32 | Las joyas de la familia
N/A: Este cap probablemente sea editado porque me desvelé escribiendo, pero disfruten <3
𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫
HABÍAN PASADO UNOS DÍAS y por fin me dieron de alta del hospital, y menos mal, porque un par de días más y me volvería loca postrada en mi camilla sin poder hacer mayor esfuerzo.
Un rato después de que se fueron los chicos de mi habitación llegaron Seb y Lewis a visitarme. Por ellos fue que me enteré de la penalización de Carlos por ir a ver mi estado luego del accidente.
Decir que mi corazón casi se me sale del pecho sería decir poco. Me gustaba saber que se preocupaba por mí, aunque con sus acciones lo había dejado más que claro. Nada dice "Estoy loco por ti, Torres" como el arriesgar tu propia carrera para asegurarte de que tú novia esté bien.
No pude haber pedido mejor declaración de amor ni aunque lo intentara.
Saltaría al fuego por mí al igual que yo estaba consciente de que lo haría mil veces por él.
Y era terriblemente irónico, porque por estos mismos tiempos el año pasado no podía esperar para hundirlo y que se arrepintiera de hacerme daño.
Y en cambio en estos momentos sentía que hacerle daño me heriría más a mí de lo que lo haría a él.
Desde que salí del hospital me había estado tratando como una muñequita de cristal que se rompería si hiciera un movimiento en falso y aunque lo apreciaba, lo detestaba al mismo tiempo.
Así había sido tratada durante toda mi estancia en el hospital y en realidad que no me consideraba tan frágil como me querían hacer ver.
Yo era independiente. Había tenido que aprender a serlo a corta edad al ser la hermana del medio, pues mis problemas no eran tan importantes como el qué estudiaría Alejandra en la universidad o el problema de aprendizaje de mi hermano menor.
Por lo que me tocó resolver sola por varios años y me acostumbré a eso, pues era la persona más confiable que conocía. Ya que si no podía ni confiar en mí misma: ¿En quién sí?
Me sentí mucho más tranquila cuando pisamos el hotel de nuevo. Como si por fin las piezas volvieran a encajar en su lugar y todo fuera lo más cercano a normal.
Ahora tan solo quedaba despedirme de mi familia a la noche y viajar el día de mañana a Londres para chequear las cosas en la fábrica.
Ya había sido dada alta y no había ninguna indicación que dijera que no podía volver a mi viejo concepto de rutina. Aunque me habían dicho que me lo tomara un día a la vez, para mí no había ningún día que perder. La competencia regresaría en dos semanas y media y necesitaba estar lista tanto física como mentalmente.
Me tocaría disfrutar de las pocas horas que me quedaban con mi familia antes de que regresaran a Miami y empacar para el viaje de mañana.
Todo estaría bien.
Mis hermanos y yo nos sentamos a almorzar en el comedor del hotel mientras mi mamá atendía llamadas durante toda la mañana. Creía haber oído en algún momento las palabras "divorcio" y "abogado" siendo lanzadas al azar en medio de sus conversaciones. Si tuviera que adivinar, diría que mi papá no se estaba tomando muy bien el ultimátum que mi madre le había dado.
Y parecía no ser el único.
Adrián de repente suspiró dejando su teléfono de lado en la mesa—No contesta —Tanto Lele como yo intercambiamos miradas.
¿Nos habló?
No me malinterpreten. No es que nunca habláramos con nuestros hermanos, pero suponía que con la edad ciertas cosas que te parecían interesantes dejaban de serlo.
En este caso, esas cosas éramos nosotras, las hermanas mayores que envían regalos en Navidad, llaman para cantar cumpleaños, los traen a carreras y visitan casa como una vez al año, si es que eso.
Dejamos de parecerles interesantes a nuestros hermanos hace ya algún tiempo, específicamente cuando alcanzaron la adolescencia.
Cuando nos volvían a ver eran los más emocionados, pero apenas se pasaba la impresión solo se hablaban entre ellos o con sus respectivos teléfonos.
De resto, nunca nos hablaban de lo que ellos pensaban o sentían. Por lo que esto era algo nuevo.
—¿Quién? —Lele se inclinó sobre la mesa para demostrar interés. Podía ver como estaba tratando mucho de no ahuyentarlo ahora que por fin se abría con nosotras.
—Papá —Adrián replicó con tono obvio—. Se supone que mañana iríamos a ver un partido de béisbol juntos y mi amigo nos está vendiendo unas entradas, pero lo estoy llamando para que le transfiera antes de que nos las quiten y no contesta.
Y antes de que mi cerebro y mi corazón pudieran discutir el tema, mi gran bocota se les adelantó y sin pensar dije—No hablas en serio, ¿verdad?
—¿Qué? —nos miró a ambas, confundido.
—Papá y mamá se van a divorciar —sentí la necesidad de recordarle a pesar de la gran cantidad de mímicas que me hizo Lele para que me callara.
—¿Y? ¿Qué me estás queriendo decir? ¿Que ya no puedo verlo? —Pude notar como iba subiendo sus muros, tomando una posición defensiva de repente. Me sentí algo extraña de verlo así cuando estaba acostumbrada a otro hermano más cálido y amigable.
—No sé cómo será el proceso, pero juzgando por las llamadas que está haciendo mamá, no creo que papá te conteste ni que vayas a ese partido mañana —traté de ser lo más realista posible. Y si uno era mis defectos, era que podía llegar a decir la verdad de forma muy cruda.
Él negó con la cabeza—Ella no puede hacer eso. No puede simplemente alejarnos de él y ya.
Se escuchaba frustrado, pero debía entender que era lo mejor para todos.
—Créeme que es mejor tenerlo lejos —me encogí de hombros con la mirada distante, aunque creo que no era para nada el tipo de respuesta que esperaba.
Lele rodó los ojos antes de voltearse al adolescente de quince años y sobarle la espalda—Lo que Adora quiso decir es que mamá no te va a alejar de papá, pero por ahora estar alejados es lo mejor para la familia.
—¿Qué familia? Si ustedes no están —Adrián murmuró en voz baja.
Tanto Lele como yo nos vimos algo sorprendidas ante el comentario.
—Tal vez no, pero no significa que no queramos ayudarlos a seguir adelante, podría ser una oportunidad para que seamos una familia más unida y...
—No te engañes, Adora —Mi hermano me miró directo a los ojos y me sentí expuesta—. Hace ya algún tiempo que los únicos en esta familia somos Aria, mamá, papá y yo.
Negué con la cabeza—Adrián, no te pongas así.
—Estoy así porque tú tratas de alimentarme de todo ese positivismo de "sigue adelante", "las cosas serán mejores" y "esto es lo mejor para todos". Tal vez lo sea para ti, pero ¿te has puesto a pensar si lo es para mí? ¿O para Aria? Yo no quería que las cosas cambiaran.
Se veía demacrado. Como si todo su mundo se hubiera derrumbado en un día, y tal vez así fue.
Mamá había dicho que no fue una conversación fácil, pero no me imaginé qué tanto.
—Puedo imaginar que no, pero nadie eligió esto —lo miré a los ojos para demostrarle que era sincera. Que yo no quería esto para él, para mí, para nosotros.
—Tú sí —se cruzó de brazos—. Tú querías a papá lejos, ¿no?
—Adrián —Lele lo regañó, pero ambos la ignoramos.
—No es exactamente padre del año en mi libro... —me crucé de brazos.
—Y qué pena que hayas tenido esa experiencia con él, pero... yo no. Estoy en una familia rodeado de mujeres y es el único con el que me siento bien. Puedo hablar de lo que sea con él.
—Y sin embargo, él no te quería apoyar en la carrera y te veías destrozado por eso, así que ¿adonde queda tu padre del año ahí? —ladeé la cabeza.
—No voy a defenderlo y decir que no tiene sus defectos, porque los tiene, pero ¿no los tienes tú también?
Y no sabía si se refería a que yo debía poseer los mismos defectos de mi padre o si tenía mis propios defectos, pero de igual manera me afectó un poco porque si fuera la primera, me mataría por dentro pensar que lo que más odio de mi padre sea lo que más odio de mí misma también.
—El hombre me ha dicho cosas horribles que no le puedo perdonar tan fácil —Ni sabía si algún día podría hacerlo.
—Y esa es tu experiencia con él. Es válida, pero yo no he tenido la misma. Él me ayuda a estudiar matemáticas, me lleva a mis prácticas, me acompaña a todos mis partidos, vemos fútbol juntos y se lleva bien con todos mis amigos —Él no lo notaba, ¿cómo iba a hacerlo? Pero por cada palabra que salía de su boca sentía como si me arrancaran algo por dentro, porque era una verdad que yo no quería aceptar. Era más fácil creer que era una horrible persona con todos sin mirar para los lados, y oír esta versión del mismo hombre que me había hecho tanto daño me destruía.
Porque significaba que el papá que yo conocía en mi infancia y amé y admiré con todas mis fuerzas todavía existía, solo que no podía serlo para mí.
—Yo no quiero que se vaya, Adora. No quiero tener a mis papás separados —podía ver en su mirada que esto de verdad le importaba.
—Y yo tampoco —él me rodó los ojos, pero seguí, debía hacerle ver mi punto de vista—. En serio, no me pongas esa cara. Yo nunca deseé que se separaran. Ni en mis sueños más locos pude haber previsto que esto sucedería, pero ahora tienes que pensar en algo que tal vez no quieres ver y es que esto no es sobre ti ni sobre mí. Esto es sobre mamá. Y la realidad es que ella ya no quiere estar con él, y por lo que se ve, papá tampoco.
—Él quiso luchar por nosotros —insistió y yo le tomé de la mano.
—Quiso, pero no puede tratar de salvar algo que ya está roto, y él cometió un error que no se perdona fácil. Mamá trató por ustedes, pero no puedes ser egoísta y pedirle que se quede con él cuando ya sacrificó muchos años de su vida por nosotros —Hice una mueca.
Entonces él se quedó callado y yo seguí hablando.
—Pero esto no significa que dejarás de tener a papá, ni que ya no podrás verlo. No creo que se vaya de tu vida tan fácil —"Aunque lo hizo conmigo" me contuve de decirle—. Te queda papá para rato largo y podrán ir juntos a tantos partidos de béisbol como quieran.
Podía sentir la mirada de Lele fija en mí, tal vez tratando de descifrarme. Me estaba costando todas mis fuerzas el poner mis propios problemas con mi papá de lado para consolar a mi hermano.
Porque tocaba aceptarlo: No tuvimos al mismo padre.
Vivió una realidad distinta a la mía, e iba mucho más allá de tan solo diferencias de opinión.
Mientras que a mí me exigía buenas notas, con él se contentaba si pasaba de año. Yo no podía quedarme en casas ajenas, y mi hermano a veces pasaba semanas fuera de casa. Si yo siquiera miraba a un chico mayor que yo recibía toda una charla, mientras que a él le enseñaba cómo obtener números de chicas mayores y lo alentaba.
Yo no pude tocar una cerveza hasta que me fui de casa, y hace unas semanas cuando ganó el Madrid mi hermano y mi papá se emborracharon juntos.
Eran realidades paralelas, y me tocaba aceptarlo.
Podía ser cuestiones de género, pero a la vez sentía que conmigo iba mucho más allá de eso.
En el hospital había podido reflexionar sobre eso, y creo que lo que más le aterra a mi padre sobre mí es que soy como él.
Lo soy en lo testaruda, lo necia, lo perseverante, lo impaciente, lo impulsiva, lo honesta, y tantas cosas más.
Puede que vea en mí todo lo que no le gusta de sí mismo, y lo que le perturba es que sabe que no puede detenerme, porque no se podría detener a sí mismo ni aunque lo intentara. Y eso lo volvía loco.
El no tener control sobre mí lo hacía.
Mi hermano asintió y se quedó procesando por varios segundos todo—Yo no lo odio... ¿Eso está mal? Sé que le hizo daño a mamá y que te hizo daño a ti, pero... por más que intento no puedo odiarlo —dijo dudoso.
Solté un suspiro. Entendía el sentimiento contradictorio que sentía.
Yo hace no tan poco quería obligarme a odiar a Carlos sabiendo que me hizo daño a mí y a Mila, pero llegó a un punto donde me era imposible. Él era otra persona, o siquiera estaba tratando de serlo. Y era difícil para mí tan solo tachar todo lo bueno y enfocarme en lo malo.
No imaginaba cómo debía ser esto para mi hermano. Mi padre era su ídolo, y aunque no fuera tan cercana con mis hermanos como me gustaría, sabía que no había manera de que Adrian tuviera una mala relación con él. Porque él siempre ha sido muy complaciente y está feliz si hace feliz a los demás, por lo que no tendría problemas en estudiar negocios si eso era lo que mi papá le exigía.
Supongo que eso fue una de las cosas que más me frustró durante la cena en familia. El que sabía que mi hermano dejaría todo de lado para complacer a mi papá y el que Leonardo se aprovecharía de eso.
Le hice caricias a mi hermano en el cabello y con tono sincero y calmado, dije palabras que nunca pensé que saldrían de mi vengativa boca:—No, no está mal, enano. No es necesario que lo odies por nosotras.
No podía culparlo, porque ni yo encontraba en mí misma las fuerzas para odiar a nuestro papá.
[...]
Un rato después de nuestra conversación, Adrián se fue para la habitación, y contrario a lo que pensamos, Aria se quedó con nosotras.
Ella había estado callada todo este tiempo, tan solo escuchaba y pretendía ver el teléfono, pero nunca interrumpió ni dijo nada para llevarle la contraria a su mellizo.
No esperamos que dijera nada, quizás solo quería nuestra compañía antes de que se tuviera que ir al aeropuerto, no obstante parecía que no era la única que necesitaba desahogarse.
—¿Saben? Yo... yo encontré los mensajes —Se veía nerviosa, aunque aliviada a la vez. Como si decirlo en voz alta la hubiera liberado así le hubiera costado poder revelarlo en primer lugar—. De papá con su amante, quiero decir.
—Ria... —Dijo Lele con tono comprensivo. Una forma de decirle "Si no quieres hablar de esto, no tienes que hacerlo".
—Fue de la forma más estúpida, la verdad. Le pedí usar su impresora para imprimir una tarea y cuando entré en su oficina su conversación con ella estaba abierta en su computadora. Se debió haber olvidado de que su WhatsApp estaba conectada a su computadora, pero... aunque se me haya caído el mundo —sonrió con amargura— lo más difícil no fue descubrirlo... Sino decirle a mami. ¿Cómo decirle algo así?
—Primero quise preguntarle si conocía a la mujer con la que papá hablaba. Y sí, lo hacía, porque era la secretaria —su pie repiqueteaba con ansiedad contra el piso, pero no dejó de hablar—. La secretaria —repitió de forma lenta como si todavía no lo procesara—. Sé que muchas veces me dijeron que los hombres podían ser tremenda mierda-
—Sin groserías, Aria —la regañó Lele, pero fue ignorada.
—...Pero no pensé que uno de ellos sería mi papá.
—Bienvenida a la realidad, hermanita —suspiré mientras apoyaba mi cabeza en mi mano—. Ahora es que te das cuenta que los papás no son perfectos y que también cometen errores como los simples mortales.
—No puedo ni mirarlo a la cara —reveló con la mirada en un punto fijo de la habitación—. Me da asco... y estoy hasta decepcionada de él.
—Ria, te entiendo, pero... deberás perdonarlo en algún momento —Lele habló con un tono suave.
—¿Tú lo hiciste? —la miró fijamente de una forma que parecía analizar todos sus movimientos—. ¿Lo perdonaste por lo que te hizo?
Era bien sabido en nuestra familia que nuestra hermana mayor disfrutaba mucho la repostería. Solía hacer pasteles de cumpleaños y bocadillos para eventos, porque era lo que le apasionaba. Según ella, al hornear se sentía bien porque solo se trataba de seguir las reglas, si seguía las indicaciones no había manera de que las cosas le salieran mal. Todo tenía un orden y amaba los resultados que obtenía.
Uno de sus sueños frustrados fue el poder abrir su propia repostería. Ese era su plan después de graduarse, pero incluía ir a una escuela culinaria en vez de a la universidad, y mi padre no estaba de acuerdo con eso.
No consideró que fuera un trabajo que le fuera a proveer a futuro y "cuidando sus intereses" la inscribió a sus espaldas en la universidad, donde le aconsejó que estudiara administración de empresas y le dijo que si buscaba orden, esa era la carrera indicada para ella.
Creo que lo hizo con la idea de que Lele administrara en un futuro el negocio familiar, pero solo yo sabía que ella iba a tomar esos conocimientos para luego entrar en una escuela culinaria y al concluir sus estudios abrir su propia repostería.
Solo que yo fui su cambio de planes.
—Lo hice —Lele asintió—, porque si no fuera por él, no tendría este trabajo con Adora, así que todo resultó al final.
—¿Y nunca lo resientes?
—No, yo... estoy feliz con mi trabajo —la sentí dudar en su respuesta, pero su sonrisa empática no flaqueó en ningún momento.
—Entonces eres igual que Adrián —resopló con fastidio la menor y me miró—. Tú. Tú no lo has perdonado, ¿verdad? Alguien tiene que ver la verdad aquí, no puedo ser la única que odia a papá.
Oír a la famosa "niña de papi" decir todo esto era alucinante, pero siempre había sabido que Aria era demasiado parecida a mí para su propio bien. La única diferencia entre las dos es que a ella nunca le han gustado los riesgos.
Sino fuera por eso, sería la pesadilla de mi padre parte dos.
—Mi historia con él es diferente —me limité a decir.
—No, no me puedes tirar eso ahora. Tú no lo has perdonado —concluyó y yo evadí su mirada—. ¿Así que cómo esperan que yo lo haga? Si lo detesto. Lo detesto a él, y a mi hermano también.
Decía de manera frustrada.
—No lo dices en serio, Ria. Piensa en lo que dices —trató Lele de razonar con ella.
—Sé lo que digo y también sé que mi hermano es lo suficientemente idiota para perdonarlo. Lo resiento por eso y ustedes deberían hacerlo igual, a ver si así se da cuenta de el error que está cometiendo.
—¿Cuál error? ¿Perdonar a papá? —pregunté con una ceja alzada y ella asintió—. Pero si tú conoces al personaje. Creciste con Adrián toda la vida y sabes el gran corazón que tiene.
—No me digas que lo apoyas en serio —dijo irritada.
—No diré eso porque sería mentira. Quisiera que se mantuviera a diez mil metros de papá, pero la realidad es que hablamos de el corazón de pollo de la familia —mantuve contacto visual con ella—. Adrián es el que le pone nombre a las cucarachas en vez de matarlas, el que saca a las arañas al patio para que no les hagamos daño y el niño que hizo que sus amigos durmieran en el piso de su baño porque mamá no le permitía dejar dormir a más de uno y ellos no tenían cómo irse a sus casas. Ese es él. Y aunque no me agrade la idea de que siga juntándose con papá, sé que no habrá manera de hacerlo cambiar de opinión y no podemos pedirle que lo odie. Hasta papá debe necesitar de alguien en estos momentos para apoyarse, y no me contenta que sea Adrián, pero sé que le gustará que lo apoye.
Ella soltó un largo suspiro mientras se quedaba reflexionando en mis palabras. Hasta que luego de unos minutos rompió el silencio con el labio tembloroso—Me siento muy sola.
Se abrazó a sí misma con lágrimas en los ojos y Lele y yo tan solo la rodeamos con nuestros brazos y la invitamos a que se apoyara en nuestros hombros—No lo estás, enana, siempre nos vas a tener a nosotras —murmuré atrayéndola hacia mí.
—Pero ustedes nunca están —sollozó—. Se la pasan de viaje y... y yo me quedo sola con Adrián, y pensé que él no se iría, pero ahora que perdonó a papá ¿qué lo detiene de irse a vivir con él? Me va a dejar sola.
—No creo que haga eso —la consoló Lele apartándole mechones de cabello del rostro.
—¡Lo va a hacer! Él se irá a vivir con papá, yo me quedaré con mamá, ustedes seguirán viajando y nuestra familia estará aún más rota de lo que ya estaba —decía con tanta desesperación que su voz se quebró en media oración.
En eso último no sabía ni cómo no darle la razón.
Nuestra familia sí estaba rota. E irónicamente yo me encontraba tratando de pegar todos los pedazos. De reparar a todos a mi alrededor.
Con la tarea de calmar a mi madre, a mi hermano, y ahora a mi hermana cuando no podía ni resolver mis propios conflictos internos. Solo que estaba tan acostumbrada a enterrar mis sentimientos y dejarlos de lado que no sabía cómo detenerme.
—Mamá no va a dejar que Adrián se vaya a vivir con papá, ¿sí? —le pasé una servilleta para que se limpiara—. Y Lele y yo visitaremos tan seguido como podamos. Solo hay que mantenernos unidos en esto y verás como las piezas irán cayendo en su lugar.
Podía sentir la mirada de duda de Lele sobre mí, pero asentí hacia ella. Una forma de decirle que sí visitaremos seguido. Y ella asintió de vuelta, de seguro ya moviendo cosas en su calendario mental para poder hacer espacio en el agitado itinerario.
—No estarás sola, Aria.
No dejaré que te sientas como me sentí yo.
Eso te lo aseguro.
[...]
Ya se estaba acercando la hora de que tuviéramos que llevar a nuestra familia al aeropuerto cuando Lele me hizo acompañarla a su cuarto a buscar "algo importante".
Yo me senté en su cama a esperar mientras me miraba las uñas—Oye, ¿crees que en Londres debería irme a hacerme las uñas o me espero a que vayamos a Mónaco...? —la pregunta quedó en el viento y cuando volteé a ver a Lele traía a Rocky en brazos y una expresión decaída—. ¿Qué pasó? ¿Se golpeó la rata de nuevo?
Ella suspiró y se colgó el bolso de viaje del perro en el brazo—Se llama Rocky y no, solo acompáñame —de repente salió de la habitación con el perro en brazos y la seguí confundida.
Cuando entramos al ascensor me fijé mejor en la apariencia del pequeño Yorkshire Terrier—¿Lo bañaste? Huele perfumado.
No respondió.
—Lele, ¿qué sucede? Si esta es otra de tus sorpresas, déjame decirte que la última dejó mucho que desear en más ámbitos que u...
Me interrumpió—Voy a regalar a Rocky.
Parpadeé seguido—¡¿Qué?! Pero... pero es tu rata, no puedes regarla así como así.
—Encontré mejores dueños. Unos que no viajan mucho y que pueden hacerse mejor cargo de él. Es lo mejor para todos —dijo con pesar.
—¿De qué hablas? No podría recibir mejor trato que el tuyo, tratas a esa rata como a un hijo —insistí.
—Exacto. Y la realidad es que no lo es. No es un bebé al que pueda llevar a todos los hoteles o eventos y con estos dueños al menos siempre tendrá atención —hablaba con la mirada lejana mientras le hacía cariños al perro que no sabía que otra vez estaba por ser abandonado por su actual dueño.
Me daba hasta pena por Rocky. Él no eligió parecer una rata y recibir estos malos tratos.
—¿Es por mí? Porque si es así lo siento, no pensé que en realidad te ibas a deshacer de la rata.
—Es que tenías razón —se encogió de hombros—. No puedo mantenerlo. Necesita estar en un hogar estable.
—¿Y a quién se lo vas a dar? —alcé una ceja y las puertas del ascensor se abrieron, Rocky y Lele siendo los primeros en salir conmigo a poca distancia—. No puedes solo dárselo a cualquiera, tienes que asegurarte que lo puedan cuidar bien.
—Lo harán. No te preocupes —continuó acariciando al animal mientras nos sentábamos a esperar en el lobby—. Aparte, tú dices que no te cae bien, así que ¿por qué te preocupas tanto?
Pude observar como su rostro adoptó una expresión divertida, subiendo y alzando las cejas hacia mí.
—¿Yo? Yo no estoy preocupada, solo quiero dar el pésame a la nueva víctima de Rocky y su manía de morder zapatos —por más que trataba no podía dejar de ver al animalito como si fuera la última vez.
Me había acostumbrado a él en muy poco tiempo y me daba mucho pesar que Lele de verdad lo fuera a regalar.
Ya lo consideraba Rocky Torres, pero eso no se lo diría a Lele porque no me dejaría olvidarlo después.
—Ya pronto les vas a poder decir —sonrió y se levantó cuando las puertas del ascensor se abrieron para revelar a mis hermanos y mi mamá—. ¿Todo listo?
—Creo que sí, mamita, tuve que revisar como diez veces para asegurarme que no se me quedaban los pasaportes, pero creo que ya estamos —replicó mi madre mientras acomodaba cosas en su bolso antes de mirarnos—. ¿Ustedes nos van a llevar?
—Sí, má. ¿Revisaste que estuviera bien la hora del vuelo? —Tomé una de las maletas de mano para aligerar su carga.
—Se supone que salimos a las 12 de la noche y tenemos que estar tres horas antes en el aeropuerto —revisó su reloj—. Son las 8 y media, así que digo que estamos bien, pero ya deberíamos ir saliendo —de repente miró para los lados como pareciendo recordarse de algo o alguien—. ¿Y Carlos? ¿No se va a despedir?
—Carlos iba a pasar el día con sus papás antes de llevarlos al aeropuerto, ya debe estar viniendo de regreso, pero no creo que llegue a tiempo para despedirse de ustedes —hice una mueca.
—Oh, bueno, despídete de él por mí y...
Fue interrumpida por un acento español—¡Familia Torres! Los agarré justo a tiempo —cuando nos volteamos a ver al dueño de esa voz Carlos avanzaba por el lobby hasta nosotros con una sonrisa—. No podía dejar que se fueran sin despedirme.
Mi mamá enseguida lo rodeó en un fuerte abrazo y le dio un beso en la mejilla—Ay papito, menos mal. Qué pena que no me pude despedir de tus papás, Carlos, y también para pedirles unas debidas disculpas por todos los problemas que ocasionó mi esposo.
—No se preocupe, señora Torres...
Lo interrumpió mirándolo severa—Alba.
Carlos se puso colorado—Alba, no se preocupe, ellos entendieron y no hay inconvenientes. Dijeron que ponían la casa a su disposición si desean visitarlos en algún momento.
—Qué amables, diles de mi parte que fue un placer conocerlos, y cuando puedes me envías el número de tú mamá que me quedó debiendo esa receta para un antipasto que dijo que le queda fenomenal —le sonrió y me sentí toda cálida por dentro al ver a mi actual pareja y a mi mamá tan cómplices—. ¡Ah! y... —se acercó y le susurró algo de forma que ninguno pudimos escucharla.
—Lo prometo —Carlos me miró por encima del hombro de mi mamá y no pude evitar imitar su sonrisa.
No sabía qué le había prometido a mi mamá, pero sentía que mi corazón iba a explotar en mi pecho al verlos así.
—Más te vale, eh. Cuídate —le dio una palmadita en la mejilla antes de apartarse y esperarnos en la entrada.
Carlos se volteó hacia los mellizos y de igual forma se despidió tanto de mi hermana como de mi hermano, prometiéndole a este último que lo llevaría algún día al estadio Bernabeu a ver jugar al Madrid, tal vez hasta logrando que conozca a Sergio Ramos, un amigo del español.
Luego de terminar de despedirse de ellos se acercó a mí y rodeó mi cintura con sus brazos antes de inclinarse sobre mí y plantar un delicado beso sobre mis labios que me dejó ansiosa por más—Te espero en la habitación —susurró contra mi boca, y como quise volver a acariciar sus labios con los míos, pero me limité a darle un beso lo suficientemente largo para dejarle la cabeza dando vueltas en lo que regresaba.
—Ni se te ocurra dormirte, campeón —sonreí y le di un corto beso antes de obligarme a mí misma a separarme.
—¿Por? —pude sentir cómo me recorría con la mirada de pies a cabeza.
—Porque no te he dado tu recompensa aún... —le guiñé el ojo y juraría haber visto sus pupilas oscurecerse con deseo.
—No puedes decir cosas como esas y luego irte —se quejó tratando de atraerme hacia él.
—Eso es lo que lo hace divertido —me reí escapando de sus brazos y trotando para alcanzar a mi familia quien me esperaba pacientemente al lado del carro que trajo el valet parking.
—¡Torres!
—¡Espera y verás! —lo molesté y me subí al carro para luego arrancar camino al aeropuerto.
Por el retrovisor lo vi irse irritado hacia la habitación de hotel y me divertía mucho ser la culpable.
Luego lo recompensaría.
[...]
Apenas llegamos al aeropuerto ayudamos a mis hermanos a bajar sus cosas. Mi mamá se acercó a mí a darme uno de esos abrazos de mamá oso que sentía que una parte de mi alma necesitaba para curarse. Fue como si todos mis músculos se relajaran al estar entre sus brazos dándome un confort que no sabía que me hacía falta.
¿Será por esto que algunos adultos todavía dormían con sus padres?
—Dale duro con todo al campeonato, mi niña —habló contra mi hombro—. Seguiremos en contacto y te prometo que trataré de ir a apoyarte a tantas carreras como pueda, Abu Dhabi siendo mi prioridad, tengo que ir a verte ganar —se apartó y me acomodó un mechón de cabello mirándome con una mezcla de ternura y... ¿orgullo?—. Cuídate, ¿sí? Y llámame cuando sea, quiero escuchar de ti.
—Claro, má —sonreí y me dio un beso en la frente.
En eso pareció acordarse de algo y sacó algo de su bolso—¡Ay! Antes de que se me olvide, toma, para el mal de ojo. Creo que no se puede ser demasiado precavida —depositó en mi mano una pulsera con el ojo turco.
—Mamá, no hablas en serio —alcé una ceja hacia ella un poco escéptica.
—¡Claro que sí! Hay mucha maldad en el mundo, y con un deporte como el tuyo debe haber mucha envidia también. Tú tía Ingrid solía tener mucha mala suerte y cuando tu abuelita le compró una de estas se le quitó, así que déjame a mí con mis supersticiones y solo úsala —insistió y yo suspiré, más asentí y me sonrió aliviada—. Gracias, te amo, mamita, mucha suerte —se despidió algo apresurada antes de ir a despedirse de Lele.
Lo que me dejó con los dos mellizos.
Primero me despedí de Aria prometiendo irlos a visitar, y luego de eso me despedí de Adrián, a quien le dije que por favor estuviera pendiente de su hermana porque en estos momentos lo necesitaba.
Estaba por subirme al carro e irme cuando noté a Lele con Rocky en brazos caminando hacia los mellizos, quienes estaban por irse.
—Lele, vamos —la llamé y me volteó a ver por un momento antes de finalmente negar con la cabeza y llegar hasta los dos menores.
—Chicos, yo... lo he estado pensando y... y creo que Rocky se debería ir con ustedes —dijo Lele y yo me quedé sorprendida.
Aunque no sabía si tanto como Adrián y Aria.
—¿En serio? —preguntó Adrián con tono ilusionado.
—Sí, yo quiero que siga en la familia y sé que lo van a cuidar muy bien... y —se lo extendió hacia Adrián quien lo recibió muy contento. Rocky se veía igual de cómodo en sus brazos. De alguna forma hasta encajaba—. Creo que ustedes le agradan también —sonrió de forma agridulce.
—Lele, pero... debe tener un permiso de viaje y un boleto de avión y... —Aria decía preocupada.
—No te preocupes, yo me encargué de todo eso antes de que vinieran a Canadá. Todo está listo: Rocky es suyo —aseguró metiéndose las manos en los bolsillos. Podía notar que le costaba un poco dejar a Rocky ir, pero se estaba haciendo la fuerte.
—Dios, Lele, no sé ni qué decir —mi hermanita menor se veía conmovida acariciando al animalito—. Gracias, en serio. Lo cuidaremos muy bien —se lo quitó a Adrián de los brazos y Rocky se acomodó gustoso.
Se veía feliz con ellos.
—Lo sé —Lele asintió y sacó del maletero un bolso antes de entregárselo a Adrián—. Aquí está su bolso. Trae comida, juguetes, su correa y lo que utiliza para bañarse. Sus papeles están en una carpeta adentro. Suele comer una vez al día una gran porción, pero solo si le ponen pollo mechado encima a sus croquetas y lo mezclan con su comida, sino se pone como malcriado y no come. Lo saco tres veces al día porque es muy activo. Y... y déjenlo dormir con uno de ustedes porque es muy... muy miedoso —se secó una lágrima antes de seguir—. Y por favor abrácenlo durante fuegos artificiales o tormentas, lo alteran mucho. ¡Oh! Y denle un premio siempre que haga sus necesidades, le estoy enseñando que si hace afuera obtiene una recompensa —inhaló profundo para no romperse a llorar.
—Lo haremos... Aunque sería bueno si lo anotas —bromeó Adrián y Lele rió entre lágrimas.
—Sabía que dirían algo así. En la carpeta les hice un pequeño manual para cuidarlo. Parecerá al inicio un desastroso, pero les prometo que es un perro muy empático y sabe cuando detenerse —suspiró antes de acercarse al animalito, acariciarle las orejas y darle un beso en la frente recibiendo una lamida en el mentón a cambio—. Te adoro, chiquito de mami. Pórtate bien con tus tíos, ¿sí?
No sabía si el perro entendía o no, pero cuando ella terminó de decir eso él soltó un ladrido que interpretaría como un "¡Sí!".
—Volveremos a estar juntos —le aseguró antes de alejarse.
—Estará bien, Lele. Gracias —Aria le sonrió a mi hermana.
Tal vez la primera sonrisa genuina que le habíamos visto este fin de semana.
Puede que tener a Rocky sea justo la distracción que necesitan entre tanto caos. Y la rata se hace querer.
—Adiós, rata de tía —"No le digas rata" escuché a Lele regañarme mientras me acercaba a acariciarle la panza al animalito y vi que eso le gustó pues cerraba los ojos bien a gusto—. Cuídenlo, y cuídense ustedes, ¿sí? Nos veremos pronto, enanos.
—Chau —se despidieron al mismo tiempo antes de rodar los ojos hacia el otro por lo que decidí adelantarme y subirme al carro antes de que se pusieran a discutir al otro por "imitarlo".
—¡Adiós, chicos! —Lele se despidió con la mano —. Písale al acelerador antes de que me arrepienta, Adora.
—Estará bien, en serio.
Ella suspiró mientras se acomodaba en el asiento—Eso espero.
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N/A: Bueno, ya me voy organizando de a poco y pude actualizar, espero seguir así.
Como se habrán dado cuenta, este cap fue más enfocado a cerrar los problemas familiares de Adora y tocar lo que sienten después del divorcio en proceso de Alba y Leonardo. Así que hubo poco Carlos y Adora, pero a veces será necesario para el bien de la historia.
Sé que han sido capítulos algo pesados últimamente y por eso les quise dar el anterior con los pilotos para que se rieran un poco 🫶🏻
Ahora ya nos podemos despedir de los Torres por ahora. Sí puedo decir que es la última vez que los veremos a todos juntos. No solo se están divorciando Alba y Leonardo, de alguna forma también se separa la participación de los personajes como grupo en esta historia. Así que las próximas veces que los veamos será individualmente o con la familia incompleta.
En los próximos caps nos volveremos a enfocar en Adora y Carlos, pero quería que sepan que estos capítulos aunque algo duros con los family issues no podía simplemente saltarlos hacia lo feliz porque no tendría mucho sentido que suceda tanto y no se vean las consecuencias de ello en la familia.
Al menos ya le puedo poner un fin a los family issues por ahora y seguiremos viendo cómo se irá desarrollando de a poco. Primero se tienen que recuperar de la bomba emocional que fueron estos caps.
Pero bueno, seguimos con el campeonato y Adorarlos en su prime era jsjsjs
Quería saber ¿qué canciones de Taylor Swift les recuerda a Adora o Adorarlos? Tengo unas cuantas en mente pero quería saber si estamos de acuerdo en las mismas o si se les ocurre alguna otra que relacionen con la historia o momentos de TM. Yo tengo varias de su relación con Miguel, de la de su papá, la que tiene con Lele y consigo misma. Las que sí les digo que defenderé con uñas que es demasiado Troublemaker coded es "I can see you" 🤭
Estoy tratando de seguirles cumpliendo semanalmente así que con fé nos veremos la próxima semana 🫡
No se olviden de comentar y votar, es el feedback que recibimos las autoras de que le está gustando la historia y lo que nos motiva a seguir,
Las quiero,
Se despide,
Val
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