UNA ÚNICA LAGRIMA
Tres años atrás.
—Espera ¿porque das esos saltos temporales? Me confundes.
—No lo sé, no recuerdo las cosas como solía recordarlas antes, es este mundo nuevo. Ha consumido mi mente, no sé si tengo hambre, sed o sólo me siento solo.
—Quizá sí estas loco. Jajajaja, es decir estás hablando conmigo ¿Verdad? O quizá yo estoy loco.
—¿Quieres que siga con la historia o no?
—…
—Tomaré tu silencio como un si. Nunca entiendo cuando es que callas tu y hablo yo o cuando hablas tu y callo yo. Pero no me interrumpas tanto. Entonces…
Año 2021. Tres años antes de la primera misión del equipo de Daniel.
Cualquiera diría que un payaso nada tiene que ver con un dios. Piensa en un payaso cualquiera ¿Lo tienes? Ahora quítale esa peluca graciosa, también esa nariz chistosa… ¿Ya está? Borrale su maquillaje y la enorme sonrisa dibujada alrededor de su boca. Se fue el payaso ¿No es así? En su lugar, queda el rostro pálido de un tipo raro, con preocupaciones, remordimientos, sueños frustrados, cuentas que pagar… quizá alguno que otro mes atrasado en el alquiler, sin seguro médico ni de vida. Quizá sin empleo, ni amigos y sin familia.
—¿Tienes fuego? —Pregunta el sujeto mientras camina hacia el payaso en la parada de autobuses.
—¿Perdón? Oh, sí. Ten
—Gracias, este frío solo me provoca aún más ganas de fumar.
—Sí, supongo que si. Además de que la lluvia también hace lo suyo.
—Uno no se espera caminar a estas horas de la noche y encontrarse con un payaso, sin ánimos de ofender, eh.
—Descuida, estoy acostumbrado al título.
—Sabes, payaso. Dicen que a los comediantes les va bien en el amor. Pero esa actitud tuya no parece la de un "Don Juan".
—Supongo que el dicho no aplica a los payasos. —Respondió el payaso, un poco más desanimado que antes. El maquillaje se estaba despintando, quizá por las gotas de agua.
—Pero tu no eres solo un payaso, es decir. Estudiaste actuación durante cuatro años y luego te dedicaste a la comedia. ¿Qué te trajo hasta acá abajo?
—¿Como sabes eso? —Preguntó el payaso, esta vez mostrando desconcierto. Su rostro se notó alarmado, quizá estaba a punto de salir huyendo. ¿Qué podría hacer un payaso en el medio de una noche desolada y con el ruido de una tormenta que podría fácilmente ahogar cualquier intento de auxilio que escapase de su garganta.
—Las cosas que yo sé vienen de dos fuentes, unas de mi jefe. Quien se jacta de estar muy bien informado. Las otras vienen de los gestos involuntarios que delatan a la gente y sus pensamientos. No tengas miedo, de cualquier manera estabas a punto de ir a casa y suicidarte. No cualquiera elige un día lluvioso de otoño para despedirse de este mundo.
—Yo…
—Descuida, no es tan difícil de ver. Saliste de esa farmacia con nada más que un anestesiante en aerosol, tus movimientos no delatan algún golpe y tu actitud sumado a esa botella de ron, pues… No necesito más. Aunque yo no habría comprado el aerosol, un último trago de dolor es un buen recuerdo para llevarse al más allá.
—¿Le debo algo a tu jefe?
—No lo creo. Como te dije, no tienes porque estar asustado. De hecho, tu suerte está por cambiar. ¿Y sabes porqué?
—No, supongo.
—Por supuesto que no lo sabes, no tienes nada. Perdiste hasta el amor por la vida y eso ya es bastante. Mi jefe quiere cambiar el orden de las cosas en esta sociedad. Y por alguna razón, necesita de un actor comediante payaso.
—No se que decir. —Dijo el payaso, casi hablando para sí mismo, habló tan suave que no llegó a saber si lo pensó o si lo dijo. La conversación ya estaba bastante rara, pero ahora hasta dudaba de si pensaba o si hablaba.
—No tienes que decir nada, es decir, ibas a suicidarte esta noche ¿No? ¿Qué te parece si pospones ese hecho para mañana? Acompáñame a dar un paseo y te contaré algunas cosas. Después de todo, duda que la señora de negro y guadaña tenga mucha prisa contigo. Te prometo que después de esta charla serás otra persona y olvidarás todos tus problemas. —Dijo Black— Literalmente —Pensó para sí mismo, al tiempo que sonreía para el payaso.
Al siguiente día.
—Entonces, Archer ¿Crees que este movimiento vaya a salir bien? Debo decir que la mente de nuestro jefecito me tiene muy intrigado.
—¿El gran Black finalmente encontró alguien interesante para jugar? Creo que éste, es uno de los movimientos más ingeniosos de Judas, sin duda alguna.
—No me malinterpretes, no es que no me gustaría descubrir que hay dentro de ese cerebro pero hasta un mentalista sabe donde no debe meterse. Pero explícame ¿Por Qué este movimiento? ¿Para qué sacar a un payaso de su miseria? Peor aún ¿Por qué hacerlo millonario de l noche a la mañana?
—Para ser un mentalista, no estas viendo muy lejos, hermano. Judas está creando dos organizaciones separadas, opuestas en muchos sentidos. No va a haber nada que lo conecte a él o a nosotros con todo esto, habrá dos planes opuestos que llegarán al mismo fin. AIE y Omnes ad unum van a parecer competencia, pero igual causarán desestabilización.
—Creo que ya voy entendiendo, hermanito. Es como tener un plan de respaldo.
—Más que eso, es como tener dos equipos de fútbol jugando el mismo partido, aparentemente rivales pero uno solo en el fondo y beneficiando al mismo apostador.
—¡¡¡Diablos!!! Reclutar al falso Judas el año pasado fue bastante sorprendente, ahora tendremos a un segundo equipo encabezado por un actor comediante payaso dios… Judas resulta muy impredecible.
—Y esa es la razón por la que va a triunfar. Conecté con él por su desinterés total de este sistema y su sucio dinero.
—A mí más bien me divierte, no es que un cambio geopolítico total no venga a bien, pero ya sabes que esas cosas no me interesan mucho. Judas sencillamente me parece interesante.
—Yo creo que lo ves como a un dios. A tu retorcida manera, Black.
—Hermanito, no estoy demente.
—Aún no olvido cuanto te la pasabas hablando sobre él hace dos años después de conocerlo y la manera en que pasabas esperando sus llamadas, como chica enamorada.
—Te estás vengando de alguna de mis bromas, ¿Verdad hermanito?
—Y tampoco olvido tu decepción de hace dos meses cuando creíste que ibas a conocerlo en persona.
—Perfecto, si admito que el sujeto me saca de equilibrio. Pero te diré algo que seguro sabes porque se que también lo sientes.
—Sorprenderme, Black.
—También le tienes miedo ¿No es así? Hay un balance perfecto entre admiración y terror en mi cabeza cuando se trata de él.
—Supongo que así son las personas como él, ya sabes. No es que el mundo haya parido muchos pero los que llegan, se dan a conocer porque lo cambian todo mientras viven.
—No podemos estar más de acuerdo, hermanito.
Tres meses antes.
—No es que parezca un hospital muy aseado. —Pensó para sí mismo un Daniel de 11 años recorriendo el pasillo que daba a la habitación de la hermana Blake. Algo de humanidad quedaba en él antes de cruzar esa fea y despistada puerta. Había algo de verdad en el relato que les contó a Andre y Lory, pero solo un poco. Hasta la frialdad de esa puerta plasmada en sus nudillos al llamar hizo parte en el paso final de Daniel hacia sus más oscuros pensamientos.
—¿Doctor?
—Hermana Blake ¿como esta? —Preguntó Daniel sabiendo que ella ya no estaba ahí. Estaba atrapada en algún lugar de su mente. No quedaba nada en sus ojos perdidos, nada más que un deseo intrínseco.
—Doctor, por favor. Ayúdeme a salir de aquí, necesito buscar a mi muchacho.
—No se agite Hermana Blake. —Dijo Daniel acercándose a ella y contemplando su frente y las canas de su cabello. Hacía tanto que no la miraba, el tiempo había pasado por su rostro y había hecho de las suyas en su melena negra, ahora con destellos plateados.
—Por favor, Doctor. Mi muchacho, no me ha olvidado. Me lo arrebataron y no pude decirle, decirle su nombre. Él está en alguna parte ahí afuera, sin saber ni quien es… ¿Doc…? ¿Es verano afuera?
—Es otoño hermana Blake, no llueve en verano. —Respondió Daniel conteniendose.
—Aquí llueve siempre, Doctor. Y ya las golondrinas se habrán ido y olvidé dejar las semillas para las que se queden atrás, agotadas. Las golondrinas... ¿Doctor? ¿Es usted? Ayúdeme a salir de aquí, necesito ver a mi muchacho. —Sus pensamientos iban y venían. En su mente nada estaba ni en orden, ni completo.
—Hermana Blake, tranquila. Sus golondrinas estarán bien, las va a ver pronto. —Daniel se vio traicionado por una de sus lágrimas, las demás se aferraban a sus ojos, se negaban a caer.
—Doctor, debo decirle a mi Sirhan que su nombre significa "Lobo". A mi Sirhan, Doctor. Debo decirle que era invierno cuando llegó a mi. Debo…
—Todo está bien hermana Blake, estoy seguro que su muchacho lo sabe. —Finalmente escuchó su nombre real, no hizo ningún gesto. Ni su mirada cambió, ni su voz se conmovió.
—¿Mi muchacho? Se refiere a mi bebé ¿Verdad? Solo es un niño, Doctor. Él está enfermo. Tiene tos desde hace unos días, venga al orfanato conmigo, tiene que verlo. Solo tiene tres años pero es muy inteligente, mi Sirhan. Está enfermo, Doctor.
—Veremos a su pequeño hermana Blake, descuide. —Daniel sacó un potente veneno de su bolsillo, indoloro en indetectable.— ¿Recuerdas ese día mamá? Contuviste tus lágrimas para no hacerme sentir tristeza, estoy conteniendo mis lágrimas ahora, querida mía. Todo estará bien, tus golondrinas, las verás hoy. —Daniel sonrió para ella y la miró con ternura. Acarició una vez más, las blancas canas de su cabello.
—Buenas noches mi niño querido —Dijo ella, acercando sus labios para besar su frente una última vez.
—Buenas noches mamá. —Dijo Sirhan saliendo de la habitación.
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