Trolls Rock #3
Espero que les guste~
Nota: Me emocione un poco con esto, lo siento xD
Branch tiene toda la intención de escapar en algún momento, en especial porque sus cosas aun están cerca del pueblo. Sus libros, sus planos, sus juegos y las fotos de su abuela necesita asegurarse de que nadie haya encontrado todo eso, necesita tenerlo a su lado pero Barb no se lo pone nada fácil.
Ella lo lleva a todos lados, negándose a dejarlo fuera de su vista, y él no tiene idea de que hacer con toda esa atención, poco acostumbrado a ser vigilado pero de alguna manera, cree que lo disfruta. Barb se esfuerza por hacerlo sentir bienvenido, para que se siente como parte de su pequeña familia, mostrándolo con orgullo a quien puede y presumiendo que a su "nuevo hermanito".
Branch esta seguro que la adopción no funciona de esa manera pero intentar decírselo a ella era como hablar con una piedra.
Así que medio que se resigna y al decir verdad, no puede evitar disfrutar un poco el nuevo entorno. Es ruidoso, tienen locos conciertos llenos de gritos y guitarras eléctricas que parecen resonar por todo el lugar pero Barb le consigue unas audífonos especiales para cuando se sienta abrumado y así no tener que soportar todo el ruido. No hay hora del abrazo, esos trolls no parecen ser particularmente cariñosos, pero no parecen tener problemas para expresarse, aunque son diferentes a lo que esta acostumbrado a ver. No comen dulces a montón, recolectan cosas del bosque y parecen cazar algunas bestias. No hay necesidad de ser feliz todo el tiempo, puedes expresar lo que sea que sientas, sin importar lo malo que pueda ser.
-El rock es ira, enojo, felicidad y mucho más- Barb parece entusiasta cuando se lo dice, después de haber destrozado toda una habitación en un ataque de ira que lo tomo por sorpresa. Nadie parece enojado con ella, es más, parecen orgullosos de todo el desorden que causo en poco tiempo. -Es poder gritar con todas tus fuerzas, sin importarte lo que puedan decir-
-Oh...- él no lo entiende del todo aun pero asiente en señal de estar escuchando. Presta un poco más de atención a su alrededor y cree que puede ver lo que ella dice. Las canciones ruidosas que cantan sobre el escenario abierto a todos no siempre son alegres, algunas están llenas de tanta ira y enojo con el que de alguna manera se puede identificar, dejándolo con tanta energía con la que no sabe como lidiar, hasta que lo empujan a la habitación de ira. Romper, gritar, llorar, todo se siente catártico y el cansancio viene con una sensación de alivio que le dura durante mucho tiempo. Es extraño, le cuesta por momentos, pero se siente liviano, casi libre, y eso lo lleno de energía, esforzándose por intentar expresarse como puede.
Es un secreto a voces que él es un troll del pop, la necesidad de zapatos parece solo delatarlo, pero nadie lo trata diferente. Son bruscos, un poco groseros con esa larga lista de palabrotas que suele escuchar, pero son amables a su única manera, tratándolo como si fuera uno más, aunque sin olvidar que en realidad no es exactamente como ellos.
Barb y su padre lo reciben con los brazos abiertos, sin dudar en tratarlo como familia.
-No sé tocar la guitarra- dice, sintiéndose algo intimidado por la gran cantidad de guitarras que adornan las paredes, todas diferentes y únicas pero llamativas y bonitas.
-Puedes aprender o no, eso depende de ti- hablo el rey con una sonrisa tranquila y amable, colocando su mano en su hombro en una señal de apoyo.
-Aquí es una tradición la primer guitarra de un troll- Barb hizo un gesto, luciendo fascinada por todo lo que ve, con esa gran sonrisa afilada y la cola moviéndose con animo notable. -Eres el nuevo en la familia, así que tienes que tener una-
-Oh...- no lo entiende muy bien pero lo hace sentir cálido el ser llamado "familia" y termina por escoger la guitarra de aspecto simple pero con tonos oscuros en azul y aunque su primera intención no es aprender, porque aun es algo aprensivo sobre la música, Barb luce tan entusiasmada al enseñarle que él esta dispuesto a intentarlo.
Los días se convierten en semanas, las semanas en meses, y en transcurro de ese tiempo, Branch cree que ya se a acomodado a todo. Todas sus cosas importantes están en su nuevo cuarto, la foto de su abuela puesta en su mesa para verla cada vez que pueda, y con todo lo demás en un cajón seguro para que no se estropeen de alguna manera.
Su chaleco, aquel que le dio su hermano, sufre el mismo destino unos años después.
-Pensé que te vendría bien un cambio- Riff le entrega una caja de regalo en su cumpleaños y Branch no duda mucho en abrirlo con entusiasmo infantil a pesar de ya tener 12 años, sintiendo su corazón acelerarse ante lo que encuentra dentro.
-¿Es para mi?- es un chaleco negro, con bolsillos tanto en la parte externa como la interna para su absoluto encanto, suave al tacto y sin costuras gruesas que pudieran molestarlo pero lo que más le da risa es la enorme "B" que hay en la espalda, de un azul noche como el de su guitarra y con los bordes de un tono más claro. Lo adora y aunque hay una pequeña parte de si que quiere mantener la esperanza de que su hermano volverá, decide que lo dejara ir por el momento. Guarda aquello con todo el cariño que tiene y usa el nuevo con orgullo, sintiéndose libre.
En algún punto, después de los 14 años, Branch no puede evitar sentir ciertas dudas.
Mira sus manos con expresión pensativa, analizando el color gris al que tanto se había acostumbrado a ver cada vez. Es extraño, el gris se había sentido como un peso sobre sus hombros en el momento pero mientras más pasa el tiempo allí, sintiéndose lleno de cariño y hasta un poco mimado de vez en cuando, no puede evitar sentir dudas. El gris representaba desgracia para los pop, una razón más para que lo vieran con asco y pena pero los trolls del rock opinaban diferente. Era un símbolo de fortaleza para muchos, una prueba de haber sobrevivido y de estar dispuesto a seguir adelante.
Él es feliz, realmente feliz, y teme que eso pueda arruinar todo lo que tiene.
-¿Barb?- se acerca a donde esta ella, retorciendo sus dedos con ansiedad. -¿Puedo hacerte una pregunta?-
-Ya la hiciste, tonto- sonrío con burla y él hizo un puchero, agarrando el almohadón más cercano para tirárselo a la cara, ella riendo con diversión. -¿Qué pasa, Pequeño B?- un apodo debido a su pequeña estatura.
-¿Me amarías...incluso si recupero mis colores?- se fuerza a si mismo a preguntar, sin querer quedarse con aquella duda carcomiendo su cabeza.
-¿Bromeas?- siente una punzada de dolor que es opacada rapidamente cuando Barba se levanta y lo rodea en una de esos abrazaos aplastantes que te dejan jadeando por aire, tropezando un poco cuando es liberado y aferrándose a ella, pudiendo notar su expresión seria. -Incluso si eres del color neón más vistoso y horrible en ese mundo, te amaría totalmente- su sonrisa es grande y hay tanta confianza en su voz que el menor no puede evitar sonreírle de manera temblorosa. -Eres mío, ¿recuerdas? Mi pequeño B, mi hermanito...- lo rodeo en un abrazo firme pero mucho más suave que el anterior. -...te amare, sin importar nada- y Branch se aferra a ella, hundiendo su rostro en su hombro, permitiéndose llorar del alivio que lo inunda. El gris de su piel se aclara hasta volverse un tono más suave, con un ligero tono azulado en los bordes mientras su corazón se llena de felicidad y amor.
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