisfacción.
—Perdonada... aunque cabe aclarar que el solo tenerte aquí conmigo esta noche y no en una habitación de un hospital es suficiente recompensa para mí —susurró provocando que sonriera—. Y en otras circunstancias no me importaría ser tu escape... Cuantas veces quieras... —dejó pequeños e inocentes besos por mi cuello.
Reí por las cosquillas que me provocaba teniendo que obligarme a mí misma a apartarlo—Si sigues yo no podré decirte que no y te sentirás culpable después —le di un corto beso—. ¿Pero apenas me mejore? Perderás la cuenta de cuantas veces lo habremos hecho... —con eso dicho me volteé para darle la espalda y poder dormir lejos de la tentación que tenerlo cerca representaba.
—Contaré los días hasta que así sea, cariño —me rodeó con su brazo y lo sentí acomodarse a mis espaldas—. Descansa.
Suspiré sintiendo lo pesado del día arrullarme al mundo de los sueños—Descansa, Carlos...
[...]
La mañana siguiente pasó muy ajetreada. Entre empacar, desayunar, firmar autógrafos, tomarse fotos con fans que nos topamos en el hotel e irnos al aeropuerto.
Lando y yo nos iríamos en el mismo vuelo mientras que Charles y Carlos se irían juntos en otro. Esta semana estaría dedicada a supervisar las actualizaciones del carro y usar el simulador de McLaren.
Todavía quedaba mucha competencia por delante y estaba segura de que si me enfocaba lo suficiente podría obtener buenos resultados de nuevo.
Quería revivir mi victoria en Mónaco o Miami tantas veces como me sea posible esta temporada. Y para eso debía poner de lado momentáneamente mis sentimientos por el español y dar todo de mí en la pista.
Cuando llegó el momento de la despedida Carlos me abrazó tan fuerte que mis pies no tocaron el piso por varios segundos.
Yo desearía poder llevármelo en el bolsillo a todas partes, pero la realidad era otra, y era que trabajábamos para equipos rivales y si queríamos mantener nuestros trabajos debíamos seguir produciendo buenos resultados.
El español juntó nuestras frentes antes de mirarme con esos ojos de vaca que había aprendido a adorar—Cuídate, ¿sí? Me llamas apenas llegues.
—No me he ido y ya me extrañas —dije burlona, pero él no lo negó.
En cambio me besó con fuerza hasta dejarme la cabeza tan nublada que se me olvidó hasta donde estaba parada.
—Ya te extraño —afirmó sin dificultades al separarse mientras recuperaba el aliento—. Pero tendremos una semana para disfrutar los dos antes de la siguiente carrera.
—¿Y qué se te ocurre? —ladeé la cabeza.
—¡Carlos, vamos! —gritó Rupert a la distancia. Caco lo seguía de cerca con su maleta en mano.
Se rascó el cuello ignorando los llamados de su entrenador y primo—Pues Lando nos invitó a ese evento de la exhibición de arte de Alya en España... pensé que podíamos ir.
Asentí algo entusiasmada. No era una fanática del arte, pero sí quería apoyar a mi amiga y aprovechar unas pequeñas vacaciones con Carlos—También tenemos que hacer la sesión de fotos en Mónaco, ¿no?
Él pareció acordarse de repente chasqueando los dedos—¡Cierto! ¿Entonces Mónaco y Madrid?
—Tú dime fecha y hora y ahí estaré —le guiñé el ojo y me sonrió antes de darme otro corto beso.
—Hecho. Me voy antes de que nos dejen sin primogénitos —y antes de que pudiera reaccionar a lo que había dicho se fue corriendo a alcanzar a Rupert y Caco.
Me quedé pensando en lo que dijo por varios segundos—...¡¿Primogénitos?!
▌│█║▌║▌║ —— ║▌║▌║█│▌
N/A: ¡Hola a lectoras viejas y nuevas!
Nos encontramos súper cerca de la meta de 1k seguidores en Instagram y de 40k votos en la historia así que por favor no se olviden de seguir votando 🙏🏼
Me morí y reviví con Carlos este cap, lástima que esta versión solo exista en mi mente y no tenga uno real para consolarme 😩
Estoy muy emocionada por las cosas que se vienen en el siguiente capítulo porque llevan una eternidad planeadas en mi calendario y ya quiero ver tomar forma a mis ideas jsjsjs
Algunas sabrán y otras no, pero me he comprometido a actualizar los Domingos a las 8pm hora de Ecuador, la excepción siendo la semana pasada por el día de la madre.
En otras noticias, me falta mencionar en mi pequeño periódico de anuncios (así me gusta tratar las notas de autor) que he decidido cancelar indefinidamente la cajita de preguntas en Instagram por falta de participación. Sé que a muchas les gustaba leerlas, pero ha bajado la participación tan drásticamente que no vale la pena. Si llega a haber un interés en el futuro por retomarla lo consideraré.
Mientras tanto no se olviden de seguirme en Instagram en @vals.keeper para ver dinámicas del libro, adelantos y anuncios.
La noche de hoy elegiremos nuestra nueva dinámica.
No se olviden de comentar y votar,
Las quiero mucho,
Se despide,
Val.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top