Cap. 17 - Consecuencias


Aún no había amanecido cuando Tony se reunió con el resto del equipo en la antecámara anexa a la sala médica.

En cuanto posó la mirada en el cristal que separaba una habitación de la otra, algo se revolvió en su interior: Alex estaba sola, tumbada y esposada a una camilla médica... ¿En serio?, ¿de quién había sido la brillante idea? Si ni siquiera estaba consciente ¿para qué narices le habían puesto unas jodidas esposas...?

Tony tuvo que inspirar hondo y contar hasta diez para serenarse antes de abrir la boca:

―¿De verdad era necesario? ―inquirió, con un deje sarcástico―. No va a atacarnos.

―Acaba de hacerlo. ―Steve no alteró un ápice la máscara de indiferencia tras la que ocultaba el aluvión de emociones que en ese momento batallaban en su interior.

No había transcurrido ni una hora desde que había capturado a Alex. Ya entonces la había visto agotada y rendida, prácticamente no reaccionaba a los estímulos externos... pero su actividad cerebral y sus poderes estaban tan disparados y fuera de control que Bruce había tenido que administrarle varios sedantes y otros barbitúricos para que ella pudiera romper todas las conexiones tecnopáticas que había establecido.

Ahora Alex estaba ahí tendida, sedada e inconsciente... Y, pese a todo, él no se atrevía a dejarla libre. Había demostrado ser mucho más poderosa y peligrosa de lo que ninguno sospechaba, probablemente ni ella misma. No podía permitir que volviese a descontrolarse. Era su deber velar por la seguridad de todo el equipo.

Estaba enfadado, alterado y, sobre todo, preocupado... Sus emociones eran un auténtico caos. No se sentía capaz de enfrentarla aún. Primero necesitaba tranquilizarse, averiguar qué estaba pasando... Ese asunto le estaba afectando mucho más de lo que era habitual en él.

―En realidad, no ha atacado a nadie, al menos no con intención de hacer daño. ―Bruce llegó en ese instante, acompañado de Natasha, que cargaba el teléfono móvil de Alex consigo.

La pelirroja tenía los ojos enrojecidos, como si hubiera estado llorando. Steve reparó en ello, y supo que debía prepararse para lo peor... Pocas cosas conseguían afectar a Natasha hasta ese punto. Solo en una ocasión la había visto derramar lágrimas: tres años atrás, cuando Nick Fury había fingido su muerte.

―¿Y qué pasa con Vision? ―Wanda alzó la mirada. Estaba sentada en un sillón, entre Sam y Clint. Thor permanecía en pie, apoyado junto a la puerta.

―No te alteres, brujita, ya lo he examinado, Vis está perfectamente ―respondió Tony―. Alex solo activó su protocolo de hibernación. No tengo ni idea de cómo lo logró, pero el caso es que en unas horas despertará como nuevo ―agregó, chasqueando la lengua.

¿Acaso los demás no veían que ahí las víctimas no eran ellos? Alex nunca los traicionaría... estaban hablando de Alex, ¡de su Alex! Estaba seguro de que había una explicación muy razonable para todo lo que había sucedido.

―A eso me refiero ―asintió Bruce―. Los activos de la Legión de Hierro tampoco hicieron daño a Thor, estaban en modo aturdir, y la armadura de Tony...

―Más de lo mismo ―completó el millonario.

―O sea, lo único dañado fue mi traje. ―Sam hundió los hombros. Alex había partido las alas de Falcon con sus sables láser para evitar que él fuera tras ella... Pero era cierto que, quitando eso, no les había provocado ni una lesión.

En realidad, la única que ahora estaba herida era ella.

―¿Y el Zenit? ―inquirió Clint, con una nota esperanzada. Él tampoco quería creer que Alex los hubiese traicionado, la había visto crecer, era como otra hija para él.

―A salvo, en la cámara acorazada del laboratorio ―respondió Bruce, soltando aire―. Las piezas que hay en esa mochila son una falsificación, una muy buena.

Steve se pasó una mano por el pelo. Nada de eso tenía sentido.

―De acuerdo, no nos estaba robando ―recapituló―, y tampoco pretendía herirnos, pero nos engañó para alejarnos del Complejo, fabricó una copia del Zenit e intentaba huir... ¿a dónde?

―Preguntémosle a ella ―Thor intervino por primera vez. No le gustaba quedarse sin hacer nada y elucubrar. Alex estaba a escasos metros, en la habitación de al lado, ¿por qué esperar?

Banner negó con la cabeza e inspiró hondo.

―No será necesario, sé por qué lo hizo. Además, está demasiado débil no creo que ahora pueda soportar un interrogatorio. ―Miró a Natasha, quien le dedicó un breve asentimiento, animándolo a continuar―. Alex no... Ella no... ―No pudo seguir, las palabras se le atoraron en la garganta.

―Tienen derecho a saberlo. ―Natasha le tomó una mano y la apretó entre las suyas en un gesto de apoyo.

Ella se había enterado apenas media hora atrás. Al parecer, el sistema neuronal de Alex estaba al borde del colapso cuando Steve la había traído. Su cerebro había establecido tantas conexiones tecnológicas a un tiempo que estuvo a punto de descuidar las funciones vitales; le había faltado muy poco para sufrir un infarto, o algo peor... Una parte de la mente de Alex seguía en su cuerpo, pero era como si la otra se hubiese perdido en la red y no pudiese regresar.

Bruce y su equipo de ayudantes habían logrado estabilizarla de milagro, pero, tras atenderla, el científico se había derrumbado.

Natasha se lo había encontrado encerrado en el laboratorio, llorando a solas para no destapar la auténtica situación de Alex ante los demás. Para no confesar que, durante unos minutos, estuvo convencido de que no sobreviviría.

A la espía no le costó mucho sonsacarle la verdad, e incluso deseó no haberlo hecho en cuanto lo supo... Pero no podían ignorar la realidad. Sabía por experiencia que guardar secretos como ese nunca acarreaba nada bueno. Bruce debía decírselo a todos.

―Alex está enferma ―suspiró él tras un silencio que semejó eterno para los demás.

―¿Cómo que está enferma? ―Tony fue el primero en reaccionar. Sus dedos asieron inconscientemente el respaldo de una de las sillas de la sala―. ¿Qué le pasa a mi hija, Banner?

Bruce cerró los ojos y volvió a abrirlos. Natasha estaba en lo cierto. Tenían derecho a saberlo.

Lo confesó todo: lo del tumor, la radiación gamma, cómo había empezado y cómo crecía, el peligro que corría ella cada vez que usaba sus poderes, y lo cerca de perderla que habían estado esa noche... También explicó que había sido la propia Alex quien le había rogado que no dijera nada. Pero eso no aplacó la ira de Tony.

Clint y Thor tuvieron que sujetar a Stark que, en un arrebato, había querido pagar la frustración con su compañero científico. Sin embargo, no duró mucho, pronto Tony se disculpó con Bruce y focalizó la culpa sobre sí mismo... como era habitual en él.

Si no la hubiesen forzado a ayudarlos con el Zenit, si él no hubiera construido a Ultron, si hubiese prestado más atención a la salud de su hija... Había fracasado, como héroe, como vengador y, sobre todo, como padre.

―Sé lo que estás pensando, Tony. ―Natasha se sentó en el reposabrazos del sillón donde el millonario se había dejado caer, con la cabeza escondida entre las manos y, aun así, sin poder ocultar los espasmos provocados por esporádicos sollozos―. Si alguien tiene la culpa de esto son HYDRA e Hiperión. Nadie más ―añadió, mirando también a Steve.

El soldado había escuchado la noticia y presenciado lo que sucedía a continuación como si de una película se tratase. Quería intervenir, gritar, destrozar algo, llorar..., lo que fuese. Pero una parte de su cerebro se negaba a aceptar la realidad.

―¿Desde cuándo? ―Tras varios minutos sin ser capaz de abrir la boca, Steve dio un paso hacia delante―. ¿Desde cuándo lo sabe ella?

―Un par de semanas ―respondió Bruce―. Poco antes de su cumpleaños.

Steve tuvo que apoyarse contra la pared para mantenerse recto. ¿Cómo podía haber sido tan iluso? Ahora todo tenía sentido, el comportamiento de Alex las últimas semanas, la crisis de la noche de su cumpleaños... De algún modo, él siempre había sabido que ella no estaba bien, pero en lugar de insistir lo había dejado pasar...

―¿Pero no es terminal, verdad? ―Esta vez fue Clint el que habló―. Tiene que haber una solución.

Thor asintió enérgicamente, esperando que Bruce le diera la razón al arquero. Tal vez no estuviera tan familiarizado con esa clase de enfermedades, pero comprendía la seriedad del asunto. Los Vengadores eran sus amigos, su familia en Midgard, incluida Alex. Haría lo que fuera por protegerlos.

―Creo que tengo algo ―musitó Bruce, no muy convencido. No quería ser pregonero de falsas esperanzas, por eso había esperado para dar esa noticia. Pero todos necesitaban algo de luz en ese momento―. Todavía no estoy seguro, tengo que consultarlo con un especialista en neurocirugía y terminar varias pruebas, pero es posible...

―¿Qué podemos hacer nosotros? ―Tony levantó la cabeza, repentinamente esperanzado. Las últimas palabras de Bruce habían sonado como música para sus oídos.

Natasha posó una mano en el hombro del millonario, al tiempo que observaba también el gesto de impotencia pintado en el rostro de Steve. A continuación, exhaló un suspiro y se puso en pie. Caminó hasta el centro de la sala y conectó el móvil de Alex al reproductor holográfico de la mesa de juntas.

―Lo que mejor sabemos hacer. ―Movió los dedos y tecleó un par de códigos.

Alex era de las mejores hacker del mundo, pero no la única. Ella también era buena. Poco antes de dar comienzo a esa reunión había logrado desencriptar el teléfono, y había accedido al registro de llamadas y mensajes protegidos.

Cuando estuvo segura de que tenía la atención de todos los presentes, reprodujo la llamada de Hiperión una semana atrás, junto a los mensajes con las coordenadas para el intercambio.

―Seguir vengando ―sentenció.

---

Cualquiera diría que uno se acostumbra a lo que sea cuando lo vive en repetidas ocasiones... Pero ese no era el caso de Alex: recuperar la consciencia después de haber abusado de sus poderes seguía siendo tan doloroso y confuso como la primera vez.

Separó los párpados con dificultad, y esperó a que la vista se adaptase a la tenue luz que incidía desde el techo de la sala. Le costó unos cuantos segundos, pero cuando lo logró, sus ojos dieron de lleno con la figura de Steve, enfundado en su uniforme de Capitán, y recargado contra la pared opuesta, con los brazos cruzados y una expresión circunspecta en el semblante.

―Estás despierta. ―Él fue el primero en hablar. Al verla consciente soltó el aire que había estado reteniendo sin darse cuenta―. Avisaré a Tony, quería saber que estabas bien antes de que nos vayamos.

―¿Qué? ―Alex tosió, tenía la garganta seca―. ¿A dónde? ―Trató de incorporarse, pero un repentino vahído la obligó a quedarse como estaba.

Steve dio un paso adelante con intención de ayudarla, sin embargo, se echó atrás en el último momento. Gesto que a Alex no le pasó inadvertido.

―Steve, déjame explicarte...

―No tienes nada que explicar ―la cortó él―. Lo sabemos, todo.

El énfasis en la última palabra provocó que Alex notase una punzada en el pecho... Pero no pensaba amilanarse. Había actuado según lo que creía correcto, si de algo se arrepentía era de haber fracasado... ¿Qué sería de Liam ahora?

―Entonces entenderás que no tenía otra opción ―respondió, alzando la barbilla.

―¿Lo dices en serio? ―Steve descruzó los brazos y se acercó a ella, deteniéndose a los pies de la camilla―. Después de lo que ha pasado...

―No podía dejar que asesinaran a Liam. Él no tiene nada que ver con esto, es inocente ―replicó ella―. Tú habrías hecho lo mismo.

―Puede, pero no así. ―Él negó, vehemente―. No lo entiendes, Alex. Somos un equipo, no puedes tomar estas decisiones tú sola. Antepusiste tu interés a la seguridad de los demás, actuaste de manera arriesgada, imprudente y egoísta. Así no trabajan los Vengadores.

Ella apretó los párpados un segundo. Tenía el cerebro hecho papilla, y el tono de reproche en la voz de Steve solo acrecentaba el punzante dolor.

―Algunos riesgos merecen la pena ―respondió, masajeándose las sienes en busca de un efímero alivio.

―Esta vez no, así no. ―Él exhaló un suspiro―. Si no llegamos a detenerte, ahora estarías en manos de HYDRA. ¿No te das cuenta de la gravedad? Eres una pieza clave para su plan, ellos te necesitan, y tú pretendías entregarte en bandeja.

―¡No iba a entregarme! ―repuso ella―. Solo quería rescatar a Liam y escapar, ni siquiera llevaba las piezas auténticas del Zenit...

―¡Me da igual el Zenit! ―Steve apretó la mandíbula. A Alex le sorprendió el acento desesperado, incluso iracundo, en su voz. Nunca lo había visto tan enfadado, al menos no con ella―. ¡Dios!, Alex. ¡Casi mueres! ¿Por qué tienes que ponerlo todo tan difícil? Tu plan tenía lagunas por todas partes. Si me lo hubieras dicho, te habría ayudado...

Durante varios segundos, Alex no fue capaz de responder. Era consciente de que Steve no solo hablaba de lo sucedido esa misma noche. Estaba dolido porque ella no había confiado en él. El paraíso que habían compartido los últimos días estaba cimentado sobre secretos y mentiras. Habían prometido ser sinceros el uno con el otro, pero ella ni siquiera había intentado cumplir esa promesa; había mentido sobre su salud, sobre el chantaje... Lo había traicionado, y ahora estaba pagando el precio.

―Ahora ya no importa, probablemente Liam ya esté muerto. ―Alex hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para contener un sollozo; lo último que quería era que Steve se sintiese obligado a perdonarla por pena. Ella también tenía motivos para estar enfadada, no quería su compasión―. Hiperión dijo que lo matarían si yo hablaba, ¡no podía arriesgarme! Además, aunque te lo hubiera dicho, no habrías comprometido a todo el equipo por Liam.

Steve apretó los labios en una fina línea. ¿Eso pensaba ella de él?

―Te equivocas ―contestó―. Si no hubieses sido tan cabezota, te habrías dado cuenta de que nosotros nunca comerciamos con vidas ―agregó―. El séptimo día de plazo todavía no ha terminado.

―¿Qué...? ―Alex tartamudeó―. ¿Qué quieres decir?

―Vamos a rescatar a ese chico.

Una mueca de incredulidad y esperanza asomó al semblante de Alex. Sin embargo, él enseguida supo lo que estaba pensando.

―Tú no ―se adelantó Steve de modo autoritario―. Te quedarás aquí. No estás en condiciones de ir a ningún sitio. ―Se acercó a la puerta.

―No pienso quedarme. ―De nuevo, ella trató de incorporarse. Lo consiguió a medias, pero antes de que sus pies tocasen el suelo, un nuevo mareo hizo acto de presencia en su cabeza. Se aferró a las sábanas, evitando la caída, y dejó escapar un resoplido de frustración.

Steve la observó desde el espacio que separaba la sala del pasillo; el gesto frío en su semblante apenas disimulaba el brillo de preocupación en sus ojos. Al otro lado esperaba Thor, de brazos cruzados y mirando al techo, fingiendo no escucharlos.

―Vuelve a la cama, Alexa, es una orden. Deberías familiarizarte con el concepto ―agregó el supersoldado en tono severo―. Cuando te diga que te quedas, te quedas.

―Soy yo la que debería decidirlo. ―Alex le dirigió una mirada de indignación.

―Ni siquiera puedes ponerte en pie, ¿no lo ves? Estás enferma. ―No alzó la voz, pero tuvo que recurrir a todo su autocontrol para no romperse al pronunciar las últimas palabras―. Madura de una vez. No puedes ir por ahí abusando de tus poderes, o poniendo tu vida en riesgo sin sopesar las consecuencias... ―Exhaló un suspiro, y negó con la cabeza―. Thor se quedará vigilándote.

―No tienes derecho a hacer esto, Steven Rogers. ―Alex frunció el ceño y bufó.

Steve le dedicó una última mirada cargada de sentimientos encontrados.

―Ya lo he hecho. ―Cerró la puerta.

---

Thor no era, ni de lejos, el carcelero implacable que por su aspecto podría parecer. En cuanto el quinjet ocupado por Steve y los demás despegó, al asgardiano le había faltado tiempo para sacar a Alex de la sala médica y cargarla hasta el salón principal del Complejo.

―No tenías por qué molestarte ―dijo la chica, cuando ya llevaban unos cuarenta minutos frente al enorme televisor, pretendiendo ver la segunda temporada de Juego de Tronos―. No quiero que Steve la tome contigo también por desobedecer sus órdenes ―añadió en tono sarcástico.

Thor le dirigió una sonrisa.

―No me dijo que te mantuviese encerrada, me pidió que te cuidase, y eso es lo que estoy haciendo. ―Se llevó un puñado de palomitas a la boca―. Además, es más divertido jugar a los niñeros mientras vemos a esa increíblemente atractiva doncella de los dragones... ¿cómo has dicho que se llamaba?

―Daenerys ―Alex rio. Al lado de Thor resultaba difícil no contagiarse algo de su buen humor. No obstante, no fue capaz de mantener la expresión divertida mucho más.

Odiaba reconocerlo, pero era cierto, había abusado de sus habilidades y ahora su salud se estaba cobrando la factura. De no ser por los sedantes que Bruce le había administrado unas horas atrás, en ese momento la jaqueca y los mareos no le permitirían ni abrir los ojos...

Sin embargo, no era el dolor físico lo que la mantenía en vilo, sino la discusión con Steve y, sobre todo, la angustia de no saber lo que estaría sucediendo en ese momento. ¿Cómo pensaban rescatar a Liam?, ¿y si ya estaba muerto?, ¿y si los descubrían y alguno de los vengadores resultaba herido, o peor...?

Al menos sabía que tenían un plan, porque si no, no habrían dejado a Thor de canguro. Con Bruce guardando a Hulk bajo llave, el asgardiano era su mejor baza para tratar con alguien con el poder de Hiperión.

―Todo irá bien. ―El rubio le dio un apretón en el hombro, adivinando lo que pasaba por la cabeza de la chica―. Se han enfrentado a cosas peores y siempre han salido ilesos.

Ella le agradeció el gesto con una ligera sonrisa.

―No te he pedido disculpas por lo de anoche...

―No lo hagas, nunca rechazo una batalla digna. Quién diría que siendo tan poca cosa pudieses dar tanta guerra. Te pareces a esa Arya Stark ―agregó, señalando la pantalla.

―Me lo tomaré como un cumplido. ―Alex volvió a reír.

―Era un cumplido. ―Asintió él, rascándose el cuello―. No debes martirizarte, si yo pude perdonar a mi hermano, que me traicionó unas diez veces e intentó matarme otras tantas, los demás ya te han perdonado, seguro ―sentenció, encogiéndose de hombros―. Sabemos los motivos que te impulsaron a actuar así. Querías ayudar a alguien que te importa, creo que eso te honra.

Si las circunstancias hubiesen sido distintas, Alex habría dado un salto de emoción o se habría desmayado ahí mismo, presa de la euforia; no todos los días recibía esa clase de halagos por parte de su vengador favorito... Sin embargo, estaba demasiado preocupada, enfada y dolida como para disfrutar de las palabras de Thor.

―Ojalá todos lo viesen como tú ―respondió, echando la espalda hacia atrás en el sofá.

El dios del trueno arqueó las cejas y esbozó una mueca divertida.

―Si lo dices por el Capitán, y está claro que lo dices por el Capitán ―añadió en voz más baja―, creo que está más preocupado que enfadado. Tienes que entenderlo, Alex, todos lo estamos... Nos has dado un susto de muerte ―resumió.

Ella arrugó la nariz, mientras Thor asentía para sí mismo antes de volver a hablar:

―Steve está asustado. Es natural, eres su chica, y no estás pasando por tu mejor momento. Solo quiere protegerte.

Alex sintió como el calor ascendía hasta sus orejas, pasando por su rostro y dejando un exagerado tono colorado en sus mejillas.

―Quién lo diría, para ser tan grandullón no se te da nada mal eso de hablar de sentimientos.

El rubio se echó a reír.

―Me lo tomaré como un cumplido.

---

Ya habían avanzado hasta la tercera temporada de la serie cuando la percepción tecnopática de Alex captó la llegada del quinjet a su espacio aéreo.

―Ya vienen ―avisó, mirando a Thor.

El asgardiano la ayudó a llegar hasta los jardines; a ella aún le costaba sostenerse por su propio pie sin dejarse llevar por el vértigo. Se sentía inútil, pero teniendo en cuenta que un tumor maligno y miles de partículas gamma estaban atacando a sus neuronas constantemente... No estaba tan mal.

La nave se posó sobre la hierba en un aterrizaje perfecto que solo podía ser obra de Natasha. Segundos más tarde, al borde de la rampa asomaron Clint y Tony, ambos sosteniendo por los hombros a un muy maltratado Liam... Pero vivo.

―¡Liam! ―Alex lo estrechó entre sus brazos en cuanto lo tuvo frente a ella, para luego sostenerlo de las mejillas y examinar su magullado rostro. Tenía un ojo morado, el pómulo hinchado y los labios partidos... No quiso ni imaginar los golpes que escondería bajo la ropa, por si fuera poco, repleta de sangre seca―. Dios, ¿qué te han hecho? ―Se mordió el interior de la mejilla, angustiada.

―No pasa nada, estoy bien ―musitó él, con un amago de sonrisa―. Gracias a los Vengadores ―añadió, volviéndose un momento para dirigirle un gesto de agradecimiento a los dos hombres que lo sostenían, y también a Natasha, Wanda y Steve, quienes ya habían bajado del quinjet.

―No hay nada que agradecer ―respondió el supersoldado con una expresión sincera―. Es nuestro trabajo.

El chico le dirigió un asentimiento, pero no dijo nada más. Steve ya había girado sobre sus talones y se alejaba del grupo, en dirección al interior del Complejo.

Alex tuvo que morderse la lengua mientras lo veía desaparecer.

―Bueno chaval, creo que un paseo hasta la enfermería no te vendría nada mal ―intervino Tony―. Y a ti tampoco, listilla, ¿quién te ha dado permiso para salir? Hasta que Banner te dé esa super solución no quiero que hagas otra cosa que no sea descansar.

Ella suspiró. La indiferencia de Steve le dolía, pero Liam estaba vivo, y sus compañeros sanos y salvos. Se aferraría a esa pequeña victoria por el momento.

---

Por primera vez en bastante tiempo, Alex se encontraba sentada en el sillón de visitas, y no tumbada en la cama de los pacientes. No obstante, se habría cambiado por Liam sin dudarlo un segundo... El chico estaba estable, y a salvo, aunque medio aturdido a causa de los calmantes y anestésicos que corrían por su sangre.

Tres miembros del equipo médico del Complejo habían pasado con él las últimas dos horas, cosiendo heridas, reparando fracturas y mil cuestiones médicas más que ella prefirió desconocer...

―No me mires así ―murmuró él, cuando al fin se quedaron solos―. Ya te he dicho que estoy bien ―añadió con una pequeña sonrisa.

―Eres un pésimo mentiroso ―respondió ella, tomándole la mano―. Lo siento mucho, Liam. Todo esto es culpa mía, debí protegerte...

―No, ni se te ocurra hacerte eso ¿Cómo ibas a saber que me usarían para llegar a ti? ―la interrumpió, convencido―. Sé que intentaste ir a buscarme por tu cuenta, me lo han contado. Yo no habría sido capaz de mantenerme cuerdo si hubiese sucedido al revés. Eres muy fuerte, Alex, y muy valiente.

La mutante exhaló un suspiro. Ojalá fuese la mitad de fuerte de lo que pretendía aparentar.

―Eso lo dices porque estás hasta arriba de sedantes. ―Ladeó la cabeza con resignación, para luego dedicarle una mirada llena de ternura―. ¿Cómo pasó?

Liam sabía que ella necesitaba saberlo todo, y se lo contó. Le habló del secuestro en la entrada de su fraternidad un par de noches después del evento en el estadio de los Yankees, de las palizas que le habían dado para que confesase todo lo que sabía sobre ella, y cómo, después de no dejarle ni un secreto, lo habían obligado a hacer la dichosa llamada de teléfono.

En total había pasado cautivo unas tres semanas. Tiempo suficiente para perder la esperanza, pero no era su caso. Liam era un superviviente, y Alex no podía sentirse más orgullosa por él.

Luego, mucho más emocionado, le habló del rescate, de cómo la Viuda Negra había engañado a los agentes de HYDRA con las falsificaciones del Zenit que Alex había fabricado y una máscara cibernética que imitaba sus rasgos faciales.

―Era increíble, hasta yo creí que eras tú ―dijo él.

Alex frunció los labios; básicamente habían usado su plan, pero mejor ejecutado... Mucho mejor ejecutado.

―¿Hiperión no acudió al intercambio? ―Ella arrugó la frente.

―No, al menos no lo creo ―respondió él―. Tuve los ojos tapados casi todo el tiempo ―añadió encogiéndose de hombros.

Alex frunció el ceño, desconcertada, pero no dijo nada más. Cuando el chico creyó encontrarse lo suficientemente bien como para dar un paseo, ella le hizo de guía por todas las instalaciones del Complejo y, al caer la noche, lo acompañó hasta el dormitorio provisional que le habían asignado.

Entre todos habían acordado que Liam debía quedarse unos días; por lo menos hasta que encontrasen otro refugio seguro para él. No podían permitirse otro secuestro.

---

―¿Cómo va tu rodilla? ―Steve señaló la pierna de Clint.

Un balazo lo había rozado durante el rescate, pero al parecer era superficial, pues el arquero ni se había percatado de la herida hasta la noche.

―Solo es una quemadura. ―Clint hundió los hombros―. Nada que reste éxito a la misión de hoy ―concluyó.

Sam asintió, antes de tomar otro sorbo de su taza de té. Los tres se habían reunido en torno a la isla de la cocina. Era tarde, pero la adrenalina acumulada a lo largo del día no les permitía conciliar el sueño fácilmente.

―No estoy seguro ―Steve negó despacio―. No me gusta todo esto.

―Por favor, ni se te ocurra decir que ha sido demasiado fácil. ―Sam enarcó una ceja.

―No, no es eso. ―El rubio se echó hacia atrás―. Es que todavía no hemos recuperado la pieza de HYDRA, el recodificador genético. No sabemos dónde la esconden, y no creo que lo sepamos pronto. Estamos en un punto muerto.

―Ellos tampoco pueden hacer mucho. Nosotros tenemos tres piezas de cuatro, y a Lexy ―respondió Clint―. Tal vez estemos en un punto muerto, pero, de momento, es un punto que nos beneficia.

Steve no lo negó. Aunque encontrasen la cuarta pieza en ese mismo instante, no podrían destruir el Zenit, al menos no sin poner en riesgo la vida de Alex... Y esa no era siquiera una opción. Ahora solo podían esperar a que Banner finiquitara todos los detalles de su solución, tratara a Alex, y erradicara el tumor. Funcionaría. Tenía que funcionar.

―¿Y qué pasa con vosotros dos? ―Sam codeó a Steve, sacándolo de sus divagaciones. No necesitó especificar a qué dos se refería.

―No pasa nada con nosotros ―respondió el soldado, azorado.

―Vamos, Cap. ―Clint le palmeó el hombro―. Si no pasase nada, ahora no estarías aquí con nosotros. No pretendo decir que sé cómo te sientes. Lo que sucedió anoche, y esa jodida enfermedad nos ha pillado a todos por sorpresa, pero no creo que encerrarte en ti mismo y apartarte de ella sea la mejor solución.

Steve inspiró hondo y luego exhaló un suspiro. Ni siquiera estaba enfadado. Estaba aterrorizado, eso era; le aterraba tanto la idea de perderla, que le resultaba imposible no sentirse dolido, con ella por no haberle permitido ayudarla antes, pero, sobre todo, consigo mismo.

―Podéis arreglarlo, se ve a la legua que estáis locos el uno por el otro ―insistió Sam―. Y no creas que me hace gracia decírtelo, contaba contigo para que te unieras a mi club de eternos solteros.

Steve arqueó las cejas y, después de un breve silencio, se echó a reír. Clint y Sam no tardaron en acompañarlo. Todavía no habían agonizado las carcajadas cuando las puertas de la cocina se apartaron a los lados, dejando pasar a una Alex en pijama.

Steve no pudo pasar por alto la excesiva palidez en las mejillas de la joven, ni el gesto fatigado en su rostro... sin embargo, en general tenía mucho mejor aspecto que esa mañana en la enfermería. Al menos ya no parecía que unas horas atrás hubiese estado a punto de morir.

―Por mí no os cortéis ―dijo ella, encogiéndose de hombros―. Solo vengo a por un poco de zumo.

Steve la siguió con la mirada mientras ella abría la nevera y se servía la bebida en un vaso.

―¿Cómo está el chico? ―le preguntó Sam, en tono educado―. He oído que los médicos se han pasado con él un buen rato.

―Bueno, tenía varios cortes, y contusiones, pero nada de auténtica gravedad. Ahora solo necesita descansar. ―Alex cerró la puerta de la nevera―. Por cierto, Sam, de verdad lamento lo de tu traje.

―No pasa nada. ―Él sacudió una mano y le sonrió cómplice―. Todavía puedo usar el EXO-7 original.

―Pero quiero compensártelo. ―Alex frunció los labios―. Puedo hacerte uno mejor, no me llevará mucho, y ya tengo algunas ideas...

―No puedes usar tus poderes, Alexa ―la interrumpió Steve.

Ella le devolvió una mirada fulminante.

―¿Ahora sí me hablas? ―Dejó el vaso de zumo sobre la encimera y se llevó las manos a las caderas.

―¿Qué pretendes? ―Él arqueó las cejas, exasperado―. Parece que no eres consciente de tu situación. No estás siendo responsable con tu salud y...

―¡No soy tonta, Steve! No necesito mis poderes para fabricarle un buen traje a Sam. Es tecnología primitiva, podría hacerlo con los ojos cerrados ―respondió, airada. Puede que estuviese exagerando un poco, pero Steve no dejaba de atacar su orgullo―. Yo no soy la que se está comportando de manera irracional aquí.

Clint y Sam compartieron una mirada incómoda.

―A esto me refería ―murmuró Wilson.

―Tal vez deberíamos dejaros a solas para que habléis ―propuso Clint, haciendo el amago de ponerse en pie, pero Alex lo tomó del brazo para que no se moviera.

―No, quedaos, me voy yo. ―Ella negó con la cabeza. Por supuesto que se moría por estar con Steve a solas, pero no así. Agarró su vaso de zumo y se dio la vuelta para abandonar la cocina, pero en el último momento cambió de opinión. Volvió el rostro hacia el supersoldado, que aún la seguía con la mirada―. ¿Sabes?, tienes razón, soy irresponsable e inmadura, y muchas veces actúo sin pensar. Pero esta vez no fue así, lo pensé y mucho. Tal vez mis decisiones no fueron las más acertadas, pero lo hice por una buena causa, os oculté lo de mi tumor y lo de Liam porque quería protegeros, a todos. Y no me arrepiento.

Dicho eso, se dio la vuelta, alejándose con paso airado. Solo quería desahogarse, definitivamente no estaba preparada para soportar otro sermón.

---

A pesar de haber huido sin dejar lugar a respuestas, y a pesar de saber que Steve la había estado evitando durante todo el día, cuando se dejó caer en la cama minutos más tarde, Alex todavía guardaba la esperanza de que él llamase a su puerta de un momento a otro, simplemente para besarla, decirle que todo estaría bien, y dormir abrazados...

Una parte de su mente era estúpida. Estaba claro.

Conteniendo un suspiro de apatía y resignación, se tumbó en el colchón y trató de arroparse con las sábanas, pero no era suficiente. Aunque solo había compartido cama con Steve unos días, ya echaba de menos el agradable calor que él desprendía, sus brazos en torno a su cintura, el cosquilleo de su respiración en la nuca...

¡Dios! Lo necesita más que nunca.

Por eso, no pudo evitar dar un pequeño sobresalto al escuchar como alguien petaba al otro lado de la puerta. Se levantó de golpe, con una expresión esperanzada y corrió a abrir... Pero no era el idiota de Steve quien aguardaba en el pasillo.

―Esperabas a otro, ¿me equivoco? ―Tony sonrió de medio lado―. No te molestes en negarlo, listilla, esa expresión de cachorrito me lo dice todo.

―No sé si me gusta que me conozcas tan bien. ―Alex se apartó a un lado para que él entrase. Luego volvió a dejarse caer en la cama―. ¿No puedes dormir?

―No. ―Él no se molestó en fingir. Se sentó en el colchón, al lado de la chica, y apoyó los codos en las rodillas mientras paseaba la mirada por las paredes, decoradas con posters de grupos ochenteros y fotos en las que Alex salía con sus amigos de Berkeley―. ¿Y tú?

―Tampoco. ―Ella hundió los hombros y suspiró―. ¿Tú también estás enfadado conmigo?

―¿Enfadado?, no, en absoluto. ―Tony hizo una mueca―. Entiendo por qué guardaste el secreto, aunque admito que me hubiera gustado saberlo. Me duele pensar que has estado cargando con esto tú sola.

―Sabes que no iba a servir de nada...

―Alex, sé por lo que estás pasando. ―Tony suspiró, y la miró a los ojos―. Hace unos años el núcleo de paladio del reactor que llevaba en el pecho empezó a envenenar mi sangre. Durante meses creí que no había solución, estaba convencido de que iba a morir... Yo tampoco quería decírselo a nadie. No quería sus miradas de lástima.

La chica lo miró con admiración. Ella apenas había soportado guardar ese secreto unas pocas semanas, no quería ni imaginar como había sido para Tony ocultárselo a sus seres queridos durante meses, vivir tanto tiempo con la certeza de la muerte como única confidente.

»Al parecer, no solo has heredado mi increíble inteligencia y atractivo ―prosiguió él, esbozando una pequeña sonrisa―, también la estúpida manía de no saber pedir ayuda cuando la necesitas. No hay nada de malo en apoyarse en los demás. Yo lo aprendí por las malas, no quiero que te pase lo mismo.

Un suspiro escapó de los labios de la chica.

―Pero al final encontraste la solución, por ti mismo, ¿verdad?

―Sí, pero fue gracias a que otros se preocuparon por mí y me dieron el empujón que necesitaba. Nos tienes a nosotros, a todos. Sé que lo de Bruce va a funcionar, pero necesito que tú también lo creas, ¿de acuerdo?

Alex asintió en silencio. Sin pronunciar palabra, apoyó la cabeza en el hombro de su padre y cerró los ojos. Se moría de ganas de llorar.

Desde que sabía lo del tumor, había algo que no dejaba de rondarle la cabeza. Si ella fallecía, nadie podría reparar el Zenit; Hiperión no podría traer a los eternos de vuelta. Adiós a la amenaza. Tal vez lo más sencillo fuese dejar que la naturaleza obrase su curso...

Pero eso no era lo que ella deseaba.

―Tony... ―musitó, sin molestarse en disimular el deje ahogado en su voz. Estaba harta de hacerse la fuerte―. Yo no quiero morir.

El aludido le pasó un brazo por los hombros, y la atrajo hacia sí.

―No vas a morir, cariño. ―Le acarició el pelo con suavidad, agradeciendo que ella hubiese escondido la cabeza en su pecho, y de ese modo no pudiese ver su expresión triste―. No voy a dejar que te pase nada.

En esa posición, amparada por el abrazo de su padre, Alex se permitió derramar las lágrimas que durante días había estado conteniendo. Lloró más tiempo del que creía posible, y Tony no dejó de abrazarla ni un solo segundo.

Cuando sus ojos se secaron, algo más se había evaporado: la constante presión en el pecho, esa terrible angustia que parecía perseguirla a todas partes.

―¿Te quedas conmigo? ―pidió en un susurro. No quería pasar la noche sola.

―Siempre, listilla ―Tony sonrió.

El cansancio no tardó en hacer acto de presencia, y ambos se quedaron dormidos, fatigados por el peso de sus decisiones, pero sabiendo que, pasara lo que pasara, siempre podrían contar el uno con el otro.



-------------------------------------------------

Hy, amores.

Tengo muchas cosillas que quiero decir, so, os animo a leer esta nota hasta el final :) Well, first of all, gracias, mil millones de gracias por cada lectura voto y comentario. 

Llevaba un tiempo algo desanimada con esta historia. O sea, le estoy poniendo mucho empeño y estoy muy orgullosa del resultado, pero sentía que no terminaba de encajar en el fandom de Marvel... No sé, paranoia mía, o lo que sea 🙈 me sentía un poco fuera de lugar, no sabría explicarlo bien xD sé que es una tontería, pero anyway.
Leyendo vuestros comentarios, y hablando con algunas de vosotras, me he dado cuenta de que no debería pensar en eso. Por cada uno de vosotros merece la pena el esfuerzo. Sabéis a quiénes me refiero, vuestros comentarios y mensajes privados me han animado mucho 😊

Another cuestión. Hay quién ha estado diciendo que escribo a un Steve machista y controlador (gente que además nunca ha dejado ni un solo voto ni comentario en esta historia, pero well... 🤷🏻), su "argumento" es que Steve nunca impediría a su pareja hacer algo que ella quiere aunque sea arriesgado. En fin, creo que esa gente no conoce al personaje tanto como cree, porque justamente eso es lo que hace Steve en El Primer Vengador, cuando Peggy quiere acercarlo con el avión hasta la base de HYDRA, y él, literalmente, le dice que él es el Capitán, y ordena que den la vuelta, que no deben arriesgarse (a Peggy y a Howard). Además, en cuanto a este fanfic y a este capítulo en particular, Steve acaba de descubrir que Alex padece un tumor cerebral; apenas unas horas antes ella estaba al borde de la muerte... Sería muy irresponsable por su parte dejarla participar en el rescate de Liam, ¡y Steve no es ni estúpido ni irresponsable! Es cierto que sí es sobreprotector, pero con todo el mundo, no tiene nada que ver que Alex sea mujer. Sinceramente, me molesta que me acusen de reflejar comportamientos machistas en mis personajes porque yo estoy totalmente en contra de esas acciones, de hecho, me esfuerzo en crear personajes femeninos fuertes e independientes y relaciones bien construidas y coherentes.
Yo investigo muchísimo antes de escribir sobre un personaje canon para asegurarme de no cometer ooc (out of character). Todas las intervenciones de Steve en este fanfic (y de todos los demás personajes canon) están fundamentadas en el MCU y en los comics, (y en escenas particulares protagonizadas por el personaje canon en cuestión). Me he pasado horas y días investigando sobre ellos, viendo las películas y volviendo a verlas, anotando todas las intervenciones relevantes de ellos..., si, por ejemplo escribo a un Steve sarcástico en alguna escena, es porque así es él en varios momentos de su trilogía, (por dios, si a Sam lo vacila nada más conocerlo, a Tony le devuelve todas las pullas, también con Nataha es irónico y vacilón a veces, hasta a Fury desafía...) no porque a mí me dé la gana de hacerlo así (que también podría, pero no). Es decir, de verdad me esfuerzo por ser fiel a los personajes para que los lectores los disfrutéis. Steve es noble y caballeroso, pero no es ningún pusilánime, that's all. Hay muchísimo trabajo detrás de esta historia, tanto en relación a la construcción de los personajes, como en cuanto a la trama, coherencia y redacción. Solo pido que antes de juzgar, también tengáis en cuenta todas las facetas de los personajes, no solo una.

En fin, ya está, perdón a todos los lectores que no tenéis nada que ver y os habéis comido el testamento xD.

Btw, me ha encantado leer vuestras respuestas a las preguntas del anterior capítulo. Algunas fueron tan buenas que casi me hacen cambiar lo que tenía pensado escribir, en serio os voy a contratar para guionistas cuando tenga un bloqueo xD.
Si queréis responder aquí, yo felicísima de la vida:

¿Del lado de quién creéis que estaría Alex en Civil War?

Blackrose (la tercera novela que tengo pensada para esta saga) se ambienta en Civil War. So (si Alex sobrevive a Trojan) ahí se vería la respuesta 😋

Y un último aviso. Mañana salgo de viaje, me voy a Escocia una semana, así que no podré escribir. El próximo capítulo tardará dos semanas, espero de verdad que no más

Muchísimas gracias por todo vuestro apoyo 💕

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top