Capítulo 20

Maratón (2/3)

Temblé bajo sus manos y traté de alejarme pero el auto no me lo permitió.

 -No me toques –Balbuceé.

 -¿Se mejoró tu guardaespaldas? –Preguntó burlón.

 -Aléjate o voy a gritar –Amenacé.

 -¿Es un reto? Si ni puedes hablar bien cuando estoy cerca –Enarcó una ceja.

 Me estremecí mientras los sentimientos de miedo, ira y furia se removían  en mi estomago.

 -¿Qué quieres de mi? No me toques –Lloriqueé.

 -¿Quieres saber que quiero de ti? –Enarcó una ceja.

 Asentí casi al borde las lagrimas.

 -Pues tienes que venir conmigo esta noche –Subió sus cejas.

 Y como siempre dicen, la curiosidad mató el gato.

-Está bien –Suspiré.

 -Bien, te espero allí –Dijo señalando hacia su auto negro.

Una sonrisa triunfante pegada en su rostro mientras yo me encaminaba con mi bolso hacia el restaurante. Miré a Thomas sentado con dos limonadas sobre la mesa mientras miraba hacia la puerta. Sonrió al verme entrar y en ese instante una punzada de tristeza recorrió mi cuerpo, lo dejaría solo. Suspiré mientras me acercaba hacia la mesa.

 -Te tardaste un poco –Dijo sonriendo.

 Lo miré apenada.

 -Thomas, se ha presentado un problema con.. –Hice una pausa mientras pensaba. –Con una de mis tías y debo de ir a verla, lo siento mucho –Dije sonando lo más segura y triste posible.

 Su expresión cambió a una preocupada haciendo que me sintiera aun más mal.

 -¿En serio? ¿Está todo bien? –Preguntó poniéndose de pie.

 -Sí y sí –Respondí a sus preguntas.

 -¿Necesitas un aventón? Yo te llevo –Se ofreció.

 -No te preocupes, una amiga viene por mi –Sonreí de lado.

 El sonrió triste.

 -Espero que tu tía se recupere –Dijo.

 -Gracias y una cosa –Abrí mi bolso pero una mano me detuvo.

 Miré hacia arriba para dar con los ojos azules de Thomas.

 -No te preocupes, esto va en mi cuenta –Sonrió.

 Le devolví la sonrisa para ponerme de puntillas y besar su mejilla.

 -Gracias por todo, fue genial venir aquí contigo –Dije lista para marcharme.

 -Siempre –Sonrió llevando las manos a sus bolsillos.

 Me giré para irme del lugar, justo cuando empujaba la puerta escuché una voz llamarme.

 -Y Jessica –Era Thomas.

 Lo miré expectante.

 -¿Sí? –Pregunté cortésmente.

 -Me debes una cita –Dijo con una pequeña sonrisa en su rostro.

 -Claro que sí –Reí.

 Terminé de salir y caminé dudosa hacia el auto negro aparcado en la oscuridad. Thomas estaba fuera del restaurante mientras agitaba la mano hacia mí en despedida. Le dediqué una pequeña sonrisa mientras abría la puerta del auto y entraba en el asiento del copiloto.

 -Pensé que nunca ibas a salir –Habló el rizado poniendo el auto en marcha.

 Yo solo bufé.

 -No pensé que era tan difícil despedirse del señor ultra limpiado –Dijo burlón.

 -No lo llames así, tiene nombre y es Thomas –Lo defendí.

 El negó con la cabeza de forma burlona.

 -Suena a tomate –Hizo una mueca conteniendo una carcajada.

 -Eres muy inmaduro como para ser criminal –Rodé los ojos.

 El suspiró.

 -Acabas de dañar el momento –Bufó.

  Solo lo ignoré a lo que rezaba para que no me hiciera nada malo, aunque, ¿Qué se podía esperar de un criminal? Tragué saliva a medida que avanzábamos por las calles oscuras y solitarias de Londres. Agarraba el volante con una mano y con otra un cigarrillo. Expulsó el humo por la ventanilla y luego recargó su cabeza en el asiento. Se veía atractivo, creo que demasiado para mi gusto.

Me relamí los labios dirigiendo mi mirada hacia otro lado. Mis ojos se enfocaron en ver los edificios pasar a medida que nos acercábamos a nuestro destino. El auto estacionó frente a un edificio terriblemente alto y probablemente el triple de costoso que en el que yo habito. Salí del auto esperando que el ojiverde también lo hiciera.

 -Es por aquí, vamos –Dijo colocando su mano en mi espalda baja.

 Me puse nerviosa y agradecí que en el momento que llamó el ascensor sacó sus manos lejos de mí antes de que me pusiera a gritar de manera descontrolada. Cuando llegó el ascensor dos chicos que había visto antes con Harry salieron de él para dedicarnos una mirada a nosotros.

 -Te estábamos buscando –Dijo el rubio.

 El castaño asintió.

 -No me interesa saberlo, no hoy –Hizo una pausa Harry. –Liam, te dejé en claro lo de ayer por la tarde ¿vale? –Lo miró enojado.

 -Si –Afirmó.

 -Louis también te buscaba –Murmuró el ojiazul.

 La mano de Harry se envolvió en mi antebrazo para empujar a ambos chicos de nuestros caminos y adentrarse al ascensor.

 -No me importa ni una mierda –Gruñó. –Lárguense –Ladró hacia ambos chicos.

 Ambos chicos se esfumaron en bola de humo mientras Harry presionaba el noveno piso. Cuando las puertas cerraron yo miré al rizado que segundos antes había soltado mi brazo.

 -Le hablaste feo, ellos solo te estaban buscando –Dije antes de poder pensarlo.

 El me miró enojado y murmuró entredientes:

 -Cierra la puta boca antes de que yo mismo rompa mi promesa de no hacerte daño –Escupió.

 Y antes de yo pensarlo uno de sus puños chocó contra las paredes metálicas del ascensor haciendo un gran estruendo y haciendo que yo saltara en mi lugar unos centímetros más alejada de el.

 -Lo siento –Murmuré mirando hacia el piso.

 Las puertas de abrieron y Harry me arrastró hasta lo que parecía ser su apartamento. Abrió la puerta y cuando estuvimos dentro cerró la puerta de un portazo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo ¿en qué demonios estaba pensando anteriormente?

 Miré todo el lugar, era común y moderno. Me esperaba otra cosa, es decir, es un jodido criminal. ¿Qué esperabas? ¿Ver cabezas colgantes por todos lados? se burló mi subconsciente. Negué con la cabeza acercándome a la sala, habían unos libros sobre ella forrados en negro. Cuando lo abrí, no era un libro, era un cofre con apariencia de libro. Había otro libro más pequeño dentro.

 -No toques –Oí su voz a mis espaldas.

 Me sobresalté y cerré el cofre de golpe. Me di la vuelta para ver sus ojos esmeraldas clavándose en los míos. Pude escanear su rostro detenidamente por primera vez. Ojos esmeraldas, cejas delgadas, nariz perfilada, dos tiernos hoyuelos que no concordaban con su personalidad, labios finos y rozados y rizos castaños que caían por su frente.

 -¿Te gusta lo que ves? Varias chicas suelen decirlo –Sonrió perversamente mostrando una hilera de dientes blancos.

 Egocéntrico.

 -No, solo yo… -Balbuceé.

 Sus dedos ásperos fueron a mi mejilla y la acariciaron levemente. Temblé bajo su tacto, aun me asustaba que el este a mi alrededor, aunque seamos realistas ¿a quién no?

 -No te avergüences a ti misma, muñeca –Ladeó su cabeza.

 Me alejé de su tacto para poder calmarme interiormente y su mano cayó a su costado mientras mantenía sus ojos en mí.

 -Quiero que me digas, por eso vine –Dije tratando de sonar lo más firme que pude.

 -¿Qué es lo que quieres saber exactamente? –Dijo tirándose al sofá.

 -Yo… -Empecé a pensar pero no sabía qué tipo de cosas quería saber exactamente.

 Bueno, si sabía pero no tenía la manera exacta de preguntársela para evitar que se enojara o algo por el estilo. Harry se puso de pie y desapareció por una puerta de madera. Tomé asiento y minutos después el volvió con una botella de vodka en su mano y dos vasos de cristal en la otra.

 -¿Y eso? –Enarqué una de mis delgadas cejas.

 -Vodka –Dijo obvio. Yo fruncí el ceño exigiendo más detalles –Bueno, eres muy timida y necesitas saberlo así que esto te ayudara, supongo –Dijo destapando la botella y sirviendo ambos vaso.

 Lo miré fijamente mientras me preparaba mentalmente para lo que iba a decir a continuación.

 -O me vas a emborrachar para aprovecharte de mi ¿no? –Pregunté.

 El ojiverde se llevó el vaso a sus labios y dio un trago largo. Luego descanso el vaso sobre la mesa y miró en mi dirección.

 -Creo que no has captado que si quiero aprovecharme de ti no es necesario emborracharte –Dijo calmadamente.

Tenía razón.

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