Capítulo 5
Me miré en el espejo una última vez antes de bajar con Stefan. Me estaba esperando para irnos a la cena de recaudación de fondos de uno de los hospitales a los que de vez en cuando hacíamos generosas donaciones y aquí estaba yo, sonriendo como una estúpida frente al espejo. No podía evitarlo, estaba muy feliz. Stefan y yo habíamos ido a cenar a mi restaurante favorito en la ciudad, caminamos un rato por las calles y hablamos de tantas cosas. Antes de casarnos sabíamos todo sobre nosotros pero ahora... era como comenzar a conocernos de nuevo. Jamás imaginé que este día llegaría, nunca me vi perdonándolo ¡Pero lo estaba haciendo! y se sentía genial.
—Amber, cariño, tenemos que irnos. —Dijo Stefan asomando su cabeza por la puerta.
—Si, lo siento, solo aplicaba un poco mas de polvo a mi rostro.
Me levanté del taburete de mi tocador y miré hacia él. Sus ojos me recorrieron por completo y por un momento pensé en Grant y en como había admirado mi cuerpo cuando nos conocimos. Gran error, pensar en él me hacía sentir demasiada culpa, en todos estos años me había acostado con algunos hombres, entre ellos iba incluido mi mejor amigo Daniel pero jamás me había sentido culpable al respecto hasta Grant. Claro que a veces exageraba, me gustaba decirle a Stefan que me acostaba con muchos hombres para que al menos sintiera un poco el como yo me sentía cada que un nuevo chisme llegaba a mi puerta pero en el fondo él sabía que no era todo verdad.
—¿Estás bien cariño?
Parpadeé un para de veces y sonreí de nuevo.
—Por supuesto. —caminé hacia el y tomé su mano. —Solo algo nerviosa, hace tiempo que no asisto una de estas cosas.
Lo hice reír.
—Estarás bien, solo no dejes que las otras mujeres se metan contigo.
Rodé mis ojos.
—No se atreverían, saben que no soy muy paciente.
Y no lo era. No soportaba estar mas de diez minutos en una conversación con las mujeres de mi mundo. Eran odiosas y presumidas, siempre compartiendo historias de sus magnificas vidas o hablando sobre otras mujeres. La peor parte era cuando se metían unas con otras con discreción. Eran mini-peleas que no llegaban a mucho, unos cuantos insultos menores, risas condescendientes, amenos que fueran dirigidos hacia mí. Yo era un persona muy tranquila, a veces descrita como dulce y también muy educada, antes de mi matrimonio yo dejaba que me pisotearan, tragaba cualquier insulto que mi cabeza formara pero desde mi boda me obligué a ser diferente, no me gustó ser engañada ni ser tratada como una estúpida por lo que ahora cada que una de esas mujeres intentaba meterse conmigo la ponía en su lugar estuviera presente quien estuviera presente.
—Tienes el carácter de tu padre.
—Antes decías que era el de mi madre.
—Solo lo decía porque eso era lo que querías escuchar, siempre he visto en ti el carácter de tu padre.
Fruncí el ceño mientras bajábamos las escaleras —Yo nunca quise escuchar eso.
—Lo hacías, solías estar tan enfocada en ser como tu madre.
Pensé en eso y me di cuenta que Stefan tenía un poquito de razón. Si me esforzaba mucho en mi imagen, quería ser buena como mi madre me había dicho que fuese pero no exactamente como ella. ¡Ella está loca!
—Como sea, ya no soy así.
Quería preguntarle si esa era la razón por la que había decidido engañarme pero mejor no lo hice, no quería pelear con él después de unas semanas maravillosas.
Después de un tranquilo viaje en auto, llegamos al lugar donde se estaba llevando acabo el evento. Por fuera seguían llegando autos de los empresarios mas importantes de Nueva York. Caminé junto a Stefan con mi mano sobre su brazo y sonreí de verdad. Pasamos por todo el ritual de saludos en el que Stefan se encargaba de la mayor parte de la conversación mientras yo era amable y asentía. Estaba bien con mi rol, no era tan social como él.
—Amber, hace tanto tiempo que no nos vemos.
Stefan maldijo y yo volteé hacia la irritante voz. Una de las amigas de Alicia se acercaba a mi sonriente como la ganadora de un millón de dólares. Pero su sonrisa era falsa, la había visto demasiadas veces en la universidad.
—No el suficiente —murmuré y Stefan aclaró su garganta. Un claro mensaje que decía que me comportara.
Susan era la esposa de uno de los socios de Stefan. Si bien mi esposo se había convertido en un muy buen abogado los últimos años, ganándose el respeto de mi padre, también estaba interesado en otras cosas y por eso él y sus amigos habían abierto un casino el año pasado y se preparaban para el siguiente.
Sonreí con la misma falsedad que ella —Susan —saludé y era lo mejor que tendría de mí.
Por suerte mi esposo era inteligente y decidió saludarla también pero manteniendo distancia de ella. Hablaron unos momentos hasta que su esposo apareció. Otra persona que no me agradaba. Tony era uno de los mejores amigos de Stefan y yo no lo soportaba, nunca lo hice. La diferencia es que ahora no lo ocultaba.
—Amber.
—Tony.
Eramos pésimos saludando.
—Vamos chicos, esto no puede continuar así.
—Bueno, tu esposa no es exactamente alguien fácil de tratar, la última vez que la vi me lanzó una herramienta.
—Te lo merecías —rodé mis ojos.
El se había atrevido a entrar a mi casa y hablar pestes de mí con Stefan. Le decía que debía dejar mi molesto trasero y buscarse a alguien mejor y que tuviera un carácter soportable. ¿Pues adivinen que? Socialmente no había nadie mejor que yo por aquí.
—Tu mereces...
Alguien interrumpió lo que sea que ese idiota estaba por decir. Desafortunadamente, hubiese preferido el insulto a lo que estaba por venir.
—Stefan, no sabía que vendrías.
Stefan se volvió ligeramente hacia la persona que le hablaba y lo saludó como si fueran colegas. Al instante supe a quien pertenecía esa voz y el pánico me hizo ignorar todo a mi alrededor. No fue difícil adivinar, no hacía mas de un mes que él había susurrado tantas cosas a mi oído mientras sus manos recorrían mi cuerpo.
No pude hacer mas que quedarme quieta mientras él saludaba a todos. Al parecer conocía también a Tony ¿Cómo demonios era eso posible? no tenía ni idea. Yo no sabía siquiera que él existía hasta hace poco.
—Esta es mi esposa Amber.
Volví a la realidad justo para encontrar a Grant parado frente a mi con una media sonrisa mientras miraba todo de mí con discreción. Contuve la respiración. ¿Qué hacía aquí? No... esto no me estaba pasando.
—Amber, el es uno de mis nuevos clientes, recientemente contrató a nuestra firma para trabajar para su empresa.
Bendito dios. Se veía increíblemente guapo con su traje azul marino y su cabello rubio peinado. El traje se ajustaba muy bien a su perfecto cuerpo y solo podía pensar en quitárselo botón a botón. Espera... ¿Va a trabajar con Stefan?
—Un placer, Amber —dijo con amabilidad y no me quedó de otra que seguir la corriente. No nos conocíamos. Bien, eso iba perfecto para mí.
—Lo mismo —extendí mi mano y tomé la suya por solo unos segundos pero al separarla de la de él pude sentir la intencional caricia de sus dedos en mi palma. ¡Que demonios!
La conversación fluyó entre Tony, Grant y Stefan, incluso Susan participó dándome miradas curiosas de vez en cuando. Yo me quedé ahí parada sin decir nada, mirando el suelo y pensando en como escapar.
Sentí como un peso se quitó de mi cuando Grant fingió no conocerme pero otro había sido puesto sobre mis hombros, era un bloque relleno de culpa y vergüenza. No solo por haber engañado a Stefan, también por no decirle a Grant que estaba casada y por huir de su casa muy temprano en la mañana. Dios, si que había metido la pata esta vez.
Comencé a sentir nauseas, los nervios me revolvían el estomago. Necesitaba ir a refrescarme un poco y llamar a Daniel para que viniera a salvarme.
Mis dedos se aferraban con fuerza a la copa de champaña mientras reunía el valor de abrir la boca para disculparme e irme al baño.
—Stefan.
La conversación se detuvo y sus ojos fueron a los míos. Pasó su mano por mi cintura y me pegó un poco mas a él.
—¿Qué pasa?
Miré de reojo a Grant y me arrepentí al instante, no estaba feliz con el intercambio entre mi esposo y yo. Se veía increíblemente celoso y yo verdaderamente incómoda. Por suerte solo yo le estaba poniendo atención a su expresión.
—Iré al tocador, nos vemos en la mesa ¿de acuerdo?
—Claro, no tardes —bajó sus labios a los míos y dejó un suave y casto beso.
Después de eso corrí al baño y me alegré de que estuviera vacío, así podría tener mi crisis a solas.
Esto no debía pasar, yo no debía encontrarme nunca más con él. ¡Carajo! y trabajaba con mi esposo. Me paseé por el baño pensando en que hacer. Por fin las cosas habían comenzado a ir bien en mi matrimonio, si Stefan se enteraba iba a dejarme porque me acosté con Grant después de que acordamos que mejoraríamos nuestra relación ¡Yo y mis berrinches!
Mojé una toalla de papel un poco y la pasé por mi rostro. Debía asegurarme de que Grant no dijera una sola palabra. Le pediría a Daniel que hablara con él.
Me miré una última vez al espejo y apliqué un poco mas de labial. Por alguna razón me tranquilizaba arreglar mi maquillaje. Estaba por llamar a Daniel cuando volví a oír su voz.
—Así que estas casada.
Salté por el susto y ahogué un grito. Grant estaba recargado contra la puerta en una postura relajada pero su rostro era serio.
Mi boca se abrió de par en par mientras lo veía por el espejo. Intenté hablar pero estaba congelada.
—No lo hubiera imaginado.
—Yo... yo...
—La multimillonaria Amber Wood, casada con el importantísimo Stefan Howland.
Mi cara ardió con vergüenza, el color se había precipitado por todo mi rostro y mis manos habían comenzado a sudar. ¿esto se sentía ser infiel? Una vergüenza que te recorre desde los pies hasta la cabeza. ¡Era horrible!
—Tampoco esperaba encontrarte aquí esta noche, no pareces la clase de persona que se preocupa por otras, no te veo donando ni un solo centavo por nadie.
Bien. Si, estaba avergonzada y sentí culpa pero eso no le daba el derecho de tratarme así.
—No me conoces en absoluto —miré la puerta —y no deberías estar aquí.
—¿Cómo se supone que hable contigo? prefieres que lo haga afuera ¿frente a todos?
Mi estomagó se volteó.
—Personalmente no tengo problema en hacerlo pero por tu reacción creo que tu esposo no sabe de tus aventuras nocturnas.
El sabía de algunas pero no, no sabía de esta.
—No es tu maldito asunto ¿de acuerdo? —caminé hacia el para poder salir pero cuando mi mano empuñó el picaporte la suya me detuvo por la muñeca. Nuestras miradas conectaron y nuestros rostros quedaron a centímetros de distancia.
—Se convirtió en mi asunto cuando decidiste irte de ese lugar conmigo.
—¿Irme contigo? —reí con incredulidad —Recuerdo haberte dicho que lo nuestro no pasaría pero e pusiste sobre tu hombro como todo un cavernícola y me subiste a tu auto. Prácticamente me secuestraste.
—Si, y peleaste tanto para que no lo hiciera.
Entrecerré mis ojos.
—Mira, solo olvidemos esto y volvamos a nuestras vidas.
—No.
—¿No?
—No quiero.
—¡No es que quieras o no hacerlo!
Intenté que me soltara pero solo logré que pegara su pecho con el mío y enredara su brazo en mi cintura. Su mano libre fue a la parte trasera de mi cabeza para guiar mi rostro al suyo y forzarme a mirarlo.
—En realidad, todo esto es sobre lo que yo quiero —su voz bajó un par de notas. Trague saliva y miré sus labios. Quería besarlos, quería morderlos.
—Suéltame —dije pero has de cuenta que le pedí que nos acercara más.
—No he dejado de pensar en ti ni un solo momento. —Su pulgar acarició la linea de mi mandíbula —Y eso me está volviendo loco.
—Grant... yo...
—No voy a decir nada, no tienes que preocuparte por eso.
Tan fácil que sería besarlo. Lo tenía a centímetros y nadie lo sabría. Ambos tendríamos lo que queríamos y todo estaría bien ¿cierto?
Grant rozó nuestras narices y casi tocó mis labios. Él esperaba que yo lo hiciera, esperaba mi consentimiento pero no podía dárselo. Recordé en ese momento lo que sentí al encontrar a Stefan y a Alicia el día de nuestra boda. Fue la peor noche de mi vida. No le iba a hacer eso a Stefan, no con alguien que conoce ni en el mismo edificio. Ya no más, era mi esposo y los juegos se habían terminado.
—No puedo —solté en una especie de susurro.
Pero eso no detuvo los esfuerzos de Grant. Sonrío lentamente y nos guió hasta una pared. Sus labios recorrieron mi mandíbula en un lento camino de besos y se dirigía hacia mi cuello.
—Pero quieres.
Si, quería pero yo debía demostrar ser mejor que esto.
Alcé mi rodilla hacia su entrepierna con fuerza y lo hice retroceder.
—¡Joder!
Llevó sus manos a donde le dolía y su rostro se retorció con dolor. Su cuerpo estaba ligeramente inclinado hacia delante y no dejaba de maldecir.
Bien, era una terrible persona porque me reí. No mucho, pero lo hice. Nunca había golpeado a un hombre en esa parte.
— ¿Qué demonios te sucede?
—No dejabas de seducirme así que hice lo que tenía que hacer.
Alisé mi vestido y arreglé mi cabello. Era hora de irse.
—Supongo que te veré fuera.
Me miró desde abajo con enojo y yo no pude evitar guiñarle un ojo. ¡Oh si! me sentí ligeramente poderosa. Salí del baño y revisé que no hubiese nadie queriendo entrar. Cuando todo estuvo despejado caminé hasta que encontré a Stefan ya sentado en la mesa. Puse mis manos sobre sus hombros y lo abracé desde atrás antes de besar suavemente su mejilla.
—Tardaste años.
Me reí y fingí estar ofendida. —Eso no se le dice a las mujeres cuando van a retocarse el maquillaje.
Stefan se levantó y besó mi frente. —Solo digo que pasó bastante tiempo.
—Si, si.
Me senté cuando Stefan movió la silla para mí y dejé una mano sobre su pierna. Todos en la mesa lucían extrañados. Yo nunca era cariñosa con él cuando asistíamos a estas cosas, en realidad hubo un tiempo en que todos pensaron que nos habíamos separado. Había un par de nuevas personas y una silla vacía. Algo me dijo que esa era la de Grant.
Me senté ahí y esperé a que sirvieran la cena. Ya todos habíamos hecho nuestras donaciones y esto era más como un evento de agradecimiento. Stefan como siempre hablaba animosamente con todo la mesa y yo solo hablaba cuando me preguntaban algo.
Minutos después Grant llegó a la mesa y no lucía para nada feliz ni relajado. Desabrochó el botón de su saco y sentó junto a Susan. Contuve mi sonrisa y me pregunté si aún le dolería.
—Escuché que tu y Daniel están por abrir un club en Boston. —Me pregunta una de las mujeres en la mesa. Miré hacia la mujer que me hablaba. No sabía quien era pero al parecer ella si me conocía. ¿Sería una novia de Daniel? No venía acompañada ni usaba un anillo.
Solté mi copa y sonreí un poco —El proyecto es de Daniel, yo solo lo ayudo un poco con algunas cosas pero si, está cerrando el trato de la compra del terreno para comenzar a construir.
—Todo este tiempo pensé que tu y él eran socios.
Intenté no hacer una mueca.
—No, no somos socios.
Como había dicho, yo lo ayudaba con algunas cosas. Era algo así como su asistente pero sin paga. Me gustaba ayudarle, me mantenía ocupada. Por lo general era quien le ayudaba con las llamadas, le conseguía los decoradores de interior, yo hablaba con el contratista y entrevistaba a su personal antes de contratarlo. Pero él era la mente maestra detrás de todo, las cosas siempre se hacían a su visión y yo siempre había respetado eso. Me involucraba tanto como él me dejaba.
— ¿Entonces qué haces? —preguntó aparentando estar perpleja pero por la sonrisa que compartieron Susan y el resto de las mujeres supe que habían planeado esto. Todos pensaban que lo único que hacía era ir de compras y viajar pero no era cierto... bueno si hacía todo eso pero no era toda mi vida.
Stefan apretó mi mano pero no me habían hecho sentir mal ni mucho menos. Si ellas no sabían lo que yo hacía en mi día a día era porque yo no quería y eso no había cambiado hasta este momento. Ni siquiera Stefan sabía, no me seguía la pista en mis viajes y hasta nuestra reconciliación apenas nos veíamos, además de que para mis inversiones y negocios no usaba el dinero de Stefan. No necesitaba la aprobación de nadie para hacer mis cosas.
De reojo vi a Grant escuchando todo con verdadero interés. Lástima, no estaba haciendo un show.
—Bueno, los viajes no me dejan mucho tiempo para trabajar.
—Oh... debe ser bueno poder ir de aquí a allá todo el tiempo.
—Lo es —sonreí y bebí de mi copa.
Las mujeres parecieron complacidas como si tener tiendas de ropa y ese tipo de cosas fuera lo que salvaría al mundo. Me contuve de rodar los ojos y volví a mi papel donde no hablaba.
Sirvieron la cena y después el jefe del hospital dio un discurso de agradecimiento. Nos informó sobre los avances pero apenas escuché algo. No tenía cabeza para esto de momento porque mis ojos no se apartaban de los de Grant. Parecíamos estar en un juego de miradas del que ninguno de los se rendía y nadie más se daba cuenta. Cuando todo hubo terminado Stefan me llevó hasta donde nuestro auto esperaba con una mano sobre mi espalda baja. Di una última mirada a Grant pero él ya había pasado a la siguiente mujer. ¡Bien por él!
Una vez que llegamos a nuestra casa, Stefan se encerró en su despacho y sentí pánico de nuevo. ¿Se había dado cuenta? ¿Grant había dicho algo? Tal vez solo había fingido estar bien mientras el evento terminaba y ahora estaba encerrado preparando las papeles del divorcio. Mordí mi labio y paseé por toda la casa esperando que saliera pero no lo hizo. ¿Que hacía? El suspenso me estaba matando por lo que caminé hasta su puerta y toqué.
—Pasa. —dijo y poco a poco abrí la puerta.
Stefan estaba sentado en su silla detrás de su escritorio. Había muchos papeles sobre la mesa y su computadora estaba encendida.
— ¿Qué pasa? —preguntó sin mirarme mientras tecleaba algo.
—Solo vine a ver como estabas, llevas un buen rato aquí.
Alzó su mirada para verme y lució confundido por unos momentos. Yo estaba confundida. Nosotros no hacíamos estas cosas, no nos preocupábamos, no nos interrumpíamos. Antes solía dejarlo trabajar hasta que se hartara, no me importaba.
—Estoy bien —le dio un repaso a mi vestido —Pensé que ya estarías acostada.
Si, como si pudiera dormir con los nervios que cargaba dentro de mi estómago.
—Pues no lo estoy —intenté lucir relajada mientras caminaba hasta él y me sentaba en su regazo. Observé los papeles que el revisaba y vi que eran sobre la compra de una empresa.
Abrazó mi cintura y dejó un dulce beso sobre mi hombro desnudo.
—Grant está desesperado por comprar esta empresa pero los trámites legales aún no están listos y aún hay cosas que discutir con los propietarios, por no hablar de que hay alguien más que la quiere. No está siendo fácil el proceso de compra y él no es una persona paciente así que intento apresurar las cosas. Tu padre y los socios quieren esto terminado de la mejor manera.
— ¿Por qué? ¿Quién es él?
—Austin Grant, es el hijo del multimillonario Arthur Grant, el dueño de los hoteles Grant y la compañía Grant. Todo lo que tenga su apellido es de ellos. Hace mas o menos un años, Grant se hizo cargo de todos los negocios. Algunos dicen que fue una toma de poder hostil y ahora pelea con su padre por esta empresa.
Conocía la cadena de hoteles Grant. Me hospedaba en ellos porque eran la novedad hoy en día. Eran lujosos, modernos y el servicio era excelente. ¿Pero la empresa Grant? No tenía idea de cual era esa. Debía ponerme al corriente del mundo de Stefan si quería conectar más con él. Pero no hoy, si demostraba demasiado interés en él, Stefan podría darse cuenta de algo.
Sonreí y me recosté contra su pecho. Era como volver a la normalidad, cuando podía tocarlo si pensar antes en las consecuencias o en si era apropiado o no.
—Vamos, arriba. Mañana continuas con esto.
Stefan intentó replicar un poco pero no lo dejé ganar. Quería subir y distraerlo de su trabajo, que se relajara un poco. Además había pasado años sin mi esposo y lo quería ahora. Me levanté y estiré mi mano para que la tomara. Tuve que hacer algunos pucheros pero al final cedió y le di un muy sensual beso solo para terminar de convencerlo e incluso lo hice sonreír.
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