Ruinas...
"Ya es aburrido contar la misma historia una y otra vez, pero por alguna razón es muy icónica en todos los lugares. *suspiro*. Bien, supongo que a la gente le encanta estas historias raras "je", vamos a contarla una vez más. . ."
"Hace mucho tiempo, dos razas gobernaron junto la tierra: humanos y monstruos. Un día, un conflicto estalló entre ambas razas, provocando una guerra devastadora que duro años."
"Ya sabemos quiénes fueron los victoriosos. Después de una larga batalla, los humanos vencieron a los monstruos y los desterraron de la tierra, sellándolos bajo una montaña con un hechizo mágico, imposible de romper...."
"Pasaron muchísimos años luego de la guerra. MT.EBOTT [201x]"
"Las leyendas cuentas que aquellos que escalan la montaña nunca regresan, al menos eso dicen los pueblerinos, pero solamente son esos, "Mitos". Nada es real o tal vez sí..."
-[UNDERTALE]-
Nombre establecido para este "Humano": Troll.
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Capitulo 1: Una alma muerta.
En medio de un lugar vacío, donde la luz dorada caía sobre un pequeño grupo de flores amarillas, que brillaban como si estuvieran hechas de oro puro, se encontraba un chico boca abajo, encima de las dichas flores, arruinando su belleza.
El joven, conocido como "Troll", un nombre tan peculiar como él mismo, comenzó a moverse lentamente. Con un gesto torpe, se incorporó mientras una mano se posaba en su cabeza, un quejido de dolor se le escapó de sus labios, resonando suavemente en el silencio que lo rodeaba. Al alzar la vista, lo único que alcanzó a ver fue el cielo infinito, surcado por la luz cegadora del sol.
—Uhm... esa caída sí que fue fuerte —comentó el chico mientras se levantaba lentamente, tambaleándose al ponerse de pie. Fue entonces cuando notó que ambos brazos estaban dislocados. —Uy, pensé que las flores mejorarían mi aterrizaje —añadió con una ligera sonrisa, como si esta situación no fuera nada fuera de lo común para él.
Sin mostrar demasiada preocupación, como si lo hubiera experimentado innumerables veces, realizó un movimiento brusco con ambos brazos. El sonido seco de sus huesos encajando de nuevo en su lugar resonó en el aire, seguido por un suspiro de alivio.
—Bien, como nuevo, jeje... —río el chico suavemente mientras se sacudía el polvo de su ropa. Con una mirada rápida, inspeccionó su entorno.
Era un lugar desolado, vacío y solitario, donde lo único que rompía la monotonía eran las flores amarillas bajo sus pies, ahora aplastadas por su peso. Sin embargo, su atención no estaba en las flores, sino en algo mucho más importante: su "hermano".
Sin darle mayor importancia al daño que había causado, comenzó a caminar en dirección a una cueva que se asomaba en la distancia. La entrada era oscura y misteriosa, pero eso no lo detuvo. Al cruzar el umbral, sus ojos se posaron en unas antiguas ruinas talladas en la roca, cubiertas de símbolos extraños e indescifrables.
Para cualquiera, aquellos grabados podrían haber sido un enigma intrigante, pero para "Troll" no significaban nada. Sin detenerse a examinarlos, siguió avanzando, su mente fija en el propósito que lo había llevado allí: encontrar a su hermano.
Tras avanzar por la cueva, llegó a un lugar diferente, un espacio amplio y extraño que parecía fuera de este mundo. En el centro, bajo un rayo de sol que se filtraba a través de una grieta en el techo, se alzaba una solitaria flor amarilla pero lo más desconcertante era que tenía un rostro.
El silencio del lugar parecía amplificar la extrañeza de la escena, como si la flor estuviera esperando algo... o a alguien.
—¡Hola! ¡Soy Flowey! ¡Flowey la flor! —dijo de repente la flor con un entusiasmo desbordante, acompañando su presentación con un tono carismático y vibrante. ¿Una flor hablando? Eso definitivamente estaba lejos de lo que consideraba normal.
Troll, lejos de mostrar sorpresa o temor ante la flor parlante, se limitó a observarla con su habitual indiferencia. Sin prestarle demasiada importancia, se acercó tranquilamente y, sin previo aviso, tiró de uno de sus pétalos con curiosidad.
—¡AU! ¡HEY! ¡HEY! ¡NO HAGAS ESO! —gritó la flor con una voz aguda y desesperada. Su rostro, antes radiante de carisma, se transformó en una mueca de dolor y enojo.
Al escuchar las quejas, el chico soltó el pétalo de inmediato. Su reacción no fue de arrepentimiento, sino más bien de ligera incomodidad. Con una pequeña sonrisa apenada, se rascó la nuca.
—Jejeje, perdón... pensé que eras una ilusión mía. —dijo el chico con una risa nerviosa, dejando al descubierto unos dientes afilados que parecían tan extraños como él mismo.
Sus lentes, reflejando una pequeña carita nerviosa como si fueran parte de su propia expresión, añadían un toque peculiar a la escena. Con incomodidad, aunque su tono despreocupado sugería que no estaba realmente preocupado por haber lastimado a la flor.
La flor, aún molesta, lo miró con reproche, pero parecía contenerse, como si no quisiera perder del todo la compostura. Dio un suspiro y cambio a su expresión a una mas simpática.
—Je... sí, supongo que haría lo mismo si me encontrara con una flor parlanchina —respondió la flor, esbozando una sonrisa. —Comenzamos mal, ¿no es así? Déjame presentarme nuevamente: Hola, soy Flowey, Flowey la flor. ¡Un gusto conocerte, colega!
—Oh, hola. Yo soy Troll —respondió el chico con aparente calma. Luego se quedó en silencio, pensativo, y añadió algo mas en su presentación. —Troll... ¿el humano? —Levantó los hombros con una sonrisa torpe, como si no estuviera del todo convencido de su propia respuesta.
—Veo que estás bastante confundido, aunque tu cara no lo demuestre, ¿verdad? —dijo con una nota de incomodidad, notando la inexpresividad del chico. Troll permanecía relajado, como si nada de lo que estaba ocurriendo le afectara, lo que parecía perturbar un poco a la flor.
Flowey decidió continuar, adoptando un tono más animado.
—Seguro tienes un montón de preguntas rondando en tu cabeza, pero no te preocupes, ¡aquí estoy yo! Es mi deber ayudar a los recién llegados al subsuelo. cómo funcionan las cosas por aquí.—La flor guiñó un ojo y sacó la lengua con un gesto juguetón. Sin embargo, antes de que Troll pudiera reaccionar, algo extraño ocurrió.
En un parpadeo, el ambiente cambió abruptamente. Todo a su alrededor se volvió oscuro, como si la luz misma hubiera sido arrancada del lugar. Ahora, tanto Troll como Flowey aparecían en escalas de blanco y negro. Delante del chico, una forma brillante comenzó a materializarse, flotando en el aire. Su "ALMA".
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—¿Ves ese corazón? ¡Esa es tu... a-alma...! —Flowey comenzó su explicación con el entusiasmo habitual, pero su voz se apagó de repente. Su mirada se fijó en el alma, estudiándola con detenimiento. Algo estaba mal, o más bien, algo era totalmente diferente...
—¡WOW! —exclamó Troll. Miró a su alrededor, impresionado por el ambiente. Bajó la vista hacia sus manos y se quedó observándolas con curiosidad: los dedos eran de un blanco puro, mientras que las palmas estaban teñidas de un negro profundo. —Interesante... —murmuró, girando las manos para examinarlas desde todos los ángulos.
Mientras el chico seguía fascinado con su apariencia y su entorno, Flowey permanecía inmóvil, observándolo con ojos abiertos de par en par. La flor buscaba desesperadamente alguna explicación para lo que estaba viendo, pero nada tenía sentido. Esto no era normal, ni siquiera para el extraño mundo del subsuelo.
—¿Qué... qué rayos está pasando...? —murmuró Flowey, más para sí mismo que para el chico.
La flor tragó saliva, incómoda por la calma casi perturbadora de Troll, quien seguía explorando su "día" como si nada extraño estuviera ocurriendo. Troll, finalmente, rompió el silencio. Levantó la vista hacia Flowey con una sonrisa.
—Je... esto es increíble. ¿Siempre es así por aquí? —preguntó con un tono casual.
—Eh... sí, claro. Esto... es normal. Tendrás estos pequeños "cambios" a lo largo de tu aventura... jeje —rio nerviosamente Flowey, intentando recuperar su habitual carisma. Decidido a continuar.—¿Ves esa cosa con forma de corazón? Esa es tu alma. Es la esencia de todo lo que eres, la culminación de tu propio ser.
Troll, completamente fascinado, apenas escuchaba las palabras de Flowey. Sus ojos permanecían fijos en su alma flotante, que parecía pulsar suavemente en el aire.
—¡Wow! —repitió con un entusiasmo. Con cautela, extendió las manos y envolvió el alma entre sus dedos. Era ligera, casi etérea, pero tangible. Notó su color, un blanco puro, casi cegador, como si estuviera hecho del vacío mismo. —Esto... esto es increíble... —murmuró, mientras giraba el alma para examinarla desde diferentes ángulos, su rostro iluminado con asombro.
Flowey lo miraba con una mezcla de alivio y preocupación. Algo en ella no cuadraba, algo que hacía que la flor se sintiera cada vez más incómoda.
—Je... si, al principio tu alma será débil, pero puedes fortalecerla si consigues mucho "NV" —continuó Flowey con un tono que intentaba sonar carismático. Haciendo un esfuerzo por sonar amigable. —Te estarás preguntando... ¿Qué es "NV"? Es muy sencillo, significa NIVEL, pero de amor. ¿Quién no querría un poco de amor, eh?
La flor forzó una sonrisa que, lejos de inspirar confianza, parecía más una mueca siniestra.
—Heh... suena raro —respondió Troll, ladeando la cabeza ligeramente—. Pero claro, ¿por qué no?
—¡Perfecto!. Entonces, aquí va un poco de mi "amor".—La flor guiñó un ojo, y de la nada, cinco pequeñas semillas blancas comenzaron a girar en el aire a su alrededor. —Aquí abajo, el amor se comparte... jeje... con mis "bolitas de amistad". ¡Atrápalas, jeje!
Las semillas se lanzaron rápidamente hacia Troll, flotando en línea recta como si obedecieran una orden invisible. El chico, fascinado, levantó un brazo para tocar una de ellas. Pero justo antes de que su mano hiciera contacto, algo cambió.
Los lentes de Troll proyectaron una figura inquietante: un ojo rojo y brillante apareció como una advertencia de peligro inminente. Antes de reaccionar, su mano es travesada por una de las semillas, viendo en cámara lenta como le salían la carne y la sangre . Sin que él moviera un músculo, las otras semillas atravesaron su cuerpo.
La expresión de Flowey cambió de inmediato. Su rostro pasó a una sonrisa torcida y llena de malicia.
—¡CAÍSTE, IDIOTA! —gritó con burla—. ¿De verdad pensaste que alguien aquí te daría amor? Jeje... Este mundo no funciona así, chico. Aquí abajo es matar o morir.
De repente, gruesas raíces emergieron del suelo, envolviendo a Troll en un agarre firme. La flor lo miraba con un brillo de triunfo en los ojos mientras las raíces se tensaban, aparentemente con la intención de aplastarlo. Sin embargo, Troll no mostró ninguna reacción.
—Jeje... ¿Nada? Bueno, ya veremos cómo manejas esto. —Varias semillas blancas flotaron a su alrededor, comenzando a rodear a Troll lentamente. La flor inclinó la cabeza, su sonrisa ampliándose aún más.
—MUERE—susurró antes de soltar una carcajada desquiciada.
Las semillas se movieron lentamente hacia Troll, rodeándolo como depredadores acechando a su presa. Pero el chico, lejos de mostrar miedo o desesperación, simplemente inclinó la cabeza y, con una sonrisa despreocupada, respondió.
— Ok :D —
Antes de que Flowey pudiera procesar lo que había dicho, algo increíble ocurrió. De la piel de Troll surgieron filosas espinas, atravesando las raíces con facilidad, destrozándolas en un instante.
—¿Q-qué...? —balbuceó Flowey, atónito, viendo cómo su trampa se deshacía ante sus ojos.
Pero las semillas no se detuvieron. Continuaron su trayectoria directa hacia Troll, impactando contra su cuerpo. Un sonido sordo llenó el aire mientras atravesaban su carne, dejando agujeros profundos que comenzaron a sangrar lentamente.
Troll bajó la vista hacia las heridas, examinándolas con la misma calma de siempre, como si todo aquello no fuera más que un inconveniente menor.
—Hm. Eso fue... interesante —dijo con un tono despreocupado mientras tocaba uno de los agujeros, manchando sus dedos con su propia sangre.
Flowey, aún incrédulo por lo que acababa de presenciar, decidió redoblar su ataque. Más semillas emergieron a su alrededor, disparándose hacia Troll con una furia desesperada.
—¡NO TE MUEVAS Y MUERE! —gritó la flor, su voz cargada de frustración y un toque de miedo que no podía ocultar.
Pero Troll no era un objetivo fácil. Con movimientos rápidos, esquivó cada una de las semillas con una agilidad sobrehumana. Lo más desconcertante no era solo su velocidad, sino cómo las heridas que había recibido anteriormente comenzaban a cerrarse ante los ojos de Flowey, regenerándose junto con su ropa desgarrada como si nada hubiera pasado.
Troll se movía entre los ataques de la flor como si ya conociera sus movimientos. Finalmente, con un movimiento decidido, Troll se lanzó directamente hacia Flowey. La flor, al prever el ataque, se hundió rápidamente en el suelo antes de ser alcanzada, reapareciendo a una distancia segura con una sonrisa burlona.
—Je... ¿De verdad pensaste que me atraparías tan fácilmente? —se burló, pero su risa se desvaneció en cuanto levantó la vista.
Troll ya estaba frente a ella, como si hubiera predicho exactamente dónde aparecería. Sin darle tiempo a reaccionar, extendió una mano y la agarró con firmeza, arrancándola del suelo con un solo movimiento.
Flowey intentó fingir dolor, dejando escapar un chillido, pero su rostro cambió rápidamente a una sonrisa maliciosa. De repente, gruesas raíces emergieron de nuevo, esta vez perforando el cuerpo de Troll desde varios ángulos. La flor esperaba que este ataque final lo debilitara, pero en lugar de eso, quedó paralizada al ver la reacción del chico.
Troll apenas hizo un ruido. Las raíces atravesaban su cuerpo, dejando heridas que sangraban profundamente, pero él ni siquiera mostró un atisbo de dolor. Su mirada permaneció tranquila, y una sonrisa ligera, casi burlona, se formó en sus labios.
—¿Eso es todo? —preguntó con calma, como si las raíces fueran una molestia menor.
Flowey sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Por primera vez, la flor se dio cuenta de que estaba lidiando con algo que no comprendía.
—¡Felicidades! —exclamó Flowey, su voz temblando ligeramente mientras intentaba recuperar el control de la situación—. Pasaste la prueba, ¡todo esto era parte de mi plan para prepararte, jeje! —La flor rio nerviosamente, forzando una sonrisa que ya no tenía nada de carisma—. Ya puedes soltarme... ¿amigo?
Flowey esperaba desesperadamente que su excusa funcionara, pero pronto notó algo que le heló los pétalos.
—Lo siento, colega, pero... —dijo Troll con una sonrisa que ahora parecía mucho más afilada, casi depredadora— ...es matar o morir.
—¡Espera, no, yo—! —Flowey no logró terminar su súplica. Antes de que pudiera decir algo más, Troll abrió la boca y, de un solo movimiento, mordió la flor.
El sonido de los pétalos rompiéndose y las fibras desgarrándose resonó en el aire. Flowey soltó un último grito, ahogado por la brutalidad del acto, mientras Troll lo devoraba sin mostrar un capis de remordimiento.
—Hmm... sabe a planta —comentó con indiferencia, arrancando la raíz restante con un tirón y tragándola.
Por un momento, permaneció inmóvil, como si algo importante acabara de ocurrirle. Entonces, se golpeó la frente con la palma de la mano y dejó escapar un suspiro.
—¡Mierda! —exclamó—. Olvidé preguntarle si había visto a mi hermano. —Comento troll con un gesto de frustración mientras pasa su mano por el cabello. Pero antes de que pudiera hacer algo más, un sonido interrumpió su pensamiento.
Una voz se escuchó a lo lejos, suave pero inconfundible, llamando desde la penumbra.
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