Enfermedad


Cuando despertó, se encontró flotando cerca del techo de la habitación de la Dulce Princesa, se había dormido.
Descendió lentamente y se posó suavemente en el suelo, miró la cama y se asustó al ver que estaba vacía.

-¡¿Bonnibel?!- miró hacia todas partes, pero no la veía por ninguna parte.

Se acercó a la ventana y miró disimuladamente hacia afuera, por la posición del sol sabía que habían dormido al menos tres horas, debía de ser las 1:30 PM.

-Mar...cy...

La voz ahogada surgió desde el baño personal de la Princesa, la pelinegra se precipitó hacia allá; abrió la puerta cerrándola detrás suyo, vió a Bonnie arrodillada frente a la taza de baño, pálida, con la respiración agitada y teniendo ligeras arcadas: había vomitado.

-Bonnie... - Marceline la acurrucó entre sus brazos, la rosada se tranquilizó ante el contacto con algo frío, pues su piel ardía por la fiebre- Estás ardiendo...

Marceline miró disimuladamente la taza de baño, en busca de lo que la muchacha había expulsado y se horrorizó al ver que dentro había una masa uniforme, pegajosa y rosa pálido.

-Bonnibel... Esa es...

-Mi... Biomasa...

-¡¿Estás expulsando tu biomasa?!

Ella, débilmente, asintió.
¡Con razón estaba tan delgada! También su pelo estaba más corto, pues, su cuerpo en un intento de preservar masa había consumido la biomasa de su pelo de chicle.
La reina vampiro perdió entonces la compostura, abrazó y se aferró a la joven monarca, esta no rehuía al contacto si no que intentaba aferrarse mucho más a Marceline, como si ambas quisieran fusionarse en una sola persona.
Era extraño, nunca se habían sentido tan cerca como ahora, se sentía fuera de lugar, pero al mismo tiempo el contacto parecía calmar el dolor de la chica de chicle.
Se sentía... Bien...

-¿Princesa?

Esa voz, era sin duda el Mayordomo Mentita, la pelirosa pareció reaccionar al escuchar la voz de su sirviente y luego miró a Marceline con ojos casi llorosos.

-Vete...- suplicó- No... puede... verte...

-No me importa- La Princesa de la Nocheósfera estaba decidida- no me iré a ninguna parte.

-¿Princesa, está usted ahí?- Mentita tocaba insistente la puerta.

Marceline dejó delicadamente a la rosada recostada contra la pared un momento, luego, abrió la puerta ante la atónita mirada del Mayordomo.

-¡¿Qué haces aquí?!- exclamó el dulce, totalmente fuera de sí- ¡Debes irte, AHORA!

-No me iré- respondió simplemente la pelinegra sin perder la calma- ella está enferma, necesita cuidado, ¿Dónde están los médicos?

-E-ellos...

-¿Dónde está la Princesa Doctora? Bueno, ella ni siquiera es doctora...

-Los médicos de dulce explotarían al verla así, ella les enseñó todo lo que ellos saben y ella no es capaz de curarse sola- Mentita bajó la mirada.

-¿No han probado darle biomasa nueva?- Marceline tembló un poco al pensar en la Dulce Princesa comiéndose a sus súbditos para obtener biomasa, pero por ella... Por ella le daría de comer todo el reino.

-Ya lo probamos y no funcionó, su cuerpo está infectado, cuando absorbe nueva biomasa su cuerpo lo expulsa como si fuera materia extraña- Mentita se acercó a la puerta- Ya he hablado demasiado, ahora, vete de aquí, Marceline Abadeer.

-Ya he dicho que no me iré- La vampiro ya empezaba a irritarse- ¿No han pensado en darle biomasa lentamente, poco a poco, para que su cuerpo se acostumbre a ella y así la biomasa sana elimine la infección?

La Princesa abrió sus ojos, sorprendida, ¿De dónde había sacado Marcy esa idea? Era una buena idea, la rosada asintió lentamente, pero a Mentita no le parecía tan buena.

-El proceso de curación sería terriblemente lento, ella pasaría mil dificultades antes de curarse.

-Prefiero una curación lenta a ninguna curación.

El ambiente se volvió tenso, como si el tiempo se hubiera detenido, la Dulce Princesa notaba esa tensión y le preocupaba, no le gustaba ver a Marceline irritada y tampoco a Mentita, ambos tenían cierto aire demoníaco. La pelirosa sabía que si no rompía esa tensión, las cosas saldrían muy mal.

-Déjala... - Se incorporó lentamente- Deja que... Se quede...

-Pero Princesa... Ella...- Mentita no estaba dispuesto a dejar que la vampiro se hiciera cargo de la joven monarca.

-Mentita... ella no puede... infectarse... no es de dulce... en cambio... Tú sí... -La Princesa se puso de pie con un esfuerzo infinito y caminó hacia la puerta- Trae comida... para ella... a mí sólo un té... déjanos solas...

-Y recuerda que mi comida debe ser roja- Dijo burlonamente la pelinegra mientras el mayordomo salía con rostro terriblemente disgustado.

Marceline ayudó a la Princesa a llegar hasta su cama, sin embargo, la rosada no tenía ninguna intención de estar acostada más tiempo, se quedó sentada en la cama mirando fijamente al vacío.

-¿Estás bien?- Marceline flotó junto a ella- No te preocupes, todo estará bien...

-No viviré para siempre, Marceline- Murmuró con mucha claridad, dada las circunstancias- Algún día... deberás dejarme ir...

La pelinegra sintió como si de un martillazo hubieran destrozado su corazón, no podía creer lo que había escuchado, ¿Acaso se sentía tan mal? ¿Estaba abandonando el campo de batalla definitivamente?
¿Quería morir?

-Pero no será este día- la vampiro hizo un gran esfuerzo para no llorar- y de ser necesario, lucharé por ambas.

La princesa asintió y una pequeña lágrima cruzó sus pálidas mejillas, Marceline se apresuró a limpiarla con una pequeña caricia, caricia que hizo que la piel de la Princesa se erizara por el contacto, volteó rápidamente; un sonrojo le cruzaba nítidamente el rostro, debido a lo pálida que estaba, se veía en todo su esplendor.
Y por supuesto que la Princesa de la Nocheósfera lo notó.

-L-lo siento- de disculpó, retirando la mano del rostro de su acompañante.

-Está... bien...

Ambas se miraron por unos segundos, como si intentaran ver el interior de la otra, ver sus recuerdos, sus pensamientos, sus más profundos secretos...
Cuando Bonnie miraba los ojos de Marceline, sentía que algo dentro de ella se inundaba; le daban ganas de mirar eternamente aquellos ojos que no tenían un color fijo, aunque en aquel momento eran rojos carmesí.
Pero cada vez que Marceline veía los ojos de la Princesa, le daban una gran sensación de soledad, aquellos grandes óvalos azules transmitían en aquellos momentos una gran tristeza. No soportaba su mirada tan profunda.

-¿Quieres dormir un poco?- se aventuró a preguntar.

-Sí...

La pelirosa se recostó suspirando, se hizo a un lado y con una seña le indicó a Marceline que quería que se echara a su lado, esta se sentó en la cama, pero recordó algo de repente.

-¡Tu fiebre! Se me había olvidado por completo- tocó delicadamente la frente de la rosada, estaba caliente, pero no era una temperatura muy alta.- iré por algunas toallas y agua, veré si el gruñón de Mentita acepta cooperar.

Cuando la pelinegra salió volando rápidamente, Bonnibel se envolvió entre las mantas, suspirando pesadamente, casi no podía moverse, le solía absolutamente todo el cuerpo de forma horrible.
Intentó recordar los primeros síntomas de su dolencia, algo que le diera alguna pista, que le ayudara a acelerar la recuperación.
Dos semanas. Dos semanas atrás.

Flashback

La última vez que se había sentido totalmente bien fue el día en que salió a buscar unas plantas para hacer un abono especial junto a Marceline, su corazón latía con fuerza y mariposas de dulce revoloteaban en su estómago cuando la vampira estaba junto a ella.
Se habían divertido, no encontraron las plantas, pero la Princesa no tenía prisa, escuchar la voz de la chica que le robaba suspiros y noches de sueño era suficiente para ella.

Pero al día siguiente, literalmente, se sentía como una mierda.
Fue después del desayuno que se sintió bastante mareada, tenía náuseas y le dolía la cabeza.
Fue al baño disimuladamente y vomitó; pero se asustó al ver que no había vomitado el desayuno, si no su biomasa.
Entonces todo fue de mal en peor.

-¿Está usted bien, My Lady?- Mentita la seguía a todas partes- La veo bastante ausente esta mañana.

-Estoy bien, Mentita, el cambio de clima es que me tiene algo desanimada.

No decía más, pero cada día su cuerpo respondía menos, comía menos, su cabeza dolía más y expulsaba más biomasa, esa situación duró una semana.
Al amanecer de la segunda semana, casi no tenían ánimos de estar despierta, dormía y dormía sin parar, evitaba las horas de la comida inventando excusas y los medicamentos no le hacían ni cosquillas a su malestar.
La rosada anotaba en su diario privado los cambios que experimentaba, pero no sabía qué era lo que la afligía.

-Ahora sí, My Lady, ¿Qué es lo que sucede?- Exclamó molesto finalmente Mentita al tercer día de la segunda semana al ver a su princesa ponerse más pálida y delgada sin control.

Bonnibel entonces se percató de que no podía seguir ocultando su estado frente al mayordomo, pero debido a la impresión y a lo débil de su estado, no pudo si no caer desmayada al suelo.
Lo último que recordaba eran escuchar a Mentita gritar, pasos por el pasillo y que justo en ese momento pensaba en Finn, en Jake, en Arcoiris, en el Dulce Reino...
Y en Marceline.
Deseaba que Marceline estuviera a su lado.

Cuando despertó, vió que el castillo estaba totalmente cerrado a cuchillo y espada, nadie podía entrar ni salir, todo estaba en cuarentena. Su mayordomo esperaba impaciente a su lado.

-Mentita...- pero de inmediato calló, hablar dolía, dolía demasiado.

-No debe explicarme nada, My Lady- el mayordomo se cruzó de brazos- lo sé todo, lo leí todo en su diario personal.

Aliviada al menos de no tener que explicar todo, le dijo a la menta que no podía ser vista por nadie, menos por la Dulce Gente bajo riesgo de que explotaran.
Pero nunca imaginaron que podía ser contagioso.
Sólo cuando un Guardia-Banana falleció debido a la infección, la Dulce Princesa se percató de lo que podría acaecer sobre su reino, era contagioso, era letal...
¿Cómo iba a luchar sola contra esto?
Para liberar las sospechas, Mentita hizo un simulacro diciendo a la Dulce Gente que la princesa había partido en un importante viaje para que no intentaran verla, despidió a la gran mayoría de la servidumbre del palacio y se quedó a cargo de todo.
Llegó al punto de expulsar a Finn y a Jake, nadie podía entrar y nadie podía salir.

Ella, mientras había intentado todo para recuperarse, pero había perdido tanto las fuerzas que con suerte podía ponerse en pie, Mentita hacía lo que podía, consultando libros antiguos y buscando antídotos.
Pero no encontró nada.

Fin de Flashback.

Dejó de pensar cuando Marceline entró junto a Mentita, este último llevaba la comida mientras la pelinegra traía consigo el recipiente con agua y las toallas.
La princesa soltó un pequeño gemido de placer al sentir la toalla húmeda y fresca sobre su frente ardiente.
Estaba feliz de que Marceline hubiera entrado a hurtadillas al palacio.
Estaba feliz de tenerla.

-Ya me voy, Majestad- la menta dejó en el buró la bandeja con los comestibles, no se veía nada contento- Llámeme si necesita algo.

Al dejarlas solas de nuevo, la Princesa sintió un ligero nudo en el estómago, y no era realmente por las náuseas. Se sentó lentamente para recibir la taza de té mientras Marceline engullía el color rojo de las manzanas y frutillas que había traído Mentita.

-¿Quieres?- la vampira puso frente a la princesa una fresa que se veía muy apetitosa.

Pero para Bonnibel los labios de la vampira lo eran más.
¡¿Qué rayos pensaba?! Debía de estarle subiendo la fiebre, debía concentrarse en recuperarse... No en besar a su amiga.
"Amiga", eso le dolió.

-- susurró, tomando con los labios delicadamente la fruta de los dedos de Marceline.

-Te viste muy tierna haciendo eso- la vampira sonrió ampliamente, si fuera hombre, le habría dado una erección.

- No digas... Tonterías...- La Princesa tomó la taza y bebió del contenido, intentando cubrir su sonrojo.

Marceline rió con ganas, se sentía bien cuidar de la Princesa, se sentía muy bien sentirse necesitada por ella.
Era suya para admirarla, para protegerla y para demostrarle al fin cuánto le importaba.

-Bonnie- susurró, acercándose a ella.

Ella la miró confundida, hizo expresiones como si preguntara, porque no soportaba el dolor en su garganta.

-Finn y Jake están preocupados, ¿Los dejarías venir mañana?

La rosada asintió, sonriendo animadamente, estaba feliz, feliz de tener finalmente compañía, Marceline también sonrió y tuvo al fin la certeza de que su adorada princesa estaría bien.

No hay palabras que describan las sonrisas de dos personas que se aman.

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¡Hola, nuevamente!
Estoy actualizando un poco... Rápido, pero es que me siento muy ilusionado con esto.
Perdonen si al escribir le doy demasiadas vueltas a un asunto, si a alguien le molesta y quiere que sea más específico, puede decirlo libremente en los comentarios.

¡Gracias por leer!

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