Prologo
No podía creer que acababa de casarme con el hombre de mis sueños. Guapo, amable, exitoso y no menos importante, bueno en la cama. Era una ganar ganar para todos. Mis padres lo adoraban, sus padres me adoraban. Eramos perfectos juntos y yo solo tenía veintitrés años. Acaba de graduarme de Yale con honores y estaba por entrar a trabajar en la firma de abogados de mi padre. ¿Qué mas podría pedir?
Miré a mis padres bailando en la pista. Se sonreían con amor. Habían estado casados por veinticinco años. Todo lo que deseaba era tener una relación como la de ellos; casarme con un hombre que a pesar del trabajo encontrara tiempo para su familia y lo había hecho. Stefan era esa clase de hombre. Comenzamos a salir unos meses después de que entrara a Yale. El era dos años mayor que yo. Nunca entendí como es que se fijó en mi, pero lo hizo y soy la mujer mas feliz por eso. Nunca le pregunté y no planeaba hacerlo. Cuando un hombre como el se fija en ti y dos años después te pide que te cases con el, tu dices que si y saltas de alegría.
—¿Donde está Stefan? —Parpadeé varias veces para salir de mi ensoñación y dirigí mi mirada a la chica que acaba de sentarse junto a mi.
¡Grandioso! Mandy acababa de sentarse en el lugar de Stefan. Sonreí con amabilidad y me giré un poco hacia ella.
—Dijo que tenía que salir a hacer una llamada sobre nuestra luna de miel.
Mandy bebió lo que sea que había en su copa de un trago y juro que contuvo un eructo. No era ni media noche y ella ya estaba casi por los suelos.
No quería invitarla, pero ella es hija de una amigo mi papá. En esta fiesta había 20 invitados míos de 200. No era exactamente lo que había planeado pero no era muy importante. Esas veinte personas eran el mundo para mi y me bastaba con que estuvieran presentes. El resto de los invitados podían disfrutar de la comida y parlotear todo lo que quisieran.
—No puedo creer que tu, precisamente tu, te casarás con Stefan Grayson. Digo, mírate, no eres para nada su tipo —hice una mueca. —Eres bonita y todo, pero créeme, no eres su tipo y todas lo sabíamos. Creíamos que eras solo un pasatiempo y mírate, con una roca enorme en tu dedo y apunto de hacer tu primer baile como la señora Grayson.
—En realidad yo... no... no me cambié el apellido. —Balbuceé.
Estaba confundida por todo su discurso de eres basura y no mereces a Stefan. Pero extrañamente estaba acostumbrada a eso. Todas las mujeres, jóvenes y mayores me lo decían.
—¡Ese no es el punto Amber! —De pronto un brillo de orgullo brillo en sus ojos —Lograste lo que ninguna de nosotros pudo, y créeme lo intentamos, por mucho tiempo.
¿Qué?
—En fin, me mandaron a decirte que traigas el sexi trasero de tu esposo para su primer baile.
Con eso último tomó mi copa de mis manos y se fue directo a su mesa. ¿Que rayos acababa de pasar? pensé.
Decidí dejar de lado todo el parloteo ofensivo y sin sentido de Mandy y fui en busca de mi esposo. Me gustaba el sonido de eso. Siempre fue mi sueño casarme, pero para se honesta, jamás pensé que lo haría.
Estaba haciendo mi camino al estacionamiento, donde Stefan había dicho que estaría. Deseé haber traído un abrigo; el clima en Nueva York era algo frío por las noches en esta época del año. La alarma de un auto sonó tan fuerte que me sobresalté. Cuando me di cuenta de que nada pasaba me relajé y comencé a reírme yo sola por ser tan asustadiza. Fue en ese momento cuando presté mas atención y escuché unas voces y algunas risitas.
—Te prometo que después de esto te dejaré en paz para siempre, y las chicas igual.
Fruncí el ceño y me acerqué mas al lugar donde provenían las voces. No había mucha luz en el estacionamiento, pero era suficiente para distinguir personas. Siempre he escuchado que en las bodas los invitados tienen sexo en cualquier parte, pero no en mi boda. Renuncié a prácticamente todos mis planes aceptando los de Stefan y los de su madre para la boda pero no iba a dejar que mis invitados se comportaran como un par de adolescentes cachondos.
—Mas te vale, no quiero tener ningún problema.
Me detuve en seco. Conocía esa voz demasiado bien. Era la misma que había dicho los votos en la iglesia hace unas horas. No creía que nada de eso estuviera pasándome a mi por lo que me acerque mas tratando de hacer el menor ruido posible.
Lo primero que distinguí fue el asqueroso cabello rubio de Alicia. Ella estaba montada en el capó de un carro con la cabeza inclinada hacia atrás y sus codos sosteniendo su peso. Y justo entre sus piernas estaba Stefan, claramente muy concentrado en lo que hacía.
Tapé mi boca con mis manos ahogando el pequeño grito de sorpresa. En segundos las lagrimas se acumularon en mis ojos. Miles de pensamientos comenzaron a cruzar mi mente. Debería interrumpirlos y hacer una escena como en las películas, tal vez golpearla pero lo mas probable es que ella me golpeara de regreso, escuché que tomo un curso de defensa personal durante seis meses. Mierda. Tal vez si me aclaro la garganta lo suficientemente alto y después me hago la indignada pero siempre manteniendo la calma. Había un millón de escenarios que podía interpretar y mi mente eligió el de huir sin ser descubierta.
Quité mis tacones y huí del lugar lo mas rápido que pude, tratando de sacar de mi mente los gemidos que mi esposo le estaba provocando a Alicia. ¡Dios mío! Mi esposo. Me acaba de casar con Stefan.
Traté con diferentes puertas hasta que una cedió y rápidamente entré. Era un cuarto de suministros de limpieza. Me senté en lo que parecía una chupeta volteada y saqué mi celular oculto justo en medio de mis pechos.
Con lagrimas escurriendo por mis mejillas comencé una búsqueda en Google. "Como anular un matrimonio" Había cientos de resultados pero no podía concentrarme en ninguno... lo peor de todo es que yo sabía todo sobre anulaviones y movimientos legales pero esta vez mi mente estaba en blanco.
Mandé un mensaje a mi mejor amigo y esperé por el.
No sabía cuanto tiempo había pasado cuando la puerta se abrió y mi mejor amigo entró. Probablemente habían sido minutos pero se sentían como horas.
—¡Dios, Amber! ¿sabes cuando cuartos como estos tiene el hotel? De todas maneras, ¿que hacemos aquí? No te estarás arrepintiendo ¿cierto? porque creo que ya es muy tarde para...
Su mirada por fin se enfocó en mi y en segundos la preocupación llenó su rostro.
—¿Que mierda pasó? —La preocupación en su voz no se podía ocultar.
Había conocido a Daniel durante toda mi vida. El era solo dos meses mayor que yo y nuestras madres eran amigas. No recuerdo ningún día en el que Daniel no estuviera a mi lado. Casi vivía con nosotros porque sus padres viajaban demasiado.
Abrí la boca para hablar pero nada salió. Al menos no ninguna palabra, estoy segura que salieron un montón de patéticos sollozos. Enterré mi cara en mis manos.
—Hey, tranquila. ¿Qué pasó? Necesito saber o iré a romper caras a diestra y siniestra hasta que llegue al culpable.
—El estaba... el estaba en el estacionamiento.
—¿Quien?
—¡Stefan! El estaba en el estacionamiento teniendo sexo con Alicia, sobre el carro de alguien. ¡Dios! es que no tienen vergüenza. ¿Quien mierda tiene sexo en el estacionamiento de un hotel durante una boda? ¡Nadie! Y... y yo sentada en la maldita mesa sonriéndole a todo el mundo. Ni siquiera quería casarme en esa iglesia ni que la fiesta fuera en este hotel. Yo quería una bonita boda en la playa con un hombre que me amara, y sin estacionamientos oscuros para tener sexo.
—Voy a matarlo.
—Tal vez te deje hacerlo.
No podía dejar de llorar y era bastante patético. Daniel me sostuvo entre sus brazos. No necesitábamos hablar, el simple hecho de que el estuviera aquí era suficiente.
Mi maquillaje estaba arruinado y todos los invitados sabrían que había estado llorando. Mis padres lo sabrían. Sabrían que su hija fracasó en lo único que le habían pedido. Casarse con un hombre respetado y a la altura de los Wood. Tal vez podía huir, irme a una isla desierta y pasar el resto de mis días revolcandome ennla tristeza y la vergüenza.
Daniel acunó mis mejillas y me miró con dulzura -Todo se va a arreglar, haremos que el idiota de Stefan pagué y después tomaremos esos boletos de tu Luna de Miel y nos largaremos a buscar personas para tener sexo y emborracharnos hasta quedar inconscientes.
Sorbí mi nariz —¿Lo prometes?
Antes que de pudiera contestar la puerta se volvió a abrir de golpe y entraron mis padres.
—¡Que demonios está pasando! Estamos esperándote en la pista de baile. Stefan está esperándote -recalcó.
-No pienso ir, dile a ese pedazo de imbécil que se meta su baile por donde le plazca.
-¡Amber! -exclamó mamá sorprendida.
Mi padre me miró por unos segundos y de alguna manera supe que el sabía lo que acababa de pasar.
—¿Puedes darnos un momento Daniel? Necesito hablar con mi hija.
—Por supuesto, Richard. -contesto de inmediato y me miró -mándame un mensaje con los planes.
Cuando salió del pequeño cuarto la primera en comenzar a hablar fue mi mamá.
—No se en que estas pensando pero estar aquí encerrada con el no da una buena imagen ¿que si alguien los hubiera visto salir juntos? no me imagino todo lo que se comenzaría a decir.
Rodé mis ojos y la dejé hablar como siempre hago. Asintiendo cada que era necesario y mirándola directo a los ojos. Cuando por fin terminó junté todo el control que pude.
—Ese buen hombre del que hablas, acaba de cogerse a Alicia y dios sabe cuanto tiempo lleva haciéndolo a mis espaldas.
O con cuantas. ¡Dios mío! Lo primero que haré sera ir al doctor a confirmar que no tenga ningua ETS.
—No te creo. Solo estas asustada de estar casada y buscas como salirte de esto.
—¡Estaba feliz hasta hace unos minutos!
—¡Basta! —grito mi padre. Lucía un poco contrariado y había cierta lastima en sus ojos pero no le impidió pronunciar las siguientes palabras. —Ahora, Amber. Vas a escucharme muy bien. Te dije que si no estabas segura, no te casaras. Te dije que no había vuelta atrás, y no la hay. Odio que Stefan te haya hecho eso pero no vas a separarte de el y no vas a hacer ninguna escena.
—¡Qué! —chillé.
-Es tu esposo ahora y no hay nada que hacer. Iras a esa pista y sonreirás como la buena esposa que eres y no mencionarás nada de esto nunca. No pienso pasar por ninguna vergüenza.
-Pero el me engañó. No entiendo porque querría casarse conmigo si la quiere a ella. Incluso apresuró la boda robando mis sueños de casarme en la playa. ¡Le odio!
—No seas infantil Amber. —mi mamá me miró como si aun fuera una niña. No podía creer que estuvieran de acuerdo con todo esto. Que enserio me estuvieran pidiendo que me hiciera de la vista gorda y fingiera ser feliz con el idiota de Stefan.
—No soy infantil.
—Estas siendo infantil y dramática. ¿Tu esposo se acostó con alguien? Se una mujer fuerte y supéralo.
¿que lo supere? ¡que malditamente lo supere! Esta loca si cree que esto es facil. Ahora cada vez que pienso en Stefan lo veo con Alicia y mi estomago se revuelve.
Un montón de gritos después habíamos llegado a un entendimiento con el que no estaba de acuerdo pero al parecer no tenía opción. De alguna manera ellos me convencieron que tenían algo de razón, en este momento no me convenía ser la boba chica que había sido engañada en su propia boda, estaba construyendo un futuro donde sería una de las mejores abogadas y los chismes persiguen a las personas como yo, personas de la alta sociedad y la sociedad podía ser una perra de vez en cuando.
Renuncié a mi dignidad y orgullo por mi imagen y la de mis padres.
—Entonces, saldrás de aquí, irás al baño a retocarte y bailaras alegremente con tu esposo. Yo hablaré con Stefan y todo set quedará en el olvido.
—Si padre. —respondí a regañadientes. Jamás quedaría olvidado, al menos no por mi.
—Y ni una palabra a nadie.
—Ni una palabra —repetí conteniendo las ganas de llorar.
Mi papá me miró con lastima y suspiró. —Es por tu propio bien Amber, Stefan es un buen hombre, aun es joven y comete idioteces pero con el tiempo todo mejorará, tu lo amas y el a ti, eso es obvio, seguro que hoy solo fue un pequeño desliz
Si, un desliz en mi maldita boda con la estúpida de Alicia. De todos los días posibles ¿por qué tenía que hacerlo hoy?
Miré a mi padre y sorbí mi nariz comprendiendo todo. Stefan jamás me amó y mi padre lo sabía. Ahora todas esas veces en las que me insistió en que pensara bien las cosas, que no apresurara mi decisión tenían sentido. Al principio pensaba que mi padre simplemente no quería que me casara pero no era así, el no quería que me casara con Stefan. —Se casó conmigo por mi apellido ¿cierto? —no creí que me hubieran escuchado, pero lo hicieron, se detuvieron justo antes de salir.
Quien no querría estar emparentado con los Wood. Una de las familias con mas dinero y con la firma de abogados mas importante de todo Manhattan. Y teniendo solo una hija, la única manera de entrar a la familia era a través de mi. Muchos lo intentaron, algunos incluso fueron tan descarados como para intentar hacer un acuerdo conmigo pero yo escogí a Stefan.
—Cualquiera querría estar en sus zapatos. Eres una mujer hermosa y de gran corazón, Amber y si, tienes una ventaja que no muchas tienen y esa es tu apellido. Pero tu lo escogiste a el, no importa porque se casó contigo, lo que importa es porque te casaste con el.
"Me casé con una farsa" era lo único en lo que podía pensar.
—Repítete eso cuantas veces quieras padre. No cambia que me estas obligando a quedarme con un hombre que no me respeta.
—Yo no te obligo a nada cariño, tus decisiones de los últimos meses te obligan.
—Pudiste advertirme.
—Lo hice, cariño, pero tu no escuchaste. Tu amor de hizo sorda y ciega de la verdad. Nunca estuve seguro de que Stefan te engañara pero si sabía que su ambición era mas grande que su amor por ti.
—Quiero irme, papá —una lagrima resbaló por mi mejilla y la limpié con brusquedad. Que patética debía verme.
—¡Ya no eres una niña, Amber! ahora tienes responsabilidades con tu esposo y has de cumplirlas —miro a mi madre y frunzo el ceño. Claro que ella se pondría de su lado.
Me senté de nuevo en la cubeta y comencé a llorar de nuevo. Tanto tiempo siendo todo lo que Stefan quería que fuera y al final no fue suficiente. ¿En qué me había metido? esto iba a destruirme... pero, tal vez podría arrastrar a mi destructor conmigo.
—Voy a obedecerlos... estaré en la pista de baile en unos minutos y sonreiré.
—Es lo correcto en estos momentos.
Pasé justo por en medio de ellos dos e hice mi camino al baño para retocar mi maquillaje.
Tomé una decisión esa noche justo en el baño. No sería la burla de Stefan. Siempre había sido obediente, buena y amable. Pero eso había terminado. Esa actitud consiguió que mi vieran la cara de estúpida. Pero ahora era mi turno. Viviría con el, jugaría mi papel pero solo en público. Estaba decidida a hacer lo que me viniera en gana el resto del tiempo y el ni mis padres podrían evitarlo y si no me soportaba siempre podía divorciarse.
Al diablo lo de ser abogada, al diablo lo de ser una mujer perfecta, iba a crear una nueva versión de mi; una que sería imposible de herir de verdad. Stefan iba a arrepentirse por haberme engañado, por fingir amarme.
Mandé un mensaje de texto a Daniel contándole los planes. El sería mi amigo y confidente en toda esta situación. El es la única persona que jamas me ha defraudado y jamas lo hará.
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