1.
– Buenos días Tatsumi-san, ¿A dónde va con tanta prisa?
– Hattori-san buenos días, tengo que hacer algunas compras para alguien, la veo más tarde.
– Oh jajaja suerte con la novia Tatsumi-san.
– ¡No es una chica!
– ¿Cómo?
La imagen esbelta del rubio desapareció rápidamente de la vista de esa mujer
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Eran las nueve de la mañana, hacía mucho frío y las calles de Nagoya estaban inundadas de bullicios por las compras que habían empezado desde muy temprano. Era 14 de febrero, la mayoría de las tiendas tenían decoraciones románticas de acuerdo al tema principal, amor y amistad.
Souichi no era del tipo que celebraba festividades “ridículas” según su opinión, sin embargo, esta vez era distinto, lo era desde hace dos años.
Esa mañana siguió su rutina normal, levantarse, asearse, vestirse, desayunar y finalmente ir a la universidad, sin embargo, estaba de vacaciones, así que no siendo típico de él se apresuró en salir e ir de compras, sí, iba a preparar chocolates. Después de saludar a una de sus vecinas, se dirigió a la tienda más cercana, ya estando ahí tomó una caja de chocolates, moldes, unas cuantas bolsas con diseños sencillos pero bonitos y unas cintas rojas. Al pagar el total de su compra salió muy rápido, mientras caminaba marcaba el número de su hermana menor.
– Kanako, ¿Estás ocupada ahora mismo?, necesito tu ayuda ... bien entonces te veo allá.
– Aceleró el paso, sintiéndose un poco feliz, hoy iba hacer un buen día a pesar de lo nublado que estaba.
Al observar su compra un leve rubor se pintó en su rostro, nadie se lo habría imaginado, incluso para su hermana menor le resultó curioso. Su hermano mayor quería preparar chocolates en San Valentín. En cuanto llegó al hogar de Kanako, se puso algo nervioso, movió su cabeza para ambos lados y tocó el timbre.
– ¿Si? Ah Nii-san, ya voy.
Esperando a que su hermana abriera la puerta, observó el cielo y se sumergió en sus pensamientos.
– Pero ¿Qué es todo esto?
– Hoy es un día especial senpai.
– No es el cumpleaños de ninguno de los dos.
– Jajaja Senpai hoy es San Valentín y he estado esperando todo el día para tener esta cena contigo.
– No pierdas tu tiempo, ¿Crees que con comida vas a conseguir algo imbécil?
– S-solo quiero pasar más tiempo contigo, sin segundas intenciones ¿Además no sería un desperdicio tirar todo esto?
– Bueno en ese caso, no tengo más remedio, pero te voy a golpear si intentas algo, descarado.
– ¡¡¡WAAAAA SENPAIII!!!
– ¡ESPERA! ¡NO TE PEGUES A MI MALDITO IDIOTA! ¡AH!
Pisó tierra cuando tuvo frente a su hermana.
– Perdón por molestar tan temprano
– ¿Temprano? Jajaja, no hay problema Nii-san, esto significa mucho para ti y soy feliz ayudándote.
Una ligera sonrisa se formó en el rostro del rubio, y dándole un abrazo le agradeció en voz baja.
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– Nii-san para ser tu primera vez, lo has hecho muy bien, ¿Acaso has practicado antes de venir aquí?
– ¿Eso parece? Jajaja solo estoy animado.
– ¿Será solo eso?
– ¡Claro que sí! Por otro lado, ¿No harás chocolates para ese mocoso?
– Los haré cuando te vayas.
– Ehh?
Pasó una hora mientras preparaban los chocolates en distintas formas, también hablaban de ellos poniéndose al corriente con su vida sin entrar en muchos detalles e incluso aprovecharon para llamar a su padre y a su hermano. Después de un corto tiempo esperaron a que los chocolates se enfriaran.
– Nii-san, ¿Realmente todo está bien? Es cierto que te he visto más animado, pero-
– Kanako, estoy bien… realmente lo estoy. – Posó una mano sobre la cabeza de su menor y sonrió.
– Gracias por preocuparte por mí.
– Souichi…
– ¿Cuánto tiempo ha pasado? Ya deberían estar listos. – Dirigiéndose al refrigerador comprobó que efectivamente los chocolates estaban duros y listos para ser envueltos. – Kanako pásame las bolsas que compré, venga date- …. Haa por favor no llores, todo está bien ¿sí?
– Sí. – Respondió con lágrimas cayendo de su rostro. – Aquí tienes. – Alcanzó las bolsas secándose la cara con las mangas de su blusa.
– Gracias
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Había un total de 10 chocolates que dividió en dos bolsas y a las que selló con las cintas rojizas. Finalmente estaban listos, sonrió orgulloso soltando una risita “ojalá ese idiota pudiese verlo”. Después de limpiar el pequeño desastre que habían hecho en la cocina de su hermana, se alistó para irse.
– Ya me voy, gracias por tu ayuda Kanako, volveré más tarde.
– No hay de qué, cuídate mucho Nii-san.
Le dió un corto abrazo y acariciando su rostro se despidió.
– Lo haré, hasta luego Kanako.
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Apresuró sus pasos hasta la estación del autobús, poco a poco el cielo se despejaba y su corazón latió con más fuerza cuando pensó en el chico de ojos verdes. En cuanto llegó a la estación tomó asiento en la banca, miró su reloj que indicaba que dentro de poco el vehículo pasaría por ahí. Teniendo cuidado con el bolso donde estaban los chocolates, se colocó los auriculares y esperó por unos seis minutos hasta que finalmente el autobús llegó.
Al subir escogió el asiento casi al final de la columna para un solo pasajero, tomando asiento apoyó la bolsa en sus piernas. Ahora solo quedaba esperar por su destino. Sacó su celular donde puso música en aleatorio, había melodías delicadas, otras más escandalosas, pero todas eran de su gusto, mientras miraba por la ventana nuevamente su mente lo guió por viejos recuerdos con ese chico problemático.
– Senpai, senpai... ¿No me darás chocolates?
– Ah? ¿De qué coño hablas?
– ¡San Valentín! En este día las parejas enamoradas se regalan chocolates.
– Que estupidez.
– Ehhh?!!! ¿Entonces no me vas a dar nada?
– ¡AH?! ¿Por qué tendría que hacerlo?
– Porque tú y yo … estamos saliendo ¿No es así?
¡PAM!
– ¡AY!
– ¡No digas cosas tan desagradables tan temprano bastardo idiota!
Una sonrisa se dibujó en su rostro y bajó la vista hasta la bolsa, quien lo viera ahora, su piel pálida no pudo ocultar el rubor en su cara, negando con su cabeza se concentró en el paisaje.
Pasaron algunas horas hasta que llegó al lugar que lo ponía triste y feliz.
Una vez fuera del vehículo detuvo la música y se dirigió primero a una de las tiendas que estaban al principio del camino, era un puesto sencillo, pero tenía una gran variedad de flores, el rubio tardó un buen momento, pero al final se decidió por algunas margaritas, claveles blancos y rosas rojas, al pagar por el ramo se dirigió a las bicicletas que prestaban para poder llegar a la entrada del cementerio de Nagoya.
Colocó las flores y el bolso de chocolates en la pequeña canasta del timón y empezó a pedalear. EL cementerio se encontraba en una colina acogedora con hermosos árboles de cerezo que adornaban el largo camino hasta la entrada, además contaban con una fantástica vista de la ciudad, sin embargo, con la temporada de invierno, los cerezos no habían florecido por lo que sus ramas enormes les daban un aspecto tenebroso.
Souichi se sentía bien, mientras manejaba podía elevar su vista hacia arriba, las nubes se tornaron más grises con ligeros coloretes amarillos por la luz que escapaba del sol, el viento comenzó a golpear más fuerte, quizás para muchos la vista podría lucir triste y lúgubre, pero a él le parecía hermoso y acogedor, el sonido de las llantas y el latido de su corazón, podía escucharlo con claridad debido al silencio bullicioso del paisaje.
– ¿Podrías parar con estas tonterías ¿Cómo tienes tiempo para pensar en eso cuando ambos estamos ocupados con el trabajo?
– P-pero solo será por un momento
– ¡BASTA! Estoy muy cansado, no cuentes conmigo para esa mierda.
– Pero estamos juntos...
– Cierra la boca y déjame solo.
En ese entonces también me excedí y terminé lastimando.
Cuando llegó a la entrada, puso la bicicleta en su estacionamiento e inmediatamente fue a tomar un cucharon de madera y una cubeta para recoger agua del riachuelo que recorría por el campo cerca del cementerio, cuando tomó la cantidad de agua necesaria regresó por las flores y su bolso. Una vez dentro notó que el lugar estaba vacío. Mientras caminaba observaba las lápidas, algunas abandonadas, otras llenas con flores y otras muy descuidadas por la maleza. Entre todas esas tumbas buscaba el nombre de su amigo especial.
– Masato Ayumi… Tendo Makoto … Kato Daisuke… mmm… Morinaga… Morinaga Tetsuhiro. – Acercándose un poco dejó la cubeta en el suelo y tomando el cucharon de madera, cogió una cantidad de agua que comenzó a rociar sobre la lápida.
– Apuesto que no esperabas que viniera hoy y menos con flores.
Después de mojar lo suficiente, quitó algunas malezas que habían salido en algunas esquinas y también reemplazó las flores marchitas por las nuevas dividendo el ramo para los dos jarrones frente a la lápida, finalmente prendió dos inciensos.
– Bien. – Juntando las palmas y cerrando los ojos Souichi empezó a rezar.
Hey Tetsuhiro, puedes escucharme? A mí… me ha costado mucho seguir sin ti, sin duda extraño ver esa cara tan estúpida llena de amor, sin embargo, ¿Lo he hecho bien verdad?, me acostumbré tanto a ti que cuando te fuiste no era capaz de entenderlo ¿Por qué ya no estabas a mi lado?... También quiero agradecerte por todos esos recuerdos, gracias por haber estado ahí para mí. Dios no quiero hacer esto tan dramático, pero no quiero evitar mis sentimientos, no ahora. Ojalá pudiera verte de nuevo Tetsuhiro, te echo de menos.
En cuanto sus párpados se abrieron, soltó una pequeña risa.
– Mira en lo que me has convertido bastardo. – Un suave sonrojo se dibujó en una de sus mejillas, tomó asiento en el pasto y sacó las bolsas de chocolates.
– Kanako me ayudó a prepararlos y no creas que fue algo fácil, realmente me esforcé… tanto como tú lo hacías.
Abrió las bolsas con cuidado y las acomodó frente a la tumba, para luego darle la espalda y observar la grandiosa vista de la ciudad de Nagoya.
– Ciertamente es una vista muy hermosa… Esos chocolates los hice pensando en ti… Feliz San Valentín Tetsuhiro.
Las palabras salieron mucho más fáciles que todas aquellas veces, quizás era porque Morinaga no estaba realmente ahí con él.
Era inevitable que la nostalgia se presentara, su mandíbula empezó a dolerle, tragando fuerte alzó un chocolate y lo empezó a comer.
– In-increíblemente sabe bien, son dulces y agradables. Como tú. Te habrían gustado y apuesto que estarías llorando… es una pena que no los pruebes conmigo.
Su voz se había quebrado, alzó otro chocolate, pero apenas se lo llevó a sus labios, soltó un sollozo. Trató de calmarse e intento nuevamente comerse el chocolate, el dulce sabor penetró en su paladar, sin embargo, cada mordisco poco a poco se tornaba amargo y las lágrimas que luchaban por salir, finalmente lo vencieron.
– Ya son dos años que no pruebo tus chocolates, he olvidado su sabor, pero no la sensación… yo … Te extraño tanto… quiero ver tu boba sonrisa solo una vez más… ¿Eso es imposible, verdad Tetsuhiro?
Uno tras otro, cuando se dió cuenta ya no quedaban chocolates en una de las bolsas. Suspiró y se secó las lágrimas
– Haaa… ¿Estás aquí conmigo? ¿Estás sonriéndome? ¿Aún tomas mi mano? ¿Aún me amas?
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El cielo comenzaba a tornarse más oscuro, Souichi guardó la bolsa que aún tenía tres chocolates, se puso de pie y encendió un cigarrillo.
– Ya me voy, volveré pronto. – Tomó la cubeta junto al cucharon de madera y empezó su retorno, cuando se detuvo de repente y miró hacia atrás, sonriendo de forma divertida dijo un poco alto.
– Oye idiota ¿Me darás algo en el día Blanco?
Girando de vuelta, siguió su camino hasta desaparecer de la vista de esa lápida donde yacían las cenizas de Morinaga Tetsuhiro.
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