10 | Un desayuno inoportuno

𝐓𝐫𝐨𝐮𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐤𝐞𝐫




JUEVES 7 DE ABRIL, MELBOURNE, AUSTRALIA

(FALTAN 3 DÍAS PARA EL GP DE AUSTRALIA)

CUANDO VUELVO DE UNAS VACACIONES es ya familiar el ser sumergida al ajetreo de un fin de semana de carreras.

Solo que esta vez era diferente debido a un pequeño comentario que había hecho alguien con mucho poder e influencia en el deporte, en el que por desgracia me veía involucrada sin haber hecho nada esta vez.

Hace unos días, Christian Horner, jefe de equipo de Redbull, había estado en una entrevista con talkSPORTS cuando le preguntaron acerca de qué opinaba del incremento de mujeres interesadas en F1 desde que se estrenó la serie de Netflix "Drive to Survive", a lo cual respondió que se debía "al atractivo de los pilotos". Eso ya de por si estaba mal, pero lo que terminó afectando este fin de semana de carreras a desmedida para mí, fue cuando le preguntaron que si el que yo tuviese un puesto en F1 tenía que ver con lo que acababa de decir.

¿Y cuál fue su respuesta?

"Tal vez, no diré que sí a algo que no tengo por seguro. Lo que si tengo es que Adora por mucho que quiera no tiene aquello que se necesita para llegar lejos en Fórmula 1. Por lo que su pasarela con los hombres del Paddock llegará a su fin muy pronto."

Algo pequeño, e insignificante, ¿no?. No era como si el jefe de equipo del mejor equipo en el Paddock había insinuado que soy una zorra sin talento. Nop, para nada.

Y pues ambos comentarios estuvieron mal. Tanto el primero como el segundo. ¿Pero el segundo? El segundo había vuelto a revivir una furia en el fandom de F1 a la que no estaba preparada.

Y como quisiera decir que la furia era a favor, y no en mi contra, como era el caso.

Iba caminando en el Paddock con Lele a mi lado, algo paranoica desde que salió la noticia. Con temor de que empezaran a agredirme verbalmente como pasó el año pasado. O peor.

No sabía si Horner era consciente de ello o no, pero había vuelto a echar leña a un fuego ya en su mayoría extinto.

Sí, seguían habiendo rumores y mis patrocinadores estaban en juego por mi reputación, pero el odio intenso de parte de los fanáticos había disminuido de manera considerada. Hasta ahora, supongo.

Me encontraba firmando unos autógrafos con Lando cerca de las vallas. Había recibido uno que otro comentario que, no mentiré, me estaban afectando un poco.

Soy confiada en mis habilidades, no habría llegado a la categoría si no fuese por ello. Mis padres no es que eran multimillonarios, vivíamos cómodos pero no éramos clase alta.

Cuando decidí entrar a Fórmula 3 no tenía el dinero para pagarme la inscripción y fueron mis abuelos paternos los que hicieron el esfuerzo para mantenerme a flote hasta que conseguí patrocinadores.

Por lo que después de pasar cada categoría estaba segura que tenía talento.

Sin embargo, a veces hasta Lewis Hamilton podía sentirse inseguro. No era inmune a ello. Y por mucho que quiera negarlo, yo tampoco.

¡APESTAS, TORRES! —oí una voz gruesa gritar en alguna parte de la valla y lo siguiente sucede en un parpadeo.

De repente, mientras tenía las manos ocupadas firmando sentí un objeto acercarse hacia mí con fuerzas.

Sin dudas había sido lanzado.

Lo atrapé con una mano sin reparar mucho en ello hasta que me fijé en el líquido que adornaba mi ropa y el ardor que sentía en mi mano. Siseo por un momento como quien se hace una quemadura y cuando volteo a ver tenía una lata de cerveza entre mis dedos, asimismo un corte brotando sangre en la palma, producto de la anilla que parecía haber sido afilada a propósito.

Suelto un quejido soltando la lata para hacer presión en la herida que no mostraba señales de querer parar de sangrar, y eso parece llamar la atención de los que estaban a mi alrededor que no habían reparado en la interacción con el señor.

Se volvió un escándalo.

—¡Seguridad!, ¡seguridad!

—Ada, ¡¿estás bien?!. Perdón, pregunta estúpida. ¿Te duele mucho?, ¿es profunda? —Lando insistía a mi lado, intentando ver.

—Adora, necesitamos ir a que te revisen eso.

—¡INTENTA COMPETIR AHORA, ZORRA! —volvió a hablar esa gruesa voz y me sentí casi gruñir en voz alta.

¿Quién se creía ese señor y cómo tenía el atrevimiento de hacer todo eso?

—¡Venga y dígaselo a la cara, cobarde! —gritó un acento español. Sainz.

Rodé los ojos. Claro que debía ser él. No quería ni voltearme a ver esos ojos marrones porque sabía que de hacerlo, iba a revivir todo lo que había sucedido en la cita del viernes, e iba a explotar.



Viernes 1 de Abril.

Se había formado un silencio algo tenso en lo que esperábamos la comida. Sainz no paraba de ver su teléfono, al parecer siéndole más interesante que su acompañante. Bufé.

Entre todo eso, creí ver la silueta de alguien conocido pasar por las últimas mesas. Su cabello castaño oscuro y piel bronceada muy difícil de perder de vista.

Sentí como si el corazón se me cayera al estómago, mis manos clavándose en el borde de la mesa con un agarre inconsciente. Tragué saliva, la ansiedad comiéndome viva. ¿Qué hacía aquí?, ¿se había enterado de alguna manera?. Si se llegaba a voltear, no estaba orgullosa de la imagen que vería. Estaba disgustada conmigo misma. Era trabajo, ¿pero que me viera con Sainz?, ¿con el chico que la utilizó?, ¿en una cita?. Mila no me volvería a hablar, y no la culpo, soy una terrible amiga.

Contuve la respiración con anticipación a lo que se volteaba, pero cuando su cara enfocó en nosotros sentí mi cuerpo destensarse.


No era Mila.

Me permití apartar la mirada, enfocando a Sainz sin poder sacudirme ese sentimiento de culpa.

Este alzo la vista hacia mí—¿Qué sucede?, estás pálida.

Suspiré intentando volver mi corazón a su normal ritmo—Yo... yo creí haber visto a Mila —carraspeo mientras tomo un sorbo de agua.

Sainz frunció el ceño, de repente molesto—Lo dices para molestarme, ¿no? —bufó dejando el teléfono en la mesa, su mirada chocolatada clavándose en la mía.

—Podría, pero no, vi a alguien muy parecido a ella y creí que era... —volteo a buscarla con la mirada pero había desaparecido.

—No tienes que inventar personas, Torres, ninguno de los dos quiere estar aquí —musitó con un tono cortante.

—Oh, disculpa, no sabía que era tan insoportable —digo con sarcasmo.

—A niveles que ni te imaginas —se estira en su asiento, imperturbable.

Me cruzo de brazos—Tampoco eres la más afable compañía, Sainz.

Mentiras, mentiras, mentiras. Si nos sincerábamos un poco estaba clara de que yo puede que no he contribuido a esta falsa relación tanto como él, y que le hacía el trabajo algo duro.

Pero dejando de lado el muro de rencor que había montado: Carlos Sainz no era la peor compañía que podría tener.

¿Insufrible y egocéntrico? Sí, pero solo pensar en estar en esto con alguien como Max, que perdía la paciencia de manera muy fácil, me hacía querer arrancarme los pelos.

—¿Comparado contigo?, deberían hacerme un monumento por aguantarte los berrinches y mantener esta relación a flote al mismo tiempo con lo mala que eres para seguirme la corriente, joder —resaltó con el ceño fruncido, cruzándose de brazos.

—¡Pues...! —quise alzar la voz pero el eco del lugar deprisa me recordó que estamos en un sitio público—. Disculpa si no es tan fácil sentirme cómoda contigo y todo esto —hago un gesto señalandonos.

—¿Por qué?, y dime un motivo que no sea Mila, Torres, porque te juro que perderé la cabeza —de repente se encuentra inclinándose sobre la mesa, sus ojos brillando con desafío y su voz denotando exasperación.

Y siempre he dicho que esa mirada me tocaba un nervio. No aguanté.

—¡No es por Mila, coño! —suelto, y hasta yo me sorprendo un poco, pero no puedo contener lo que sale de mí, muy impulsiva para pensármelas antes de hablar—. ¡Nunca lo ha sido! —escuchaba la frustración en mi propia voz.

Joder, se me había ido la sopa. Me cacheteé internamente.

—¿Y entonces por qué? —alza ambas cejas, la intriga viéndose muy clara en su rostro,—¿por qué me odias, Adora?

Su tono curioso me hizo querer reventar ahí mismo. ¿Cómo podía ser tan ingenuo?, ¿cómo podía olvidar lo que me había hecho?... ¿Cómo podía acostarse con ella?...

De todas las personas en esa fiesta tuvo que elegir a mi mejor amiga para llevarse a la cama. Y eso no hizo más que hacer crecer la semilla de rencor que había en mi interior, sintiéndolo como un ataque directo. Pero había sido plantada mucho antes de que sucediera lo de Mila. Esa simplemente fue la cereza del pastel.

—El hecho de que ni te acuerdes me da suficientes motivos para odiarte aún más, Sainz, eres un idiota —lo miro a los ojos con enojo cogiendo mi cartera con prisas y me levanto, sin pensar mucho en ello. Solo quería salir de ahí.

El ambiente estaba tan pesado que sentí que me asfixiaba, que tenía una clase de peso sentado encima de mi pecho que no me dejaba respirar.

—Adora, siéntate —musita Sainz con una sonrisa, pero claramente actuando para nuestros espectadores.

Oh, podrá ser el novio falso mandado por el mismísimo Espíritu Santo en persona, y ni eso me convencería de hacerle caso. No era perro como para obedecerlo.

Cayendo un poco en cuenta del espectáculo, sonreí y me incliné sobre él para dejar un casto beso en su mejilla que lo dejó mirándome anonadado.

Coño, ¿qué perfume usaba este hombre?, ¿"vuelve loca a Adora 312"?.

¡Concéntrate, mujer!

—Lo siento, cariño, el deber llama. Te veré el próximo fin de semana. Suerte en Madrid —exclamo acariciando de manera íntima pero breve su tonificado brazo. Sainz siguiendo el trayecto de mi mano de manera confundida—. ¡Au revoir! —sonrío falsamente mientras me alejo. Sainz soltando un suspiro en la mesa.

Sabía que con mi declaración no se podría levantar a perseguirme, pues había hablado alto para asegurarme de que me escuchen y a Sainz le faltaba pagar la cuenta de nuestro desayuno, lo cual en circunstancias normales discutiría como la cena del martes el pagarla.

Pero no ahora.

No cuando me sentía tan impotente y tan... tan... ¡tan imbécil!, al ser la única que recordaba lo que hizo. Tanto tiempo guardándole rencor y cosechando mi odio, ¿y para él? Para él fue tan insignificante que ni lo recordaba...


Actualidad

De repente Sainz se acercó a mí con la mirada enfurecida, parecía iracundo, fuera de si mientras miraba mi mano sangrante. ¿Y a este qué le pasaba?.

Lele me jaló por un lado para intentar que avanzara a la carpa médica pero sus intentos se vieron detenidos cuando Sainz me tomó del otro brazo—Ven conmigo. Será rápido —insistió.

La poca paciencia que tenía mi hermana en cuestiones de estrés se agotó—¡¿Estás loco?!, ¡necesita que le vayan a ver esa mano ya! —suelta viéndolo casi que botando chispas con los ojos

—¡Yo la llevaré, pero debe hacer esto antes! —suelta Sainz mientras me aparta de mi hermana por los hombros y me acerca a la valla, dónde los de seguridad parecen tener sujeto a el señor que tiró la lata. No parecía pasar de sus cincuenta, pero cuando me vio acercarme todo rastro de diversión desapareció de su rostro.

Aprieto los labios.

¿Eso quería?, ¿que observara al ser que se las había engendrado para lastimarme?. Porque si no lo atrapaba, iba directo a mi cabeza y la herida podría ser peor. Llegaría a tener hasta puntos, me atrevería a decir, con lo afilado que estaba.

—Dile ahora de frente lo que me has dicho a mí —dice Sainz desde atrás, todavía sin soltarme, lo podía sentir muy tenso.

Yo alcé una ceja hacia el señor, expectante. A ver qué se le ocurría que no haya escuchado a mis espaldas todo el día.

El señor miró de Carlos hacia mí, tragando saliva. Sus ojos abriéndose con alarma. Podía oler su nerviosismo desde acá.

—¿Qué?, ¿no tan valiente ahora que me tiene de frente? —le mantengo la mirada al señor con seriedad—. Vamos, diga todo eso que estaba diciendo antes. Quiero escucharlo —lo desafío, y parece perder el color conforme mi vista no flaquea de la suya.

—Lo puedo ayudar, si quiere. Dijo algo de que era una zorra, ¿no?. Que esperaba que no pudiese competir —ladeo la cabeza.

El señor se remueve, inquieto, entre los brazos de los guardias—Yo... yo... yo... —traga saliva, apartando la mirada con vergüenza.

—"Yo... yo... yo..." —me burlo—. No tan mamoncito ahora que no tienes una multitud que te tape la cara, ¿eh? —aprieto la mandíbula.

Sainz se mueve atrás mío, haciéndome acuerdo de su presencia—¡Que esto sirva de recordatorio para no meterse con Adora Torres! —grita—. Y si no pueden ni decir todas esas porquerías en su cara, no las digan, gilipollas —dice lo último en tono bajo con indignación, para luego guiarme a la carpa médica, tomándome de la mano no herida con delicadeza.

Odiaba admitirlo, pero se ganaba un punto.

No sabía si estaba consciente de su acción o no, pero mientras apretaba la otra mano en un puño no pude evitar admirarlo un poco. Caminaba con determinación, pidiendo pequeñas disculpas a los fans que se acercaban y sin perder el rumbo a la enfermería.

¿Por qué hacía cosas cómo estas que lo volvían difícil odiarlo?.



Cuando entramos a la enfermería me atendieron enseguida, curándome la herida. No había mucho que pudieran hacer más que desinfectarla y vendarla, ya que no era tan profunda para requerir de puntos como creíamos. Las enfermeras le avisaron a Zak de lo sucedido y salieron a su almuerzo. Sainz y yo quedándonos en silencio mientras esperábamos a mi hermana y a mi jefe.

—Tú y yo tenemos una conversación pendiente —me volvió a mirar.

—No hay nada de qué hablar —me rehusé. Vamos, Sainz, no insistas o mi enojo volverá.

No quería pasar esta vergüenza dos veces.

—Sí, lo hay —su mirada escanea mi rostro—. ¿Cómo puedes molestarte conmigo por algo que no recuerdo y que ni siquiera me dices?, ¿fue porque te rebasé en alguna carrera? —cuestiona insistente.

Suspiré con pesadez—Sainz... el motivo de mi odio hacia ti, no es nada relacionado al mundo de carreras.

—¿Entonces qué? —se notaba la intriga y desesperación en su voz. ¿Tanto le importaba?

Oí pasos acercándose a la carpa, las voces de Lele y Zak cada vez volviéndose más notorias.

—Testing de 2021 en Bahrein —dirigí mi mirada hacia él, observándolo con detenimiento, esperando alguna reacción que me indicase que sabía de lo que estaba hablando. Y nada. Solo obtuve en respuesta un ladeo de cabeza y ojos mirándome con confusión.

Asentí para mí misma, eso me daba todo la respuesta que necesitaba para confirmar mis sospechas. Era claro que Sainz seguía siendo el mismo idiota poco considerado de siempre. ¿Pero yo? Yo me llevaba el premio de imbécil por pensar por un solo segundo que recordaba o reconocía sus acciones.

—Eso pensé —murmuré mientras me bajaba de la camilla. Más que enojo, ahora solo estaba decepcionada.

Me sentía como la misma Adora del año pasado, en su primera carrera y con ansiedad de ver a Carlos, esperando una explicación o una disculpa de su parte que nunca llegó. La decepción pasando a rencor, y ese rencor convirtiéndose en la irritación que tenía hacia su persona.

Odiaba a Carlos Sainz.

Sainz se levantó y me tomó de los hombros, frenando mis movimientos hacia la puerta—¿Puedes por el amor de Dios y todo lo que quieras, tan solo decirme qué pasó? —ruega suavemente, sin despegar mi mirada de la suya.

Tragué saliva contemplando esos ojos marrones suyos. Detestaba lo pequeña que me hacía sentir bajo su agarre—Más vergonzoso que lo que pasó, es tener que revivirlo y contárselo a la persona que lo hizo porque para esta, algo que para ti fue importante, fue tan irrelevante que ni se acuerda —digo tragándome el nudo en la garganta con rencor, soltando sus manos de mis hombros y esquivándolo para salir de la carpa, encontrándome de cara a Zak y mi hermana. Mi frente manteniéndose en alto, a pesar que con todo lo que había pasado en este corto día, tenía ganas de hacerme bolita en mi cuarto y ver toda la saga de Rocky.

Zak me miró—Adora, nos enteramos de lo sucedido y tanto Andreas como yo queremos saber si sientes que puedes correr mañana. Sería entendible si no debido a tu herida y la fuerza que debes ejercer sobre el volante, pero es tú decisión si corres o quieres que enviemos a un piloto de reserva.

Mi hermana me observó con una mueca, sabía que si fuera por ella no correría mañana, pero una herida en la mano no me iba a detener de ser campeona.

—Estoy bien para correr —asiento—. La herida de mi mano va a arder un poco, pero no es nada para morirse —aseguro.

Vi una silueta salir de la carpa, dirigiéndose a su taller mientras me daba algunas miradas.

—¿Estás segura? —me miró Zak, desconfiado.

—Lo estoy. No hay nada ni nadie que pueda desenfocarme de esta carrera —hablo sin mirarlo, enfocándome por un segundo breve en ese nadie a sus espaldas.

Hora de volver a poner la mente en el juego.




▌│█║▌║▌║ —— ║▌║▌║█│▌

N/A: Les traigo una sorpresita por el fin de semana de carreras y llegar a mil votos...


*redoble de tambores* 🥁🥁🥁




¡Primer cap de una maratón del GP de Australia!, mañana les traigo el próximo capítulo <3

Mientras tanto, las invito a pasarse por la sección 00 de Troublemaker, donde podrán ver los faceclaims y advertencias de la historia.

¿Qué pensamos?, ¿qué creemos que es aquello que Sainz no se acuerda? Acepto todas su teorías.

Por favor, si están disfrutando de la lectura les invito a pasarse por La exhibición de libros de therickgfreak

Donde encontrarán una sección de Troublemaker y pueden dejar una reseña de lo que les va pareciendo la historia, es para que otras personitas también lo encuentren <3

Sin más que agregar, les comento que estoy emocionada por estos próximos caps jsjsjs

Se vienen sorpresitas

Comenten, y voten, no sean lectores fantasma porque una acción tan pequeñita ayuda que más personas lleguen a la historia. Así que si no han votado en los otros caps, los invito a que lo hagan 🫶🏻

Se despide,

Val

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top