Cortejos

Espero que les guste~

Branch estaba decidido a dejar toda la cosa del "baile" en el pasado, intentando borrarlo de su memoria y fingir que nunca había sucedido, sintiéndose muy avergonzado por lo que había hecho. Sinceramente, después de unos días, logro ya no pensar en eso. Tenía mucho trabajo últimamente, de trolls que le pedían que los ayudara, pero a pesar de las grandes sonrisas y la amabilidad...extra que había estado recibiendo, no podía evitar sentirse muy incomodo con los trolls de pueblo. En cada llamada, se sentía ansioso y algo paranoico, con si hubiera una voz en el fondo de su mente gritara "¡Ten cuidado con ellos!" y cada violación a su espacio personal solo levantaba más banderas rojas que intentaba aplacar con cierta torpeza. No se atrevía a ir a ningún lado solo con ellos, había arrastrado muchas veces a Creek a sus trabajos, Cooper se había ofrecido casi al instante para acompañarlo en otros tantos y mientras estuvo presente, Darnell casi lo siguió a todos lados. Era bueno tener a alguien familiar a su lado, lo ayudaba a sentirse menor incomodo.

El pueblo no fue el único en empezar a actuar raro. Sus hermanos se habían vuelto algo pegajosos, casi como una sombra que lo seguía de cerca, mandando miradas fulminantes a los de su alrededor y casi luciendo como si estuvieran dispuestos a golpear a alguien, algo que realmente no entendía del todo. La peor parte es que tenía la sensación de que se estaba perdiendo algo, algo importante, pero al mismo tiempo, es como si algo en él no quisiera saber y fingir ignorancia hasta donde podía.

Evita ir al pueblo en cierto punto, llegando a tener que esconderse en el bosque, sintiéndose acosado y hasta un poco observado, empeorando su paranoia usual, algo que lo impulso a agregar un poco más de seguridad a su bunker solo para ser precavido.

Cree...que puede empezar a entender un poco lo que sucede cuando una mañana, se encuentra con un montón de regalos dejados justo al lado de la entrada a su bunker.

-Oh no...- no sabe si es horror o miedo lo que recorre su cuerpo pero es frio y lo hace temblar por unos segundos. Hay muchos regalos allí, acumulados, todos con envolturas coloridas y grandes moños, algunos incluso parecen tener brillantina encima. No quiere abrirlos, no quiere recibir directo al rostro brillantina o confeti pero aun así, extiende lentamente su mano, agarrando una de las tantas tarjetas que puede ver, y la abre lo más lejos de si mismo, un poco sorprendido cuando nada sale. Confundido, acerca la tarjeta para ver su interior, solo para cerrarla de golpe a los pocos segundos y soltarla como si lo quemara, retrocediendo unos cuantos pasos.

Branch a vivido mucho tiempo aislado, por lo que desconoce muchas de las costumbres de su propia gente, pero ni siquiera él puede negar que todos esos son regalos de cortejo, no cuando acaba de leer esa tarjeta llena de palabras melosas que le hacen casi doler los dientes. Es un romántico, escribe poemas y le gustan las canciones de amor, pero lo que leyó lo hace sentir incomodad, por no olvidar que aumenta su ansiedad. Quiere quemar todo eso, llevarlo al medio del bosque y hacerlo arder hasta que todo sea ceniza pero el humo llamaría demasiado la atención y lo que menor quería era que sus hermanos se enteraran de eso. Así que lo empuja todo a su bunker, escondiéndolo en la habitación más apartada que tiene, cerrando la puerta con llave y decido a ver más tarde que hacer con todo aquellos.

La vida lo odia y es por eso quizás que siguen apareciendo más regalos con el paso de los días.

Aunque se lleva una sorpresa algo...agradable poco después. Es notable la diferencia cultural que hay entre todos los trolls. Mientras que los del pop acostumbran a dar grandes y hasta algo ostentoso regalos con tarjetas cursis, hay más que solo eso entre todo lo que le dejan. Hay algunas mochilas de colores suaves, con materiales de trabajo y libros de diferentes temas, que cree que pueden pertenecer a los country. Hay cuadernos decorados con colores neón y con hojas en blanco para llenar, acompañados de lo que parecen ser lápices brillantes y pulseras muy familias, que esta seguro que le pertenecen a los tecno. Hay partituras también, elegantes y pulcras, acompañados de plumas doradas para escribir, que vienen de los clásicos. Hay discos con portadas llamativas que vienen de los funk. Hay guitarras de tonos oscuros y formas diversas, con púas de aspecto personalizado y chaquetas que no puede evitar admirar, pertenecientes obviamente a los trolls del rock.

Es lindo y las pequeñas cartas que viene con los regalos de otras tribus son dulces, con un "Espero que podamos ser amigos en todo caso" al final, sin ningún tipo de presión u obligación. Por eso los guarda en otro lado, dejando esa habitación en especifico para los regalos de su propia tribu, sin sentirse cómodo siquiera de verlos.

Sabe que esta llegando a un limite cuando la habitación se esta llenando hasta el punto en el que es difícil cerrar la puerta.

-Esto...se me esta yendo un poco de las manos...- se cubre el rostro con las manos, sintiéndose algo desesperado. Ir al pueblo ya era complicado en un principio pero ahora es casi una tortura, porque los pop no parecen entender que él en realidad no quiere nada con ellos y siguen insistiendo hasta el punto en el que en serio esta tentado de mudarse al bosque para nunca más mostrar su cara. Necesita ayuda y estruja su mente en busca de con quien hablar. Poppy no es una opción, porque ella estaría encantada por tantos regalos y devastada ante su intención de rechazarlos a todos. Sus hermanos era un enorme y rotundo "no", su actitud protectora solo iba a empeorar y ya no tendría ni un segundo para si mismo. Hickory y Tresillo ya no estaban por el pueblo, tampoco Darnell y Cooper.

No tiene muchas opciones y en este punto, esta desesperado.

Así que se arma de valor y se adentra al pueblo, sus pasos rápidos y firmes, esquivando a todos los que puede a su paso. Puede ver la clase de yoga no muy lejos y se permite acortar la distancia corriendo, ignorando las miradas de los presentes y más concentrado en Creek, quien parece sorprendido de verlo.

-Con permiso dijo Monchito- agarro la muñeca del gurú y no le dio la oportunidad de siquiera quejarse, levantándolo y empezando a caminar, llevándose consigo al confundido troll que lo seguía con curiosidad. Ve un rostro salvador en su camino y decide que entre más ayuda pueda conseguir, mejor ira. Así que se acerca. -Permiso, me la robo- agarro la mano de Viva, quien tropieza un poco al seguirlo. Ninguno de los dos pregunta nada y solo lo siguen, más preocupados por el tono de piel oscurecido del sobreviviente.

-¿Estás bien, cariño?- Creek rompe el silencio mientras están bajando al bunker, colocando su mano sobre la ajena. Branch luce tenso y ansioso, al borde de un ataque y como si pudiera llorar en cualquier momento.

-¿Branch?- Viva llama con voz suave ante la falta de respuesta pero él solo se adentra en su hogar y ellos comparten una mirada antes de seguirlo, notando la puerta medio oculta que parece temblar. El sobreviviente se acerca, girando la llave y retrocediendo justo a tiempo para que la puerta se abriera con algo de fuerza, una ligera avalancha de regalos esparciéndose por el pasillo, con ellos teniendo que alejarse unos cuantos pasos. Los ojos del par se abren con sorpresa, sabiendo el significado tras todo aquello, mirándose entre ellos por un segundo antes de voltear a ver al sobreviviente, quien se retuerce las manos con ansiedad notable.

-Necesito ayuda- suplico con las orejas bajas. Termina por contarles todo, sintiendo que en realidad no puede parar ahora que comenzó. Hablo de los regalos que solo parecían multiplicarse con cada día, de lo incomodo que lo hacían sentir aquellos que pertenecían a los pop, y de lo apura que había estado para ocultarlo todo lo mejor posible. Habla de tener que rechazar a cada troll que le había enviado algo, con los de las otras tribus tomándolo muy bien y llegando a hacer amigos nuevos pero también les habla del suplicio que es ingresar al pueblo por cualquier cosa, de las miradas fijas y de los intentos de los troll tercos que no parecen entender la señal de que no quiere tener nada que ver con ellos. Branch se siente avergonzado cuando su voz se rompe, lagrimas de ansiedad y frustración corriendo por sus mejillas, sin poder detenerse.

Creek y Viva luchan un poco por entenderlo del todo, porque el sobreviviente en pánico habla tan rápido como Poppy con unas cuantas dosis de azúcar encima, pero entienden el contexto en general y eso era todo lo que necesitaban. Estaban enojado con el pueblo, por la falta de respeto a los limites y su tendencia a ignorar los rechazos, pero por encima de todo, estaban preocupados por el troll que solo parecía volverse más oscuro y luchaba por dejar de llorar.

Lo abrazaron con fuerza, aplastándolo entre ellos, compartiendo una mirada que prometía deshacerse de todos esos regalos y ayudar a su amigo angustiado. Mientras que Branch se acurruca entre ambos, sintiéndose consolado, esperando que las cosas pudieran mejorar.

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