(VIII) De Mito a Leyenda
????: - ¡Chef! ¡Chef! ¡Tenemos un problema! ¡Chef! - Una voz femenina gritaba fuera de la habitación mientras golpeaba a la puerta con fuerza.
Los gritos hacían eco en los angostos pasillos del castillo, y los golpe a la puerta retumbaban dentro de la habitación. Finalmente, tras varios intentos fallidos, la puerta se abrió cuando la pequeña berteno logró entrar en el recinto. Al principio, la oscuridad del interior le impidió ver con claridad, pero:
????: - ¿Chef? ¿Está aquí? -
La voz correspondía a aquella pequeña berteno que dormía en la cocina. Sus ropas apenas podían clasificarse como "decentes" para alguien que trabajaba dentro del castillo, y sus pocos cabellos estaban de puntas por la oscura aura que había en la habitación. Y aún sin ver nada, el valiente ser dio un paso al frente.
????: - ¿Chef? - Preguntó una última vez antes de apoyar sus pies sobre un charco viscoso.
Fue entonces cuando los ojos de la pequeña pudieron adaptarse a la oscuridad de la habitación, revelando el grotesco y escalofriante escenario que el cuerpo sin vida de Chef mostraba, con su garganta abierta y sus tripas desparramadas por todos lados, complementados con la sangre y los fluidos corporales que se desparramaban sobre el suelo, haciendo una camino hacia la puerta de la habitación. Después de ese momento, un fuerte grito resonó en cada rincón del castillo, llamando la atención de todos los que pudieron oírlo.
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Narrador: - Ningún testigo pudo aplacar la cólera del Rey. Se dice incluso que pasaron semanas interrogando a cada ciudadano para encontrar al culpable. El asesinato de la cocinera real y la desaparición de los trolls, a los ojos del Rey, eran las pruebas suficientes para determinar que alguien había planeado todo a detalle. Según cuentan algunos, muchos bertenos que no supieron defenderse vieron su destino terminar ante el filo de la guillotina. Incluso algunos rumores cuentan que una sirviente del palacio fue la primera en sufrir las consecuencias. Pero esos rumores simplemente corrían de voz en voz, pues nunca nadie pudo comprobar la verdad. Para los anales de la historia, el hecho se convirtió en mito, el mito en leyenda, una leyenda que se conocería cómo "La Purga de los Glotones."
Sin embargo, nada de eso fue tan terrorífico cómo las leyendas que surgieron poco después del incidente. Según algunos leñadores y cazadores, una extraña y feroz criatura surgió en los bosques de los alrededores de Pueblo Berteno. Algunos incluso pensaron que se trataba de un troll, pero cuando se acercaron lo suficiente, pudieron comprobar que era todo lo contrario.
Según las historias que pasaban de boca en boca, el extraño ente era la reencarnación de la muerte, y estaba atormentado por la ira y la tristeza. Poseía un color gris oscuro y presentaba quemaduras en todo su cuerpo. Sus ojos estaban vacíos y su mirada era capaz de desprender hasta el alma. En sus manos portaba otro cuerpo sin vida y cargaba con él por el bosque en búsqueda de venganza. Algunos incluso llegaron a decir que se trataba de la misma muerte, que cargaba las almas de los fallecidos hacia el infierno. Pero ninguna historia era tan escalofriante cómo la del leñador Robert. Un berteno de grandes proporciones, con una tupida barba roja y una enorme cicatriz sobre el rostro, la marca de una herida que le costó su ojo derecho.
Robert: - "Aún recuerdo aquel día cómo si fuese hoy. Faltaban apenas dos días para que comenzaran las ejecuciones. Me encontraba en la zona sureste del bosque con mi... mi perro Stuart. Era un día normal, cortaba leña para el pueblo, cuando pasó algo inexplicable. De pronto, los pájaros dejaron de cantar y el bosque quedó en un escalofriante silencio. Stuart comenzó a ladrar hacia unos arbustos a mis espaldas. Él sabía algo que yo no. De pronto, lo vi. Justo a dos metros de mí. Pensé que era un troll, pero en seguida entendí que no era el caso. Era otra cosa, una abominación. Color negro, su cabello daba vueltas y tomaba formas erráticas. Sobre sus manos cargaba otro cuerpo, creo que de color rosado, pero no pude definirlo, y sus ojos... Cuando lo ví a los ojos... Supe que algo malo iba a pasar. Mi miedo no me permitió moverme, pero entonces Stuart lo atacó. Traté de detenerlo, pero era demasiado tarde. Para cuando me di cuenta, la monstruosidad había cortado a mi perro en dos y su cuerpo yacía a su alrededor. No supe que había pasado. Fue tan rápido que mis ojos no pudieron verlo. Pero entonces entré en cólera. Un error fatal. Cargué contra la criatura para atacarla con mi hacha... pero después de eso no recuerdo nada. Cuando desperté, la criatura había desaparecido y yo había perdido mi ojo derecho. Escúchenme, niños. Escúchenme con atención. Nunca vayan a esa zona del bosque. Esa cosa puede estar ahí, todavía acechando desde las sombras. Lista para atacar. Lista para... matar." -
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Ramón: - Mmm. ¿Qué pasó? ¿Dónde...? ¿Dónde estoy? -
Ramón abrió los ojos con dificultad. Le dolía todo el cuerpo, en especial la espalda, justo dónde tenía la herida producida por el enorme tenedor. Además, estaba muy débil y apenas podía mover un músculo.
Lo primero que vió al abrir sus ojos fue un techo hecho de un pétalo de una flor anaranjada, con una pequeña apertura que permitía que el sol entrase en el lugar. Con mucho esfuerzo, logró mover la cabeza y se percató que estaba en una estructura similar a las casas dónde los trolls solían vivir. Ramón yacía sobre una cama, y aunque la sensación era suave y agradable, sus huesos dolían cómo si hubiese pasado semanas acostado.
Con un poco más de esfuerzo, logró escuchar el trinar de las aves e incluso un murmullo en los alrededores. Cuando logró recuperar un poco de fuerza, logró alzar la cabeza, quedando sorprendido al ver a la princesa Poppy, sentada sobre una silla y con la cabeza apoyada sobre la cama, justo al lado de sus pies. Parecía estar en la misma posición durante mucho rato, lo suficiente cómo para quedarse profundamente dormida.
Ramón se tomó unos segundos para recuperar algo de fuerza, pero su intranquilo temperamento y su terquedad no le permitirían seguir acostado por más tiempo. Con mucho esfuerzo, y un dolor de mil demonios, Ramón batalló para poder alzar el cuerpo y sentarse en uno de los costados de la cama. Hizo lo posible por no despertar a Poppy, pero con tantas perturbaciones sobre la cama fue imposible.
Poppy abrió los ojos y alzó la cabeza mientras se estiraba con un bostezo. Tenía el lado derecho de la cara rojo, señal que estuvo apoyado sobre el colchón por mucho tiempo. Mientras Poppy se traqueaba varios huesos, Ramón simplemente esperaba pacientemente.
Poppy: - ¿Ramón? ¡Ramón! - De un brinco, Poppy le dió al amargado troll un fuerte abrazo.
Ramón: - Auch. Eso duele. - Se quejó de la fuerza con que Poppy se lanzó sobre él, afectando levemente sus heridas.
Poppy: - Lo siento. - Poppy se disculpó, pero no dejó de abrazarlo. Entonces, comenzó a llorar. - Pensé... Pensé... que te había perdido a ti también. Lo... Lo siento mucho. Tu... Tu tenías razón... En todo... Los bertenos... Sobre ser una buena princesa y una reina... Lo siento... Lo siento mucho... Yo no... -
Ramón: - Ya... Ya... Tranquila. Todo pasó. - Trató de calmarla mientras correspondía al abrazo con dulzura.
Poppy logró calmarse un poco transcurrido un minuto, cuando finalmente tuvo la fuerza suficiente para dejar ir a Ramón. Los dos se miraron con alegría, agradeciendo por estar vivos, pero entonces algo llamó la atención del amargado troll.
Ramón no pudo disimular para mirar las marcas dejadas por las quemaduras químicas sobre el cuerpo de Poppy. Sobre su bonito color rosa de piel, unas manchas más oscuras destacaban, cubriendo amplias zonas, incluyendo parte de su cara sobre su ojo izquierdo. Poppy pudo notar el asombro de Ramón, y retrocedió un poco afligida por su estado actual.
Poppy: - Estas marcas son... un recordatorio de mis errores. Ahora debo cargar con ellas toda la vida. Debo parecer un monstruo. - Dijo con afligida voz mientras bajaba la mirada.
Ramón pudo sentir como Poppy se derrumbaba por dentro. Sabía que todo ocurrió por culpa de sus decisiones, pero la carga que llevaba era demasiado grande cómo para que la cargase ella sola. Ramón alzó la mano y la apoyó sobre el rostro de Poppy, levantando su mirada para verla directamente a los ojos.
Ramón: - Poppy... esas marcas que llevas son una lección. Y no importa, con o sin marcas, sigues siendo igual de hermosa. -
Cualquiera podría pensar que eran palabras vacías sólo para evitar que se desplomase, pero tanto Ramón como Poppy sabían que eran palabras verdaderas del corazón, haciendo que Poppy incluso tomara un color de rosa más brillante por la pena.
Poppy: - Gracias... Ramón. -
Los dos se miraron fijamente por unos segundos, cuando de repente:
?????: - ¡Chicos! ¡Chicos! ¡Ramón ya despertó! -
Ramón y Poppy miraron hacia la entrada de la pequeña casa y vieron a Cooper gritando hacia el exterior. En pocos segundos, Satin, Seda, Kevin, Cooper, Diamantito y Grandulón cargando al Sr. Peluche entraron en la habitación. Afortunadamente, el Sr. Peluche estaba bien, pues los intentos de Poppy por mantenerlo a salvo no fueron en vano. La enorme turba de trolls entró descontroladamente en el local bombardeando a Ramón con preguntas, pero cuando se acercaron lo suficiente, todos se detuvieron en seco, tomando por sorpresa a los dos troll que ya yacían dentro.
Poppy: - Chicos... ¿Ocurre algo? - Preguntó con curiosidad.
Cooper: - No. No sucede nada... Es solo que... -
Satín: - Je je. ¿Cómo lo decimos? -
Seda: - Digamos que... -
Ramón: - ¿¡Qué!? ¿¡Qué ocurre!? Díganlo de una vez. - Gritó con frustración y desespero.
Grandulón: - Estás desnudo. -
Kevin: - Si que te gusta sentir el aire fresco. -
Sin haberse dado cuenta hasta el momento, tanto Ramón cómo Poppy miraron hacia abajo, enfocándose en el "Ramonsito" que destacaba. Ambos reaccionaron de inmediato, pero de maneras muy diferentes. Poppy desvió la mirada con rapidez, incapaz de ocultar su vergüenza mientras las dos gemelas la molestaban con bromas de adultos, mientras Ramón tomó la sábana para taparse mientras pedía una explicación.
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Muchos fueron los altos y bajos de los trolls, pero su actitud positiva y perseverancia eran herramientas fundamentales para salir de las situaciones difíciles. A pesar de haber tenido que abandonar su villa, los trolls pudieron establecerse en una localización más alejada de Pueblo Berteno, bajo la sombra de un frondoso árbol acompañado de una pequeña cascada y un arroyuelo que atravesaba el bosque.
Cómo era de esperarse, Poppy eventualmente se convirtió en la reina de los trolls, recibiendo el legado de su padre. Lo que sí tomó a muchos por sorpresa, fue que Ramón se convirtió en Rey, compartiendo las responsabilidades y el destino con su "muy entusiasta" esposa.
Fin
Gracias por leer este peculiar fanfic. Espero que le halla gustado y animatlos a que lean otras historias que he escrito.
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