Visita
Cuando finalmente despertó, lo primero que sintió fue un pie justo sobre su cara.
-¡Finn, quita tu pie de encima- Gruñó acomodándose entre mantas.
-Ese no es mío, debe ser de Jake.
Marceline vio que, en efecto, el pie (O mejor dicho, la pata) era de color amarillo, ella rió para sus adentros e hizo ademán de sacar los colmillos y morder el pie de Jake.
-¡Ay, mamacita!- chilló el perro mágico retirándose a la velocidad de la luz antes de que Marceline pudiera morderlo, aún guardaba cierto temor ante la vampira.
Finn y ella rieron con ganas, nada como aterrorizar a alguien para comenzar el día.
-¡A mí no me parece tan gracioso!- suspiró Jake.
-Bueno, bueno, lo siento- Se disculpó la pelinegra mientras quitaba de sus ojos lágrimas de tanto reír.
Al cabo de unos minutos durante los cuales se dedicaron a bostezar y a decir que se estaba muy a gusto entre las mantas, finalmente se levantaron y observaron afuera; todo estaba cubierto de una nieve húmeda, producto del aguanieve de la noche anterior, todo estaba resbaladizo pero transitable para suerte de Finn y Jake que no querían dejar a BMO solo tanto tiempo.
-¿Vamos a desayunar?- interrogó Jake al sentir su estómago quejarse.
-¿Leche caliente y tostadas?- preguntó luego de revisar cuáles alimentos poseía.
-Sí, para nosotros está bien- Finn sonrió, se veía adorable con su pelo rubio sobresaliendo de su gorro.
Así que, mientras los chicos desayunaban, Marceline extraía el color rojo de una manzana perezosamente; miraba por la ventana y pensaba en los árboles que pronto se quedarían sin una hoja, en los animales que se esconderían a invernar, en las flores que se marchitarían...
Y en una Princesa que estaba sola en su castillo...
-Tal vez no esté sola... Mentita de seguro está con ella...
-¿Qué dijiste, Marceline?- Preguntó Jake con un bigote blanco de leche
-No, nada, pienso en voz alta- Terminó su manzana y la apartó- Los acompañaré a ambos a casa, terminen pronto.
Jake miró extrañado como había cambiado el tono y la actitud de la reina Vampiro, de sumisa a molesta en menos de un minuto, asintió lentamente y siguió terminando su desayuno, Finn observó la escena de lejos, pero prefirió no intervenir.
Durante el camino de vuelta, los tres iban silenciosos, sólo se podían escuchar los sonidos que hacían al pisar sobre ramas caídas y hojas muertas semi-congeladas, durante todo el trayecto, Marceline guardó silencio. Se sentía medianamente culpable por haberles hablado así a los chicos, le molestaba aún más el hecho de haber reaccionado así por estar pensando en ella y se sentía terriblemente estúpida por preocuparse así por una persona que seguramente no estaría pensando en ella.
¿O quizás si piensa en mí? ¿Qué probabilidades hay de que ella piense en mí de la misma forma que yo de ella?
Entonces pensó en el repentino cambio de actitud de la chica rosada; no quería ser vista, no quería ser visitada, Marceline intentó imaginar a qué se debería esto, ¿Algún experimento nuevo? ¿Algún tipo de plan macabro? Le daba vueltas y más vueltas, pero no le llegaba nada a la mente que fuera lo suficientemente importante para que la Dulce Princesa rechazara de un día para otro la compañía de Finn y Jake.
Marceline intentó recordar con todas sus fuerzas el último día que vió a Bonnibel, fue antes del invierno, sí, en otoño, habían estado buscando plantas para un experimento, la Vampiro empleó todas sus fuerzas intentando recordar si había visto algo extraño en Bonnie ese día, pero por más vueltas que le daba al asunto no pudo recordar nada extraño en ella.
El último día que la vió...
~Flashback~
-Ten cuidado al bajar por aquí, Bonnibel.
-Ay, Marceline, no soy de porcelana- Masculló ligeramente la joven rosada mientras esquivaba unas rocas.
-¿Quieres que te lleve volando?- Marceline colgó de cabeza desde la rama de un árbol, como murciélago.
-No gracias, se está bien aquí abajo.
No bien hubo terminado de hablar, la Princesa resbaló torpemente con una roca camuflada entre las hojas secas, haciendo un gran estruendo al caer.
Marceline rió burlona.
-¡Te está bien empleado, por rechazar mi ayuda!- Y lanzaba grandes carcajadas- ¡Bien merecido!
-Ya basta, Marceline- La pelirosa se levantó y sacudió su abrigo- sigamos buscando, necesito esas plantas para mi experimento.
Pero Marceline no la escuchaba, estaba muy entretenida riendo a grandes voces, sin embargo, de tanto reír perdió el equilibrio y no tuvo tiempo a volar antes de chocar también contra el suelo.
-Pfff...- La Dulce Princesa intentó evitar reír, pero no lo logró- ¡El karma!- Exclamó antes de estallar en grandes risotadas.
A Marceline no le causó nada de gracia, sin embargo, el simple hecho de ver a la rosada sonreír la hizo quedar embobada mirándola; sus manos delicadas sobresaliendo de su abrigo otoñal, el pelo suelto hasta la cintura, su rostro sonrosado de reír y ver como el viento levantaba las hojas a su alrededor era casi mágico.
-¿Marcy?- La Princesa la miró con ternura, apartó luego un mechón azabache que cubría el ojo derecho de la vampira- ¿Estás bien?
-U-uh... Emmmm... Sí, ¡Sí! ¡¿Porqué no habría de estarlo?!- Marceline se levantó rápidamente, exagerando entusiasmo.
-Bueno, pues, vámonos, es hora de volver- Bonnie sonrió tiernamente.
-Pero, ¿Y tus plantas? ¿Qué hay del experimento?- susurró penosamente quitándose hojas secas del pantalón, no quería que su tarde con la Princesa terminara tan pronto.
-Otra vez será.
La Dulce Princesa echó a andar y Marceline la siguió volando cerca del suelo, la Reina Vampiro llevaba una capucha negra para protegerse del débil sol de otoño, pero se la retiró pronto; el cielo se llenaba de un color anaranjado con pinceladas rojas, anunciando el atardecer, se acercaban ya andando a paso rápido a las cercanías del Dulce Reino, la joven de chicle miraba pensativa el cielo, el cual tenía algunas nubes oscuras que turbaban el paisaje.
-Será un invierno crudo, Marcy.
-No será tan malo, el sol se irá, podré salir de día sin usar paraguas.
-No lo entiendes, Princesa de la Nocheósfera, las plantas que buscábamos sólo salen en otoño, se marchitan en el invierno, tendremos que esperar al año siguiente.
-Lo siento, Bonnie.
-No ha sido culpa tuya, yo me retrasé y esperé a último momento para buscarlas- Suspiró- además no eran importantes.
-¿Para qué las querías?- Marceline se columpiaba con el viento.
-Para hacer un abono especial, pero deberá esperar.
-Ya veo...
Hubo un corto silencio mientras caminaban hacia el palacio, los habitantes del Dulce Reino iban hacia sus hogares para descansar y protegerse del viento helado.
-Gracias, Marcy, me divertí estando contigo hoy.
-¿Aunque no encontráramos tus plantas?
-Con plantas o sin ellas.
Entonces sonrió, Marceline vió en aquella sonrisa mucha más luz que en el cielo brillante del atardecer.
-Hasta pronto, Marcy.
-Hasta pronto, Bonnibel.
~Fin Flashback~
-Marceline, ¿Estás bien?- Finn sacó a su amiga de su estado pensativo, extrañado de verla tan callada.
-Uh, sí, Finn, estoy bien- Susurró, apartando el rostro a un lado.
-Te veo rara, ¿No te gustó que pasáramos la noche en tu cabaña?- El tono de Finn era triste y sumiso.
-No, no, para nada, Finn... Sólo estoy pensando, perdona por hablarles así antes, no fue mi intención...
-Ok, ok, te has disculpado, eso sí es raro, a ver, ¡¿Qué te sucede, Marceline?!- Finn la miró fijamente, exigiendo una explicación.
-Déjala Finn- Jake rescató a la vampira de la difícil situación- No puedes pedir las cosas así, Marceline hablará con nosotros cuando ella lo desee.
Finn asintió aunque realmente estaba en desacuerdo, terminaron el trayecto charlando acerca de cualquier cosa con tal de no caer en un incómodo silencio nuevamente, cuando divisaron la Casa-Árbol Finn corrió rápidamente mientras BMO lo recibía en la entrada, la pequeña consola tenía cara de que iba a darles un buen sermón.
Pero Jake tenía ya un sermón preparado, sólo que este era para Marceline.
-Marcy- la llamó, en tono casi paternal- ¿Tienes un minuto para hablar con un viejo amigo?
Ella asintió y se alejó un poco con Jake, el cielo cargado de nubes se extendía sobre ellos.
-Mira, Marceline, no tienes que responder a esto pero, ¿Por casualidad tienes algún problema con tu ex pareja?
-No, no, para nada, Jake, no soy de las que se angustian por ese tipo de cosas, lo de Ash pasó hace tiempo y lo superé perfectamente- la Princesa de la Nocheósfera frunció el seño, nerviosa por lo que Jake traía entre patas.
- Cuando nos apasionamos por alguien (Ojo, apasionamos, no enamoramos) sentimos mariposas en el estómago, nos ponemos nerviosos y no somos capaces de sentir tristeza... Pero, cuando nos enamoramos de verdad, nos llegan preocupaciones, dudas... Y miedo de ser lastimados nuevamente- Jake la señaló mientras guiñaba un ojo- Cuando me enamoré de Arcoiris, estuve bastante gruñón, me estresaba pensar en lo que debía hacer por ella, me alejé de mis amigos, Marceline, pensando que tal vez estar sólo me hacía bien... Pero al final...
-¿Al final?- Interrumpió la pelinegra, ansiosa por saber a qué se refería.
-Al final sólo logré sentirme peor, irónicamente, charlar con mis amigos me hizo recuperar el sentido, me dieron consejos y todo salió bien- Jake sonrió satisfecho.
- ¿Qué quieres decirme con esto?- preguntó la vampiro algo irritada.
-Que, en caso de que esta sea tu situación, no lo calles, Marceline, la angustia te comerá por dentro... Habla con tus amigos o... Con esa persona directamente- Jake enfatizó la última parte.
-Ese no es mi caso- tragó saliva, agitada- Pero gracias, Jake.
-Escucha, Marceline- Jake la miró a los ojos- El amor es muy bello, no te lo pierdas... Pero deberás estar preparada para sufrir por él.
En ese momento llegó Finn, se despidió de Marceline junto con Jake y ambos regresaron alegremente a la Casa-Árbol dejando a una Marceline totalmente confundida.
Tenía todo un día sin sol frente a ella, frío, húmedo, un día perfecto para estar sentado viendo películas de terror, la pelinegra, sin embargo, sólo tenía cabeza para algo.
Para ella
Así que, tal y como se lo había prometido a los chicos, fue volando lentamente al Dulce Reino para investigar porqué nadie podía entrar y visitar a la joven soberana de esa tierra azucarada.
Al acercarse, se percató de que habían más guardias de lo normal, esto la colocó en alerta y se volvió invisible para poder entrar sin problemas por una puerta lateral, adentro, todo estaba terriblemente frío y silencioso, se veía más oscuro ya que las ventanas estaban totalmente cerradas y casi no había nadie en los pasillos, sólo Guardia-Bananas que parecían bastante apesadumbrados.
"¿Qué rayos pasa aquí?"
Se acercó al laboratorio de la pelirosa, pero no vió a nadie dentro, sólo en hámster de la Princesa, Ciencia, parecía tener vida corriendo en su jaula, después de ella todo lo demás parecía vacío.
"Bonnibel Bubblegum, ¿Dónde estás metida?"
Suspiró, cansada de buscar en cuartos vacíos, entonces le llegó de golpe la idea de que la Princesa podría estar en su cuarto.
"¿A esta hora? Imposible"
Al girar en un pasillo, casi le da un infarto al encontrarse con el Mayordomo Mentita, casi choca de frente con él pero pudo esquivarlo a tiempo, sin embargo, al girar en el aire emitió una pequeña ráfaga de viento que chocó con la cara de Mentita.
-¿Una ráfaga de viento? ¿Hay ventanas abiertas? ¡No puede haber ventanas abiertas en lo absoluto! ¡¡Guardia-Bananas!! ¡Revisad las ventanas!- Gritó al tiempo que salía corriendo a toda prisa.
La pelinegra estaba anonadada con lo que había visto, jamás vió correr de esa forma a Mentita, pero bueno, ya se preocuparía después por él.
Buscó la habitación de Bonnibel, al dar con ella, vio dos Guardia-Bananas dormidos frente a la puerta, agradeció la inutilidad de los guardias por primera vez y entró sigilosamente por la puerta, todo dentro estaba oscuro como si fuese de noche, las ventanas cerradas y las cortinas corridas, y allí, en la cama, una figura envuelta en mantas se quejaba débilmente.
-¿Bubblegum?- preguntó en voz baja la vampira, pero no recibió respuesta.
Tocó aquel cuerpo que a pesar de estar envuelto de pies a cabeza estaba totalmente frío, eso hizo preocupar a la vampira, deslizó una manta y vió la cara de la Princesa por primera vez en días, se veía normal, pero había algo que inquietaba a Marceline, no sólo el hecho de que ella estuviera durmiendo a esas horas, si no que le parecía que estaba terriblemente pálida.
-¿Bonnie?
Buscando algo más de luz (Ya que el día estaba oscuro de por sí) la pelinegra encendió una lámpara de noche que estaba colocada en el buró de la Princesa, ya entonces podía verla con claridad.
La Princesa, a la cual había visto lozana y hermosa hacía sólo dos semanas atrás yacía ahora temblando bajo las mantas de su cama, estaba pálida (Casi parecía chicle blanco) y había perdido masa de forma casi escandalosa.
-La luz...- Susurró quejándose débilmente- Me... ciega...
Marceline casi se cae de la impresión, su voz... ¡La voz de la Princesa se escuchaba horrible! Gastada y ronca, casi inaudible, parecía costarle un trabajo infinito hablar.
-Bonnie- Marceline acarició su rostro- ¿Qué te ha pasado?
-¿Mar...ce...line?
-Sí, soy yo, Princesa.
Entonces la pelirosa se sobresaltó de forma horrible, se incorporó de la cama y se puso en cuclillas, como si intentara esconderse.
-¡Ve...te!- Rogó débilmente.
-¿Estás loca? ¡Te vez horrible!- Marceline la sostuvo ligeramente- ¡Estás muy mal!
-Con... más... razón... debes... irte- La Princesa intentó esconder su rostro entre las mantas.
-No me iré- La Reina Vampiro la abrazó lentamente, más porque la Princesa parecía tener mucho frío que por cariño- Necesitas ayuda.
-No... Por... favor... debes... irte... - Susurró haciendo un gran esfuerzo- Si... Mentita... te ve...
-Nadie me verá, voy a ayudarte.
La Princesa se desplomó en la cama nuevamente, se quejó de la luz y Marceline apagó la lámpara; la pelinegra acarició lentamente las pálidas mejillas de la chica frente a ella, ¿Qué debía hacer ahora?
-¿Porqué el castillo está totalmente cerrado, Bonnibel?
-Uh...
La pelirosa hizo señas a Marceline de que le costaba hablar; esta comprendió y buscó algo mediante lo cual la rosada pudiera comunicarse con ella, vió la bata de laboratorio en una esquina y recordó que la rosada siempre llevaba consigo una libreta para anotar cosas, buscó en el bolsillo y encontró lo que buscaba.
-Toma, prueba con esto.
Temblando, Bonnibel tomó el bolígrafo y comenzó a escribir.
Yo pedí que cerraran las puertas, los habitantes del Dulce Reino no pueden verme en estas condiciones
-¿Porqué?- La Reina vampiro estaba intrigada.
Explotan cuando les da miedo, si ellos llegaran a ver a su Monarca en estas condiciones temblarían de miedo, yo los cree, soy su madre, y para un hijo su madre es Dios.
Marceline lo pensó, era cierto, si la Dulce Gente veía así a su Princesa, se asustarían al ver vulnerable a su mayor apoyo, ellos adoraban a la Dulce Princesa, después de todo, ella era su madre.
La Princesa suspiró cansada, temblaba de frío, al parecer estaba sufriendo bastante pues cada vez que se movía en su rostro aparecía una mueca de dolor.
-Me quedaré contigo- vaticinó convencida la pelinegra.- Te cuidaré hasta que te cures.
-No... estoy... enferma...
-No, no, PARA NADA ENFERMA, solamente ni siquiera te puedes levantar- Marceline levantó un poco la voz, visiblemente molesta ante la terquedad de la muchacha, pero pronto bajó el tono al ver que la Princesa se sacudió con el ruido fuerte: le dolía la cabeza.
-...Quédate...- Susurró la pelirosa al fin- Sólo no hagas ruido...
La Princesa de la Nocheósfera asintió lentamente, su acompañante se adormilaba en su cama, agotada, la vampiro notó que estaba realmente enferma, no tenía ni idea de cómo había llegado a esa situación.
Hacía menos de dos semanas la Princesa estaba bella y lozana.
Ahora, parecía un cuerpo sin vida.
"Debo decirles a Finn y a Jake" pensó; pero no se atrevía a dejar sola a la Dulce Princesa, algo le impedía dejarla, quería quedarse a su lado ahora que por primera vez estaba débil.
Por primera vez la necesitaba.
"Ya veré cómo los localizo, por ahora, tengo cosas que hacer" Asintió para sí mientras veía a la joven dormida ya, ella se sentó en un costado de su cama lentamente, como un fiel guardián.
-Estarás bien- Susurró lentamente- Todo estará bien... Tú resiste... Me da miedo, ¿Sabes? Tú nunca sueles abandonar el campo de batalla...
Entonces terminó de comprender el terror que sentiría la Dulce Gente al ver a alguien tan vivaz y elocuente como la Princesa postrada en una cama, pálida, sin voluntad ni energías para hablar, dar órdenes y resolver líos.
Sólo entonces comprendió lo delicado de la situación.
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¡Hola, nuevamente!
Espero que les haya gustado.
Gracias por leer ;)
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