Cap. 16 - Fugitiva
―Alex... Alex, vamos, despierta.
Una especie de gruñido asomó de la garganta de la aludida. Todavía algo aturdida, entreabrió los ojos. La luz del sol se recortaba contra la figura de Sam Wilson, inclinado sobre ella con una expresión de preocupación en el rostro.
―¡Joder!, menos mal. ―Sam exhaló un suspiro. Vestía la típica ropa de deporte que usaba para salir a correr por las mañanas―. Menudo susto me has dado. ¿Estás bien?
Ella parpadeó varias veces. Como pudo, se incorporó un poco, apoyándose sobre los codos. Estaba en pijama, tirada en los jardines del Complejo... ¡Mierda! Debía de haber perdido el conocimiento después de la llamada de Hiperión.
―Estoy bien ―contestó, llevándose una mano a la cabeza. ¡Dios! Cómo detestaba el estúpido glioma... Esos desmayos repentinos iban a terminar delatándola―. ¿Qué hora es?
―Las ocho de la mañana. ―Sam enarcó una ceja―. Oye, ¿qué ha pasado? Acabo de volver de correr, y te he visto aquí tirada...
―Solo quería tomar el aire ―mintió―. Me quedé dormida.
―Ya... ―Él la miró muy poco convencido―. Te entiendo, acostarse con Steve debe de ser horrible, yo también saldría corriendo al jardín.
Ella puso los ojos en blanco. Confirmado, convivir con los Vengadores equivalía a no tener intimidad. Probablemente era el karma, vengándose de ella por cotillear sobre Natasha y Bruce.
―¿Cómo lo sabes?, ¿ya lo has probado? ―contestó, siguiéndole el juego.
Sam rompió a reír, para luego extenderle una mano y ayudarla a ponerse en pie.
―Ahora en serio, ¿estás bien? ―volvió a preguntar él cuando ambos echaron a andar hacia el interior del Complejo.
«No, no lo estoy. Tengo una jodida enfermedad, me paso el día mintiendo a todo el mundo, un alienígena loco ha secuestrado a mi ex novio y me están chantajeando para que traicione a los que considero mi familia. Todo se está viniendo abajo, y no sé qué hacer para impedirlo».
―Claro ―respondió―. Mejor que nunca.
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Una semana. Ese era el plazo que Hiperión había dictado hasta su sentencia. Siete días, de los cuales ya había consumido cuatro... Se le agotaba el tiempo, y todavía no tenía ni idea de cómo afrontar el problema.
Podía ignorar la amenaza de Marcus Milton y contarle la verdad a los Vengadores, pero entonces Liam sería hombre muerto... Y ella no podría seguir viviendo consigo misma.
La otra opción era robar las piezas del Zenit y llevarlas al punto de entrega. Sin embargo, no hacía falta ser un genio para saber cómo terminaría eso. Tal vez salvase la vida de Liam, pero condenaría la de muchos otros.
Tenía que haber algo que se le estuviese escapando.
Cuando Natasha era su mentora solía decirle que, si te apuntan con una pistola a la cabeza, no se trata de rendirse o morir, siempre hay otras cien alternativas, solo debes ser lo suficientemente listo para verlas.
Y ella se consideraba alguien inteligente. Al menos hasta ahora.
―Veinte minutos en silencio, debe de ser un récord para Alexa Stark. ―Clint esbozó una sonrisa burlona antes de bloquear un nuevo golpe por parte de la chica.
Alex resopló y se pasó la manga por la frente perlada de sudor. Se encontraban en el gimnasio principal, entrenando en uno de los rings, mientras Wanda y Sam hacían lo mismo en el cuadrilátero a su derecha. Natasha y Steve acababan de sentarse en uno de los bancos, y mantenían una conversación en voz baja mientras bebían agua y observaban a las dos parejas de combatientes.
―Ya lo pillo, estás enfadada porque te ha tocado entrenar conmigo y no con Steve. ―El arquero se llevó una mano al pecho, pretendiendo sentirse dolido.
―No, para nada. ―Alex no pudo evitar devolverle una mueca graciosa―. Prefiero entrenar contigo, eres mucho más divertido ―añadió―. Steve se lo toma demasiado en serio, es un aburrido.
―¡Te he oído, Alex! ―El rubio alzó la voz desde su posición, sin embargo, una sonrisa jovial adornaba su rostro.
Ella le sacó la lengua, y volvió a centrarse en Clint, que la miraba con una ceja levantada. A esas alturas para nadie era un secreto lo que había entre ellos dos... Tampoco era que se molestasen en disimularlo; tal vez Steve no fuese de los que derrochaban muestras de afecto en público, pero cada vez que creía que nadie miraba, aprovechaba para acercarse a ella y robarle un beso o algo más... Y Alex no dudaba en responder.
La amenaza que pendía sobre su cabeza la impulsaba a querer explotar cada momento con Steve como si fuese el último. Sentía como si su cerebro y su corazón estuviesen a punto de colisionar: por un lado, era más feliz que nunca, estaba viviendo un auténtico sueño hecho realidad con Steve, con Tony, con todos... Y, justo por eso, nunca antes había sentido tanto pánico de fracasar. Estaba enfadada y asustada... Pero no podía rendirse todavía.
―Vamos, Lexy, cuéntame qué está rondando esa cabecita ―insistió Clint, dejando a un lado los guantes de boxeo que cubrían sus puños.
Alex lo imitó y se colocó las manos en las caderas. Se tomó unos segundos para recuperar el aire, lo que había dicho antes no era broma, Clint era un adiestrador mucho más permisivo que Steve, pero no menos intenso.
―No es nada, lo de siempre. Pienso en Hiperión, en cómo podríamos derrotarlo. ―Suspiró―. La última vez salimos ilesos de milagro.
Y no mentía, a pesar de todo, todavía tenía esperanza, pero necesitaban una estrategia para hacer frente a alguien con el poder de Marcus Milton, que, por si fuera poco, ahora contaba con un ejército de mejorados.
―En Irak, Tony, el Cap y tú estabais solos, y no sabíais nada sobre él. Os pilló por sorpresa. ―Clint se rascó el cuello―. La próxima vez que nos enfrentemos a Hiperión estaremos juntos. Además, Bruce está preparado para un código verde, y ahora también tenemos al ricitos de oro. Derrotaremos a esa copia barata de Thor... ―Chasqueó la lengua al percatarse de que había usado los típicos apodos de Tony―. Y yo debería pasar más tiempo con mi familia.
Una mueca pletórica asomó al rostro de Alex. ¡Eso era! ¡una copia!
¿Cómo no se le había ocurrido antes? Construiría una falsificación del Zenit, se la llevaría a Hiperión, descubriría dónde tenía a Liam y lo rescataría... En el peor de los casos, las piezas verdaderas seguirían a salvo con los Vengadores.
―Clint, eres un genio. ―Alex abrazó a su amigo.
―Eso ya lo sé. ―Él le palmeó la espalda, sorprendido por la repentina muestra de afecto―. Pero exactamente, ¿por qué lo dices?
―Porque es verdad. ―Ella se encogió de hombros, empezando a caminar hacia atrás―. Lo dejamos por hoy, ¿vale? Tengo que ayudar a Tony y Bruce con los rastreadores.
Se despidió con un gesto de mano y salió del gimnasio casi corriendo. Ahora solo tenía que buscar una sala de laboratorio libre y ponerse a trabajar sin dilación. Era un plan arriesgado, que además precisaría del uso de sus poderes para terminar las falsificaciones a tiempo... algo peligroso para sí misma. Pero era lo mejor que tenía.
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En la Tierra no disponían de ninguno de los elementos que constituían la composición metálica del Zenit, sin embargo, Alex sabía que podía sintetizar algo que se semejase lo bastante como para engañar a Hiperión.
Obviamente, el equipo científico de HYDRA se percataría de la farsa en cuanto examinase las piezas a fondo, pero contaba con ese lapso temporal para rescatar a Liam.
En ocasiones, le resultaba imposible no reflexionar sobre lo extraña que era su vida, desde siempre. Probablemente ya con quince años habría sido capaz de recrear artificialmente un elemento extraterrestre... Había sido educada para convertirse en la agente perfecta: pocas personas en el mundo superaban sus conocimientos científicos y tecnológicos, hablaba doce idiomas y era experta en siete tipos de artes marciales... Sin embargo, no tenía ni idea de literatura, de música, de arte o de filosofía, y todo lo que le habían enseñado de historia se limitaba a datos relevantes para las misiones que debía cumplir... En su educación había lagunas tan grandes que harían reír a un niño de doce años.
Ese era otro de los motivos que la habían impulsado a dejar todo atrás. Quería vivir, hacer amigos de su edad, cometer errores de adolescente y aprender por el mero hecho de aprender, no solo porque sirviera a la misión.
Y en gran parte lo había logrado.
Sin embargo, ahí estaba, de nuevo utilizando su inteligencia, su educación y su mutación para algo que distaba mucho del concepto de normalidad. Pero esta vez era diferente: ahora conocía las dos caras de la moneda: sabía lo que se sentía al ser una chica normal, y sabía lo que era ser una agente, un miembro de los Vengadores.
Había elegido lo segundo, y no se arrepentía en absoluto. Por muy complicada que fuera esa vida por fin tenía claro que ese era su lugar.
―Alex, son las dos de la madrugada, ¿qué haces en el laboratorio?
Y luego estaba Steve...
Levantó la mirada del microscopio en cuanto escuchó la voz del supersoldado, apostado contra el marco de la puerta.
―Quería terminar esto, es importante ―respondió ella.
Él se acercó desde la entrada y se detuvo a su espalda. De forma instintiva, deslizó los brazos hacia delante, abrazando a la chica por detrás, y clavó la mirada en las pantallas, dispositivos y probetas con los que ella estaba trabajando.
―¿Tiene que ver con el Zenit o con los rastreadores? ―quiso saber.
―Con ambos ―contestó Alex, cerrando los ojos un segundo para disfrutar del abrazo de Steve.
Él asintió en silencio. En momentos como ese deseaba ser capaz de comprender lo que hacían sus compañeros. No le agradaban nada esos lapsos en los que se veía obligado a apartase a un lado y permitir que los listos trabajasen por todos.
―Ojalá pudiera ayudarte ―murmuró.
―Ya lo haces. ―Alex giró la cabeza y alzó el rostro para mirarlo a los ojos―. Mucho más de lo que imaginas.
Él era uno de los principales motivos por los que ella conseguía mantenerse optimista en medio de todo el caos que la rodeaba. Si no fuera por él, probablemente ya se habría derrumbado.
Steve le devolvió una sonrisa sincera y enternecida.
―Te dejo trabajar entonces. No tardes mucho en venir a la cama ―agregó con cierto deje de preocupación―. No deberías forzarte tanto, últimamente pareces... cansada.
―Estoy bien. ―Alex intentó que la respuesta no se le agolpase en la garganta. Últimamente no hacía más que repetir esas palabras. Sacudió la cabeza y compuso su mejor expresión relajada―. ¿Vas a volver a apropiarte de mi habitación?
―Llevamos durmiendo juntos toda la semana. ¿Ahora piensas echarme? ―Sonrió él.
―Es que me quitas la sábana. ―Alex ladeó la cabeza y fingió pensárselo―. Pero te lo perdono porque eres guapo.
En el rostro de Steve se dibujó una expresión divertida.
―O sea, solo me quieres por mis ojazos azules y profundos ―respondió, siguiéndole el juego y recordándole aquella noche, cuando habían compartido un cubo de yogur de fresa... la primera vez que conectaron, aún sin saber lo lejos que llegaría ese vínculo.
―No creas, tus bíceps también ayudan. ―Ella se encogió de hombros.
El supersoldado no pudo contener una carcajada. A continuación, la tomó de las mejillas y la besó en los labios, de manera fugaz pero apasionada. Cuando se separaron, la boca de Steve todavía acariciaba la mandíbula femenina.
―Te esperaré despierto ―le dijo él al oído.
El tono tierno y travieso en la voz del soldado provocó que a Alex el corazón se le acelerase al instante, acompañado de un agradable estremecimiento... ¡Dios!, estaba loca por ese hombre.
―Entonces no tardaré ―respondió.
Steve sonrió, asintió y le dio un beso en la frente antes de dejar el laboratorio.
A medida que lo veía alejarse, un suspiro abandonó los labios de Alex. No podía fallar.
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La noche del sexto día llegó mucho más rápido de lo que Alex hubiese deseado. Tenía las tres falsificaciones listas, además de una fuerte jaqueca, pero si ese era el precio por rescatar a Liam, estaba dispuesta a pagarlo.
Era consciente de que no sería sencillo salir del Complejo sin que los Vengadores se percatasen. Había hackeado el sistema de las instalaciones para crear una falsa alerta de misión. Pretendía que todo el equipo acudiese a atenderla mientras ella se quedaba sola, alegando que debía terminar el trabajo... Pero no había salido según sus planes.
Solo Thor, Steve, Natasha, Wanda y Bruce habían partido en uno de los quinjets. Por lo que, tanto Clint, como Tony, Sam y Vision seguían en el Complejo.
Las horas previas a la madrugada se le hicieron eternas. El tiempo corría en su contra, la otra mitad del equipo no tardaría en percatarse de la farsa, pero sus compañeros no parecían tener prisa por retirarse a dormir.
A las tres de la madrugada, Alex decidió que ya no podía esperar más. Dentro de su cuarto, guardó las piezas en una mochila, junto con sus dos preciosas espadas; no podía engancharlas al cinto ya que no vestía su uniforme de batalla, sino un conjunto normal y corriente... temía que si llegaba ataviada para la lucha, los agentes de HYDRA la viesen como una amenaza. Lo último que quería era que Liam pagase las consecuencias por algo tan irrelevante.
Echó un último vistazo alrededor. De verdad confiaba en poder regresar, le había cogido cariño a esa habitación.
En completo silencio, y con el sigilo propio de una pupila de la Viuda Negra, abandonó la planta de los dormitorios, y recorrió los pasillos principales. Esa era la parte sencilla.
Si quería llegar al punto de encuentro a la hora acordada necesitaba hacerse con uno de los jets aparcados en el hangar. Sabía que toda esa zona contaba con sofisticadas alarmas anti intrusos. De modo que, en cuanto llegó hasta el panel previo al hangar, usó una rápida conexión ciberpática para hackear a FRIDAY... No pudo evitar sentirse un poco culpable mientras lo hacía, Tony sentía algo parecido al aprecio por esa inteligencia artificial.
Las puertas blindadas empezaban a abrirse ante sus ojos cuando Vision atravesó el muro a su derecha, provocando que ella pegara un brinco y se llevase una mano al pecho.
¡Cómo no lo había pensado! Estaba tan ofuscada en salir de ahí cuanto antes que no había tenido en cuenta que él no dormía.
―Alexa, ¿qué estás haciendo? ―El androide no varió un ápice su habitual tono calmado―. He detectado una violación en el sistema de seguridad.
Alex miró a su alrededor, presa de los nervios. No podía permitirse un enfrentamiento con Vision, y tampoco quería hacerlo.
―Necesito salir del Complejo ―confesó―. Es un asunto personal, y muy importante. Vision, por favor, solo serán unas horas ―casi suplicó...
Pero sabía que no funcionaría, el androide era demasiado leal a Tony.
―Lo lamento, pero no puedo permitirlo ―contestó él, y Alex pudo apreciar el disgusto en sus palabras―. Desde que sabemos que eres un objetivo de HYDRA las órdenes son no dejarte salir sola. Me temo que debo informar a Stark.
Eso sí que no. Si Tony se enteraba, ni en sueños la dejaría acudir al encuentro con Hiperión, llegaría tarde, o no llegaría. Y Liam moriría. No podía consentirlo.
―De verdad lo siento, pero es por tu propia seguridad. ―Vision levitó, dispuesto a atravesar la pared, pero una fuerza invisible le impidió seguir avanzando.
―Yo también lo siento ―respondió Alex, con la voz estrangulada por el esfuerzo.
Sus iris se habían tornado dorados, su mente estaba ahora conectada con la de Vision. Y dolía, dolía como el infierno; el androide era ciencia, tecnología, pero también había nacido de algo mucho más complejo y místico, algo que escapaba al alcance de sus habilidades.
No sabía si funcionaría, si podría controlarlo, pero tenía que intentarlo.
Los ojos de Vision le devolvieron un brillo de sorpresa.
―No lo hagas, Alexa ―pidió, luchando interiormente para resistirse a la intromisión de la chica.
―Perdóname. ―Ella apretó los dientes, al tiempo que aumentaba el impulso de su alcance telepático...
No supo cuanto duró. Nunca el uso de su mutación le había resultado tan arduo y doloroso, pero tampoco nunca antes se había sentido tan poderosa. Bruce tenía razón, no solo el tumor crecía con el empleo de sus habilidades, sino también sus propios poderes evolucionaban con el tiempo y la práctica. De algún modo, fue capaz de acceder al centro operativo de Vision... su corazón, y activar el modo de hibernación.
Cuando puso fin a la conexión, el androide reposaba en el suelo, sumido en un estado de letargo temporal. Alex notó una punzada en el pecho, a pesar del subidón que le había provocado el haber llevado su mutación a otro nivel, no se sentía en absoluto orgullosa de lo que acababa de hacer.
Inspiró hondo, pero el aire no penetró bien sus fosas nasales. Solo entonces se percató del pequeño hilo de sangre que goteaba desde su nariz. Se limpió con el dorso de la mano, mientras en su rostro se dibujaba una mueca de desagrado y dolor.
Y siguió adelante.
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Algo no iba bien.
Tony lo supo en cuanto se incorporó repentinamente. Acababa de despertar de una pesadilla, pero no era capaz de recordar los detalles. Le ardía el pecho, y sentía el corazón latiendo a toda prisa contra sus costillas.
Echó un vistazo al reloj de pared ubicado frente a su cama: las tres y diez de la madrugada... Por un segundo se planteó volver a dormir, pero si algo había aprendido a lo largo de sus años como superhéroe era a no ignorar su instinto.
―FRIDAY, por favor, dame un informe estándar de seguridad
―Todo correcto, señor, excepto una anomalía en el sector siete.
―¿Una anomalía? ―Tony arrugó la nariz―. ¿Qué clase de anomalía?
―Intrusos.
―¡Mierda! ―Chasqueó la lengua, al tiempo que se ponía en pie―. ¿Por qué no me has avisado? ―añadió, cogiendo un minúsculo intercomunicador de su mesilla de noche y colocándoselo en la oreja.
―No lo sé, jefe, mis sistemas han sido comprometidos, no puedo acceder a las alarmas.
―De acuerdo, avisa a todos, y ponme con el Capi.
No tuvo que esperar. En cuanto dio la orden, la voz de Steve llegó a sus oídos:
―Tony, ¿qué sucede?, hace veinte minutos que intentamos contactar con el Complejo.
―Los sistemas no funcionan, he tenido que pasar a control manual ―respondió el millonario―. Tenéis que volver, parece que tenemos visita, y me temo que no es el repartidor de comida china.
―Nos han tendido una trampa, la alerta de misión también era falsa. ―Steve suspiró al otro lado de la línea. Tony supo el porqué. Ninguno dijo nada al respecto, ambos deseando que sus sospechas no se confirmasen―. Ya hemos dado la vuelta. En quince minutos estaremos ahí.
―Bien.
Puso fin a la comunicación, permitiendo que el silencio reinase de nuevo en la estancia. Tony se tomó un par de segundos para masajearse el puente de la nariz con los dedos y dejar que su respiración se acompasase. Por primera vez en su vida deseaba equivocarse.
Después, alzó la cabeza de nuevo. Era hora de ponerse la armadura.
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Una flecha impactó sobre el armazón del jet, justo por encima de su cabeza.
―Yo que tú no seguiría adelante.
Alex giró sobre sus talones al escuchar la voz de Clint. El hangar seguía a oscuras, tanto que sus compañeros todavía no la habían reconocido.
―Vamos, no seas tímido ―añadió Sam, ya equipado con su traje de Falcon.
Otra saeta silbó en el aire, justo antes de impactar sobre el interruptor que accionaba el sistema de alumbrado. La chica se cubrió los ojos con una mano cuando un fogonazo de luz le dio de lleno en el rostro.
―¿Alex?
Las expresiones de sorpresa no se hicieron esperar en los rostros de los dos vengadores.
―Os juro que no es lo que parece ―contestó ella, levantando las palmas de las manos.
En ese instante, el techo retráctil del hangar se abrió sobre sus cabezas. Iron Man entró volando en el pabellón, para aterrizar frente a ella, entre sus dos compañeros.
Alex percibió con claridad la actividad de los escáneres de la armadura registrando el contenido de la mochila que cargaba a su espalda.
―Eso espero, cariño, porque lo que parece es que has robado las piezas del Zenit, has atacado a Vision y ahora pretendes huir en uno de los jets ―habló Tony, en un tono que pretendía ser irónico, incluso humorístico, pero que no engañó a ninguno de los presentes. Tony estaba dolido.
Alex dio un paso atrás. Si intentaba explicarles la verdad no la dejarían marchar, pero si no lo hacía creerían que era una traidora... Al parecer el precio a pagar por salvar la vida de Liam no era una jaqueca, sino perder la confianza de aquellos que más le importaban.
No era justo, de un modo u otro haría daño a las personas que quería... Pero por mucho que le doliera, la vida de un inocente siempre sería más importante.
Apretó los puños, tomó aire y alzó la cabeza.
―Por favor, no puedo explicarlo ahora, tenéis que confiar en mí ―rogó, intentándolo por última vez.
Clint y Sam intercambiaron una mirada dubitativa, a la vez que Tony retiraba la máscara de su armadura. Alex contuvo la respiración, consciente de que les estaba pidiendo lo imposible, todas las pruebas apuntaban en su contra.
―Vamos, nena, dinos qué está pasando ―contestó Tony―. Te ayudaremos.
―Somos tus amigos, puedes confiar en nosotros ―agregó Clint con cautela, dando un paso hacia delante.
―Es que no depende de mí ―respondió la aludida, ya sin ser capaz de contener un tono de desesperación. No podía perder más tiempo―. Lo siento, debo irme.
Giró sobre sus talones, dispuesta a entrar en el jet, pero un rayo repulsor de Tony disparó contra el motor, cortándole la vía de escape.
―Yo lo siento más ―dijo el millonario, y Alex supo que lo decía con total franqueza―, pero no podemos permitir que te marches.
Antes de volverse, la aludida parpadeó varias veces, asegurándose de que ninguna lágrima abandonase sus ojos. Casi a cámara lenta se dio la vuelta; ante ella ya no estaban sus amigos Tony, Clint y Sam, sino Iron Man, Hawkeye y Falcon, dispuestos a pararla a toda costa.
Se odió a sí misma por lo que estaba a punto de hacer.
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―Vamos a aterrizar ―informó Natasha desde los controles del quinjet.
Steve se colocó el casco de su uniforme y se acercó a la rampa. Ni siquiera pensaba esperar a que el avión tomase tierra para saltar. Hacía ya diez minutos que habían perdido todo contacto con el Complejo, con FRIDAY y con Tony.
Decir que estaba preocupado sería quedarse corto.
―¿Qué haremos si ha sido Alex? ―Thor se colocó a su lado. En su semblante también se reflejaba una expresión de angustia.
Steve inspiró hondo. Quería pensar que se equivocaba, pero solo ella era capaz de hackear a FRIDAY y echar abajo todas las defensas de las instalaciones.
―Detenerla ―respondió, firme―. Y averiguar qué rayos le está pasando.
Menos de un minuto más tarde, el avión ya planeaba sobre el recinto del Complejo. La compuerta trasera se abrió, dejando entrar el aire cálido de la noche primaveral. Steve saltó y aterrizó ileso sobre el tejado, unos diez metros por debajo. Thor fue tras él, al igual que Wanda.
―Natasha, cuando aterricéis ve con Bruce al laboratorio, y aseguraos de que no falta nada ―pidió el Capitán por el intercomunicador; luego cortó la transmisión y se volvió hacia sus compañeros.
Estaba a punto de abrir la boca para dar una orden, cuando una pequeña explosión procedente del pabellón bajo ellos llamó su atención. Sin dilación, los vengadores corrieron hasta el lugar de donde venía el ajetreo, y los tres abrieron los ojos como platos al observar lo que estaba sucediendo.
Los combatientes eran Clint, Sam y Tony. Hawkere y Falcon contra Iron Man, quien, al parecer, había perdido el control de su armadura, y atacaba sin descanso a los otros dos. Por si fuera poco, las alas del traje de Falcon estaban destrozadas, impidiéndole volar para igualar la contienda... o perseguir a alguien.
Steve apretó la mandíbula. Toda esperanza de estar equivocado se había disipado. Solo Alex contaba con el poder necesario para causar ese desastre.
―¡Rogers, ve a por ella! ―Tony alzó la voz. Su armadura todavía no le respondía, y aunque seguía luchando por recuperar el control, tenía muy claro cuál era su prioridad: impedir que Alex cometiese una locura... mayor de la que ya había provocado―. Nosotros podemos arreglárnoslas.
―Acaba de escapar, no ha podido ir muy lejos. ―Tras rodar por el suelo para esquivar una nueva descarga de Iron Man, Clint señaló el pasillo a su derecha, el cual conectaba el hangar con el estacionamiento.
Tony había destrozado las turbinas de los dos jets de repuesto para que Alex no huyese. Si quería fugarse necesitaría hacerse con otro vehículo.
Fue en ese momento cuando Steve reconoció el familiar rugido de su motocicleta favorita. A lo lejos, ya tomando la carretera, distinguió el brillo de los faros.
―¡Wanda, ayúdalos! ―ordenó, señalando a Tony y compañía―. Thor, sigue a Alex y no la dejes escapar.
Consciente de que sus amigos cumplirían los órdenes, salió corriendo hacia el garaje, se subió a la moto de Natasha y la puso en marcha.
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El asfalto parecía desvanecerse bajo las ruedas a medida que aumentaba la velocidad. Alex tomó una bocanada de aire. Esa debía de ser la tercera vez en su vida que conducía una motocicleta, y tenía que admitir que la sensación de libertad era magnífica. No le extrañaba que a Steve y Natasha les gustasen tanto.
Si las circunstancias hubiesen sido distintas, tal vez hasta lo habría disfrutado... Pero no era el caso. Sentía una opresión en el pecho que parecía agrandarse a cada segundo que pasaba. No solo temía cada vez más por la vida de Liam, sino que le dolía lo que les estaba haciendo a sus compañeros. Pero no tenía otra opción, o al menos ella no la veía. Y ese era un asunto que no dejaba margen para los experimentos. O cumplía, o alguien moriría... ¿Qué esperaban que hiciese?
En ese momento, un rayo impactó en la carretera, justo a su derecha. Alex levantó la mirada. Thor volaba por encima de su cabeza, lo suficientemente cerca como para no haber fallado. Supo enseguida que no pretendía herirla, ese había sido un golpe de advertencia.
―¡Detente, Alex! ―clamó el asgardiano desde las alturas―. Has luchado con valor, pero debes ponerle fin a esto.
Ella negó en silencio. Ojalá pudiera.
Sin dejar de conducir, cerró los ojos solo una milésima de segundo, y expandió su alcance telepático hasta los almacenes del Complejo. Tecnopatía y ciberpatía parecieron fusionarse en su mente cuando tocó los sistemas operativos de la Legión de Hierro. Fue como un pinchazo de adrenalina, lacerante y adictivo al mismo tiempo.
Estaba asustada y maravillada; un mes atrás no habría sido capaz de llegar tan lejos con sus poderes.
Cuando separó los párpados, Thor descendía para cortarle el paso, pero entonces seis armaduras controladas por ella llegaron volando a toda velocidad, y rodearon al asgardiano.
Alex y Thor compartieron una mirada efímera. Los ojos de ella seguían teñidos de dorado, pero era plenamente consciente de sus actos. Aun así, el dios del trueno distinguió una expresión de culpabilidad en las facciones femeninas.
Acto seguido, él se volvió hacia las armaduras, que ya habían comenzado a atacarlo. Mientras, ella aceleró de nuevo. Sabía que sus compañeros no habían mostrado aún todas sus cartas para atraparla.
Y no se equivocaba, apenas cinco minutos más tarde sus oídos captaron el rugido de otro motor pisándole los talones. Volvió la cabeza, Steve iba tras ella, ataviado con el uniforme de Capitán América, y con el escudo colgado a la espalda.
Alex soltó una maldición y aumentó la velocidad. Tenía que poner distancia entre ambos.
Por un instante, creyó que lo lograría, pero entonces algo chocó contra las ruedas de su moto. Miró abajo: el escudo de Steve.
Perdió el control del vehículo y cayó de lado, rodando varios metros y sintiendo como la piel le ardía al rozar contra el asfalto. Finalmente, sin que pudiera hacer nada por evitarlo, su cabeza impactó contra el pavimento en un duro golpe que la privó de la vista y el oído durante varios segundos.
Todavía terriblemente aturdida, fue capaz de enfocar de nuevo. Steve estaba inclinado sobre ella, dirigiéndole una mirada de preocupación, dolor y decepción que le rompió el corazón.
―Se acabó, Alex ―se limitó a decir él, al tiempo que la cogía en brazos.
Ella no se resistió. No podría aunque quisiera.
Estaba herida y agotada, física, mental y emocionalmente. No quería luchar más. Se había rendido.
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Hello babes ^^
¿Alguien quería drama? xD. Sé que a lo mejor Alex se ha ganado alguna detractora con este capi, pero comprendedla, la pobre estaba completamente superada, yo sé que no es perfecta y no quiero que lo sea, es mi baby, y la amo así jajaja. Mandadle amor que le va a hacer falta.
El #stalex ha muerto oficialmente, sorry, es lo que hay (no me matéis) jajaja. Nah, no soy tan cruel... ¿o sí?. Pregunta importante, en realidad tengo dos preguntas importantes que me encantaría que respondieséis.
1- ¿Qué habríais hecho vosotras en la situación de Alex?
2- ¿Qué creéis que va a pasar ahora, cómo reaccionarán los vengadores cuando sepan por qué Alex hizo lo que hizo? (spoiler xD)
Really, estoy deseando leer vuestras respuestas ^^
Es raro, pero esta "persecución" fue casi lo primero que incluí en la escaleta de la historia cuando empecé a planearla, de ahí que me haga tanta ilusión publicarla. Ojalá os haya gustado ¿está mal que me sienta orgullosa de lo badass que se ha vuelto Alex? sorry 🙈
Por cierto, la cita de Natasha sobre la pistola la he sacado de la fabulosa serie SUITS, es del personaje Harvey Specter, mi modelo de vida (quiero un hombre como Harvey).
Os amo, mil gracias por leer
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