27 | Entre peleas y disculpas
𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫
Adora's POV
NECESITABA ESTO.
Tal vez no era lo más saludable, y estaba segura de que existían otras mejores maneras para afrontar todo lo que había sucedido, pero no conocía otra.
Había crecido en un mundo de carreras, donde una victoria significaba: ¡Celebremos! ¡Vamos a emborracharnos! Y una derrota significaba: ¡Bueno, pero al menos podemos emborracharnos para ahogar las penas!
Tomar alcohol era un alivio temporal, uno que necesitaba para acallar mi mente de todos sus demonios. Solo quería ser libre de pensamientos tormentosos una noche. Pretender que no era nadie relevante y que podía hacer lo que quisiera sin que hubiera mayores consecuencias.
Motivo por el que en la zona VIP pedí que unos guardias se aseguren de que nadie nos grabara con un pequeño soborno monetario. No quería dramas ni preocupaciones.
Lo oscuro del club ayudaba a mis intenciones. Dejándome llevar mientras las firmes manos de Cody me sujetaban de la cintura en lo que bailábamos. Tal vez no era nada apropiado estar bailando con mi asistente de esta manera, pero me gustaba sentirme deseada. Pensar que no existía solo Carlos y habían millones que se lanzarían a mis pies solo por un minuto de mi atención.
Tan solo era un español el que se me resistía.
En ningún momento Cody se sobrepasó conmigo, siempre manteniendo una distancia prudente y haciendo comentarios que me daban risa. Tal vez hasta mi asistente se había dado cuenta de lo mucho que me hacía falta una salida de este tipo.
En otras circunstancias, la Adora soltera habría coqueteado con alguno y robado unos cuantos besos. En cambio, la actual en su estado ebrio quería besarse con alguien, pero estaba atada al idiota de Sainz y ese no volvería a tocar mis labios a menos que tengamos un podio o tenga que chuparme veneno de alguna forma. A ese punto estaba dispuesta a llegar tan solo por no besarlo.
Ya había cometido un error, trataría de no hacerlo dos veces.
Podía sentir su mirada fija en mí. Celoso por la cercanía de Cody.
Pero siendo honesta, me valía mucho como se sintiera, había dejado de importarme. Que pensara como le dé la gana, si igual terminará usando la cabeza de abajo y no la de arriba.
Conocía a tipos como Carlos; eran hombres complicados que te usaban y luego cuando te veían con otro estaban como perro arrepentido atrás tuyo. Ellos no querían que estuvieras con otro, pero tampoco te iban a dar el respeto que te merecías.
No quería caer en su juego. No si tenía siquiera una gota de dignidad por mí misma.
Miren que venir hasta la puerta de mi habitación para disculparse y contarme de sus problemas familiares fue un pequeño paso, lo admito. Sin embargo, no quitaba el detalle de que había ignorado todo lo que había pasado en Mallorca como si no fuera ni siquiera relevante.
Y por algún motivo eso me dolía más que el que nos hayamos peleado.
Seguía dejándome llevar por la música, queriendo más que nada el adormecer mis sentidos. El olvidarme de esa terrible carrera que no me dejó demostrar todo lo que podía dar.
Para muchos aquellos 4 puntos eran valiosos, tanto para ellos como para el equipo, pero no sentía que estaba en una posición para conformarme con aquello cuando estaba compitiendo por el título y mi asiento estaba en peligro. Tal vez Charles estuviera dejando de ser una amenaza por lo momentos; Max no. Y en definitiva consideraba a mi propio equipo como otra cosa más por la cual preocuparme: ¿Priorizando a Lando cuando estaba de segunda en el campeonato? Me tenían que estar jodiendo.
Les hice saber mi descontento en el debrief, y sin embargo se excusaron todo lo que podían con un pretexto más idiota que el anterior. Apreté los dientes sintiendo como mi cuerpo se tensaba.
Mi mente me obligó a volver a relajarme, mi corazón bombeando rápido en mi pecho.
Deja todo atrás, Adora. Toooodo atrás.
Inhalé y exhalé mirando para los lados, mi vista se comenzó a desenfocar por beber como si mi vida dependiera de ello. No importaba, lidiaría con Zara mañana y me arrepentiría de muchas cosas- en esos momentos tan solo quedaba fluir y desconectar.
Un aliento cálido en mi cuello fue el que me terminó de despertar de la neblina que traía en la cabeza, separándome de Cody algo sofocada.
No debería estar haciendo esto...
¿Entonces por qué no podía parar?
—¿Todo bien, Ada? —casi que gritó Cody en mi oído inclinándose sobre mí.
—¡Sí! —solté un poco más eufórica de lo que acostumbraba—. ¡Voy a... voy a buscar agua!
—¿Qué? —gritó por sobre la música.
—¡Agua!
Me miró confundido señalando su oído, por lo que lo sostuve por los hombros y un tanto de puntillas volví a gritar—¡AGUA! ¡VOY POR AGUA! —gesticulé con las manos y luego de quedarse procesando por unos segundos, asintió, seguro algo atontado por los efectos del alcohol.
—¿Te acompaño?
—¡No! —solté algo deprisa y se asustó un poco—. ¡Necesito aire! ¡Ya vuelvo!
Y sin querer quedarme a oír su respuesta o verificar si captó algo de lo que intentaba decir seguí caminando hasta la barra, recuerdos de aquella noche después del Grand Prix de Australia azotaron mi mente. No pude evitar querer reír al recordar cómo le aventé aquel vaso con agua a Carlos.
No, nada de Carlos esta noche. Me regañé.
Con ese sentido de déjà vu en la mente me alejé de la zona VIP hasta que llegué a la muy ocupada barra de aquella discoteca. El bartender no reparó en mi presencia hasta que yendo a llenar unas cervezas sus ojos escanearon el lugar topándose con los míos. Le ofrecí una sonrisa, de esas que sabía que podían darme lo que yo quisiera.
—¿Qué quiere la señorita? —gritó casi sin romper contacto visual conmigo, sus ojos bajaron tan solo por un momento hasta el escote de mi vestido y más que sentirme insegura, me sentí un tanto poderosa.
Si ellos pensaban con la de abajo no era problema porque eran más fáciles de manipular a mi antojo.
—¡Un agua, por favor! —Él asintió entregando la cerveza y yendo a llenarme un vaso, los demás que estaban esperando a mi alrededor quedaron en segundo plano, el chico del bar recibiendo abucheos en lo que me entregaba mi pedido.
Fui a sacar mi tarjeta de mi billetera cuando negó y dijo—: Cortesía de la casa, preciosa —para luego escanearme con la mirada e irse.
Como dije: manipulables.
Me di la vuelta para salir de ahí y volver a la mesa cuando me encontré de frente a alguien tapando mi paso. Sin molestarme en levantar la vista, hablé—¡Disculpe! Quiero pasar —hice gesto de rodearlo cuando avanzó más y me vi obligada a retroceder hasta que me dejó arrinconada contra la barra.
Alcé mi vista confundida cuando me topé con los vidriosos y rojos ojos de Josh, aquel mecánico de RedBull que estaba manipulandonos con decirle a la FIA de la vez que le saqué información a la competencia (aka a él). Mis fosas nasales se llenaron de un intenso olor a alcohol, pero a tal punto que me dieron náuseas.
—Miren quién está aquí —Me señaló con su vaso derramando un poco de licor en el suelo —. La gran Adora Torres —podía notar su sarcasmo.
—Ajá, hola Josh —lo miré de arriba a abajo y traté de nuevo de esquivarlo, pero no me lo permitió.
—Un placer como siempre verte, ¿trabajando hasta tarde? —Era obvio que no estaba trabajando. Solo disfrutaba de la noche con los demás pilotos.
—Sabes muy bien que no —dije irritada.
—Ah, debí de equivocarme, ya no sé cuando trabajas y cuando no, ya sabes, con eso de que te encanta trabajar extra... tomando lo que no es tuyo, usándolo para tu beneficio —dijo cerca de mi oído y lo empujé un poco. Tal vez no estaba en todas mis capacidades, pero sí que sabía que no lo quería cerca.
Me miró como si esperara que hiciera justo eso, una sonrisa depredadora cruzando su cara en lo que hacía un gesto con la cabeza hacia otro punto de la habitación—Yo que tú me calmo, fiera. No querrías hacer un escándalo con los periodistas cerca, ¿o sí?
Fruncí el ceño sin saber a qué se refería, hasta que seguí su línea de visión y me topé a un grupo que reconocía como periodistas de la Fórmula Uno, todos muy interesados en nuestra conversación mirando con ojos expectantes.
Maldita sea, y justo me agarraron como Adora borracha.
De aquí no iba a salir nada bueno.
Y eso tan solo le daba la ventaja a él.
Agh, ni una jodida noche libre podía tener.
Traté en mi estado de mantener una expresión pasiva, mientras le decía entre dientes—¿Qué putas quieres? Déjame ir.
—Claro, justo cuando se pone interesante decides irte. Esa táctica ya me la sé, pero ¿la FIA también se la sabrá? —apreté los labios y de manera inconsciente me clavé las uñas en las palmas de las manos, tratando de contenerme de hacer algo impulsivo.
—Ya, habla, joder, no tengo toda la noche.
Se apegó un poco más a mí de lo que me hubiera gustado—¿Qué tal si terminamos eso que empezaste y yo no digo nada de esto a la FIA, hmm?... —acomodó un mechón de mi cabello y yo tan solo quise vomitar por su cercanía... bueno, eso y todos los tragos que llevaba encima. Mis uñas se presionaron de tal manera en mis palmas que me dolió—. Así también aprovechas a alguien de verdad, porque lo tuyo con Carlos debe ser solo para ganar popularidad ya que por tu cuenta no puedes, preciosa —su mano libre bajó hasta posarse justo por arriba de la curva de mi trasero.
—¿Cómo te suena un no? Creo que lo has escuchado antes —traté de apartar su mano de mi cuerpo.
—Me suena a que te arrepentirás de esa respuesta —dijo con unos aires de seguridad que me provocaron arcadas.
—La respuesta sigue siendo que no, ¿no escuchas o tienes cera en los putos oídos?
—Vamos, muñeca, lo pasaremos bien. Así te podrás comportar como la zorra que siempre fuis... —Y después de eso lo que sentí fue un apretón en mi trasero que no me dejó ni pensar, mi mano alzándose como si tuviera vida propia y clavándole una sonora cachetada que tan solo quedó amortiguada por la música de aquella discoteca.
Su cara quedó teñida de rojo, en parte por el golpe y por otra de la sangre que ni había notado que tenía en la mano de tanto clavarme las uñas. Podía ver en su mirada que estaba sorprendido de que me atreviera a hacerle algo con los periodistas cerca, y siendo honesta, yo también lo estaba, pero se había pasado.
Detrás de él pude ver el rostro de Charles a pocos pasos de nosotros, mirándome con los ojos muy abiertos.
Sujeté al tipo del cuello y lo atraje hacia mí hasta que su oído quedó a mi alcance—Mira' maldito hijo de tu madrina, tú no vas a soltar ni una puta palabra. ¿Sabes por qué? Porque tengo evidencia que le puedo mandar a tu esposa y...¿no acabas de tener a una bebé? Porque odiaría que creciera sin padre a pesar de que es uno tan asqueroso y poco hombre como tú. Así que ¿calladito? Te ves menos feo de lo que eres. Que no se te olvide que tienes las de perder —lo solté empujándolo un poco de mi camino, y me volteé hacia los periodistas luego de asegurarme que se fue—. Y si van a publicar esta noticia, por lo menos pongan que me estaba acosando y que yo tan solo me defendí en vez de pintarme como una loca sin motivos —me di la vuelta algo rápido con un poco de acidez en la boca.
Sentí unas manos en mis hombros y me tensé, alzando la mano por instinto cuando escuché chillidos.
—¡No me pegues, estoy muy hermoso! —se cubrió Charles y rodé los ojos, solo me quería alejar de todo.
—Ay, me asustaste, llorón. Volvamos a la mesa —hice el gesto de devolvernos y Charles me detuvo sujetando mi mano entre las suyas mientras le daba la espalda a los periodistas, protegiéndonos de sus miradas.
—Dios mío, Ada. ¿Qué te hiciste? —miró mi "herida", si es que se le podría llamar así, para luego verme preocupado.
—No exageres, tampoco es tan grave. Ya vamos, que quiero beber —supliqué un poco bajo sus ojos incrédulos.
—Siquiera vamos a que te limpies, mujer, te va a arder si te cae una sola de alcohol ahí —me tocó la herida y siseé apartando mi mano, aceptando siquiera lavarla.
—Entonces dale porque si mis planes no fallan, podría caer más de una gota de alcohol ahí —dije de repente pensando en lo mucho que se me antojaba hacer shots. Tal vez hasta lo haría en la mano de Cody para ver cómo Carlos se retorcía. Todavía no estaba segura.
El encuentro con Josh me había dado un momento de lucidez momentáneo que ya se me había pasado.
Mi vista se enfocó en el vaso que traía en la mano apenas recordando el agua gratis que había obtenido mientras me lo llevaba a los labios, Charles me guió tomándome de la muñeca cuando me tropecé con alguien y casi me atraganté con el agua mojándome gran parte de mi vestido.
—¡Joder! —tosí en lo que llegábamos a los baños. Noté a Charles debatirse por un momento a cuál entrar hasta que se decidió por el de discapacitados, arrastrándome con él y cerrando la puerta. Sorpresivamente estaba bastante limpio, más de lo que me esperaba.
—Límpiate la herida, ya vuelvo —Se dio la vuelta.
—¿Charles? —Conecté mi mirada con la de él a través del espejo, sospechando un poco de sus intenciones.
—¿Mmm? —se volteó a verme.
—¿Me haces un favor?
—Juro que si vomitas, vomitaré también eh...
Lo interrumpí abriendo la llave—No le digas a Carlos.
—¿Qué?
—Lo que escuchaste. ¿Lo que viste allá afuera? No le digas a Carlos, no quiero problemas.
—Pero él tiene que saber, es tu novio —Insistió sin pensar, pero no se corrigió.
Mi corazón sufrió un golpe de realidad.
No, no lo es. No en verdad...
—Mentira, no lo es.
Charles se vio irritado—Sabes lo que quiero decir.
—No, no sé, porque que yo sepa, Carlos no tiene nada que ver conmigo. Solo es una relación falsa, nada más. Y por lo mismo no quiero que venga. Yo puedo cuidarme sola, y lo acabas de ver allá afuera —solté metiendo mi mano sangrante bajo la llave.
—Igual merece saberlo, ese tipo se aprovechó de ti.
—Y recibió su merecido. No necesito a Carlos y sus aires de machote, ¿ya? Vine a pasar un rato libre sin preocupaciones.
Charles suspiró caminando por el amplio baño—¿Entonces? ¿A quién quieres que llame?
—A nadie. Ya casi termino —exclamé sin mirarlo—. Ahora hazme el favor y deja el drama, Percival, que sigo entera y que yo sepa no me estoy desangrando.
El monegasco rodó los ojos y mientras yo me limpiaba con un papel higiénico escuchamos que tocaban la puerta.
Y decir que se nos paralizó todo el cuerpo nos quedó corto.
¿Y si nos veían salir juntos y creían que nosotros...?
—Charles, abre —demandó una voz que conocía muy bien desde afuera.
Le lancé una mirada de advertencia al monegasco, comunicándonos sin decir nada a través de nuestras miradas en lo que él avanzaba lentamente a la puerta y yo juraba matarlo.
Avancé rápido hacia él y le pellizqué el brazo a lo que él respondió con un saltito—¡Mierda! —se apartó de mis uñas dándome un empujón con su cadera en lo que abría la puerta.
Apenas lo vi entrar quise rodar los ojos hasta que me dieran la vuelta al cráneo—Y tenía que llegar el príncipe charming —solté con sarcasmo y Carlos me ignoró, notando la improvisada venda que traía en mi mano.
—¿Qué te pasó? —se acercó a mí y retrocedí.
—¿Qué te importa? —pude notar que eso le dolió un poco, bien.
—Vamos, Torres, déjame ver —estiró su brazo hacia mí y de nuevo no me dejé, manteniéndome firme en mi posición.
—Yo creo que aquí salgo sobrando, ¿no? Así que iré a cuidar la puerta por si los paparazzi y eso, por si acaso... sí, como si me estuvieran escuchando —murmuró Charles saliendo. Ni Carlos ni yo nos fijamos en él, nuestras miradas estando conectadas en una improvisada batalla. Él estaba herido, y yo ya había salido de esa faceta, ahora estaba enojada.
Enojada porque haya cagado todo.
—Torres... —rompió el silencio él. Apenas y se escuchaba la música amortiguada, como si estuviéramos apartados de todo. Solo él y yo.
—Me quiero ir —pensé en voz alta, y por un motivo eso pareció aliviarlo.
—Está bien, podemos irnos, te llevaré al hotel y...
—No, no me quiero ir de aquí. Me quiero ir de estar aquí en este momento contigo.
Pude notar su mirada reflejando dolor.
—No digas eso.
—¿Qué? ¿La verdad?
—No, que no quieres estar conmigo.
Rodé los ojos sintiéndome algo sofocada por su presencia. Traté de abrir la puerta hallándola cerrada.
—Típico —resopló Carlos recostándose en la puerta con fastidio.
—¿Qué es típico? —imité su voz irritada, dándole la espalda.
—Que intentes huir siempre —su mano se posó por arriba de mi cabeza—. ¿Por qué?
Y ahí exploté—¿Por qué? ¿De verdad tienes el puto descaro para preguntar? —me volteé ya molesta en serio a lo que él retrocedió—. Qué tal el que me trataste peor que la peste luego de que tuvimos relaciones, ¿eh? O el que ni siquiera pudiste tener los cojones para enfrentarme la mañana después. ¿Cómo crees que me sentí? —hice una pausa—. No, borra eso. ¿Qué crees que me hiciste pensar? Porque te puedo dar la lista clarita. ¿Qué tal como una idiota? —enumeré—. ¿Cómo una más que usaste? ¿Cómo una ilusa? ¿Ah? Y luego por si fuera poco, tengo que encontrarme con la bonita imagen de ti pidiéndole el número a otra.
—Adora, eso fue por...
—¡Déjame hablar, carajo! —apreté los labios y guardó silencio mirándome—. Y como cereza de pastel, chocas conmigo y haces todos esos comentarios hirientes en la qualy. Y yo séee. Yo. Sé. Que me hago la fuerte y que nada me afecta, pero no soy invencible tampoco. Dolió como el demonio, pero me dolió porque vino de ti, Carlos. Y porque aparte de todo eso, creía que éramos amigos. O al menos estábamos en camino a serlos antes de que cometieras una bajeza así —tomé aire, hablando demasiado rápido para mi propia comprensión. Cuando empezaba a desahogarme, me era difícil parar —. Y sé que no es como si estuviéramos juntos, lo sé, no debería reclamarte nada, pero creí que si íbamos a tomar ese paso juntos, siquiera había algo. Llámale atracción, o lo que quieras, pero yo no soy de tener algo de una noche. Si voy a acostarme con alguien, júralo que es porque siento... —traté de buscar la palabra adecuada, sin resultados— cosas, ¿ya?. Una conexión, lo que sea, pero no me voy a la cama con alguien porque esté lindo y ya.
Podía ver en sus ojos que estaba muy arrepentido, pero él ya se había desahogado y me tocaba a mí—Y de paso te disculpaste por todo lo demás, menos por el motivo por el cual estamos mal en primer lugar.
—Pensé que querías olvidarlo —murmuró él en voz baja.
Solté una risa irónica—Ahorita es lo que más quiero. Desearía nunca haberme acostado contigo.
Mis palabras retumbaron por las paredes del baño, creando un eco que llenó el silencio. Palabras que lo intercalaron hasta los huesos, atravesando su piel y asentándose en todo su pecho, donde le dolían.
Carlos me miró, herido—Mientes.
—¿De verdad tienes el descaro para creer que miento? —me crucé de brazos, desafiante.
—Sí, sí tengo el descaro para creer que mientes —Carlos imitó mi postura, retándome.
—Pues me parece muy engreído de tu parte, muestras demasiada seguridad para alguien que no se ha acercado a mí en toda la noche. Y si es así, es porque sabes que algo hiciste mal.
El español se quedó en silencio como contemplando lo que iba a decir mientras se relamía los labios, hasta que por fin escuché de sus labios—: ¿Quieres la verdad? La cagué. Arruiné todo y me siento mal por eso. Mi última intención esa noche era herirte, Adora, no lo planeé así, no quise que te sintieras como si no me importaras porque lo haces, y esas... cosas que sientes lo hago yo también, y pues no estoy acostumbrado a eso, y me asusté como un cobarde, ¿vale? Lo siento. Creí que era mejor pretender que no había pasado, pero tan solo te hice más daño y no era lo que pretendía. Supongo que intenté convencerme de que te estaba protegiendo, y la verdad es que tan solo me estaba protegiendo a mí por miedo de que no sintieras esa atracción que yo siento por ti... porque no iba a poder soportarlo.
Mi corazón bombeó rápido en mi pecho.
Odiaba a Carlos.
Pero odiaba a Carlos porque no podía odiarlo.
Hasta en esos momentos donde la rabia salía de mi cuerpo, no podía evitar pensar en lo mucho que quería besarlo intensamente hasta que me robe el aliento. Que sus grandes manos me aprieten contra él en lo que sus labios me daban la mejor bienvenida.
Me volvía loca. Se suponía que debería estar molesta con él. Y con motivos. Y con esos ojos marrones suplicantes no me permitía estarlo.
—Pues vaya manera de demostrarlo —murmuré, y lo sentí acercarse un poco. Lo permití, anhelando un poco su cercanía.
—Lo sé... lo siento. Pero yo no me arrepiento de esa noche y no quiero que tú lo hagas porque si dejamos de lado el desenlace, fue una buena noche que me gustaría repetir una... y otra... y otra vez... —dijo muy cerca, al punto que sentí su respiración chocar contra mi cuello. Contuve un poco el aliento cuando apartó un mechón de cabello de mi rostro—. Pero a pesar de eso, sin que me perdones no voy a intentar nada, cariño. Me ganaré tu perdón, y estaré dispuesto a explorar contigo lo que sean todas estas cosas que sentimos, siempre que sea algo que tú quieres —conectó nuestras miradas y tan solo vi que estaba siendo honesto. Sus ojos expresivos hablando por él.
Me quedé callada por unos momentos, algo impactada con lo que acababa de decir.
¿Hablaba en serio?
¿Y si yo era una tonta que volvía a caer?
—¿Y cómo haríamos eso?
Me debía ver como un borrego herido, pero no quería que Carlos me siguiera lastimando. No podría tolerarlo.
—No sé, pero podríamos averiguarlo. Juntos esta vez... —sentí el calor de su mano muy cerca de la mía, su dedo rozándome de repente muy delicado, como si lo único que quisiera es estar entrelazado con el mío. Y no había nada que yo anhelara más que estar bien con él y que me pudiera tomar de la mano como tanto quería.
Podía ver seguridad en él que no había antes, o al menos en estas peleas. Y sentía que si me dejaba caer con él, me transmitiría esa seguridad también a mí.
Tocaron la puerta con urgencia y estuve un poco desilusionada de ser interrumpida, no queriendo terminar con esta conversación.
—No cambies de opinión —dije algo acelerada en lo que él me sonrió.
—Ya no.
—Aunque todavía voy a esperar que te ganes ese perdón —advertí en lo que me daba la vuelta.
—No esperaría menos...
La cara de un Max nauseabundo me recibió con Checo sosteniéndolo por los hombros—¿Está ocupado? —nos miró a Carlos y a mí con expresión pícara y rodé los ojos.
—No, ya nos íbamos.
—¡No! Quédense, que no sé qué haré si vomita —suplicó y yo en realidad no quería lidiar con Max borracho.
—Checo, tenemos que volver a nuestra mesa... —trató de insistir Carlos.
—¡Me la deben! —lo miramos confundidos—. Por no decir nada de esto —nos señaló y creo escuchar el momento exacto en que mi corazón aterrizó en mis pies. ¿Sabía de nuestra relación falsa?
—¿Qué?
—Mhmm, así que se quedan, y si nos vomita nos vomitará a todos —hice una mueca de asco.
Qué manera de hacerle shift al ambiente.
La puerta se abrió—¿Termina...? Ah, hola, Checo. ¿Qué le pasa a Max? —preguntó Charles a punto de cerrar la puerta detrás suyo, cuando hicimos contacto visual con Danny Ric, quien parecía estar saliendo del baño de hombres.
—¡Hey! ¿Hacen reunión en el baño y no me invitan? —empujó la puerta entrando también. Gruñí por dentro.
¿Por qué seguían entrando?
—¡Ya entra, pero cierra la puerta siquiera! —señalé y me hizo caso.
Solo para segundos después escuchar como tocaban la puerta.
—¿Hay alguien ahí? —se escuchó la voz canturreando de Lando.
—No —repliqué seca.
—¡Acabo de ver a Danny Ric entrar, abran!
—Que no, ¿para qué quieres estar en el baño? —me pasé una mano por la cara, frustrada.
—¡No se hace una fiesta improvisada en el baño sin avisar! —chilló Lando, y le hice el gesto a Danny de que no lo haga, pero el australiano no me vio y dejó entrar tanto a él como a su otra acompañante; Lele.
—¿Qué están haciendo todos en el baño? —nos miró Lele a Carlos y a mí, analizando nuestros atuendos.
—Pues no sé, eso quiero saber yo —murmuró Max algo débil.
—Para que entre más gente, tengas menos ganas de vomitarme encima, carnal —dijo Checo arrugando la nariz.
—¡No voy a vomitar! ¡Solo necesito aire! —se quejó Max.
—Creo que deberíamos dárselo —insistí dándole la vuelta a mi hermana por los hombros.
—¡Adora! —advirtió Checo. El hombre de verdad no quería que le vomitaran encima.
Rodé los ojos.
—¿No les parece que está súper espacioso este baño? —preguntó Danny Ric con las manos en las caderas mientras examinaba el espacio con la vista.
—Yo también lo noté —asintió Charles imitándolo—. Y de hecho está bastante limpio, no me lo esperaba.
—Yo sí, los baños de discapacitados suelen estar más limpios que los normales —agregó Carlos.
—¿Significa que te has metido en baños de discapacitados? —lo miró Lando con los ojos entrecerrados, algo acusador.
—Cuando no hay nadie y el baño de hombres está muy sucio; sí, ¿o acaso tú no?
Yo solo observaba a Max como si fuera una bomba a nada de estallar.
—No. Yo soy un caballero —se regodeó Lando.
—Se podría hasta hacer un after aquí y cobrar entrada —Danny parecía medir el espacio con la mirada.
—¿Acaso necesitas más dinero? —dije con sarcasmo.
—No, pero eso ellos no lo saben —sonrió—. Aparte que siempre hace bien un poco de suelto, ya Lance no quiere prestarme.
—A mí tampoco —intervino Checo con una mueca.
—Pobre Lance, le ven cara de monedero. Qué par de falsos son —me crucé de brazos.
—Oye, yo también hago cosas por él —se defendió Danny mirando su teléfono mientras escribía algo.
—¿Ah, sí? ¿Cómo qué?
Sonaron todos nuestros teléfonos al mismo tiempo con una notificación del grupo.
Charles fue el primero en leer y mirar a Danny con cara incrédula–¿Nos quieres cobrar 1000 euros por el after en este baño?
Lele rodó los ojos, mientras que la sonrisa de Danny se ensanchó.
—Pues viene todo equipado, no sé de qué te quejas.
—¡No tenemos ni DJ! —insistió el monegasco.
Danny carraspeó algo indignado y señaló a Lando—Eso me parece ofensivo, tenemos un DJ aquí mismo.
—Uno sin cabina —agregó Lando.
—Eso ya viene en camino junto con el trago. Además, mira a tu alrededor —señaló Danny—. Es grande, tiene buenos pisos, casi insonorizada y, por sobre todas las cosas, limpia. Dime, ¿quién no pagaría mil euros por esto? —estiró los brazos y lo siguiente que se escuchó fueron las arcadas de Max para luego irse entre tambaleos a vomitar al inodoro. Danny hizo una mueca de asco—. ¿Y si lo bajamos a 500?
—¡Que 500 ni que nada! —dijo Charles tapándose la nariz.
Ni yo sabía porqué seguía aquí. El chisme lo llamaba. Yo no soportaba el sonido de las arcadas, pero me tenían amenazada.
—¡Max, eres un marrano!
—Qué asco.
—Dios, no puedo escucharlo —Lando empezó a tener arcadas también, por lo que me aparté un poco sin querer estar en medio de su posible vomitada.
—Ni se te ocurra vomitarme, cabrón.
Lele se acercó entre muecas a Max, pero sabía que su instinto materno le ganaba al asco que podría estar sintiendo—Max, ¿te sientes mejor? ¿O crees que todavía te queda un poco más? —preguntó con suavidad cuando el rubio dejó de vomitar, pasándole unas toallitas que sacó de su cartera para que se limpie.
Sin embargo, no mucho después de tenerlas entre sus manos, el neerlandés se volvió a agachar a seguir devolviendo los contenidos de su estómago.
—Déjalo, Lele, ya no sirve —dijo Checo con una mueca de lástima.
—¿De qué hablas? El papel sigue limpio.
—Me refería a Max.
Me volteé a ver a Lando, sus arcadas volvieron.
—Ya, ya, no vomites —dijo Carlos un poco nervioso al encontrarse en línea directa si al duende se le ocurría devolver todo.
—Vaya... eso sí... que ayuda... —soltó sarcástico entre arcadas. Estaba un poco agachado y traía la cara roja. Yo no sabía qué se hacía en estos casos, y por la cara de Carlos él tampoco.
—Eh... ¿sana sana? —le dio palmadas en la espalda, el impacto de cada una siendo suficiente para que al menor casi se le salgan los ojos de la impresión. Sin embargo, las arcadas se detuvieron.
—¡¿Me quieres matar?!
—No, pero ya se te quitó ¿o no? —Carlos se veía orgulloso de sí mismo.
—¿Si lo mando a limpiar todavía podemos hacer el after aquí?
—NO.
—No aguanto —soltó Charles antes de irse al lavabo a imitar a su rival, esa siendo la señal para que todos nos fuéramos a excepción de ellos, Checo, Danny y mi hermana.
—¡Wey, ni se les ocurra! —advirtió Checo cuando abrimos la puerta para escapar.
La verdad no iba a seguir ni un segundo más ahí a ver cuándo me daban arcadas.
—No mamen, creo que me va a dar a mí también.
Se escuchó cómo el mexicano se unía a la sinfonía de vómitos.
—¡Todavía se puede utilizar! —gritó Danny asomándose por el pasillo.
—¡DANIEL, BASTA! ¡NADIE VA A VENIR A UN AFTER EN EL BAÑO DE LOS VOMITADOS! —dijo mi hermana exasperada.
—No con esa actitud...
Escuché el suspiro frustrado desde lo lejos.
No sabía cómo todavía no lo había ahorcado, si era honesta.
[***]
—¿Te pido algo, cariño? —escuchaba la voz de Carlos algo distante aunque lo tuviera justo enfrente—. Adoraaa —agitó su mano enfrente de mi cara, y yo tan solo sentí como si los párpados me pesaban—. Tierra llamando a Adora.
—Dijiste que estaba bien, esto no se ve como bien —dijo otra voz con molestia. Cody.
—Tú preocúpate por lo tuyo, Cody.
—Adora es mi jefa, es mi encargo. Mi responsabilidad. Y a mí me parece que le hiciste algo.
—No le hice nada —dijo entre dientes.
—¿La drogaste? ¿Acaso planeas aprovecharte de su estado vulnerable?
—¡Yo no la drogué!
—Eso no es lo que parece.
—Adora quería tomar y traté de que le bajara a la intensidad, pero no me hizo caso, porque siendo ella cuando se le mete una idea en la cabeza es difícil sacársela. Y tú deberías saber eso más que nadie —le recriminó.
—Ajá, pretenderé que te creo, jefe —sentí como alguien se agachaba a mi lado y me sacudía de manera suave—. ¿Ada?
—¿Mmm? —cuestioné queriendo dormir.
—¿Quieres que te pida algo del McDonalds?
Mis ojos se abrieron por unos breves instantes apenas recordando donde estábamos. No tenía ninguna memoria del trayecto hasta el lugar, solo de dormirme en el hombro de mi hermana apenas toqué el carro.
—¿Dónde estamos? —balbuceé tratando de enfocar mi vista.
Presentía que debía ser tarde, y sin embargo, el lugar estaba lleno de bullicio. La luz me hizo entrecerrar los ojos.
—En el McDonalds. ¿Te pido algo?
—Mmm unos nuggets estaría bien —volví a cerrar los ojos. Estaba apoyada en una textura suave que olía muy rico.
Y dejándome arrullar un poco, me quedé dormida.
NARRADOR EN TERCERA PERSONA
—Creo que se durmió —susurró Carlos viendo la pacífica figura de Adora reposar, pequeños suspiros saliendo de sus labios. Se veía hermosa durmiendo, bueno, y despierta igual, pero a Carlos le fascinaban aquellos cortos momentos donde podía ver a Adora durmiendo porque se veía libre de toda clase de estrés; y esa era la clase de vida que quería para ella.
—Iré a comprarle los nuggets —declaró Cody levantándose de la mesa. Carlos lo siguió con la mirada.
—Está dormida, creo que comer es lo más alejado de su mente —replicó con obviedad.
—Pues tal vez ahora, pero cuando se despierte va a tener hambre. Quién sabe qué tantas cosas le metiste en su bebida.
Carlos frunció el ceño, cada vez más molesto con sus acusaciones—Yo no le hice nada.
—Dices tú —se cruzó de brazos.
—Sí, lo digo yo. Nunca me aprovecharía de ella.
Cody soltó una risa irónica—Claro.
—No necesito que esté ebria para que quiera que la toque a diferencia de otros.
Ese fue un golpe bajo, pero a ese punto no le importaba atacarlo.
—Pues si alguien no le hubiera hecho daño no estaría en este estado para empezar ni buscando toques de otros.
Doble golpe.
Apretó los puños—Ese no es tú problema.
—No, tienes razón. No es mi problema si le haces daño o no, pero que te quede claro que a quien va a valorar al final es quien se quede recogiendo los pedazos, y no a ti.
Carlos no creía poder odiar más a Cody hasta ese momento—Yo creo que se te olvida tu lugar. Eres el asistente de Adora, y puede que ella te haya dado algunas libertades, pero que no se te olvide que trabajas para ella y más nada.
—¿O qué? —lo retó con la mirada. Cody no se sentía intimidado por Carlos, y eso tan solo enfurecía más al español. En su poco tiempo trabajando con Adora, Cody le había agarrado bastante cariño y creía que Carlos no era la persona adecuada para ella.
—¿O qué? —lo imitó Carlos con algo de burla—. ¿Qué tal... o te despiden? —sonrió algo cínico. En realidad sabía que no tenía tanta influencia para lograr eso, pero eso Cody no tenía porqué saberlo.
El irlandés tensó sus puños—No tienes poder sobre eso.
—Ja, eso crees tú —Carlos fingió desinterés haciéndole caricias a Adora en el cabello.
—No, lo sé. Solo Adora o Kath pueden despedirme —afirmó aunque no estaba tan seguro, claro que no le dejaría saber a Carlos.
—Si te quieres mentir a ti mismo, pues adelante —se encogió de hombros observando a la castaña.
Cody se limitó a guardar silencio, sin saber muy bien qué decir. Se debatió un poco consigo mismo para luego darse la vuelta hacia la caja.
—¡Eh! Yo le voy a comprar los nuggets —se levantó Carlos de la mesa—. Tú quédate a cuidarla.
—Yo le pregunté, así que yo se las voy a comprar, Don Juan —rodó los ojos Cody sin hacerle caso.
—Pues te estoy diciendo que yo, su novio, se las voy a comprar —le dio una palmada en el hombro un poco más fuerte de lo que debía.
—Y yo te digo que yo, su asistente, se las voy a comprar, amigo —se burló devolviéndole el golpe. El tono en el que lo dijo le hizo saber a Carlos que Adora le había contado al idiota de Cody sobre ese acuerdo que habían hecho de ser "amigos".
Ambos se miraron con molestia.
Mientras tanto los trabajadores de McDonalds esperaban impacientes a que alguien ordenara algo. Aparte de unas aguas, nadie había comprado nada y su manager se empezaba a molestar con el escándalo.
Lele estaba sentada en otra mesa con los que los demás categorizaron como "los vomitadores", dándoles agua de a poco y abanicándoles las caras. Ya habían parado por la farmacia a comprar medicamentos, pero nada les quitaba a Max, Charles y Checo la cara de muertos. Estaban tan pálidos que parecían Casper y compañía.
En cambio, en otro extremo se encontraban George, Carmen, Lily, Alex, Pierre, y Yuki, a quien se toparon por casualidad cuando llegaron al McDonalds. Estaban hablando y viendo las historias de sus teléfonos cuando George llegó a la de Daniel Ricciardo.
—¿Dónde está Danny? —frunció el ceño George luego de ver la historia, mirando a los lados. Todos habían entrado juntos y sin embargo el australiano parecía haber desaparecido.
—Fue al baño, ¿por? —preguntó Pierre, todavía contemplando las opciones del menú y lo que tuviera menos calorías para que su entrenador no lo matara.
Ya se había levantado como tres veces a ordenar sin terminar de llegar a la caja, siempre siendo interrumpido por sí mismo y el buscar una "mejor opción".
—¿Y esto? —George volteó el teléfono hacia los demás y en las historias se veía a Danny cantando en lo que parecía una discoteca si las luces de colores les indicaban algo—. ¿Se te parece al baño?
—Pero es que ¿Cómo logró irse? —miró Alex a los costados—. Lo habríamos visto pasar, ¿no?
—No pondría en duda las habilidades de Danny Ric —tamborileó los dedos sobre la mesa Pierre, de repente decidiendo lo que iba a comer mientras se levantaba de la mesa caminando hacia la caja.
Estaba tan solo a pocos pasos, la encargada mirándolo ansiosa de que ordenara, cuando una expresión de indecisión cubrió la cara del francés y volvió a retroceder hacia la mesa. La encargada se desinfló un poco en su asiento.
Apenas se volvió a sentar todos escucharon al mismo tiempo música venir del pasillo de los baños.
—Creo que activaste algo —revisó Yuki debajo de la mesa.
—¿Qué? Claro que no, no fui yo —dudó el francés.
—¡Miren! Otra historia —George les mostró el teléfono y se veía a Danny con un trago en la mano y enfocando a... ¿Lando?
—¿Y Lando cuándo se fue? —preguntó Carmen confundida.
—No se ha ido, dijo que iba a ordenar —aclaró Lily imitando su expresión.
—¿Esta no era la canción que sonó hace un momento? —George le subió el volumen a su teléfono y todos en la mesa se inclinaron a escuchar. Efectivamente, era la misma canción que sonó cuando Pierre se sentó.
Ahí algo pareció hacer click en sus cabezas.
—Danny y Lando siguen aquí —declaró Alex en voz alta. Los demás asintieron.
Todos se levantaron de la mesa como quienes debían resolver un misterio.
Primer paso: Ubicar de dónde venía aquella música.
Caminaron en grupo escuchando a su alrededor. En definitiva debía venir del pasillo.
—¿Alguien va a ordenar? —insistió la de la caja.
Pierre se asomó—Sí, deme un momento.
La chica resopló con fastidio.
Con pasos calculados se detuvieron enfrente del baño de discapacitados. No sabían cómo, pero sonaba como si hubieran al menos 30 personas ahí.
George tomó la iniciativa y tocó la puerta a lo que los demás lo miraron como "¿En serio? ¿Crees que van a lograr escuchar?"
Y probándolos equivocados un sudado Danny les abrió un poco la puerta, tan solo asomando su cabeza con su característica sonrisa—¡Chicos! Hasta que se asoman, estábamos esperando a que llegaran.
—Bueno, aquí estamos —dijo George complacido, queriendo abrir la puerta, pero Danny hizo fuerza.
—¡Eh! No tan rápido, campeón. Las personas aquí pagaron su entrada, no puedo tan solo dejarlos pasar así como así, sería injusto para ellos, ¿no crees?
Los demás se miraron entre ellos irritados.
—¿En serio? ¿Estás haciendo una fiesta en el baño de un McDonalds y cobrando? —cuestionó Alex con el ceño fruncido.
—Sí, y ustedes hasta hace un momento quisieron entrar así que... —se encogió de hombros el australiano.
—¿Cuánto cuesta la entrada? —dijo Carmen, más por curiosidad que porque de verdad lo fuera a pagar.
—Mil —dijo con simpleza.
—Con eso me compró el McDonalds —murmuró Pierre resentido.
—Pero vamos, como son mis compadres les daré un descuento del cincuenta por ciento, ¿va? Los dejo entrar por quinientos.
—Pff, ya quisieras —le quitó importancia George ya dándose la vuelta.
Danny se encogió de hombros—Bien, como quieran. ¿Te puedes apartar? Ya viene el bartender —George se dio la vuelta para encontrarse con un tipo que no había visto en su vida—. ¡David! ¿Cómo estás? ¡Mucho tiempo sin verte! Vamos, pasa, pasa —Danny le abrió un poco la puerta y lo dejó entrar para luego voltearse a los demás—. Será para la próxima, chicos —hizo una mueca de lástima y cerró la puerta.
George señaló hacia la puerta algo incrédulo—¿Pueden creerlo?
—Danny está loco.
—Dios, ¿a quién se le ocurre?
—Sí, como si quisiera ir.
—Una fiesta... en un baño —repitió Yuki todavía sorprendido, no terminaba de procesarlo.
Todos se quedaron callados, mirándose los unos a los otros. No podían ocultar la verdad.
—Quiero ir.
—Me mata la curiosidad.
—Danny es un genio.
—Una fiesta... en un baño.
—¿Entonces? ¿Qué hacemos? —miró George al grupo.
—Yo propongo acusarlo con Lele y que nos haga pasar gratis —alzó la mano Pierre.
—No está mal la idea —asintió Alex.
—Oigan, Lele está ocupada con los vomitadores. No va a querer —intentó hacerlos razonar Lily.
—Bueno, ella tal vez no... pero no es la única Torres con influencia sobre Danny Ric —los ojos de todos cayeron sobre la pacífica figura de Adora.
—Ah no, yo no estoy de acuerdo con eso —se cruzó de brazos Lily. No iba a dejar que despertaran a una ebria Adora solo para sus payasadas.
—Estará bien, ebria es más fácil de convencer —la intentó tranquilizar Pierre.
—Yo tampoco voy a participar de eso —advirtió Carmen mirando a George, quien trató de no ver mucho a su novia a los ojos.
La realidad es que les picaba la curiosidad por ver cómo era dentro de ese baño/discoteca.
—Pues se lo pierden, vamos —indicó Yuki bastante emocionado.
Las chicas se sentaron a mirar mal a sus parejas mientras los cuatro hombres avanzaban hacia la mesa pasando desapercibidos por Cody y Carlos, quienes seguían discutiendo.
George fue quien se sentó enfrente de Adora y la sacudió levemente—Adaaaa —dijo con voz canturreando. Nada. ¿Siquiera respiraba?—. Princesa papaya, vamos, despierta. Deja caer tu cabello.
Ni un solo movimiento.
Yuki se acercó abriéndole un poco el ojo con el dedo—¿Seguros que sigue viva? —En circunstancias normales no la estaría ni tocando porque la piloto lo intimidaba un poco, pero estaba preocupado.
—Yo tengo una idea —se aclaró la garganta—. ¡Adora! ¡Max te ganó el campeonato! —gritó Pierre cerca de su oído, y la castaña se levantó de un salto.
Adora Torres's POV
—Ay —me quejé en voz baja apartando un dedo de mi cara. No sabía cuánto había descansado, pero se sentía como si nada. Mi cabeza parecía palpitar—. ¿Qué pasó? ¿Nos vamos? —balbuceé tratando de enfocar mi vista.
—No exactamente —Alex hizo una mueca.
—¿Y Carlos? —miré alrededor encontrándome con la linda imagen de Carlos discutiendo con Cody—. Olvídenlo. ¿Y mis nuggets?
—Te compraremos toooodos los nuggets que quieras si nos ayudas con algo —propuso Pierre, apenas y logré ver detrás de él a un oculto Yuki.
Mi estómago sonó—¿Qué cosa?
—Necesitamos que nos hagas entrar al after de Danny —dijo un inocente George.
—¿Para eso me despiertan? —me pasé las manos por la cara.
—También vas a tener curiosidad, solo ven.
Pensando un poco en mis opciones y el que no sabía donde estaba mi cartera, decidí aceptar.
—Ya, bien, pero si no acepta igual me compran nuggets.
—Hecho —sonrió Alex.
Me levanté con algo de pereza para acompañarlos a los baños. No me cabía duda de que sería allí luego de que Danny descubriera el gran potencial de los baños de discapacitados.
Cuando llegué toqué la puerta y a los pocos segundos abrió un animado Danny.
—¡Roadrunner! ¿Vienes a sumarte a la fiesta?
—No, vengo a clausurarla —miré por encima de su hombros—. ¿Qué tanta gente traes ahí?
—Pues si pagas la entrada podrías averiguarlo.
—Paso, pido trato exclusivo por ser hermana de tu novia —lo molesté, en realidad no eran nada aún, pero ver la cara nerviosa de Danny valía la pena.
—¿Novia? No no no, te equivocas. Peeero, supongo que podría hacerte pasar por ser buena amiga —sonrió y yo alcé una ceja. ¿Tan fácil?—. Adelante, bienvenida a la fiestaaa —me dio paso y yo me volteé hacia los chicos confundida. Todos me vieron ilusionados, tal vez yo podría hablarles de mi experiencia.
George señaló su teléfono mientras Danny cerraba la puerta detrás suyo con llave. Cuando me volteé me encontré con la verdad; no había nadie, salvo por Lando y un tipo que no conocía. Un teléfono estaba conectado a un parlante con un video que decía "fondo de fiesta" y el otro con música.
—¿Qué...?
—Se nos perdieron nuestras billeteras —rompió el silencio Lando con una mueca.
—Entonces el plan era estafarlos para que nos den dinero y nos podamos pedir comida —explicó Danny llevándose una mano al estómago.
—¿Por qué no solo pidieron el dinero? —Aunque admiraba su esfuerzo por montar todo esto.
—Le debemos dinero a George, no nos va a prestar nada, los demás son malos prestando y los que sí podrían ayudarnos están más del lado de los muertos que de los vivos —Lando rebotó una pelotita contra el suelo.
George todavía me debía dinero también.
Los miré a ambos—Bien... los ayudaré.
Tanto Lando como Danny y el desconocido me miraron sorprendidos.
—Con condiciones, eh, pero déjenmelo a mí —abrí la puerta un poco y puse mi mayor cara de sorprendida cuando me topé con las miradas expectantes de los chicos—. ¡Dios! ¡No saben de lo que se están perdiendo! De verdad no sabía que podía entrar tanta gente aquí, está de locos, chicos —salí y la puerta se cerró detrás de mí—. Voy a ir a buscar nuggets, pero ya enseguida vuelvo.
Pude notar como todos se pusieron aún más inquietos, los escuché discutir un poco mientras yo volvía a la mesa.
—¿Dónde estabas? —alcé la vista para toparme con la mirada de Carlos. No parecía nada contento—. Me pegaste un susto, mujer, no puedes desaparecer así.
—Nos* pegaste un susto —aclaró Cody mientras me extendía unos nuggets. Carlos rodó los ojos.
Sin embargo, no pude evitar mirar de reojo la envoltura de hamburguesa que traía Carlos. Una sonrisa arrogante se apoderó de su rostro—¿Quieres?
—¿Puedo?
—Es tuyo, cariño.
Gloria sea Dios. No sabía lo mucho que quería una hamburguesa hasta ese momento que le pegué el primer bocado.
Pude notar como Carlos miraba a Cody algo egocéntrico y este respondió rodando los ojos.
—¡Ya basta! ¡Se me van, no quiero a escandalosos ni personas que no compran aquí! —salió el manager malhumorado a espantar a Lele, Charles, Max y Checo. Lo siguiente que pasó fue que Max vomitó en sus zapatos—. ¡Hasta aquí llegué! ¡Se largan TODOS! —nos miró a nosotros furioso, yo estaba a medio bocado de mi hamburguesa.
Lando y Danny llegaron corriendo con billetes en la mano.
—¡Lo logramos! ¡Señor! ¡Queremos un...!
—¡SE ME VAN O LLAMO A LA POLICÍA! —amenazó el señor.
Segundos después salieron unos malhumorados Alex, George, Pierre y Yuki.
—¡Era una estafa! ¡Devuélvannos nuestro dinero!
—¡Son unos estafadores!
—¡No había fiesta en el baño!
El señor marcó furiosamente en su teléfono—Aló, ¿policía?
—Sí, mejor ya nos vamos, Adora —dijo Carlos nervioso a lo que me cargaba a mí y mi improvisada almohada saliendo apresurado.
Podía caminar, tan solo no quería dejar mi comida.
Todos se dispersaron corriendo como si tuviéramos a la policía detrás. Mientras nos alejábamos recordé algo un poco alarmada.
—¡Carlos!
—¡Ya vamos a llegar al carro, aguanta!
—¡No! ¡Los nuggets! —lloriqueé con mi hamburguesa en mano.
[***]
Cuando llegamos al hotel ya me había terminado la hamburguesa, y con mucho pesar acepté que los nuggets ya no serían ingeridos por mí. No sabía qué era del alcohol que me hacía soñolienta, pero Carlos me cargó hasta la habitación, dejándome recostar mi cabeza en su pecho. Me gustaba estar entre sus brazos, y más me gustaba que la improvisada almohada en la que me había dormido en el McDonalds fuera un suéter de él.
Suspiré con pesar cuando me dejó en mi cama, lo sentí alejarse, pero yo no quería eso.
Lo detuve sosteniéndolo por la muñeca—Quédate... —rogué en voz baja mirándolo a los ojos.
—Adora, ¿estás segura? —me miró buscando seguridad.
—Solo... sostenme como debiste hacerlo esa noche —murmuré.
Podía sentir a Carlos dudoso, tal vez por mi estado, más solo quería algo inocente esta noche.
Se quitó los zapatos y se tiró a mí lado, todavía algo inseguro. Me miró y yo tan solo me acerqué y me acurruqué un poco en su pecho, su brazo acunándome contra él. Solté un suspiro de satisfacción. Esto me gustaba. Me hacía sentir protegida y cómoda en sus brazos, como si no existiera algún otro lugar para mí.
No sabía qué pasaría con nosotros, pero si él estaba dispuesto a trabajar por mi perdón, yo estaba dispuesta a trabajar en perdonarlo.
Más si el paquete traía momentos como estos.
Depositó un suave beso en mi coronilla y me apretó más contra él, brindándome calor—Descansa, princesa —susurró y con esas palabras repitiéndose en mi mente, me dejé caer en un sueño profundo.
Esa mañana no desperté sola.
▌│█║▌║▌║ —— ║▌║▌║█│▌
N/A: Un aplauso por favor a esta autora que de alguna manera logró salir del bloqueo y escribirles este capítulo.
Carlos se seguirá ganando el perdón de Adora y el suyo, pero por ahora a mí ya me tiene jsjsjs
Igual creo que poco a poco lo irán perdonando, o eso espero.
Se vienen varias cosas en los próximos capítulos. Creo que le puedo bajar un poco el volumen al sufrimiento de Adorarlos, pero lamentablemente no al de Adora porque le toca desarrollo de personaje, ups.
Para quienes todavía no lo hacen, vayan a seguirme en el Instagram de la cuenta, @valskeeper
Y si no han chequeado mi libro de one shots las invito a hacerlo, dicen que son picantes 👀🥵
Ahora les va una pregunta a ustedes: ¿con qué personajes de películas o series relacionan a Adora y Carlos?
Yo al menos puedo decir que Adora me da vibes de la princesa Jazmín con Tiana, y Carlos es un poco Flynn Ryder con el príncipe Naveen. Pero 100% son Tiana y Naveen para mí, la dinámica es la misma aunque Adora es un poco más coqueta que Tiana.
¿Les gusta cómo va avanzando el libro?
Eso fue todo, les recuerdo que no habrá actualización este fin de semana porque tengo examenes la próxima semana y prefiero enfocarme en eso. Igual estoy preparando algo especial, (no, lastimosamente no es otro Crossover), pero ya pronto verán y creo que les va a gustar mucho 🫶🏻
No se olviden de votar y comentar que esa es la forma de pago que aceptamos las escritoras luego de escribir estos capítulos con sudor, sangre y lagrimas 😅
Ojito que las veo 👀
Sin más que añadir,
Las quiero,
Se despide,
Val
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top